Wolf Creek

“I was doing people a service really, by shooting them.
There’s kangaroos all over the place… like tourists”

Los entresijos de la naturaleza humana, pueden ser más peligrosos y letales que cualquier arma de fuego.
Bajo la máscara de país moderno y multicultural, la Australia contemporánea, oculta algún que otro secreto oscuro; y más allá del blanco aséptico de La Ópera de Sídney, se esconden historias escalofriantes, de asesinos en serie que horrorizaron a las curtidas antípodas.
Desde el “Billy The Kid australiano”, Ned Kelly, pasando por Harry Crawford/Eugenia Falleni, hasta Martha Rendell…
Pero actualmente, hay un fenómeno curioso:
Existen alrededor de 416 mil mochileros en Australia; por supuesto, más de alguno tendrá problemas, es inevitable; pero en general, no todos los días alguien desaparece para no ser encontrado.
Entonces:
¿Por qué la gente tiene tanto miedo al llamado “Outback”?
En la historia de asesinos de la Australia reciente, podemos encontrar a Eric Edgar Cooked, que se convirtió en la pesadilla de la policía, entre 1959 y 1963, al cometer 22 crímenes violentos, incluidos 8 asesinatos, sin seguir ninguna lógica.
Pero Ivan Robert Marko Milat, es seguramente, el asesino en serie australiano con más fama internacional.
Durante los años 1990, se dedicó a cargarse jóvenes mochileros que andaban de turismo por Australia, y a enterrarlos en el bosque, de los cuales, se logró identificar que 3 eran alemanes, 2 británicos, y el resto australianos.
Fue entre el final de los años 80, y la primera mitad de los 90, en la que una serie de desapariciones de mochileros, atemorizó a New South Wales y Queensland.
Los jóvenes desaparecidos, eran australianos y extranjeros, viajando solos o en grupo, y a menudo eran vistos por última vez haciendo dedo.
Entre septiembre de 1992, y noviembre de 1993, varios cuerpos y esqueletos, fueron descubiertos en el bosque de Belanglo, NSW, y eran algunos de los mochileros desaparecidos.
Ivan Milat, el asesino conocido en los medios como “The Backpacker Killer” o “The Backpacker Murderer”, fue arrestado y condenado por el asesinato de al menos 7 a 12 personas, cuyos restos fueron encontrados con señales de disparos en la cabeza, acuchilladas, y decapitadas, así como por un intento de asesinato de un mochilero británico que pudo escapar.
Aunque las autoridades sospechan que hubo más víctimas; hoy está sirviendo 7 cadenas perpetuas consecutivas, así como 18 años sin libertad condicional, y no tiene esperanza de ser liberado.
En 2011, se declaró en huelga de hambre, en un intento de que le dieran una PlayStation... y perdió 25 kilos, pero no consiguió su objetivo.
Más tarde, y en un gesto totalmente psicopático, se cercenó el dedo meñique de la mano con un cuchillo de plástico, con la intención de enviarlo en un sobre al tribunal que lo condenó… así como haberse tragado cuchillas desechables…
Pero muchos creen que hacer dedo es peligroso en sí mismo, como si las carreteras australianas estuvieran llenas de asesinos, y creen que hay personas desapareciendo, como si Ivan Milat, hoy de 71 años, aún estuviera libre.
Resulta pues, que en mayo de 1999, la policía encontró 10 cadáveres dentro de barriles llenos de ácido, escondidos en un edificio abandonado en la ciudad de Snowtown; y horrorizaron la sociedad australiana, a medida que se iban revelando los detalles.
El hallazgo de los cadáveres, 8 en el banco y 1 en el jardín, da pie a pensar en la existencia de un asesino o asesinos compulsivos en este Estado de Australia del Sur, cuyo Jefe de Policía dijo “hallarse ante uno de los casos más difíciles de toda su carrera”
Los investigadores no han revelado, que 3 hombres de 28, 32 y 40 años han sido detenidos y acusados de los asesinatos, sin embargo, no se excluyen nuevas detenciones; de hecho, este caso supera el que hasta ahora era el mayor número de asesinatos compulsivos en la historia de Australia, los perpetrados por Ivan Milat.
Posteriormente, el 14 de julio de 2001, Peter Falconio y Joanne Lees, viajaban en su vehículo por Stuart Highway, una autopista que une Australia de norte a sur, a través del “Outback”, cuando vieron a un hombre haciendo señas en la carretera junto a su van, y se detuvieron a ayudarlo.
Mientras Peter inspeccionaba el vehículo junto al hombre, Joanne oyó un disparo…
Amenazándola con el arma, el hombre ató las manos de la joven, y la obligó a subir a su van.
Afortunadamente, ella aprovechó un momento de descuido para escapar, se adentró en el “Outback”, y se escondió entre los arbustos, en la oscuridad de la noche, el asesino no la encontró, y abandonó la escena.
Unas horas más tarde, Joanne fue capaz de detener un camión, y se salvó de su horrible destino.
Más tarde, el asesino fue identificado como Bradley John Murdoch, fue arrestado y condenado.
El cuerpo de Peter, nunca fue encontrado, y se presume muerto; no hay otras desapariciones atribuidas a Murdoch.
Más recientemente, en 2012, el sobrino-nieto de Ivan Milat, Matthew Milat, y su amigo Cohen Klein, ambos de 19 años de edad en el momento de su condena; fueron condenados a 43 años y 32 años de prisión, respectivamente, por el asesinato de David Auchterlonie, en su cumpleaños número 17.
Matthew Milat, golpeó a Auchterlonie con el hacha de doble filo; como prueba en su contra, se usó el registró del ataque, que Klein hizo con un teléfono móvil.
Los hechos ocurrieron en el bosque del estado Belanglo, en el año 2010; el mismo bosque donde Ivan Milat había enterrado a sus víctimas.
“I'm going to do something now they used to do in Vietnam.
It's called making a head on a stick”
Wolf Creek es una película de terror, escrita y dirigida por Greg McLean, en el año 2005.
Protagonizada por John Jarratt, Cassandra Magrath, Kestie Morassi, Nathan Phillips, Guy O'Donnell, Andy McPhee, Geoff Revell, entre otros.
Comenta el director:
“Hace 6 años que escribí el primer borrador del guión de Wolf Creek.
Empezó con la idea de un personaje solitario y terrorífico, que vive en el desierto australiano, un personaje que rompe todos los clichés sobre el clásico aventurero australiano, representado por “Cocodrilo Dundee” y Steve Irwin:
Un tipo bonachón, con dotes de cazador, y una visión infantil del mundo.
Estos son 2 de los productos culturales australianos más conocidos, pero:
¿Qué pasaría si creáramos un personaje que representara los aspectos más oscuros, siniestros y monstruosos de este arquetipo australiano?
Básicamente, se trataba de crear “un hombre del saco” genuinamente australiano.
Y mientras desarrollábamos el guión, fueron apareciendo en Australia, casos reales de “hombres del saco”, tan terroríficos, que es como si sus crímenes hubieran salido de la imaginación de un guionista que pretendiese aterrorizarnos, hasta el punto de que ya no nos atreviéramos a irnos de excursión por las carreteras australianas”
Y es que Wolf Creek fue promocionada como “basadas en hechos reales”; por lo que se inspira sobre todo en los asesinatos de jóvenes mochileros, cometidos por Ivan Milat en el suroeste de Sidney.
También, el director ha sido citado como influencia, el suceso de la desaparición del turista británico Peter Falconio, y el asalto de su novia Joanne Lees, en julio de 2001, algo de lo que fue acusado Bradley John Murdoch, hechos ocurridos en El Territorio del Norte; que como dato, su juicio retraso algún tiempo el estreno de Wolf Creek en la propia Australia, pues La Corte quiso impedir que la película influyese en el veredicto.
Aunque no se basa en ningún criminal concreto, el personaje de Mick Taylor, posee reminiscencias de algunos infames asesinos australianos, como los asesinos en serie de Snowtown, que conmocionaron a los australianos y al mundo entero; y cuyos crímenes se caracterizaron por una violencia y brutalidad sin precedentes, siendo planeados a sangre fría.
Así las cosas, Australia, la que fuera la playa favorita del mundo, se convirtió de repente en un lugar lleno de perturbados, que elegían a sus víctimas en carreteras desiertas, buscando a turistas vulnerables, muy lejos de sus casas.
Allí vemos a Ben Mitchell (Nathan Phillips), Liz Hunter (Cassandra Magrath), y Kristy Earl (Kestie Morassi), son jóvenes excursionistas, 2 británicas y un australiano, que se adentran en El Parque Nacional de Wolfe Creek en Australia; pero los problemas empiezan, cuando su coche no arranca para poder regresar…
Mientras buscan ayuda, se cruzan con Mick Taylor (John Jarratt), un agradable habitante de la zona, que les promete reparar el vehículo.
Los jóvenes acceden a acompañarle a su campamento, sin saber que su viaje se convertirá en una encrucijada terrorífica...
“She was good for months... until she lost her head!”
Es indudable, que los responsables de Wolf Creek, tienen que sentirse más que satisfechos por el éxito que ha obtenido su cinta, no ya en su país de origen, donde casi recaudó $5 millones, sino principalmente en los Estados Unidos, mercado en el que terminó ingresando unos estupendos $16 millones, y eso que se estrenó en una fecha a priori, tan poco apropiada como la del día de Navidad, vaya broma.
Si a lo anterior le añadimos los excelentes resultados que ha conseguido la película gracias a la venta y al alquiler de su DVD, ahora se comprende que, a nivel internacional, haya suscitado cierto interés entre algunas distribuidoras, sobre todo si tenemos en cuenta, que su presupuesto sólo era de $1 millón, una cifra verdaderamente irrisoria.
Wolf Creek, está ambientada en una localización real, aunque el verdadero cráter de meteorito se llama “Wolfe Creek”, y se sitúa al norte de Australia Occidental; el cráter está considerado, el 2º mayor del mundo por caída de meteorito, de hecho, algunos fragmentos de él, han podido ser recuperados; sin embargo, la acción se ambienta allí, aunque se rodó realmente en Australia Meridional; y las tomas aéreas del cráter que se muestran, corresponden al verdadero “Wolfe Creek”; y agregado a los desolados parajes australianos donde se ambienta la acción, constituyen un personaje más, contribuyendo a aumentar la sensación de desamparo de las víctimas del asesino; donde encontramos en la narración, 2 partes claramente diferenciadas:
La primera de ellas, es la que suele llevarse por delante, todo el interés del espectador en este tipo de producciones:
La introducción de los personajes, por lo general universitarios prescindibles que sirven para poco más que el lucimiento del asesino de turno.
En este preámbulo, conocemos sin profundizar demasiado quiénes son, la relación entre ellos, etcétera, lo justo para que la platea lamente cualquier mal que pueda llegar, algo que por otra parte, se espera desde el primer momento.
Los avisos de que algo horrible va a acontecer, son prácticamente inexistentes, durante 1 hora… salvo su encontronazo con una pandilla de genuinos “rednecks” australianos, definitivamente, en el universo cinematográfico anglosajón, el mundo rural más profundo, está presidido por la endogamia más radical; todo ello en un solitario bar de carretera.
Es otro punto a favor del director, que todos sepamos que la desgracia llegará, tarde o temprano, así que somos nosotros mismos los que aportamos la intranquilidad a los acontecimientos, por nuestra premura para que se desate el infierno.
El segundo bloque narrativo, se presenta con la noche y la avería del coche, tras la llegada del aparentemente simpático Mick...
De ahí en adelante, es lo de esperar.
Como dato, cabe destacar que sucesos inesperados, dificultaron algo la producción:
En la zona del rodaje, no había llovido apenas en 6 años, pero cuando el equipo llegó y comenzó el rodaje, llovió de forma continuada durante 3 días, forzando al director, a modificar el guión, para incorporar la inesperada lluvia a la historia.
Por otra parte, hubo unas similitudes de la producción con la película, y fue lo que le pasó al segundo equipo de grabación cuando estaban rodando planos del cráter:
Como el lugar estaba a varias horas de cualquier ciudad, el equipo decidió quedarse a dormir en el coche tras el rodaje…
Por la noche, un extraño muy misterioso apareció en un camión para investigar y, aunque al poco tiempo se marchó, el equipo asustado, decidió dar por terminada su estancia allí, y conducir durante una hora para alejarse del lugar.
Del reparto, los jóvenes actores, que por su trabajo visto aquí, prometen ser las nuevas caras en el panorama de Australia, tenemos a:
Cassandra Magrath en el papel de Liz Hunter, y Kestie Morassi como Kristy Earl, el joven; junto al atractivo Andy McPhee en el papel de Ben; y el villano del film, Mick Taylor, que protagoniza una genial interpretación a cargo del veterano John Jarratt.
Como dato sobre el villano, la cantera donde se encuentra el sitio minero de Mick, era el sitio de un asesinato en la vida real, lo que suscitó la controversia de los residentes locales, por estar basada en un crimen similar.
De hecho, el letrero en la puerta principal de la mina de Mick, se lee:
“Navithalim Mining Co.”; “Navithalim” deletreado al revés, se lee:
Milaht Ivan, evidentemente, hace referencia a Ivan Milat.
Según el director y otros, John Jarratt, se fue a los extremos en la preparación para su papel como Mick, en un intento de emular, lo más cerca posible, el asesino en serie de la vida real Ivan Milat; por lo que pasó mucho tiempo solo en el interior, aislado, y no se ducho durante semanas.
Mick Taylor, es un asesino que no necesita ningún tipo de máscara, con una risa que te pone los pelos de punta, que da mucho, y al que sólo le hizo falta esta película para hacerse un hueco en el elenco de asesinos míticos del cine de terror.
Y es que el asesino serial en el cine, es una figura que puede repetirse hasta el hartazgo, y que con unas variaciones, puede convertirse en un personaje interesante y poderoso.
En la cultura del “slasher”, siempre es más importante el asesino, y si tiene elementos fascinantes, o conductas que desconciertan, trasciende al ámbito de la cultura pop.
Las víctimas, siempre son deshumanizadas, o cosificadas.
De hecho, esa es una de las conductas más comunes en los asesinos:
La de negarle a su víctima, su naturaleza humana.
Y el asesino de Wolf Creek, es un sádico, pero también es carismático, además su vestimenta, representa todos los clichés que los extranjeros tienen sobre el “ranger” australiano; eso es:
Camisa a cuadros tipo leñador, un pañuelo sucio amarrado al cuello, y un sombrero de cuero.
Como una especie de gaucho que recorre La Pampa, el “ranger” australiano caza canguros en la planicie árida de la provincia.
¿Pero cuál es el elemento que vuelve memorable a este asesino?
Sin duda alguna, su marcada xenofobia; recordar que aquí solo mata los extranjeros, no a los residentes australianos; y es en la 2ª parte, “Wolf Creek 2” (2013), donde se explota el carácter xenófobo del asesino, que considera que los mochileros son una plaga que debe ser exterminada.
El principal mérito del realizador Greg McLean, es saber aprovechar los recursos de que dispone:
El desierto regala un marco vasto, desolador y desquiciante, no apto para cualquier turista.
La falta de comunicación, la lejanía de la civilización, y la ausencia de todo tipo de contacto con nuestros iguales, pueden ser tan relajantes como agotadoras para la mente humana, disparando las reacciones más extremas ante el más mínimo contratiempo, no digamos ante la imposibilidad de abandonar tan descomunal inmensidad.
Así, McLean no se cansa de mostrarnos nuestra ridícula pequeñez frente al mundo que nos rodea:
Las carreteras se convierten en finas tiras grises sin principio ni final, envueltas en un plano e implacable terreno oscuro, que abarca hasta donde alcanza la vista.
La muy recurrida cámara en mano ayuda, por un lado, a reflejar la alegre espontaneidad de los protagonistas cuando todo va bien, pero también maximiza el terror cuando las cosas se tuercen.
De este modo, los mismos mecanismos técnicos y estéticos, dotan a cada mitad del metraje, de cualidades muy distintas, incluso opuestas, en la que única nota común, es la sequedad del planteamiento, que reina incluso por encima de los momentos más distendidos.
Naturalmente, Wolf Creek contiene algunas escenas de violencia muy duras; y McLean aclara rápidamente, que el uso de la violencia aquí no es gratuito.
“Wolf Creek contiene imágenes explícitas e intensas, que pueden resultar incómodas para el espectador, pero también explora la naturaleza anodina y mundana de la violencia y, en cierto modo, es un viaje “voyerista”, a un mundo de pura maldad.
Creo que el artista no debe apartarse del mundo real, ni de la experiencia humana, tanto en sus peores momentos de sufrimiento, como en los momentos de alegría.
Aunque a veces pueda resultar incómodo, creo que es importante transportar al espectador, a situaciones que van más allá de lo que podría encontrarse en su vida cotidiana.
El cine es el medio ideal para hacerlo, ya que el público nunca se encuentra en peligro real; y podemos sentir el terror con la tranquilidad de que, al final, es sólo una película”
Así, Wolf Creek consigue mayor impacto e intensidad que las obras del llamado “porn-gore”, al apoyarse más en el efecto psicológico, esto es en el tormento que provoca en las víctimas, que en el producto físico de las agresiones que sufren.
Esta crueldad emocional, unida al tono hiperrealista, y a las convincentes actuaciones, hace que estos momentos se vuelvan especialmente perturbadores y hasta incómodos.
Además, hay que elogiar que su apuesta por la gravedad se mantenga inquebrantable hasta el final, donde aniquila cualquier concesión al optimismo.
Queda para la posteridad, la escena en donde el terrorífico Mike, asesina a la fuerte y luchadora Liz, la más perversa muerte de todo el metraje, y la más explícita, pues no hay mucha sangre en pantalla; pero donde el terror se siente hasta no poder más, donde nos damos cuenta de la frialdad y el sadismo de este hombre, que solo asesina por gusto.
Destacable, y cuestionable también, esa pequeña parte donde Liz encuentra cámaras, ropa, y fotos de las víctimas anteriores…
Y el plano final, que plantea el carácter mítico del psicópata protagonista, el cazador Mick Taylor, cuando se aleja de la cámara, adentrándose en el desierto, con el que acababa fundiéndose hasta desaparecer.
¿Realidad o leyenda?
Una atractiva forma de despedir las primeras aventuras de un personaje basado en hechos reales, pero convertido ya en un mito.
Pese a su válido intento por aportar credibilidad a los acontecimientos, Wolf Creek no escapa del todo de algunas decisiones que desafían el sentido común.
Expresado de un modo más gráfico, ésta es una de esas películas que demoran la prometida recompensa, con una introducción dilatada de forma innecesaria, 1 hora, y cuando por fin decide meterse en faena, la cosa es prácticamente un visto y no visto, dejándonos con la sensación añadida, de que la espera quizás no valía tanto la pena.
Ese es su principal problema, la falta de originalidad que mencioné al principio.
Quizás, se compensa en cierta medida, gracias a sus otros aciertos, pero es innegable que no hay nada nuevo en la trama, y quienes hayan visto algunas películas de similar tema, sabrán exactamente hacia dónde se dirige.
Y además de su inherente sadismo y obligada misoginia, pues vemos atacar solo a las mujeres, no hay realmente contenido intelectual.
Claro, quizás no debería esperar iluminadas metáforas de la humanidad, pero incluso un poco de subtexto, hubiera elevado el libreto por encima de su previsible forma actual.
Y su promesa de estar “basada en hechos reales” es un poco fraudulenta, pues aunque toma elementos de varios crímenes famosos, no hay un caso específico que sirva como génesis del guión; y es que con las historias basadas en hechos reales, cuesta menos que el público abandone su incredulidad, por lo que su reacción es mucho más intensa.
El objetivo de este tipo de películas, es impactar al espectador, y divertirse haciéndolo.
Al fin y al cabo, para eso están las películas de miedo…
Como dijo Stephen King:
“Si no te lo crees, no puedes tener miedo”
Que más le achaco:
Casi al final, en la huida de Kristy, cuando el viejo que la ayudó, la mete en su coche, y después se dirige al maletero, en esa secuencia vemos como pone un termo de café sobre el techo del automóvil:
El primer disparo acierta sobre el termo, ni se escuchó apenas.
Es deducible que usó un silenciador, ¿no?
Entonces:
¿Por qué el 2º disparo sonó tan ruidoso?
Si lo que quería era cazar, era mejor dejar el silenciador puesto, así la chica no se habría asustado…
En ningún momento después, ni antes tampoco, vimos a ese tipo con un silenciador en su arma.
Así pues, el disparo sobre el termo, a la distancia que se realizó, lo tendría que haber mandado a tomar viento, pero en cambio, quedo inamovible en el lugar donde el viejo lo colocó; siendo eso imposible.
Además que se desconoce el calibre, pero el tipo mencionó que cazaba jabalíes y búfalos, con lo cual es de nuevo deducible que usa un calibre bastante alto; y la evidencia nos dice que el agujero que se ve en el termo, es un poco más grande del que realiza el disparo de una escopeta de balines; con lo cual, es poco probable que dejase un agujero tan pequeño.
¿Cómo una persona con una herida en el cuello, que se ha desangrado, puede caminar y actuar con la fuerza y el vigor del asesino?
Es como para que al amanecer, ya esté muerto.
Sobre el estado del tiempo, a veces el cielo está nublado… y a los 2minutos, no hay una sola nube en el cielo, además que anochece y amanece muy rápido.
¿Cuántos días pasaron?
Por otro lado, en el encuentro con el asesino, el coche se queda sin batería, pero cuando son remolcados, las luces del coche están encendidas...
Quizás, si Wolf Creek hubiese sido estrenada hace al menos unos 15 años, hubiese tenido una valoración mejor, pero en estos tiempos, en los que cada película de terror aspira a ser más bestia que la anterior, ya todo huele a visto.
Lo más garrafal de todo fue:
¿Cuándo la víctima se asegurará de que el asesino esté realmente muerto? ¿Cuándo?
Si evidentemente, cualquiera mata con ensañamiento al asesino, la película ya se habría terminado, ¿no?
Pero quedan momentos en que hay que reflexionar:
Huyes con un camión, y vas a parar al borde de un precipicio.
En lugar de dar marcha atrás, y seguir escapando hasta encontrar algún pueblo, despeñas el camión, y te quedas en medio de la nada, de noche, semidesnudo y sin armas…
¿Es preferible perderse fuera del camino, como en el caso del chico, y evitar el encuentro con la muerte?
¿Se puede seguir viviendo después de experimentar algo así?
Creo que Wolf Creek no se plantea eso, ni busca reflexionar mucho sobre lo que pasa después del enfrentamiento con lo extremo, de hecho, pocas películas han abordado esa idea en el “slasher” o el “survivor”
Creo que lo que nos brinda Wolf Creek, es algo inverso:
Un vistazo a todos esos momentos que anteceden a la muerte:
Los jóvenes, aún ebrios, tumbados sobre la arena frente al mar.
El amanecer explosivo del cielo australiano.
La lluvia frente al cráter, en medio del desierto.
El primer beso.
Las historias de terror frente a la fogata.
Bajo cierta perspectiva, toda esa primera parte no cuenta nada, pero todo cobra mayor sentido, cuando sabemos que esos momentos nimios, fueron los últimos momentos antes de que los mochileros se encontraran con el “bogeyman” australiano.
“That's not a knife, this is a knife!”
Wolfe Creek es el nombre real del cráter meteórico, que se encuentra entre el borde de Kimberley y El Gran Desierto Arenoso.
Los aborígenes cuentan, que el cráter Wolfe Creek, o “Kandimalal”, se originó como consecuencia del nacimiento de la fabulosa “Serpiente Arco Iris”, una divinidad mitológica que surgió de lo más profundo de la tierra, para crear la vida en el mundo.
Hasta 1947, nadie contradecía esta creencia, porque el resto del mundo desconocía la existencia de este descomunal cráter en el recóndito e inexplorado oeste australiano.
En esa fecha, unos científicos europeos descubrieron aquella profunda herida en la tierra, causada hace más de 300 mil millones de años, por una roca de 50 mil toneladas, que cayó del cielo a una velocidad de 15 kilómetros por segundo.
Con el tiempo, la arena que ha arrastrado el viento, ha conseguido cicatrizar la tierra, dejando un hueco de 60 metros de profundidad.
Pero al contemplar, aún hoy, las huellas del impacto, resulta imposible escapar de cierta sensación hechizante.
El cráter, debe su nombre a un buscador local y explorador, llamado Robert Wolfe; quien fundó la ciudad de los Halls Creek, y descubrió el río que pasa cerca.
Así, ese pintoresco Parque Nacional en el “Outback” australiano occidental, nunca había recibido tanta atención, aunque el título de la película tiene fe de erratas.
El lema de los estudios de la película Wolf Creek, dicen las siguientes estadísticas:
“30 mil personas están dadas por desaparecidos en Australia cada año.
90% se encuentran dentro de un mes.
A algunos, nunca se les volvió a ver”
Así que cuando pienses en Australia, ya no recordarás sólo canguros y koalas...
Según las cifras de la policía federal australiana, alrededor de 35 mil personas son reportadas como desaparecidas al año.
Más del 95% de las personas son encontradas a la semana siguiente.
Por tanto, hay alrededor de 1.600 personas, cuya desaparición no se resuelve, en menos de 6 meses.
Y es que Australia es mucho más grande y menos poblado que la mayoría de los países del mundo, las distancias nos enormes, al interior del país no vive prácticamente nadie, y el clima es especialmente duro.
Algunas de las “desapariciones”, se deben a que los que nunca desaparecieron, pero no dieron noticias por un largo tiempo.
Hay personas que se adentran en el desierto o “Outback”, e inquietan a sus familias.
Al revisar la página web del Ministerio de Asuntos Exteriores francés, podemos leer:
“Cada año, los servicios consulares, son movilizados a menudo por la desaparición de personas que no lo son”
Las personas que encuentran después de haberse perdido, a menudo en el “Outback”, ya sean por mala suerte, por imprudencia o inexperiencia.
Por desgracia, no siempre son encontrados vivas, nuevamente, no es debido a un asesinato.
Las personas que aún no son encontradas, pero las circunstancias de sus desapariciones indican que sus desapariciones no son culpa de terceras personas.
Muchas de las personas que se internan en el “Outback”, subestiman o ignoran los peligros; así también con el mar, y la fauna australiana.
Es un hecho que existen historias reales de asesinos en serie, y de mochileros muertos por hacer dedo, pero no solo en Australia, estas historias son reales, pero son por mucho menos comunes que lo que piensa la mayoría.
Y nos podemos preguntar:
¿Qué pasa con las personas que conocimos, y que perdieron a alguien de esta forma?

“Man, you must love the freedom”



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