Warrior

“And who are you exactly?”

La mayoría de las películas de acción de los 80s y 90s, exceptuando a “Rocky” (1976), se enfocaban mucho en la violencia, y situaciones que carecían de tramas fuertes y personajes.
A medida que pasaron los años, la apuesta era mayor, por la exigencia del público, y desde ese momento, se empezó brindar algo más que una “emoción barata”
Entonces llegaron más películas para llenar ese eslabón perdido, que permitía atraer a un público más amplio; películas que hacían comprender que, detrás de peleas y puños, había una historia.
La Ultimate Fighting Championship (UFC), es la mayor empresa de artes marciales mixtas en el mundo, que alberga la mayor parte de los mejores peleadores del ranking en el deporte, y produce eventos por todo el mundo.
Se denomina “artes marciales mixtas”, conocidas frecuentemente por sus siglas en inglés, MMA o “Mixed Martial Arts”; a la combinación de varias artes marciales, con fines de emplearla como método de defensa personal y/o para la competición en el deporte de combate.
El primer evento de UFC, se llevó a cabo en 1993, en Denver, Colorado, EEUU.
El propósito del evento, fue identificar el arte marcial más efectivo, en una pelea real entre competidores de diferentes disciplinas de combate, incluyendo el boxeo, jiu-jitsu brasileño, sambo, lucha, muay thai, karate, judo, y otros estilos.
En competiciones posteriores, los combatientes comenzaron a adoptar técnicas eficaces de más de una disciplina, lo que indirectamente ayudó a crear un estilo completamente separado de la lucha, conocido como “artes marciales mixtas” hoy en día.
La UFC, también ha comprado y absorbido a sus promociones rivales como:
PRIDE, World Extreme Cagefighting, y Strikeforce.
Si bien, la mayoría de las historias sobre este deporte, se tratan sobre hombres, y están destinadas justamente para hombres, la sensibilidad y el corazón, las hace accesibles al público femenino, ahora más que antes.
Y son creíbles, la parte más importante.
¿Se pueden tratar las artes marciales, desde una perspectiva distinta?
“Fight for Family”
Warrior es un drama del año 2011, escrito y dirigido por Gavin O'Connor.
Protagonizado por Joel Edgerton, Tom Hardy, Nick Nolte, Jennifer Morrison, Kevin Dunn, Bryan Callen, Liam Ferguson, Frank Grillo, Kurt Angle, Maximiliano Hernández, Noah Emmerich, Vanessa Martinez, entre otros.
El guión fue escrito por O'Connor, en colaboración con Anthony Tambakis y Cliff Dorfman.
Según el director, Warrior refleja su pasión por el deporte de las artes marciales mixtas, pero la historia surgió, y se centra en el “distanciamiento de 2 hermanos, la reconciliación, la sanación, y el perdón”; y lo narra cuando esos 2 hermanos distanciados, entran a un torneo de artes marciales mixtas, mostrando la relación que existe entre ellos, y con su padre; una producción sobre el dolor, el remordimiento, el amor, y los delicados lazos que unen a una familia.
Nick Nolte, fue nominado a los premios Oscar, en la categoría de mejor actor de reparto; y en los créditos finales, se menciona que Warrior está dedicada a la memoria de Charles Lewis, un empresario ligado al deporte de las artes marciales mixtas, que falleció en 2009.
Según el director, el papel del empresario que organiza el torneo en Warrior, iba a ser originalmente interpretado por Lewis, pero debido a su muerte, el mismo O'Connor asumió el rol.
El estreno de Warrior, fue retrasado durante casi un año, para no coincidir con la película “The Fighter” (2010)
Como una forma de promocionarla, se publicó un libro titulado “The Men Of Warrior”, que contenía fotografías de los actores involucrados en el proyecto.
El rodaje, tuvo lugar en Pittsburgh, EEUU; y duró entre 10 y 12 semanas.
Los créditos abren con “Start a War” de The National, mientras a lo lejos vemos a Pady Conlon (Nick Nolte), un hombre cansado, viajando a su hogar tras una sesión de Alcohólicos Anónimos, donde entre otras cosas, busca dejar atrás su pasado.
En su hogar, lo esperaría su pasado... su hijo Tommy Riordan (Tom Hardy), que tras reprocharle los abusos sobre su madre, y haberla abandonado mientras ella moría, le pide que vuelva a entrenarlo, con la misma severidad de antaño, con la única condición, de que no intentara reconciliar su relación definitivamente quebrada.
¿Para qué?
Para volver al octágono de MMA.
Tommy es el menor de la familia, y adoptó el apellido de soltera de su madre, desapareció de la faz de La Tierra para su hermano Brendan por años, hasta que se encuentran en un torneo de MMA, ya adultos.
Tommy, estuvo invicto toda su carrera, antes de enrolarse en el ejército para combatir en La Guerra de Irak, y que sigue siendo un hábil competidor, al abatir a un profesional en menos de un minuto.
Su hermano mayor, Brendan Conlon (Joel Edgerton), es un esforzado y carismático profesor de física, y también probó suerte en Las Artes Marciales Mixtas.
Endeudado por la enfermedad del corazón de su hija, y cuya hipoteca se hace imposible de pagar, deberá probar suerte en los círculos nocturnos de combates de “todo vale”, para costear sus deudas, lo que le traerá secuelas físicas imposibles de esconder, por lo que la escuela, al comprobar que uno de sus docentes es un luchador clandestino, lo suspende de sus funciones.
La construcción paralela de los hermanos, debía tenerlos cara a cara en el octágono, y la ocasión no es otra que, conocer quién es “el hombre más fuerte del mundo”, en un torneo llamado “Sparta”, donde un millonario excéntrico, decide ofrecer $5 millones para enfrentar a los mejores competidores del mundo.
Tras ésta trama, hay un choque de personalidades bestial, donde Hardy, por su parte, tiene la actitud y la fuerza más agresiva; mientras que su hermano es más humilde, y a la vez, menos corpulento.
Todo esto nos lleva a un clímax excepcional, en el que los hermanos deben pelear, uno contra el otro, bajo condiciones inesperadas, en las que uno de ellos será encarcelado por violar la ley, y el otro podrá triunfar.
Ambos ganan en una escena impresionante, que demuestra la capacidad humana de un excelente actor, y una historia que siempre fue destinada a ser mostrada.
Lo genial de todo este relato, es que lo que parecería saturar la trama, funciona.
Y funciona en más de un nivel, al punto de que este drama familiar y deportivo, termina siendo una buena película de post-guerra, de la depresión nacional post-crisis, una interesante observación a la cobertura mediática sensacionalista de este tipo de deportes, y por qué no, una película sobre combatir adicciones y culpas del pasado.
Warrior, es una intensa búsqueda de redención, donde las grietas de un pasado familiar doloroso, salen a flote tras una década igualmente dolorosa para el país.
El punto de Warrior, es hacer que el público experimente un triste y duro dilema, en esta lucha entre hermanos.
El guionista y director, hicieron una gran puesta en escena, al mostrar personajes reales, con años de problemas de abandono y confianza.
Uno de los mejores dramas de acción y combate de los últimos tiempos; y ofrece una visión de los guerreros de hoy día, de los que pelean para poder pagar la hipoteca, para salir de las garras de su impotencia vital, y porque, aunque parezca mentira, el cariño es una de las cosas más difíciles de expresar, cuando ya eres un adulto bien jodido.
“The devil you know...”
Gavin O’Connor, dirige esta tremenda película sobre la hermandad, el rencor, el alcoholismo, y la familia, con una gran fotografía, y un manejo de cámara de gran calibre, que muestra cómo son las relaciones humanas, y hasta dónde puede llegar el hombre para salvar a su familia; cargada de drama y violencia durante todo el metraje, excepto durante las peleas, donde la tensión sube, pero eso sí, los 30 minutos finales, son para sufrir y moquear de lo lindo.
Considerada como la “Rocky” (1976) de nuestros tiempos, Warrior es el primero que le hace verdadera justicia al deporte de MMA, y tratando con seriedad al mismo, en vez de poner a adolescentes con problemas de manejo de ira como protagonistas.
El exquisito cóctel entre dureza, franqueza, y naturalidad de los diálogos, ayuda aún más a implicar a un espectador, que corría el riesgo de acabar pensando, que le estaban contando el mismo cliché que ha visto en infinidad de ocasiones.
No es ese el único recurso destacable de O’Connor, ya que también establece muy bien, la diferencia entre las 2 mitades de la trama, a través de un breve pero elocuente montaje en pantalla dividida, para introducir el torneo de lucha libre, en el que ambos hermanos van a participar.
Aún hay restos del dramatismo más intimista de la última hora, la última discusión entre Brendan y su esposa, sobre que el primero vuelva a pelear; pero todo es para terminar de perfilar una segunda mitad, en la que gana peso el trabajo de guión, para que el espectador desee que Brendan consiga cumplir su papel de vencedor improbable.
O’Connor echa el resto en sus combates, para conseguir una reacción emocional del espectador, quien reacciona instintivamente, poniendo la piel de gallina.
¿Hay manipulación a través de los recursos sonoros?
Sin duda, pero hecho con tanta clase, que nunca debería verse como algo negativo.
El análisis de una familia destrozada, de personalidades muy diferentes... con 2 hermanos con un enlace roto; un padre maltratador y borracho, que intenta redimirse aunque sea tarde.
Los agobios, las presiones, y las decisiones al límite, llevan a esta familia a encontrarse de la peor manera.
Tras esto, observamos como la vida de unos y otros, no es tan diferente a pesar de las diversas personalidades, y eso lo podemos comprobar en un final que sobrecoge al más pintado.
El torneo, también sirve para que las heridas emocionales de padre e hijos, alcancen un punto álgido, que permite que el interés nunca decaiga, cuando la acción se aleja del ring.
Basta con mencionar, la desgarradora escena con Nick Nolte, escuchando un audiolibro en su walkman…
Eso sí, O’Connor también pone mucho empeño en el cambio de mentalidad de la única mujer, la esposa, según avanzan los combates; y el divertido apoyo del director del instituto y alumnado; mientras que Tommy es recibido como un patriota improbable, que consigue el calor del público, pese a su discutible estilo.
El protagonista, definitivamente es Brendan, él es “el chico bueno”, no estoy diciendo que Tommy sea malo, pero si es complicado, y tiene un pasado lleno de mierda; y aunque Brendan es el protagonista, la atención se basa en Tommy.
Él es un hombre sumamente dañado, al que no le interesa hablar con nadie, y lo único que quiere es golpear a las personas.
Hardy, realmente pulverizo a su personaje, y me hizo sentir que era una persona real; por su descarnada interpretación del brutal Tommy Conlon, seguramente por las heridas que acaba mostrando dentro de esa fortaleza y desdén con las que reacciona durante la mayor parte del metraje.
Hardy se sale en esta película; menuda bestia, con una violencia interna que pareciera inhumana, pero matizada por su dañada personalidad, al vivir de un trauma en otro, cargando con los problemas del mundo en sus hombros.
Y aunque pareciera no tener mucho sentido, que semejante animal pierda contra su hermano al final; aunque pensándolo, es cierto que en los campeonatos de “Ultimate Fighting”, muchas veces, me llevaba sorpresas en algunos combates, en los que el más flojo en apariencia física, se llevaba la victoria gracias a muchas llaves, por pelear en el suelo, y romper miembros o dislocarlos...
También, cabe destacar la progresiva empatía que el espectador siente por Tommy, a medida que va descubriendo los verdaderos motivos que le mueven a regresar a los cuadriláteros de boxeo.
Por su parte, Joel Edgerton está prácticamente a su altura, en un personaje menos agradecido, que ha de saber sobrellevar los tópicos habituales de las historias de los “underdogs”, pero sale airoso del envite.
Hay que mencionar, las impresionantes transformaciones físicas que han sufrido Joel Edgerton y Tom Hardy, pero no sería justo que desluciesen la fuerza que imprimen, no solo a sus golpes y patadas, sino también a sus sentimientos más internos, que trasladan al espectador, con una naturalidad arrolladora, y que muchas veces chocan por su propia contradicción.
Tanto Hardy como Edgerton, debieron prepararse físicamente para sus respectivos roles, comenzando a entrenar en diciembre de 2009, y continuaron durante el mismo rodaje.
Durante su entrenamiento, recibieron las instrucciones de los luchadores de artes marciales mixtas:
Nate Marquardt, Yves Edwards, y Anthony “Rumble” Johnson.
Hardy, aumentó cerca de 13 kg, unas 28 libras de masa muscular en 5 semanas.
La diferencia entre los 2, está muy bien lograda:
Tommy, es el luchador olímpico, prodigioso y “background” en boxeo, seguro de su paso por el ejército, con energía superior.
Brendan, es el tipo con experiencia y “timing”, quién posee habilidades de “grappling” y sumisiones de calidad.
Según Hardy, para su trabajo en Warrior, se basó en ciertos aspectos de su experiencia personal, como la relación con una familia disfuncional, y los problemas del alcoholismo.
Y Nick Nolte, el único que obtuvo una mención en los Oscar por su trabajo aquí, algo comprensible, no ya sólo por su brillante actuación de un ex-alcohólico que quiere rehacer su vida, pero no sabe qué hacer para que su tormentoso pasado lo impida; y es curioso, como esto es algo que uno podría asociar con la vida real del propio Nolte, el cual fue protagonista de varios escándalos, siendo Warrior, la confirmación definitiva, de que podía volverse a confiar en él.
Los 3 actores, Nick Nolte, Joel Edgerton, y Tom Hardy, logran lo imposible, una poderosa, brillante, y conmovedora película, que baja hasta lo más profundo de los infiernos familiares, para ir remontando a lo largo del metraje, a base de sangre, sudor, y lágrimas.
Y es que Warrior se centra sobre todo, en la lucha que libra cada uno de los 3 protagonistas, y de la que, al final, más o menos magullados, todos logran salir bien parados.
El padre, Nick Nolte, lucha contra su vida pasada, una vida marcada por el alcoholismo, y el abandono de su familia, tratando, en la medida de lo posible, de rehabilitarse.
El hijo menor, Tom Hardy, lucha contra sus propios demonios, que no paran de atormentarle continuamente, y que de la única manera que logra librarse de ellos, es durante los combates.
Y el hijo mayor, Joel Edgerton, lucha contra los reveses de la vida ocasionados, como a tanta gente en el mundo real, por la codicia de banqueros, políticos, y especuladores, que hacen que un hombre culto, con un buen empleo y familia, se vea obligado a “rebajarse” para poder salir adelante.
Un retrato bastante crudo, a la vez que realista, de la vida.
Lo malo de Warrior puede venir de ser previsible, tópica, y fácil pero:
¿Es verdad importa eso?
Si bien es efectista a más no poder, donde además, se juega con la sensiblería y el sentimentalismo más burdo; por un lado, la historia mil veces vista, del luchador de buen corazón y trasfondo, que pelea por dar a su familia las necesidades básicas, todo ello aderezado con el dramón familiar de fondo, por si no fuera suficiente, con las penurias económicas.
Por otro lado, esa absurda asociación que se desprende, antes de que llegue su más de previsible final, de que tiene que ganar porque es un buen hombre, un buen padre, un buen esposo, un buen profesor, un buen hermano, un buen hijo... un hombre con valores.
Y da igual que lleve años retirado, de que luche contra “animales” con el doble de preparación, y el doble de cuerpo, contra gente supuestamente profesional.
Es que no pierde ni un combate…
Todos ellos muy feos, muy calvos, muy tatuados, muy con cara de malo, más estereotipados, imposible.
Con todo, Warrior se ve con agrado, muy entretenida a pesar de todo, y se pasa volando; y es curioso, porque logra una poderosa y sorprendente combinación entre adrenalina, héroes, y testosterona, con la fragilidad del amor, el tormento personal, y la vulnerabilidad emocional de los personajes.
En este caso, un padre ex alcohólico y ex maltratador, quien busca la redención de sus 2 hijos, duros expertos en artes marciales, pero llenos de gigantescas heridas emocionales, rencor y odio, uno de los hermanos más que el otro, y que tanto daños les ha generado a lo largo del tiempo.
Durante los 2 días de campeonato, asistiremos a un “coctel” extremo de testosterona y amor, violencia y sensibilidad, sangre y perdón…
Parece imposible lograr una mezcla así, sin caer en el ridículo o en lo artificial, pero Warrior lo logra, convirtiéndose a base de escenas de lucha extrema, muy bien rodadas por cierto.
Las partes de peleas MMA, son buenas, muy buenas, pero más importante que las coreografías, es que las peleas son parte de la historia.
El estilo de pelear de los hermanos, definen sus personalidades, y en la etapa en que se encuentran en sus vidas.
Por otra parte, Warrior hace un gran trabajo, al hacerte ver los motivos de ambos personajes, por lo que uno, como audiencia, quiere que ganen los 2 hermanos.
Cuando el torneo comienza, hasta el último acto, la adrenalina sube, y hasta cierras los puños.
Te interesas por los personajes, al punto que parece que estás viendo una pelea de verdad.
Incluso, puede que brinques al ver algunas de las peleas.
La larga batalla final, en cuanto a la forma de rodarse, me recordó a las grandes batallas clásicas que ahora se echan de menos en el cine actual.
Para los fans acérrimos de las artes marciales mixtas, deporte en ascenso en todo el mundo, hay referencias ineludibles, y guiños gigantes a la “Golden Age” de las MMA.
Kurt Angle como Koba, es un claro tributo al mejor peleador de todos los tiempos, el ruso, Fedor Emelianenko.
El evento dónde compiten los luchadores, evoca el formato de los legendarios torneos de Pride FC, cuando la organización de MMA japonesa, era la más fuerte e importante del mundo, y contaba con los mejores luchadores; incluso aparecen luchadores conocidos:
Sugar Rashad Evans, y Stephen Bonnar, entre otros, pero es simplemente un cameo de segundos.
En cada round, en cada golpe, en cada expresión, se gesta un dilema que va más allá de un simple enfrentamiento, donde 2 enemigos/hermanos, deben derrotarse el uno al otro, sino que se simbolizan 2 historias de vida, cuyo enfrentamiento está marcado por el dolor y la indiferencia.
Y es paradójico ver, cómo en un ring, donde constantemente se observa violencia, enfrentamientos, y competitividad, 2 personas pueden enfrentarse y, a su vez, sanar heridas del pasado.
Ese contraste, a través de luchas sutiles que no caen en lo bizarro, está muy bien logrado.
Como dato, en la última pelea, la final del torneo entre los 2 hermanos, Brendan tiene a Tommy en una técnica de jiujitsu llamada “omoplata”
En este deporte, es una técnica muy poco efectiva.
En competiciones de jiujitsu, con gi/kimono, sí que goza de cierto éxito, ya que es más difícil escapar de ella, y por lo general, se usa para lograr salir de malas posiciones en el suelo, o mejorar la actual posición.
Los combates ganados de una forma directa con esta técnica, son muy, pero que muy escasos, y en el más alto nivel, se pueden contar con los dedos de una mano, o ni eso.
Sin embargo, Brendan le rompe el brazo a Tommy con ella, en el tercer round, que encima, se supone que estando sudados de la acción previa, sería aún más sencillo escaparse de eso.
Pero hay más:
Se sabe que Tommy tiene el brazo roto.
Y en las reglas, en un caso así, da igual que el luchador no se rindiera, si tiene el brazo roto, el árbitro interviene parando la lucha, obviamente, declarando vencedor al que le rompió el brazo.
Hecho que se podría haber evitado, si el que lo sufre se rinde a tiempo, claro.
Todo esto se lo pasan por el forro, y Tommy lucha así, hasta el quinto round, donde acaba la pelea.
Y eso a algunos aficionados les ha molestado, pues muestra una imagen del deporte errónea, y lo daña.
Pero hay otras escenas dramáticas más importantes:
La escena de Nolte, escuchando el audiolibro “Moby Dick”, es de erizarse el vello; y cómo Tommy lo consuela, pues el padre está ebrio tras años de lucha contra el alcohol; así como las lágrimas derivadas de la emotividad de la pelea final, y ese “Te quiero”, absolutamente rompedor.
También, le encuentra la vuelta sin ser cursi al amor, el perdón, los demonios internos de cada uno, la lucha por hacer lo que uno ama, las promesas, y los reencuentros de familia.
Todo esto, sin golpes bajos, pero sí apelando a tocar alguna fibra de sensibilidad. Emoción y golpes, en la dosis perfecta.
Por último, la música de Mark Isham es muy buena.
La composición está al nivel del film, sobre todo en las partes más sentimentales, y en los momentos finales, donde lo emotivo se hace más patente.
Con Beethoven, y como clímax, el conmovedor tema de The National “About Today”, antológico, estos elementos positivos, hacen que te cale, te toca la fibra sensible, y te queda para siempre.
“...is better than the devil you don't”
Aunque las conozcas de memoria, siempre emocionan estas historias.
Uno no elige la familia, nace en ella, y adelante con lo que te encuentras.
Uno no elige las experiencias que tendrá de niño, las padece, y deja la adolescencia.
Uno no elige arrastrar en su persona adulta, la herencia de una coletilla parental que ahoga, asfixia, e impide el desarrollo normal, pero lo sobrelleva.
Uno no elige el dolor y sufrimiento como compañía voluntaria, pero parece inquilino engorroso, nunca dispuesto a partir o alejarse…
Uno desea elegir la felicidad, la tranquilidad de alma, calma de conciencia, pero maldita sea, si es pareja tan fácil de conseguir, pues el recuerdo de lo vivido, impide avanzar por el camino.
Esto hace a Warrior, una obra que nos habla de la paternidad, de la fraternidad, de los errores que marcan una vida, de la ira, del perdón, en un contexto de épicas luchas en una jaula; donde todo es posible de superar.

“I'm sorry Tommy!
I'm sorry...
Tap out Tom!
It's OK!
It's OK!
I Love You!
I Love You Tommy!”



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