Amores Perros

“Lo madreador no te quita lo pendejo”

El amor humano es un asunto universal:
La filosofía, la literatura, el arte, la ciencia…
Todas las disciplinas terminan hablando, de una forma u otra, del amor y la propia vida humana encuentra en él uno de sus motores fundamentales.
Amores de todas clases, polimorfos y multicolores, que nos sirven para entender vidas y obras.
Hay dos caminos para el cine, o por lo menos hay dos principales.
El cine entendido como evasión suprema, como opio para el pueblo, empleado de la misma manera que los romanos empleaban su circo, y con los mismos objetivos:
Adormecernos, idiotizarnos en algunos casos, hacernos creer que otra existencia es posible ahí fuera, hacernos pensar que nos merecemos una vida mejor…
Concretamente la vida que aparece en pantalla; un cine que nos proporciona bienestar intelectual, gracias al cual estamos encantados de formar parte de la raza humana, esa díscola entrañable.
El cine entendido como espejo, más o menos nítido, de esta realidad, y ninguna otra, porque no vamos a conocer ninguna otra; un cine que no intenta reconciliarnos con nosotros mismos, ni hacernos mejores, ni lograr que aprendamos algo, ni pretende otra cosa que no sea retratarnos tal cual somos:
Frágiles, inteligentes, violentos, imperfectos, mortales…
Ahora bien, sí que es cierto que aún en el segundo camino, hay directores que “aprovechan” el material que les ofrece la realidad, la vida, para hacer un espectáculo de la miseria y la oscuridad humana, para convertir la vida en algo aún más doloroso, falseándola, erigiéndose en santurrones del sufrimiento.
Supongo que es muy fácil caer en lo tendencioso, lo exagerado, lo mentiroso.
Por suerte, la película de la que vamos a hablar es del segundo grupo pero, además, no existe en ella ni rastro de divismo disfrazado de humanismo.
¿Cuántas veces hemos pensado en cómo se cruzan nuestras vidas, sin apenas darnos cuenta, a nuestras espaldas, y pasan historias quizás más increíbles que la nuestra, con las que compartimos tan sólo un instante en común?
¿Y en aquellos instantes en que, sin previo aviso, todo da un vuelco y se nos muestra el destino cara a cara, con todo su sarcasmo y frialdad?
“Maestro, no digas pendejadas”
Amores Perros es la primera película mexicana del director mexicano Alejandro González Iñárritu.
Protagonizada por Emilio Echevarría, Gael García Bernal, Goya Toledo, Álvaro Guerrero, Vanessa Bauche, Jorge Salinas, Marco Pérez, Rodrigo Murray, Humberto Busto, Gerardo Campbell, Rosa María Bianchi, Dunia Saldívar, Adriana Barraza, José Sefami, Patricio Castillo, Lourdes Echevarría, Gustavo Sánchez Parra y Dagoberto Gama.
Amores Perros, junto con 21 Grams y Babel, forma la Trilogía de la Muerte y catapultó internacionalmente la carrera de su protagonista, el actor Gael García Bernal.
Las tres películas están basadas en varias subnarraciones que comparten un mismo incidente.
Amores Perros fue además nominada al Oscar de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood como "Mejor película en lengua no inglesa"
Amores Perros se divide en tres subhistorias cuyos grupos de personajes nunca se conocen sin embargo sus etapas más importantes coinciden e inician a partir de un accidente automovilístico.
Marginalidad, delincuencia, corrupción, pobreza, paro, soborno, crimen a sueldo, promiscuidad sexual…
Tres situaciones de vida completamente distintas, tres etapas de la vida diferentes; sólo que un momento determinado, los relatos se interceptan mostrando cómo el destino a veces nos predetermina, mostrándonos lo “perro” de la naturaleza humana, lo visceral, lo pasional, lo angustioso, lo clandestino, la perfidia y el doblez, la desintegración de la familia, la entrega por completo a lo prohibido, la supervivencia, la insatisfacción, el crimen como modo inescrupuloso y cruel de ganarse la vida.
Lo grandioso de Amores Perros es como refleja realidades muy comunes en todos nosotros, pero llevadas al extremo.
Amores Perros en un principio puede resultar algo difícil de entender debido a las expresiones y al vocabulario mejicano utilizado, pero en seguida el espectador se mete en escena.
“Amor, traición y muerte”
Ciudad de México en el amanecer de un nuevo siglo.
Un terrible accidente automovilístico se convierte en el punto de encuentro de tres "amores perros"
Octavio y Susana:
Octavio (Gael García Bernal) viaja en carro con su perro Cofi herido, escapándose de la banda de Jarocho (Gustavo Sánchez Parra) que quiere asesinarlo.
Ambos frecuentan peleas de perros clandestinas, pero esta vez Cofi mata al de Jarocho.
Pasan un semáforo en rojo y chocan a otro carro.
Octavio está enamorado de Susana (Vanessa Bauche), novia de Ramiro (Marco Pérez), el hermano de Octavio.
Hará cualquier cosa por quitársela.
Pero ella escapa de la ciudad con Ramiro.
Esto no detendrá a Octavio; ella es su obsesión, su tragedia.
Sentimos así, en nuestra propia piel, el hedor de los antros en los que se obliga a dos perros a pelear hasta la muerte, y en los que el perdedor sale a rastras dejando un charco de sangre.
Pero sentimos también el hedor de una sociedad decrépita, con los ricos y los poderosos viviendo a cuerpo de rey mientras los asalariados comunes se pudren en la mugre.
El perro Cofi es violento debido a su experiencia, a como fue educado y al medio en el que vive; conoce el amor pero no demuestra muchas veces como debiera, es valeroso, fuerte y lucha por los que quiere.
Cofi, refleja lo que perdió cuando mata a todos los perros del Chivo (el vagabundo)
Cofi, de esta manera, demuestra denotativamente que ha perdido el amor hacia cualquier otro perro, el compañerismo y la amistad hacia estos.
La causa de esto se refleja justamente en la primera parte de Amores Perros, cuando Cofi es empezado a usar como animal de pelea, convirtiéndose en un salvaje, y desarrollando en él todo afecto de odio y brutalidad ante cualquier otro perro.
Es decir, perdió el amor hacia cualquier perro, y eso es lo que es.
Daniel y Valeria:
Daniel (Álvaro Guerrero) maneja una revista, y está enamorado de Valeria (Goya Toledo), una exitosa modelo publicitaria.
Él deja a su familia para mudarse con Valeria y su perro Richi.
Ella sale en carro a comprar champagne, y choca contra Octavio.
El accidente la deja herida, y deberá rehabilitarse en silla de ruedas.
Daniel aún no logra mudarse con ella, y Richi cae en un pozo en el departamento, aún en refacción.
Ella, sin poder rescatarlo, sin trabajo por su accidente, y sin la compañía de Daniel, cae en profunda depresión.
Significa una salvaje cura de humildad de una bella modelo y actriz a cuya puerta llama la fatalidad en forma de perro.
Richi es pura apariencia, es belleza, esto es engañoso ya que no es duradera ni lo más importante, lo cual si es el amor sin condiciones, es decir, tanto para los buenos momentos como para los malos (la caída del perro debajo del parquet) Cuando éste se cae abajo del piso, se ve envuelto entre ratas, a las cuales, tendría que combatir.
Sin embargo, Richi resulta lastimado y no sabe guiarse en un estado en el que no dependa de ninguna ayuda.
Perdió el instinto de supervivencia.
Esta pérdida se debe, como bien se refleja en Amores Perros, al trato de rey que Richi recibía de parte de sus amos, induciendo en él una carencia de supervivencia independiente y convirtiéndolo en un típico perro doméstico.
El Chivo y Maru:
El Chivo (Emilio Echevarría) es un ex profesor vuelto guerrillero, que abandonó a su familia cuando su hija Maru (Lourdes Echevarría) era pequeña.
Luego de varios años preso, recupera su libertad y vive en la calle rodeado de perros, trabajando como un asesino a sueldo.
Es contratado por Garfias (Rodrigo Murray) para matar a su hermanastro Miranda (Jorge Salinas)
Presencia el accidente inicial del film y se lleva a Cofi para curarlo.
Secuestrará a Miranda, y traerá a Garfias para que se enfrenten como “perros”
Deja la vida marginal, pero no a Cofi.
¿Podrá recuperar el amor de Maru?
Este segmento nos describe la atroz existencia de un vagabundo que fue guerrillero, que quería cambiar el mundo y que se quedó sin nada, vagabundo que conocerá la posibilidad de perdonarse a sí mismo, cuando ya está muy lejos del perdón de sus seres queridos.
La empatía que siente por sus perros, acentuada cuando estos mueren, lo hace reconducir su vida, se da cuenta lo que conlleva el asesinato y del valor de lo que perdió debido a esa vida, su familia.
Cofi mata a todos sus perros, y cuando decide matarlo le es imposible, a pesar de que si se trata de matar a cualquier ser humano por sueldo, no tiene problema.
Es decir, el Chivo perdió el verdadero amor hacia otros seres humanos, y desarrollo un profundo afecto por la compañía canina.
Así pues, en Amores Perros, se nos presentan tres tipos de amor completamente diferentes:
El de un joven por la mujer de su hermano, el de una bella mujer por su amante y el de un asesino por su hija; y tres tipos de relaciones entre hombres y perros:
Octavio se aprovecha del suyo para ganar dinero, Valeria se desvive por su pequeño perro faldero y el Chivo recoge a todos los perros que encuentra abandonados o heridos y les da cariño y un lugar donde vivir.
Ninguno de ellos volverá a ser el mismo después del accidente.
Todos, incluyendo a los perros, encontrarán un destino muy distinto al que algún día imaginaron.
Así es México DF.
Así es la vida misma en sus extremos, en la periferia de las conductas sociales.
Los perros actúan por instinto, los seres humanos también, pero aderezada su conducta con el ingrediente de la racionalidad que todo lo puede pero que casi nada consigue.
Ahí, por debajo de la piel, andan el mal y el buen salvaje jugando su eterna y endiablada partida de póker.
Y a todos ellos les une una particular relación con un perro, o con varios perros, que se erigen en parábolas, o metáforas, de una precariedad anímica irrespirable.
Los perros dan sentido interior a la pérdida vital de sus amos, para los que son mucho más que mascotas:
Se convierten en expresión física y abstracta, a un tiempo, de sus propios demonios interiores.
En la posibilidad de redención y en el motivo de su caída.
Y si los humanos sufren, los perros también.
Y si vemos sangre humana, vemos incluso más sangre canina.
Pero no es un relato sobre los malos tratos hacia los animales, y queda descartada cualquier clase de crítica acerca de la peleas de perros con apuestas de grandes sumas de dinero.
Amores Perros habla de amores y de perros:
De quien quiere a su perro por dinero y porque ese amor es la puerta para un amor más grande y más puro, aunque traicionero.
Un amor traicionero y traicionado, pues quien traiciona a su hermano por amor no consigue ser correspondido.
Cosas de la vida.
Historias y sentimientos que se han venido repitiendo a lo largo de los tiempos.
Como la del amor roto, accidentado.
Los cuentos de hadas y la vida de color rosa, que a veces terminan en el fundido en negro de un siniestro total y una operación en la que la belleza termina atornillada.
El amor de la imagen y la superficialidad, el amor del cheque, el lujo, las fiestas y la sofisticación.
Un amor tan deslumbrante como repugnante para el común de los mortales.
El amor del papel couché, la exclusiva falsa y la fama vacía.
Un amor tan hueco que necesita llenarse con un perro.
En este caso improductivo económicamente, pero capaz de saciar los afectos de su dueña.
El amor accidentado termina rompiéndose, claro.
La pierna atornillada deja de ser tal, y el perro que llenaba el absurdo de la vida también.
Las casas de hoy ya no se construyen como las de antes y hasta un perro puede colarse por el agujero equivocado.
En el subsuelo del glamur duermen unas ratas aulladoras, siempre fue así.
Así que el amor del anuncio se marchita cuando se cambia de anuncio, cuando se deja de ser la chica que domina la ciudad.
Y todo por un maldito golpe de suerte.
Accidente inesperado como todos.
El mismo, por cierto, en el que salvó su vida un perro.
Gracias a que se pasó por allí quien quizás por desamor amaba más a los perros que a los hombres.
Alguien “honesto” e “íntegro”, capaz de dejar de lado su profesionalidad cuando de curar a un perro se trata.
Una emergencia siempre es una emergencia y a fin de cuentas, si por algo se caracterizan los perros es por la fidelidad, y uno de los mayores enemigos del amor es la infidelidad.
Los seres humanos tienden a ser infieles.
A sus ideas, a sus parejas, a sus palabras, a sus promesas.
A sí mismos y luego a los demás.
Eso pasa con las personas, pero no con los perros.
Sirven a sus dueños, obedecen sus órdenes, jamás traicionan su instinto.
El marginado cuyo tiempo consiste en pasear perros vive rodeado de fidelidad.
Qué duda cabe.
Lo malo de ayudar a un asesino es que, antes o después, vuelve a asesinar.
Acabamos de decir que un perro no puede ser infiel a sí mismo.
Ningún animal puede dejar de ser lo que es.
Además, hay quien dice que los perros se parecen a sus dueños.
Con la diferencia de que los perros matan por instinto y el hombre puede matar por muchos motivos:
Por instinto (también somos animales), pero también por venganza, por traición, por odio, por dinero… y por amor.
A veces por varios motivos a la vez, como los dos últimos de la lista.
Tanto dinero y tanto amor que fundan un nuevo ser humano, más limpio, más puro.
Alguien capaz de negarse a sí mismo, de reinventarse, y de entregar (se) a su hija, sin necesidad de hacerla sufrir.
Amor paterno filial, amor de pareja, amistad, amor fraternal y sus correspondientes negativos.
Todos estos sentimientos se nos presentan en una película tan trepidante como profunda y humana.
Una película llena de perros y de seres humanos que habla sobre las relaciones entre todos ellos.
Las vidas humanas (con sus respectivos perros) interactúan azarosamente en la vida cotidiana.
Es la casualidad la que en la vida cotidiana nos une o nos separa con personas absolutamente desconocidas.
Es así como se tejen los amores, los odios, las traiciones y las vidas.
Las de todos los humanos y también las de todos los perros.
“Cada perro se parece a su dueño”
Por otro lado, si al llegar al final de Amores Perros, hacemos una lectura a la inversa, es decir, en sentido contrario, del final al principio, nos daremos cuenta de que la historia de Valeria en primer lugar y la de Octavio en segundo lugar, pueden identificarse como los errores fundamentales cometidos por el Chivo a lo largo de su vida:
Valeria representaría el éxito social y la superficialidad de la clase social de la que proviene el Chivo y por lo tanto su vida en un principio; Octavio sería en cambio la ambición de tratar de buscar un mundo mejor para vivir (Ciudad Juárez con Susana), lo cual encaja con la decisión del Chivo de irse a la guerrilla, tal y como le cuenta a su hija Maru en el mensaje que le deja en el contestador.
Esta lectura nos lleva directamente a relacionarla con la “Teoría del Eterno Retorno” elaborada por Nietzsche, que consiste en aceptar que todos los acontecimientos del mundo, todas las situaciones pasadas, presentes y futuras se repetirán eternamente, tal y como sucede en las vidas de Valeria y Octavio, ya que repiten los errores del Chivo.
No obstante, la historia del Chivo supondría una superación dialéctica de esos errores que han supuesto la pérdida de los que más quería, representados en las historias de Valeria y Octavio, que culmina con un cambio fundamental en su vida, ya que deja su trabajo de asesino a sueldo, recupera su dignidad en el momento en el que decide no asesinar a Cofi, abandona su estética de mendigo y le cuenta a su hija por medio del contestador toda su verdad, enfrentándose a todos los errores cometidos y afrontándolos de manera valiente.
Esta superación se advierte en concreto cuando le deja todo el dinero que ha conseguido bajo su almohada, el éxito y la fama de Valeria, y admite que fracasó en su intento revolucionario, búsqueda de un mundo mejor de Octavio.
Esta superación dialéctica tiene su punto álgido en la última escena de Amores Perros, cuando el Chivo, ya Martín, marcha caminando por un descampado yermo hacia el horizonte, suponiendo esto un canto a la esperanza y la superación de toda una vida de errores con consecuencias dramáticas.
La estructura narrativa de Amores Perros, con toda su complejidad, permite no sólo esta reflexión sobre la vida, sino llegar mucho más allá.
El hecho de que retrate distintas clases sociales, con unas diferencias tan marcadas en México, para contar las tres historias, permite una crítica brutal al sistema y a la sociedad mexicana: la clase obrera se ve obligada a delinquir para sobrevivir; la clase alta es superficial y corrupta; y finalmente, este México compuesto por todos ellos, movido por la violencia que provoca el dinero, tanto su ausencia como su posesión, supone un caos absoluto e incluso la barbarie, el machismo, el desastre.
Además, si se tiene en cuenta el contexto de la sociedad mexicana en el momento en el que se elabora Amores Perros nos daremos cuenta de que el fondo, va incluso más allá.
Amores Perros es un film del año 2000, año en el que se produce por primera vez en 71 años, durante los que había gobernado el PRI, la alternancia política cuando una alianza de los partidos Acción Nacional y Verde Ecologista de México derrota al PRI en las elecciones presidenciales, lo cual supuso en ese momento un baño de esperanza en el cambio para la mayor parte de la sociedad mexicana.
Precisamente por este detalle, podemos decir que el maduro Chivo representa a la madura sociedad mexicana, que ha superado los errores de su historia, de su vida, mira hacia el horizonte del yermo descampado con ojos de esperanza.
Esto es, que a pesar de las apariencias, Amores Perros no cuenta tres historias que chocan accidentalmente en el camino, sino que cuenta una sola:
La historia del pueblo mexicano.
Debemos tener en cuenta que se trata de una película que pretende retratar una sociedad extremadamente violenta como es la mexicana, y precisamente este aspecto es el que desata la violencia más explícita en toda Amores Perros.
Esto es, que, si observamos además el origen de la violencia en todos los aspectos reflejados, el resultado es que la adquisición dinero es la justificación en todos los casos, independientemente de la clase social o la historia, de las tres que se narran.
Esa persecución del dinero motiva y da a entender que se trata de algo bastante generalizado en la sociedad mexicana, y la representación de México que pretende ser Amores Perros, con toda su escasez, brutalidad y caos se muestra por medio de las escenas que contienen violencia explícita.
Por ejemplo:
La paliza que le dan a Ramiro, el atraco y la muerte de Ramiro a causa de un disparo en el banco, las sangrientas peleas de perros, los gritos en las discusiones de Valeria y Daniel, el disparo a sangre fría del Chivo al hombre que está en la cafetería, las persecución de los aliados del Jarocho que, a punta de pistola, pretende matar a Octavio y su amigo, la puñalada que Octavio propina al Jarocho etc., entre otras.
Todas estas escenas son las que permiten al espectador ver “en directo” cómo se ejecuta el acto violento, lo que además se ve reforzado por la sangre, las cicatrices, los gritos e insultos etc.
No obstante, a pesar de que se trate de violencia explícita también existe una intención de no dejar verlo todo, si tenemos en cuenta que la hipervisibilidad no es algo que se pueda aplicar a Amores Perros.
Incluso en las sangrientas peleas de perros o en la paliza de Ramiro hay cierta contención a la hora de mostrar.
Amores Perros no es una película morbosa en absoluto a pesar de que lo cierto es que tendría grandes riesgos de haber sido así por su propio contenido.
Por otro lado, los momentos más importantes de Amores Perros en los que la violencia también está presente se tratan de un modo distinto:
Nunca nos muestran la violencia en sí, sino las consecuencias de esa violencia, lo cual consigue un efecto más intenso en el espectador y una emoción superior al otro tipo de escenas violentas que ya hemos analizado.
Estos casos se ven de forma muy clara en distintos momentos de las tres historias que narra Amores Perros:
La oreja desgarrada de Susana, que hace entender que sufre malos tratos, los aullidos de Richi, que quieren decir que está atrapado debajo de la tarima y está siendo devorado por las ratas, la imagen de Valeria sin pierna, se la han amputado, los perros muertos del Chivo, los cuales han sido matados por Cofi, el perro de Octavio, recogido por el Chivo en el momento del accidente, etc.
En todos estos casos la mostración de las consecuencias de la violencia invita a la participación de la imaginación del propio espectador para recrear la violencia en sí y provocar un efecto mucho más horrorizante que la violencia explícita.
Esto se suma a que se trata de momentos fundamentales desde el punto de vista emotivo, lo cual provoca las sensaciones más intensas de Amores Perros.
La suerte cruel de los perros, presentes en cada episodio, ilustra la de los destinos humanos, algo totalmente novedoso para mí, son nuestro reflejo... y va intercalando con total maestría hasta el punto de que asombre como el destino de una persona pueda llegar a depender tanto del estado de ánimo de otra, o de su perro.
El uso de colores simbólicos y música provocativa aumenta la experiencia, en adición a la interpretación fenomenal de los actores.
En fin, Iñárritu logra éxito en su representación del dolor del amor.
“¿Ron, agua o leche?”
"La Ciudad de México es un experimento antropológico y yo me siento parte de él.
Soy sólo uno de los veintiún millones que vivimos en la ciudad más grande y poblada del mundo.
Ningún hombre en el pasado vivió, más bien sobrevivió, antes a una ciudad con semejantes niveles de contaminación, violencia y corrupción, y sin embargo ella es increíble y paradójicamente hermosa y fascinante, y eso es Amores Perros:
El fruto de esa contradicción"
Las palabras son del director de Amores Perros, todo un hombre de medios en México.
Pero no estamos ante un documental sobre urbanismo o historia, ni frente a un canto pesimista o posmoderno a la vida en el umbral de un nuevo siglo, sino ante una de las pocas ficciones prometedoras del cine latinoamericano reciente.
Amores Perros marcó un antes y un después.
Amores Perros/México, dio junto a otras como Nueve Reinas (2000/Argentina) o Cidade de Deus (2002/Brasil), el puntapié inicial a una década de gloria del nuevo cine latinoamericano.
Iñárritu puso a México de nuevo en el mapa del cine mundial, junto a Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón; luego serían bautizados como los Three Amigos.
Amores Perros es un filme pesimista por naturaleza, que invita a la reflexión sobre los actos humanos, que nos posiciona frente a una verdad inapelable:
El ser humano en ciertas ocasiones se torna extremadamente peligroso, incluso para sí mismo y en ello en muchas ocasiones no se diferencia mucho de un animal entrenado para matar.
Alejandro González Iñárritu crea un fantástico e impactante retrato de la vida en el D. F. que deja al público asombrado por su complejidad y poder.
El que su estreno coincidiera con los trascendentes cambios políticos experimentados por México durante el 2000, agregó a Amores Perros un significado peculiar de renovación y esperanza, palpable en la entusiasta recepción que el público mexicano ha tributado a esta película.
¿Significa esto que, como el país, el cine mexicano ha ingresado a una nueva etapa de su historia?
Es probable que aún sea muy pronto como para echar las campanas al vuelo, pero es evidente que existen personas empeñadas en lograr que el cine mexicano recupere, al menos, la confianza de un público que había desconfiado de él durante muchos años.
El éxito de Amores Perros confirma la importancia de que las nuevas compañías cinematográficas privadas participen en la reconstrucción de la industria del cine en México.
Durante la década pasada, los esfuerzos llevados a cabo por el Instituto Mexicano de Cine para evitar la extinción de su cinematografía lograron convencer a muchos de que el cine podía seguir siendo uno de los productos más importantes de la oferta cultural mexicana.
En la actualidad, empresas como Altavista Films, Argos Cine, Tabasco Films y Titán Producciones, entre otras, han respondido al reto que significa hacer un cine con calidad y atractivo comercial.
Mientras tanto, Amores Perros ha logrado convertirse en el fenómeno fílmico del cine mexicano de este nuevo siglo, y en la película que pondrá a prueba la calidad y aceptación de las futuras producciones cinematográficas de ese país.
Para los que no están acostumbrados a tanta violencia y sangre, Amores Perros puede ser muy fuerte, especialmente en el caso de las riñas de perros.
Para alguien que solo ha pensado de algo así en lo abstracto, es una experiencia horrenda tener que mirar a los perros peleando, rodeados por hombres dispuestos a apostar dinero en la muerte de estas pobres bestias.
La imagen de su sangre untada por el suelo es un recordatorio perverso de lo que es capaz la gente.
Pero a pesar de la crudeza de la violencia mostrada, no es hecho de mal gusto ni sin propósito.
El mundo oscuro de los perros se refleja en los acciones de los humanos, cada uno muestra la tendencia de atacar sin pensar en los resultados, pero no se puede escapar de ellos.
Las riñas no son nada artísticas, pero ayudan a destacar la bestialidad de la vida.
Amores Perros es muy recomendable, para dejar pensando que nuestras vidas surgen como consecuencia de un cúmulo de conexiones fortuitas que el destino nos va deparando.
Amores Perros es dolor.
Después, más dolor.
Y para terminar, más dolor.
El dolor como única seña de identidad del hombre, como único indicio de su dignidad.
Como dicen en ‘El Retrato de Dorian Gray’, de Wilde:
“Hay cosas peores que la derrota”
Amores Perros nos enseña que el amor no solamente es romance, sino que el amor es traición, el amor es angustia, el amor es pecado, el amor es egoísmo, el amor es esperanza, el amor es dolor, el amor es muerte y que el verdadero amor es perro.

“Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”


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