Gefangen (Locked Up)
El tratamiento de temas relacionados con el instinto e impulso sexual, obedece a una maduración del espíritu del hombre, al progreso de sus conocimientos y de sus necesidades sociales.
Hasta hace pocos años todo lo referido al sexo permanecía dentro de la esfera del tabú y del vituperio.
Hoy hasta los niños hablan de él sin hipocresías ni escabrosidades.
Desde la más remota antigüedad hasta la Edad Moderna, las cárceles sirvieron de aseguramiento y depósito indiscriminado de hombres, mujeres, niños e incluso alienados, a la espera de la muerte o del tormento.
¡Imaginemos las situaciones que habrían de plantearse en el terreno sexual!
Al crearse la pena de privación de la libertad se promovió la separación de los sexos.
Se encarceló a hombre y mujeres por separado, pero esta separación no siempre fue efectiva.
Son muchos los perjuicios de permanecer en prisión.
Carecer de libertad es el peor sin duda y las condiciones de vida de los reclusos son obviamente inferiores a las de cualquier hijo de vecino.
Por una parte, el sistema penitenciario garantiza las necesidades básicas de los condenados.
Sin embargo, las carencias amorosas y sexuales no quedan del todo resueltas a pesar de medidas como el “vis a vis”, un encuentro entre el preso y su pareja donde disfrutan de un momento íntimo de hora y media de duración una vez al mes.
Un estudio de criminología ha puesto de manifiesto que cuando la vida sexual y de pareja de los reclusos es buena, mejora el comportamiento y la calidad de vida de los internos.
La investigación ha puesto sobre el tapete que los internos con pareja dentro de la misma prisión son los que sienten una mayor satisfacción sexual y un menor sentimiento de soledad romántica, entendido éste como el echar de menos tener una relación de pareja.
Esto ha hecho pensar a los investigadores que tener una pareja en prisión con la que mitigar los efectos negativos de la privación sexual es un factor que mejora de forma inmediata la calidad de vida de los presos.
Cuando una persona ingresa en prisión se ve obligada a renunciar a un gran número de gratificaciones que tenía a su alcance fuera de ésta.
Aunque el ser humano es capaz de adaptarse a muchísimas situaciones, el cautiverio llega a producirle una serie de trastornos.
En muchas ocasiones, al principio puede generar un acusado estado de ansiedad o de depresión, y con ello una seria disminución de la libido.
Sin embargo, con el tiempo, en una buena cantidad de personas reclusas, el deseo sexual va en aumento y hay ocasiones en que llega a agudizarse.
Es muy frecuente que en ese entorno, las necesidades afectivas y sexuales no estén cubiertas y son comunes los episodios de violencia sexual.
Se afirma que la masturbación se dispara en la prisión y que se produce un incremento de las relaciones homosexuales con y sin mediar violencia o intimidación.
La autosatisfacción sexual es el modo más frecuente de cubrir las necesidades sexuales de reclusos.
Este placer en solitario tiene el efecto de aliviar el estrés o segregar endorfinas , lo cual es sumamente importante durante las penas privativas de libertad.
Dentro y fuera de prisión, la masturbación es una sana práctica, cuyo tabú asociado ha de ser abandonado.
El interno privado del ejercicio de una sexualidad plena comienza primero a tener un retraimiento natural producto de su adaptación al medio hasta que sus necesidades e instintos lo empujan a la masturbación solitaria primero, la auto erotización colectiva después y más tarde a mantener relaciones homosexuales en prácticas individuales y colectivas.
La cuestión sexual en la cárcel, “problema oficialmente inexistente”, ha generado una subcultura del comercio sexual carcelario, en el cual se puede vender de parte del jefe de pabellón a un joven ingresante hasta el procedimiento de sometimiento de aquél para poder comercializarlo posteriormente al mejor postor o quedárselo para sí.
Las masturbaciones colectivas son organizadas por grupos de pertenencia, donde los desnudos y participaciones sexuales pueden ser canjeados por mercaderías o favores de los más poderosos.
Por tanto, la masturbación es el acto por excelencia de los privados de libertad, que en el vocabulario de la cárcel se lo denomina “matarse”, por lo que se ha expresado que el problema sexual lo tiene el preso en la mano.
La cuestión sexual en la cárcel masculina adquiere una connotación de poder y de sometimiento, por ello el hombre que somete sexualmente a otro hombre, obtiene una relación de sumisión y en tal sentido cabe mencionar como ilustrativo de este modo de pensar la frase de Jean Genet:
“Quien da vuelta a un macho es dos veces macho”
La abstinencia sexual no es la más frecuente, pero hay reclusos que optan por ella cuando presentan penas cortas o cuando mantienen fuertes tabúes con respecto a la masturbación y/o las relaciones homosexuales.
La falta de actividad sexual, sea cual sea su forma, genera estrés que se sumará al ídem que supone el confinamiento, desembocando en dificultades de tipo emocional y social, así como en diversas patologías asociadas, lo cual obstaculizará la reinserción en la sociedad una vez se cumpla la condena.
A excepción de los presidios de régimen abierto, o de aquellos casos en los que se contemplan las visitas íntimas, la adaptación sexual es un imperativo para la supervivencia.
De ahí que una relación homosexual puede ser aceptada por un recluso inexperto a cambio de protección u otros beneficios.
A prisión llegan los jóvenes inexpertos y novicios del crimen e inmediatamente son rodeados con halagos por los veteranos.
Éstos son los “lobos”, que con su protección, con el regalo de tabaco, alcohol o alimentos tratan de seducirlos.
El recién llegado, desprovisto de todo, desorientado y lleno de temor, puede finalmente ceder a los deseos de su ocasional protector.
En la mayoría de casos se rebela, entonces, en el momento oportuno, se pasa directamente a la violencia.
La víctima se convierte en tentación y estímulo de homosexualidad de los otros presos.
Una primera solución que podría proponer una administración penitenciaria para solucionar el problema sexual puede ser por un lado el trabajo penitenciario y el deporte, ambos con el objeto de desgastar las energías físicas y disminuir el deseo.
Actualmente se propugna como paliativo del problema sexual la implementación de las visitas íntimas o las salidas de los internos a encuentros extra muros con sus respectivas parejas para la fase de semilibertad.
Gefangen (Locked Up) es una película alemana del año 2004 dirigido por Jörg Andreas y protagonizado por Marcel Schlutt, Mike Sale, Ralph Steel, Andreas Bernhardt, Michael Busch, Fred Faurtin, Chris Holland, entre otros.
Cuenta con un guion de Jörg Andreas y Peter Oehl.
Gefangen (Locked Up) nos dice que cuando se ama se pueden cometer las locuras más inimaginables solo por estar con la persona amada.
Gefangen (Locked Up) es una película muy alemana pero en un idioma universal: El amor.
Gefangen (Locked Up) es una película que describe la crueldad del sistema carcelario y los afectos como mecanismo de supervivencia, encontramos todo tipo situaciones: trama, sexo, violación, algo de violencia, ternura, amor, pasión...
Me pareció interesante a pesar que Gefangen (Locked Up) se hizo con bajo presupuesto.
La actuación del protagonista Marcel Schlutt es la mejorcita y está muy bien como personaje desorientado y necesitado de afecto.
De ahí que el amor y la lujuria parecen encontrar un camino para juntarse a pesar de las circunstancias.
A trama de Gefangen (Locked Up) es súper simple, nos cuenta que Dennis ha caído detenido por un fraude con tarjetas de crédito y cuando ya está a punto de sentir que su vida ya no vale nada conoce a Mike, otro prisionero del cual Dennis se sentirá atraído.
A Mike no le es indiferente y juntos planean un serie de encuentros sexuales bajo la mirada atenta de algunos gendarmes voyeristas y de otros reclusos.
Con todo esto, Gefangen (Locked Up) no es simplemente otra simple historia de amor...
Curiosamente, aunque no tanto, para esta película existen dos versiones una “soft” y una porno, yo visioné la versión “soft”, y me parece que prefiero quedarme con esta, aunque me da mucha curiosidad ver la otra, se rompería la magia que me creo esta versión, me pareció un filme interesante e inteligente, a pesar de su modesta producción, logra captar la atención y da un poco de morbo el querer ver más en esas escenas intimas, pero bien la gracia está ahí, saber que se puede ver mas pero no se puede…
Cabe señalar que los actores son actores porno por lo cual no podemos pedirles actuaciones de Oscar y se les perdona las simulaciones de sentimientos algo fingidas... excepto alguna que otra da carga fetichista o propia de un “trabajo placentero”
Desde el principio al final, Gefangen (Locked Up) no deja de ser una película muy interesante.
Al final el amor lo puede todo.
Me gustó mucho, un tema interesante, con momentos duros debido al ambiente, pero con cierta ternura.
Un final inesperado, pero ciertamente bien elegido.
Como tema de fondo, cabe decir que existe un considerable número de hombres que rechazan las prácticas homosexuales por considerarlas contrarias a su masculinidad.
Sin embargo, el ingreso en prisión supone un replanteamiento de los propios esquemas mentales, de forma que mantener relaciones sexuales con otros hombres no resulte incompatible con un auto concepto favorable del sí mismo.
Así, un hombre que libera su tensión sexual mediante la agresión sexual a otros hombres, adquiere prestigio y se posiciona entre los más respetados en prisión, ya que su práctica es comprendida por el código del recluso.
Sin embargo, el que exista un hombre que someta implica necesariamente la participación de un hombre sometido, que será objeto de maltrato y vejaciones, perdiendo la consideración de su "masculinidad"
Atendiendo a la clasificación propuesta por Caballero Enterprise, la homosexualidad masculina en prisión se traduce en tres variantes:
Homosexuales activos o "bujarrones":
Estos gozan de prestigio entre los demás, puesto que su virilidad se refuerza sometiendo a otros hombres.
Aunque mantengan relaciones sexuales con sus compañeros, asumiendo siempre un rol activo, no son homosexuales; de hecho, su homosexualidad encuentra explicación en el reajuste situacional que supone la tensión sexual de la vida presidiaria.
Para seguir siendo considerados como "duros", es requisito indispensable el no sentir ningún tipo de afecto hacia los hombres a los que victimiza, así como presentar absoluta indiferencia hacia las emociones de estos.
"Niños":
Son hombres de orientación heterosexual que se ven forzados a mantener relaciones con otros presos que los presionan y someten.
Normalmente, suelen verse destinados a la prostitución intramuros, con la que obtienen protección y bienes materiales.
Esta tendencia tiene muy bajo prestigio porque se considera que, al haber cedido al sometimiento de otros hombres, se vendió su masculinidad.
"Madres" o "Madrazas":
Son los únicos que ya eran homosexuales antes de entrar en prisión. Generalmente, suelen presentar aspecto afeminado y son despreciados y burlados, a la vez que deseados.
El sexo en prisiones suele venir acompañado de una serie de factores: coerción, violencia, dolor, humillación...
Asimismo, es común que se contagien infecciones de transmisión sexual y, lo que es peor, enfermedades crónicas como la hepatitis C, el VIH y el SIDA.
Lo común en las situaciones de coerción sexual es que no se emplee el preservativo.
Por ejemplo, en EEUU se calcula que entre los reclusos las tasas de VIH son de 8 a 10 veces mayores que en el resto de la población.
Un dato digno de reflexión.
Abatiendo la tensión sexual, el confinamiento, la falta de intimidad, la soledad, la represión, la subcultura carcelaria acoge a sus miembros intentando dotar de significado sus vidas, en un momento en el que creen haberlo perdido todo.
Las personas amadas están al otro lado del muro, e incluso la libertad y la felicidad parece residir lejos de allí.
El sexo es una vía de escape para todo el mundo, dentro y fuera, pero la segregación por sexos implica la dificultad de llevarlo a la práctica, de ahí que se observen otras alternativas que quizás fuera de prisión no serían consideradas.
Y las relaciones homosexuales pierden, así, su estigma.
¿Seriamos capaces de hacer cualquier cosa por amor?
Hasta hace pocos años todo lo referido al sexo permanecía dentro de la esfera del tabú y del vituperio.
Hoy hasta los niños hablan de él sin hipocresías ni escabrosidades.
Desde la más remota antigüedad hasta la Edad Moderna, las cárceles sirvieron de aseguramiento y depósito indiscriminado de hombres, mujeres, niños e incluso alienados, a la espera de la muerte o del tormento.
¡Imaginemos las situaciones que habrían de plantearse en el terreno sexual!
Al crearse la pena de privación de la libertad se promovió la separación de los sexos.
Se encarceló a hombre y mujeres por separado, pero esta separación no siempre fue efectiva.
Son muchos los perjuicios de permanecer en prisión.
Carecer de libertad es el peor sin duda y las condiciones de vida de los reclusos son obviamente inferiores a las de cualquier hijo de vecino.
Por una parte, el sistema penitenciario garantiza las necesidades básicas de los condenados.
Sin embargo, las carencias amorosas y sexuales no quedan del todo resueltas a pesar de medidas como el “vis a vis”, un encuentro entre el preso y su pareja donde disfrutan de un momento íntimo de hora y media de duración una vez al mes.
Un estudio de criminología ha puesto de manifiesto que cuando la vida sexual y de pareja de los reclusos es buena, mejora el comportamiento y la calidad de vida de los internos.
La investigación ha puesto sobre el tapete que los internos con pareja dentro de la misma prisión son los que sienten una mayor satisfacción sexual y un menor sentimiento de soledad romántica, entendido éste como el echar de menos tener una relación de pareja.
Esto ha hecho pensar a los investigadores que tener una pareja en prisión con la que mitigar los efectos negativos de la privación sexual es un factor que mejora de forma inmediata la calidad de vida de los presos.
Cuando una persona ingresa en prisión se ve obligada a renunciar a un gran número de gratificaciones que tenía a su alcance fuera de ésta.
Aunque el ser humano es capaz de adaptarse a muchísimas situaciones, el cautiverio llega a producirle una serie de trastornos.
En muchas ocasiones, al principio puede generar un acusado estado de ansiedad o de depresión, y con ello una seria disminución de la libido.
Sin embargo, con el tiempo, en una buena cantidad de personas reclusas, el deseo sexual va en aumento y hay ocasiones en que llega a agudizarse.
Es muy frecuente que en ese entorno, las necesidades afectivas y sexuales no estén cubiertas y son comunes los episodios de violencia sexual.
Se afirma que la masturbación se dispara en la prisión y que se produce un incremento de las relaciones homosexuales con y sin mediar violencia o intimidación.
La autosatisfacción sexual es el modo más frecuente de cubrir las necesidades sexuales de reclusos.
Este placer en solitario tiene el efecto de aliviar el estrés o segregar endorfinas , lo cual es sumamente importante durante las penas privativas de libertad.
Dentro y fuera de prisión, la masturbación es una sana práctica, cuyo tabú asociado ha de ser abandonado.
El interno privado del ejercicio de una sexualidad plena comienza primero a tener un retraimiento natural producto de su adaptación al medio hasta que sus necesidades e instintos lo empujan a la masturbación solitaria primero, la auto erotización colectiva después y más tarde a mantener relaciones homosexuales en prácticas individuales y colectivas.
La cuestión sexual en la cárcel, “problema oficialmente inexistente”, ha generado una subcultura del comercio sexual carcelario, en el cual se puede vender de parte del jefe de pabellón a un joven ingresante hasta el procedimiento de sometimiento de aquél para poder comercializarlo posteriormente al mejor postor o quedárselo para sí.
Las masturbaciones colectivas son organizadas por grupos de pertenencia, donde los desnudos y participaciones sexuales pueden ser canjeados por mercaderías o favores de los más poderosos.
Por tanto, la masturbación es el acto por excelencia de los privados de libertad, que en el vocabulario de la cárcel se lo denomina “matarse”, por lo que se ha expresado que el problema sexual lo tiene el preso en la mano.
La cuestión sexual en la cárcel masculina adquiere una connotación de poder y de sometimiento, por ello el hombre que somete sexualmente a otro hombre, obtiene una relación de sumisión y en tal sentido cabe mencionar como ilustrativo de este modo de pensar la frase de Jean Genet:
“Quien da vuelta a un macho es dos veces macho”
La abstinencia sexual no es la más frecuente, pero hay reclusos que optan por ella cuando presentan penas cortas o cuando mantienen fuertes tabúes con respecto a la masturbación y/o las relaciones homosexuales.
La falta de actividad sexual, sea cual sea su forma, genera estrés que se sumará al ídem que supone el confinamiento, desembocando en dificultades de tipo emocional y social, así como en diversas patologías asociadas, lo cual obstaculizará la reinserción en la sociedad una vez se cumpla la condena.
A excepción de los presidios de régimen abierto, o de aquellos casos en los que se contemplan las visitas íntimas, la adaptación sexual es un imperativo para la supervivencia.
De ahí que una relación homosexual puede ser aceptada por un recluso inexperto a cambio de protección u otros beneficios.
A prisión llegan los jóvenes inexpertos y novicios del crimen e inmediatamente son rodeados con halagos por los veteranos.
Éstos son los “lobos”, que con su protección, con el regalo de tabaco, alcohol o alimentos tratan de seducirlos.
El recién llegado, desprovisto de todo, desorientado y lleno de temor, puede finalmente ceder a los deseos de su ocasional protector.
En la mayoría de casos se rebela, entonces, en el momento oportuno, se pasa directamente a la violencia.
La víctima se convierte en tentación y estímulo de homosexualidad de los otros presos.
Una primera solución que podría proponer una administración penitenciaria para solucionar el problema sexual puede ser por un lado el trabajo penitenciario y el deporte, ambos con el objeto de desgastar las energías físicas y disminuir el deseo.
Actualmente se propugna como paliativo del problema sexual la implementación de las visitas íntimas o las salidas de los internos a encuentros extra muros con sus respectivas parejas para la fase de semilibertad.
Gefangen (Locked Up) es una película alemana del año 2004 dirigido por Jörg Andreas y protagonizado por Marcel Schlutt, Mike Sale, Ralph Steel, Andreas Bernhardt, Michael Busch, Fred Faurtin, Chris Holland, entre otros.
Cuenta con un guion de Jörg Andreas y Peter Oehl.
Gefangen (Locked Up) nos dice que cuando se ama se pueden cometer las locuras más inimaginables solo por estar con la persona amada.
Gefangen (Locked Up) es una película muy alemana pero en un idioma universal: El amor.
Gefangen (Locked Up) es una película que describe la crueldad del sistema carcelario y los afectos como mecanismo de supervivencia, encontramos todo tipo situaciones: trama, sexo, violación, algo de violencia, ternura, amor, pasión...
Me pareció interesante a pesar que Gefangen (Locked Up) se hizo con bajo presupuesto.
La actuación del protagonista Marcel Schlutt es la mejorcita y está muy bien como personaje desorientado y necesitado de afecto.
De ahí que el amor y la lujuria parecen encontrar un camino para juntarse a pesar de las circunstancias.
A trama de Gefangen (Locked Up) es súper simple, nos cuenta que Dennis ha caído detenido por un fraude con tarjetas de crédito y cuando ya está a punto de sentir que su vida ya no vale nada conoce a Mike, otro prisionero del cual Dennis se sentirá atraído.
A Mike no le es indiferente y juntos planean un serie de encuentros sexuales bajo la mirada atenta de algunos gendarmes voyeristas y de otros reclusos.
Con todo esto, Gefangen (Locked Up) no es simplemente otra simple historia de amor...
Curiosamente, aunque no tanto, para esta película existen dos versiones una “soft” y una porno, yo visioné la versión “soft”, y me parece que prefiero quedarme con esta, aunque me da mucha curiosidad ver la otra, se rompería la magia que me creo esta versión, me pareció un filme interesante e inteligente, a pesar de su modesta producción, logra captar la atención y da un poco de morbo el querer ver más en esas escenas intimas, pero bien la gracia está ahí, saber que se puede ver mas pero no se puede…
Cabe señalar que los actores son actores porno por lo cual no podemos pedirles actuaciones de Oscar y se les perdona las simulaciones de sentimientos algo fingidas... excepto alguna que otra da carga fetichista o propia de un “trabajo placentero”
Desde el principio al final, Gefangen (Locked Up) no deja de ser una película muy interesante.
Al final el amor lo puede todo.
Me gustó mucho, un tema interesante, con momentos duros debido al ambiente, pero con cierta ternura.
Un final inesperado, pero ciertamente bien elegido.
Como tema de fondo, cabe decir que existe un considerable número de hombres que rechazan las prácticas homosexuales por considerarlas contrarias a su masculinidad.
Sin embargo, el ingreso en prisión supone un replanteamiento de los propios esquemas mentales, de forma que mantener relaciones sexuales con otros hombres no resulte incompatible con un auto concepto favorable del sí mismo.
Así, un hombre que libera su tensión sexual mediante la agresión sexual a otros hombres, adquiere prestigio y se posiciona entre los más respetados en prisión, ya que su práctica es comprendida por el código del recluso.
Sin embargo, el que exista un hombre que someta implica necesariamente la participación de un hombre sometido, que será objeto de maltrato y vejaciones, perdiendo la consideración de su "masculinidad"
Atendiendo a la clasificación propuesta por Caballero Enterprise, la homosexualidad masculina en prisión se traduce en tres variantes:
Homosexuales activos o "bujarrones":
Estos gozan de prestigio entre los demás, puesto que su virilidad se refuerza sometiendo a otros hombres.
Aunque mantengan relaciones sexuales con sus compañeros, asumiendo siempre un rol activo, no son homosexuales; de hecho, su homosexualidad encuentra explicación en el reajuste situacional que supone la tensión sexual de la vida presidiaria.
Para seguir siendo considerados como "duros", es requisito indispensable el no sentir ningún tipo de afecto hacia los hombres a los que victimiza, así como presentar absoluta indiferencia hacia las emociones de estos.
"Niños":
Son hombres de orientación heterosexual que se ven forzados a mantener relaciones con otros presos que los presionan y someten.
Normalmente, suelen verse destinados a la prostitución intramuros, con la que obtienen protección y bienes materiales.
Esta tendencia tiene muy bajo prestigio porque se considera que, al haber cedido al sometimiento de otros hombres, se vendió su masculinidad.
"Madres" o "Madrazas":
Son los únicos que ya eran homosexuales antes de entrar en prisión. Generalmente, suelen presentar aspecto afeminado y son despreciados y burlados, a la vez que deseados.
El sexo en prisiones suele venir acompañado de una serie de factores: coerción, violencia, dolor, humillación...
Asimismo, es común que se contagien infecciones de transmisión sexual y, lo que es peor, enfermedades crónicas como la hepatitis C, el VIH y el SIDA.
Lo común en las situaciones de coerción sexual es que no se emplee el preservativo.
Por ejemplo, en EEUU se calcula que entre los reclusos las tasas de VIH son de 8 a 10 veces mayores que en el resto de la población.
Un dato digno de reflexión.
Abatiendo la tensión sexual, el confinamiento, la falta de intimidad, la soledad, la represión, la subcultura carcelaria acoge a sus miembros intentando dotar de significado sus vidas, en un momento en el que creen haberlo perdido todo.
Las personas amadas están al otro lado del muro, e incluso la libertad y la felicidad parece residir lejos de allí.
El sexo es una vía de escape para todo el mundo, dentro y fuera, pero la segregación por sexos implica la dificultad de llevarlo a la práctica, de ahí que se observen otras alternativas que quizás fuera de prisión no serían consideradas.
Y las relaciones homosexuales pierden, así, su estigma.
¿Seriamos capaces de hacer cualquier cosa por amor?
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