A Room with a View

“I don't care what I see outside.
My vision is within!
Here is where the birds sing!
Here is where the sky is blue!”

La Época o Era Edwardiana, en El Reino Unido, es el período que cubre el reinado de Edward VII, y se extiende desde 1901, a 1910.
El fallecimiento de La Reina Victoria, en enero de 1901, y la sucesión de su hijo, Edward, marcaron el inicio de un nuevo siglo, y el final de La Época Victoriana.
Aunque Victoria había rechazado a la sociedad, Edward era el líder de una elite a la moda, que estableció un estilo influenciado por el arte y la moda de Europa continental, posiblemente debido a la afición de viajar del Rey.
La Era, estuvo marcada por cambios significantes en la política, a medida que sectores de la sociedad que habían sido ampliamente excluidos del ejercicio del poder en el pasado, como los obreros plebeyos y las mujeres, se volvieron cada vez más politizados.
La Era, fue expuesta a los nuevos medios de comunicación, que despreciaron las injusticias de la división de clases.
En la ficción, algunos de los más distinguidos escritores de esa época son:
H.G. Wells, John Galsworthy, Arnold Bennett, Joseph Conrad, Kenneth Grahame, Lucy Maud Montgomery, P. G. Wodehouse, y Edward Morgan Forster.
E.M. Forster, OM, CH, fue un novelista, ensayista, y libretista inglés; cuyas obras abordan las diferencias de clase, y la hipocresía de la sociedad británica de principios de siglo XX.
Después de una segunda estancia en La India, Forster publicó una de sus obras más célebres:
“A Passage to India” (1924), en la que analiza el conflicto entre las culturas occidentales e indias.
Ese fue un tema recurrente en toda su obra:
Las barreras sociales que ha habido siempre en la vida, primer tema central, son causa de las tentativas que hacen los personajes principales de Forster, para comprenderse los unos a los otros.
De hecho, en 2 de sus obras más célebres:
“A Passage to India” (1924) y “Howard's End” (1910), Forster medita sobre la prácticamente imposible reconciliación entre las clases sociales.
La sexualidad, es otro de los temas que aborda el autor inglés.
El ejemplo más claro es “Maurice”, publicada en 1971, un año después de su muerte, por tratar la homosexualidad.
Con esta obra, Forster mostraba la posibilidad, de poder eliminar la diferencia de clases, a través de una relación homosexual.
Se puede afirmar, que los escritos de Forster, hicieron una evolución del amor heterosexual, al amor homosexual.
Y es que Forster, suele utilizar símbolos como técnica en sus novelas, y fue criticado, al igual que su amigo Roger Fry, por estar tan atado al misticismo.
Un ejemplo de su simbolismo, es el árbol olmo montano en su novela “Howard's End” (1910):
Las características del personaje Mr. Wilcox; y de Mr. Moore en “A Passage to India” (1924), tienen un vínculo místico con el pasado, y pueden conectar con personas, más allá de sus círculos sociales.
Por su parte, “A Room With a View” (1908), publicada, evidentemente mucho antes, es la crónica de ingleses de alta posición social, que gustan de pasar las vacaciones de verano en Italia.
En ella, Forster describió con mucha ironía, la conducta pretenciosa de sus paisanos en ese país, en donde surge un romance, hay malentendidos, aparece un pretendiente muy estirado y pesado, y luego, los personajes retornan a Inglaterra, donde las cosas ocurren dentro de una comedia romántica muy elegante y optimista, algo muy raro o inusual en Forster.
Como dato, él utiliza mucha técnicas “marca de casa”, que incluyen contrastes entre caracteres “estáticos”, y “dinámicos”
Personajes “dinámicos”, son aquellos, cuyas ideas y su “yo interno” se desarrolla o cambia en el trascurso de la trama; mientras que los personajes “estáticos” se mantienen constantes.
Así, la novela toca muchos temas relacionados con la sociedad y la política en La Era Edwardiana de principios del siglo XX.
Forster, hace diferencia entre el pensamiento conservador y radical, que se ilustra en parte, por sus contrastes, entre el medieval señor Beebe, la señorita Bartlett, y Cecil Vyse; y personajes del Renacimiento, como Lucy, y los Emerson.
Lucy, personifica la generación joven y emergente de esa época, durante la cual, el sufragio femenino ganaría terreno fuerte.
Forster, manifestando sus propias esperanzas para la sociedad, termina el libro con Lucy, al haber elegido su propio camino en la vida, una conexión con el hombre que ama.
Los opuestos binarios, también se reproducen en toda la novela, ya que a menudo hay menciones de “habitaciones” y “puntos de vista”
Los personajes y los lugares relacionados con “habitaciones” son, más a menudo, poco conservadores y creativos, como la señora Honeychurch, que es a menudo representada en una habitación, al igual que Cecil.
Personajes como Freddy y los Emerson, por el contrario, a menudo se describen como “modernos”, que representas su mente abierta, con visión de futuro, y tipos de caracteres más actuales.
También, hay un tema constante sobre “la luz y la oscuridad”, donde en muchas ocasiones, el propio Cecil dice, cómo Lucy representa “la luz”
Pero Forster responde, afirmando cómo Cecil es “el oscuro”, que como en la escena donde se bañan desnudos en el estanque los Honeychurch, alude al hecho de que nunca pueden estar juntos, y que ella realmente pertenece a George, que es uno de los que está desnudo en la poza.
Curiosamente, el nombre de Lucy significa “luz”, mientras que el nombre de Cecil significa “a ciegas”, es decir, aquel que está “en la oscuridad”
Forster, también contrasta las diferencias simbólicas espaciales, entre Italia e Inglaterra.
Él idealizó a Italia, como un lugar de libertad y expresión sexual.
Italia prometió cruda pasión natural, que inspiró a muchos británicos en el momento que deseaban escapar de las constricciones de la sociedad inglesa.
Mientras Lucy está en Italia, sus visiones del mundo cambian dramáticamente, y las escenas tales como el asesinato en la plaza, le abren los ojos a un mundo más allá de su “vida protegida en Windy Corner”
Así las cosas, en El Período Edwardiano, es frecuentemente considerado, como una romántica “época dorada”, con largos atardeceres de verano, fiestas de jardín, y grandes sombreros; esta percepción cultural, surgió de aquellos que recordaban La Era Edwardiana con nostalgia, y mirando en el pasado su niñez, a través del vasto, oscuro, y horrible abismo de La Primera Guerra Mundial.
Posteriormente, La Época Edwardiana, fue vista con ironía, como un “período de placer mediocre” comparado con los grandes logros de La Época Victoriana, que le precedió, y la gran catástrofe de la guerra que ocurriría después.
“He doesn't know what a woman is”
A Room with a View es un drama británico, del año 1985, dirigido por James Ivory.
Protagonizado por Maggie Smith, Helena Bonham Carter, Denholm Elliott, Julian Sands, Simon Callow, Daniel Day-Lewis, Patrick Godfrey, Judi Dench, Rupert Graves, Fabia Drake, Joan Henley, Amanda Walker, Maria Britneva, Rosemary Leach, Peter Cellier, Mia Fothergill, entre otros.
El guión es de Ruth Prawer Jhabvala, basada en la novela homónima, de E.M. Forster de 1908; que es ante todo, la historia de una joven, que despierta al mundo, y que termina por asumir sus propios anhelos más íntimos, tras engañarse tanto a sí misma, como a la sociedad que la rodea; un drama romántico de época, con toques de comedia.
Ivory y Merchant, comenzaron a trabajar juntos en 1963, pero es A Room with a View, la que les da fama internacional.
Por su parte, Ivory, aprovechó la novela de Forster, para tratar uno de sus temas más queridos:
La confrontación de culturas opuestas, entre la rígida inglesa, y la alegre y apasionada italiana.
A Room with a View obtuvo 3 Premios Oscar:
Mejor Guión Adaptado, Mejor Dirección Artística, y Mejor Vestuario.
Y 5 nominaciones:
Mejor Película, director, actor de reparto (Denholm Elliott), actriz de reparto (Maggie Smith), y cinematografía.
Se rueda en exteriores y escenarios reales de Florencia, como La Piazza Santa Croce, Piazza della Signoria... Emmetts Garden, Sevenoaks Foxwold House, de Chiddingstone, y Londres, con un ajustado presupuesto de $4.4 millones.
La acción tiene lugar en Florencia y en Foxwold, Kent; en la mansión rural de los Honeychurch, durante los primeros años del reinado de Edward VII.
Lucy Honeychurch (Helena Bonham Carter), es una joven inglesa de buena familia, que se encuentra de viaje en Florencia, acompañada por su prima y dama de compañía, Charlotte Bartlett (Maggie Smith)
En la pensión donde se hospedan, conocen al excéntrico señor Emerson (Denholm Elliott), y a su hijo George (Julian Sands), que amablemente les ceden sus habitaciones, para que las damas disfruten de una ventana con vistas a la ciudad.
De pronto, Lucy se enamora de George; mientras Charlotte impide que el romance prospere.
Pero Lucy regresa a Inglaterra, donde se promete a un hombre llamado Cecil Vyse (Daniel Day-Lewis)
Lo que no esperaba ella, es la llegada de George a la campiña, que le provoca una catarsis.
Lucy, estaba comprometida, y su tía, jamás se perdonará el haber permitido que eso sucediera, siendo ella “la chaperona”
“Siempre dice lo mismo, que jamás se perdonará nada, y al final se lo perdona todo”, le recrimina Lucy, quien ahora se encuentra confusa en sus sentimientos, y tendrá que decidir acerca de su futuro con Cecil.
Y la cosa no va a ser sencilla, porque por una de esas casualidades, George termina haciéndose amigo de la familia, especialmente de Freddy (Rupert Graves), el hermano de Lucy, por lo que la disyuntiva será mayor.
El relato, se sitúa en un entorno pintoresco, confortable, y lujoso, propicio para la sensualidad, y el deseo; y explora el proceso interior del despertar sexual femenino, la turbación que produce en algunos casos, los anhelos que genera, la difícil manipulación de los sentimientos, y sus relaciones con las convenciones sociales.
Todo lo anterior hace de A Room with a View, el verdadero cine costumbrista inglés.
“I love you.
I want you to have your own thoughts and ideas and feelings, even when I hold you in my arms”
Siempre se ha reconocido en James Ivory, su rigor en la reconstrucción de época, y su particular talento; y el de sus colaboradores de siempre:
La guionista Ruth Prawer Jhabvala, y el productor Ismail Merchant, para traducir más que ilustrar una novela, en su difícil pasaje, al lenguaje del cine.
Así, en las puertas del siglo XXI, Ivory parece decidido a continuar la tradición de la narrativa novelística del siglo XIX, con las suntuosas posibilidades que le proporciona el cine, el arte representativo del siglo, por antonomasia.
En este sentido, el director sigue siendo un intermediario entre culturas, un mediador entre el pasado y el presente; y resulta un verdadero placer para los sentidos.
Fiel a su estilo preciosista, Ivory realiza una adaptación elegante y hermosa de la novela de E.M. Forster.
Para el placer visual, la contribución del trabajo de los vestuaristas es esencial.
Los avatares sentimentales de una jovencita inglesa, iniciados en Florencia, y continuados en su hogar en la campiña inglesa… a principio del siglo XX, es un tema bien sugerente de recrear, y así lo logra el equipo de producción en su conjunto, resultando un producto delicioso y placentero de ver, desde la fotografía, los diálogos, las interpretaciones, la decoración, y localizaciones… y sobre todo, el trabajo de vestuario.
La fotografía, de Tony Pierce-Roberts, se extasía ante las vistas de Florencia, los paisajes naturales de la campiña, y los cuidados escenarios interiores.
Atrapa la mirada y el gesto de los actores, en busca del sentido de la comunicación no verbal.
Los títulos de crédito, y los carteles de continuidad, a la manera del “cine silente”, se acompañan de bellas imágenes de grutescos manieristas.
Pero sin duda, es el diseño de cada conjunto, en el cual se aprecia el cuidado en su relación con el carácter de los personajes, que forman parte de ese delicioso producto, se refleja con elegancia y buen gusto, y sin más pretensiones argumentales, que en una historia de amor en la Inglaterra Edwardiana.
Al hilo de los hechos, se presenta un elegante fresco descriptivo de la sociedad británica del momento.
Añade agudos toques críticos; distingue entre la ciudad, fuente de represiones; y la naturaleza, fuente de salud y felicidad.
Confronta 2 culturas contrapuestas:
La inglesa rígida; y la italiana, alegre y apasionada.
El relato, está salpicado de ironía y humor; y se sirve de elementos visuales, para sugerir y explicar pensamientos y sentimientos, como las esculturas de La Piazza della Signoria, que evocan la turbación interior de Lucy.
Lo más destacable, de los emplazamientos, es la ciudad capital de la Toscana, Florencia; una mezcla de todos los sentidos, y es quizás, el mejor de los decorados de cualquier película de amor.
Los planos de las estatuas que jalonan Las Piazzas, expresan esa turbación que Lucy empieza a sentir en su interior, preconizando tanto un sentimiento de violencia interior que padece, como la llegada de Lucy a la plaza, que provoca en ella unos deseos contra los que lucha debido a su educación; como su exterior, cuando se produce una pelea en la plaza, y se caen a continuación, unas fotos al río…
Ese sentimiento, tropieza con la opinión de su familia, que condiciona todos sus actos.
Para narrar dicha transformación, Ivory y su equipo, dotaron a, A Room with a View, de un cierto aire de “pieza de cámara” alambicada, cuya estructura va atrapando a unos personajes replegados sobre sí mismos, y que sólo alcanzan algo de felicidad, cuando se encuentra en la naturaleza:
En ella, Lucy y George se besan por primera vez; George y el hermano de Lucy, Freddy, juegan desnudos en un lago, de manera jovial…
Hay muchos planos de campo, de amapolas, de la campiña toscana, donde los personajes alcanzan la felicidad más plena.
El fondo, A Room with a View realmente es un ejemplo del típico “viaje iniciático”, de un viajero/viajera, que comienza la búsqueda de un cambio interior.
La señorita Honeychurch, no sabía qué iba a descubrir en la ciudad de los Uffizi, hasta que se abren las ventanas de la pensión Bertolini…
Y se refleja muy bien ese sentimiento en la Toscana más ardiente:
Pasión, placer, y drama.
También, hay escenas donde corre la buena comida, y por todos lados hay arte, un arte igualmente ardiente y sensual.
Del reparto y los personajes:
Lucy Honeychurch, es magníficamente interpretada por Helena Bonham Carter, sus dilemas, su pasión cuando agarra el piano, su furia, es la de una niña inglesa, encerrada en sus estructuras, que no contradice a sus mayores.
George Emerson, por otra parte, es encantador en sus arrebatos, y en la firmeza de su honestidad, pero también es un hombre extraño, y muy extrovertido.
No obstante, es sincero y leal, y esos son valores inmejorables, además de súper caballero y guapo, Julian Sands en sus mejores, o tal vez el mejor papel de su carrera.
Y el hoy triple oscarizado, Daniel Day Lewis, interpreta magníficamente a un Cecil Vyse, tal cual lo ideó el autor de la obra, pero en ésta versión, no puedo evitar sentir, que le da un aire un poco más homosexual a su personaje.
También, Maggie Smith como la chaperona de Lucy, está excelente, algo entrometida e indiscreta, pero entrañable.
Como espacio temporal, queda perfectamente recreada, la sociedad excluyente y arribista de La Era Victoriana; mientras que la gente progresista, como George, la Sra. Honeychurch (Rosemary Leach), madre de Lucy; Freddy, el hermano menor… y hasta El Reverendo Beebe (Simon Callow), van dando puntadas para que la liberalidad y la sensatez, se abran paso, y el amor pueda expresarse como debe ser.
Son escenas memorables:
La de la pelea, y la de Freddy, George, y el pastor anglicano, jugando desnudos en el estanque, muy homoerótico; así como cualquier encuadre de Florencia, o los exteriores, están bellamente capturados.
Por último, la música de Richard Robbins, aporta una partitura original de 15 cortes, de aire clasicista y romántico, que expresan con solos de piano, la pasión de los personajes.
Son muy expresivos:
“The Pensione”, “See The City”, “In The Piazza della Signoria”, y “End Tittle”
Y añade fragmentos de arias de ópera, como “La Rondine” de Giacomo Puccini, de la que toma el estribillo melódico principal; y del aria “O mio babbino caro” de la ópera “Gianni Schicchi”, cantada por la soprano, Kiri Te Kanawa, también de Puccini, que sugiere en efecto, que “una damisela, debe pedir permiso a su querido papaíto, para poderse casar”
Algo que, en su fuero interno, Lucy no puede aceptar, y que le hará experimentar un proceso hacia la madurez, obligándose a tomar sus propias decisiones vitales.
“Don't you agree that, on one's first visit to Florence, one must have a room with a view?”
El mensaje claro de A Room with a View, es que “es más fácil manejar las situaciones, cuando nuestros sentimientos no se encuentran implicados” y “para aclarar nuestros sentimientos, a veces necesitamos tiempo”
Y nada mejor que el viaje que nos propone A Room with a View, para encontrar el amor:
Florencia, o “Firenze” en italiano, una ciudad situada al norte de la región central de Italia, capital, y ciudad más poblada de La Ciudad metropolitana homónima, y de la región de Toscana, de la que es su centro histórico, artístico, económico, y administrativo; una ciudad conocida a nivel mundial por su patrimonio artístico, y arquitectónico.
El estilo artístico más extendido en la ciudad, es el renacentista, creado en la misma ciudad, en la 2ª mitad del siglo XIV, aunque también cuenta con un importante patrimonio de otros estilos arquitectónicos y artísticos.
Su centro histórico, fue declarado Patrimonio de La Humanidad por La UNESCO, en 1982.
El corazón de la ciudad, es La Piazza della Signoria, en la que se encuentra El Palazzo Vecchio, centro administrativo de la ciudad, desde La Época Medieval; La Loggia dei Lanzi; y la cercana Galería de los Uffizi, uno de los museos más importantes de Italia.
A pocos minutos de dicha plaza, se encuentra La Piazza del Duomo, cuyo centro es La Basílica de Santa Maria del Fiore, Catedral de Florencia, y conocida por su cúpula, obra maestra renacentista, proyectada por Filippo Brunelleschi.
El conjunto monumental de La Piazza del Duomo, se completa con El Campanile de Giotto, y El Baptisterio de San Juan.
Pero cabe destacar que Florencia, fue un semillero de las artes en El Renacimiento:
Pintores como:
Vasari, Bronzino, Pontormo, Andrea del Sarto, Fra Bartolommeo, Miguel Ángel, Rafael, Leonardo da Vinci, Perugino, Signorelli, Girlandaio, Masaccio, Giotto, Botticelli, Andrea Verrochio, Fraangelico, Filippino Lippi, y Piero della Francesca.
Escultores como:
Giacomo della Porta, Giovanni da Bologna, Miguel Ángel, Desiderio, Leonardo da Vinci, Donatello, Giotto, y Antonio Pollaiuolo.
Arquitectos como:
Vasari, Arnolfo Di Cambio, Miguel Ángel, Sangallo, Bramante, Leonardo da Vinci, Brunelleschi, Alberti, Giotto, Filarete, entre otros.
Escritores como: Dante, Poliziano, Leonardo da Vinci, Boccaccio, y Maquiavelo.
También, cabe destacar la gran importancia que recibe la ciudad, por la creación de la perspectiva lineal, que da forma a numerosas obras contenidas en ella.
Que no se diga más, Florencia es una ciudad de muchas vistas, en donde el amor, la pasión y el romanticismo, pululan por cada rincón, con cada vista, desde cualquier cuarto de la ciudad.

“My father says there is only one perfect view, and that's the view of the sky over our heads”



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