Ride

“When her son dropped out, she dropped in”

Somos mamíferos sociales y, como tales, la figura más determinante en la génesis de nuestro psiquismo es, y sólo puede ser, la madre.
Naturalmente, hay posteriormente en nuestra biografía, muchas otras influencias:
El padre, otros parientes, la escuela, la sociedad, la pareja, la salud, el trabajo...
Pero las capas más hondas de nuestra personalidad, nuestra actitud ante la vida, el modo de afrontar nuestros éxitos y fracasos, etc., dependen enormemente del tipo de relación que existió en nuestra infancia, o sigue existiendo hoy, entre nuestra madre y nosotros.
Este vínculo, madre-hijo, no sólo debió ser sano, sino también transitorio; es decir, lo mismo que hay un destete físico, también debe haber, más adelante, un destete psíquico de la madre.
Tras la adolescencia, tal destete debería quedar completado; y la madre no sólo debe permitirlo, sino promoverlo activamente, pese a todas las posibles resistencias del hijo, sólo así, se logrará la salud emocional de toda la familia.
El amor de madre, o de hijo, no se puede confundir con un apego enfermizo del uno por el otro, una relación destructiva, que solo impide que, tanto hijo como mamá, desarrollen sus formas de vida.
“Mamá, comprenda que su hijo debe tomar las riendas de su vida”
No es lo mismo, el hijo que se va de la casa, al hijo que aunque lejos, permanece apegado a su mamá, permitiendo que ella tome las decisiones por él, e influya en sus sentimientos.
Del lado contrario, la situación también resulta compleja:
Una mamá, que ve en su hijo, su única felicidad en los años de su vejez, puede terminar afectando la vida de este hijo, que debe desarrollar también su vida.
Es importante reconocer, que la raíz del apego, está en el miedo:
Miedo a lo que sucederá, si esa persona cambia su forma de estar en nuestra vida.
En el caso de los hijos, sobre todo de los hijos varones con su mamá, este temor radica en la sensación de sentirse abandonada.
El abandono, es una sensación muy fuerte, por la que la mujer pasa durante toda su vida, y está relacionada con la forma en que sintió la relación con sus padres, y entre sus padres.
Si en su niñez, la mamá sintió muchas posibilidades de ser abandonada, se aferrará al esposo, y luego al hijo, como una forma de sentirse segura en el mundo.
Se esforzará por hacer todo por ellos, y por eso, la idea de que ellos se alejen, le resulta aterradora.
Esta sensación, si se trata ya de una madre adulta con su hijo que está listo para formar una nueva vida, debe ser tratada psicológicamente, porque puede convertirse, sino se ha convertido ya, en una patología.
De igual manera, se debe proceder con el hijo varón que se aferra a su madre.
En este caso, la madre debe haber sido en algún momento durante la infancia permisiva de este comportamiento; y puede que después de los 7 años, el apego excesivo con la madre, debe ser tratado psicológicamente, particularmente en el caso de los varones.
Las características del apego pueden ser:
Esforzarse por mantener la proximidad con la persona con la que se está vinculada; resistirse a la separación, sintiendo ansiedad, desolación y abandono ante la pérdida; mantener un contacto sensorial privilegiado con la figura de apego; usar la figura de apego, como base de seguridad desde la cual poder explorar el mundo físico y social; refugiarse en la figura de apego, en momentos de tristeza, temor o malestar, buscando en ella, apoyo y bienestar emocional, etc.
Así pues, lo primero que se requiere para superar el apego, es reconocerlo.
Reconocer que estoy apegada a mi hijo, o que estoy apegado a mi mamá, de una manera que me perjudica, que me limita como persona.
Por lo que se recomienda, experimentar pequeñas separaciones, no es necesario que el vínculo sea cortado inmediatamente, y para evitar el sufrimiento, aunque en ocasiones, es necesario para crecer, es válido que el hijo vaya saliendo del abrigo de su mamá, si vive con ella, o tome decisiones independientes.
En el caso de la mamá, acudir a nuevos eventos, y encontrar nuevos amigos no es suficiente…
Un viaje tendría un efecto benéfico.
Recordar que la madre, conforme los hijos crecen, ella misma no está pasando precisamente la mejor época de su vida.
Las hormonas también están haciendo en ella, que se produzcan grandes cambios, a los que hay que atender con sentido común, avances médicos, y un poco de paciencia.
Este combinado, entre la revolución hormonal de la madre y la del hijo al mismo tiempo, nos debe llevar a buscar soluciones, si no queremos que el “mix” sea explosivo.
Por tanto, cuando ya se es adulto, este apego es sin duda patológico, y radica en el temor del hombre a encontrarse a sí mismo, y a salir al mundo como es.
Puede estar escondiendo su verdadera sexualidad, sus verdaderas inclinaciones, o haber desarrollado una patología en las relaciones románticas…
Como reza el dicho:
“Es importante recibir un poco de sol, y un poco de lluvia”
¿Qué no harías por tu hijo?
Todo.
Bueno, empieza por dejarle vivir su vida.
“Enjoying life”
Ride es una comedia del año 2014, escrita y dirigida por Helen Hunt.
Protagonizada por Brenton Thwaites, Robert Knepper, Helen Hunt, Luke Wilson, Leonor Varela, Callum Keith Rennie, David Zayas, Richard Kind, Mike White, Renee Faia, Jessica Andres, entre otros.
Ride es una historia, sobre una persona que parece estar en completo control de su vida, pues ha venido arrastrando muchos cambios emocionales, por lo que tiene que aprender a confiar en los demás, y abrazar lo inesperado.
Es a la vez, divertido y triste, con las hermosas escenas de surf, un escenario perfecto para que una persona aprenda a ser humilde y aceptarse a sí misma y a los demás, dejando ir el pasado, y darle cara al ahora, y porque no, al futuro.
Como dato, la fotografía en el agua, ha sido llevada a cabo por famoso director de cámara, Sonny Miller, que murió tras el estreno, de un ataque al corazón, a los 53 años; siendo Ride su última película, por lo que está dedicada a él.
Además, Ride es la 2ª película en la que el personaje de Helen Hunt hace surf; pues su 1ª fue “Soul Surfer” (2011)
La acción sigue a Jackie (Helen Hunt), una madre que decide viajar de New York a California, para estar junto a su hijo, Angelo (Brenton Thwaites), después de que éste decida abandonar la escuela, y su vida; para dedicarse por completo al deporte que ama:
El surf.
En California, ella se comienza a tomar clases de surf, para tener un motivo por el cual acercarse más a Angelo, y contrata a Ian (Luke Wilson), pero al mismo tiempo, descubre una nueva faceta de sí misma, aparte de las opciones de vida que da, después que su hijo abandona la secundaria.
Por otra parte, libre para explorar, Angelo también encuentra su punto de vista rebelde en la educación, y puede no ser la mejor opción para su arte.
Por lo que recapacita tras esas “vacaciones emocionales” con su madre, y ve lo que es mejor para él, al mismo tiempo para su madre.
Una comedia simpática, realista, que cualquier relación madre/hijo, puede verse reflejada, o aprender sobre educación familiar.
“What did your father say?”
Helen Hunt, se pone a la dirección de un trabajo de su puño y letra, idea serena y madura, llevada a la gran pantalla con gusto y acierto, que sabe elegir las escenas y enfoques, para informar de la peliaguda y tirante relación madre/hijo, de sus enfrentamientos, cavilaciones, y competencia dialéctica, de quien motiva, y de quien se siente asfixiado, todo ello, sin desganar ni aburrir.
Son 2 enfoques contrarios, para quienes hablan sin parar, pero nunca logran comunicarse; y nos muestra la relación intensa entre un hijo y una madre, con un dialogo ingenioso, lleno de referencias de literatura.
Dice el dicho:
“Madre no hay más que una”, y en ocasiones, más que suficiente para llenar la cuota de lo que un hijo puede soportar de ella.
Ese desvivirse por su retoño, dar su vida por su bienestar, su dicha por la suya, ese agobio constante, de quien no conoce límites de dónde empieza la intimidad de su criatura, y ella debe retirarse.
Porque se quiere, necesita y urge su contacto, porque el trauma de la pérdida de un hermano, recae sobre el superviviente que observa, aguanta y espera, hasta que su impaciencia y desesperación toman puerta, por no tener identidad propia y personal espacio donde moverse, crecer, y formarse.
Porque la presión de quien desea lo mejor para ti, llega a ser enorme, porque el anhelo de dirigir la existencia de quien se ama, es imparable, porque evitar los daños, aplanar el camino, y guiar en la ruta correcta, forma parte del materno instinto.
Ese furor, fuerza y resistencia por velar y cuidar de quien no se deja andar solo, pues no se ve la invasión, no se percibe el daño, únicamente se sabe que está vivo, sano, y conociendo sus habilidades que, por supuesto, con los consejos, guía y ayuda de la madre, lograrán que se convierta en el mejor hombre…
Que ello le haga feliz, es la pregunta que ni se cuestiona.
Con toques de humor plácido, de relajación divertida, de romance superfluo, de tensión ardua, de conflicto familiar que envuelve a testigos presenciales, crea una historia comedida pero valerosa, de enteros personajes cuidados según su exigua aportación, para complementar ese químico dueto, de quien es experta actriz, y de quien sólo debe dejarse llevar por la conducción de ella.
El comportamiento de la madre, es bastante ridículo como divertido, como son sus interacciones con Ramón (David Zayas) el chofer que contrata para conducir a su alrededor, mientras acecha a su hijo.
Este extraño comportamiento, se explica durante el desarrollo de la historia, y envuelve una tragedia del pasado, desconocida, y que sale a la luz para redención de la madre.
Con buenas actuaciones, y un guión que te deja sentir empatía con ambas partes, aunque la madre puede llegar a ser irritante, no llega a un punto psicótico, y sus razones son fundamentadas durante el desarrollo de la historia.
Ride, tenía todas las posibilidades de ser un éxito, si no fuera por un final bastante plano, y sin potencia, pues casi te quedas con la sensación que te dejan la mayor parte de películas francesas, donde nada pasa.
Si bien Ride no es novedosa en su planteamiento, el relato es ejemplo dual de formas distintas de entender la vida, reflejadas entre la ciudad de Los Angeles y New York, entre generaciones, entre sexos, y trata de hacer feliz a la audiencia.
“It's the stupidest thing I've heard”
Muchas personas, actúan y hablan sin preocuparse de la repercusión que tendrán sus acciones en el futuro.
Esto es bueno, pero sólo a veces; una mala acción o experiencia, nos pasará factura en el futuro.
Debemos saber, pues, que las experiencias de hoy, serán los recuerdos de mañana.
Es por esto que, si sabemos disfrutar de la vida, y vivimos experiencias enriquecedoras y agradables, en el futuro podremos mirar atrás, y sentir la felicidad que generan los buenos recuerdos.
Y es que los buenos recuerdos, son lo que nos mantiene vivos.
Es el poder mirar hacia atrás, y sumergirse en un mundo cargado de emociones, la mayoría positivas, lo que nos hará sonreír mañana.
Por lo que hay que alimentar la curiosidad.
Si tienes más de 50 años, lo más probable es que tengas hijos mayores, tal vez estés retirado, y tal vez tengas más tiempo libre...
Permítete explorar el mundo que te rodea, con actividades que puedas disfrutar, como haciendo un viaje, probando comidas distintas, o tomando clases.
Involúcrate en actividades que sean nuevas, y que ames; o invierte más tiempo en las cosas que te gusta hacer.
Esto puede añadir más carácter a tu vida, y puede hacer que vivas experiencias nuevas y maravillosas, además, puede ayudarte a conocer a nuevas personas…
Por tanto, viaja a donde sea posible…
Hay una cantidad inimaginable de cosas que explorar en otros lugares, desde países extranjeros, hasta la ciudad más próxima.
Viajar te mantiene en movimiento, y permite que tu cerebro esté involucrado, lo cual puede mantenerte joven de corazón.
Es un hecho y una realidad, que no podemos recuperar el tiempo perdido.
Por eso, debemos relacionarnos, hacer cosas diferentes, hasta enamorarnos…
Todo para alimentar ese apetito vital que acompaña al ser humano, y que nos hace necesitar sentirnos vivos.
No debemos dejarnos atrapar por la inactividad, y dar vueltas en el círculo de la nostalgia, que no nos lleva a ninguna parte, y que nos consume por dentro.
Debemos avanzar, seguir adelante…
¡Vivir!

“Be Happy”



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