سكر بنات (Caramel)

Que se puede decir de las mujeres que no se haya dicho ya, bueno, que realmente son de Venus, que son intensas en el amor y que tienen rituales de belleza de los más exóticos.
Tomemos por ejemplo el hecho de la depilación del vello corporal, por lo general todas las mujeres del mundo lo realizan, a menos que sean de culturas “primitivas”, aborígenes o indígenas, folklóricas o porque han optado por la vida tipo los años 70s; pero señores, los hombres desconocemos mucho sobre esos métodos.
¿Cuántas mujeres se depilan?
¡77 millones de mujeres sólo en Europa!
Con cuchilla:
Un 63,6% de ellas lo hacen con ese método, un 56,6% de ellas utilizan la cuchilla.
Sistemas eléctricos:
El 20,7% se depilan con los actuales sistemas eléctricos, el 23,3% se depilan con algún sistema eléctrico.
Cera:
El 16,8% de las mujeres lo hacen con cera, ya sea fría o caliente, el 39,1% de las mujeres eligen la cera, ya sea fría o caliente.
Métodos químicos:
Solamente el 12,9% eligen algún método químico.
Pero el 11,6% se deciden por una opción poco común:
La depilación a base de azúcar, mejor dicho ¡caramelo!
Desde épocas ancestrales las mujeres han buscado diversas formas de depilación, así como los hombres han evolucionado las técnicas de rasurado.
El método utilizado para depilarse ha ido variando y evolucionando hasta hoy, sin embargo tanto los egipcios, como los griegos y las antiguas culturas orientales depilaban sus cuerpos a modo de higiene, pureza o simplemente tradición.
Claro que desde épocas remotas las mujeres han sido las practicantes por excelencia de estas técnicas, dado que siempre se ha considerado que un cuerpo sin vellos es un cuerpo más hermoso y más estilizado.
Actualmente el método de depilación con azúcar es muy común entre las mujeres israelitas, y en el medio oriente se le conoce como “Hawala”
Es una mezcla de azúcar fundida hasta el punto de formar caramelo líquido, técnica heredada desde el antiguo Egipto por algunos lugares de Oriente para la depilación tanto casera como en muchos salones de belleza.
De este modo, el mismo producto que causa el dolor con el tremendo tirón de pelo puede proporcionar el placer de su sabor si nos lo llevamos a la boca.
Gozo o dolor.
Eso es lo que experimentan los personajes de “سكر بنات (Caramel)” en su búsqueda incesante de alguien a quien amar y que les ame.
سكر بنات (Caramel) es una película muy femenina, hecha con mujeres, dirigida por una mujer, siendo el primer largometraje de la directora y actriz libanesa la TREMEMEDAMENTE HERMOSA Nadine Labaki.
سكر بنات (Caramel) es una película libanesa del año 2007, protagonizada por Nadine Labaki, Yasmine Al Masri, Joanna Moukarzel, Gisèle Aouad, Adel Karam, Siham Haddad, Aziza Semaan, Fatme Safa, Dimitri Stancofski, Fadia Stella y Ismail Antar.
Con un guión de Nadine Labaki, Jihad Hojeily y Rodney Al Haddad.
Todas las protagonistas no son actrices profesionales, ya que según Labaki, así hacen más creíble unas vidas "corrientes" e interpretan sus propias vidas", alejadas del "círculo vicioso de las estrellas de cine"
سكر بنات (Caramel) fue distribuida en más de 40 países, convirtiéndose en la película libanesa más aclamada internacionalmente hasta la fecha.
El público de todo el mundo ha acogido la sencilla y lograda historia de cinco mujeres libanesas que afrontan temas como el amor prohibido, las ataduras de las tradiciones, la represión sexual, la lucha por aceptar el proceso natural de envejecimiento con la edad y el enfrentamiento entre el deber y el deseo.
سكر بنات (Caramel) es única en cuanto a que no muestra un Beirut arrasado por la guerra, sino un lugar cálido y acogedor en el que las personas se enfrentan a problemas universales, problemas típicos de la sociedad occidental, en un sistema oriental en el que triunfa la hipocresía y los silencios.
La mayoría de las películas libanesas solían tocar temas que giraban en torno a la guerra civil de 1975 a 1990 y la invasión israelí del país, que destruyeron gran parte del entramado social del país y curiosamente, سكر بنات (Caramel) aborda, aunque tímidamente, el tema de la homosexualidad.
Silencios como el que invade al personaje de Rima, una mujer poco femenina que se siente atraída por una de las clientas del salón (BELLISIMA MUJER), a la que sólo consigue lavar el pelo, mientras Layale, joven y cristiana se debate entre el amor por su familia y el amor por un hombre casado.
Junto a Layale y Rima, protagonizan سكر بنات (Caramel), Yamale, quien se esfuerza por demostrar que ella todavía es joven.
Rose, una costurera de 65 años, que sacrifica el amor por cuidar de su hermana anciana o Nisrine, una mujer musulmana que está por casarse, pero su futuro esposo no está enterado de que ella no es virgen.
Cabe destacar que la hermana de Nadine, Caroline Labaki, fue la responsable del diseño de vestuario y la música es de la autoría de Khaled Mouzanar quien poco después del estreno de سكر بنات (Caramel), Labaki se casó con él.
El título de la película سكر بنات (Caramel) hace referencia al método de depilación usado en Oriente Medio que consiste en calentar una mezcla de azúcar, agua y zumo de limón.
Así, Labaki introduce de forma simbólica la "idea de dulce y salado, dulce y amargo" y muestra que las relaciones del día a día en ocasiones pueden ser difíciles pero que al final se impone la solidaridad entre los principales personajes femeninos.
Con esta producción intimista nos permite ver, diría fisgar lo que ocurre en un salón de belleza en Beirut.
Hay algunos hombres, pocos, pero suficientes para crear referencias de amor.
Como señalé, سكر بنات (Caramel) gira en torno a la vida de cinco mujeres libanesas que coinciden en el microcosmos de un salón de belleza.
Allí están mujeres que cortan y peinan el pelo a sus clientas, les hacen la manicura o les ayudan en la depilación siguiendo el método del caramelo, y con las que charlan en un clima de intimidad sus cuitas y desencantos amorosos.
Con sus comentarios y derroteros sentimentales, seguimos a las tres desorientadas peluqueras.
La peluquería sirve únicamente de marco local para engarzar las distintas subtramas según una estructura clásica y un final abierto en alguna de ellas.
Se aprecia el toque sutil y femenino que su directora da a muchas escenas, lleno de sensibilidad y capacidad para interiorizar los sentimientos, y también su voluntad de dejar espacio al espectador y no remarcarle un desarrollo concreto.
Layalee (Nadine Labaki) trabaja en un salón de belleza en Beirut junto con Nisrine (Yasmine Al Masri) y Rima (Joanna Moukarzel).
Cada una de ellas tiene un problema:
Layalee mantiene una relación sin futuro con un hombre casado, y sufre la decepción de su amante que no se atreve a romper con su mujer, sus celos al conocer a una esposa que le quiere tanto como ella, y también atisbamos una nueva primavera que se le abre ante sí.
Nisrine ya no es virgen y se va a casar en una sociedad en la que no se aceptan las relaciones sexuales antes del matrimonio, la sociedad musulmana; toca el tema de la liberación de la mujer, de sus dificultades por encontrar trabajo, del lugar que ocupa en la machista sociedad, con sus anticuadas pero enraizadas costumbres, como el que deban llegar vírgenes al matrimonio.
Rima se siente atraída por las mujeres; de tendencias lésbicas, encontrará respuesta en una clienta que echa en falta el afecto del marido.
Jamale (Gisèle Aouad) es una clienta asidua que quiere ser actriz y a la que le preocupa envejecer; su historia es más madura, esta mujer mayor y divorciada que se empeña en demostrarse a sí misma y a todos que aún sigue siendo joven, sentimiento que le llevan a situaciones patéticas pero muy dolorosas en el fondo.
Rose (Siham Haddad), un sastre que tiene una tienda cerca del salón, es una señora mayor que encuentra su primer amor tras haber dedicado toda su vida a cuidar de su hermana mayor Lili (Aziza Semaan), que sufre un desequilibrio psíquico y es a Rose a quien se le presenta la ocasión de amar y mirar por su propia felicidad.
Seis argumentos reunidos en un conjunto vital que cautiva, subyuga y emociona utilizando los registros más deliciosos, recurriendo a la armonía de la sencillez y de lo que toca hondo dentro de las almas de gente como cualquiera que puebla nuestros barrios.
سكر بنات (Caramel) no hace referencia a ningún problema político ni a la reciente situación de guerra en la que se ha visto sumido Líbano, sino a gente corriente con problemas comunes.
No hay ni grandes inicios ni grandes finales, ni efectos, ni política o sí, la convivencia sin fisuras de lo occidental y lo oriental, de lo cristiano y lo musulmán personificada en un “micro régimen” de mujeres abiertas y optimistas, nada realmente grande ni espectacular aunque sí una fotografía cuidada y efectista.
Con esta breve síntesis, el lector apreciará ya la intención y voluntad de Labaki de plasmar una gran variedad de situaciones afectivas en torno a la mujer, tan tópicas como bien retratadas e interpretadas.
Pretende sacar a escena temas tan peliagudos como el adulterio, la virginidad o la homosexualidad, pero también la necesidad de amar y de afirmarse en la propia identidad, de recomenzar la vida o de permanecer fiel a un camino iniciado, de comprender y de aceptar la vida como viene y también el tiempo que pasa irremediablemente.
En ese esquematismo y en esa pretenciosidad, queriendo tocar tantos palos, está su talón de Aquiles, su punto de artificio y de concesión ante un público al que quiere endulzar hasta ganárselo para la causa.
¿Qué causa?
La del derecho de la mujer, libanesa en particular, a disponer de su vida, y a la vez la de mostrar cómo su existencia gira, en realidad, siempre «alrededor de los hombres» (según sus propias declaraciones)
Pese a esa sensación de “tesis”, las buenas interpretaciones dan frescura a tal artificio de guión y hacen que سكر بنات (Caramel) se vea con facilidad y agrado, pues el espectador comprende lo que buscan o desean sus protagonistas, y también sus miedos e incertidumbres.
Cada uno tendrá su historia preferida:
La de Layalee tiene mayor desarrollo y resulta más redonda y sentimental, mientras que la de Jamale deja el corazón helado al descubrir una vida destrozada por dentro, la escena en que acude a un casting de interpretación es demoledora, con la cámara que penetra como un bisturí en su interior hasta dejar a la luz su fragilidad; la de Nisrine es quizá la menos conseguida y la más deshilvanada, y la de Rima la más sugerida y sensual.
Puestos a elegir, sin duda el personaje de Rose acaba resultando el más logrado, ENORME INTERPRETACION, por su contención y expresividad interior, por decir mucho con pocas palabras, espléndida es la secuencia en la que se quita la pintura del rostro, entre lágrimas y resignación ante una cita imposible; y también es excepcional su contrapunto, la anciana y divertida Lili, un personaje auténtico y único en sus excentricidades y en su sentida reacción de acogida.
سكر بنات (Caramel) está apoyada de forma magistral en una banda sonora compuesta por Khaled Mouzanar, en la que se dan la mano oriente y occidente, con toda la riqueza que puede salir de ese encuentro, y que se termina por convertir en un personaje más.
La escena:
Las tres mujeres pidiendo cita para la "reconstrucción del himen" de una de ellas, la que está por casarse y que ya no es virgen: problemón en puerta, pero imposible de disimular su belleza árabe, quién sabe por qué quiere pasar por francesa y cuando le piden el apellido tira un " Madame Pompadour" la cortesana amante de Louis XV
¡Plop!
¡Caí al suelo!
سكر بنات (Caramel) presenta historias de todos los días, conmovedoras, tristes, pero, al mismo tiempo, envueltas en un cierto aire de optimismo, son amargas y dulces al mismo tiempo, como ese caramelo que da título a la película que también reúne el dolor y la belleza, puede, como el amor, quemar y hacer daño.
Ningún resquicio a la exageración, a la desmesura, a la artificialidad, سكر بنات (Caramel) es la vida en su esencia retratada por medio de unos personajes que no tienen falta de decirnos más de lo que nos dicen porque ya lo entendemos, no necesitamos que nos den todas las claves, basta con que nos susurren las cosas para quedar totalmente empapados bajo la lluvia.
Además apoya de forma magistral la enorme sensualidad que desprende, en que Labaki transmite los colores, los olores que se generan en el interior del salón de belleza, y la alegría de vivir que les queda a los libaneses en general y a las mujeres en particular.
Básicamente el amor es el protagonista de سكر بنات (Caramel), amor al cuerpo, del alma, caritativo, quizás este último nos entrega escenas inquietantes y conmovedoras, una mujer (Rose) enamorada luego de muchos años de vivir sin amor y una hermana psíquicamente alterada que no le permite escapar de su situación.
Cuerpos que resplandecen, embellecen frente al deseo de ser amado, mujeres que se preocupan por sus cabellos, sus vestimentas, su virginidad, frente a amoríos posible o imaginarios e invisibles.
Se ha expresado que siempre el amor es amor a algo…
¿Qué pasa cuando ese otro no corresponde?
El amante no posee lo que ama.
Poseer y no poseer.
El crisol de vidas que Labaki pone ante nosotros, no está exento de una sutil y, al mismo tiempo, profunda, crítica social de un país que se ofrece a los ojos del occidental inexperto como un país occidentalizado, abierto, en el que las mujeres ocupan un lugar que no tienen en otros países del entorno geográfico, lo que no supone que sean enteramente libres, sino que también tienen que soportar presiones sociales, religiosas, impuestas por la costumbre, y eso también nos lo cuenta سكر بنات (Caramel) que huye de lo panfletario y de los gritos para decirnos: señoras y señores, esto es lo que hay.
En definitiva, la directora ha calificado سكر بنات (Caramel) como “de mujeres y para mujeres”, que gustará al espectador goloso y que busque historias íntimas de amor y desamor, con ingredientes un poco dulces y placenteros..., pero ¡ojo!, porque tras el envoltorio acaramelado se encierra un sabor amargo y toda la crudeza de unas mujeres que están al borde de un ataque de (des)amor.

Altamente recomendada para los hombres!


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