Southpaw

“Believe In Hope”

Se calcula que en el mundo hay, aproximadamente, unos 200 millones de zurdos, y entre ellos podemos encontrar muchos deportistas, y algunos de ellos muy famosos:
Maradona, Nadal o Messi, son algunos de estos zurdos célebres.
Ya es casualidad, ¿o no?
¿Tienen los zurdos alguna ventaja al competir contra una mayoría de diestros?
¿Esta ventaja se da en todos los deporte, o tiene más peso en ciertas disciplinas?
En competiciones donde la responsabilidad de la victoria recae de forma más importante en el trabajo de brazos, como por ejemplo el boxeo, ser zurdo claramente es una ventaja.
El estilo zurdo de boxeo llamado “southpaw”, es para los combatientes zurdos.
Como los luchadores zurdos son una minoría, casi todos los entrenadores aprendieron cómo boxear del modo ortodoxo, de peleadores diestros, y es probable que no estén familiarizados con las técnicas zurdas, y con poca frecuencia, entrenan zurdos en sus comienzos.
Es conocida la estrategia de Hollywood, al momento de narrar películas que giran en torno al boxeo.
Como se trata de un deporte tan violento, se aprovecha de hacer un paralelo entre la actividad profesional de los protagonistas y sus vidas personales, transformando los golpes que reciben en el ring, en un símbolo de las dificultades que deben enfrentar en el día a día.
Sus personajes, son seres quebrados, imperfectos, que ven en este deporte, una manera de hacer lo que les gusta, y salir adelante.
“A fighter knows only one way to work”
Southpaw es un drama, dirigido por Antoine Fuqua en el año 2015.
Protagonizado por Jake Gyllenhaal, Rachel McAdams, Oona Laurence, Forest Whitaker, Naomie Harris, 50 Cent, Victor Ortiz, Caitlin O'Connor, David Whalen, Dominic Colon, Miguel Gomez, Malcolm M. Mays, Adam Ratcliffe, Jeremy Long, Grace Marie Williams, entre otros.
El guión es de Kurt Sutter.
El origen de la historia se remonta al año 2010, cuando DreamWorks adquirió el script, con Eminem, a cargo del papel principal.
El guionista, Kurt Sutter, manifestó que el proyecto fue inspirado en las luchas personales del rapero.
Él dijo que tuvo reuniones con socios de producción de Eminem en los últimos 7 años, buscando algo que hacer juntos.
“Yo sé que es muy selectivo, y no hace mucho, Eminem muy interesado en el género de boxeo, y parecía una metáfora apta, debido a que su propia vida ha sido una pelea.
De esta forma, esta es la continuación de la historia “8 Mile” (2002), pero estamos haciendo una metáfora narrativa del 2º capítulo de su vida.
Interpretaría a un boxeador Campeón del Mundo, que realmente golpea a un fondo duro, y tiene que luchar para recuperar su vida, y la de su hija.
En su núcleo, este es una revisión de sus luchas en los últimos 5 años de su vida, utilizando el boxeo como analogía.
Me encanta que el título se refiere a Marshall, como un zurdo que es al boxeo; lo que un rapero blanco es al hip hop; peligroso, no deseado, y totalmente ortodoxo.
Se trata de un camino mucho más difícil para un zurdo, para que un diestro boxeador.
Hay una rica historia, que hace referencia a su propia experiencia, y fue un honor para mí, ser capaz de continuar una relación que comenzó con “8 Mile” (2002)”
El rodaje de Southpaw tuvo lugar en la ciudad de Pittsburgh y de Indiana, Pennsylvania, y se establece en New York.
La trama sigue a Bill “The Great” Hope (Jake Gyllenhaal), Campeón Mundial de boxeo, con un gran record, y en la cima de su división, siendo campeón, su esposa Maureen (Rachel McAdams), intenta convencerlo de retirarse de la actividad.
Luego de un dramático evento que cambiaría su vida, Billy comienza a abusar del alcohol y las drogas, buscando al responsable de aquel drástico, y doloroso suceso, y que no sería otro, que el inevitable rival de la historia.
El dolor, la rabia, y el deseo de venganza, lo llevan a cometer una serie de hechos desafortunados, que le harán perder su carrera, sus bienes y, finalmente, a su hija Leila (Oona Laurence)
Los abusos en su vida, terminarían con su buen rendimiento deportivo, y un altercado con un referí, le traería una suspensión por parte de La Federación de púgiles.
Su vida casi termina tras un accidente automovilístico, y para colmo, perdería la custodia de su hija, quien conscientemente sabe que, por culpa de su padre, terminaría lejos de él.
Billy está en el suelo, y necesita ayuda para volver a la cima.
Esa ayuda vendría de Titus “Tick” Wills (Forest Whitaker), un ex entrenador de campeones, que ahora maneja un gimnasio para socorrer a chicos en desventaja, y mantenerlos alejados de la calle; y lo contrata en su gimnasio, y eventualmente lo entrenaría para recuperar toda la gloria perdida.
Southpaw es muy simple:
Es la caída y ascenso de un héroe, de cómo se está acariciando y saboreando la gloria en todo su esplendor, y en unos días, pasas a descender a los infiernos, sin nadie a tu alrededor, mientras ves como los que considerabas “tus amigos”, estaban contigo por el dinero, y huyen como cucarachas despavoridas.
Como toda película de boxeo, el guión se basa en cargar al peleador de motivaciones bastante viscerales, para que lo apoyemos en su búsqueda por recuperar su vida.
Venganza, amor, traiciones, crueldad; todas confluyen en Billy Hope, cuyo apellido no puede sino evocar el gran regreso que se avecina para el personaje del enorme Jake Gyllenhaal.
“Billy Hope knows how to take a punch, but he also drops bombs”
La mayoría de las películas pugilísticas, encierran historias de superación personal, el anhelo del “Sueño Americano”, el ascenso y/o caída del ídolo o, en definitiva, una combinación de todas ellas.
Y Southpaw no es la excepción, un nuevo capítulo, bien ejecutado, de un subgénero que no se despega de sus lineamientos habituales.    
Debido a su conocimiento sobre el boxeo, el director Antoine Fuqua, es capaz de crear unas intensas secuencias de pelea, a través de diversas técnicas cinematográficas:
Los enfrentamientos, parten de forma bastante convencional, a través de planos medios, y pocos cortes, pero a medida que la intensidad del relato aumenta, las escenas se vuelven más frenéticas.
Hacia el final, se opta por un mayor número de primeros planos, ángulos de cámara poco ortodoxos, variaciones en la velocidad de la imagen, a través del uso de cámara lenta, e incluso, la utilización de cámara subjetiva, permitiendo que la audiencia pase a ocupar el lugar del protagonista, dentro del ring.
Gracias a esto, se logra transmitir de manera efectiva, la ferocidad de un deporte como el boxeo.
Southpaw narra la historia de un hombre que, habiendo tocado fondo, logra levantarse para enfrentar la batalla más importante de su vida.
Utilizando códigos clásicos estadounidenses, el largometraje narra la vida lujosa de un púgil que, tras una vida austera, y de mucho esfuerzo, alcanza la fama y la fortuna, gracias a su habilidad en el boxeo.
Amante de su familia, y en extremo generoso con sus amigos, verá cómo el escaso control de la ira que lo caracteriza en el cuadrilátero, le arrebatará todo lo que ha construido fuera de él.
Con todos los elementos propios del drama, Billy protagoniza una historia de redención, donde sólo el amor le permitirá abandonar el orgullo, y sobreponerse al infierno que él mismo construyó.
El estilo de lucha del protagonista, se basa en una brutal ofensiva, la que va preparando a medida que recibe los golpes de sus rivales, explotando en los últimos rounds.
Agresivo, impulsivo, con pasado en la cárcel, de a los que se les calienta la hemoglobina fácilmente, aunque devoto y afectuoso para con su esposa Maureen, y su hija Leila.
Pero Maureen está preocupada por la salud de su marido, debido al castigo físico que recibe en cada pelea.
Billy, en cambio, ve esto como un sacrificio necesario, para mantener a su familia.
Así es Billy Hope y su tableta abdominal, un boxeador que se encuentra en lo más alto de su carrera, y que no rechaza regalar relojes Cartier a los amigos cuando le apetece.
Lo único que le falta a su currículo, es enfrentarse a Miguel “Magic” Escobar (Miguel Gómez)
Y lo hará en una fiesta antes de subirse al ring, circunstancia trágica, que acabará con la vida de la leal y dulce Maureen.
Hope lo perderá todo a raíz de ese terrible suceso...
Su promotor le dará la espalda, y el carácter inestable del luchador, lo apartará de Leila, de la que se encargarán los servicios sociales.
Con la ayuda de un nuevo y humilde entrenador, “Tick” Wills, Billy tendrá que aprender lo que es la mesura y la estabilidad emocional, para poder recuperar a su hija, y volver al cuadrilátero de la forma más digna posible.
Allí es donde Miguel Escobar aún le sigue esperando; hasta que llega la pelea final, cuando Billy pivota duro y, aunque lucha desde una postura tradicional, ofrece un potente “uppercut de izquierda”, o “el zurdazo”, del que la película toma su título; y envía al Campeón Colombiano hasta el suelo.
Miguel se las arregla para levantarse antes de la cuenta, y es salvado por la campana…
Billy es declarado ganador por una decisión dividida, y se reúne con Leila en el vestuario, donde se perdona sus errores del pasado, y se abrazan.
Antoine Fuqua demuestra una vez más, su fascinación por los códigos de la agresión masculina, la violencia extrema...
Además, Southpaw vuelve a poner de manifiesto, lo fanfarrón del deporte del boxeo:
Todos peleándose, parloteando, que “si te voy a abrir la cabeza”, que “si te voy a matar en el ring”…
¿Es que acaso no hay un solo boxeador humilde, y normal?
Un boxeador que se esfuerce al máximo, y que reconozca que ha perdido con limpieza, y humildad...
¿Qué es lo que trae nuevo Southpaw?
Me atrevería a decir, que muy poco, o nada.
¿Hay algún tipo de argumento, que se diferencia de las miles de películas de boxeo que hay en el mundo?
Digo que no, sin embargo, el irregular Antoine Fuqua, es capaz de dotarla de un halo de novedad muy fresco; pero aún con todo, te parece una película novedosa, entretenida, y lo mejor, te tiene con el corazón hecho un puño.
Hay una sensación bastante física, o palpable, que se extiende a lo largo del relato.
El sudor y la sangre que surgen durante las peleas, las heridas y moretones que quedan al día siguiente, todo eso resulta creíble…
Y es que Southpaw puede ser tópica, predecible, y almibarada, pero ninguno de esos pecados, recae en su protagonista.
Incluso cuando Gyllenhaal está hecho un desastre, consigue trascender su propia película.
Todo lo ya escrito, es lo formal, pero va del coraje de un hombre, la alegría, el amor, el miedo, la cólera, la venganza, la tristeza, la desesperanza, el odio, la rabia, la furia, la ira, el sufrimiento, el perdón, la persistencia, la esperanza, la convicción, y finalmente el auto-control.
Todos estos sentimientos los tiene Billy.
Y Jake Gyllenhaal lo interpreta con una fuerza de la naturaleza, es tan poderoso, que no se suele cubrir, va como una roca machacando y machacando a sus rivales.
Un pedazo actor, que estamos descubriendo a base de papelones muy arriesgados.
Su forma de meterse en el papel, lo hace único.
En Southpaw, ha ganado corpulencia, físicamente está tremendo.
Si unimos a eso, su papel de hombre que se crio en orfanato, con acento callejero, y una pasión unida a la de su esposa, que no hace más que avivar su nervio al entregarse en cada combate, tenemos una pasión fundada, que se refleja a la perfección en la pantalla.
El mismo Fuqua comentó en los medios escritos, sobre el trabajo físico del actor:
“Lo vi vomitar en el gimnasio, y casi perder el conocimiento.
Lo vi recibir golpes, disparos en las costillas, caerse.
Recibió golpes, y tenía inflamaciones de verdad.
Miraba si iba a parar, o a tirar la toalla, pero seguía adelante.
Empujé a Jake hasta el borde, y llegó conmigo”
Una vez más, el actor se sometió a un intenso entrenamiento físico, para dar con su rol de boxeador intelectualmente más o menos limitado, caído en desgracia luego de estar en la cima, a causa de una cascada de desgracias familiares, y su esfuerzo por levantar cabeza nuevamente.
Hay que sacarse el sombrero, ante la medida pero intensa expresividad de su mirada, y su maltratado rostro, por los emotivos tonos de voz, véase una y otra vez, la escena en que abraza a su mujer, o cualquiera de las secuencias en las que interactúa con su hija; y dejarnos admirar por el magnífico dominio corporal arriba del ring.
Por todo ello, es que su extraordinaria actuación, sobrepasa la historia, y la forma en que está contada
Cabe destacar también del reparto, a Forest Whitaker, secundario de lujo, en el papel del entrenador/regente del gimnasio.
Un actor que siempre suele estar bien, y que aquí tiene en su haber, una interpretación a la altura de lo que se requiere, dando fuerza a la expresividad de Hope, y artífice de su cambio a mejor.
Por ejemplo, durante las escenas que tienen lugar dentro del cuadrilátero, vemos el lado más salvaje de Billy, el que poco a poco irá sofisticándose, una vez que conoce a “Tick” Wills, quien le enseña a dejar de lado la brutalidad, y optar por su lado más racional.
Esta transformación, también se producirá en su día a día, algo necesario para poder recuperar la custodia de su hija, y la dirección de su propia vida.
Uno de los elementos dramáticos clave, es la hija, y la tremenda interpretación que la pequeña Oona Laurence entrega.
Ella pareciera ser más madura que su padre, y convence totalmente su participación.
En general, los niños son elementos conflictivos, por cuanto su aporte es “instrumental”, pero aquí, Laurence es un punto muy fuerte de la trama, dotando a su personaje de profundidad, y aportando a la interpretación de Gyllenhaal.
Si bien, a Rachel McAdams no le da tiempo a lucirse del todo, aunque eso no quite que sus breves minutos en pantalla, sean los mejores que la actriz ha dado en su carrera, se ve muy natural en los sentimientos que expresa, y su poco metraje, hace que su final golpee muy bajo, y duro.
La relación entre Hope y Leila, llega al corazón.
Gran parte de esa puntería, nace del magnífico plantel interpretativo… donde hasta Curtis “50 Cent” Jackson está apropiado.
Las escenas de boxeo, son impactantes, brutales:
Hope se pasa la mayor parte del metraje, sangrando por la boca; y los puñetazos casi duelen en la mandíbula del espectador.
La escena de la niña, golpeando a su padre, es inevitable que no se te rompa el corazón…
Esas cachetadas, le dolieron mucho más que cualquier paliza recibida dentro del ring.
Al igual que cuando Billy gana la pelea, y “habla” a su mujer de rodillas...
Impagable.
Sin embargo, se le puede achacar, que todos los eventos pasan rapidísimo, pues no se desarrolla ni profundiza ningún aspecto de la trama, solo se nos muestran los hechos que lo llevan al protagonista a la ruina.
El número de desgracias, que puede experimentar un personaje durante un determinado periodo de tiempo, es limitado, y cuando se cruza ese límite, que el sentido común establece, llegamos al terreno de lo ilógico.
La forma en que Southpaw va contando estos sucesos, y el ritmo al que ocurren, hace que seamos testigos de las costuras narrativas presentes en el relato, evitando así, que nos sumerjamos en su historia.
A esto se suman los lugares comunes, y los clichés que están presentes en otras películas sobre boxeo, incluido el entrenador viejo y sabio, que no solo ayuda al protagonista a ponerse en forma, sino que lo aconseja, sobre cómo afrontar la vida.
También, están los montajes de entrenamiento, el inevitable enfrentamiento entre el “underdog” y el luchador más aventajado, y el valor simbólico de la pelea final, que tiene por objetivo, redimir al personaje principal.
De esta manera, Southpaw transita por un camino predecible, donde las sorpresas son escasas, y el desenlace resulta demasiado familiar.
Pero, elementos como los señalados, pueden ser pasados por alto, si los personajes resultan interesantes, ya que de esa manera, nos preocupamos por lo que les ocurre, y cómo resultará todo para ellos.
Por último citar que Eminem produjo con Shady Records, un “single” llamado “Phenomenal”; mientras James Horner hizo la banda sonora.
Horner, supo darle fuerza a los momentos de mayor ahogo del protagonista.
Con una suave entrada de acordes a piano, nos deja ver que en ésta ocasión, ha preferido quedar en un 2º plano, salvo en los momentos más puntuales, con un “score” de fondo, ligero, pero apropiado; aunque arropado por canciones de hip-hop, y sucedáneos que conjugan con el cariz de Southpaw; siendo ésta, la última película que hizo James Horner, antes de la muerte; de ahí que tanto la banda sonora, como la película, fueron dedicadas a su memoria.
“These kids coming up in here I'm telling them a bunch of stuff this bullshit.
“It's gonna be alright.
You can control your destiny.
You could control this you could control that”
You can't control shit”
Siendo el boxeo, el más cinematográfico de los deportes, y que además ha inspirado verdaderas obras maestras; es simplemente, el instrumento para dar pie a la pesadilla dramática que vive el protagonista.
Y no cabe duda que Southpaw va gustar a quienes gustan de los jodidos dramas, pues en varias partes se evidencia el borde del abismo, porque le han caído casi todas las desgracias, habidas y por haber.
Pero la lección está dada muy respetuosamente, y no del todo manipuladora, sino muy bien realizada, la cual es el desafío que radica en volverse a levantar.
La esperanza, la fe en uno mismo, los valores, y los códigos, aparecen en una buena cantidad de pasajes, para remarcarnos la lucha constante ante una realidad que ha golpeado más duro que cualquier otro adversario dentro del cuadrilátero.

“God must have some kind of plan to teach me some kind of lesson.
I just can't figure out what it is”



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