The Hundred-Foot Journey

“Life has its own flavor”

La cocina de La India, es una de las más famosas a nivel internacional, pero no por ello conocida.
La gastronomía India, es muy variada, y surge como resultado de la diversidad de culturas que la han enriquecido a lo largo de las colonizaciones acaecidas durante varios siglos; así se fueron incorporando diferentes prácticas culinarias, traídas por los colonos, que con el tiempo se fueron mezclando, hasta llegar a ser el conjunto de tendencias que se conocen en la actualidad.
La mayoría de los sabores de La India, están íntimamente relacionados por el uso significativo de especias, y una gran variedad de verduras.
Dentro de esta tendencia general, existe una diversidad enorme de estilos locales.
La cocina hindú, posee unas características propias, y fácilmente identificables a pesar de la gran variedad existente entre sus regiones:
La cocina del norte, claramente influenciada por la gastronomía mogol, destaca por sus platos de cordero y aves elaborados en el tandoor; la podemos considerar como la más clásica, quizás por haber estado más alejada de las influencias de los comerciantes y marinos portugueses, y de los británicos en su época colonial.
La cocina del este, con platos agrios y picantes; la del oeste, ligera y vegetariana; y la cocina del sur, donde abundan los platos de arroz, el basmati es más común.
Pero todas ellas poseen unos rasgos comunes, como el equilibrio en la mezcla de gustos y texturas, y la maestría en el arte de combinar sabores con las especias, y plantas aromáticas.
Y es que lo primero que pensamos de la gastronomía India, son precisamente en las especias, los sabores picantes y las verduras, y lo cierto es que es lo más característico, siempre teniendo en cuenta, la enormidad de este país, y la cantidad de estilos diferentes, según las regiones.
Hay quien piensa, que el olor a especias, fue lo que atrajo a los británicos hasta India.
La cocina inglesa por su parte, tuvo una fuerte influencia en esta área, originando como fusión procedente de la British Raj.
Esta es la razón, por la cual existen en Londres, algunos restaurantes indios en las zonas elegantes y tradicionales de la ciudad, debido a los oficiales británicos que ofrecieron las variedades exóticas de La India en sus restaurantes.
En el siglo XX, hubo una segunda fase en el desarrollo de la cocina anglo-india:
Familias procedentes de Bangladesh, migraron a Londres.
Algunos de estos restaurantes, abrieron en Brick Lane.
En ciertos lugares de Inglaterra, la afluencia de inmigrantes procedentes de La India de mediados del siglo XX, como en Birmingham, hicieron que se generara un estilo propio de cocina, denominado “balti”, que se sirve en las denominadas “Balti Houses” llegando a ser muy populares en los años 70 del siglo pasado.
¿Cómo puede ser un viaje de 10 metros, el más importante de la existencia de alguien, relacionado con la cocina?
“But why change a recipe that is 200 years old?”
The Hundred-Foot Journey es una comedia del año 2014, dirigida por Lasse Hallström.
Protagonizada por Helen Mirren, Manish Dayal, Charlotte Le Bon, Juhi Chawla, Om Puri, Rohan Chand, Amit Shah, Dillon Mitra, Farzana Dua Elahe, Malcolm Granath, Sanjay Sharma, entre otros.
El guión es de Steven Knight, que adapta la novela de Richard C. Morais del mismo nombre, publicada en 2010.
Es corriente ver, cómo la cocina interviene de manera fehaciente, en obras de literatura; y por lo general, en los países del Mediterráneo, la cocina es parte fundamental de su cultura, y siempre está presente en su literatura; pero hay otro país asiático, que da tremenda importancia a este hecho:
India.
En principio, “10 metros” suponen una distancia corta, muy corta, para referirse a ellos como “viaje”
Son apenas 10 pasos, lo que le basta al protagonista de la obra de Richard C. Morais, para efectuar el viaje más importante de su vida, el que le llevará directamente del curry al Magreb, de la cocina india, familiar, humilde, integradora, todo un canto a la tradición; a la cima de la gastronomía francesa, refinada, exquisita, y poderosamente excluyente.
El joven, narra en primera persona, el periplo de su familia desde Bombay a Londres, y de allí hasta Lumiére.
La novela, se divide en 4 partes, que van contando distintas etapas de la familia Haji, pero se centran en la percepción que tiene Hassan de estos acontecimientos, ya que él será el protagonista central del libro, y conoceremos la historia desde su punto de vista.
Estas partes, hablan sobre la vida en La India, gracias a la que conoceremos en profundidad a la familia Haji, remontándonos incluso a algunos antepasados, el traslado a Europa, y la adaptación al nuevo entorno en el que se establecen y, por fin, la consagración de Hassan como chef en París; al fin y al cabo, esta novela no trata sólo del clásico choque de culturas, entre una estrafalaria familia hindú y su adaptación a la adusta Europa, sino también de la auto superación, el triunfo, y la consecución de los sueños.
El resto de caracteres, quedan ligeramente esbozados, dando toques de humor y costumbrismo, a un relato ligero y simpático; así como nos adentramos en el mundo de las luchas encarnizadas por las prestigiosas “Estrellas Michelín”, en los retos y dificultades que ha de enfrentar un chef actualmente, y en las prácticas que rigen en restaurantes, en los que cada plato es una obra de arte, cuya degustación solo está al alcance de una selecta minoría, capaz de pagar por él, cifras realmente desorbitadas.
Desde detalles del más antiguo de los libros de cocina, “De Re Coquinaria”, de Apicus, hasta los más modernos procedimientos, son descritos en la obra sin pérdida de detalle.
Incluso hay una velada crítica al foie francés, en el que se nos desvela la crudeza en la alimentación de los animales, para obtener ese preciado tesoro.
Hay enfrentamientos de personajes, claves a la hora de componer dicha trama, basados en los diferentes comportamientos por motivos culturales, ya sea entre indios y franceses, o por motivos de concepción de las diferentes cocinas, la tradicional y la de creación contemporánea.
Y todo ello, sin perder de vista aspectos muy interesantes, y que nos abren los ojos acerca de las grandes cuentas que manejan estos restaurantes de primera, y que a veces, una estrella de más, es la perdición del local, no pudiendo compatibilizar los gastos con las ganancias.
Y todo ello sin perder en ningún momento, la fantástica línea narrativa de la novela, que es muy amena, deliciosamente colorista, y original.
Hay un interesante epílogo, en el que, entre los agradecimientos, figura uno muy especial, al público lector de la obra, algo extraño en un primer texto, lo cual es muy de agradecer.
El estilo del autor es sencillo; no se pierde en florituras literarias, simplemente cuenta en primera persona, las aventuras y desventuras de Hassan, dándole un toque bastante cercano, con lo que es muy fácil adentrarse en la trama.
Así, en las primeras partes del libro, vemos como la historia tiende hacia la comedia, aunque con algún tinte dramático; y en la última división, asistimos a un ambiente mucho más formal:
Hassan ya es un adulto, que ha conseguido parte de lo que quería, pero también ha renunciado a cosas importantes, con lo que, como narrador de su propia historia, se vuelve considerablemente más serio y reflexivo, restándole cierta espontaneidad a su relato.
La producción cinematográfica por su parte, la lleva Steven Spielberg, cuyo nombre abre muchas puertas para un proyecto de estas características, que por su naturaleza trillada, podría caer en la misma bolsa que innumerables comedias románticas, pero que sin embargo, se destaca en una historia vital, de superación, llena de personajes excéntricos, escenarios vivos, y comidas deliciosas; el relato de una guerra culinaria, que nos descubre los entresijos del elitista mundo de la gastronomía.
Hassan Kadam (Manish Dayal), es un ingenuo profesional culinario, con un paladar insuperable.
La familia Kadam, lejos de su India natal, y liderados por Papa (Om Puri), se establecen en el pequeño pueblo de Saint-Antonin-Noble-Val, en el sur de Francia.
Lleno de encanto, tan pintoresco como elegante, es el lugar ideal para establecer su hogar, y abrir un restaurante indio, “La Maison Mumbai”
O eso parece, hasta que la fría propietaria de “Le Saul Pleureur”, un restaurante francés clásico, galardonado con una “Estrella Michelín”, regentado por Madame Mallory (Helen Mirren), se hace eco de ello.
Sus gélidas protestas en contra del nuevo restaurante indio, a 10 metros de su propio restaurante, escalan y acaban en una guerra declarada entre los 2 locales.
Pero la pasión de Hassan por la “haute cuisine” francesa, y por la encantadora segunda chef de Madame Mallory, Marguerite (Charlotte Le Bon), junto con su delicioso y misterioso talento, hace que surja algo mágico, combinando ambas culturas, y llenando Saint-Antonin de los mejores sabores, algo que incluso, Madame Mallory no puede ignorar.
Y es que ella acaba reconociendo el don de Hassan, su rival culinario, como chef, y lo convierte en su protegido, abriéndole nuevas oportunidades para el desarrollo de su talento.
Así, la diferencia entre la tradicional y discreta comida francesa, y la irreprimible cultura india, es utilizada como una obvia metáfora del choque entre culturas, entre el conservador occidente, y el exótico oriente.
“She thinks she owns everybody in town.
Do you hear me up there?
I say no!
Don't try to steal my children!”
La gastronomía en el cine, no es ajena.
Su protagonismo temático, no es tan resaltante, porque está dentro de una historia de fondo; en una actividad que no conoce de razas, ni de creencias.
“La Cocina es Cultura,” dice el dicho, y The Hundred-Foot Journey, es una ligera y agradable expresión de esta premisa.
Ubicada en un encantador pueblo del sur de Francia, es además la fantasía de una resolución al conflicto de una Europa cada vez más hostil a las influencias externas.
El título, The Hundred-Foot Journey, es una alusión irónica a las distancias que separan a los migrantes de la huraña población nativa.
Su director, Lasse Hallström, fue reconocido como el mejor cineasta sueco de su generación, por la capacidad para conciliar maliciosas fábulas, con una ácida disección de la intolerancia social, y las barreras culturales.
Por ello, The Hundred-Foot Journey trata acerca de esta “batalla”, y su eventual acercamiento a través no solo de la relación entre los jóvenes de ambos lados, el talentoso hijo mayor, Hassan; y Marguerite, una empleada de Madame, sino también entre la generación de adultos mayores.
Y la historia, se adentra en el tema gastronómico, y al hacerlo, destaca el aparente choque cultural que puede producirse a la hora de comer entre el refinamiento de un menú francés, y un colorido y deleitoso plato indio.
Este viaje de 10 metros que separa ambos restaurantes, es una historia encantadora y dulce, donde los paisajes son pintorescos, los personajes encantadores, incluso los villanos, y cualquier problema, se puede solucionar con un guiso cocinado con mucho amor.
A pesar de que no faltan acciones xenofóbicas, que denuncian tensiones raciales, que generan una actitud violenta y dañina para la familia Kadam, el relato adopta el tono de la amable comedia, capaz de despertar la sonrisa del espectador, contemplando personajes con los cuales resulta fácil de empatizar.
Así, la antagónica relación inicial entre Papa y Mallory, 2 personalidades obstinadas en lograr lo que se proponen, llega a “dulcificarse” gradualmente, reconociendo ella, el gran talento de Hassan, y contratándolo para la elaboración de platos con ingredientes que destaquen lo mejor de ambas cocinas; por su parte, el joven indio, comienza a sentirse románticamente atraído por Marguerite, quien se desempeña como asistente del chef del restaurante francés.
Es una bonita fábula, o cuento, sobre perseguir los sueños, llena de tópicos y clichés; que si bien no resulta compleja, es bastante predecible, pero gracias a unas buenas interpretaciones, y a las maravillas de la alta cocina, resulta entretenida y ocurrente.
Digamos que el desarrollo, es un proceso del entendimiento de 2 culturas que plasman sus características en la gastronomía:
La sobriedad y el estilo clásico por el lado de los franceses; y la frescura e intensidad por el lado de los indios.
Lo interesante es que mientras los locales ven la cocina como un arte exquisito de alta competencia, los segundos lo toman como un canalizador de relaciones sociales, apelando más al poder del sentimiento y de los sabores, antes que lo estético o exclusivo.
Demás, está decir que despierta el apetito, pero lo que más interesa aquí, es el modo en que la preparación de las recetas gastronómicas, puede lograr que 2 culturas diferentes, puedan encontrar puntos de convergencia.
Otro crédito, es el sentimiento familiar que evoca.
No cabe duda que la comida trae nostalgia.
Los olores y sabores, nos pueden llevar a épocas de la infancia, y recordar a personas que quizá ya no estén entre nosotros.
El aroma, dibuja imágenes del pasado que ocasionan felicidad y una bonita nostalgia.
Más aún, si la familia está de por medio, como en el caso que se presenta aquí, en donde los lazos están bien definidos, en cuanto a cultura e identidad nacional.
Y gustó la información que se brinda sobre la cultura gastronómica de La India, de la cual no sé mucho…
La extraña mezcla de ingredientes de 2 culturas tan diferentes como la francesa y la india, logran congeniar para unir familias, personas, y hasta ideologías, en donde lo que más importa, es disfrutar y admirar un rico plato de comida.
Todo está dicho de la forma más sencilla posible, y si en última instancia, The Hundred-Foot Journey podría ser objetado, porque no hay un fuerte impacto dramático, de todos modos, el tratamiento liviano que adopta el relato, no llega a menoscabar sus méritos.
El director sueco, propone así un viaje para los sentidos, por una bella región del Sur francés, retratada con gran pericia por el director de fotografía Linus Sandgren.
De manera tierna, cálida, y amable, su cámara abre el apetito de una audiencia, que prácticamente puede saborear cada plato.
Los colores explotan en la pantalla, y los ingredientes naturales, son la utilería perfecta para un film que parece destinado a disfrutarse con el paladar.
Las verduras, brillan capturadas por su lente, y no por nada, un recorrido por el mercado, se parece más a un paseo por una joyería.
Y el compatriota del realizador, no es el único que se destaca en su tarea, dado que si bien este “viaje de 10 metros”, es por terrenos familiares, se lo hace junto a un equipo de notables.
Del reparto, tanto Puri, uno de los más celebrados actores de la India, como la excelente Helen Mirren, no necesitan realizar grandes esfuerzos para transmitir convicción a sus respectivos roles, y en cuanto a Dayal y Le Bon, no desentonan aportando simpatía a los suyos.
Y con sus casi 70 años, Helen Mirren sigue siendo una hermosa mujer, que reluce en cámara.
Estoica y altanera como una reina, devota y amable como una madre, la británica es quien brilla entre un elenco de rostros poco conocidos, aunque hay que seguir de cerca a la bellísima Charlotte Le Bon, y al muy sexy Manish Dayal.
Este actor, es todo un descubrimiento, con esa mirada llena de sinceridad y determinación; y atención a su química con la encantadora Charlotte Le Bon…
Como dato, antes de la filmación, los actores Manish Dayal y Charlotte Le Bon, pasaron una cantidad considerable de tiempo en ir a los restaurantes, a observar y aprender de las cocinas que se presentan en The Hundred-Foot Journey.
La productora, Juliet Blake, consultó al cocinero nacido en India, Floyd Cardoz, para que “fusionara las 2 culturas, a través de la cocina”
Sin embargo, a The Hundred-Foot Journey, se le puede achacar una vinculación al filme “Salmon Fishing In The Yemen” (2011) del mismo Lasse Hallström, con Ewan McGregor, y Emily Blunt como protagonistas, porque básicamente sigue una misma fórmula:
Una región apartada y poco conocida, 2 extraños unidos por una misma pasión; un intento de llevar algo propio de otro país, a una zona que, en primera instancia lo resistirá, y la figura de un hombre de fe, que cree en su extravagante proyecto contra todo pronóstico.
Incluso se repite el ataque terrorista, xenófobo en este caso, que busca destruir el sueño de los protagonistas...
Es un cuento de un “Ceniciento” laboral, del sueño americano llevado a Francia, conducido por una inglesa, y protagonizado por un Manish Dayal de Carolina del Sur, con procedencia paterna india; del Príncipe que vuelve al hogar para despertar a su “Bella Durmiente” en espera después de saborear las mieles del éxito, santo hijo-agradecido-pupilo, que añora a la familia, y a su nada veraz jefa, y un sin fin de cuentagotas…
Pero hay una lectura muy fuerte:
Arrancamos con el relato de una tragedia familiar que no se entiende… y que pasa muy rápido.
Una supuesta revuelta política que no nos enteramos de qué va, ni mucho menos porque se ensañan así con esta familia, de la que tampoco sabemos mucho.
La escena del muchacho relatando al policía, su romance con la cocina, y la falta de alma de los ingleses, no es la mejor primera impresión…
Después del gran despliegue de un eje argumental, la competencia entre estos 2 restaurantes, literalmente enfrentados, el nudo se deshace súbitamente sin una resolución creíble del guión.
Convengamos que esa competencia, tampoco estaba del todo bien resuelta.
No queda claro, si es un simple prejuicio cultural/racial lo que los enfrenta, o compiten por el mercado.
Lo cierto es que el guionista, no parece saber mucho de mercado, porque claramente uno es un restaurante súper elitista, y el otro es un restaurante de formato más bien accesible.
Igual, The Hundred-Foot Journey renuncia a enterarse de que la capacidad adquisitiva es una variable relevante, y que si son 2 clientelas distintas, la competencia no es tal.
Pero si hasta allí uno podía hacerse el tonto, y no pedir tanto nivel de realismo, la complacencia se complica radicalmente, cuando comienzan los giros intempestivos de guión.
En menos de 5 minutos, vemos a la estrella del resto, cruzando la calle para instalarse con su otrora enemiga, en serio, era necesario que se mudara a vivir en frente…
Viviendo con el resto de su familia, no era acaso el cocinero, viviendo más cerca del lugar de trabajo…
Si en un principio pudo parecernos que The Hundred-Foot Journey reivindicaba la cocina que los indios, tenían para ofrecer frente a la excelencia gourmet de enfrente, el desengaño nos llega sin anestesia, cuando vemos al protagonista, ansioso por pasarse al bando del “buen gusto”, eso sí, con algún que otro condimento de su tierra, para darle el toque “exótico”
Es tanto su afán de “progreso”, que deja su propio restaurante y la cocina en la que es jefe y creador, para ser un empleado, por un sueldo de poco más de mil euros.
¿Un hermoso ejemplo del trabajador que empieza desde abajo?
Más bien, la historia de cómo el hijo pródigo deja un día a toda su familia en la estacada, para comenzar una carrera bajo reglas capitalistas, porque se supone que eso es el progreso.
Y así, sin mucho esmero, el guionista desmonta el conflicto completo, cuando el restaurante grande, se apropia de lo mejorcito de los recursos humanos de la pequeña empresa vecina...
Lo que no nos cuenta The Hundred-Foot Journey, es que suerte corre el restaurante del padre, ahora llevado por el inexperto del segundo hijo…
Es que la segunda parte de la historia va de otra cosa, algo así como de la envidia de la chica, que en la primera parte era un amor.
Nos llega entonces la escena, en que a la señora se le va la amargura, porque le conceden la segunda “Estrella Michelín”
La escena padece una predictibilidad que provoca vergüenza ajena, con el típico amague de la llamada en la que pone cara que le dijeron que no, pero en realidad le dijeron que sí…
La gran noticia es entonces, que la patrona, por menos de 1500 euros al mes, se sacó de encima la competencia, y encima, se ganó la estrella que buscaba hacia nada menos que 3 décadas.
Ha triunfado la gran empresa sobre el pequeño negocio familiar, el restaurante elitista sobre el popular, pero todos festejan, porque la explotación del joven, ha dado buenos frutos a la doña…
Nuevamente, asistimos a un nudo conflictivo que se cae de golpe, sin solución de continuidad.
La muchacha, no sabemos por qué le perdona súbitamente ser un trepador, y le cambia la expresión de desprecio por una sonrisa, un abrazo, y cara de “dame un beso” con mucho dinero y reconocimiento.
Y ahí arranca el tercer eje argumental, porque el chico pierde el “eje”, se come el exitazo, y deja a la chica a un costado, para ir a chuparle las medias a la señora jefa.
Así que se va a Paris, se vuelve más guapo, más famoso, pero se siente solo, y vuelve a buscar a su chica, que por supuesto, lo está esperando porque ahora es famoso.
Esta vez, la resolución del conflicto nos agarra menos desprevenidos.
Lo vemos andando por varias escenas, con cara de que está a punto de recapacitar...
Y sí, vuelve, pero para ser el patrón del restaurante gourmet.
Por si fuera poca apología de la frivolidad, se sube lleno de entusiasmo al tren exitista, y anuncia que irán a por la tercera estrella…
A todo esto, el restaurante Mumbay pasó al olvido, y cuando aparece en escena, es solo como el hogar que orbita a la gran empresa de enfrente.
Toda una metáfora, ese pequeño negocio familiar fagocitado por la gran empresa.
Para culminar, tenemos el desenlace del romance, donde no debe sorprender, que el reencuentro sea completamente despojado de romanticismo y dulzura:
Él con su actitud súper exitosa, el polvo rápido en la cocina, y la escena feliz que vemos tan seguido, como típico final de una película hollywoodense, en que no sabemos si comen perdices, pero nos imaginamos que sí.
Por último, la música también se lleva sus méritos, gracias al ganador de 2 Premios Oscar, A.R. Rahman, el hombre a acudir a la hora de poner algo de cultura india en lo que se escucha.
“You deliberately seduced him!”
La Guía Michelín, es el nombre genérico de una serie de guías turísticas, publicadas anualmente por la editora francesa Michelín Éditions du Voyage y sus filiales en otros territorios, para más de una docena de países diferentes.
Más comúnmente, la expresión se refiere a “La Guía Michelín”, que es la más antigua de las guías europeas de hoteles y restaurantes.
Entre otras cosas, la guía es famosa por asignar de una a tres “estrellas de la buena mesa” a los establecimientos que, en referencia a distintos parámetros fijados por sus propios jueces, destacan en calidad, creatividad y esmero de sus platos.
En cambio, asigna de uno a cinco cubiertos, en función del confort y el servicio con que se sirve a los clientes, cuando se trata de un restaurante, o de una a cinco casas por el mismo criterio, si se refiere a un hotel.
En consecuencia, pueden existir establecimientos con un gran lujo, cinco cubiertos, por ejemplo, que tienen una sola estrella, o ninguna.
O todo lo contrario, sencillas mesas en cuanto a montaje y servicio, pero con una cocina distinguida con varias estrellas.
Las estrellas nacen a finales de los años 20, y se fueron desarrollando gradualmente, hasta comienzos de los años 30.
Las definiciones de estas, se introdujeron en 1936, y hoy en día aún se mantienen:
Tres estrellas indican una cocina excepcional, que justifica de por sí el viaje.
Dos estrellas señalan calidad de primera clase en su tipo de cocina.
Una estrella designa un restaurante muy bueno en su categoría.
Tener una o más estrellas de La Guía Michelín, supone que un restaurante no sólo es uno de los mejores de su país, sino que también, es uno de los mejores en el mundo.
En la actualidad, cerca de 2.000 restaurantes de todos los países que cubre la guía, tienen estrellas, lo que supone que hay un nivel muy competitivo en el mundo de La Gastronomía.
Por su parte, el cocinero Atul Kochhar, es el responsable de la revitalización de la cocina india a nivel internacional, una re concepción de la gastronomía del país con innovación, y sin olvidar las raíces.
El talento único como cocinero de Atul Kochhar, le ha hecho ganar a lo largo de su trayectoria, 2 Estrellas Michelín en 2 restaurantes diferentes; y es sin lugar a dudas, El Chef que ha cambiado la forma de entender y de vivir la comida India.
Tomando como fuente de inspiración su India natal, y en continua investigación en torno a platos locales, Atul ha conseguido combinar sus orígenes y tradiciones, con su amor por los ingredientes de proximidad, para crear una cocina india única e innovadora, reconocida internacionalmente.
Atul fue el primer Chef indio en el mundo, en conseguir una Estrella Michelín, obtenida durante su etapa como Jefe de Cocina en el restaurante Tamarind de Londres, en 2001.
Poco después, se independizaba, y abría en Londres, el galardonado restaurante Benares Restaurant & Bar, en el que Atul recibe su segunda Estrella Michelín en 2007.
Y es que la forma única en que Atul entiende los sabores de La India, en el contexto de la cocina moderna occidental, ha obtenido reconocimiento mundial.
En 2008, abrió Ananda, su primer restaurante en Irlanda, y en 2012 se unió con el restaurador Jitindar Singh, para lanzar India Essence, un restaurante situado en Kent, al que poco después, siguió la apertura del restaurante Rang Mahal en Dubai.
El éxito internacional de Atul Kochhar, llegó incluso a los océanos, con una colaboración única que desarrolló con P&O Cruceros.
Más recientemente, en noviembre 2014, abre Sindhu, un restaurante indio tradicional, con un giro contemporáneo, en Macdonald Compleat Angler, en Marlow, Buckinghamshire, Londres.
Además de estos proyectos, Atul es autor de varios “best sellers” de cocina:
“Indian Essence”, “Fish, Indian Style”, y “Curries of the World”, para el que emprendió un largo viaje de búsqueda e investigación alrededor de los curries, y sus orígenes.
Atul, cuenta con recetas incluidas en publicaciones internacionales, y con un historial de apariciones habituales en programas de televisión.
Además, sigue comprometido con su pasión por la cocina, y está constantemente buscando inspiración a través de sus viajes.
The Hundred-Foot Journey es un ejemplo de cómo la realidad, supera la ficción.

“It was an education for all of the senses”



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