Låt den rätte komma in (Let The Right One In)

“Jag är tolv.
Men jag har varit tolv under lång tid”
(Tengo 12.
Pero he tenido 12 años por un largo tiempo)

Desde sus inicios, en el siglo XVIII, la figura del “vampiro literario”, ha sufrido diversas modificaciones y alteraciones, desde los monstruos folklóricos de los relatos populares como:
“Carmilla”, “Drácula”, “Louis y Lestat”, etc.
Hoy, a comienzos del siglo XXI, “el vampirismo literario” goza de buena salud, extendido a otros géneros aparte del terror, si bien acusa los efectos de un éxito desmedido, y la sobresaturación.
En lo particular, John Ajvide Lindqvist, es un escritor sueco, de novelas de terror; su primera novela “Låt den rätte komma in” o “Déjame Entrar”, es una historia de vampiros, publicada en el año 2004, que disfrutó de gran éxito en Suecia.
Como dato de su génesis decir, que el padre de Jon Ajvide, murió ahogado, y ese recuerdo ha aparecido en varias de sus obras, como una fuerza oscura y siniestra; por ello, para escribir esta novela, el autor afirmó haberse inspirado en su propia infancia, y en las obras:
“Carmilla” (1872) de Sheridan Le Fanu; y la película “The Crying Game” (1992); y el libro encontró una buena acogida; siendo traducido a varios idiomas como el alemán, ruso, inglés… y fue traducido al español, en el año 2008.
La novela, enfoca el lado oscuro de la humanidad, tratando temas como:
El acoso escolar, el alcoholismo, las drogas, los robos, la pedofilia, la pederastia, la prostitución, el suicidio, y los asesinatos, junto con temas sobrenaturales; y muestra muchas características del terror gótico, y resalta el estereotipo popular del vampiro, y la perplejidad de los personajes, frente a los sucesos sobrenaturales, que son aumentas hasta convertirse en éxtasis y terror a la vez.
El título de la obra, hace referencia a la canción “Let The Right One Slip In” de Morrissey, además, también el autor afirmó, que cuando su novela fue traducida al inglés, disfrutó pensando que Morrissey podría leer su libro; pero también, el título se toma del mito folklórico que afirma que, “los vampiros no pueden entrar en una casa, sin ser invitados”
La acción, tiene lugar en Blackeberg, un suburbio de clase trabajadora de la ciudad de Estocolmo, a principios de la década de 1980.
A sus 12 años, Oskar es un chico que sufre el acoso, y las palizas de sus compañeros de clase.
Él parece inteligente, y tiene un mórbido interés por la delincuencia, y el análisis forense; pues en un cuaderno, almacena viejos recortes de diarios sobre asesinatos.
Para desahogarse, suele salir por la noche con un cuchillo, imaginando vengarse de sus acosadores.
Es así, como en una de esas noches conoce a Eli, quien tiene el aspecto de una chica pálida, de 12 años, a la que parece no afectarle el frío, y que sólo sale de noche.
Aunque al principio, Eli no se presenta como una persona amistosa, finalmente entabla amistad con Oskar.
Mientras tanto, se suceden una serie de asesinatos en el vecindario, que tienen que ver con el hecho de que Eli tiene los hábitos de un vampiro, y necesita alimentarse de sangre humana.
Para ello, cuenta con un pedófilo, quien mantiene oculto, a cambio de que le consiga a sus víctimas.
Así se desarrolla la trama, con varios personajes de la novela, y por medio de ellos, el autor describe la vida en los suburbios de Estocolmo; y es también, una historia de amor y nostalgia, entre un niño que por su timidez, vive aislado; y Eli, que tiene mucha seguridad en sus acciones, pero también vive de manera aislada, por tener que ocultar su condición, y no poder moverse por donde ilumina el sol.
Frente a los paisajes de “normalidad” presentados por el autor, se presenta una realidad mucho más siniestra y sórdida, que deja paso al terror, bajo la forma real de asesinatos en serie, pederastia, y violencia, y las depredaciones sobrenaturales de un monstruo que necesita sangre para alimentarse, y apaciguar así su sufrimiento interno.
El vampirismo, es presentado entonces, como una especie de “infección”, una enfermedad producida por una especie de tumor con vida propia, y que utiliza a su anfitrión como fachada tras la que ocultarse, y como herramienta de la que obtener su sustento, permitiéndole desarrollar instintos.
Asimismo, como ocurre en el folklore occidental, el vampiro no puede entrar en un hogar, sin que lo invite su propietario, es este mito lo que da nombre a la novela.
El libro, ha sido adaptado 2 veces en la gran pantalla:
En 2008, se estrenó una película dirigida por Tomas Alfredson; y 2 años más tarde, se estrenó el remake estadounidense, dirigida por Matt Reeves, y protagonizada por Kodi Smit-McPhee y Chloë Moretz.
Además, en abril de 2010, Hammer Film Productions, y Dark Horse Comics, produjeron una novela gráfica, basada en la película.
Sin embargo, el autor del libro, John Ajvide Lindqvist declaró, que “nadie me pidió permiso para hacer el comic, y creo que el proyecto apesta.
He estado consultando este asunto, y espero que no tengan derecho para llevarlo a cabo”
Así las cosas, “Låt den rätte komma in” disfruta de los elementos clásicos del género de terror, pero sin abandonar la esencia clásica del vampiro, que al mismo tiempo realiza una revisión actual, y ofrece varios elementos que, posiblemente, la conviertan en uno de los mejores ejemplos de novela de vampiros del siglo XXI, y quizás, con el tiempo, se convierta en un elemento de referencia dentro del género.
“Kan du och jag vara tillsammans?”
(¿Podemos estar juntos?)
Låt den rätte komma in (Let The Right One In) es una película sueca de terror, dirigida por Tomas Alfredson, en el año 2008.
Protagonizada por Kåre Hedebrant, Lina Leandersson, Per Ragnar, Henrik Dahl, Karin Bergquist, Peter Carlberg, Ika Nord, Mikael Rahm, Karl-Robert Lindgren, Anders T. Peedu, entre otros.
El guión es de John Ajvide Lindqvist, y está basado en su novela del mismo título, del año 2004, que cuenta la historia de un niño de 12 años, que sufre acoso escolar, y entabla amistad con una niña vampiro, en Blackeberg, un suburbio de Estocolmo; no obstante, el propio novelista suavizó los ingredientes más espinosos del libro, sustituyendo la explicitud, por la insinuación.
Tomas Alfredson, su director, narra una historia de adolescencia, de amistad, rechazo, y lealtad, por un lado perturbadora y oscura, pero también poética e inesperadamente tierna.
Así como la relación de la muerte y la vida, el poder y la sumisión, el miedo, la influencia del grupo, la pérdida de la intimidad, la frustración, la mala suerte, el azar, el morbo... todo está presente.
“El proyecto me llegó, cuando un buen amigo me dio el libro original.
No me interesa ese tipo de literatura, y estuvo un tiempo en mi mesa de noche.
Pero la recomendación venía de alguien de fiar, y descubrí una muestra original de realismo social, con una pátina de fantasía.
Sentía muy cercano el paisaje, esos arrabales de Estocolmo de 1982.
En aquella época, yo era un poco mayor que los niños, pero entiendo sus vidas, sus problemas, y recuerdo perfectamente el ambiente.
A mí me pegaron en el colegio…” dijo el director.
“Mi guión habla, de cómo el amor nos puede sacar de la oscuridad.
Habla de cuando uno se encuentra hundido, y de repente, una mano totalmente inesperada, se tiende a ayudarle.
Pero por encima de todo, es una historia de amor, de cómo el amor libera, de cómo se hace que se vea a uno mismo, desde una nueva perspectiva, no como víctima.
Cuenta cómo se da el valor necesario para defenderse a sí mismo.
Mis historias, no contienen ni sangre ni violencia en exceso.
Todo aparece de una forma natural, pero sobre todo, intento describir cómo reacciona la gente, frente a lo desconocido.
Nuestra realidad es transparente y frágil.
Pasamos nuestras vidas, buscando la felicidad.
Al mismo tiempo, sufrimos una vaga sensación, de que en cualquier momento, podemos perderlo todo.
Un velo muy fino, nos separa de la caída, del monstruo, de la oscuridad ensordecedora.
También nos separa del amor, y lo desconocido”, agrega el autor y guionista.
¿Qué pasa entonces, cuando todo esto entra en nuestras vidas?
¿Cómo reaccionamos?
Låt den rätte komma in (Let The Right One In) es una historia muy romántica, sí, pero con violencia, elementos sobrenaturales, y un desenlace feliz.
Aunque la trama tiene lugar en Blackeberg, Estocolmo, varias escenas y tomas fueron hechas en Luleå, en el norte de Suecia, para disponer de la nieve y el frío; y se construyó un escenario arquitectónicamente similar a Blackeberg.
Así, mientras La Saga “Twilight”, es un trabajo eminentemente adolescente, Låt den rätte komma in (Let The Right One In) está narrada desde el relato infantil, inocente, puro, y genuino, pues nos cuenta una historia universal sobre el amor, la amistad, y la aceptación, bajo el frío y crudeza de los parajes suecos, y el calor de la sangre.
Oskar Eriksson (Kåre Hedebrant), es un tímido niño de 12 años, que es acosado en el colegio por sus compañeros, y se hace amigo de Eli (Lina Leandersson), una misteriosa vecina de su edad, cuya llegada al barrio, junto con un hombre llamado Håkan (Per Ragnar), coincide con una serie de inexplicables muertes…
A pesar de que Oskar sospecha que Eli es un vampiro, intenta que su amistad esté por encima de su miedo.
Todo el dulzor e ingenuidad con que los muchachos viven su incipiente “amor”, es adornado por una fotografía hermosa, en donde resalta la luz opaca, y los tonos oscuros, acorde al frío escandinavo, y la crudeza del paisaje.
Pero en una película de vampiros, no puede estar ausente el horror, y es ahí en donde Låt den rätte komma in (Let The Right One In) se la juega, ya que no escatima en utilizar el suspenso y la sangre, a lo largo del desarrollo de la trama.
Y es capaz de crear una bella historia de amor, de incomprensión, y de fuerza, sin alejarse en ningún momento del tema, ni el género fantástico.
Cuando una escena es capaz de ponerte los pelos de punta de emoción, y al mismo tiempo de terror, es que algo bueno hay detrás; pues se trata de un drama psicológico, próximo a lo patológico, que podría considerarse, como una historia de terror verdadero y real, el que se puede experimentar ante la soledad, y la falta de afecto.
“Skrika som en gris.
Så, skrika!”
(¡Chillar como un cerdo!
Así, ¡chilla!)
El frondoso cine sueco, históricamente se ha destacado a nivel mundial.
Sin ir más lejos, se trata de la cuna de Ingmar Bergman, y si bien, La Edad Dorada del Cine Sueco tuvo su explosión entre las décadas del 50 y 60, existe una nueva camada de directores, herederos de la técnica y preciosismo de las obras pasadas del país escandinavo, liderados por el gran Tomas Alfredson, que irrumpió en el concierto mundial el 2008, de la mano de un trabajo notable, que mezcla de gran forma, el drama romántico con el horror; una interesante vuelta de tuerca al género vampírico, que pone un mayor énfasis en las relaciones entre personajes, que en los propios elementos fantásticos de la historia, a través de una puesta en escena muy pausada, aunque también muy consciente de tener entre manos, un material de culto, lo que conlleva cierta autocomplacencia, y un excesivo estiramiento del metraje, que juegan en contra de la propuesta, a pesar de los aciertos que contiene, y del estupendo trabajo de los 2 jóvenes protagonistas:
Kåre Hedebrant y Lina Leandersson, pese a su corta edad, y nula experiencia anterior ante las cámaras, ofrecen unas interpretaciones muy potentes, logrando una química en pantalla.
Hedebrant, consigue transmitir todo el odio y la rabia contenida contra esos niños que le atormentan a diario, así como la paulatina atracción que va experimentando hacia Eli, aun cuando ésta huele mal, o se comporta de una manera extraña…
Leandersson, por su parte, tiene en su mirada, la madurez propia de un ser de más de 100 años, encerrado en el pequeño cuerpo de una niña de 12.
Sin duda, un acierto de “casting”, que se convierte en el ingrediente clave para el éxito.
El protagonista es Oskar Eriksson, un niño que vive en Blackeberg con su madre; él es un niño solitario, que en el colegio se ve acosado por sus compañeros y aislado, lo que le provoca una sensación de angustia y temor.
El tema del acoso escolar, está presente a lo largo del metraje, que describe cómo Oskar trata de enfrentarse a sus miedos interiores, y vencerse a sí mismo.
En esta “guerra interior”, Oskar contará con la ayuda de su vecina, Eli, una enigmática niña, de extraño olor, aspecto descuidado, y que no siente frío...
Ambos, se convierten en amigos, y encuentran un alivio a su mutua soledad.
Los temas del acoso escolar, y la relación entre los 2 niños, constituyen la principal historia; aunque nunca se explica la naturaleza de la relación entre Håkan y Eli; el libro si dice que Håkan es un pedófilo, perseguido por la justicia, y que Eli lo encubre, a cambio que le consiga sangre fresca humana.
¿La razón?
Bueno… Eli es un vampiro.
Sin embargo, un aspecto que sólo apenas es insinuado en la película, y que constituye otro de los elementos centrales de la novela, es la trasgresión sexual, uno de los elementos que definen la figura del vampiro.
Eli es un vampiro de 200 años de edad, que fue convertido como parte de un juego cruel, y que desde entonces, se ha dedicado a vagar por Suecia, dejando un rastro de muertes a su paso.
Para conseguir víctimas, Eli ha seducido a Håkan, un pederasta, y utiliza la perversa atracción que el adulto siente por su aspecto infantil, para que le traiga sangre.
Así, Håkan comete varios asesinatos, pero cuando es detenido por la policía, Eli se ve obligada a deshacerse de él, y a cazar por sí sola.
El centro de la acción, es el matonismo, y la salida que cualquier adolescente en el lugar de Oskar, el protagonista, buscaría.
Abandonado a su suerte, por una madre que es un cero a la izquierda, y con la que no puede contar para nada, divorciada de un padre alcohólico, que prefiere beberse una botella de vodka con un amigo, a pasar una velada con su hijo; la única salida del protagonista, es una amistad con una niña de su edad, con poderes paranormales, vampiro en este caso, que pueda ayudarle a vencer a los inmundos matones de su instituto, y sus miedos e inseguridades.
Por lo que Oskar, lentamente, y en la medida que la falta de sangre va debilitando a la muchacha, va descubriendo la verdadera naturaleza de Eli, sin reparar en esos detalles menores, para caer perdidamente enamorado de ella, incluso, cuando le revela sobre su dudosa condición sexual…
En el libro se señala, que Eli en realidad es un niño castrado.
Eli, ayudará a Oskar a que enfrente a sus agresores; y Oskar, por su lado, hace parte a Eli del mundo normal, aun cuando la luz del día, los alimentos, y el no poder ingresar a lugares en donde no es invitada a entrar, sean un límite para ello.
Pero bien, el título podría ser una metáfora de la necesidad de “los diferentes”, y de los discriminados, que piden poder entrar en una sociedad que les ha dado la espalda; o por otro lado, la necesidad sexual, de hacerse penetrar, o de entrar en su vida, etc.
Frente a estas 2 historias principales, giran otras historias secundarias, como la de Virginia (Ika Nord) y Lacke (Peter Carlberg), la empleada de un supermercado, y un alcohólico en paro, respectivamente, que mantienen una peculiar historia de amor, hasta que su camino se cruza con Eli.
U otros que no solo están en la novela, como Tommy, un adolescente vecino de Oskar, que se dedica a realizar robos en el vecindario, y que debe enfrentarse al hecho de que su madre quiere casarse con un policía.
Conny, el matón de la escuela, que disfruta atormentando a Oskar con sus compañeros…
Muchas de estas historias, pasan ligeramente desapercibidas en la película, pero no obstante, crean una serie de pequeños escenarios cotidianos, que se ven interrumpidos de forma brusca, cuando el monstruo que se oculta bajo la apariencia infantil de Eli, irrumpe en sus vidas.
Y es que no se ve todos los días, una película de vampiros, en la cual, el vampiro pide al humano “que lo acepte”, una idea no explotada en el cine, que justifica el título aquí analizado.
La peculiar relación entre ambos chicos, ambos sin padres presentes, en medio del frío, hace que Oskar se enamore poco a poco de Eli.
Mientras ya en el pueblo, se sospecha de que algo extraño está matando a los vecinos del vecindario.
Frente a esto, Eli decide huir, pues ya no puede seguir quedándose ahí, sin ser descubierta.
Oskar, por su lado, tendrá que enfrentarse con los chicos del colegio, esta vez, por última vez; y la fantasía de liberación culmina como cualquier niño-adolescente acosado soñaría:
Haciéndose justicia, de esa que nunca nos atrevemos a hacer los mayores, porque sería políticamente incorrecto.
La relación entre los 2 personajes, está cuidadísima, y queda claro desde el principio, que es lo que más interesa al guionista, al nutrirla de tantos momentos que dejan entrever ese afecto mutuo que nace entre ellos, por ejemplo:
La escena en que ella se mete en la cama con él, después de haber perdido a su supuesto padre, que no tiene ningún tipo de connotación sexual, y da a entender, cómo busca su cariño...
¿O será manipulación de una vampiresa bien jugada por los años?
Una vez conseguido eso, no se pierde la credibilidad, al introducir en su relación, el tema del vampirismo, cuando Oskar descubre la verdadera identidad de ella, puesto que se necesitan tanto mutuamente, que acabará aceptando su condición, sin demasiados problemas.
Esta ambivalencia, entre amor y horror, tiene su momento cumbre, cuando él está a punto de apuñalar a un hombre que iba a matarla mientras dormía.
Este gesto tan sangriento, en realidad revela, hasta qué punto Oskar está dispuesto a llegar por ella, y por eso, después de matar al intruso, Eli le dará su primer beso, con los labios manchados de sangre.
Con lo que se nos deja claro, en todo momento, que la suya, es una relación de amor, en que la sangre y la muerte, están siempre presentes de alguna manera.
De hecho, eso también refleja que la suya, es una relación totalmente condenada:
¿O es que Oskar no acabará como el hombre, que al inicio acompañaba a Eli, que seguramente la conoció también de joven, y la acompañó toda su vida, hasta morir por ella?
Oskar y Eli, finalmente, se hallan y se aceptan, tal y como son, iniciando un viaje sin destino predeterminado, pero juntos.
Y cuando van los 2 en el tren, y se dicen algo en “código morse”, lo que se dicen es “puss”, que en sueco quiere decir “beso”
Pero Låt den rätte komma in (Let The Right One In) es una película tremendamente dura, con una dureza potenciada, precisamente por poner a un niño, en el centro de la ya de por sí “cruda historia”
Un niño, cuya soledad parece llevarlo en un camino sin retorno a la locura, cuya única liberación, parece consistir en coger un cuchillo, y apuñalar en sus fantasías, a todos aquellos que abusan de él, evidenciando que muy probablemente, pueda llegar el momento en el que la fantasía deje paso a la realidad.
Hasta que en su camino, se cruza esa otra criatura, patológicamente solitaria y, casi como si de un milagro se tratara, las 2 soledades confluyen neutralizándose, y emergiendo así, una relación de dependencia, y admiración mutua.
A partir de las primeras imágenes, uno sospecha que no está en frente de una película como otra:
Pues Oskar, niño rubio de inquietante presencia, entre inocente y diabólico, o con discapacidad o problema mental, se pasea con un cuchillo en un apartamento deshumanizado, y se imagina que asesina a sus compañeros de clase…
Por su ventana, contempla la nieve.
En la escuela, sus compañeros de clase, tienen el gusto de humillarlo en los pasillos…
Y durante la noche, se refugia en su mundo interior.
Eso quiere decir que Låt den rätte komma in (Let The Right One In):
¿Es el retrato de un adolescente del tipo “autista”?
Durante ese tiempo inicial, un hombre es capaz de suspender en el aire a otros, y hacerles un vaciado de sangre…
Da igual que sea en el bosque, o en los vestuarios del gimnasio; y nos da a entender que Låt den rätte komma in (Let The Right One In):
¿Es el retrato de un “asesino en serie”?
¿Quién es el verdadero “monstruo”, el vampiro o aquellos que le rodean?
De hecho, metiéndonos más afondo, incluso perturbadora, considerando que Oskar encuentra en Eli, amor y “protección”; mientras que Eli, encuentra un perfecto “sirviente”, partiendo de ahí, podemos sentir pena por el pobre Oskar.
¿Tan cabrona es Eli que dice “te quiero” a Oskar, que lo besa, y sólo lo quiere por necesidad?
Además, Oskar es un niño todavía, mientras que ella tendría que hacer más por cuidarle a él, por la edad y experiencia, que no al revés.
Otros temas que podemos encontrar, son la eutanasia, que aparece en clave de fantasía, con esa escena de “suba la persiana, por favor”
La homosexualidad, con todos los indicios que nos hacen creer que Eli alguna vez fue un chico; las miradas del padre de Oskar, con el tipo que llega, y comienza a beber…
Todo un largo etcétera, con lo que pulir el cuadro de esa barriada sueca, que es tan sólo un espejo del mundo.
La violencia y su realidad, que condiciona la vida de las personas; y la necesidad de aprender a defenderse, en un mundo que devora a los débiles con singular facilidad, y una heladora falta de escrúpulos; o el afecto auténtico entre personas de distinto sexo, y como ha señalado el director, “un afecto pre-sexual”, es decir, en una edad pre-adolescente.
Como dato, la pequeña vampiro, emplea la violencia por necesidad; mientras que los niños, por pura diversión...
Sobre las escenas de violencia y su justificación; los asesinatos que vemos, y las escenas con más sangre, como el palazo al niño cabrón, nos parecen mucho más justificadas que otras, donde, en el caso de haber sangre, es mínima, por supuesto hablo del “bullying” recibido por Oskar.
De modo que podríamos distinguir 2 niveles de violencia, relacionado con la intención de su autor:
Una violencia más puramente física, donde la intención del autor, es su propia supervivencia, o la del “ser querido”; y otra más psicológica, que nace de la maldad de aquellos que rodean a los protagonistas.
Lo peor de Låt den rätte komma in (Let The Right One In), por encontrarle un defecto, no me resulta del todo creíble, la actitud de la protagonista.
Se supone que la niña vampiro, es mucho más vieja de lo que aparenta, sin embargo, no parece saber mucho más sobre temas como el amor o el sexo, que su amigo humano, pese a haber convivido con humanos, tiene su misma inocencia…
¿Quizá porque siempre la tratan como a una niña?
Mientras que en la novela, existen muchos detalles que desaparecen en la película:
En el libro, se revela que Eli en realidad era un niño, que fue castrado hace 200 años.
La condición masculina de Eli, sólo se insinúa en la película, sin ninguna elaboración, y en una breve escena, en la que Eli se está poniendo un vestido; le menciona a Oskar 2 veces que “no es una niña”, y le pregunta si le gustaría igual, aunque no lo fuera.
Había una escena, que contaba la historia de Eli, a través de “flashbacks”, pero finalmente se cortó.
Durante la producción, también se decidió alterar ligeramente la voz de la actriz Lina Leandersson, con un tono menos femenino.
Otros cambios, con respecto a la novela, incluyen atenuar el impacto de Håkan en la trama, eliminando su atracción pederasta por Eli, que además de sádico asesino, el “cuidador” se encuentra totalmente sumido en la oscuridad; y la subtrama en la que tras caer de la ventana del hospital, se convierte en un vampiro en la morgue, y sale en busca de Eli, para abusar de ella, y matar a Oskar.
Pero destaca una fotografía dominada por los fríos y nevados paisajes, especialmente los nocturnos que, en cierto modo, colaboran para transmitir al espectador, la atmósfera de soledad en la que vive cada uno de los personajes.
El uso del fuera de campo, que el director emplea de forma sobria y elegante, así como el uso del color blanco, como la nieve, en representación de la inocencia; y el rojo, como la sangre, en representación de la  violencia; o el uso de los espejos y la representación de la dualidad en todos los sentidos.
Que tiene sangre, la tiene por supuesto; pero no hay crucifijos.
Suecia es un país predominantemente luterano, y no tan afín a la imaginería religiosa católica-romana.
No hay ajos, ni estacas o ataúdes.
El poder calorífico del sol en Escandinavia, es más débil.
Y aquí no hay colmillos de murciélago…
No hay maldad demoníaca, con sed de sangre, sin que hay una necesidad de supervivencia; pero todas las muertes acontecidas, “son memorables”, porque son raras y espaciadas; y la violencia surge de manera inesperada, en un contexto muy realista, y al mismo tiempo estilizado, como la combustión de una mujer mordida en el cuello, y anteriormente atacada por gatos, al contacto del sol, en 2 secuencias muy impresionantes.
Ese “suicidio” de la mujer víctima de Eli, en la cama del hospital, envuelta en llamas por el contacto con la luz del sol, o el sacrificio del personaje de Håkan y, sobre todo, la terrible venganza que tiene lugar en la ya imprescindible escena de la piscina… el no dejar que veamos lo que está pasando, dejándonoslo a nuestra imaginación.
Y es que alguna de las escenas más importantes, como la de la piscina, sólo las intuimos, porque vemos sólo a través de lo que siente y percibe Oskar.
“Jag dödar inte folk”
(Yo no mato a gente)
¿Por qué no va a poder enamorarse, la fortaleza de la debilidad?
¿Qué es la maldad, matar para alimentarse, o dañar por crueldad?
¿Quiénes son realmente los animales en esta historia?
¿Somos capaces de aceptar la parte oscura de aquellos que más amamos?
El cine de terror de hoy en día, ha olvidado que los clásicos se arraigaban en motivos sociales y contemporáneos.
Låt den rätte komma in (Let The Right One In), resulta extraordinaria, precisamente porque es una isla en un maremágnum de terror fagocitado hasta el vacío.
Se trata de un drama psicológico, próximo a lo patológico; que podría considerarse como una historia de terror, sí, pero de terror verdadero y real, el que se puede experimentar ante la soledad, y la falta de afecto, y cuando surge el amor, como fuerza redentora.
Los niños, por el simple hecho de ser niños, dan al espectador una presunción de inocencia, que no les hará necesitar expiar sus pecados.
De modo que, lo que me parece más curioso, es que el amor es una protección contra el mundo exterior; mientras que en las películas protagonizadas por adultos, como regla general, el amor será una defensa contra su universo interior.
Y si de amor se trata, Låt den rätte komma in (Let The Right One In) nos muestra cómo, a pesar de las diversas condiciones y opciones que la vida humana ofrece; a pesar de las múltiples diferencias y dificultades en la comunicación intersubjetiva, siempre existe la posibilidad de encontrarnos, y reconocernos el uno en el otro, sin prejuicios, ni caretas.
Solo en la intemperie, bajo el frío que embarga nuestra desnudez, es posible hallarnos en un otro, y entregarnos al viaje interestelar por las rutas de lo desconocido, teniendo la confianza que, al menos, ya no estamos solos.

“Tack igen för en annan kväll syrad av glädje och vänskap”
(Gracias de nuevo por otra noche llena de alegría y amistad)



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