Ivanhoe

“Before me kneels a nation divided, rise as one man, and that one, for England!”

Richard I de Inglaterra (1157 - 1199) conocido en francés como Richard Cœur de Lion, y en inglés Richard Lionheart, fue Rey de Inglaterra entre 1189 y 1199, siendo el tercer hijo del rey Henry II de Inglaterra y de Eleanor de Aquitania.
En su época, el trovador Bertran de Born lo apodó “Òc e non” (‘sí y no’)
Durante su reinado, sólo visitó Inglaterra en dos ocasiones:
Las correspondientes a sus dos coronaciones.
En total, no llegaron a seis los meses que pisó su suelo como rey.
Tomó parte en la Tercera Cruzada también conocida como la Cruzada de los Reyes, la cual fue un intento de los líderes europeos para reconquistar la Tierra Santa de manos de Salah ad-Din Yusuf ibn Ayyub.
La campaña fue un éxito parcial, pero no llegó a su objetivo, la última conquista de Jerusalén, no obstante con campañas en Sicilia y Chipre en el camino y, posteriormente pasó un período arrestado por Leopold V, duque de Austria.
Richard no tuvo hijos legítimos y reconoció sólo a un hijo ilegítimo, Philip de Cognac.
Como resultado, le sucedió al trono su hermano John como rey de Inglaterra.
Sin embargo, sus territorios franceses inicialmente rechazaron a su hermano John como sucesor, prefiriendo a su sobrino Arthur I, el hijo de su último hermano Geoffrey II, Duque de Bretaña, cuya demanda por el poder es considerada con mejor fundamento que la de John, según los estándares modernos.
Sin duda, la falta de herederos directos de Richard fue el primer paso en la disolución del Imperio Angevino.
El término Imperio Angevino es un término moderno que describe el conjunto de estados gobernados en algún momento por la dinastía angevina Plantagenet.
La Casa de Plantagenet fue la dinastía reinante en Inglaterra entre 1154 y 1399.
Después de que el último Plantagenet fuera obligado a abdicar, la corona pasó a dos ramas secundarias de la dinastía:
Primero la Casa de Lancaster y posteriormente la Casa de York.
La dinastía acabó finalmente en 1485 con la muerte de Richard III, dando comienzo al gobierno de la Casa de Tudor.
Los Plantagenet gobernaron sobre un área que se extendía de los Pirineos a Irlanda durante los siglos XII y XIII.
El Imperio abarcaba más o menos la mitad occidental de la Francia medieval, toda Inglaterra y, nominalmente, toda Irlanda.
Sin embargo, pese a su poder, los Plantagenet fueron derrotados por Philip II Augustus, de la Casa de los Capetos, que partió el imperio en dos tras despojarle de Normandía y Anjou.
La Casa de los Capetos, o Maison de France o Capétiens directs, fue la casa real que gobernó Francia de forma continua entre los años 987 al 1328.
Esta derrota sembraría el terreno para las guerras de Saintonge y de los Cien Años.
Mientras los reyes de Inglaterra continuaron presionando sus demandas sobre el continente, nunca más regirían los territorios que Richard I heredó.
El legado de Richard I comprende varios aspectos:
Su conquista de Chipre mejoró inmensamente el valor de mantener los reinos francos en Tierra Santa viables durante otro siglo.
Segundo, su ausencia de la arena política inglesa significó que el eficientísimo gobierno creado por su padre pudo seguir su curso, aunque el rey John posteriormente abusaría de ello hasta el punto de quiebra.
Por último, legó romances y literatura.
Sin considerar los hechos de su reinado, dejó una marca indeleble en el imaginario popular, que se extiende hasta el presente, debida en gran parte a sus éxitos militares.
Ello se refleja en el veredicto final de Sir James Cochran Stevenson Runciman, historiador británico especializado en la Edad Media, sobre Richard I:
“Fue un mal hijo, un mal marido y un mal rey, pero un soldado espléndido y galante”
Hacia la década de 1260, se desarrolló la leyenda de que, después de la captura de Richard I, su trovador Blondel viajó por Europa de castillo en castillo cantando una canción sólo conocida por ellos dos, la habían compuesto juntos.
A Richard también se le conoció su bisexualidad.
Eventualmente, llegó al lugar en que estaba retenido su señor y oyó que le respondían su canto con el verso correspondiente, lo que le reveló dónde estaba encarcelado el rey.
Esta historia es la base de la ópera “Richard Coeur-de-Lion” (1784) de André Ernest Modeste Grétry, y al parecer fue la inspiración de la introducción a la versión en el cine de Ivanhoe (1952) por Richard Thorpe.
Pero no parece tener relación con el verdadero John 'Blondel' de Nesle, un trovador aristocrático.
John I de Inglaterra, más conocido como John Sin Tierra, originalmente Sans-Terre en francés, Lackland en inglés, (1166 – 1216), fue Rey de Inglaterra y Señor de Irlanda.
John reinó sobre Inglaterra desde el 6 de abril de 1199 hasta su muerte en 1216.
Sucedió en el trono a su hermano mayor, el Rey Richard I de Inglaterra.
John se ganó el apodo de «Sin tierra» debido a su carencia de herencia por ser el menor de los hijos y por su pérdida de los territorios en Francia; también fue apodado «Espada Suave» por su conocida ineptitud militar.
Fue un rey Plantagenet o de la línea angevina.
“I Wilfred of Ivanhoe, do challenge the judgment of this tribunal.
In the name of the accused, I demand that her guilt or innocence be determined in the eyes of God by wager of battle”
Ivanhoe es una película de 1952, basada en la novela del mismo título de Sir Walter Scott.
Es una coproducción anglo-estadounidense dirigida por Richard Thorpe, con Robert Taylor, Elizabeth Taylor, Joan Fontaine, George Sanders, Emlyn Williams, Finlay Currie, Guy Rolfe, Robert Douglas, entre otros.
Ivanhoe obtuvo tres nominaciones a los Premios Óscar: mejor película, fotografía, banda sonora para Miklós Rózsa.
Ivanhoe es la más conocida de las novelas de Walter Scott, la cual fue escrita en 1819 y está ambientada en Inglaterra, durante el siglo XII, en la época medieval.
Su protagonista es Wilfredo de Ivanhoe, un joven y valeroso caballero.
Ivanhoe es una novela histórica, donde es representado con el pseudónimo de “Le Noir Fainéant” (el Negro Holgazán), por tanto, Sir Walter Scott retrató a Richard I en la novela The Talisman, con un tratamiento totalmente ficticio de la Tercera Cruzada.
El trovador Blondel pudo inspirar, en algunos aspectos al menos, el personaje de Ivanhoe.
La historia de Ivanhoe coincide con la de otro mito, Robin Hood, que le ayudará en sus propósitos.
La frase en inglés:
«Ivanhoe by Sir Walter Scott», en español: «Ivanhoe por Sir Walter Scott», es un anagrama de «A novel by a Scottish writer», en español: «Una novela de un escritor escocés»
Ivanhoe mantiene un adecuado y atractivo tono heroico y aventurero.
La historia es de ficción, si bien se enmarca en una época histórica definida, con referencias a protagonistas y hechos reales, es una obra de una estética impecable, mostrando mucho cuidado en su realización.
Recreando de una manera creíble y magistral la época de las luchas entre normandos y sajones, con un gran reparto, muy buenas actuaciones y una Elizabeth Taylor irradiando toda su belleza, y Robert Taylor con una actuación seria y con escenas demostrando nobleza y sencillez.
Grandes decorados, hermoso vestuario y gran puesta en escena.
Un guión con apartes notables.
Ivanhoe nos muestra esa lucha del hombre por sentimientos tan encontrados como el deseo de libertad a su pueblo y ese corazón que a veces se quiere dividir entre dos amores.
Ivanhoe apuesta por la colaboración y el entendimiento entre etnias diferentes, propone la integración y la igualdad de derechos de las mismas y aboga por la tolerancia religiosa.
Con espíritu documental y crítico Ivanhoe muestra las formas rudas y violentas de la Edad Media, los abusos de los poderosos y sus impunidades, las supersticiones, duelos convertidos en “Juicios de Dios”, las supercherías, brujería y hechicería, los códigos caballerescos y de honor, etc.
Ivanhoe se complace en mostrar la igualdad y las equivalencias de las enseñanzas de distintas religiones.
No se escatiman reflexiones sobre religión, los puntos comunes que las unen y las paradójicas luchas que se crean por sus diferencias.
Por ejemplo, el fanatismo religioso condena las artes de Rebecca para la curación, un fanatismo que en realidad no es religioso, sino que se ampara en la religión por motivos políticos y de poder, individuales o de interés.
Los diálogos de Ivanhoe son brillantes y muchas de sus frases muy buenas.
Obviando los múltiples errores o licencias históricas, el tergiversado retrato de Richard Lionheart, también de John Lackland y el contexto histórico general, así como las motivaciones de normandos y sajones, y su maniqueo retrato, que como digo no se ajusta a la verdad histórica, o anacronismos varios, de objetos e históricos también, lo cierto es que estamos ante un gran espectáculo vertebrado en 3 escenas culminantes.
Los dos duelos, el del comienzo y el del final y el asalto al castillo.
Es algo espectacular, uno de los mejores asaltos a un castillo que se han visto.
Ivanhoe se remonta al siglo XII, cuando el rey Richard Lionheart (Norman Wooland) vuelve de las cruzadas es apresado en Austria.
El rescate es fijado en 150 mil marcos de plata, una cifra elevadísima.
Su hermano John Lackland (Guy Rolfe) se niega a pagarlo pero la información llega a manos de un seguidor de Richard Lionheart, Ivanhoe (Robert Taylor), el caballero negro o desheredado, que hará todo lo posible para lograr el rescate y evitar que John Lackland usurpe por más tiempo el trono.
Así están bien desarrollados desde el guión la rivalidad entre Ivanhoe y templario Sir Brian De Bois-Guilbert (George Sanders), el enfado entre Ivanhoe y su padre, y los líos amorosos mencionados, donde Wilfrid of Ivanhoe (Robert Taylor) está enamorado de Lady Rowena (Joan Fontaine) y correspondido por ella, donde Rebecca de York (Elizabeth Taylor), también está enamorada de Ivanhoe, y donde De Bois-Guilbert lo está de la propia Rebecca.
Elizabeth Taylor sale realmente guapa, una de las películas por las que su belleza la acabaría elevando a la categoría de mito.
Interpreta un personaje enamorado de Ivanhoe, curandera, y que ayudará al héroe mientras rechaza en reiteradas ocasiones al villano que la quiere para él.
Además deberá competir, en lucha elegante, con Joan Fontaine por el amor del protagonista.
La historia de De Bois-Guilbert llega a su momento más interesante, cuando el villano se convierte en casi un héroe trágico, al tener que luchar en el juicio de la persona que quiere y donde no tiene nada que ganar, ya que si gana el combate la pierde a ella, y si pierde el combate pierde la vida.
Un gran personaje y una buena historia para el villano interpretado por George Sanders.
La música de Miklós Rózsa ofrece una partitura marcial, épica y grandilocuente, de 18 cortes, que se acopla bien al desarrollo de la acción, con pasajes fúnebres, tensos, románticos y triunfales.
Sobresalen los titulados “Torquilstone Castle”, “Rebeca’s Love” y “Prelude”
No es extraño que a Walter Scott le nombrasen Sir.
Sus novelas totalmente ficticias contribuyeron como muy pocas que recuerdo a moldear la idea de historia de Inglaterra que tienen millones de personas.
Nunca he entendido muy bien la continua manía absurda que tienen de enfrentar a sajones y normandos como si fuesen dos guetos en la época, cosa totalmente falsa, y mucho más la presentación de sajones igual a gente del pueblo y normandos igual a nobles villanos.
Comprendo que la aversión secular de los británicos a Europa y más concretamente a Francia hiciera que desde el siglo XVIII se igualase normando con francés y se construyese una literatura en su contra.
Pero es que el error está en que el primer afrancesado era el mismo Richard, que aunque nació en Inglaterra era casi un francés más.
No existe probablemente un rey más mitificado que este y que más mentiras se digan constantemente, para empezar era un antisemita convencido, al contrario de lo que se intenta vender en Ivanhoe, y miles y miles de ellos murieron en Londres inducidos por él.
Si ya el sentido de la época era belicista, Richard lo sumaba al cubo, destruyó e incendió Messina en Sicilia y fue un conocido violador de mujeres.
Vamos un angelito, quizá lo mejor que hizo fue perdonar la vida al niño que lo mató.
En cambio al pobre John se le presenta siempre de forma tiránica y cruel.
Pues no, para nada.
John no quería que Inglaterra se endeudase, como sucedió, por las continuas Cruzadas y estaba en contra de esas campañas tan costosas por lo que quiso tomar el poder para variar la política exterior, pero ya se sabe que como las crónicas las escribía la Iglesia, esta puso a caldo obviamente a John por querer impedir La Guerra Santa.

“Hold my Lords!”


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