Raging Bull

“Come on, hit me.
Harder.
Harder.
Come on, don't be a little faggot.
Come on.
Hit me.
You throw a punch like you take it up the ass.
Come on.
Harder”

Es significativo, que tras la etapa en los años setenta en EEUU en la que el director poseía el control absoluto de sus obras, que muchos de los realizadores estrellas de la época: Dennis Hopper, William Friedkin, Michael Cimino, Peter Bogdanovich, Hal Ashby, Francis Ford Coppola…, prácticamente cayeran en el ostracismo crítico, el rechazo del público y la ruina económica tras un conjunto de films de distinta suerte y Scorsese, que no fue ajeno a dicha debacle.
En Norteamérica fue poca la gente nueva de real jerarquía que destacó en la realización.
Scorsese, Spielberg, Coppola, De Palma son de los 70, no de los 80, pero fueron ellos quienes siguieron dominando la escena durante estos años.
Por otra parte, hay quienes también consideran con preocupación otro hecho: hubo efectivamente poca experimentación.
Esto no deja de tener, sin embargo, aristas que son muy saludables.
En los 80 las vanguardias encontraron su merecido: fueron a parar a la retaguardia; esto es, a los museos, a las casas de la cultura y a las universidades: espléndidos sarcófagos del arte, el pensamiento y la cultura.
Es así como Giacobbe LaMotta, nacido en Nueva York, un 20 de julio de 1921, más conocido como Jake LaMotta, o por sus apodos de "Toro Salvaje", o "El Toro del Bronx", es un ex-boxeador estadounidense que llegó a ser campeón mundial en la categoría de los pesos medios, y cuya vida estuvo llena de controversias, tanto dentro como fuera del ring.
Tenía un estilo agresivo, y algunos expertos de la época decían que peleaba como si no mereciera vivir, esto se decía porque iba siempre hacia adelante y aunque recibiera castigo no retrocedía, seguía atacando con golpes curvos y boleados.
Su mejor golpe era el gancho de izquierda, tanto a la cabeza como al cuerpo.
No tenía mucha potencia, su registro lo demuestra.
A todos los boxeadores que venció por knock-out, fue por lo fuerte que atacaba al cuerpo, los degastaba y castigaba, esa era su fórmula invencible.
LaMotta era de baja estatura para la categoría de los pesos medios (1,74 cm.), pero sus problemas de peso no le permitían pelear en una categoría menor.
Hasta el presente, LaMotta se ha mantenido activo dando charlas y publicando varios libros sobre su carrera, su esposa y sus peleas con Sugar Ray Robinson.
Una de sus frases a propósito de éstas fue:
“He peleado tantas veces con Sugar Ray Robinson, que no sé cómo no tengo diabetes” (aludiendo al apodo de Robinson, “Sugar”: azúcar en inglés)
LaMotta forma parte del "Salón Internacional de la Fama del Boxeo"
“I heard things”
Raging Bull es una película de 1980 dirigida por Martin Scorsese, basada en el libro “Raging Bull: My Story” del boxeador Giacobbe “Jake” LaMotta.
Con un guion a cargo de Paul Schrader y Mardik Martin protagonizada por Robert DeNiro, Cathy Moriarty, Joe Pesci, Frank Vincent, Nicholas Colasanto, Theresa Saldana, Mario Gallo, John Turturro, entre otros.
Para la producción de Raging Bull se pusieron en contacto con United Artists y con Irwin Winkler, quien ya había producido el éxito pugilístico “Rocky”, así pues le vendieron la historia como “otra de boxeo”
Los directivos del estudio no metieron mucho las narices salvo en algún punto del guión, el cual consideraban demasiado violento y malhablado.
Raging Bull está rodado en blanco y negro y esto nos lleva rápidamente a familiarizarnos con la época.
Observamos un contraste medio durante toda la película, que nos da una gran naturalidad, excepto en las escenas de combate que se usa un contraste alto para reflejar de un modo más vivo la violencia y brutalidad de las tomas.
En las escenas rodadas en el ring, observamos primeros planos en los rostros de los púgiles que nos acercan a la fuerza y expresión de un boxeador.
Jake LaMotta nos aparece usualmente en contrapicado, y esto le hace aún más protagonista de lo que estamos viendo, alguien especial y superior al resto.
Para enseñarnos el gentío y los espectadores de los combates se utilizan planos generales medios con tomas cortas que nos transmiten una sensación de caos.
En las tomas grabadas fuera del ring, (la gran mayoría) abundan los primeros planos hacia el protagonista que de esta manera se nos refleja de un modo muy eficaz, su incontrolable carácter y sus sucesivos cambios de estado anímicos.
Encontramos unos acertadísimos planos generales en los locales y clubes de Nueva York que al reflejarnos el gentío y el vestuario de las personas, nos facilita hacernos una idea del ambiente de la época (años 40 y 50)
Podemos observar también, numerosos travellings unos realizados por las calles del Bronx que nos enseñan el particular modo de vida en ese barrio, y otros que siguen al protagonista, dándole de este modo más importancia a sus acciones.
En Raging Bull, Robert DeNiro como Jake LaMotta, es un boxeador de peso mediano cuya rabia sadomasoquista, celos sexuales y brutal apetito exceden los límites del cuadrilátero y destruyen su relación con su esposa y su familia.
Es un relato simple, común en vicisitudes, con un patrón de conducta que marca a la perfección su actividad: la de un boxeador sin educación al que le sobrepasó la situación de vida que le tocó vivir.
La furia que menciono no está directamente apuntada hacia el otro en forma total, Jake busca su autodestrucción por sus hábitos de vida y el factor principal que lo desestabiliza emocionalmente gira en torno a su querida esposa: Vickie.
Sus celos lo ciegan, lo obnubilan y le hacen perder los estribos indefectiblemente.
Ni siquiera su hermano Joey (interpretado por Joe Pesci) podrá ser el consejero que lo guíe en el difícil camino de la fama.
La mafia, las presiones, los celos, la situación se vuelve incontrolable y seguramente que no tendrá una fácil solución.
La historia, verídica, aunque consecuentemente llevada al cine para conseguir obtener poética de la dramática, se mueve en dos direcciones narrativas unidas por un mismo hilo trágico.
Así, toda la furia que despecha LaMotta en el ring, tanto contra los demás como contra sí mismo, suele venir de un efecto anterior, y el púgil, incapaz de comportarse con normalidad en el mundo real, se suelta dentro del ring.
Todo esto está mostrado de una manera explícita y nítida en cuanto Scorsese rueda cada combate de un modo diferente, a destacar particularmente dos:
En el combate contra Janiro, LaMotta , furioso porque Vickie ha dicho que Janiro es “bien parecido”, le destroza la cara, literalmente, todo el combate consiste en primeros planos en ralentíes del rostro de Janiro en descomposición; y en el combate contra Sugar Ray Robinson en el que pierde el título, y que LaMotta sufre un tremendo castigo, “crucificado” en las cuerdas mientras su sangre salpica a los jueces y al público, aquí hay un efecto plástico impresionante: aquél en que Scorsese ralentiza la imagen de Sugar Ray deteniéndose en su puño de boxeo, a punto de destrozar la cara de Jake, un combate a todas luces auto punitivo, pues LaMotta prefiere ser brutalmente castigado en el ring, que pedir perdón a su hermano Joey por teléfono.
Raging Bull es el auge y la caída de un boxeador, de un personaje de la vida real, dos veces campeón mundial de peso mediano: Jake LaMotta.
Su itinerario es el de un joven modesto, de familia italiana y salido del Bronx, que lo consigue todo: corona, dinero, familia y lo pierde también todo.
Camino a la prisión por culpa de un oscuro asunto de corrupción de menores, termina gordo y un poco tonto, viejo y solitario y actuando en un club de mala muerte.
Personaje autodestructivo, reprimido y machista, violento hasta la paranoia y no exactamente somático, el protagonista, sin embargo, es tocado de alguna manera, en su caída, por la gracia.
Aun monstruoso, el Jake LaMotta del final es más persona, tiene mayor conciencia de sí que el del comienzo.
Sin embargo, algo ocurre, Raging Bull no explica muy bien qué y por eso deja el sabor ingrato de las historias cuyas piezas no ajustan a la perfección.
Si algo puede iluminar el desenlace, las imágenes se cierran con una cita de San Juan, tomada del pasaje en que los fariseos interrogan al ciego de nacimiento a quien Jesús le ha abierto los ojos:
“Si es un pecador, yo no lo sé –les respondió él-.
Sólo sé una cosa: que antes no veía y ahora veo”
Raging Bull es un discurso sobre la hombría, la masculinidad.
LaMotta es un hombre católico, a quien no le gusta que le digan qué ha de hacer, aunque consienta perder un combate para complacer a jefes de la mafia y estar más cerca del título, que le gusta la buena comida, y que no aguanta que miren a su mujer ni que ella mire a otro hombre.
Raging Bull estuvo nominada a 8 premios Óscar como mejor película, director, mejor actor de reparto (Joe Pesci), mejor actriz de reparto (Cathy Moriarty), mejor fotografía y mejor sonido; y se alzó con dos: los premios al mejor montaje y mejor actor para Robert DeNiro.
La sensacional fotografía en Blanco y Negro de Michael Chapman brilla en las secuencias de boxeo, consiguiendo que la sangre blanquinegra nos parezca tan roja como en la vida real.
El vibrante y monstruoso montaje de Thelma Schoonmaker nos transmite la sensación de angustia, dolor y pérdida que está experimentando el personaje. Prueba de ello, son las elipsis que realiza de los combates, con un uso de la cámara lenta hermoso e impactante; o los recuerdos desvaídos de ese tiempo de felicidad que muestran las películas familiares y que se escurre por el desagüe de la locura.
El propio LaMotta intervino en varios pasajes de Raging Bull.
Luego del estreno, al cual obviamente tanto LaMotta como sus familiares fueron invitados, al salir del cine Jake LaMotta preguntó a su ex esposa Vickie:
"¿Yo era así?"
Refiriéndose a la interpretación hecha por Robert DeNiro, a lo cual Vickie le respondió:
"No...
¡Eras peor!"
Scorsese asistió a varios combates de boxeo para entender el deporte (a Marty no le gustan los deportes) y tuvo como asesor al mismísimo LaMotta.
Por su parte DeNiro decidió profundizar hasta las entrañas del personaje como buen actor de método y detener la producción en el último tercio durante tres meses para engordar unos kilos que requería la etapa final de LaMotta.
De todos los combates el más memorable y que ha pasado a la historia es el combate final frente a Sugar Ray Robinson, su oponente directo pues lucha con él cinco veces desde el 42.
El combate se desarrolla entre niebla, como si estuviéramos en un sitio muy cálido, en el mismísimo infierno.
Cada golpe retumba como si fuera una bomba, los dos luchan como verdaderos animales, hasta que Jake se quede entre las cuerdas a la espera de la brutal paliza que le propagará Robinson.
“Who's an animal?
Your mother's an animal, ya son of a bitch”
Robert DeNiro ganó alrededor de 27 kilos (60 libras) para su personaje de Jake LaMotta, marcando así un récord.
Cabe decir que DeNiro accidentalmente le rompió una costilla a Joe Pesci en una escena de pelea, ya que DeNiro y Joe Pesci realmente se están golpeando en la famosa escena de “pégame”, sin embargo para sentir la hermandad entre los actores principales, Robert y Joe vivieron y entrenaron juntos por un tiempo antes de las filmaciones.
Desde entonces, ambos son amigos cercanos.
Su Jake LaMotta es una composición ante la que hay que quitarse el sombrero.
Logrando una inmejorable evolución de su personaje desde sus arrebatos de juventud hasta la recuperada dignidad en su vejez, realizando recitales con fragmentos de dispares escritores y dramaturgos, es sorprendente la selección de los mismos.
La gama de matices interpretativos con los que se luce DeNiro son sencillamente alucinantes e inigualables, haciendo especial hincapié en los pequeños detalles como sus miradas teniendo a la nada como objetivo.
Por su parte, Cathy Moriarty está excelente en su sensualidad, contención y entereza ante la brutal personalidad de su esposo, LaMotta.
El director, Martin Scorsese hace un cameo, siendo la persona que en la escena final le dice a Jake que vaya al escenario.
Raging Bull es un alarde de narrativa.
De especial brillantez son los agobiantes y recargados encuadres planificados en interiores de restaurantes y night-clubs, cargados de rostros marcados, humos, tensiones entre los personajes
En la relación con su esposa Vickie se acusaría a LaMotta de maltrato y machismo, pero Vickie lo ama tanto como él a pesar de las palizas, volviendo siempre a su lado.
Scorsese muestra muy bien dicha relación en dos secuencias soberbias.
La primera cuando un LaMotta previo a un combate le pide a su amada que le excite a pesar de no tener que practicar el sexo cómo bien manda el reglamento del buen deportista, y en donde le dice la mítica frase, una de mis favoritas de la Historia del cine:
“Bésame las heridas”, a lo que ella accede.
Dicha secuencia está construida de manera magistral comenzando con un plano en donde vemos los pies de Jake y a ella saliendo del baño para acercarse a él y besarle, concluyendo con él metiéndose en el baño y cerrando la puerta que ha quedado abierta cuando ella ha salido y ahora con los pies de ella dentro de cuadro.
Simplemente soberbio.
La segunda secuencia es la escena en la que realmente se emparenta su plástica a la del cine de terror:
Se trata del momento en que Jake LaMotta mientras intenta arreglar un televisor, tan distorsionado como su propia percepción de la realidad o su autoestima, entabla una discusión con su hermano Joey sobre las posibles infidelidades que Vickie, su mujer, pueda estar teniendo con… ¡todo el mundo!, algo, a lo que no es ajeno el comportamiento distante, pura femme fatale del Bronx.
Joey, el único personaje del universo LaMotta que parece comprender y, de paso querer a su hermano, harto de escuchar la misma cháchara discursiva se enfrenta con él, aunque sea a base de mentiras, omitiendo la escena acaecida en el Copacabana, en la que Joey le propina una paliza a Salvey (Frank Vincent) tras tontear con Vickie.
Jake, desaliñado y fofo, incapaz de discernir la sorna de la veracidad, incluso le acusa de acostarse con su mujer, con lo que Joey, cada vez más triste y desesperado decide abandonar la casa.
Entonces Jake acosa a su mujer, la persigue por la casa, la abofetea, la insulta… hasta que esta decide reconocer a gritos la mentira de su infidelidad con todo el mundo, incluso con Joey.
Entonces Jake se marcha en busca de su hermano, en calzoncillos y camiseta, hasta que llega a su casa, y le machaca a golpes (en plano fijo) delante de sus propios hijos.
Cuando Vickie intenta separarles, el Toro Salvaje del Bronx, le clava un puñetazo en el rostro a su propia mujer.
Momentos después, Jake, está en su casa viendo la tele, que aún sigue ofreciendo solamente interferencias, y en un plano secuencia cerrado en la habitación de ambos, la convence para que no le abandone, mientras le pide una y otra vez perdón…
SOBERBIO.
Scorsese, sin embargo, en vez de demostrar indiferencia ante sus antihéroes, realiza la operación contraria, empatiza con estos trastornados, enfermizos y psicópatas, gente que no merecería el status de personas, se convierten a través de la mirada de Scorsese, en protagonistas de una particular pesadilla, de la que, por lo general, solo podrán escapar a través de la violencia.
La imagen de LaMotta llorando tras haberse dejado ganar en un combate amañado, la escena en la que un obeso LaMotta es encerrado por corrupción de menores y empieza a golpearse con la cabeza y los puños contra la pared de la cárcel:
« ¿Por qué?
¿Por qué?...
¡Yo no soy un animal!...»
Y, en especial, ese abrazo con el que agarra a su hermano al final de la cinta, donde sí esta vez, un LaMotta que por lo menos ha hecho las paces con sus demonios internos, le pide que le perdone, aunque Joey, ya no esté por la labor de querer recuperar a su hermano.
La escala de gustos, prioridades, categorías de análisis y percepciones tiene que haber cambiado mucho para que una cinta sin concesiones, en blanco y negro, dura, neurótica, poco grata si se quiere, haya terminado venciendo a todas las golosinas visuales auspiciadas por el marketing y las modas recientes.
Raging Bull es una historia triste, terriblemente amarga, sobre la figura de un hombre vencido por su propia inseguridad.
Es otro personaje inquietante dentro de la filmografía de Scorsese que lejos de intentar llevar a la pantalla a héroes estereotipados y convencionales, Scorsese retrata el alma humana sin ambages, desnudando su cruel naturaleza y mostrando con ello la faceta más autodestructiva de la psicología humana
Cabe señalar que la palabra “Fuck” es usada 114 veces y no por ello, Raging Bull quedó clasificada en la posición nº 4 de en la lista de las "100 Mejores Películas" hecha por el American Film Institute.
En otro ranking hecho también por el American Film Institute fue posicionado nº 1 en la lista de las "10 Mejores Películas en el Género de Deportes"
Por otra parte, Raging Bull fue votada por ESPN como la tercer Mejor Película de Deportes, siguiendo a “Rocky” y “Bull Durham”, respectivamente.
Al final de Raging Bull, el toro moribundo, convertido en un manso producto de marketing, sólo le queda ir a morir a la puerta por la que entro a la plaza y ser el único que se grite una y otra vez a sí mismo:
"¡soy el mejor!"

“Why?
Why?
Why?...
Why'd you do it?
Why?
You're so stupid...
I'm not an animal.
Why do you treat me like this?
I'm not so bad”


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