Dheepan

“நான் இனி முடியாது!”
(¡No puedo más!)

“Las Cartas Persas” o “Lettres Persanes” en francés, es una novela epistolar satírica, escrita hacia 1717 por Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu; que le granjeará una gran fama por su crítica a las libertades y privilegios de que gozaban las clases altas, incluido el clero; y por esta razón, sus obras fueron incluidas en “El Índice de Libros Prohibidos” por La Iglesia Católica.
La obra, es un libro irónico, de extensión breve pero contenido profundo, donde por medio de la mirada oriental de sus protagonistas, se critican los usos y costumbres occidentales, recurriendo en ocasiones al humor negro, y ridiculizando constantemente a La Corte Francesa.
Lo más destacable, no es el realismo, ni el retrato de los personajes, ni tampoco puede decirse que exista una trama propiamente dicha, sino que se centra
en la descripción de los defectos de la sociedad francesa, por medio de la sátira y la burla.
Sus protagonistas:
Uzbek, Rica, Pablongas, y Redi, son musulmanes chiítas persas; y la novela comienza, cuando Uzbek, político y pensador, se ve obligado a huir de su país, tras denunciar una serie de vicios en La Corte de Isfahán.
El viaje se realiza en 10 etapas a través de Irán, Armenia, Turquía, Italia, y Francia, terminando la narración tras 161 cartas intercambiadas por los protagonistas, en las cuales se tocan 3 temas principales:
La religión, la moral y la política.
Pero el objetivo principal de la sátira de Montesquieu, es la religión positiva, en especial la cristiana, por sus dogmas y la incongruencia de vida de sus ministros.
Así, cuando Montesquieu habla de “virtud”, está considerando 3 valores:
La caridad, la humanidad, y el respeto a las leyes del lugar donde se vive.
La intención de Montesquieu, no es la de establecer rasgos eternos e inamovibles para la virtud y los valores que la conforman:
La tolerancia, la justicia, la libertad, y la educación.
Tales principios aparecen, en efecto, desprovistos de cualquier connotación religiosa.
Su relevancia, hay que considerarla desde un punto de vista esencialmente práctico y político.
La “virtud” juega un papel esencial, en tanto en cuanto que sin ella, la sociedad se corrompe y desaparece.
Gracias a ella, la sociedad se mantiene y progresa, al permitir que los ciudadanos desarrollen el comercio y la industria en un ambiente de paz y comunicación.
Así pues, la obra de Montesquieu, no se interroga por definiciones eternas y absolutas, sino por las condiciones de posibilidad, necesarias para la construcción de una sociedad constituida por hombres, para hombres.
En definitiva, la moraleja de esta fábula, es que las costumbres son más eficaces que la ley, y que la virtud pesa a los hombres, y ni el mejor de los regímenes políticos perdura más que un tiempo limitado.
Hoy, la metáfora se usaría en extraterrestres, o personas de otros tiempos, para cuestionar nuestras costumbres actuales, más arraigadas.
Por su parte, los tamiles son un grupo étnico, nativo del estado de Tamil Nadu, en la India, y de la región nororiental de Sri Lanka, antigua Ceilán.
Hablan principalmente la lengua tamil, y su historia se remonta a 2 milenios atrás.
En la actualidad, su número total se eleva a 77 millones de personas, de los cuales, 60 millones habitan en La India, 3 millones en Sri Lanka, casi 1 millón y medio en Malasia; y el resto se encuentran dispersos por otros países, entre los que destacan:
Canadá, Sudáfrica, Singapur, Birmania, Reino Unido, y Guyana.
La Guerra Civil de Sri Lanka, fue una guerra civil y étnica en el país insular de Sri Lanka; desde 1983 hasta 2009, donde hubo una lucha esporádica, la mayoría entre el gobierno y Los Tigres Tamiles, un grupo militar separatista.
Organizaciones de la etnia tamil en el norte y este del país, pelearon contra lo que a su percepción era una discriminación de la mayoría, perteneciente a la etnia cingalesa, y eventualmente pidieron la creación de un Estado Independiente y exclusivo para ellos.
Con el tiempo, la organización terrorista Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE), eliminó a todos sus rivales moderados, y tomó el control completo del norte y el este de Sri Lanka, agrediendo a su propia gente, y llevando consigo, una campaña de terror a la isla, y más allá.
Se cuenta que llegó a tener entre 10 mil y 15 mil guerrilleros.
En 2006, de sus 19 mil combatientes, se estimaba que un 20% eran mujeres; y su fuerza aérea, “Los Tigres del Cielo”, fue la única en el mundo mantenida por una guerrilla.
La Guerrilla Tamil, perfeccionó y aplicó en masa, el terrorismo suicida, utilizando a más de 160 fanáticos, entre ellos, numerosas mujeres que se inmolaban bajo las órdenes directas de Prabhakaran.
En una de estas acciones, una militante suicida del LTTE, asesinó en 1991 a Rajiv Gandhi, ex-Primer Ministro de La India, y cabeza del Partido del Congreso.
Todo ello provocó, que más de 30 países incluyeran al grupo, en su lista de organizaciones terroristas, incluyendo a:
Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, India, Australia, y Malasia.
La Unión Europea, también incluyó al LTTE, en la lista de grupos terroristas, lo que provocó la expulsión de miembros de La UE del grupo de supervisión del cese-el-fuego de 2002, La Misión de Supervisión en Sri Lanka (MSSL)
China y Rusia, por su parte, siempre impidieron que El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, abordara la cuestión de Sri Lanka.
Mientras tanto, líderes estrictos del gobierno de Sri Lanka, agravaron el problema con su enfoque de “cero tolerancia”
Mucha gente fue torturada, mientras los periodistas que criticaban al gobierno y otros oponentes, fueron asesinados.
Cuando un grupo de jóvenes nacionalistas de izquierda, llamado Janatha Vimukthi Peramuna, organizó un levantamiento en el sur del país, más de 30 mil personas “desaparecieron” en manos del gobierno.
Así fue como muchos huyeron de Sri Lanka, y hoy viven en el exilio.
“Elle n’est pas ma fille, il n’est pas mon mari, tout est faux”
(Ella no es mi hija, él no es mi marido, todo es falso)
Dheepan es un drama francés, del año 2015, dirigido por Jacques Audiard.
Protagonizado por Jesuthasan Antonythasan, Kalieaswari Srinivasan, Claudine Vinasithamby, Vincent Rottiers, Faouzi Bensaïdi, Marc Zinga, Franck Falise, entre otros.
El guión es de Jacques Audiard, Thomas Bidegain, y Noé Debré, un relato desgarrador de la inmigración, una historia de 3 refugiados tamiles de Sri Lanka, que salen de ese país, y se dirigen a París; y refleja de manera muy acertada, la supervivencia de los acogidos políticos y de los exiliados en general, tema hoy en día tan actual, debido al gran número de refugiados sirios que buscan asilo en Europa, y que podrían ser un buen reflejo de lo que nos quiere transmitir Dheepan, ya que nos sumerge dentro de la vida de un expatriado más, que tiene que intentar sobrevivir día a día, en todo tipo de situaciones.
El instinto de supervivencia de los personajes, trasluce en cada imagen; y la sed de un bienestar digno, se convierte en el discreto motor de la historia.
El guión de Dheepan, también fue inspirado en parte, por “Las Cartas Persas” de Montesquieu; que lo hizo merecedor de La Palme d’Or en El Festival Internacional de Cine de Cannes de 2015.
La banda sonora ha sido compuesta por Nicolas Jaar.
Así pues, mientras la crisis de los refugiados, sigue golpeando el corazón y las conciencias de media Europa, al tiempo que la otra mitad asiste impasible al estremecedor éxodo forzado de estas gentes, llega a las pantallas este largometraje, que bien podría ser el relato de una de esas historias anónimas de sufrimiento, huida, y adaptación.
Dheepan (Antonythasan Jesuthasan), huye de La Guerra Civil en Sri Lanka y, para conseguir que Francia le conceda el derecho de asilo, hace pasar por su familia a una mujer, llamada Yalini (Kalieaswari Srinivasan), y a una niña, Illayaal (Claudine Vinasithamby) que huyen también del país.
Una vez en suelo francés, él encuentra trabajo como conserje, en un edificio situado en un barrio problemático de las afueras.
Específicamente en Le Pré-Saint-Gervais, localidad y comuna de Francia, en la región de Isla de Francia, departamento de Sena-San Denis, en el distrito de Bobigny y cantón de Les Lilas.
A pesar de que no hablan francés, los 3 se adaptan progresivamente a su nuevo país.
Yendo de un lado a otro, observando, y sin comunicarse verbalmente, en su desconocimiento casi total de la lengua francesa, los 2 adultos se adaptarán progresivamente, aprendiendo también a conocerse mejor, hasta empezar a amarse; mientras que la pequeña Illayaal, avanza a mayor velocidad, gracias a la escuela.
Pero Dheepan verá, cómo finalmente las actividades del tráfico de drogas que lo rodean, lo obligarán a salir de su reserva, y sus sueños de la jungla, toman una dimensión urbana brutal...
Las circunstancias y el fatalismo, amenazarán a esa supervivencia.
Aparecerá la violencia, el acorralamiento, y los viejos fantasmas.
Y resucitará el antiguo guerrero, en alguien que sólo aspiraba a la normalidad, que había desertado del espanto.
Este retorna para que asuma su antigua naturaleza, para que vuelva a correr la sangre, para matar o morir.
Dheepan retrata con fuerza y complejidad, el esfuerzo, los sueños, el miedo, y el coraje, con lucidez, verosimilitud, y comprensión.
“அவர்கள், மூன்று மாதங்களுக்கு முன்னர் தான் இறந்தார் இப்போது நீங்கள் அந்த குடும்பம் உள்ளன”
(Ellos murieron hace 3 meses, ahora ustedes son esa familia)
Hay películas que ayudan a entender, la injusta situación actual en la que se encuentran un gran número de personas:
El exilio, el salir de una guerra, para entrar en “otra guerra”
El director Jaques Audiard, habla en todo su cine, de personas que están en el límite, que deben defenderse en un medio hostil, con gran sentido y precisión, la angustia, la perplejidad, la difícil adaptación, la cautela y la desconfianza de personajes en un mundo extraño; y aborda sin complejos, y de frente, varios asuntos de candente actualidad:
La emigración desde países pobres o devastados por las hostilidades, hacia la acogedora, plácida, y benigna Europa; los horrores correosos que las guerrillas, querellas, combates, o refriegas dejan en las personas; la orfandad de haber perdido tanto las raíces como a la familia, las dificultades de la integración por las perturbaciones que se arrastran, y por la hostilidad y falta de facilidades que uno encuentra, los no menos terribles choques, pugnas, y exterminios que acontecen en algunos países de acogida, debido a la droga, las mafias o el crimen, etc.
Y, quizás, lo más importante, el retrato fatalista de una injusticia global; en el primer mundo se aparta y se esconde la violencia en guetos, la guerra de baja intensidad, se mete debajo de la alfombra, y hacemos como que no existe, miramos para otro lado, lo mismo que las abismales diferencias sociales, y el abandono de los poderes públicos.
Dheepan es la lucha de los eternos perdedores para encontrar un refugio mínimo, disponer de pan y techo, otorgarse mutuamente, calor y protección, aprender a nadar en un mundo que no es el suyo; pues el suyo sólo les ofrecía hambre, desolación y muerte; pero adaptarse al nuevo mundo, y encontrar recursos para seguir tirando, también es muy duro.
Así que el director se toma su tiempo para lo que nos quiere contar.
Con ritmo acertado, pero lento por momentos, observamos la rutina de estos inmigrantes, quienes debido a la necesidad de empezar una nueva vida, se ven obligados a utilizar una documentación falsa para huir de su país, y de la guerra.
Dheepan, es un Tigre Tamil, uno de los integrantes de la guerrilla, que durante décadas, batalló contra el gobierno de Sri Lanka, un combatiente cansado, que ha perdido amigos y familia en la lucha, y quiere escapar para empezar lejos y de nuevo, huir de la violencia sobre todo.
En ese camino, necesita aparentar que tiene una familia, y en la playa donde se decide quién se va y hacia dónde, el destino primero es a La India, y después ya se verá…
Dheepan, es asignado a una mujer y a una niña, ninguno de los 3 se conocen, y a partir de entonces, pasan a ser una familia real, que ha sido masacrada en la guerra, y a la que suplantan, pero a la que nadie va a echar en falta.
La elipsis entre la playa de Sri Lanka, y la llegada a París, es absoluta.
Además de que representa las experiencias de los inmigrantes y la integración, Dheepan es polémica sin ser didáctica, y su mensaje sobre el espíritu humano, y cómo las conexiones de amor pueden florecer en las formas más sorprendentes; las desgracias las originan los hombres como él, no las organizaciones que se aprovechan de su situación.
Los servicios sociales franceses, engañados por los intérpretes, aceptan familias en la creencia de que son refugiados de guerra, perseguidos, represaliados políticos.
A Dheepan se le asigna una vivienda y un trabajo, en la periferia de París, ciudad que prácticamente no veremos; y pasa a ser el portero de unos bloques de viviendas, bloques donde impera la ley del clan mafioso.
La mitad de los bloques, son para las personas, la mitad opuesta, donde la banda de Brahim (Vincent Rottiers) trafica con drogas, y donde Dheepan no puede entrar, si no se le autoriza previamente.
Jaques Audiard, saca a sus personajes de un mundo en guerra, para colocarles en un mundo sin ley, y dispuesto a estallar en cualquier momento.
En la escalada de concesiones, para que pase lo que tiene que pasar, Dheepan intentará marcar su territorio, desobedecer el mando del clan, intentar integrarse en la comunidad de vecinos, pero para complicar todo, habrá que colocar a la mujer que huyó con él, y que se hace pasar por su esposa, trabajando en la vivienda donde vive el tío de Brahim, y éste mismo cuando deja la cárcel.
Así, la espiral de posible violencia, va atrapando a la pareja de manera visible pero no directa.
Dheepan, en su sótano, mantiene un vínculo espiritual de contacto con su país, con su tradición, con sus orígenes.
Y poco a poco, el tigre encerrado en su jaula, empieza a enloquecer, empieza a comprender que esa nueva selva, le va a provocar la misma angustia que la que le impelió a abandonar Sri Lanka.
El final, ese doble final, uno apocalíptico y otro redentor es poético.
El doble final, es lo que Audiard buscaba desde el principio, era su ruta programada, para la que ha estado prolongando en exceso el relato y que, en definitiva, llena de impostura su propuesta, el final violento, y el final familiar, es un bofetón que cae directamente sobre Francia.
¿Era esto lo que pretendía, o sólo le ha salido así?
¿Realmente, Audiard cree que El Reino Unido es más tolerante, más integrador, más “civilizado”?
Dheepan es solo un nombre obligado a resucitar, para que un guerrillero perdedor, pueda renacer en alguna parte de la considerada “zona civilizada”, allá donde supuestamente no hay guerras, y donde también, supuestamente, las leyes se cumplen, y se respetan derechos fundamentales.
El mayor mérito de Audiard, consiste en elaborar un film de denuncia, sobre la inoperancia de Europa para gestionar la llegada de inmigrantes, escapando de lo maniqueo y lo didáctico; y estimula constantemente la inteligencia del público, a través del elegante recurso estilístico de la elipsis, dejando que este deduzca lo necesario para completar la historia, sin la necesidad de tener que contar todo, paso por paso, de modo casi paternalista.
El uso de los fundidos a negro, como puntos y aparte, articula la narración en capítulos, marcando de forma sutil, las inflexiones, y los momentos clave.
El elemento más destacable, reside en su capacidad para ir atrapando al espectador, mediante una narrativa “in crescendo”, y cómo logra entremezclar todos los diversos temas, desde una apariencia para nada caótica, sino homogénea.
No será de extrañar, que más de un espectador se sorprenda con el estilo que el film adquiere en su tramo final, con referencias al “noir”, e incluso en cierta manera al cine de acción, nada frecuente en el cine de este tipo.
Un giro que llena de fuerza y brío, a un trabajo que se emparenta, de alguna manera, con Clint Eastwood, y que gracias a la potencia de las imágenes con las que Audiard retrata estos pasajes equipara, de forma cruel, la barbarie de la guerra en el corazón de la selva, con el horror que esta “familia” se encuentra a la vuelta de la esquina.
Una reflexión incómoda, siguiendo la estela inclusive de Martin Scorsese y Sam Peckinpah.
Aunque si por algo destaca Dheepan, es por la sabia decisión de no mostrar abiertamente la violencia, sino que en su lugar, la oímos y la percibimos casi de refilón.
En las antípodas de un determinado cine de acción, que gusta de recrearse en la crueldad gratuita, Dheepan prefiere sugerirla, para no distraer al espectador del verdadero tema:
Aquí o allá, todos somos víctimas potenciales de una belicosidad que realmente anida en nuestro interior, pese a que el deseo de prosperar, pueda ser a veces incluso más fuerte.
Sin embargo, Dheepan pierde credibilidad, cuando un perseguido por el gobierno, es capaz de llegar a París, sin que ninguna mafia exija dinero o contraprestación a su llegada…
La laica escuela pública francesa, ofrece y sitúa la integración, pero nos olvidamos de ella… se entregan viviendas, se proporcionan colegio y trabajo y, a partir de entonces, nadie supervisa un lugar en donde la inmigración es mayoría, una barriada sin policía ni administración, un mundo aparte, al que Dheepan podía haber llegado sin necesidad de recurrir a la vía legal.
La idea más potente, que lava los puntos flojos, es como esa falsa familia, a través del aislamiento y las dificultades que sufren en París, va construyendo lazos que van generando una verdadera familia, y precisamente, la protección de esa familia, y cómo Dheepan se la acaba creyendo, es lo que provoca la chispa para el estallido.
Otro punto interesante, es presentar la barriada donde se instalan como un campo de batalla, donde la violencia campa a su aire, una barriada dominada por las bandas que llevan los negocios de la droga.
Y de ahí, surge un personaje potente, que no logra despegar, y que hubiera sido crucial para un buen desarrollo del conflicto y el estallido; el delincuente mafioso, para cuya casa trabaja la falsa esposa del protagonista...
Así vemos escenas especialmente logradas, casi todas, aquéllas en las que Audiard busca lo onírico, y  lo surreal:
Al principio, unos refugiados que huyen y suben a un barco en la noche, y de pronto, en la oscuridad, unas luces de colores empiezan a hacerse poco a poco más visibles, más cercanas, pensando que son los barcos que llegan a puerto, nos encontramos con unos esrilanqueses, vendiendo juguetes por las calles de París, y luciendo unas diademas que se encienden y apagan con luces de colores.
Los sueños, pesadillas y borracheras de Dheepan, donde ve a un elefante que le observa con su ojo enorme, la tranquilidad del ser bestial que puede despertar en cualquier momento…
Los actores elegidos por Audiard, para encarnar los papeles protagonistas, son unos perfectos desconocidos, que prácticamente han debutado en la gran pantalla con este film:
Jesuthasan Antonythasan, fue niño soldado en Sri Lanka, y hoy en día es un afamado novelista afincado en Francia; caso similar al de Kalieaswari Srinivasan, “la madre”; y al de Claudine Vinasithamby, que hace de “la hija”
Pero el único personaje medianamente perfilado, es el del ex guerrero, pues desconoceremos, de los otros 2, todo de ellas, salvo que la mujer tiene una prima en Inglaterra; y que la niña, huérfana, estaba al cuidado de una tía en el campo de refugiados.
Por lo que Dheepan recae en los hombros de la excelente interpretación de Antonythasan Jesuthasan, nativo de Sri Lanka, y real refugiado político que lleva desde el año 1990 en París, y que según ha comentado, el personaje de Dheepan, está inspirado en un 50% en su vida, de hecho, estuvo trabajando en una serie de diferentes trabajos temporales, siendo incluso botones en un hotel de Euro Disney.
Escritor bajo el seudónimo de “Shobasakthi”, reconvertido a actor de manera tardía, y con una prolífica obra literaria, a pesar de que su primera novela “Gorilla” es del año 2001, una obra muy marcada por la situación política de su país, basada principalmente en sus experiencias personales, de hecho, el actor ha llegado a comentar, que perdió a 23 de sus familiares en La Guerra Civil de Sri Lanka.
“Vous, heureux ici?”
(Usted, ¿Feliz aquí?)
Los inmigrantes, refugiados, apátridas, exiliados... nos cuenta Jacques Audiard, son seres invisibles para la mayoría de nosotros, y cuando reparamos en ellos, es porque les consideramos una amenaza, un incordio, o un problema irresoluble, al que se llega, porque alguien firmó en su momento, y de manera irreflexiva, al parecer, La Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Cuando los responsables gubernamentales, a regañadientes, deciden acogerlos, lejos de concederles un hábitat digno y solidario, les endosan el estatus de marginales.
Pero los seres humanos, desplazados y supervivientes, pueden tener detrás una vida tan terrible, tan injusta, y tan merecedora de reparación, como la de Dheepan.
En la realidad, en el año 2005, el candidato Mahinda Rajapaska, fue elegido Presidente de Sri Lanka, y estaba determinado a acabar militarmente con La Guerra Civil; y bajo su mandato, hubo asaltos brutales a las zonas donde se encontraban los miembros del grupo guerrillero tamil.
Se estima que unas 80 a 100 mil personas perdieron la vida durante el conflicto.
También, ha causado gran daño a la economía y a la población.
Por otra parte, la organización Tigres de La Liberación Tamil Eelam, fue derrotada el 17 de mayo de 2009, y su líder, Velupillai Prabhakaran, fue muerto en combate.
Ahora, gran parte de los refugiados de Sri Lanka, son desplazados internos, es decir, que están en campamentos repartidos por un territorio donde, del mismo modo que nacieron y vivieron, tuvieron que huir.
Es a su vez, una de las situaciones más delicadas de los refugiados tamiles, ya que mientras que el resto que está en otros países, como India, donde se concentra la mayoría de los que escaparon, cuenta con la protección de organizaciones, ACNUR,  sin embargo, no trabaja en los campamentos del interior del país, los 112 campamentos del estado sureño de Tamil Nadu, donde viven unos 73.000 refugiados, bajo represiones, intimidación por parte del gobierno esrilanqués, y abusos sexuales.
Pero tampoco hay escapatoria para quienes quieren retornar a sus casas, porque según testimonios, se encuentran con que ya no tienen…
El ejército ha ocupado las aldeas, y ha construido cuarteles militares, dejando a los refugiados, viviendo bajo lonas en los territorios desocupados que encuentran en el país.
Es uno de los motivos, y suficiente, para que los solicitantes de asilo, ahora vean como rechazan sus peticiones de refugiados en otros países, encuentren protección en España.
La Comisión Española de Ayuda al Refugiado, (CEAR), recoge en su informe de 2010, que unas 116.966 civiles, están refugiados fuera del país, y 460.000 personas desplazadas internas, “cerca de la mitad atrapadas en el nordeste, en pleno conflicto, sin acceso a los servicios básicos, y con escasos alimentos”
Y es en Reino Unido y Canadá, se encuentran las comunidades más numerosas.
Por ejemplo, abogados de Human Rights Watch, expresaron su preocupación por el futuro de 200 personas originarios de Sri Lanka, que arribaron en julio de 2014 a las costas australianas para pedir asilo político.
El Primer Ministro de Australia, Tony Abbott, no confirmó, si La Armada de su país examinó a las 200 personas, antes de ser rescatadas por un navío militar.
Sin embargo, reportes locales informaron, que El Primer Ministro señaló, que su país no ha violado ninguna Ley Internacional.
Desde 2012, el gobierno australiano, tramita todas las solicitudes de asilo en la isla de Papúa Guinea, y no en su territorio, lo que ha sido denunciado por varias organizaciones de derechos humanos.

“விநாயகர், எங்களுக்கு விஷயங்களை இங்கே நன்றாக போக செய்ய துரதிர்ஷ்டம் விட்டுவைக்க”
(Ganesha, perdona nuestras desgracias, haz que las cosas van bien aquí)



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