七人の侍 (Seven Samurai)

“The Mighty Warriors Who Became the Seven National Heroes of a Small Town”

Lo aprueban las grandes religiones, lo corrobora la historia a través de los siglos, y lo reclama la conciencia humana en cada momento histórico:
Cuando un pueblo está siendo sojuzgado y la injusticia campea por doquier, la comunidad está legitimada para derrocar al tirano, si ésta es la manera en que puede, para todos, recuperar la dignidad.
La insurrección es la respuesta indefectible y natural ante el abuso insaciable.
La asume el hombre y la asume hasta la misma naturaleza cuando el hombre se sobrepasa en su relación con ella, pues, el punto de equilibrio debe mantenerse, y cuando alguien se excede, recibirá siempre el necesario pedido de templanza.
El periodo histórico Tokugawa (1603-1868) marca un cambio en la sociedad Japonesa.
Burocracia, educación, ley, gobierno y clases sociales estaban férreamente controlados, incluyendo las costumbres y comportamientos de las diversas clases sociales.
Anteriormente, ya existía una conciencia de clases en Japón, pero ese momento se convierte en una estructura rígida.
Existían básicamente cuatro clases de personas:
La clase superior la constituían los Samurai, la cual incluía a los grandes señores, oficiales del gobierno, guerreros, y oficiales menores y soldados de a pié.
A continuación en jerarquía estaban los campesinos, no por ser especialmente estimados, sino porque eran los que proporcionaban la comida.
Sin embargo estaban sujetos a muchas obligaciones, entre las cuales no era la menor el tener prohibido abandonar sus tierras.
Después estaban los artesanos, y al final de todo, los mercaderes.
Poca gente escapaba de esta rígida jerarquía.
Los orígenes de la clase samurai se encuentran en el sistema Kondei establecido en el año 792 D.C. en el cual se reorganizó el ejército japonés, asignando a los diversos cuerpos oficiales reclutados entre los jóvenes de las familias de alto rango.
Estos oficiales iban a caballo, vestían armadura, y usaban el arco y la espada.
En el año 782, el emperador Kammu comenzó la construcción de Kyoto, donde creó un lugar de entrenamiento (que aún existe) llamado el Butokuden, que significa: "Sala de las virtudes de la Guerra"
Cuando los ejércitos privados de los señores feudales fueron desorganizados bajo los gobiernos de Hideyoshi e Ieyasu, muchos samurais "en paro" rondaban por el país, siendo inútiles sus habilidades guerreras en una época en la que el país estaba en paz, por primera vez en muchos siglos.
Por supuesto, aún existían samurais al servicio de los Tokugawa y de los distintos señores de provincias, pero en un número muy pequeño.
Los samurais "sobrantes" se encontraron viviendo en una sociedad completamente basada en las antiguas normas de caballería, pero al mismo tiempo, estaban aparte de dicha sociedad, en la que no había lugar para guerreros.
Se convirtieron en una clase aparte, manteniendo vivas las viejas reglas de caballería con su devoción a las artes marciales.
Esta fue la época del florecimiento del Kendo.
El Kendo, el "Camino de la Espada", había sido siempre sinónimo de nobleza en Japón.
Desde la fundación de la clase samurai en el siglo VIII, las artes marciales se convirtieron en la forma más elevada de estudio, inspiradas por las enseñanzas del Zen y los sentimientos del Shinto.
Las escuelas de Kendo aparecen en Japón en el periodo Muromachi, aproximadamente de 1390 a 1600, continuaron durante la época de paz del shogunato Tokugawa, y permanecen hoy en día.
La educación de los hijos de los diversos Shogun Tokugawa se realizaba mediante el estudio de los clásicos chinos y las técnicas de esgrima.
Donde en Occidente decimos "la Pluma es más poderosa que la Espada", los japoneses podrían decir "Bunbu Ichi", es decir, "la Pluma y la Espada son Uno"
La palabra samurai (侍) generalmente es utilizada para designar una gran variedad de guerreros del antiguo Japón, si bien su verdadero significado es el de una élite militar que gobernó el país durante cientos de años.
El origen del samurai se data en el siglo X y se fortaleció al concluir las Guerras Genpei a finales del siglo XII, cuando fue instituido un gobierno militar bajo la figura del shōgun, por el cual el Emperador de Japón quedó a su sombra como un mero espectador de la situación política del país.
Por su parte, en la tradición japonesa, el bushidō (武士道) es un término traducido como "el camino del guerrero"
Es un código ético estricto y particular al que muchos samurais (o bushi) entregaban sus vidas, que exigía lealtad y honor hasta la muerte.
Si un samurai fallaba en mantener su honor, podía recobrarlo practicando el seppuku (suicidio ritual)
Se dice que desde pequeño, el bushidō era inculcado a los japoneses de la clase dirigente incluso antes de despegarse del pecho de la madre.
La palabra samurai procede del verbo japonés saburau que significa "servir como ayudante"
La palabra bushi es una palabra japonesa que significa "caballero armado"
La palabra samurai fue utilizada por otras clases sociales, mientras que los guerreros se llamaban a sí mismos mediante un término más digno, bushi.
El Bushidō ha llegado a ser conocido como el código Samurai, pero es más que eso.
El nombre dado no es "el código" o "la ley" del guerrero, sino mejor, "el Camino" No es simplemente una lista de reglas a las cuales un guerrero se debe apegar a cambio de su título, sino un conjunto de principios que preparan a un hombre o a una mujer para pelear sin perder su humanidad, y para dirigir y comandar sin perder el contacto con los valores básicos.
Es una descripción de una forma de vida, y una prescripción para hacer un guerrero-hombre noble.
En el corazón del bushidō está la aceptación del Samurai a la muerte.
"El camino del samurai se encuentra en la muerte" dice el Hagakure (una obra literaria y antiguo libro de caballería), y que es una explicación del bushidō de 1716 cuyo título significa literalmente "Oculto en las Hojas"
Una vez él guerrero está preparado para el hecho de morir, vive su vida sin la preocupación de morir, y escoge sus acciones basado en un principio, no en el miedo.
"Si preparando correctamente el corazón cada mañana y noche, uno es capaz de vivir como si su cuerpo ya estuviera muerto, gana libertad en El Camino.
Su vida entera estará sin culpa, y tendrá éxito en su llamado"
En su forma original, se reconocen en el bushidō siete virtudes asociadas:
義 Gi - Rectitud (decisiones correctas):
Sé honrado en tus tratos con todo el mundo.
Cree en la justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia.
Para un auténtico samurai no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia.
Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.
勇 Yuu – Coraje:
Álzate sobre las masas de gente que temen actuar.
Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir.
Un samurai debe tener valor heroico.
Es absolutamente arriesgado.
Es peligroso.
Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa.
El coraje heroico no es ciego.
Es inteligente y fuerte.
Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.
仁 Jin – Benevolencia:
Mediante el entrenamiento intenso el samurai se convierte en rápido y fuerte.
No es como el resto de los hombres.
Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos.
Tiene compasión.
Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad.
Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.
礼 Rei – Respeto:
Los samurais no tienen motivos para ser crueles.
No necesitan demostrar su fuerza.
Un samurai es cortés incluso con sus enemigos.
Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales.
Un samurai recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás.
La auténtica fuerza interior del samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros.
誠 Makoto - Honestidad, sinceridad absoluta:
Cuando un samurai dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho.
Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará.
No ha de "dar su palabra" no ha de "prometer" el simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer.
Hablar y hacer son la misma acción.
名誉「名譽」Meiyo – Honor:
El auténtico samurai solo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo.
Las decisiones que toma y cómo las lleva a cabo son un reflejo de quién es en realidad.
No puede ocultarse de sí.
忠 Chuu – Lealtad:
Haber hecho o dicho "algo", significa que ese "algo" le pertenece.
Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan.
Un samurai es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado.
Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel.
Para el guerrero, las palabras de un hombre son como sus huellas: puedes seguirlas donde quiera que él vaya.
Por otro lado, el kendō (剣道) es un gendai budō, o arte marcial japonés tradicional moderno, en el que se utiliza una armadura (bōgu) y un sable de bambú (shinai) o un sable de madera (bokken)
El nombre proviene de ken: sable y dō: camino, vía.
En fin, desde que el cine se popularizó, un tema recurrente en Japón fue el de los samurais.
Si bien en sus comienzos el tema se abordaba de una forma más dramática, después de la Segunda Guerra Mundial se transformaron en películas de acción con personajes más oscuros y violentos, donde los directores se enfocaron en presentar guerreros cicatrizados psicológica o físicamente.
Akira Kurosawa, uno de los directores japoneses más famosos, estilizó y exageró la muerte y la violencia en las películas «épicas samurai»
Los samurais que representaba en sus obras eran figuras solitarias, más preocupados con ocultar sus habilidades que hacer alarde de ellas.
Por último, en Japón, el término chanbara (チャンバラ) es utilizado para éste género de películas.
Esta clase de películas es ambientada regularmente durante el periodo Edo.
El chanbara es además un subgénero del jidaigeki o «periodo drama», el cual consiste en ambientar una película en un periodo histórico, no necesariamente en un ámbito samurai o de lucha de espadas.
En la actualidad el tema de los samurais se ha globalizado y uno de los máximos exponentes de este tipo de películas son las del mismo Kurosawa, las cuales han sido reconocidas a nivel internacional.
“Danger always strikes when everything seems fine”
七人の侍 (Seven Samurai) es una película del director japonés Akira Kurosawa, estrenada en 1954.
Obtuvo 2 nominaciones al Óscar como Mejor dirección artística y mejor diseño de vestuario.
Con un ENORME reparto que incluye a Toshirō Mifune, Takashi Shimura, Yoshiro Inaba, Seiji Miyaguchi, Minoru Chiaki, Daisuke Katō, Isao Kimura, Kamatari Fujiwara, Keiko Tsushima, entre otros.
七人の侍 (Seven Samurai) ha sido denominada una de las películas más grandes e influyentes de la historia, y es una de las pocas películas japonesas que ganó fama y popularidad en el Occidente durante muchos años.
Su director construye una brillante obra épica de gran acción, emotividad, y salpicada a su vez por momentos de humor e ironía.
Junto a esto, el desarrollo de la historia y las relaciones entre sus protagonistas se proyectan hacia una reflexión más profunda sobre el valor de la amistad, el deber, el honor, la valentía y en definitiva la condición humana.
Así, por un lado, el interés de 七人の侍 (Seven Samurai) se centra en la recreación de la realidad de un Japón rural carente de un poder centralizado estable, caracterizado por la inseguridad, y marcado por una sociedad en transición en la que los viejos valores del guerrero como el deber y el valor van cayendo en desuso frente a la modernidad en el contexto de la urbanización del país.
Por otro lado, destaca en 七人の侍 (Seven Samurai) esta dimensión universal que se proyecta desde esa realidad concreta y que se integra en la estructura narrativa de la obra a través de la ética y la acción de los samurais y sus relaciones con los campesinos.
En su elevación de los valores de honor y valor en el combate, 七人の侍 (Seven Samurai) retoma la tradición épica de la literatura medieval y posterior llevada también al cine en obras como "Los Tres Mosqueteros" (1948) de George Sidney.
En su recreación del grupo humano diverso en su origen pero que se integra en torno al objetivo común desarrollando relaciones de amistad y camaradería en un contexto claramente masculino, recuerda a la tradición de la patrulla de combate propia del cine bélico estadounidense, especialmente en torno a la Segunda Guerra Mundial, y retomada por ejemplo en películas como "Salvar Al Soldado Ryan" (1998) de Steven Spielberg.
Akira Kurosawa, en un guión de él mismo junto a Shinobu Hashimoto y Hideo Oguni, crean una gran historia de aventuras, acción, romance, y ciertas dosis de comedia con el personaje Kikuchiyo (Toshirō Mifune); que aunque dura 3 horas y media ese tiempo "se pasa volando", pues a la vez de ser entretenida está perfectamente hecha, contada de una manera espectacular y con un muy buen desarrollo de los personajes.
Además, Kurosawa trata de forma discreta temas como la pobreza, la desigualdad, y conoce muy bien la temática samurái, tomando en cuenta que es descendiente de una línea de antiguos samurais, creando una de las obras principales de la cinematografía japonesa.
Las actuaciones son muy buenas, destacando Takashi Shimura con un gran personaje, también hace una muy buena actuación Toshirō Mifune con un personaje con muchos matices, a pesar de ser sangriento, tiene un gran sentido del humor.
La fotografía de Asakazu Nakai es exquisita, pues se filmaron correctamente todos los ángulos, usando el movimiento adecuadamente, a la vez de escenas sin movimiento, y con un blanco y negro que ayuda a adentrarnos más en la historia, pues empieza con un tono grisáceo y termina igual.
El vestuario de Kôhei Ezaki y Mieko Yamaguchi y el diseño de producción de Hiroshi Nezu son dos aspectos también muy importantes pues se logra transportar al espectador a la época.
Más de un crítico ha advertido que lo que John Ford hizo por el western, Kurosawa lo hizo por el cine de espadachines en Japón.
Entre otras soluciones narrativas, cabe destacar el empleo de la cámara lenta para estilizar determinadas secuencias de acción, un recurso que Sam Peckinpah utilizó posteriormente, reconociendo su deuda con el maestro japonés.
七人の侍 (Seven Samurai) es la primera en utilizar dos técnicas de filmación muy comunes hoy en día: la de múltiples cámaras para rodar planos cortos, medios y largos simultáneamente de las escenas de acción, y el stop-motion, o pseudo cámara lenta, en la que las imágenes son grabadas a alta velocidad para ser reproducidas de forma ralentizada.
七人の侍 (Seven Samurai) influyó en posteriores producciones occidentales, como el conocido western “The Magnificent Seven”
La acción de 七人の侍 (Seven Samurai) tiene lugar en el siglo XVI, en plena época feudal del Japón, es un período de constante bandidaje.
La historia podría dividirse en tres partes:
1. Conflicto y reclutamiento.
2. Preparación para la defensa y
3. La batalla.
Una primera parte que se inicia con la descripción de la penosa existencia de una aldea campesina saqueada regularmente por un grupo de bandidos lo que les condena a la muerte sea por el hambre al perder sus cosechas o por la violencia en caso de resistirse a los saqueos.
Siguiendo el consejo del anciano de la aldea, un grupo de campesinos es enviado a la ciudad con el objetivo de contratar a un grupo de samurais con la única recompensa de alojamiento y manutención durante el periodo de su estancia en la aldea y la posibilidad de participar en una causa justa.
Las dificultades iniciales de los campesinos para reclutar voluntarios empiezan a superarse a partir del momento en el que Shimada Kanbei, un experimentado y a su vez bondadoso samurai, se decide a ayudarles.
Poco a poco se va formando el particular grupo de samurais que acude en ayuda de los aldeanos.
La segunda parte, de carácter más reflexivo, se desarrolla desde la llegada del grupo de samurais a la aldea hasta el inicio de los combates, periodo en el que se construyen la defensas de la ciudad, se adiestra a los campesinos para el combate, pero sobre todo se profundiza en el análisis de la identidad de los miembros del grupo, las relaciones de camaradería que se van desarrollando entre ellos, y las relaciones entre el grupo y los habitantes de la aldea.
Finalmente, la tercera parte, retoma la acción del inicio con la llegada de los bandidos y la resistencia de los samurais y asistidos por los campesinos en la defensa de la aldea que concluye de manera agridulce.
"Antes de que tus sueños se hagan realidad, el pelo se vuelve gris o te quedas sin él, tus padres han muerto y todos tus amigos te han olvidado"
Tanto tiempo de guerra y hambruna les había convertido en simples mercenarios, vendidos al mejor postor.
Esa pequeña aldea con sus humildes campesinos, les hizo recordar sus antiguos valores.
Y aunque en definitiva, como dice Shimada Kanbei, la mayoría de ellos han perdido, la muerte no es más que otro paso para un verdadero samurai si se muere con honor.
Ese honor recuperado entre una decena de casuchas de paja.
Así, las secuencias finales confrontan la aparente felicidad de los campesinos y la amargura de los tres guerreros supervivientes a la batalla con los bandidos que asolaban la aldea.
Mientras los lugareños celebran la fiesta del trasplante del arroz de un modo muy semejante a como aún hoy se festeja en diversos enclaves de Japón, con flautines y taiko –el tambor japonés–, el líder de los rōnin, Shimada Kanbei (Takashi Shimura), con las tumbas de sus compañeros a sus espaldas, comenta:
"He perdido otra vez.
Los agricultores son los vencedores, no nosotros"
Si nos situamos en el siglo XVI, esta observación es absolutamente pertinente, por cuanto el Japón que sobrevive es el agrario, no el caballeresco de esos siete guerreros nómadas.
Son hombres que no sirven a ningún señor y que se ofrecen a combatir como mercenarios del lado de unos labriegos que, al final, sólo luchan por sacar adelante su cosecha de arroz.
El rōnin (浪人, literalmente "hombre ola" – un hombre errante como una ola en el mar) era un samurai sin amo durante el período feudal de Japón, entre 1185 y 1868.
Un samurai podía no tener amo debido a la ruina o la caída de éste, o a que había perdido su favor.
De ahí que 七人の侍 (Seven Samurai) traza un cuadro muy exacto de cuál era el estilo de vida y las circunstancias en esa época, y los siete protagonistas son representativos del gran número de samurais sin empleo (rōnin) que vagabundeaban por el país, después de haberse acabado el periodo de grandes guerras.
Cada uno tiene una personalidad distinta pero que no choca entre ellas, y que hará de los samurais, un curioso y complementario grupo de amigos:
Toshirô Mifune como Kikuchiyo (菊千代) es La Sagacidad:
Mifune es el actor fetiche del “Emperador del Cine” y acá es un joven de origen campesino que intenta llegar a ser conocido como un verdadero samurai, de carácter iracundo y divertidos desenlaces.
A diferencia de sus compañeros, carece de modales y se maneja con un divertido desdén, es vigoroso, el histrionismo de Mifune construye un personaje entrañable.
Pese a su casta social, el heroísmo del personaje lo conduce finalmente a esa dignidad guerrera que tanto anhela.
Compagina la realidad de los desposeídos y los Samurais, que pese a su brutalidad visceral y falta refinación se vuelve el alma de un grupo de soldados profesionales. Es impulsivo, presumido, borracho, fanfarrón y amigo de los niños, es un personaje muy especial.
Para él las cosas son mucho más difíciles que para el resto, y es el que nos cuenta un par de cosas acerca de lo que es la vida.
Takashi Shimura como Shimada Kanbei (島田勘兵衛) es La Reflexión:
Es el líder y quien crea al grupo que defenderá a los campesinos.
Dice no haber ganado nunca una batalla, pero en realidad es un samurai con grandes conocimientos sobre la guerra y posee una táctica asombrosa un soldado nato cuya capacidad de dirigir y habilidad táctica le convierten en el líder natural.
Llena el filme de compromiso humano y de dignidad a toda prueba.
Es el típico guerrero veterano de cien batallas, "todas perdidas", como dice él mismo.
Las mejores "lecciones" sobre estrategia marcial que se ven en 七人の侍 (Seven Samurai), salen de sus labios, de ahí su carácter reflexivo y desencantado.
Daisuke Katō como Shichirōji (七郎次) es Profesionalidad y Autoritarismo:
Es un antiguo amigo de Shimada Kanbei, además de un excelente y experimentado guerrero.
Ostenta aparentes conocimientos taoístas.
Su papel pasa un poco desapercibido, pero es el "segundo de a bordo" que a todo líder le gustaría tener.
Isao Kimura como Okamoto Katsushirō (岡本勝四郎) es El Idealismo:
Es el más joven del grupo.
Intenta aprender a ser un buen samurai, aunque aún le falta experiencia.
Es un personaje un tanto ambiguo (inclusive sexualmente hablando) e inexperto que queda fascinado por la valentía y la destreza con la espada de Kyūzō.
Representa a todos aquellos que nacieron demasiado tarde como para participar en las grandes guerras de la época.
Busca un maestro que le enseñe a ser samurai, y su generación fue la que empezó a estudiar el Kendō como arte, ya librados de la necesidad de batallar.
Minoru Chiaki como Hayashida Heihachi (林田平八) es La Astucia:
Es el miembro más alegre del grupo, y quizás el único al que las guerras no han extirpado el buen humor.
No tiene mucha experiencia, se dedicaba a cortar leña.
Ejemplo viviente de que el Bushidō no está reñido con el buen carácter y el buen humor.
Como dice Katayama Gorōbei:
"No es muy bueno con la espada, pero nos animará en los malos momentos"
Es astuto y arrojado.
Seiji Miyaguchi como Kyūzō (久蔵) es La Sabiduría:
Es el maestro en el arte de matar con la espada.
Su único objetivo en la vida es perfeccionar su estilo de combate y sus habilidades samurai, y no le interesa nada más.
Es del tipo de samurais que en la era Tokugawa hicieron que el Kendō llegase a su máxima expresión.
A título de curiosidad, Seiji Miyaguchi, el actor que interpreta a Kyuzo, antes de rodarse七人の侍 (Seven Samurai) no había tocado una espada en su vida (!!)
El que parezca un kendoka tan formidable es parte de la magia del cine...
Es místico y circunspecto.
Yoshio Inaba como Katayama Gorōbei (片山五郎兵衛) es La Ecuánimidad:
Es un samurai experimentado y una buena persona.
Podría salir casi de cualquier problema gracias a su ingenio.
Es el típico rōnin que las ha visto de todos los colores, y ha llegado a desarrollar una percepción del peligro que todos quisiéramos para nosotros.
¡Mucha atención a la escena en la que le llevan ante Shimada Kanbei por primera vez!
Es dinámico y justo.
Acá es curioso el uso que se hace de los números cabalísticos:
7 que corresponde a los días de la semana, colores del arco iris, notas musicales, profecías mayas, etc.
40 tomado del cuento de “Alí Babá y los 40 ladrones”
3 número de comidas diarias de los samurais.
4 aldeanos enviados al pueblo del llano.
13 número del primer grupo de bandidos
2 pareja de ladrones que entran a galope en la aldea, etc.
Cada número preanuncia acontecimientos acordes con su significado.
Cuando hablaba de las personalidades quería referirme a todo aquello que se desvela sin mostrarse de forma evidente.
Así sobreentendemos que existen historias ocultas tan interesantes como: la posible homosexualidad del samurai más joven o el trauma de orfandad del más irreverente.
Acá curiosamente, los samurais practicaban un tipo de pederastia similar al griego llamado wakashudō (若衆道? «El Camino De La Juventud»), o simplemente shudō.
En este sistema, el nenja, la parte activa y protectora de la pareja, era el de mayor edad, y el chigo o wakashu, la parte pasiva, el aprendiz, era el más joven; su relación se basaba en las obligaciones y la lealtad mutuas.
Se decía que la mayoría de los que saltan al campo de batalla, rechazando a los enemigos y acompañado a sus señores hasta el final, son los compañeros sexuales de sus señores (Anónimo, siglo XVII)
El wakashudō era considerado por algunos moralistas como necesario para lograr «gentileza en el discurso» y «refinamiento del comportamiento educado», además de que se esperaba que el amante más joven diera su vida por el otro.
Existen innumerables ejemplos tanto en la vida real como en la literatura de este tipo de relación, que no impedía a ninguno de los dos componentes tener relaciones sexuales con mujeres.
Por ejemplo, se cree que más de la mitad de los shogunes entre 1338 y 1837 tenían este tipo de amantes.
Existen además una gran cantidad relatos sobre el tema, como el titulado «Trágico Amor De Dos Enemigos» de Cuentos Del Espíritu Del Samurai (1688) de Ihara Saikaku, sobre dos samurais cuyo amor entra en conflicto con sus deberes.
Aunque, en general, los más destacado sea posiblemente el proceso de identificación del espectador con el grupo de protagonistas que se desarrolla a medida en que éstos profundizan por un lado en su amistad y por otro lado en su propio ejercicio introspección al que les lleva la decisión de embarcarse en esta arriesgada aventura por motivos que van más allá de la inexistente recompensa material.
Sobre esta base se crea una verdadera simpatía, verdadera empatía en muchos casos, hacia la causa de los siete samurais, y el espectador sigue con emoción y suspense el final de su aventura.
Kurosawa es capaz de conmovernos mostrándonos como un campesino recoge, uno por uno, los pocos granos de arroz que le han dejado unos ladrones.
O de cómo el samurai interpretado por Mifune se derrumba, desolado, con un niño en brazos que acaba de perder a sus padres.
O de cómo el sabio y reflexivo samurai interpretado por Shimura interpreta el final de la batalla.
O de cómo -en definitiva- siete valientes, generosos, solidarios y honorables samurais fueron capaces de arriesgar sus propias vidas… por un puñado de arroz.
Sublime.
“Bandits are coming, you fool.
Why worry about the beard, when the head is about to fall?”
La música, como es usualmente en el cine de Kurosawa, es compuesta por un estilo simplificado basado en trompetas, clarinetes y tambores, para evitar distraer al espectador de la imagen visual y la continuidad de la escena, no por ello menos extraordinaria.
La música de Fumio Hayasaka es muy buena, con una combinación de lo tradicional con lo moderno (los 50's), ya que se oyen desde temas clásicos de una cinta de la época, canciones con coros, instrumentos usados en la época de la cinta (Siglo XVI), y hasta en algunas piezas se escucha algo parecido a Jazz.
Es una banda sonora muy efectiva.
“What do you think of farmers?
You think they're saints?
Hah!
They're foxy beasts!
They say:
"We've got no rice, we've no wheat.
We've got nothing!"
But they have!
They have everything!
Dig under the floors!
Or search the barns!
You'll find plenty!
Beans, salt, rice, sake!
Look in the valleys, they've got hidden warehouses!
They pose as saints but are full of lies!
If they smell a battle, they hunt the defeated!
They're nothing but stingy, greedy, blubbering, foxy, and mean!
God damn it all!
But then… who made them such beasts?
You did!
You samurai did it!
You burn their villages!
Destroy their farms!
Steal their food!
Force them to labour!
Take their women!
And kill them if they resist!
So what should farmers do?
七人の侍 (Seven Samurai) es un clásico japonés y mundial del cine de honor, de guerreros samurais, de saber obtener la paz no doblegándose a los canallas sino enfrentándolos, dado que sólo así la paz es sabrosa, tiene gloria y merece ser llamada paz.
¿Qué sería este mundo de los inocentes, de los débiles, de los corderos, sin no hubiese hombres con valor, lo suficientemente bravos, de digna bravura, que le hacen cara a los abusadores, que les presentan batalla y se lo ponen difícil para que dejen de abusar?
¿Qué es lo que hace que 七人の侍 (Seven Samurai) sea un clásico?
Entre la multitud de críticas bien atinadas, encuentro que algo falta por decir en este sentido.
Es cierto que el tiempo de la películas está bien llevado, a pesar de su duración, es cierto que incorpora nuevas técnicas, que existe una psicología de caracteres mucho más perfilada que en cualquier película del género.
Sin embargo, si 七人の侍 (Seven Samurai) es un clásico es porque alumbra muchísimas facetas del alma humana, con una mirada al tiempo amarga y realista.
He aquí la paradoja de Kurosawa que aborda la épica sin el más mínimo asomo de gloria.
Todas las versiones, posteriores y bajísimas imitaciones, han eliminado esta característica que hace tan grande a Kurosawa:
La conciencia de la mala suerte del ser humano.
Y por eso aún posible volver a 七人の侍 (Seven Samurai) porque es una galería de héroes y de cobardes, porque habla de los que tienen de una vida cómoda para sacar provecho, esos samurais de los que solo vemos sus armaduras, y habla también de la vileza de los más humildes; ahonda en la debilidad moral de los hombres, su hipocresía (véase el personaje de Manzo)... habla del ser humano, en todo lo que tiene de bajo y de elevado.
Kurosawa consigue hacerme sentir vergüenza del género humano y también esperanza.
Y sin embargo, queda esa lluvia final.
Y tras ello, un amanecer amargo.
Porque la victoria no es para todos.
七人の侍 (Seven Samurai) es una cinta magnífica, desde donde se quiera ver, Kurosawa no olvida a ningún matiz de los héroes, desde crepusculares, jóvenes, legendarios y casuales, hechos por el destino como Kikuchiyo, quien en realidad es un campesino y quien finalmente hace evidente el contraste este el heroísmo noble hacia el déspota y la realidad del pueblo, oprimida y robada por malhechores y samurais.
Al margen de las excelencias de la escenografía y lo cuidado de las escenas de acción, 七人の侍 (Seven Samurai) contiene un mensaje universalmente aceptable y que se refiere a la dignidad humana.
Kurosawa denuncia la lamentable situación de los agricultores, pero también es crítico frente a los derechos de clase de los samurais.
Cree el cineasta en una nobleza adquirida, pero no heredada.
七人の侍 (Seven Samurai) es una concienzuda e impetuosa recreación del proceso que se gesta en una lucha de clases.
Da cuenta de los hechos que inician la usurpación de unos en detrimento de otros, denuncia los efectos económicos, sociales y emocionales de la iniquidad y luego describe con lujo de detalles la manera como un pueblo se prepara, ya cansado, para derrocar al enemigo… y siempre, el universo creará las condiciones para que esto suceda.
七人の侍 (Seven Samurai) trata temas de gran interés, como la denuncia del anacronismo de las tradiciones ancestrales, la condena de la división social en castas, el elogio del sentido del deber y de la dignidad personal, el mérito de la valentía y el arrojo en el combate y en la lucha por la vida, el valor del esfuerzo, la eficacia del trabajo en grupo, la preeminencia de la inteligencia sobre la fuerza, etc.
La violencia se contempla como la primera manifestación de la perversidad de los bandidos, como causa de los males colectivos, como expresión de la explotación de los humildes, como fuente principal de dolor, desolación y muerte, como factor de atraso, inmovilismo y pobreza.
七人の侍 (Seven Samurai) nos enseña la nobleza, habilidad, humildad, desinterés y la valentía de los samurai en la sociedad japonesa de siglo XVI, azotada por los bandidos que despojaban de las cosechas a los nobles campesinos.
La búsqueda del bien sin esperar nada a cambio, más que el orgullo de hacer lo que se debe se respira en todo七人の侍 (Seven Samurai).
七人の侍 (Seven Samurai) es un filme muy noble, con muy lindos mensajes y que dejan algo en la retina del espectador que es difícil de olvidar.
Con 七人の侍 (Seven Samurai) vamos aprendiendo algo de la vida, y de la lealtad que en estos tiempos está tan olvidada y subvertida por la corrupción, la avaricia y el egoísmo.

“This is the nature of war.
By protecting others, you save yourself.
If you only think of yourself, you’ll only destroy yourself”


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