That Sugar Film

“I want to find out what sugar does to me”

¿Realmente sabemos todo el “azúcar oculto” que contienen determinados alimentos y bebidas?
Endulzar en exceso alimentos, con el objetivo de mejorar su sabor y textura, también es cosa de los alimentos salados.
Además de carecer totalmente de interés nutricional, los azúcares añadidos, a diferencia de lo que ocurre con los azúcares presentes de forma natural, aportan exceso de calorías.
La opinión sobre el consumo de azúcar, está francamente dividida:
Por un lado, hay personas que criminalizan su consumo, como si de un veneno tal cual se tratara; y por el otro, hay quienes la santifican como una fuente de energía rápida, e incluso la asocian a una sensación de felicidad.
Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim recuerda que:
Todo es veneno, nada es veneno.
Sólo la dosis hace el veneno”
Una frase que se le puede, y debe aplicar tanto al azúcar, como a cualquier otro alimento.
Antes de comenzar, aclaremos que por “azúcares añadidos” se entiende cualquier tipo de azúcar, que uno mismo pone en su plato, taza, vaso o receta; y también, esto es importante, todo aquel azúcar utilizado en la fabricación de todos aquellos productos alimenticios manufacturados, y que de forma típica, están presentes en los mal llamados “refrescos”, las mal llamadas “bebidas energéticas”, los caramelos y chucherías, los productos de pastelería y galletería, las bebidas a base de frutas, los helados… etc.
El azúcar, es un edulcorante que proporciona calorías, y que se añade a las comidas y bebidas, para darles un sabor dulce, al igual que textura, cuerpo y volumen.
A veces se le llama “edulcorante calórico”
El azúcar, es un carbohidrato simple, que el cuerpo usa como fuente de energía; y que NO TIENE valor nutritivo.
A diferencia del azúcar natural, que es el azúcar que se encuentra en los alimentos enteros, no procesados tales como:
La leche, fruta, verduras, y algunos granos.
Los azúcares más naturales, son la fructosa, que se encuentra en las frutas; y la lactosa, que se encuentra en los productos lácteos.
Los azúcares simples, son esa clase de nutriente, que de un tiempo acá, se encuentran en el ojo del huracán.
A pesar de que el azúcar añadida, no proporciona ningún valor nutritivo, sí tiene muchos usos en el procesamiento de los alimentos; y puede servir como agente preservante para jaleas y mermeladas; añadir volumen a los helados de crema, ayudar en el proceso de fermentación de panes y del alcohol; mantener la frescura en los productos horneados; el azúcar, también se le añade a las comidas y bebidas procesadas, porque hace que éstas tengan mejor sabor.
Su excesiva presencia en la alimentación contemporánea, les relaciona con una buena parte de las enfermedades metabólicas de nuestro tiempo, incluida la diabetes, la obesidad, y todas las enfermedades que de estas se suelen derivar.
El panorama es tan preocupante, que las instituciones sanitarias públicas, parece que andan detrás de una reforma de las recomendaciones de consumo de estos, más que, o además, del uso que de estos podamos hacer los consumidores de forma consciente, a la hora de endulzar cualquier preparación, bebida o receta… lo más típico, con el café con leche.
Es decir, el problema tiene una doble vertiente:
Por un lado, está aquello que se denomina propiamente “azúcares añadidos” azúcares, o ingredientes que los contienen, que se emplean en la producción de diversos alimentos y bebidas; y por el otro, el uso del “azucarero” como tal.
En las sociedades desarrolladas, consumimos demasiados azúcares simples, así se pone de manifiesto por ejemplo, en Estados Unidos, con los datos del Centro para El Control y La Prevención de Enfermedades de aquel país.
Según estos datos, resulta muy llamativo que, cerca del 13% de las calorías de los adultos de EEUU, provengan de los denominados “azúcares añadidos”, ya sea porque los alimentos los incluyan en su composición, o porque se agreguen voluntariamente.
Así, para que no quepa duda alguna, los azúcares están, cuando en un determinado alimento, leemos ingredientes como:
Jarabe de maíz, sólidos de jarabe de maíz, jarabe de maíz alto en fructosa, jarabe de malta, jarabe de arce, fructosa, fructosa líquida, miel, melaza, dextrosa anhidra, cristal dextrosa, dextrina; además, evidentemente, del “azúcar” como tal, y el azúcar moreno.
Sin embargo, el lobby del azúcar, niega cualquier relación entre azúcar y enfermedades.
Lo del azúcar y la sal, en los alimentos envasados, roza lo criminal, porque no se etiqueta su cantidad en relación con la máxima recomendada de consumo.
Y es que el azúcar y la sal, tienen las siguientes cualidades:
Potencian el sabor, además, si añadimos azúcar a un embutido por ejemplo, podemos incrementar la cantidad de sal, sin que sepa salado, lo que hace que su sabor mejore.
Son unos magníficos conservantes, cuanta más sal y azúcar lleve un preparado alimenticio, más tarde caducará.
Son baratos, no hay conservantes o saborizantes naturales tan baratos, por lo que se evitan aditivos químicos, y así se puede etiquetar un producto como “natural"
Por tanto, un producto envasado, precocinado o congelado, sin sal, azúcar o grasa, no sabe a nada, y es muy caro.
La solución como siempre, pasa por advertir en las etiquetas, que determinados productos tienen cantidades de sal y azúcar perjudiciales para la salud, y que luego, cada uno decida libremente...
Tal como la propaganda del cigarro…
Y parece retorcido añadir azúcar a alimentos salados, para así poder aumentar la cantidad de sal de los mismos, sin advertirlo.
Por tanto, si una persona se alimentara exclusivamente de precocinados, envasados, y congelados, moriría antes de 1 año.
Consumir azúcar añadida, tiene consecuencias graves para la salud.
Demasiada azúcar en su dieta, puede contribuir a la formación de caries, obesidad, dificultad para controlar la diabetes tipo 2, niveles más altos de triglicéridos, niveles más bajos de lipoproteína de alta densidad, HDL o “buen colesterol”, y al desarrollo de la enfermedad del corazón.
Además, si usted se llena de alimentos o bebidas que contienen azúcar añadida, usted tiene menos probabilidad de consumir comidas y bebidas sanas, que protegen su salud
¿Alguna vez hemos visto la cantidad real de azúcar que representa la cifra del 10% de azúcar permitido en un adulto?
¿Cuán importante es el azúcar para las personas, pero lo más importante, cuánta azúcar consumimos a diario, sin que lo sepamos?
“Sugar has become so prevalent in today's society that if you removed all the items containing it from a standard supermarket's shelves... just 20% of items would remain”
That Sugar Film es un documental australiano, del año 2014, escrito y dirigido por Damon Gameau.
Protagonizado por Stephen Fry, Jessica Marais, Damon Gameau, Isabel Lucas, Brenton Thwaites, Zoe Tuckwell-Smith, John Tregenza, Gary Taubes, Thomas Campbell, David Wolfe, Kathleen DesMaison, entre otros.
That Sugar Film trata de la alimentación “saludable” de los países como EEUU y Australia, donde el etiquetado puede decir “sin azúcar añadido”, y todavía contener compuestos dulces; por lo que cuenta con la participación de actores reconocidos, y el aval del cocinero inglés Jamie Oliver, para darle crédito.
Además, el realizador, Damon Gameau, publicó un libro de recetas y consejos a partir de la experiencia del documental, llamado “That Sugar Book” para que los espectadores se orienten a la hora de elaborar una dieta mejor.
Y aquí está todo lo que hay que saber:
Empezando con la falacia de que caloría ingerida vs caloría quemada, es lo que nos hace gordos, la desinformación, las malas prácticas de la industria alimenticia, y los efectos de una dieta alta en azúcar.
La dieta de nuestra cultura occidental, es muy diferente a la de hace menos de un siglo, muchas azucares, demasiadas calorías que no alcanzamos a utilizar durante el día, y todas las consecuencias que su consumo tiene sobre nuestra dentadura, niveles de energía, y el tamaño de nuestras cinturas, entre otros detalles evidentes en nuestro organismo.
Así, Damon Gameau pretende entender, cómo afecta el azúcar en la alimentación, antes de que nazca su hijo; y para ello emprende un viaje que le lleva a conocer diferentes testimonios, algunos de ellos, expertos en el campo de la alimentación, durante el cual se somete a una dieta alta en azúcares, pero con la particularidad de que consume el mismo nivel de calorías que la alimentación equilibrada de sus últimos 3 años.
Por tanto, se ha sometido a una estricta dieta, especialmente rica en azúcares durante 2 meses, y nos cuenta su experiencia; pero lo más llamativo de su propuesta, no está en que sea él, el que voluntariamente use ese azúcar, y lo añada a su menú, no…
Lo más destacado de su idea, radica en seguir una dieta rica en azúcar, pero a partir solo de alimentos que la industria cataloga o comercializa como “saludables” y que por tanto, no pocos consumidores los consideraran de la misma forma, y los incorporan sin el menor de los prejuicios a su ingesta habitual.
Es más, por su supuesta cualidad mercantilista de “saludables”, es más que probable que lejos de observarlos sin prejuicio alguno, estos productos “saludables”, pero con una cantidad importante de azúcares, sean buscados con el fin de seguir un patrón de vida saludable.
Damon quiere denunciar, “el efecto halo” de los alimentos de los supermercados.
Este efecto consiste, en la realización de una generalización errónea, a partir de una sola característica o cualidad de un objeto, o de una persona.
Es decir, realizamos un juicio previo, a partir del cual, generalizamos el resto de características.
Por ejemplo, un yogur con 0% de grasa, pensaríamos que es bueno para la salud, pero no significa que no hay azúcar.
Para Damon:
“Todo el azúcar que ingiero, es que la gente percibe como “comida saludable”, como el yogur bajo en grasa, barras de cereales, jugos de frutas, o incluso bebidas energéticas para deportistas…
Estas cosas que los padres dan a veces a sus hijos, pensando que no son malos para su salud”
El actor, no comió ningún producto graso como chocolate, soda, dulces, durante la experiencia, y sin embargo, el azúcar presente en los alimentos que comió, era demasiado, tanto que tuvo una cirrosis.
A medida que pasa el tiempo en su experimento, él empieza a ponerse flojo de ánimo, empieza a comer más por la adicción que está apareciendo, empieza a engordar muy visiblemente, a estar mal genio, y a no querer hacer el ejercicio al que estaba acostumbrado.
Mientras hace constantes comparaciones entre alimentos vs cucharadas de azúcar, para que entendamos, qué es lo que estamos comiendo.
En lo profesional, que está muy bien respaldado, un médico confirma las sospechas:
Gameau ha engordado, y si continúa comiendo esos productos, podría desarrollar problemas relacionados con la obesidad.
Pero entiendan:
La etiqueta que promete salud, es una falacia, ellos quieren vender, no más, no les importa la salud.
No son “nuestros amigos”
El documental, por otra parte, esquiva a propósito la bollería industrial, las bebidas azucaradas, y los alimentos con chocolate; y en su lugar, nos revela que los productos de las dietas occidentales, nos están engañando con sus etiquetas de “light” o “bajos en calorías”
De hecho, acá se habla de experimentos con ratones, que concluyen que el azúcar es más adictivo que la cocaína y la heroína.
Específicamente, a 43 ratones adictos a la cocaína, se les dio escoger entre cocaína o agua con azúcar.
Y 40 de los 43, escogieron el azúcar.
Lo terrorífico es cuando pensamos que vivimos en un ambiente en que uno de los mercados más fuertes de esta “droga”, el azúcar, son los jóvenes.
That Sugar Film no huye de las grandes proclamas, como comparar la epidemia del azúcar con la adicción a la nicotina, o culpar a su consumo de la desaparición de una comunidad aborigen del norte de Australia.
Al respecto, me resultó  muy importante este tema, pues muy pocas personas en el mundo saben lo que significa “Mai Wiru”; la cual es una expresión en la lengua de los Anangu, una comunidad aborigen que habita en la inmensidad del desierto australiano, que se traduce como “buena alimentación”
Al igual que muchos otros pueblos indígenas que fueron colonizados, los Anangu tienen problemas de salud, concretamente relacionados con la alimentación.
Una de las razones, es que cuando tuvo lugar la colonización, a los Anangu les privaron, en gran medida, del acceso a sus propios recursos naturales, entre ellos, la comida.
Por eso, desde hace años se alimentan de “comida basura”, con alto contenido en sal y azúcar.
“viven en sociedades donde abunda la diabetes, la obesidad, los fallos renales, y las muertes prematuras”, dice John Tregenza, una de las primeras personas que ayudó a los Anangu en la década de 1970, y que ahora forma parte del proyecto “Mai Wiru”
“Los eventos sociales más habituales, son los funerales”, asegura; y dice que la alimentación, es la principal causa de las enfermedades y la muerte en esta comunidad.
“Cuando iban a comprar a su tienda local, no encontraban muchos productos saludables, por eso, en las 2 últimas décadas, las insuficiencias renales terminales, se hicieron endémicas”
Los últimos datos nacionales, estiman que cerca de un 19% de los problemas de salud de los indígenas australianos, están relacionados con su dieta, especialmente con la falta de ingesta de frutas o verduras.
“Se necesitan subsidios gubernamentales, para que los Anangu tengan acceso a la comida, y para que ésta sea asequible a quienes viven en la pobreza”, sostiene Tregenza.
Y su mensaje se hizo eco.
Cuando el actor y director australiano, Damon Gameau, comenzó a investigar los daños que causa el azúcar en nuestro cuerpo, para la elaboración del documental, That Sugar Film, estaba particularmente inspirado por la labor de Tregenza.
“Hace 12 años, supe por 1ª vez del trabajo de Tregenza, quien me invitó a visitar Amata, la comunidad indígena en la que vivía”, contó Gameau.
“Me quedé muy impactado, al ver la cantidad de Coca-Cola que consumía la gente, incluso se la daban a los bebés...
Esa imagen, se quedó grabada en mi cabeza”
Gameau se preguntó, si la situación seguiría siendo la misma después de tanto tiempo, y decidió informarse por su cuenta…
“Encontré un artículo de 2009 sobre el tema, que mencionaba cómo varias comunidades indígenas, decidieron ponerse de acuerdo para prohibir la venta de bebidas azucaradas en sus tiendas”
Uno de los motivos que movieron a Gameau, a seguir investigando, fue el hecho de que se tratara de “una historia positiva sobre la comunidad aborigen”, pues “la mayoría de las veces, se habla solamente de la parte negativa, como el consumo de alcohol”, explica el australiano.
“También, me llamó la atención el hecho de que la idea naciera de los aborígenes, y no del exterior.
Entonces retomé el contacto con Tregenza, que es un ser humano extraordinario”, cuenta.
Pero:
¿Cómo llegó esta remota región del noreste de Australia, a vetar las bebidas azucaras en su propia comunidad?
El primer paso fue la educación.
El objetivo, concienciar a la población sobre los problemas generados por la mala alimentación, con ayuda de nutricionistas y expertos en la materia.
En 2007, Amata tenía 360 habitantes, que consumían 40 mil litros de bebidas azucaradas al año, la mitad de eso, Coca-Cola.
Y fue en el año 2008, cuando decidieron prohibir la venta de las bebidas azucaradas que más se vendían en la tienda local:
Coca-Cola, Passiona y Powerade, sustituyéndolas por bebidas sin azúcares.
Esta medida se extendió a otras comunidades aborígenes en el país, que formaban parte del proyecto “Mai Wiru”
Sin embargo, en el año 2009, el gobierno recortó fondos, se llevaron al nutricionista, impidiendo el desarrollo del programa educativo, e introduciendo nuevas bebidas azucaras en la región...
A día de hoy, los habitantes de Amata, consumen un 30% de azúcar al día, y La Organización Mundial de La Salud (OMS), recomienda que sea sólo entre un 5% y un 10%.
Fue ésta la situación que se encontró Gameau, cuando visitó el poblado por primera vez en 12 años.
“Era evidente que la gente no era feliz, que estaban enfermos, y que necesitaban ayuda de forma desesperada”, recuerda.
El consumo de azúcar en Amata, ha disminuido, pero Gameau considera que todavía queda mucho por hacer.
“Sí, la Coca-Cola ya no se vende; pero la educación se detuvo, porque perdieron la fuente de financiación”, cuenta
“Todavía beben Fanta, limonada, y otras bebidas azucaradas, sin darse cuenta de que tienen tanto azúcar como la Coca-Cola”
A través de su fundación, The Mai Wiru Sugar Challenge Foundation, Gameau y Tregenza quieren continuar con el proceso educativo que se empezó en su día, y hacer saber a la comunidad, que Coca-Cola no es la única bebida que contiene altas tasas de azúcar.
“Esperamos poder reducir las tasas de azúcar, a las recomendadas por La OMS, de aquí al año 2020”, afirma.
Así las cosas, por muchos motivos, llevaron al mismo Gameau, a vivir en primera persona, los efectos que produce el azúcar en nuestro cuerpo, consumiendo durante 60 días, productos que dicen ser “saludables”, pero que contienen altas cantidades de azúcar.
“Nos estamos dando cuenta ahora, de las técnicas que utiliza la industria alimentaria, en términos de “marketing”, para intentar hacernos creer, que un producto es saludable, cuando en realidad no lo es.
Es una situación muy similar a lo que ha sucedido con el tabaco, pues ahora el discurso sobre el mismo, es muy diferente”, explica.
Gameau asegura, que a los aborígenes les resulta especialmente difícil entender estos “trucos de marketing y de manipulación”
Pero se siente optimista, sabe que es posible recuperarse tras el consumo excesivo de azúcar, él mismo pasó por esa experiencia tras la realización de su documental:
“El cuerpo es una herramienta muy poderosa, y puede regenerarse de forma natural”
Espera que los Anangu, o al menos las generaciones posteriores, puedan hacer lo mismo.
Y la clave, sostiene, “no es eliminar el azúcar por completo, sino reducirlo y consumirlo de forma responsable”
“Estoy seguro de que el panorama en cuanto a la industria alimentaria, será muy diferente en los próximos 20 años”, dice, recordando la importancia de las redes sociales a la hora de difundir el mensaje.
Quizás, en menos tiempo del que pensamos, “Mai Wiru” acabe convirtiéndose en un concepto que todos comprendamos.
Consciente del lío en el que puede meterse, el realizador se ha asesorado bien, para evitar cualquier tipo de problema legal.
“Lo único que hago, es interpretar el etiquetado”, explica Gameau.
“Está todo en los paquetes, el problema es que es muy difícil para la gente verlo.
Llegamos a la conclusión, de que mientras fuéramos veraces, y nada se exagerase, estábamos a salvo.
Hasta ahora, ha salido todo bien”
De fondo, cuestiones que afectan a la industria del azúcar, y el propósito del autor de educar a la sociedad australiana, es la importancia de proyectar That Sugar Film; y para ello se apoya en personalidades conocidas del mundo del espectáculo, el cine, el teatro y la TV.
Aunque That Sugar Film no deja de ser un documental en primera persona, con evidentes pretensiones estéticas, cuenta con el testimonio de varias destacadas, personalidades del mundo de la nutrición como:
Gary Taubes, Thomas Campbell, David Wolfe, o Kathleen DesMaisons; que brillan por su ausencia, siendo los portavoces de la industria alimentaria, que según Gameau, no quisieron participar en la producción de That Sugar Film.
“A Coca-Cola, la perseguimos desde el principio, pero no estaban interesados”, asegura Gameau.
“Creo que muchos de ellos pensaba que That Sugar Film iba a ser del estilo a las de Michael Moore, basada en el miedo y difamatoria.
Espero que no nos haya quedado así.
Pero sí, la gente ha sido engañada, gracias a la falta de veracidad y responsabilidad en el etiquetado.
Algunos de estos productos que ves en el supermercado, tienen “una puesta de sol”, o palabras como “madre naturaleza”, o “una abeja con una flor” y la gente se cree que son saludables”, asegura.
En resumen, la historia, al parecer, consiste en poner de relieve, y en las carnes propias de este actor, en principio bien parecido, acerca de si el problema con el tema del azúcar está en el azucarero, o en otros alimentos que, al igual que sucede con la sal, por ejemplo, lo incorporan de forma que el consumidor medio, es poco consciente de su presencia.
Al final, también nos lo podemos imaginar, ya que de otro modo no habría película, el bueno esta vez de Damon, recibe las peores noticias por parte de sus médicos:
Está desarrollando hígado graso, entre otras calamidades relacionadas con su salud; aumento importante de su perímetro de cintura, aumento del peso, de la glucemia… y eso tan solo en las 3 primeras semanas de experimento, el cual se prolongó por espacio de 2 meses, y en el que su meta era incorporar con esos alimentos “saludables” el equivalente a 40 cucharaditas de azúcar, la cantidad media, que según las autoridades sanitarias, consumen los australianos a diario.
Nada más… pero tampoco nada menos.
“We're gonna remove fat from otherwise healthy foods, and when we do this we have to replace the calories, we have to make sure we have the right mouth feel.
And it has to taste as good as it did with fat, and the best way to do that is with sugar”
El documental That Sugar Film, del actor y director australiano, Damon Gameau, pretende alertar de la pasividad con la que las autoridades enfrentan el excesivo protagonismo del azúcar, en las dietas occidentales y, sobre todo, en “los mal llamados alimentos saludables”
Según Gameau, las etiquetas deliberadamente confusas de las alternativas “light” constituyen un problema de primera magnitud.
Sus conclusiones han motivado un gran revuelo en los medios de comunicación de su país, y algunos colegios ya han pedido al gobierno australiano, que el asunto sea debatido en las aulas.
Así cuenta en primera persona, el proceso de auto sabotaje al que se sometió el director y protagonista durante 60 días.
Para su experimento, Gameau eligió productos supuestamente bajos en calorías, es decir, alimentos “pretendidamente saludables”, cuyo reverso escondía una realidad bien diferente.
“Decidí descartar las bebidas azucaradas, el chocolate, los helados, y la bollería industrial.
Todo el azúcar que consumí durante 2 meses, lo encontré en yogures bajos en calorías, barritas, cereales, y bebidas deportivas”, explicó.
En ese tiempo, ingirió 200 gramos de azúcar diarios, la misma cantidad que según diversos estudios toman de media, los adolescentes australianos.
Desde lo formal, para empezar, nos cuenta la historia del azúcar, nos presentan el equipo médico que va a hacer el seguimiento, y entramos en los detalles del problema:
La diferencia entre glucosa y fructosa, y el papel de la insulina favorecedora de la transformación de la glucosa en energía.
Con una alimentación centrada en el azúcar, la actividad cerebral se vuelve inestable, sometiéndose a su ingestión, y registrando estados de ánimo extremos, desde la euforia al decaimiento.
Visitó Amata, un pueblo de indígenas libre de alcohol, cuya salud está en riesgo por el cambio cultural en la alimentación, hacia un modelo basado en las compras de supermercado, y la falta de educación de las nuevas generaciones.
El azúcar, toma nombre diferentes, se disfraza de saludable, y la industria invade el paisaje publicitario de mensajes atractivos para la satisfacción inmediata.
Visitó EEUU, en diferentes estados como Kentucky, donde vemos cómo desde pequeños, se acostumbra a los niños a consumir bebidas dulces, y conocemos a un dentista alarmado por las consecuencias de regar continuamente los dientes con azúcares, y a un joven, cuya dentadura produce escalofríos.
En este punto del documental, cuando llegamos a ponernos en su lugar, es normal que produzcamos las primeras lágrimas, tal vez de tristeza, o quizás de dolor.
Los estímulos cerebrales que nos producen los dulces manjares, altos en fructosas u otros azúcares, ayudan a crear un patrón inconsciente ante la simple imagen de la comida que la hace más apetecible.
En el caso de ser personas razonables, que atienden principalmente a argumentos, la industria nos tiene preparado una gran cortina de humo para confundir a la opinión pública, basada en las evidencias manipuladas.
Pretenden dejar patente, la falta de consenso en la comunidad científica, pagando estudios que les sean favorables.
Pero los resultados del experimento son demoledores, y en tan solo 60 días, los expertos pueden comprobar el efecto producido por esa alimentación alta en azúcares, manteniendo el nivel de calorías.
Si solo vives en un mundo en que las deficiencias se viven con normalidad, nunca serás capaz de ver los resultados que tiene en ti la buena alimentación, ni podrás apreciar los matices de sabores que tiene la comida fresca, preparada en casa.
La gran epidemia que vive el mundo, es el descontrol que lleva a toda clase de adicciones, sean de drogas, alimentarias, sociales, o emocionales.
No somos conscientes de lo que producen nuestros actos a largo plazo en nosotros mismos, mientras vivimos en la cultura de la gratificación instantánea.
Somos responsables de nuestro equilibrio alimentario; pero no somos los únicos responsables del consumo excesivo y dañino de productos altos en grasas, o en azúcares.
No todas las calorías son iguales.
La dieta basada en contar calorías, y hacer ejercicio, es parte de una manipulación global para no frenar el consumo de productos dulces, y favorecer el crecimiento de toda una industria alimentaria.
Las empresas, invierten en “marketing”, y no en educación porque prefieren pagar compensaciones, que tener a la población informada, y ejerciendo un consumo responsable.
Para ellos, todo debe ser dulce, porque lo dulce afecta a las áreas de recompensa y gratificación del cerebro, como la nicotina, la cocaína, o el sexo, y por ello, favorece al consumo.
Además, las más beneficiadas son las farmacéuticas que pretenden mantener a todos en el hospital para hacer más dinero.
No es fácil salirse de las convenciones sociales, como la asociación de lo dulce a las celebraciones.
Y aunque a nadie le amarga un dulce, somos lo que comemos.
Si tenemos en cuenta que la cantidad diaria de azúcar recomendada por La Organización Mundial de La Salud (OMS) es de unos 50 gramos, el 10% de la ingesta calórica total de un adulto con un índice de masa corporal normal, a lo largo de su ensayo, Gameau consumió 4 veces la cifra aconsejada.
Las consecuencias para su organismo no se hicieron esperar:
Su circunferencia abdominal aumentó 10 centímetros, y el riesgo de padecer obesidad, se multiplicó por 2.
En marzo de este año, La OMS decidió cambiar su proyecto de directrices sobre los azúcares y, pese a que mantuvo la recomendación vigente desde 2002, sí indicó que “si la ingesta calórica total diaria, se reduce a menos del 5%, se obtendrán beneficios adicionales”, es decir, que lo ideal serían unos 25 gramos de azúcar al día.
“No pretendo ser dogmático en mi planteamiento, sino centrar la atención en el hecho de que el 80% de la comida procesada que se vende en los supermercados contiene azúcares.
Y eso podemos cambiarlo”, ha dicho el director de That Sugar Film.
La cruzada de Gameau, suscribe las alertas de La OMS, que advierten de que gran parte de los azúcares que se consumen actualmente, están en alimentos que en teoría no se consideran dulces.
Y así lo demuestra:
Un jugo de frutas, que en la etiqueta de ingredientes solo dice “Manzanas” o “Naranjas”, y agregan que “no tiene aditivos, ni azúcar agregada, ni nada”
¿Suena saludable, verdad?
Obviamente, pero lo que no te dicen, es que al hacer jugo, a la fruta le sacas la fibra y los nutrientes que enviaban toda esa azúcar al sistema digestivo, y no al hígado.
Al tomar ese jugo solo, el cuerpo lo procesa igual que la Coca-Cola, y además, ingieres mucho más.
Mientras que cuando te comes una manzana, después de terminarla, estás satisfecho, no lleno que no es lo mismo, y no es el objetivo.
Simplemente, no quieres más manzana.
Un puro vaso de jugo de manzana, tiene hasta 4 manzanas.
Ahora veamos los batidos de verdura, en cambio, no tienen azúcar ni pierden nutrientes al licuarse.
¿Esa persona loca que todos conocemos que se hace licuados asquerosos con espinacas, betarraga, zanahoria, y una sola naranja?
Esa persona loca tiene razón.
Eso sí es saludable.
¿Licuar/colar 7 naranjas para un puro vaso de jugo?
Es lo mismo que tomarse una Coca-Cola.
Y si voy a dejar el azúcar…
¿Qué me va a pasar?
Lo pasará mal al principio; no es imposible, sí se puede.
Cuando pasen un tiempo sin azúcar, un puro día, van a sentir jaquecas, mal humor, y lo peor, ganas incontrolables de comer algo con dulce.
Cuando digo algo “dulce”, no es necesariamente de un chocolate, sino querrán comerse algo con azúcar, y eso va desde un pan hasta una Coca-Cola.
Y esas ganas van a ser tan incontrolables, que van a darse cuenta de que no son simples ganas, lo cual es positivo; y veremos que ese comportamiento no es normal.
Los cambios que más impactan, es darse cuenta de que ya la satisfacción alimentaria, no es acabarse con el plato de almuerzo entero, y dejará comida en él, pues ha llegado al tope necesario.
Más si al almorzar con agua mineral, te das cuenta también, de que con un vaso basta, y usualmente sobra, pues hay quienes toman hasta 4 bebidas de refresco en un almuerzo, o más si los restaurantes cuentan con “refill”
Por tanto, si van al cine, y escuchan a alguien comiendo una manzana, saluden, y sigan el ejemplo.
“It was time to head to the cultural capital of convenience, the mecca of the processed food and sugar industry, and the current number-one-ranked world obesity champion...
Look out, America”
Estamos condicionados a buscar cosas dulces, y a amarlas, porque en algún momento de nuestra historia, eran calorías que podían salvarnos la vida.
Pero las cosas cambiaron, nuestra supervivencia no depende de zamparnos la fruta que encontramos en el campo, ahora sobre producimos toda la comida, y la compramos en el supermercado, y el azúcar consumida en grandes cantidades, lo cual es facilísimo, se transforma no solo en gordura, sino también en efectos secundarios como la dependencia, la falta de ganas de hacer ejercicio, las ganas de comer, más y más azúcar.
¿Sienten que pueden comerse toda una pizza, y aún comerían más si hubiera? Bueno eso no significa que tengan “el estómago más grande”
Es el azúcar interviniendo en sus cerebros la señal de “saciedad”
O sea, no son ustedes los flojos glotones, es su perfil bioquímico que les está afectando el cerebro, y condenándolos a ser gordos y miserables, porque no pueden dejar de ser gordos.
Las malas noticias son, que en los 70, la gente decidió que la culpa de la gordura era la grasa, y nacieron todos esos productos “Light”, “0% materia grasa”, y todo lo que uno sigue comprando cuando quiere bajar de peso.
¿Lo malo?
Que les sacaron la grasa, pero para hacer que siguieran siendo ricos, les agregaron azúcar… a todo:
Arroz, productos bajos en grasas, tallarines, salsa de tomates, el pan, el jugo, los cereales, todo eso y más, contiene increíbles cantidades de azúcar.
Que nos mantiene adictos, y con ganas de seguir comiendo, como adictos los hay de la droga, el alcohol, el cigarro y la pornografía.
Si han hecho una fila en el Dunkin Donuts sintiéndose miserables, si se dan la vuelta larga para tomarse su Frapucchino del Starbucks, si ver fotos de Nutella en Instagram, los hace salivar, es muy probable que sean adictos, o estén al borde.
Esto es serio, y tienen que metérselo de la cabeza.
No es cosa de ustedes, no son ustedes los que “no tienen voluntad”
Tenemos una dependencia fisiológica muy real y concreta, que nos tiene enfermos.
Y los responsables son los de la industria alimenticia, que tienen un lobby y un poder del terror, y que orientan todo a la falacia del:
“Eres gordo porque comes mucho, y no haces ejercicio”
Cosa que no es así.
A día de hoy, la mayor parte de gobiernos y sociedades científicas implicadas, han realizado recomendaciones de límites superiores de ingesta para los “azúcares añadidos”, y han establecido ese límite superior en el 10% del valor energético total de la dieta.
Es decir, que de todas las calorías aportadas, los azúcares añadidos, no deberían contribuir en más del 10% de las calorías.
La OMS está barajando incluso, el hacer bajar esta recomendación sobre la presencia de azúcares añadidos, a no más del 5% de las calorías totales.
El tema es importante, ya que uno de los principales problemas con esto, es que la mayor parte de los “azúcares añadidos” en nuestra dieta, no los añadimos nosotros, sino que van insertos en la matriz de ese alimento industrial que nosotros elegimos poner entre nuestras manos, o en nuestro plato.
Y ya que el elegir estos alimentos es especialmente frecuente, tentador y ubicuo, se terminan sobrepasando con facilidad ese 10% máximo de calorías aportadas a partir de los “azúcares añadidos”
Cada individuo, necesita una cierta cantidad de calorías diarias para proveerse de energía.
Usted debe tratar de suplir la mayor parte de su requisito calórico diario, comiendo alimentos que no contienen, o que tienen un contenido bajo de azúcar, y que le proporcionen los nutrientes importantes para su cuerpo.
Si usted es muy activo físicamente, o si elige alimentos sanos para suplir la mayoría de sus requisitos calóricos, es probable que pueda, a discreción, consumir algunas calorías de más.
Esto significa que tiene algunas calorías para consumir en cosas que le gusten.
El estadounidense promedio, por ejemplo, consume aproximadamente 22 cucharadas/355 calorías de azúcar al día; más o menos la misma cantidad de azúcar que contienen 2 latas de 12 onzas de refresco carbonatado regular, gaseosa no dietética; más una barra de chocolate.
Dado el aumento en las tasas de obesidad y enfermedad del corazón, La Asociación Cardiaca Estadounidense (AHA) recientemente publicó guías para el consumo de azúcar añadida.
La AHA recomienda, que no más de la mitad de las calorías que usted puede consumir de más, a discreción, provengan de azúcares añadidas.
Para la mujer, esto significa no más de 6 cucharadas de azúcar añadida al día, aproximadamente 100 calorías, más o menos la misma cantidad de azúcar en ½ taza de helado de leche, o menos de una lata de 12 onzas de refresco carbonatado regular.
El hombre debe consumir no más de 9 cucharadas de azúcar añadida al día, aproximadamente 155 calorías, más o menos la misma cantidad de azúcar que tiene una bebida de chocolate de 16 onzas, o una lata de 12 onzas de refresco carbonatado regular.
Pero la información anotada en El Rótulo de Información Nutritiva, puede ser confusa.
Al leer la información sobre el azúcar en cada porción, tenga en cuenta estos 2 consejos:
4 gramos de azúcar, equivale a 1 cucharada de azúcar; y 1 gramo de azúcar equivale a 4 calorías.
Usando estos 2 consejos, usted puede tomar la información que encuentra en El Rótulo de Información Nutritiva, y comprender lo que en realidad esto significa.
Un alimento o bebida que contiene 40 gramos de azúcar por porción, es lo mismo que 10 cucharadas de azúcar, o 160 calorías.
Irónicamente, la mayoría de la información disponible, deviene del apoyo de un fondo educativo provisto por la Coca-Cola Company.

“On day 15, it occurred to me what 40 teaspoons of sugar would actually look like stripped of its cleverly marketed packaging”



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