Lust For Life
“If I'm to be anything as a painter I've got to break through that iron wall between what I feel and what I express.
My best chance of doing it is here, where my roots are... the people I know, the earth I know”
A finales del siglo XIX las artes plásticas se habían liberado de la esclavitud de tener que representar cosas de manera que se pareciesen a la realidad pero todavía prevalecía la idea de que valía la pena esforzarse un poco pintando cuadros bonitos.
Llegar a descifrar el origen de la inspiración artística es una de las cuestiones más peliagudas en el análisis de todo proceso creativo.
Escapa incluso al autor mismo, quien conoce las intimidades de la gestación de su obra pero no las confunde con su esencia.
Siente que algo de lo que hace no le pertenece y que sólo puede ser custodio de ello.
Recordando a Andrej Tarkovksi me surge en la memoria aquellas frases que dijo de que:
“En lo bello puede estar contenido lo más devastador y lo más doloroso, y viceversa”
Vincent Willem Van Gogh (1853–1890) fue un pintor neerlandés, uno de los principales exponentes del posimpresionismo.
Pintó 900 cuadros: de ellos 27 autorretratos, 148 acuarelas, y 1.600 dibujos.
La figura central en su vida fue su hermano menor Théo, quien continua y desinteresadamente le prestó apoyo financiero.
La gran amistad entre ellos está documentada en las numerosas cartas que se intercambiaron desde agosto de 1872.
Para Théo fueron unas 650 de sus 800 cartas conservadas; las otras son correspondencia con amigos y familiares.
A pesar que desde muy joven ya tuvo inclinación hacia el dibujo, su primer trabajo fue en una galería de arte, más tarde se convirtió en pastor y en 1879 se marchó como misionero a una región minera de Bélgica, donde comenzó a dibujar a la gente de la comunidad local.
En 1885 pintó su primera gran obra “Los Comedores De Patatas”, en ese momento su paleta se componía de tonos sombríos de tierra, la gran luz de colores vivos por el que es más conocido, fueron obras posteriores, cuando se trasladó al sur de Francia consiguiendo su plenitud durante su estancia en Arles en 1888.
La calidad de su obra sólo fue reconocida después de su muerte considerándose uno de los grandes maestros de la pintura.
Tuvo una gran influencia en el arte del siglo XX, especialmente entre los expresionistas alemanes y los fauvistas como Derain, Vlaminck y Kees Van Dongen.
Sufrió frecuentes brotes de una enfermedad mental a lo largo de su vida, que le llevó a producirse una herida de bala que acabó con su vida a la edad de 37 años.
A pesar de que existe una tendencia generalizada a la especulación sobre la afectación que tuvo en su pintura su salud mental, el crítico de arte Robert Hughes cree que las obras del artista están a la altura de un completo control.
Van Gogh tuvo toda una vida de sentir, incomprensión y genialidad, cruzada por la agonía vital, la frustración ante tanta hipocresía y el absurdo de las acciones de la mayor parte de la sociedad.
Lust For Life es una película estadounidense de 1956, dirigida por Vincente Minnelli.
Protagonizada por un ENORME Kirk Douglas, ENORME & DIVINO Anthony Quinn, James Donald, Pamela Brown, Everett Sloane, Jill Bennett, Henry Daniell, Niall MacGinnis y Lionel Jeffries.
Nominado al premio Oscar como mejor actor (Douglas), mejor dirección artística, mejor guion adaptado y ganador como mejor actor secundario para Quinn.
En Lust For Life, al comienzo, Van Gogh quiso seguir los pasos de su padre, pastor del comité belga Mensajeros de la Fe, pero cuando descubrió la hipocresía oculta en las palabras que no van ligadas a la acción, decidió seguir su propio camino, y con el incondicional apoyo de su hermano Théo, buscó con ardor hasta que lo halló en la pintura.
Vincent Van Gogh, sueña con ser útil a la humanidad y ansía trabajar para ofrecer algo al mundo.
Le ha dado un entierro de tercera al dios intimidante imaginado por el clero, y ahora busca al Dios del amor que sabe que se encuentra en nuestro propio corazón.
Théo lo compromete a que lo participe de sus andanzas y a que nunca se desvincule de él, y así nacerán las famosas “Cartas A Théo” que ilustran de maravilla el intenso sentir del pintor neerlandés.
Al contemplar la naturaleza y experimentar la ardua labor de los humildes, Van Gogh se llena de fuerza interior y empieza a descubrir la poesía y la reluciente belleza que se guarda en todo lo creado.
Se llena así de pasión, y dispuesto a sentir el centro acrisolado de la vida, comienza a trabajar con ahínco para beber el color del sol y de las flores; extraer el poder de los campos y de los cielos despejados; y para plasmar la intensa humanidad y los rasgos sensibles de los hombres más comunes.
Como sucede con todo aquel que desea algo con verdadero fervor, a Van Gogh se le van dando las cosas.
Théo, hombre de galerías y de alto roce artístico, es constante con su ayuda y lo acerca al arte de los grandes, para que defina así su propio estilo.
Paul Gauguin, otro valioso artista, es animado a vivir con él, y en aquel laberinto de búsqueda, donde los fracasos amorosos también tienen su lugar, el pintor se va agotando cerebralmente y su vida entra en un ciclo lastimoso.
Van Gogh tuvo una tormentosa existencia que podría verse con dolor y conmiseración si no se comprende que, como pocos, logró sustraer de la vida toda la poesía, toda la belleza y la más honda sensibilidad.
Y que, el más grande objetivo por el que podemos vivir, él lo cumplió de manera relevante:
“Sirvió y amó a la humanidad y dejó un legado artístico que ahora se valora como uno de los más grandes”
Vincente Minnelli ha hecho un filme poderoso, vital, y que refleja a plenitud la admirable existencia del pintor de los campos, los soles y las arenas doradas.
Su intensa indagación en museos y colecciones privadas, hizo posible que, la obra original del artista, ocupara las paredes y los estudios con el mayor realismo.
Y la fidelidad de las locaciones, sumada a esa cálida iluminación que se asemeja al mundo que veía Van Gogh, confluye en un filme de incalculable valor como manifestación de la vida.
Un impagable elenco protagonista que incluye a Kirk Douglas como Vincent Van Gogh, Anthony Quinn como el irreverente Gauguin y James Donald como el noble Théo, hacen de éste la clase de filme que debería ser visto por toda la humanidad.
Lust For Life es muy recomendable para cualquier aspirante a actor, cinéfilo o aficionado al arte.
Una película de altura, que dista mucho de ser un simple biopic, al tratar temas vinculados al sentido de la vida y la vana búsqueda de un hombre, a pesar de contar con poderosas armas, poseer un hueco en la vida.
Lust For Life es una vibrante recreación de la atormentada vida del pintor.
Pasión, emoción y obsesión se dan cita en esta interesantísima historia en la que el genial director plasmó, con una habilidad pasmosa, el colorido de los cuadros.
El siempre atormentado Vincent Van Gogh, es interpretado a la perfección por un Kirk Douglas que sabe destilar en cada gesto la angustia vital del personaje, cuyos cuadros alcanzaron cifras millonarias muchos años después de su muerte ya que solo consiguió vender una obra en vida.
Lust For Life es uno de esos ejemplos en los que el personaje escoge al actor.
Anthony Quinn está ENORME en su interpretación de Paul Gaugin, al que sabe dar ese aire arrogante y pendenciero, tan alejado del humilde y retraído Vincent.
Los hechos biográficos van mezclándose sabiamente con imágenes de sus cuadros más famosos.
Otro Vincent, Minnelli, se muestra como uno de los grandes maestros del color en el cine, consiguiendo un filme de una enorme belleza visual.
Además de revelar la intimidad de artistas reconocidos, Lust For Life narra el intenso deseo que Vincent Van Gogh albergaba por transmitir sensaciones físicas a través de la pintura, sus encuentros bohemios con Henri de Tolouse-Lautrec, y la relación con su hermano y el desarrollo de la locura que lo llevó a cortarse un pedazo de oreja y terminar recluido en una institución psiquiátrica de Saint-Remy.
Lust For Life está basada en la novela “Lust For Life” de Irving Stone.
Vincent Van Gogh es uno de los más característicos personajes minnellianos.
Se debate entre la realidad y el sueño, lucha por conseguir que sus fantasías lleguen a ser reales, pero en contra de la mayoría de ellos no lo logra, o al menos no lo consigue en vida, ni la película lo recoge, se da por sobreentendido.
Además, Minnelli se identifica con él en su pasado de pintor, pero sobre todo como el creador que lucha desesperadamente por ver plasmados sus sueños.
Sin embargo, por primera vez Minnelli muestra interés por el realismo.
Abandona sus queridos estudios donde consigue un completo control sobre los elementos en juego para desplazarse a rodar exteriores en el extranjero y logra dar a Lust For Life un tono tan documental como dramático.
Apoyada en una voz en off extraída de la numerosa correspondencia entrecruzada entre Théo y Vincent Van Gogh, tiene una abundancia de escenas rodadas en exteriores con un subrayado tono documental, pero reconstruido.
Lo que no le impide emplear todo tipo de trucos, incluso los dibujos animados en una de las escenas finales donde le atacan los cuervos mientras pinta, para conseguir el realismo deseado.
Lust For Life narra la vida de Van Gogh con gran delicadeza, de manera cronológica y utilizando esa voz en off para hacer grandes elipsis y jugar a su antojo y habilidad con el tiempo, pero a la vez que cuenta una historia con un alto contenido dramático, hace algunas consideraciones sobre el arte.
Durante varios días recorrieron los alrededores de Arles en automóvil, se detenían cuando veían un paisaje que les recordaba a los pintados por Van Gogh y entonces ruedan.
Les seguía una furgoneta que no sólo llevaba la cámara y los elementos técnicos necesarios, sino también dibujos y reproducciones de cuadros en diferentes etapas de elaboración, para poder rodar a Van Gogh pintando en cualquier situación.
Rodaron en las locaciones que todavía se conservan de la época del pintor y reconstruyeron las destruidas por el paso del tiempo.
En París rodaron alguna breve escena, pero trasladados a Holanda rodaron en el pueblo natal del pintor, en la casa familiar y en la iglesia donde oficiaba su padre predicador.
Las escenas de Borinage las rodaron en Bruselas, pero reprodujeron en estudio los decorados de las minas de carbón.
Descubrieron a muchas personas muy parecidas a las que aparecen en los cuadros de Van Gogh, y las convencieron para que intervengan, convenientemente ataviadas, en escenas que las reproducen.
De estas escenas interiores rodadas en Hollywood hay dos especialmente interesantes, conseguidas y que muestran el alto grado de eficaz virtuosismo alcanzado por Minnelli:
Una es la famosa en que Van Gogh, desesperado por la partida de Arles de su amigo Gauguin, se corta la oreja en un ataque de locura.
Rodada en un solo plano, la acción está dada a través de una hábil elipsis al acercarse la cámara a un espejo donde se refleja el rostro del pintor y luego deja de reflejarse, subrayada por una elocuente música de Miklós Rózsa.
La otra es la escena en que, tras salir del manicomio, Vincent llega a casa de su hermano Théo en París para conocer a su mujer y su hijo.
Narrada en un largo, bello y eficaz plano-secuencia con muy diferentes posiciones de cámara, también utiliza el reflejo del grupo en un espejo para dar la preocupación de Théo respecto al comportamiento de su hermano.
En otro aspecto, el productor ejecutivo John Houseman sólo puso como condición que las reproducciones de los cuadros de Van Gogh se hagan a la perfección, para no caer en los fallos habituales de las películas de Hollywood sobre vidas de pintores.
Gracias a ello desde el comienzo se desarrolló una compleja estrategia para que las reproducciones de los cuadros estén lo más cerca posible de los originales.
En primer lugar, los cuadros originales se fotografiaron en placas de gran tamaño, de 8 x 10 pulgadas.
Luego se proyectaron por debajo de unas mesas especiales del departamento de efectos, con el tablero traslúcido.
Y de esta forma, personal especializado pudo copiarlos, pincelada a pincelada, con gran minuciosidad y perfectos resultados.
Los cuadros se integran en Lust For Life de la forma más fiel posible, tanto respetando su formato original, como haciendo leves panorámicas sobre ellos o pequeños movimientos de acercamiento.
También proliferan por las paredes y diseminados por el suelo en la casa de Arles, y en la casa de París de Théo.
Además, se utiliza un collage de cuadros como fondo de los títulos finales.
Fueron a visitar el manicomio donde estuvo internado Van Gogh; allí hablaron con el director y éste les deja leer el historial clínico del pintor.
Dado su parecido físico con el pintor, Kirk Douglas creyó que era el papel de su vida, como demostró cuando su compañía Bryna Productions compró los derechos de una historia sobre Van Gogh para protagonizarla él.
Eligieron a Anthony Quinn para interpretar al ruidoso y extravertido Paul Gauguin, pero le modificaron la nariz para que se pareciera algo más al personaje.
El resto del reparto estuvo íntegramente compuesto por europeos, pero decidieron no preocuparse por la amplia diversidad de acentos.
Encarnado por Kirk Douglas, Lust For Life va narrando las tribulaciones de Vincent Van Gogh desde sus iniciales flirteos con la predicación religiosa en las pobres regiones mineras de Bélgica, hasta su contacto con los innovadores pintores impresionistas ubicados en París, pasando por sus primerizos contactos con la pintura en su país natal, en la cual dibujaba a los campesinos realizando la tareas más cotidianas; sus inestables relaciones amorosas y amistosas, y el vínculo afectivo más importante que mantuvo en su azarosa existencia, su hermano Théo, familiar que le ayudó durante toda su vida tanto como apoyo emocional, y como sustento económico para que Vincent pudiera sobrevivir en el lugar donde estuviese, fuese Holanda, Arlés o París.
En tales lugares procuró desarrollar su genio pictórico en contacto con otros artistas: Seurat, Monet, Pissarro o su mejor amigo, Paul Gauguin, (interpretado por Anthony Quinn, que sería premiado con el Premio Oscar al mejor actor secundario en sus solo 8 minutos en los que aparece en pantalla, vislumbro a aquellos desconocidos que inspiraron al mejicano); y bajo la presencia de su mejor influencia: los fenómenos naturales, la luz, el sol, el viento, las estrellas... todo ello expresado con su vigorizante sentido del color y su trazo grueso y ondulante.
Miklós Rózsa, a pesar de ser el primer compositor en tener una exclusiva con una compañía cinematográfica y tener grandísimos éxitos, no pudo evitar la quema de brujas que se produjo en la década de 1940 y 1950 en Hollywood.
Por eso, algunas películas suyas, traen seudónimos en vez de su nombre.
La dualidad psicológica, en este contexto histórico, aparecen los cracks Paul Gauguin y Vincent Van Gogh.
Paul es apasionado, violento incluso, amante de la seducción y la lucha, pero sabe vivir en orden y armonía, con algo del equilibrio y la paz interior.
Vincent, en cambio, no soporta la violencia física, es un blandengue y cree en el amor, pero vive en una pocilga y está en guerra continua consigo mismo.
A Paul le gusta cocinar y organizar las cosas; a Vincent le gusta lloriquear y automutilarse.
Y Paul va llenando sus cuadros de superficies planas y sensualidad mientras Vincent los llena de brochazos y violencia.
Y ya se sabe que los extremos se repelen, diga lo que diga la teoría del electromagnetismo, de manera que Paul, que ha sufrido mucho para salir adelante a lo largo de su vida, aprovecha cualquier oportunidad para largarse a un paraíso tropical a pintar mozas en top-less; mientras que Vincent, el niño mimado que ha vivido toda la vida a expensas de su familia, acaba metido en un manicomio.
Sentir a Van Gogh duele, pero a la par se percibe un desgarro de integridad que tu corazón lo único que puede hacer es encabronarse y pegar patadas como un caballo salvaje, y tus ojos, espejos del mundo, renacen en mares salados; solo llanto y sensación ante la vastedad que se precipita delante de nosotros.
Cuando sientes esto no es arte únicamente lo que sientes, es vida y todo lo que implica, es lucha; eternidad.
Lust For Life es un homenaje de justicia a los seres incomprendidos, que se reinventaron a sí mismos y entendieron el mundo adelantados a su tiempo, a los diferentes, a los autodidactas y, sobre todo, a aquellos que, como Van Gogh, perfecto ejemplo de autenticidad, a duras penas consiguieron abrirse camino en un mundo dominado por un esteticismo absurdo y la intolerancia hacia modos de entender la visión personal de las cosas diferentes a las modas que, al fin y al cabo, son efímeras y olvidables.
“I tried to show a place where a man can ruin himself, go mad... commit a crime”
My best chance of doing it is here, where my roots are... the people I know, the earth I know”
A finales del siglo XIX las artes plásticas se habían liberado de la esclavitud de tener que representar cosas de manera que se pareciesen a la realidad pero todavía prevalecía la idea de que valía la pena esforzarse un poco pintando cuadros bonitos.
Llegar a descifrar el origen de la inspiración artística es una de las cuestiones más peliagudas en el análisis de todo proceso creativo.
Escapa incluso al autor mismo, quien conoce las intimidades de la gestación de su obra pero no las confunde con su esencia.
Siente que algo de lo que hace no le pertenece y que sólo puede ser custodio de ello.
Recordando a Andrej Tarkovksi me surge en la memoria aquellas frases que dijo de que:
“En lo bello puede estar contenido lo más devastador y lo más doloroso, y viceversa”
Vincent Willem Van Gogh (1853–1890) fue un pintor neerlandés, uno de los principales exponentes del posimpresionismo.
Pintó 900 cuadros: de ellos 27 autorretratos, 148 acuarelas, y 1.600 dibujos.
La figura central en su vida fue su hermano menor Théo, quien continua y desinteresadamente le prestó apoyo financiero.
La gran amistad entre ellos está documentada en las numerosas cartas que se intercambiaron desde agosto de 1872.
Para Théo fueron unas 650 de sus 800 cartas conservadas; las otras son correspondencia con amigos y familiares.
A pesar que desde muy joven ya tuvo inclinación hacia el dibujo, su primer trabajo fue en una galería de arte, más tarde se convirtió en pastor y en 1879 se marchó como misionero a una región minera de Bélgica, donde comenzó a dibujar a la gente de la comunidad local.
En 1885 pintó su primera gran obra “Los Comedores De Patatas”, en ese momento su paleta se componía de tonos sombríos de tierra, la gran luz de colores vivos por el que es más conocido, fueron obras posteriores, cuando se trasladó al sur de Francia consiguiendo su plenitud durante su estancia en Arles en 1888.
La calidad de su obra sólo fue reconocida después de su muerte considerándose uno de los grandes maestros de la pintura.
Tuvo una gran influencia en el arte del siglo XX, especialmente entre los expresionistas alemanes y los fauvistas como Derain, Vlaminck y Kees Van Dongen.
Sufrió frecuentes brotes de una enfermedad mental a lo largo de su vida, que le llevó a producirse una herida de bala que acabó con su vida a la edad de 37 años.
A pesar de que existe una tendencia generalizada a la especulación sobre la afectación que tuvo en su pintura su salud mental, el crítico de arte Robert Hughes cree que las obras del artista están a la altura de un completo control.
Van Gogh tuvo toda una vida de sentir, incomprensión y genialidad, cruzada por la agonía vital, la frustración ante tanta hipocresía y el absurdo de las acciones de la mayor parte de la sociedad.
Lust For Life es una película estadounidense de 1956, dirigida por Vincente Minnelli.
Protagonizada por un ENORME Kirk Douglas, ENORME & DIVINO Anthony Quinn, James Donald, Pamela Brown, Everett Sloane, Jill Bennett, Henry Daniell, Niall MacGinnis y Lionel Jeffries.
Nominado al premio Oscar como mejor actor (Douglas), mejor dirección artística, mejor guion adaptado y ganador como mejor actor secundario para Quinn.
En Lust For Life, al comienzo, Van Gogh quiso seguir los pasos de su padre, pastor del comité belga Mensajeros de la Fe, pero cuando descubrió la hipocresía oculta en las palabras que no van ligadas a la acción, decidió seguir su propio camino, y con el incondicional apoyo de su hermano Théo, buscó con ardor hasta que lo halló en la pintura.
Vincent Van Gogh, sueña con ser útil a la humanidad y ansía trabajar para ofrecer algo al mundo.
Le ha dado un entierro de tercera al dios intimidante imaginado por el clero, y ahora busca al Dios del amor que sabe que se encuentra en nuestro propio corazón.
Théo lo compromete a que lo participe de sus andanzas y a que nunca se desvincule de él, y así nacerán las famosas “Cartas A Théo” que ilustran de maravilla el intenso sentir del pintor neerlandés.
Al contemplar la naturaleza y experimentar la ardua labor de los humildes, Van Gogh se llena de fuerza interior y empieza a descubrir la poesía y la reluciente belleza que se guarda en todo lo creado.
Se llena así de pasión, y dispuesto a sentir el centro acrisolado de la vida, comienza a trabajar con ahínco para beber el color del sol y de las flores; extraer el poder de los campos y de los cielos despejados; y para plasmar la intensa humanidad y los rasgos sensibles de los hombres más comunes.
Como sucede con todo aquel que desea algo con verdadero fervor, a Van Gogh se le van dando las cosas.
Théo, hombre de galerías y de alto roce artístico, es constante con su ayuda y lo acerca al arte de los grandes, para que defina así su propio estilo.
Paul Gauguin, otro valioso artista, es animado a vivir con él, y en aquel laberinto de búsqueda, donde los fracasos amorosos también tienen su lugar, el pintor se va agotando cerebralmente y su vida entra en un ciclo lastimoso.
Van Gogh tuvo una tormentosa existencia que podría verse con dolor y conmiseración si no se comprende que, como pocos, logró sustraer de la vida toda la poesía, toda la belleza y la más honda sensibilidad.
Y que, el más grande objetivo por el que podemos vivir, él lo cumplió de manera relevante:
“Sirvió y amó a la humanidad y dejó un legado artístico que ahora se valora como uno de los más grandes”
Vincente Minnelli ha hecho un filme poderoso, vital, y que refleja a plenitud la admirable existencia del pintor de los campos, los soles y las arenas doradas.
Su intensa indagación en museos y colecciones privadas, hizo posible que, la obra original del artista, ocupara las paredes y los estudios con el mayor realismo.
Y la fidelidad de las locaciones, sumada a esa cálida iluminación que se asemeja al mundo que veía Van Gogh, confluye en un filme de incalculable valor como manifestación de la vida.
Un impagable elenco protagonista que incluye a Kirk Douglas como Vincent Van Gogh, Anthony Quinn como el irreverente Gauguin y James Donald como el noble Théo, hacen de éste la clase de filme que debería ser visto por toda la humanidad.
Lust For Life es muy recomendable para cualquier aspirante a actor, cinéfilo o aficionado al arte.
Una película de altura, que dista mucho de ser un simple biopic, al tratar temas vinculados al sentido de la vida y la vana búsqueda de un hombre, a pesar de contar con poderosas armas, poseer un hueco en la vida.
Lust For Life es una vibrante recreación de la atormentada vida del pintor.
Pasión, emoción y obsesión se dan cita en esta interesantísima historia en la que el genial director plasmó, con una habilidad pasmosa, el colorido de los cuadros.
El siempre atormentado Vincent Van Gogh, es interpretado a la perfección por un Kirk Douglas que sabe destilar en cada gesto la angustia vital del personaje, cuyos cuadros alcanzaron cifras millonarias muchos años después de su muerte ya que solo consiguió vender una obra en vida.
Lust For Life es uno de esos ejemplos en los que el personaje escoge al actor.
Anthony Quinn está ENORME en su interpretación de Paul Gaugin, al que sabe dar ese aire arrogante y pendenciero, tan alejado del humilde y retraído Vincent.
Los hechos biográficos van mezclándose sabiamente con imágenes de sus cuadros más famosos.
Otro Vincent, Minnelli, se muestra como uno de los grandes maestros del color en el cine, consiguiendo un filme de una enorme belleza visual.
Además de revelar la intimidad de artistas reconocidos, Lust For Life narra el intenso deseo que Vincent Van Gogh albergaba por transmitir sensaciones físicas a través de la pintura, sus encuentros bohemios con Henri de Tolouse-Lautrec, y la relación con su hermano y el desarrollo de la locura que lo llevó a cortarse un pedazo de oreja y terminar recluido en una institución psiquiátrica de Saint-Remy.
Lust For Life está basada en la novela “Lust For Life” de Irving Stone.
Vincent Van Gogh es uno de los más característicos personajes minnellianos.
Se debate entre la realidad y el sueño, lucha por conseguir que sus fantasías lleguen a ser reales, pero en contra de la mayoría de ellos no lo logra, o al menos no lo consigue en vida, ni la película lo recoge, se da por sobreentendido.
Además, Minnelli se identifica con él en su pasado de pintor, pero sobre todo como el creador que lucha desesperadamente por ver plasmados sus sueños.
Sin embargo, por primera vez Minnelli muestra interés por el realismo.
Abandona sus queridos estudios donde consigue un completo control sobre los elementos en juego para desplazarse a rodar exteriores en el extranjero y logra dar a Lust For Life un tono tan documental como dramático.
Apoyada en una voz en off extraída de la numerosa correspondencia entrecruzada entre Théo y Vincent Van Gogh, tiene una abundancia de escenas rodadas en exteriores con un subrayado tono documental, pero reconstruido.
Lo que no le impide emplear todo tipo de trucos, incluso los dibujos animados en una de las escenas finales donde le atacan los cuervos mientras pinta, para conseguir el realismo deseado.
Lust For Life narra la vida de Van Gogh con gran delicadeza, de manera cronológica y utilizando esa voz en off para hacer grandes elipsis y jugar a su antojo y habilidad con el tiempo, pero a la vez que cuenta una historia con un alto contenido dramático, hace algunas consideraciones sobre el arte.
Durante varios días recorrieron los alrededores de Arles en automóvil, se detenían cuando veían un paisaje que les recordaba a los pintados por Van Gogh y entonces ruedan.
Les seguía una furgoneta que no sólo llevaba la cámara y los elementos técnicos necesarios, sino también dibujos y reproducciones de cuadros en diferentes etapas de elaboración, para poder rodar a Van Gogh pintando en cualquier situación.
Rodaron en las locaciones que todavía se conservan de la época del pintor y reconstruyeron las destruidas por el paso del tiempo.
En París rodaron alguna breve escena, pero trasladados a Holanda rodaron en el pueblo natal del pintor, en la casa familiar y en la iglesia donde oficiaba su padre predicador.
Las escenas de Borinage las rodaron en Bruselas, pero reprodujeron en estudio los decorados de las minas de carbón.
Descubrieron a muchas personas muy parecidas a las que aparecen en los cuadros de Van Gogh, y las convencieron para que intervengan, convenientemente ataviadas, en escenas que las reproducen.
De estas escenas interiores rodadas en Hollywood hay dos especialmente interesantes, conseguidas y que muestran el alto grado de eficaz virtuosismo alcanzado por Minnelli:
Una es la famosa en que Van Gogh, desesperado por la partida de Arles de su amigo Gauguin, se corta la oreja en un ataque de locura.
Rodada en un solo plano, la acción está dada a través de una hábil elipsis al acercarse la cámara a un espejo donde se refleja el rostro del pintor y luego deja de reflejarse, subrayada por una elocuente música de Miklós Rózsa.
La otra es la escena en que, tras salir del manicomio, Vincent llega a casa de su hermano Théo en París para conocer a su mujer y su hijo.
Narrada en un largo, bello y eficaz plano-secuencia con muy diferentes posiciones de cámara, también utiliza el reflejo del grupo en un espejo para dar la preocupación de Théo respecto al comportamiento de su hermano.
En otro aspecto, el productor ejecutivo John Houseman sólo puso como condición que las reproducciones de los cuadros de Van Gogh se hagan a la perfección, para no caer en los fallos habituales de las películas de Hollywood sobre vidas de pintores.
Gracias a ello desde el comienzo se desarrolló una compleja estrategia para que las reproducciones de los cuadros estén lo más cerca posible de los originales.
En primer lugar, los cuadros originales se fotografiaron en placas de gran tamaño, de 8 x 10 pulgadas.
Luego se proyectaron por debajo de unas mesas especiales del departamento de efectos, con el tablero traslúcido.
Y de esta forma, personal especializado pudo copiarlos, pincelada a pincelada, con gran minuciosidad y perfectos resultados.
Los cuadros se integran en Lust For Life de la forma más fiel posible, tanto respetando su formato original, como haciendo leves panorámicas sobre ellos o pequeños movimientos de acercamiento.
También proliferan por las paredes y diseminados por el suelo en la casa de Arles, y en la casa de París de Théo.
Además, se utiliza un collage de cuadros como fondo de los títulos finales.
Fueron a visitar el manicomio donde estuvo internado Van Gogh; allí hablaron con el director y éste les deja leer el historial clínico del pintor.
Dado su parecido físico con el pintor, Kirk Douglas creyó que era el papel de su vida, como demostró cuando su compañía Bryna Productions compró los derechos de una historia sobre Van Gogh para protagonizarla él.
Eligieron a Anthony Quinn para interpretar al ruidoso y extravertido Paul Gauguin, pero le modificaron la nariz para que se pareciera algo más al personaje.
El resto del reparto estuvo íntegramente compuesto por europeos, pero decidieron no preocuparse por la amplia diversidad de acentos.
Encarnado por Kirk Douglas, Lust For Life va narrando las tribulaciones de Vincent Van Gogh desde sus iniciales flirteos con la predicación religiosa en las pobres regiones mineras de Bélgica, hasta su contacto con los innovadores pintores impresionistas ubicados en París, pasando por sus primerizos contactos con la pintura en su país natal, en la cual dibujaba a los campesinos realizando la tareas más cotidianas; sus inestables relaciones amorosas y amistosas, y el vínculo afectivo más importante que mantuvo en su azarosa existencia, su hermano Théo, familiar que le ayudó durante toda su vida tanto como apoyo emocional, y como sustento económico para que Vincent pudiera sobrevivir en el lugar donde estuviese, fuese Holanda, Arlés o París.
En tales lugares procuró desarrollar su genio pictórico en contacto con otros artistas: Seurat, Monet, Pissarro o su mejor amigo, Paul Gauguin, (interpretado por Anthony Quinn, que sería premiado con el Premio Oscar al mejor actor secundario en sus solo 8 minutos en los que aparece en pantalla, vislumbro a aquellos desconocidos que inspiraron al mejicano); y bajo la presencia de su mejor influencia: los fenómenos naturales, la luz, el sol, el viento, las estrellas... todo ello expresado con su vigorizante sentido del color y su trazo grueso y ondulante.
Miklós Rózsa, a pesar de ser el primer compositor en tener una exclusiva con una compañía cinematográfica y tener grandísimos éxitos, no pudo evitar la quema de brujas que se produjo en la década de 1940 y 1950 en Hollywood.
Por eso, algunas películas suyas, traen seudónimos en vez de su nombre.
La dualidad psicológica, en este contexto histórico, aparecen los cracks Paul Gauguin y Vincent Van Gogh.
Paul es apasionado, violento incluso, amante de la seducción y la lucha, pero sabe vivir en orden y armonía, con algo del equilibrio y la paz interior.
Vincent, en cambio, no soporta la violencia física, es un blandengue y cree en el amor, pero vive en una pocilga y está en guerra continua consigo mismo.
A Paul le gusta cocinar y organizar las cosas; a Vincent le gusta lloriquear y automutilarse.
Y Paul va llenando sus cuadros de superficies planas y sensualidad mientras Vincent los llena de brochazos y violencia.
Y ya se sabe que los extremos se repelen, diga lo que diga la teoría del electromagnetismo, de manera que Paul, que ha sufrido mucho para salir adelante a lo largo de su vida, aprovecha cualquier oportunidad para largarse a un paraíso tropical a pintar mozas en top-less; mientras que Vincent, el niño mimado que ha vivido toda la vida a expensas de su familia, acaba metido en un manicomio.
Sentir a Van Gogh duele, pero a la par se percibe un desgarro de integridad que tu corazón lo único que puede hacer es encabronarse y pegar patadas como un caballo salvaje, y tus ojos, espejos del mundo, renacen en mares salados; solo llanto y sensación ante la vastedad que se precipita delante de nosotros.
Cuando sientes esto no es arte únicamente lo que sientes, es vida y todo lo que implica, es lucha; eternidad.
Lust For Life es un homenaje de justicia a los seres incomprendidos, que se reinventaron a sí mismos y entendieron el mundo adelantados a su tiempo, a los diferentes, a los autodidactas y, sobre todo, a aquellos que, como Van Gogh, perfecto ejemplo de autenticidad, a duras penas consiguieron abrirse camino en un mundo dominado por un esteticismo absurdo y la intolerancia hacia modos de entender la visión personal de las cosas diferentes a las modas que, al fin y al cabo, son efímeras y olvidables.
“I tried to show a place where a man can ruin himself, go mad... commit a crime”
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