Viridiana

“El ser humano prevalece su irrefrenable instinto animal por sobre su voluntad de hacer el bien y controlarse”

La caridad es una de las virtudes teologales junto con la esperanza y la fe; de acuerdo con el catecismo de la Iglesia católica (1822):
La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.
Menciona San Agustín que la culminación de todas nuestras obras es el amor.
Ese es el fin y para conseguirlo, corremos, hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos.
¿Todos merecemos caridad?
Buñuel retrata sin piedad los vicios de la mala religiosidad, de la histeria del falso ascetismo, que niega la corporeidad, los instintos, en fin, la animalidad del hombre, lo transforma en "un alma buena encerrada en un cuerpo malo"
Su crítica es destructiva, y en buena hora.
Y lo digo como “cristiano” que soy.
A pesar de su indudable orientación anti-cristiana y anti-Iglesia, Buñuel es un Nietzsche del cine, porque la dureza de su crítica obliga a cualquier cristiano a revisar sus creencias a fondo, a reflexionar sobre la religiosidad, a fin de acabar con la religión descerebrada, sentimentalista y cerrada de nuestros días, que poco hace por la salvación que pretende dar a los hombres, y los llena de fantasmas con el cuerpo, los instintos, la sexualidad, etc.
Viridiana encarna plenamente esa visión de la cristiandad, se niega a sí misma, a su propio cuerpo pero desarrolla una devoción morbosa por los objetos, al mismo tiempo que se guía por una dudosa moralidad (la "doble moral")
Eso de ayudar a los otros porque en el fondo me conviene a mí, ayudo a los pobres, pintados con asombrosa frialdad, no por ser pobres y deformes, son buenos, pero pueden ser resentidos y tan perversos como los ricos; (Nietzsche) para "limpiar" mi consciencia.
Genial y aterrador.
Viridiana es un ser insensatamente puro y no hay nada más frágil que esto, ya que resulta presa fácil de la maldad humana y exponiendo que los pobres son pobres y por algo lo serán.
Viridiana es un ataque descarnado a la caridad, a la beneficencia y a la beatitud, muestra la inocencia y la falsedad de estos conceptos, nadie hace algo a cambio de nada.
El hecho de ser pobre o rico, beato o ateo no te hace ser bueno, nadie es absolutamente bueno o malo, somos humanos, el peor animal que habita la tierra y nuestros instintos nos dominan, nos marcan nuestro camino, nos demos cuenta o no.
“La sociedad está podrida”
Viridiana es una película española y mexicana de 1961, dirigida por Luis Buñuel, con una ENORME Silvia Pinal, ENORME Fernando Rey, ENORME Francisco Rabal, Margarita Lozano, José Calvo, Teresa Rabal, José Calvo, Luis Heredia, Victoria Zinny, Joaquín Roa, José Manuel Martín, Lola Gaos, Juan García Tienda, Sergio Mendizábal y María Isbert.
El guión es obra de Luis Buñuel y Julio Alejandro, basados en la novela “Halma” de Benito Pérez Galdós.
Viridiana recibió el máximo galardón del Festival de Cannes, la Palma de Oro, así como la ovación unánime de público y jurado.
Fernando Rey en su papel de Don Jaime y Silvia Pinal como Viridiana, están magníficos, y es la primera vez que trabajan con Buñuel.
Se percibe desde los primeros momentos que entre ellos hay sintonía cinematográfica, y a ese tándem se une Paco Rabal.
El resto de los actores están también soberbios, componiendo un mosaico de desarrapados y menesterosos entre los que destaca uno que lo era de verdad, en la vida real, el leproso sin dientes, uno de los doce pobres al que llamaban “el
leproso”, por el que Buñuel se enfrentó a los productores al enterarse que le pagaban tres veces menos que a los otros.
El director protestó enérgicamente de esta injusticia, especialmente cuando los productores le intentaron calmar diciendo que al final del rodaje organizarían una colecta para dársela al mendigo.
Pero Buñuel consiguió que al final cobrara como el resto de los actores.
Precisamente el vestuario de estos pobres es auténtico y se consiguió después de recorrer los suburbios y de cambiar por ropa nueva la que llevaban los vagabundos que encontraron.
La ropa fue desinfectada pero no lavada para que los actores sintieran la miseria.
Viridiana está filmada con un alto perfeccionismo técnico que probablemente alcanzó Buñuel con los años y al mismo tiempo es una obra retorcida pero accesible, con secuencias que aún impactan, porque el cine de Buñuel es imperecedero y Viridiana aún no ha sido desbancada como una de las grandes obras maestras del cine español.
La historia es aparentemente sencilla, y de eso se jacta Buñuel, pero esa aparente sencillez está hecha de mucha reflexión sobre el erotismo y la represión de la sexualidad, nótese la escena cuando ordeña la vaca!!!!
Hay, en ese sentido, un contínuum en sus películas, por una parte denuncia la miseria y los factores que la provocan, pero, a la vez, no defiende a los miserables, a los que ve como víctimas pero también como continuadores y cómplices e incluso causantes de sus propias desdichas.
Eso no es sencillo, es un pensamiento complejo sobre la sociedad, el mundo y la propia existencia.
Buñuel nos adentra en una cinta que combina realismo de situaciones cotidianas mundanales con algunos pasajes de surrealismo y descontrol, mezcla drama crudo y comedia con bastante capacidad metafórica cargada de ironía.
La trama gira sobre un rico hacendado que comparte sus últimos días con su sobrina Viridiana, que es una bella novicia.
Intenta seducirla en vano y decide suicidarse.
A partir de entonces la muchacha se dedica a ayudar a los pobres introduciéndolos en su casa.
Estos, por su parte, abusan ampliamente de su generosidad.
Viridiana, como obra, es arte por la libertad de expresión, critica en forma indirecta y solapadamente ciertos aspectos de la religión católica, la cual se ve en manifestada en el personaje de la misma Viridiana, esa monja que pone en práctica todo lo que su fe le transmite pero se topa con la mundana realidad de la maldad y la perversión de la realidad humana.
Se ve un camuflado discurso crítico de Buñuel para todos esos aspectos que atañen a la religión católica, dejándola mal parada, casi en ridículo.
Pero además de ello, Viridiana es un filme que escarba también en las miserias humanas más arcaicas: la ambición, la perversión sexual, las ansias de matar, las ganas de robar, los impulsos de discriminar, el interés abyecto del ser humano de acercarse a quienes le convienen, la envidia del pobre y el desprecio del rico, etc.
A través de Viridiana, Buñuel expresa sus propias obsesiones y fantasmas sobre la vida y la religión.
Mantiene con esta última una relación permanente de amor y odio.
No puede dejar de referirse a ella, pero sus manifestaciones son críticas, de rechazo y, en ocasiones, de burla.
Hay un muestrario enorme de iconografía religiosa: monjas, novicias, sacerdotes, corona de espinas, clavos, cruces, etc.
Llega incluso a componer una parodia del cuadro “La Última Cena”, de Leonardo Da Vinci, que es impagable, además añade elementos inquietantes, como ese cuchillo que se dobla en forma de cruz, etc.
Lo mejor de Viridiana es la capacidad de Buñuel de engarzar imágenes crudas y realistas de las miserias físicas y espirituales de las personas con otras surrealistas que esconden mensajes implícitos.
Hay un equilibrio entre represión y desahogo instintivo que se respira en todo Viridiana.
Dividida en dos actos, asistimos en el primero a un torrente de perversiones que tienen como eje la obsesión y el deseo de un hombre mayor hacia su sobrina novicia, relación del todo imposible a la vez que enfermiza que devendrá en tragedia y en la expiación posterior de Viridiana en un segundo acto donde sus buenas obras sólo parecen llevarla a ninguna parte o todo lo más a los brazos de un hombre en una vuelta de tuerca final que cierra la función con un finísimo hilo de cinismo.
Especialmente en la primera parte con la presencia de don Jaime.
De hecho, es palpable desde los primeros fotogramas: empieza con la música del Aleluya de Händel y, al mismo tiempo, nos lleva a la belleza del rostro de Viridiana, un rostro virginal, inocente y puro que tendrá que afrontar un destino trágico.
Así como una introducción a la auto tortura (corona de espinas, clavos, martillo) nos van dando a entender el espíritu de la protagonista.
Toda la simbología de este erotismo proviene de los recuerdos y de la imaginación del cineasta durante su infancia.
El travestismo e incluso de necrofilia fetichista de los momentos previos a la posesión por parte de don Jaime a su sobrina y el mismo fetiche del traje de la novia fallecida es parte de esta memoria de la infancia del director.
El niño curioso y travieso que fue Buñuel tiene su representación en Viridiana en el personaje de Rita, a través de la mirada inocente de la niña que observa todo, nos muestra el primer intento de violación.
También nos muestra las virtudes de la infancia en las que el atrevimiento y la curiosidad todavía no están atados por los prejuicios sociales.
La muerte también es otro de los temas de Viridiana ligado al deseo erótico como consecuencia inevitable de la relación entre la realidad y la fuerza del deseo inalcanzable.
Don Jaime, aunque tiene la oportunidad de realizar su sueño de poseer a su sobrina (contra su voluntad) la satisfacción del mismo le acerca más a la imposibilidad absoluta, ya que lo que genera en ella es un odio y un desprecio hacia él.
La muerte se plantea, por tanto, como telón de fondo, durante toda la primer parte de Viridiana.
Don Jaime se da cuenta de ello y sin ninguna esperanza de posible felicidad se entrega a la muerte.
La segunda parte empieza con la irrupción de los mendigos en pantalla que contrasta con el ambiente de la vivienda de don Jaime.
Sus rostros muestran la miseria en la que viven, pasan de ser rostros a ser caricaturas.
En ella representa los instintos humanos más carnales a través de los mendigos que se unen en una cena desenfrenada cargada de sexualidad.
El cineasta muestra la mezcla de lo divino, con lo diabólico.
En la última parte de Viridiana finalmente, se entrega a don Jorge (el hijo que no quiso en vida reconocer don Jaime) que representa la idea del progreso tecnológico (por la que Buñuel también sentía desprecio)
Cuando se entrega a él parece que de nuevo, del mismo modo que se entregó a su tío, está drogada, que no es ella misma, en este caso no es una sustancia la que la ha llevado a este estado, sino las decepciones que le ha propiciado su destino.
La frase de don Jorge:
“No me lo vas a creer, pero la primera vez que la vi me dije: Mi prima acabará jugando a tute conmigo” estremece al público pero, al mismo tiempo, Buñuel la trata con humor, un humor muy crudo, al poner de fondo una música rock, mostrando la diferencia entre la música de don Jorge progresista, y la de su padre, conservador.
Viridiana también es una crítica a la burguesía por su indolencia, egoísmo y vanidad.
Luis Buñuel se descubre como fetichista de pies, zapatos, sandalias, manos, cuchillos, etc.
También utiliza los animales como elementos metafóricos a lo largo de toda la película.
El toro negro anticipa una agresión sexual, la paloma blanca muerta y desplumada es una premonición de la pérdida de la inocencia, el gato sobre el ratón como símbolo del poderoso sobre el indefenso, etc.
De todas formas, la escena del perro es una de las más importantes, a mi juicio, para comprender el punto de vista de Buñuel sobre el tema de la injusticia, la crueldad, el afán de dominio y explotación de unos seres humanos sobre otros y sobre el mundo, representado todo ello en las imágenes de un pobre e indefenso animal, y las reparaciones de la misma, que ante tal magnitud, los pequeños gestos de compasión y bondad no arreglan nada.
Prohibida durante mucho tiempo en España, en su historia muestra lo que parece ser una crítica a la caridad por la caridad misma, frente a la generación de trabajo además de una sátira del idealismo cristiano.
Así, salvar a un perro no cambiará las viejas costumbres locales de explotación animal, del mismo modo que dar de comer a un puñado de mendigos no paliará el hambre en el mundo.
¿Es mejor quedarse de brazos cruzados?
Buñuel no da respuestas solo expone los problemas y ofrece las preguntas.
Como en toda película personal de Buñuel, el argumento es sólo un pretexto para mostrar ideas que van más allá.
En este caso se cuestiona la naturaleza de la beneficencia y se muestra cómo las buenas intenciones no siempre se materializan en un éxito pleno.
También se cuestiona el verdadero significado de la fe católica, y los contrastes entre el mundo 'real' y el mundo teórico cristiano.
En una escena, los vagabundos aprovechan la ausencia de los dueños de la casa y hacen una gran comilona y se beben el vino.
Luego, después de que el leproso cita la biblia cambiando la letra, se toman una fotografía en donde posan exactamente como Jesús y los doce apóstoles en el cuadro de La Última Cena, de Leonardo donde el ciego y más desarrapado de los vagabundos, es Jesús.
La censura franquista objetó el final original de la cinta, en el que Viridiana llamaba a la puerta de su primo, él abría y ella entraba, cerrando la puerta detrás de ella. Obediente, Buñuel propuso un final diferente en donde Jorge, Viridiana y Ramona, la criada, juegan a las cartas, en una muy sutil referencia a un trío sexual, que terminó siendo más pernicioso que el primero y que, irónicamente, fue aceptado por los censores sin reparos.
En fin, la bondad por la necesidad, la apariencia de la realidad, el trabajo por el rezar, el sentido de familia, las ideas o los hechos o la austeridad y la modernidad en dos concepciones vitales contrapuestas, encarnadas por Paco Rabal y Silvia Pinal en sus caracteres, enfrentados y atraídos sutilmente hasta que en conclusión, la joven novicia encara en silencio, ya con su pelo suelto, un rítmico, lúdico y liberador "ménage à trois"
La verdadera tragedia de Viridiana consiste en que termina la película virgen todavía, no llega a alcanzar el martirio y, en cambio, sabemos que la desilusión la va a llevar a entregar su virginidad a quien no la merece, representación fílmica de las múltiples formas y niveles de violencia, simbólica y física que padecen las mujeres y que contribuyen a la construcción de sus papeles de “objeto-víctima” y “sujeto-verdugo”

“Echar margaritas a los cerdos es un desperdicio, porque no sabrán apreciarlas”


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