살인의 추억 (Memories Of Murder)

“그냥... 일반”
(Era alguien normal)

Albert Einstein dijo una vez:
“El mundo no está en peligro por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad”
Los asesinatos en serie en Hwaseong (화성 연쇄 살인 사건), son una serie de asesinatos sin resolver, que se produjeron en Corea del Sur; considerados los más infames en la historia moderna del país, comparándose con “el asesino del zodiaco” de EEUU; en donde 10 mujeres, con edades comprendidas entre los 14 y los 71 años, fueron encontradas estranguladas, violadas, y asesinadas durante 4 años y 7 meses, en la ciudad rural de Hwaseong, en la provincia de Gyeonggi, entre Octubre de 1986, y Abril de 1991; desatando el terror de cientos de surcoreanos, en una época en la que Corea estaba bajo la dictadura militar de Chun Doo-hwan.
La mayoría de las mujeres, fueron asesinadas con sus propias ropas, como las bragas, y los calcetines.
Las pruebas reunidas, lograron dar con la descripción de un hombre con más de 20 años de edad, con un peso de 80 o 85 kilos, y con un grupo sanguíneo de tipo B, según los testimonios forenses.
El caso es muy famoso en Corea del Sur, por ser de los primeros cuyos crímenes siguen un “modus operandi”, y donde 2 millones de oficiales de policía, formaron parte de la investigación.
El número de sospechosos fue muy elevado, terminando con un total de 21.280 personas; y tras el 9º asesinato, las pruebas de ADN fueron enviadas a Japón para su análisis, pero los resultados no encajaron con los sospechosos.
El líder del Partido Uri, de Corea del Sur, trató de modificar la ley para dar a los fiscales más tiempo para encontrar al asesino; sin embargo, se llegó a la prescripción del caso.
La falta de pruebas cerró el caso el 2 de Abril de 2006, tras 15 años sin nuevos datos.
A día de hoy, los informes de los crímenes, siguen guardados en los archivos policiales, debido a su gran importancia.
Así pasó el caso a la historia, como el primer psicópata, asesino en serie de la historia de Corea del Sur.
¿Cómo es posible, que entre tantos que somos, se pueda encontrar al que no quiere ser encontrado?
“당신은 그의 얼굴을 봤어?”
(¿Viste su cara?)
살인의 추억 (Memories Of Murder) es una película de suspense coreana, del año 2003, dirigida por Bong Joon-ho.
Protagonizada por Song Kang-ho, Kim Sang-kyung, Kim Roe-ha, Song Jae-ho, Byun Hee-bong, Koh Seo-hee, Park No-sik, Park Hae-il, Jong-Ryol choi, Jeon Mi-seon, entre otros.
El guión es de Bong Joon-ho y Shim Sung-bo, basados en la obra teatral de Seo Tae-yoon, y se inspira en la historia real, del primer asesino en serie conocido en Corea, cuyos crímenes tuvieron lugar entre 1986 y 1991, en la provincia de Gyeonggi.
Esta historia, llevada al cine con sumo cuidado y respeto por Bong Joon-ho, que como cuenta, le fue muy difícil escribir el guión, ya que en todo momento pensaba en las familias de las víctimas, y se preguntaba qué derecho tenía él, a transformar está trágica y triste historia en una película, pero por otro lado, quería que los espectadores pudieran sentir la rabia que el mismo sintió con el desgraciado acontecimiento.
Lo importante del suceso, es que se trataba del primer caso de un asesino en serie conocido con un “modus operandi” propio.
Esto no significa que no hubieran existido asesinos en serie de este tipo antes, sino que hasta ese momento, la policía no estaba capacitada como para clasificar e investigar de esa manera, este tipo de sucesos.
El problema añadido fue que, en esa época, la policía coreana estaba a las antípodas de lo que es hoy en día.
Se trataba de un cuerpo de policía bastante rudimentario, y que muchas veces hacía uso de la violencia; y se ganó con merecimiento, mala fama entre la sociedad.
Razón por la que hoy en día, se intenta suavizar la imagen de la presencia policial.
El director, cuida al detalle los elementos básicos del género, y los conjuga con el inconfundible estilo oriental, dando a luz, uno de los “thrillers” surcoreanos más intensos, y mejor construidos de los últimos años.
Es el año de 1986, en una pequeña localidad de Corea del Sur, una joven aparece brutalmente violada y asesinada, y con sus extremidades amarradas con su propia ropa interior; poco después, se encuentra otro cadáver en similares circunstancias...
Son 2 detectives locales:
Park Doo-man (Song Kang-ho) y Cho Yong-koo (Kim Roi-ha), quienes investigan los hechos, con una notable falta de resultados.
A ellos se sumará, Seo Tae-yoon (Kim Sang-kyung), un detective enviado desde Seúl, que sigue unos métodos muy distintos, lo que provocará continuos conflictos con sus compañeros.
Sin embargo, la resolución de los asesinatos, se vislumbra cada vez más lejana, y termina prolongándose casi 5 años, lo que sume a los investigadores en una creciente desesperación.
El director Bong Joon-ho, aborda en살인의 추억 (Memories Of Murder) el tema del horror, desde una óptica humana, realista, desmitificando la violencia y el crimen, lejos de convencionalismos, e inverosímiles enfrentamientos intelectuales.
Su acercamiento a la muerte, no es desde la resolución del puzle que supone cualquier crimen, sino desde la cólera y la tristeza, teniendo en cuenta el punto de vista de las familias de las víctimas, y mostrando la dimensión más trágica de un asesinato brutal.
Y se sitúa también, en una sociedad desorientada, desorganizada, y en completo caos; afectada principalmente por una dictadura; pues a casi nadie le importa el asesino más que a los policías, los medios de comunicación, y las mujeres.
Nada es lo que parece en 살인의 추억 (Memories Of Murder)
Las conjeturas cambian tanto, como se descubre la falsedad de las certezas.
Lo verdadero se escurre por los dedos, como la lluvia que baña al pueblo sin poder limpiarlo.
Así como las apariencias de los sospechosos se desechan en un juego de elucubraciones que lleva a lo contradictorio, los espacios que esconden al asesino, como la refinería gigantesca, poblada de obreros, la escuela, las cabañas aisladas en medio de las praderas… se multiplican como puertas a otras dimensiones.
Dimensiones y apariencias engañosas.
El tiempo pasa, y esa duración es cada vez más luctuosa, más penosa.
La figura sin cuerpo y sin nombre, que ha estado a punto de atraparse tantas veces, no deja de lanzar esa pregunta por “La Corea Profunda”, tan explorada, pero tan desconocida al fin y al cabo.
“나는 당신에 대해 걱정 때문에 난 단지 당신을 이길”
(Sólo te golpeo porque me preocupo por ti)
살인의 추억 (Memories Of Murder) es el 2º trabajo del director, que nos muestra un film oscuro, en el que el cine negro y policiaco están presentes, y donde podemos ver toda la investigación que se llevó a cabo para este caso, así como los entresijos y peculiares métodos que la policía local utilizaba para conseguir pruebas, o culpar a inocentes.
El drama también tiene su protagonismo, ya que de algún modo, el hecho de que se trate de una historia real, lo dota de unos sentimientos especiales, que se pueden percibir tanto en los personajes, como en la manera en que está contada la historia, haciendo participe al espectador de la tristeza e impotencia que los hechos conllevan.
Pero no todo es un drama, y pura investigación, sino que el director quiso suavizar un poco el tema, y añadir un poco de comicidad a la historia, desde el punto de vista de las lamentables situaciones, a la hora de llevar a cabo las investigaciones, exagerando y criticando algunas de las acciones utilizadas por los policías encargados del caso,
Así como dotando de cierto humor al comportamiento de algunos de los personajes.
Técnicamente, 살인의 추억 (Memories Of Murder) es notable.
Filmada básicamente con planos fijos, donde la cámara nunca se mueve, sin efectos especiales, y ni siquiera contraplanos, consigue cautivar de principio a fin, a pesar de ser una historia que repetidamente se ha llevado al cine, el director logra crear una modesta joya cinematográfica, digna de ver y de disfrutarla como algo original y raro por su calidad.
El punto de partida, es el caso real, acaecido entre 1986 y 1991, en la antigua República de Corea del Sur, en el que un asesino, al que jamás se llegó a capturar, pero que violó y mató a 10 mujeres, con edades comprendidas entre 13 y 71 años, en la provincia de Gyeonggi.
Ésta es una historia de contrastes, entre el caso real y la adaptación fílmica, además de los mundos de proveniencia, y métodos de actuación de los 2 detectives principales.
Lo que se iniciará como una investigación poco ortodoxa, negligente, e infructuosa, dirigida por Park, detective de una zona rural, cambiará de derroteros, cuando Seo, policía llegado de Seúl, se una al caso.
La antítesis que suponen las diferentes psiques de los 2 agentes, puede apreciarse tanto en lo físico, como en lo mental de ambos.
Donde Park es rudo, visceral, despreocupado, y bromista; Seo es delicado, racional, metódico, y serio.
Sus diferentes puntos de vista, provocarán continuos choques entre ellos, que desvirtuarán su capacidad a la hora de resolver un caso que cada vez se les va más de las manos, a medida que empiezan a producirse más asesinatos.
La figura del asesino, más intuida que vista, consigue impregnar y monopolizar la historia, con el simbolismo del que rodea sus crímenes:
La lluvia, el color rojo, las minuciosas y enfermizas vejaciones a las que somete a sus víctimas, y su patente falta de escrúpulos, así como la introductoria canción, son sus armas para calar como personaje principal, a pesar de su ausencia en pantalla, durante la mayor parte del metraje.
Lo que comienza casi en tono cómico y jocoso, claramente intencionado para introducirnos en el mundo rural y su entorno, se torna luego con mucho peso poético y dramático, para así arrastrarnos a una sórdida y densa atmósfera que pretende transmitirnos el mal inherente al ser humano, y los errores que todos somos capaces de cometer, sin importar nuestra condición y/o circunstancias.
El guión, está perfectamente trazado, y sabe en todo momento, mantenernos en una tensión constante, así como describir las limitaciones de esa época.
Como les es imposible identificar al asesino, los presuntos culpables que son inocentes hasta la médula, y no hacen otra cosa que demostrar el caótico momento que viven los agentes que van de un lado a otro, sin saber exactamente que buscan.
Así, 살인의 추억 (Memories Of Murder) se mueve, junto a la investigación, en sucesivos meandros que son definidos por los crímenes que se suceden.
Una gran elipsis obvia el paso del tiempo, pues los asesinatos tuvieron lugar a lo largo de varios años, un tiempo que progresivamente pesa sobre los investigadores, desanimados ante la falta de pruebas.
Y la estructura policial descrita, gira más en torno a lo cotidiano, que a lo extraordinario.
El interés, está más próximo a los sentimientos, o a los puntos de vista de los personajes, que a sus acciones o a la trama policíaca, y ahí radica el mérito, puesto que no sólo describe con acierto el ambiente de la comisaría, con las mesas desordenadas, las detenciones agitadas, los “fast food” manchando los documentos, sino que también nos acerca a determinados parámetros de proximidad legal, como mínimo, de los protagonistas, para evolucionar como espectadores junto a ellos, hacia la sorpresa y la irritación causadas por el poco avance de la investigación, y la frustración y la desesperanza por la aparición de nuevas víctimas.
No hay medios técnicos ni humanos, para hacer frente a este depredador, las escenas de los crímenes pisoteadas por todo el mundo, son un claro ejemplo de desorganización y falta de planificación, o el no poder efectuar una mera prueba de ADN en todo el país, y tener que enviar la muestra a los Estados Unidos; por lo que es comprensible, la gran dificultad de que la investigación avance de una manera lógica y coherente.
La sala de interrogatorios, por ejemplo, parece un sótano triste y desangelado, para nada la típica sala aséptica a la que estamos acostumbrados en producciones de Hollywood, y allí veremos algunas de las escenas más curiosas, intentando convencer a inocentes de que confiesen que son culpables.
Y es que, pese al esfuerzo de los policías, nada parece detener al asesino.
La incompetencia organizativa de la policía local, no hace más que entorpecer:
Los conciudadanos juegan con las prendas de las víctimas, todos se pasean por la escena del crimen, tractores pisan las pocas evidencias que quedan presentes…
Las torturas, por otra parte, les restan legitimidad y credibilidad.
“Hasta los niños saben que se tortura aquí”, dice un sospechoso.
Los métodos de observación más profesionales del detective llegado de la capital, tampoco permiten atrapar al maníaco...
También, a lo largo del metraje, podemos ver como los toques de humor son cada vez más escasos, y más amargos.
Las escenas de la comisaría son, al inicio, más alegres.
La algarabía parece divertida, aun cuando no oculte sino represión y abusos policiales.
Incluso, tras el impacto de la primera escena de tortura, se adivinan toques de un humor políticamente muy incorrecto.
Las imágenes de necropsia, se encadenan con los filetes en la plancha del restaurante.
Tras la escena clave en el karaoke, con la borrachera del superior, y el reconocimiento del estancamiento de la investigación, el tono de la historia va siendo progresivamente más negro, las referencias a las torturas son más evidentes y más intolerables, y las discusiones entre los policías, son más agrias.
Y el policía torturador, acaba perdiendo el pie por su mala cabeza, tras una escena tan cruda como esperpéntica...
Cabe destacar que살인의 추억 (Memories Of Murder) presta especial atención a los objetos, como la funda de las botas, las zapatillas; los lugares comunes como las vías del tren; los secundarios, geniales todos ellos, y logra mantener la atención del espectador, mientras la trama se va complicando.
Los personajes están muy bien definidos, si bien los actores tienden a sobreactuar en ciertos momentos, tanto o más que en cualquier film policíaco hollywoodiense; la naturalidad y manera de interpretar que tienen los coreanos, le va como anillo al dedo, muy bien todo el reparto, destacando el detective Park, y el muchacho retardado, que lo borda, y logran que nos sumerjamos, sin darnos cuenta en una historia dura, y que no puede dejar a nadie indiferente.
Así, desde el principio, conocemos a un protagonista muy simple a la hora de sacar conclusiones de algunos casos; hasta que aparece el nuevo inspector, cuyas técnicas son más buenas que las del protagonista.
Unos protagonistas muy logrados y profundos, que despiertan odio y simpatía a partes iguales, que expresan la realidad social de la época:
El detective pueblerino, Park Doo-man, representa la parte más ideológicamente conservadora del país, encarna la vieja concepción de orden y de la justicia, concepción impuesta a la fuerza por la dictadura militar de aquel entonces; mientras que el detective Seo Tae-yoon, proveniente de Seúl, es todo lo opuesto, ya que representa el pensamiento y la metodología moderna y “liberal”
Ambos tienen un claro punto de partida, pero a lo largo de la investigación, irán evolucionando en direcciones opuestas, víctimas de la desesperación causada por un asesino que se les escapa, una y otra vez.
Pero también vemos lo de siempre:
El policía tonto y el listo; pero es algo distinto... el asesino hace que al final, estos 2 policías se intercambien los papeles.
El que al principio buscaba cualquier sospechoso que confesara los crímenes, para así poder vivir sin trabajar mucho, con su mujer... es al final, el que perdona al principal sospechoso, simplemente porque no es el asesino; mientras que el que al principio parecía buscar al verdadero asesino, acaba desesperado por acabar con cualquier sospechoso, con el fin de cerrar el caso.
Park Doo-man, debe reconocer que su visión infalible, sus trucos, y las torturas, son inútiles para detener a un asesino de verdad.
Inversamente, Seo Tae-yoon, pierde su compostura, su serenidad, y definitivamente, su ética personal y profesional.
Los 2 personajes, tras un recorrido vital de años de investigaciones, se ven enfrentados uno al otro, ocupando puntos de racionamiento opuestos a los que tenían al inicio.
La locura, la rabia y el horror, difusamente encarnados en la oscuridad del túnel frente al que luchan, van a poseerlos.
Y el director culmina la evolución, con esta escalofriante escena, que podría tildarse de metafísica.
Por una parte, los detectives y el acusado, orgánicos, sucios de barro, empapados por el sudor y la lluvia; pero también corroídos por la duda, el dolor y la impotencia.
Tras ellos, en la oscura boca del túnel, el mal, el horror, lo desconocido, se hacen palpables, y encarnan la amenaza vital para una sociedad enferma.
Sólo el destierro del sospechoso, puede aplacar el dolor y la desesperanza de manera satisfactoria para todos.
En este caso, el retrato del criminal, corresponde a una persona terroríficamente humana y común, que tiene numerosos descuidos, pero que a la vez, es francamente escurridizo, para mayor desgracia de los agentes de la ley, convertidos en este caso, en los desdichados protagonistas de la historia.
Por supuesto que hay imágenes impactantes, como no, y consiguen darte de lleno, pero sin necesidad de mostrar un exceso de violencia explícita, sino más bien, jugando con planos en que se respira la tensión del momento, la violencia latente, y el miedo de todos ellos.
El momento que queda, es la paliza y coacción a la que es sometido un retrasado mental, solo por ser un posible sospechoso de los asesinatos, llegando el pobre a admitir el hecho.
Así como las fraudulentas pruebas conseguidas contra él; y el final, con Song convertido en un empresario tras abandonar la policía, se sitúa en el mismo dique años después, tras ordenar Song parar el coche en el que va, porque ese sitio le trae los recuerdos de aquel caso, que seguramente provocó su marcha de la policía.
Cuando está mirando dentro del dique, una niña se le acerca, diciendo que otro hombre ha estado, no hace mucho tiempo en el mismo lugar, porque “allí hizo algo hace muchos años”
Song queda impotente tras la descripción que la niña hace del hombre, alguien “ordinario y sin atractivo alguno”, siendo consciente de la imposibilidad de atrapar a ese hombre, cual destino del que es imposible huir, una situación que haga lo que haga, seguirá persiguiéndole para siempre.
De manera insólita, más enriquecedora cuanto más se recuerda, este río narrativo, desemboca en una especie de delta interior.
Y el director establece la progresión dramática en el sentir, en el razonar de los protagonistas, y no en la propia trama.
Tras culminar la tensión con la detención del 2º sospechoso en la cantera, en un escenario irreal de gran fuerza dramática, la tensión se pierde, y la desesperanza gana terreno.
También, hay cierta evolución en el tratamiento de los referentes políticos:
Durante buena parte del metraje, hay claras alusiones a manifestaciones y a cargas policiales o militares, así como a simulacros de ataque aéreo.
En la última parte, sin embargo, éstos referentes pesarán, negativamente, en la investigación.
Por una parte, la ausencia de policías para cercar al asesino, se debe a que las fuerzas del orden, se están dedicando a reprimir manifestaciones.
Por otra, la desaparición del posible testimonio, tiene su origen en una discusión sobre la represión policial, y la reacción del torturador.
Y el final, habla del horror en la vida humana, y nos recuerda que, en ocasiones, debemos convivir con él para poder sobrevivirle.
Un final más efectivo, que efectista.
Y Bong Joon-ho, realiza una clara denuncia social, al mostrar las deficiencias en el trato, y en los medios a la hora de esclarecer el caso, ya que algunas de esas muertes se podrían haber evitado, de haber contado con un mejor equipo de investigación, de hecho, el caso está aún sin resolver, lo que hace aún más cruda la historia.
“사람들이 말하는 이유가 나는 무당의 눈을 가지고”
(Hay una razón porque la gente dice que tengo los ojos de un chamán)
El ser humano, es capaz de las mayores proezas:
Ha llegado a La Luna, ha conseguido erradicar enfermedades o, al menos, evitarlas con medicamentos que él mismo ha creado.
Realiza acciones altruistas con otros humanos, incluso con animales de otras especies…
Algunos dedican su vida hasta el último aliento, y más allá para cuidar a otros.
También están en la condición humana:
La envidia, el rencor, los celos, la venganza...
Pero sólo algunos cometen atrocidades.
¿Hubieran debido desaparecer, antes de infligir tanto dolor?
No hay excusa, no hay justificación.
Son monstruos que matan, torturan sin motivo.
¿Cómo puede haber motivo para semejantes atrocidades?
Algunos sufrieron castigos o abusos de niños pero:
¿Cuántos niños habrán sufrido terribles infancias, y no se han convertido en despiadados asesinos?
Otros han tenido una infancia normal, incluso feliz, con unos padres cariñosos que los han cuidado y querido.
Los abusos y el dolor, no son denominador común, no es una explicación, y mucho menos una justificación.
¿Es diabólico este mundo, que vuelve diabólicos a todos?
Hay que tratar de ser cuerdo siempre, de mantener siempre los pies en La Tierra.
No dejarse llevar por la realidad, seguir adelante, y vencer, sin arrastrar la memoria del horror.
Así, 살인의 추억 (Memories Of Murder) supera la mera reflexión sobre el país en el que está producida, y se convierte en una película universal, sobre la “banalidad del mal”, ese concepto que acuñó la filósofa alemana, Hannah Arendt, y que nos remite a un mal fortuito, pero también inevitable, sin causa, pero sin remedio, un mal que no puede combatir ninguna fuerza del bien.
De ahí el devastador final, al dejar el misterio de la identidad del asesino sin resolver, afirma que el mal no tiene motivaciones ni rostro, es un ser informe y, por desgracia, eterno; y por tanto, puede ser cualquiera.

“당신은 종종 서울에 이런 종류의 일을 볼 수 있습니까?”
(¿Ves este tipo de cosas en Seúl a menudo?)



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