The Hunchback Of Notre Dame

“With the end of the 15th century the Middle Ages came to a close.
Europe began to see great changes.
France, ravaged by a hundred years of war, at last found peace.
The people under Louis XI felt free to hope again, a dream of progress.
But superstition and prejudice often stood in the way, seeking to crush the adventurous spirit of man”

Leer a Victor Hugo, sobre todo leerlo a temprana edad es como el equivalente literario a encontrar el primer amor:
Su profundo idealismo, su fe en el ser humano, la diafanidad de sus principios, su capacidad descriptiva, su talento para evocar las emociones más acendradas del espectro humano, son tan seductores a nivel novelesco que otras lecturas inmediatamente posteriores se antojan pálidas y carentes de ímpetu o interés.
El escritor y poeta francés fue exponente único y maravilloso de una prosa que mezclaba sabiamente lo humano con lo etéreo, lo universal con lo místico, lo carnal con lo espiritual y lo decadente con lo exuberante, y resulta tan potente el deslumbramiento que su brillantez provoca en una mente tan impresionable como la de un lector joven, que una no puede evitar, pasados los años, regresar la vista atrás para tratar de recuperar la esencia de esa emoción genuina que sintió entonces como el que busca el rastro de un amante perdido, pero nunca olvidado.
“Notre-Dame de Paris” es una de las novelas más populares y conocidas de Victor Hugo, conserva su capacidad de fascinación intacta a través de los años.
Escrita en 1831 y compuesta por once libros, se centra en la desdichada historia de Esmeralda, una gitana, y Quasimodo, un jorobado sordo, en el París del siglo XV.
Todos sus elementos: ambientación medieval, amores imposibles, personajes marginados, final dramático, hacen de la obra un modelo de los temas literarios del Romanticismo francés.
“I never realize till now how ugly I am, because you're so beautiful...
Im not a man not a beast laughs I'm about as shapeless of the man on the moon.
I'm deaf you know but you can speak to me by signs”
Dirigida en 1939 por William Dieterle, The Hunchback Of Notre Dame es un film protagonizado por un ENORME Charles Laughton, Maureen O'Hara, Cedric Hardwicke, Thomas Mitchell, Edmond O'Brien, Alan Marshal, Walter Hampden, Katharine Alexander, Harry Davenport, George Zucco y Arthur Hohl.
El guión es obra de Sonia Levien y Bruno Frank, a partir de la novela de Victor Hugo “Notre-Dame de Paris”
The Hunchback Of Notre Dame obtuvo 2 nominaciones al Oscar como mejor banda sonora original para Alfred Newman y sonido.
Curiosamente, The Hunchback Of Notre Dame fue la primera película que se presentó en el Festival Internacional de Cine de Cannes.
De hecho fue la única en aquella primera edición, porque justo al empezar el festival, Hitler invadió Polonia:
La II Guerra Mundial había empezado y el festival se canceló ese primer día.
The Hunchback Of Notre Dame es una obra destacada de los comienzos de la cinematografía universal, tanto el tratamiento literario de Hugo como el del film de Dieterle ponen el acento en los elementos históricos y épicos, y en el exacerbado romanticismo de una de tantas historias de amor derivadas del mito de la bella y la bestia, pero en el imaginario colectivo las historias protagonizadas por el deforme campanero de Notre Dame están asociadas al cine de terror.
Al servicio de The Hunchback Of Notre Dame se puso uno de los mayores presupuestos jamás fijados por los estudios, superiores incluso al clásico King Kong.
Rozando los dos millones de dólares, una gran parte del dinero se invirtió en una réplica de la famosa catedral parisiense.
The Hunchback Of Notre Dame desarrolla una historia de mentiras despiadadas, de instintos pasionales que perturban, de odios y discriminaciones, de romances que son obstaculizados por la envidia, de desdicha y miseria, de burla y desprecio...
Todo ello desarrollado en un contexto social agitado de la Francia de finales de la Edad Media, donde convivían seres marginales y discriminados con otras personas más acomodadas que ostentaban el poder de decidir sobre la suerte de los demás.
The Hunchback Of Notre Dame es la bella versión de la novela de Hugo con un ENORME Charles Laughton, quien consigue una de sus más expresivas y categóricas interpretaciones.
Aquí se presenta dramáticamente la historia de la hermosa Esmeralda (Maureen O'Hara), la gitana que danza para el Rey de Francia, y del entrañable Quasimodo (Laughton), el campanero de la Catedral de Notre Dame, que vive permanentemente en las alturas, departiendo sus aflicciones con las gárgolas de piedra.
Los acontecimientos, cuya incansable sucesión delatan el origen folletinesco de la trama, se suceden en torno a la muda estampa de la catedral de Notre Dame, que es, alternativamente, tumba, cuna, amenaza, refugio:
Su eternidad confluye con la temporalidad de las existencias de aquellos que la rodean y moran en ella, y reduce a lo anecdótico el intenso dramatismo de sus desventuras.
Dentro de esa situación especial seguimos a Esmeralda, una gitana que llega a Paris para interceder por su pueblo ante el rey Luis XI.
La cíngara se gana la vida como bailarina y despierta los apetitos carnales de gente que supuestamente está consagrada a lo espiritual, interesante cómo se muestra en The Hunchback Of Notre Dame el contraste entre lo instintivo y lo sagrado, donde todo lo que despierta el apetito carnal está mal visto y debe ser desterrado de las comunidades más civilizadas y dominadas por los clérigos.
Los diálogos son memorables, la hondura de ciertos personajes, los despliegues de masas y las escenas espectaculares no son solo dignas sucesoras, sino que también superan a la versión clásica del cine mudo protagonizado en 1923 por Lon Chaney.
En el rubro actoral, además del mencionado Laughton, descolla por su juventud y convincencia el personaje de Maureen O'Hara, quien debutó en The Hunchback Of Notre Dame con diecinueve años.
Ella será el motivo que originará un conflicto tremendo donde abundará el encubrimiento, la mentira, la injusticia y el abuso de poder entre otras miserias humanas y que en pocas ocasiones se ha mostrado más bella y sensual que en The Hunchback Of Notre Dame.
Pero también es imposible obviar el retrato de maldad contenida que ofrece Sir Cedric Hardwicke, uno de los grandes villanos del cine.
En él se despiertan las pasiones dormidas al ver a la cíngara Esmeralda, interpretada por la bellísima Maureen O'Hara.
The Hunchback Of Notre Dame iba a ser el primer proyecto de Charles Laughton en tierras americanas. Aunque ya Irving Thalberg se había puesto en contacto con él algunos años antes para rodar la historia de Victor Hugo, Laughton no se decidió a rodarla hasta que finalmente se fue a tierras americanas donde fue contratado por la RKO.
Tras aterrizar en Hollywood The Hunchback Of Notre Dame fue el proyecto que eligió.
No me queda más que añadir que pocas veces hemos visto una actuación tan memorable como la Charles Laughton.
Con toneladas de maquillaje, con el rostro completamente desfigurado... a pesar de todo, de una forma incomprensible, sus gestualidad, su dicción, su presencia, llena por completo la pantalla.
Brillante trabajo de maquillaje y arreglos para componer estéticamente al personaje, el cual verdaderamente llama mucho la atención por su fealdad, característica que al mismo tiempo sobresalta metiendo miedo y dando la sensación de patetismo al espectador.
Si alguien quiere aprender cómo se debe actuar, que vea The Hunchback Of Notre Dame y observe a Charles Laughton, una criatura completamente excepcional ante cuya efigie deberían arrodillarse todo aquel que pretenda llamarse a sí mismo "actor"
Nunca volverás a ver a alguien interpretar un papel con mayor convicción.
Billy Wilder dijo de Charles Laughton, que era el mejor actor con quien nunca había trabajado... de hecho, en su opinión, Laughton era “el más grande de todos los actores”
Narrativamente en The Hunchback Of Notre Dame, las situaciones dramáticas están perfectamente combinadas con los movimientos de masas, el intento de asalto de los mendigos a la Catedral es el punto más memorable, y la fotografía, con sus sombras barrocas, saca el máximo partido de un glorioso blanco y negro.
The Hunchback Of Notre Dame no es una narración fantástica o al menos los motivos por las que muchos la incluyen en los esquemas del cine fantástico son totalmente equivocados; lo gótico se queda circunscrito a la arquitectura de la imponente catedral parisina sus gárgolas y arbotantes, claro que la catedral en The Hunchback Of Notre Dame tiene la entidad de un ser vivo; el miedo es el que sienten los ignorantes hacia la deformidad, no difiere por tanto del mismo miedo que está en la base del racismo la intolerancia y el odio tribal, y esa masa ignorante es la que acaba por producirnos pavor, no el bueno de Quasimodo.
Formalmente The Hunchback Of Notre Dame deja en el espectador dos memorables impresiones:
Por un lado la maestría de Dieterle en el manejo de las escenas de masas, comparable a Eisenstein:
Las multitudes van espectacularmente de un lado a otro, como un único personaje.
Por otra parte es única la asociación entre las formas arquitectónicas y los personajes en la composición de las escenas:
Quasimodo sosteniendo el cuerpo inane de Esmeralda y contemplando a la multitud desde lo alto, o el jorobado llorando junto a las gárgolas de la catedral que parecen compartir su estado de ánimo.
Dieterle, avalado por su amplia experiencia como actor y director teatral, aprovecharía esos claroscuros, pero no con intención de inquietar, más bien para crear una poética de lo insólito coronada por su extraño concepto de la belleza.
Charles Laughton se sometía a cinco horas de sesiones de caracterización necesarias para la lastimosa deformidad del cuerpo del jorobado Quasimodo.
El actor hizo una interpretación de una delicadeza conmovedora, además de hacer toda una exhibición de agilidad física, mientras corretea por lo alto de la torre de la catedral, vierte aceite hirviendo sobre la multitud que se apresta al ataque o se lanza por los aires, como si se tratara del mismísimo Tarzán, para acudir al rescate de Esmeralda.
La falta de belleza física que siempre acongojó a Laughton debió llevarle a transmitir a su personaje parte de su tormento personal; esto, unido a las agotadoras condiciones en que se realizó The Hunchback Of Notre Dame y a sus propias emociones con el estallido de la II Guerra Mundial, sin duda contribuyeron de forma determinante a convertir esta actuación en una de las más brillantes que jamás se han visto en pantalla.
La estupenda música de carácter religioso de Alfred Newman nos traslada a esos días de arte gótico y canto gregoriano.
Hay, sin embargo, otros elementos que convierten a The Hunchback Of Notre Dame en un film muy peculiar, alejado del naturalismo:
Su extraño ritmo, que avanza a golpes bifurcándose en subtramas que no tienen salida, el carácter muy mudable de los personajes, el simbolismo presente en cada elemento del decorado o los personajes.
Hay además una aparente contradicción entre el hecho de que los personajes bondadosos representen a la razón y las luces frente a la oscuridad medieval de sus persecutores y el ferviente cristianismo con el que reza Esmeralda, pero nada chirría y todo funciona.
Una secuencia para el recuerdo, como testimonio del patetismo que Charles Laughton sabe insuflar a su personaje, es cuando a Quasimodo le atan en la picota y, después de haberlo flagelado, éste, aún atado, suplica por un poco de agua.
Estremecedor.
Todo ello, retratado en un blanco y negro que otorga vislumbres pictóricas tanto a la bella reproducción de la catedral de París como a las almas, ora oscuras, ora brillantes, de los personajes.
“Ohh, you asked me why I saved you.
I tried to carry you off, and the next day, you gave me a drink of water, and a little pity”
Modernidad y ciencia contra atraso y superstición; igualdad contra racismo, belleza contra fealdad...
The Hunchback Of Notre Dame es la inmortal obra de Victor Hugo espléndidamente plasmada en la pantalla.
Resulta igualmente extraordinaria la recreación histórica que se hace del siglo XV parisino.
El retrato de esa Edad Media tardía es asombroso:
La llegada de la imprenta vista de manera negativa por la nobleza, pues podría poner en peligro sus privilegios; el derecho a santuario que regía en las catedrales y casas de Dios, ante el cual la guardia nada podía hacer; la pantomima de los juicios, acrecentada además por la intervención del mismísimo rey, cuando propone la que a su juicio es una irrefutable prueba: que la acusada escoja con los ojos vendados entre una daga u otra para demostrar su inocencia o culpabilidad; la tortura como método común de sonsacar información; los castigos públicos por parte de los verdugos; el fuerte racismo hacia los gitanos o hacia los diferentes de cualquier clase...
Resulta vergonzoso ver como todavía hoy en día, seis siglos después, perviven algunos de estos comportamientos...
La desfiguración por fuera de uno, la corrupción por dentro de otro…
The Hunchback Of Notre Dame denuncia el ostracismo sufrido tanto por el deforme Quasimodo como por los gitanos; en definitiva, defiende al diferente.
La versión de Dieterle, es quizás la única traslación cinematográfica que de verdad merece la pena ver.
The Hunchback Of Notre Dame es una hermosa película por sí misma, sin necesidad de acudir a la fuente y abunda en momentos memorables: la aparición heroica de Quasimodo al grito de "¡Santuario!" sigue poniendo los pelos de punta.
Pero por otro lado, hay muchos factores que convergen para convertir a The Hunchback Of Notre Dame en la adaptación casi perfecta:
Maureen O'Hara, la sublime ambientación gótica, la mirada de Frollo (Hardwicke) desde lo alto de la catedral, la perfecta plasmación del obscurantismo medieval, lo grotesco de la Corte de los Milagros, etc.
La procedencia de Dieterle pudo tener su efecto en el trasfondo de la historia relatada en The Hunchback Of Notre Dame.
En un mundo en guerra donde los regímenes autoritarios proliferaban y había seres humanos que sufrían por su condición o raza, el que en la trama la etnia gitana fuera discriminada y privada de cualquier derecho podía cobrar nuevas interpretaciones.
Aunque bien es cierto que en el caso de que fuera la intención del director establecer un paralelismo, Dieterle lo hizo de manera sutil.
Sito en una época en la cual la Edad Media fenece y el Renacimiento parece adueñarse de la situación.
Una época en la cual el humanismo libertario tiene que tomar irremediablemente el relevo a la superstición, al fanatismo y el prejuicio.
Es tiempo de descubrimientos e inventos, de la aparición de la imprenta que acerque el conocimiento a todos los hombres y mujeres, de la desaparición de los dogmas, de la permuta entre el reaccionario, hipócrita y mal encarado Frollo por el poeta afable y reivindicativo Gringoire (O’Brien), el triunfo del poder mayoritario del pueblo por la oligarquía y el privilegio de la nobleza.
Testigo sordo y ausente de estos cambios, morando en una soledad tañida por el sonido de las campanas, reside Quasimodo, ese ser incomprendido y aislado que desearía poseer un corazón de piedra y así no sufrir de amor.
En fin, The Hunchback Of Notre Dame es una obra clásica de calidad indiscutible.
The Hunchback Of Notre Dame nos muestra el pesar del alma humana que se siente atormentada por la dura realidad que le maltrata a diario, una obra que nos muestra hasta qué punto el hombre puede ocasionar el mal en otros sin sentir remordimientos.
The Hunchback Of Notre Dame nos muestra cómo inclusive el odio y la malignidad se pueden amparar detrás de aquello que es supuestamente benigno y sagrado.
The Hunchback Of Notre Dame nos refleja cómo la bondad de corazón y las ansias de hacer lo correcto a pesar de las consecuencias no tienen nada que ver con las engañosas apariencias externas, y por sobre todo una obra para nada edulcorada que demuestra que muchas veces la infelicidad está predestinada por causas extremadamente estúpidas frente a las cuales no hay nada que se pueda hacer.

“Why was I not made of stone - like thee?”


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