The Invisible War

“20% of service women have been sexually assaulted while serving.
Women who have suffered what they call “Military Sexual Trauma” have a higher rate of PTSD than men who’ve served in combat”

En 2012, durante la realización de un reportaje sobre la reincorporación de marines mujeres en Estados Unidos, tras haber servido en La Guerra de Irak, el fotoperiodista canadiense, François Pesant, encontró que varias de sus entrevistadas, habían sido violadas por sus compañeros en el ejército.
Cada año, se reportan alrededor de 25 mil violaciones sexuales en El Ejército de Estados Unidos; y tras una investigación de varios años, Pesant, junto con la periodista Alexandra Geneste, recogió varios casos de víctimas de violación o familiares de soldados que se suicidaron después de una violación mientras estaban en servicio.
En otras esferas, de los 18 Generales de “Cuatro Estrellas”, el máximo que han logrado los militares estadounidenses desde La Segunda Guerra Mundial, que han sido expulsados de Las Fuerzas Armadas en los últimos años, 10 lo han sido por delitos sexuales.
El Departamento de Defensa calcula, que más de 19 mil hombres y mujeres en el ejército, fueron atacados sexualmente por soldados compañeros solo en 2010, mientras servían en las fuerzas armadas estadounidenses.
Al menos, el 20% de las mujeres en servicio, y el 1% de los hombres, unos 500 mil soldados, ha experimentado trauma sexual durante su servicio.
Ante estos datos, El Pentágono ha cambiado 2 normativas para facilitar las demandas:
Por un lado, permite a aquellos cadetes que informen de acoso sexual, soliciten un traslado de unidad de forma urgente.
La nueva regla, se aplica también a aquellos estudiantes que presenten denuncias de forma secreta.
A los cadetes, se les permite presentar informes restringidos, de los que no se informa a sus mandos.
La segunda nueva norma, permite que las sanciones contra soldados por acoso sexual, se mantengan en sus hojas de servicio durante largos periodos de tiempo, para que sus mandos sepan de antecedentes de abuso sexual, y puedan tomar medidas para prevenirlos.
Sin embargo, en la actualidad, una mujer soldado destinada en Afganistán, tiene más posibilidades de ser violada por uno de sus compañeros, que de ser abatida por fuego enemigo.
“it’s possible half a million women have been sexually assaulted in uniform since 1991”
The Invisible War es un documental del año 2012, escrito y dirigido por Kirby Dick.
Protagonizado por Kori Cioca, Ariana Klay, Trina McDonald, Kaye Whitley, Elle Helmer, Hannah Sewell, Jessica Hinves, Amando Javier, Jeremiah Arbogast, entre otros.
Obtuvo una nominación al Premio Oscar como mejor documental; y cuenta una horrible historia, la de una epidemia que afecta a todas las ramas del ejército de los Estados Unidos, y cómo es uno de los secretos mejores guardados de ese país.
The Invisible War, es realizado por Kirby Dick, entrevistando algunas de las valientes víctimas que han sufrido estos grandes atropellos, relatando cada una de ellas, lo ineficiente que es el sistema para atender este tipo de situación, y lo poco que ha hecho el gobierno, para impedir este tipo de crimen.
Las intensas entrevistas, y las incriminatorias estadísticas, funcionan haciendo que aflore la indignación sobre la violencia sexual en El Ejército de EEUU.
Esta dramática situación, se aborda a través de los desgarradores testimonios de varias mujeres militares, víctimas de violaciones dentro de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, como:
Kori Cioca, Miembro de La Guarda Costera hasta 2007.
Su agresor, un superior, la insultó y escupió; allanó su casa, y se masturbó frente a su cama; y la violó en diciembre de 2005.
Le demandó, pero sus comandantes la obligaron a firmar un documento, en que admitía que las relaciones habían sido consentidas...
Hoy sufre depresión y trastorno postraumático.
Rebekah Havrilla, Sargento del Ejército de Tierra hasta 2009.
Un soldado la violó, y lo fotografió.
Buscó ayuda en otra base, donde un capellán le dijo:
“Seguramente era voluntad de Dios que fuera violada”, y le aconsejó ir más a misa.
Greg Jeloudov, Soldado del Ejército de Tierra hasta 2009.
Fue violado por un superior, al demandarlo, su Comandante se burló, le obligó a firmar un documento en el que decía que era gay, y le expulsó en virtud de la ley que hasta 2010, prohibía a los gais, servir abiertamente.
Jessica Nicole Hinves, Soldado de La Fuerza Aérea.
En enero de 2009, un compañero la violó en su habitación.
Le demandó, pero los amigos de él, comenzaron una campaña de acoso reiterado.
Su Comandante desestimó los cargos, y premió al violador, con un diploma por sus méritos como piloto.
Hinves abandonó el ejército.
Ariana Klay, Marine que sirvió en Irak, antes de ser abusada sexualmente por un oficial y su amigo, que más tarde le amenazaron de muerte.
O Trina McDonald, drogada y violada repetidamente por un militar policía, mientras ambos servían en Alaska.
Y el espectador vive esas experiencias con ellas; y nos lleva también a su cotidianeidad, las escenas familiares de Kori, con su hija y su marido, son la prueba de que se puede ser víctima, y llevar una vida “normal”
Y, como suele pasar, la dureza de estos testimonios, choca con las respuestas evasivas de los responsables políticos, que quedan retratados como una partida de negligentes.
Especialmente en el caso de Kaye Whitley, ex Directora de La Oficina de Respuesta y Prevención de Los Abusos Sexuales, que aparece como un robot burócrata programado para repetir consignas de campañas tan lamentables como:
“No te arriesgues.
Propónselo cuando esté sobria”
Con la crudeza de la realidad, vemos ante nuestros ojos, fracciones de las vidas de personas que buscan reintegrarse a una vida normal, luego de haber sufrido una de las más grandes tragedias que puede enfrentar humano alguno.
De manera irónica, todos los entrevistados por el director, eran personas que habían elegido la carrera militar, como una alternativa por verdadera vocación, personas que se dedicaron a sus asignaciones, porque creían en los principios y valores que promueven los estamentos militares.
Kirby Dick, realiza el documental, basándose en números y testimonios, y su mano es atada por lo controversial y lo peligroso del tema, por lo que en ocasiones, puede haber un sentimiento de indefensión mientras se observan las historias y los datos, que duros, son suficientemente fuertes para sostener la película.
No imagino alguien que vea esto, y no salga absolutamente enfurecido y asustado.
Y eso que se trata de un país, que ni siquiera es el nuestro… en donde las mujeres que se alistan en la milicia, muestran un coraje increíble que no todos poseemos, y sin embargo, no solo se alistan para enfrentar una guerra de combate, sino que también tienen que lidiar con una guerra, donde sus compañeros son sus contrincantes.
Las mujeres que son abusadas sexualmente en las instituciones militares, merecen el apoyo, la defensa, y el respeto por parte del Estado, pero esto no es así.
El mérito de The Invisible War, reside en arrojar luz, y abrir un debate social sobre un asunto del que nadie hablaba hasta que se estrenó la película.
Todo adulto que tenga una deuda de gratitud con los soldados, debería ver el desgarrador documental; aunque no creo que les cambie la vida, si les cambiará la forma de ver a un militar; que si bien han perdido credibilidad en los últimos tiempos, nunca han sido retratados como monstruos.
¿En realidad, hacía falta esta película para aceptar el problema?
“What can you expect for walking down a hallway alone with a bunch of drunken soldiers in each room”
Por definición “invisible” es algo que no puede ser visto…
Hay muchas formas para hacer que algo sea invisible, tal vez una sofisticada máquina del futuro, o una poción mágica, o una capa como la que usara Bilbo en “The Lord Of The Rings”, o que tal una más común y cotidiana, la indiferencia.
Es así como llegamos a la fórmula para esta “Guerra Invisible” que nos muestra una guerra que se lucha en campos de batallas individuales, y que hace frente a un enemigo que se escuda de los ataques, tras el velo de la impunidad y la negación constante.
El nombre de “invisible”, parecer ser más que adecuado, pues claramente estamos ante el peor, o mejor dicho, el más sofisticado acto de invisibilidad, y es el de ignorar lo que todos podemos ver, y resalta a la vista.
Y no hablamos de casos excepcionales o aislados que han sucedido quizás, a miles de millas lejos de suelo de EEUU, no, esta cruda realidad está tan cerca, que es vecina de la famosa Casa Blanca en esos cuerpos que son los “non plus ultra”, que custodian con gallardía a la figura del Presidente de esa nación, ahí, en el corazón de todo, también existen gran cantidad de casos reales de abuso, y acoso sexual.
El documental, The Invisible War, es uno muy interesante e impresionante, en el que exponen que en la milicia de los Estados Unidos, independientemente la rama incluyendo a Los Guarda Costas, más del 20% de las mujeres militares, son víctimas de violaciones, inclusive hombres, que también son víctimas, y los violadores salen impunes, debido a que la milicia no les interesa atender con esmero estos casos, para evitar los escándalos y el favoritismo hacia los acusados de estos asquerosos actos.
The Invisible War, es una de las mejores críticas al sistema militar estadounidense que se han hecho en los últimos años.
Es directa y contundente, y demuestra que el precio que paga esta nación para tener el ejército más temible del mundo, es muy caro.
El gobierno le ha dado al Ministerio de Defensa tanto poder, que es como si los militares tuvieran un Código Penal paralelo.
Por ello, el documental rebate la premisa de que las violaciones son algo así como un “riesgo ocupacional”, es decir, un peligro asociado con el trabajo que uno desarrolla.
De esta forma, los soldados víctimas de abusos, ven como en la vida civil, las denuncias son juzgadas de forma imparcial por la justicia, mientras en el ejército se silencian y, en peor de los casos, se reprenden.
La chocante investigación de Kirby Dick, sobre el generalizado asalto sexual en Las Fuerzas Armadas de EEUU, es una urgente llamada a la acción; y lo increíble es que esto lleva sucediendo por décadas, y cuando las víctimas han tratado de llevar esto a los tribunales, lo concluyen de manera ridícula, rayando la impunidad.
¿Cómo es posible, que dentro de las bases miliares, se supone que cada militar está seguro entre sus pares, sean atacados por sus propios hermanos de milicia?
Resulta chocante escuchar los distintos relatos de estas valientes mujeres, e inclusive el de los hombres, que también pasaron por violaciones de sus propios camaradas.
Otro increíble dato, es que según estadísticas realizadas, dentro de las bases militares, hay más depredadores sexuales concentrados, que lo que existen fuera en la vida civil...
Es decir, dentro de la base es un violador en potencia, fuera de la base, es un violador impune y consumado, que conoce que no será castigado porque ha sido reincidente ante la permisibilidad de los estratos superiores.
Porque si hay algo que deja en claro el documental, es que la violación o abuso, no es lo único que experimentan estas víctimas, sino también el rechazo y/o venganza institucionalizada.
Es más, muchas veces, el abusador es precisamente el superior a quien se deben levantar las quejas y denuncias, o un muy amigo de él, haciendo efectivamente imposible la persecución del delito.
Todas las víctimas, han quedado indefensas en un sistema que las ignora y oculta, las hace a un lado, para que nadie las vea, y espera acallarlas a través de un abusivo uso de las reglas de jerarquía.
Las gestiones ineficientes del gobierno, senadores, y otras agencias gubernamentales, dejan plasmado claramente, lo roto que está el sistema, referente a la justicia militar en el que sirve, para un nido de encubrimiento y favoritismo.
El cómo padres confían el enviar a sus hijos, para servir el país, y el crecimiento profesional de sus hijos, se de el panorama de un gran riesgo de que sean ultrajados y marcados de por vida, con traumas psicológicos, y hasta físicos, que el propio gobierno que se supone vele por estos, no los ayude ni respalde, escondiéndose en procedimientos burocráticos, para que pueda pasar al olvido, y archivar el caso para evitar el escándalo mediático.
El problema central, que The Invisible War plantea, casi desde el principio, es que las víctimas, no todas mujeres, aunque sí la mayoría, no tienen con quién reportar el crimen, pues muchas veces los responsables son sus superiores.
En un sistema tan estrictamente jerárquico, además de machista e intolerante, es imposible denunciar con alguien más.
“Si sufres una violación por un civil, al día siguiente no tienes por qué trabajar con el violador.
Sin embargo, si sufres una violación en el ejército, tienes que trabajar con el violador al día siguiente.
Normalmente es un compañero, un “amigo” o un oficial superior.
Tienes que seguir trabajando con él.
Psicológicamente, esto es muy traumático” afirma Amy Ziering, codirectora del documental.
Desde lo formal, The Invisible War sigue una estructura convencional, comenzando presentando a numerosas víctimas de abusos antes de quedarse sólo con algunas, siguiendo las numerosas consecuencias del abuso.
El estrés post-traumático, además de las consecuencias físicas de los golpes y el maltrato persigue a las víctimas, ninguna de estas mujeres y hombres, ha podido vivir una vida normal, después de los que les sucedió y el documental muestra estas situaciones, sin gran sensacionalismo.
Aquí no hay momentos ultra emotivos, ni cámaras invadiendo el espacio personal de los protagonistas, acercándose a centímetros de sus caras para lograr captar hasta la más mínima lágrima.
Pese a que son claras víctimas, y que lo que buscan es justicia, no veo victimización en ninguna de ellas, todo lo contrario, incluso una dice que lleva siempre una navaja consigo, y hasta confiesa que sería capaz de festejar la muerte de su violador.
Los sensatos creadores, entienden la importancia del tema, y empujan el mensaje al frente del foco.
Es por eso que hacia el final, la arena política y judicial, se toma el protagonismo, con cifras absurdas; pero más absurdo, es que la reacción de la gente sea tan tranquila ante este tipo de denuncias.
El ejemplo que analiza desde un principio, es un caso en el que una mujer fue abusada, y quien la atacó, le rompió la mandíbula, y no pudo ejercer más.
Ahora, años después, busca poder seguir su vida normal, y operarse en un hospital de veteranos, pero siempre la solicitud es negada, porque no estuvo suficiente tiempo en el servicio militar...
Qué ironía.
Son casos como este, los que se analizan, la cual recorre el camino de estas mujeres por denunciar en el congreso todo el problema.
Y los resultados no han sido alentadores, siguen siendo víctimas, y todos los años, los números aumentan.
Como dato, el director nunca entrevista a los supuestos atacantes, y es que darles tiempo en pantalla, sería una pérdida de metraje.
No hay justificación alguna que puedan dar, para haberse convertido en semejantes monstruos.
Pero si pensamos bien, nos damos cuenta de que el documental no habla de razones, sino de consecuencias y las posibilidades de evitarlo.
La importancia del asunto está ahí, tangible.
Ahora solo falta levantar la mirada, y seguir hacia adelante, para poder luchar por la verdad.
El problema de fondo, en resumen, se traduce en:
Al ejército profesional, no entra precisamente lo mejorcito de cada casa…
Al machismo importado de la sociedad civil, se añade un plus machista, de grandísima tradición militar; y el grado supremo de la hazaña machista, para algunos anormales, es la violación.
Los mandos militares, podrían erradicar los abusos, “novatadas iniciáticas” incluidas, violaciones, torturas solapadas, etc.; pero el grave problema de fondo, es que ellos están convencidos, de que la violencia dentro de los cuarteles, forma parte de “la preparación psicológica” para la guerra… y algunos, hasta lo tienen a gala, sobre todo en cuerpos de ¿élite?
Ni hablar de la preparación, que es el colmo de las humillaciones.
En definitiva:
“Es un problema sistemático, ya que los militares, El Pentágono, y El Departamento de Defensa no han afrontado hasta ahora esta cuestión, y no han perseguido a los culpables que violan a las mujeres repetidamente, en serie, de forma sistemática y generacional.
No son perseguidos de la misma forma con la que sí se persigue a aquellos con los que luchan en la guerra.
Y éstos son realmente enemigos, con los que se debe tener cuidado”, dice Kirby Dick.
Que The Invisible War es panfletera, lo es, y agradezco que lo sea, porque es la mejor forma de abrir los ojos, y protestar ante un hecho que EEUU oculta tan bien.
Sería, ridículo que no tomara partido, y no defendiera a las víctimas...
Incluso, las pocas personas entrevistadas, que no “defienden” a estas víctimas, no tienen argumentos en su contra, como la mujer que pretende colocar publicidades para prevenir las violaciones, se queda sin palabras ante las contundentes preguntas.
Tras ver The Invisible War, queda la sensación que el abuso sexual en Las Fuerzas Armadas, es una conducta abiertamente tolerada, e incluso incentivada por funcionarios superiores, que además, sólo encuentra desidia en los pasillos donde se discuten leyes.
Lo mejor de The Invisible War es la osadía de mostrar la verdad más cruda que esconde EEUU tras su patriotismo.
Incluso, una iniciativa gubernamental, como es “Sexual Assault Prevention and Response Office” (SAPRO), llega a dar risa por la desconexión con la que enfrenta la situación.
Como resultado del documental, 17 soldados, 15 mujeres y 2 hombres, presentaron una demanda en El Juzgado Federal del Distrito Oriental de Virginia, en la zona metropolitana de Washington, contra los 2 últimos Secretarios de Defensa, los republicanos, Robert Gates y Donald Rumsfeld, acusándoles de “fallos sistemáticos a la hora de impedir los casos de violación y acoso sexual”
Todos sufrieron agresiones sexuales, y vieron cómo sus comandantes protegieron, e incluso a veces ascendieron, a los agresores.
Ahora piden que sea un organismo independiente, ajeno a la jerarquía castrense, el que investigue esos casos, y juzgue a los violadores.
“Una violación, ya es algo terrible.
Si le añades la cultura de represión y silencio del ejército, es aún peor”, explica Panayiota Bertzikis, una de las demandantes.
Y ella lo sabe bien, todavía le cuesta hablar de cómo su violador quedó impune.
De cómo su agresor vivió durante meses en la misma planta, en su mismo barracón.
Su presencia le angustiaba.
Cuando estaba de servicio, apenas dormía, con la puerta de su dormitorio atrancada.
Cuando tenía días libres huía de la base, dormía en moteles, o en la calle.
Un día su Comandante la reunió con su agresor, y les dijo:
“Superen sus diferencias, aprendan a trabajar juntos”
Por otro lado, hay una percepción errónea, de que este problema es cosa de mujeres; y pese a los avances, El Pentágono cree, que los hombres siguen escondiendo los problemas de violación o acoso sexual, por miedo al estigma de una cultura militar, que refuerza el concepto del “hombre duro”
Por su parte, La Administración del Presidente Barack Obama, ha puesto especial atención durante los últimos años, en el combate del abuso sexual en todas las facetas de la sociedad, y especialmente en Las Fuerzas Armadas, donde rige un código de justicia diferente, y se había optado por una cultura de opacidad, mantenida por muchos altos oficiales.
“Rape in the Military is an “Occupational Hazard”
El Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Leon Panetta, luego de ver este documental, en el 2012, 2 días después, tomó la decisión de que estas víctimas puedan dar la queja, más allá de su Comandante que era como estaba limitado antes; asegurando que tiene “responsabilidad más alta por proteger a aquellos que protegen a Estados Unidos.
Nuestros hombres y mujeres en uniforme, exponen cada día sus vidas en la línea de fuego, para tratar de mantener a Estados Unidos seguro”, aseguró Panetta en una conferencia en El Pentágono.
“Tenemos la obligación moral de mantenerlos a salvo de aquellos que puedan atacar su dignidad y su honor.
Por eso, es que he estado tan preocupado por el problema de abuso sexual en el ejército”, dijo.
Además, El Pentágono ha estado bajo presión legal, y del Congreso, para endurecer su lucha contra el abuso sexual en sus propias filas.
El encargado de Defensa estadounidense, aseguró que en el último año, fueron reportados 3,191 ataques sexuales.
“Un ataque sexual, ya es demasiado”, dijo Panetta.
Las nuevas iniciativas, incluyen un programa de credencialización para coordinadores de respuesta sobre ataques sexuales entre militares y abogados de las víctimas, que estén “alineados con los estándares nacionales”, informó Panetta.
“Estoy comprometido en proveer el apoyo y los recursos que ustedes necesitan, y tomar los pasos que sean necesarios para mantener lo que les sucedió, lejos de otros”, dijo.
Los conyugues y dependientes adultos de los militares, podrán presentar reportes confidenciales de ataques sexuales, y obtener servicios de asistencia a víctimas, detalló Panetta.
Los civiles que trabajan para El Departamento de Defensa en el extranjero, incluyendo a los contratistas en las áreas de combate, también podrán recibir “atención de emergencia, y la ayuda de un coordinador de respuesta y un abogado de víctimas”, precisó El Secretario.
Además, anunció nuevas políticas, incluida una línea telefónica 24/7 para los militares, y una unidad de víctimas especiales, dedicada a la investigación de agresiones sexuales.
También instituyó un requisito que todos Los Comandantes de Las Unidades, deben de informar sobre las denuncias de las agresiones sexuales en la cadena de mando, por lo que los casos puedan ser estudiados a nivel Consejo de Guerra Especial.
Pero hay conexiones débiles en la cadena de mando.
“El Ejército de Estados Unidos, tiene una política de tolerancia cero para ataques sexuales, y nosotros detendremos a los responsables abusadores apropiadamente”, dijo.
Panetta, prometió incrementar los fondos para entrenar a investigadores militares, jueces y abogados, acerca de los casos de ataque sexual.
También, se está estableciendo un sistema para rastrear y monitorear casos de ataques sexuales, “de tal manera que tengamos una base de datos comprensiva para la información disponible en este año”, adelantó Panetta.
“El ataque sexual, no tiene lugar en este departamento”, dijo.
“Es una afrenta a los valores estadounidenses básicos, que defendemos, y es una mancha sobre el buen honor de la gran mayoría de nuestras tropas y nuestras familias”
Sin embargo, esto no ha sido suficiente para disminuir estos lamentables incidentes.
“El progreso de Las Fuerzas Armadas estadounidenses, para conseguir que los militares denuncien agresiones sexuales, no continuará mientras las represalias por presentar una denuncia sigan impunes”, dijo Sara Darehshori, Asesora Legal Sénior de Human Rights Watch.
“Acabar con las represalias, es fundamental para abordar el problema de los abusos sexuales en el ejército”, sentenció.
Don Christensen, Presidente de Protect Our Defenders, y ex Fiscal Jefe de Las Fuerzas Aéreas de EEUU, dijo:
“Cuando un superviviente que denuncia un abuso sexual, es 12 veces más propenso a sufrir represalias, que ver a la persona que lo violó ser condenado, queda en evidencia que a Las Fuerzas Armadas, les queda mucho por hacer para solucionar este problema”
Leon Edward Panetta, abandonó El Departamento de Defensa, en febrero de 2013.
Y más curiosamente, se habla de la víctima, de los procesos posteriores al delito, y no hay una directriz clara sobre el proceder con el violador, con los cómplices y con quienes observan, saben o conocen del delito y callan.
El problema es fuerte, pesa, y nos sigue impactando la manera de obviarlo.
La población sabe que esto ocurre, y sin embargo se siguen metiendo en el cuerpo militar, porque creen en la esencia, y en el sistema.
El riesgo por la vida y la integridad sexual, es secundario para algunos.
Si algo puede ser sorpresa para nosotros, es ver este documental entre el grupo de nominados al Oscar en su categoría, lo que no nos sorprende, es que no haya ganado, eso ya habría sido algo verdaderamente milagroso.
The Invisible War, muestra el lado más deprimente y oscuro de la nación que se nos vende a todos como el modelo a seguir.
¿Cómo ha pasado tanto tiempo, y no se ha hecho nada?
Pero sí ha pasado.
Propuestas hubo.
Pero una solución, no.
La lucha continúa... con nombres, suicidios, y problemas que quedan para toda la vida.

“Thank you for your sacrifice, in whatever shape it may come with serving.
God Bless”



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