Due soldi di speranza

“Questo film è stato girato a Boscotrecase, sulle pendici del Vesuvio, vicino a Napoli.
Partecipava a tutta la città, con i suoi abitanti, le sue strade, le sue chiese, le sue case.
A queste persone ospitali, educate e civili, la produzione del film vuole esprimere la sua gratitudine”

El neorrealismo, consolidado como un nuevo movimiento, se presentaba repleto de posibilidades para aquellos países cinematográficamente pobres o avasallados por La Segunda Guerra Mundial.
Es un tipo de cine, que puede hacerse sin grandes presupuestos, sin actores de renombre, inclusive sin estudios.
Su aparición tuvo un tremendo impacto en el cine mundial; dando una imagen de una Italia decadente, miserable, triste y dolorosa.
Y es que para entonces, el cine italiano ya posee un prestigio internacional, que le permite consolidarse como una verdadera potencia industrial.
Aparecen así grandes productoras, como la Ponti-De Dino De Laurentiis en 1950.
Además, Italia se convierte en la exportadora de las más famosas estrellas del cine europeo; y dentro de este contexto, social y político, se gesta el paso del “neorrealismo” al “neorrealismo rosa”
El Neorrealismo Rosa, fue una variante de posterior aparición, del Neorrealismo italiano surgido en la Italia de posguerra.
Luego de la muerte de Mussolini, y la caída definitiva del fascismo en Italia, la democracia cristiana se instala en el poder.
La imagen triste, dolorosa y miserable que el neorrealismo proporcionaba de Italia hacia el mundo, comienza a fruncir el ceño de las nuevas autoridades.
Aparece así la figura de Renato Castellani, es el quien abre la vía a la comedia neorrealista, mejor conocida como “neorrealismo rosa” con las películas “È primavera…” (1949) y “Due soldi di speranza” (1950)
La aparición de este nuevo estilo, dentro del neorrealismo italiano, va a marcar la popularización, y también la crisis del neorrealismo mismo; y se empieza a abandonar gradualmente el registro testimonial crítico, para dar lugar a una dimensión más complaciente.
Esta nueva visión, se va a centrar en una descripción más simpática de la vida popular; este fenómeno viene en conjunto a la relativamente rápida recuperación italiana de los desmanes de guerra, consecuencia del “milagro económico europeo”
Este cambio, frente al primer estilo neorrealista, vino aparejado además, por la aparición de un nuevo personaje dentro de la noción cinematográfica italiana:
La figura de la “maggiorata”; término, creado por Alessandro Blasetti, para referirse a Gina Lollobrigida, que apunta a definir un modelo de mujer, con un esplendoroso físico, dotada de gran sensualidad carnal y directa, inaugurando una feminidad cinematográfica natural y saludable, siendo la recusación del ya conocido “star system”; donde se pueden mencionar como representantes a:
Silvana Mangano, Silvana Pampanini, Rossana Podestà, Sofia Loren, entre otras.
“È veramente vero che Antonio è tornato!”
Due soldi di speranza es una comedia italiana, del año 1952, dirigida por Renato Castellani.
Protagonizada por Maria Fiore, Vincenzo Musolino, Filomena Russo, Luigi Astarita, Luigi Barone, Carmela Cirillo, Felicità Lettieri, Gina Mascetti, Alfonso Del Sorbo, Tommaso Balzamo, Anna Raiola, entre otros.
El guión es de Renato Castellani y Titina De Filippo, a partir de una historia de Ettore Maria Margadonna.
El director Renato Castellani, fue uno de los representantes más significativos del Neorrealismo Italiano, sobre todo con Due soldi di speranza, que formó la última parte de la trilogía neorrealista de comedias dramáticas italianas, que Castellani realizó tras la guerra, las otras 2 son:
“È primavera…” (1949), y Sotto il sole di Roma) (1947)
Con la Trilogía, el realizador hizo todas las escenas al aire libre, y con actores no profesionales o recién llegados, y dio a luz a un nuevo género llamado “neorrealismo rosa”, denostado por la crítica, pero con un amplio éxito de público.
El primer libreto de Due soldi di speranza, fue rehecho varias veces durante el lapso de casi un año.
El principal problema de su elaboración, se concentró en el diálogo.
En la primera versión, Castellani había respetado el dialecto de Antonio el personaje principal; pero era incomprensible fuera de Teano; y resolvió verterlo entonces al italiano; pero era incongruente entonces con los tipos y el ambiente.
Una solución se alcanzó gracias a los oficios de Titina De Filippo, que tradujo el diálogo al napolitano:
Un napolitano ya estilizado por el teatro costumbrista, y suficientemente inteligible.
Cuando llegó al fin a Boscotrecase, el pueblo por él escogido, llevaba un libreto enorme, cuidadosamente revisado.
Pero tardó 6 meses en rodar la película; y en esos meses, filmó 100.000 metros.
Un año más tardaría en reducirlos a proporciones normales, en sintetizar episodios, en suprimir escenas, incluso una de ribetes anticlericales, en dar al film ese montaje ágil y contrapuntístico que es su principal característica.
Pero más elocuente que el cálculo de ese año dedicado al trabajo de composición de un film aparentemente tan espontáneo, es el recuento de sus dificultades con los actores no profesionales, de que se enorgullece la fórmula neorrealista.
El propio Castellani, ha comunicado su punto de vista de la experiencia:
“Empezaba representando a cada uno el papel.
Se lo repetía 5, 6, 10 veces, hasta que empezaba a entenderlo, y a moverse aproximadamente.
Hasta que, a fuerza de repetirlo, conseguía “por imitación” moverse, y hablar de manera adecuada y natural”
Lo que Castellani omite decir aquí, lo que cuenta una de sus colaboradoras, Marie Claire Solleville, es que para poner a Maria Fiore en situación, el director usaba el persuasivo argumento de “una vara de junco”
A qué precio y con qué medios se logra la naturalidad, es lo que la anécdota ilustra bastante.
Con esta película, Renato Castellani se alzó en 1952, con La Palme d’Or del Festival Internacional de Cine de Cannes, premio compartido con la adaptación cinematográfica de “Othello” que hizo Orson Welles.
En concreto, la acción se centrará en la casi ruinosa Cusano, a donde regresará el joven Antonio (Vincenzo Musolino), después de haber realizado sus tareas militares.
La llegada a la envejecida localidad, provocará la alegría, pero al mismo tiempo, desazón en su madre (Filomena Russo), una mujer mellada, caracterizada por su histrionismo típicamente italiano, y su capacidad para el “trapisondismo”, “que hace bulla, enredos y alboroto”, teniendo que sobrellevar al mismo tiempo a su familia, en la que destaca la juventud que vive su hija mayor, caracterizada además por su fealdad.
Y es que Antonio es el único sostén de su numerosa familia; y es buscado amorosamente por Carmela (Maria Fiore), pero no tiene dinero y, para colmo tiene que intentar reunir una dote para su hermana.
En tales circunstancias, se verá obligado a trabajar en los más diversos oficios.
El ardor por Carmela, es unilateral al principio desde el punto de vista de ella.
Carmela es una mujer joven, decidida, dispuesta a escalar y conquistar cualquier obstáculo en la búsqueda del deseo de su corazón.
Una vez que está “enganchado”, el pobre Antonio irá de trabajo en trabajo para demostrar su viabilidad financiera, frente a la hostilidad de los padres de la muchacha.
Durante toda la historia, Antonio realizará multitud de trabajos, a cada cual más extraño, que generarán multitud de gags y situaciones divertidas.
Desde donante de sangre en la ciudad, por su condición de hombre de campo que hace que su sangre sea más limpia y pura; a conductor de autobús en la empresa que crean varios señores del pueblo, pasando por ayudante del viejo sacristán en la iglesia de su pueblo, transportador de rollos de películas de un cine a otro de la ciudad, etc.
Que el personaje tenga que trabajar donde sea, y como sea, se debe principalmente a 3 razones:
La primera, porque ha de pagar la dote de su hermana, la segunda debido a que necesita seguir ayudando a su madre, y a que sus hermanas tengan un plato en la mesa; y la tercera y más importante, por Carmela.
Carmela y Antonio, además de luchar contra los pocos medios económicos con los que cuentan, se encuentran con una dificultad más:
El padre de Carmela, Don Pasquale Artù (Luigi Astarita)
Su padre es el personaje menos humano de la película, es un tirano para con su hija, ya que no ve con buenos ojos que se vaya a casar con Antonio.
Al final, Carmela y Antonio simbólicamente se despojan de todas las responsabilidades ante los demás, en un acto culminante de bravuconería, completamente “desnudos”
El amor sentimental, que después de varios obstáculos, inevitablemente termina siendo legitimado por el matrimonio, prevalece sobre cualquier tema social.
Due soldi di speranza, destaca igualmente por su mirada afectuosamente crítica y conmovida a unos personajes que resultan ser una inocencia nada ingenua, nada bobalicona, nada prefabricada, que se sienten supervivientes, y tienen ansias de vivir en un medio campesino u obrero, modesto, que no les permite elegir de acuerdo con sus deseos, sino dentro de unos límites, y con ayuda de una cierta astucia picaresca.
En la historia encontramos 2 temas que se enlazan:
Los amores contrariados de Carmela y Antonio; y la vida dura, miserable de los habitantes de Cusano, en realidad, Boscotrecase, cerca de Nápoles.
El primer tema, se apoya en el segundo, y encuentra en él su justificación.
El ardor del deseo, la impotencia para resolver su propio destino, la súbita y operática asunción de una responsabilidad para la que los jóvenes no estaban preparados, no ocurre a espaldas de las circunstancias, sino debido a ellas, reiterándose en sucesivos episodios, la frustración de diversas soluciones.
En ese mundo sórdido y disparatado, en esa miseria que sólo reconoce grados y no alivio, parece imposible la empresa de conquista de Antonio que lleva a cabo Carmela, y es del choque entre su voluntad, luego contagiada al joven, y la ciega resistencia colectiva que surge el conflicto.
Pero Renato Castellani prefiere que sus conflictos sean expuestos como comedias, y no formula una versión modernizadas de “Romeo y Julieta”
“Il padre mio morire mi disse:
"Ora sei sola, questa è la tua famiglia, sorella e madre!"
Questa è la nonna!
Non ha più denti e deve essere nutrita di semola!
Ma tu dici?
Questo mangia fieno, e molto!”
Renato Castellani es un director sumido hoy prácticamente en el olvido, y la verdad es que sus películas tampoco es que sean muy numerosas, ni todas lo bastante distinguidas, pero se olvida, o se ignora simplemente que durante unos 10 años, comprendidos entre 1947 y 1957, Castellani hizo al menos películas excelentes, suficientes para que valga la pena visitarlas de vez en cuando, y entre otras cosas, para recordar cuán grande fue el cine italiano entre 1945, y los primeros 60.
Castellani fue provisional, sorprendente, y transitoriamente grande.
De sus filmes, la mejor es, y todas son divertidas y emocionantes, lúcidas y conmovedoras, generosas y veraces, decentes y luminosamente libres, Due soldi di speranza, cristalización explosiva casi milagrosa de una posible evolución “natural” del neorrealismo hacia historias menos dramáticas; donde elude lo patético y no la convierte en un documental sobre los jóvenes desocupados, ni sobre la miseria crónica de la aldea; su exposición soslaya el panfleto social, y se ocupa de recoger el rasgo pintoresco, la circunstancia única que permita revelar a estos seres absurdos y ridículos, pero también tiernos y amantes; también no consigue superar el plano de la comedia costumbrista, y aunque está construido por yuxtaposición de episodios, da a todos ellos una misma tónica.
Antes que un creador o que un teórico, Castellani se vuelve a mostrar como un comediógrafo que trabaja con personajes y temas tomados de la misma vida.
La cámara los busca en sus viviendas, muestra sin afeites el mundo que los rodea, los valores por los que sobreviven.
Pero la exposición no es naturalista.
La materia está trabajada con cuidado, y cada efecto, aun el trivial o indistinto, ha sido escogido con tino; y la exposición tiene un ritmo seguro.
Aunque Castellani trabaja con exteriores, y con actores no profesionales, su cámara convierte los lugares en escenarios, y los seres reales en cómicos; manejada con constante dinamismo, con inventiva renovada, busca el detalle de las situaciones, y transforma un documento potencial en comedia.
La intención de Castellani, es mostrar la simpatía de donde nace la risa, componer un film, para regocijo de todos.
¿Es el amor el único ingrediente necesario para que una pareja joven se case?
A través de esta película, la respuesta parece ser que no.
Antonio y Carmela están enamorados, y sin embargo, las probabilidades están en su contra.
Carmela es la hija de un “acomodado” fabricante de fuegos artificiales del pueblo, que persigue sin descanso a Antonio, es un soldado honesto, que ha regresado, ahora sin empleo, a su pobre pueblo.
Esta es la trama sencilla, que se centra en los 2 personajes muy bien desarrollados, y su lucha para ser aceptados como pareja, centrándose en su momento en la fuerte personalidad y espíritu libre de la abrumadora Carmela, uno de los personajes femeninos más interesantes de la historia del cine.
La historia comienza con Antonio, que tras su servicio como soldado, regresa a casa con su madre y sus hermanas, pero muy mal financieramente.
Casi a la vez, Carmela entra en la escena, coqueteando con Antonio.
Pero la principal preocupación de éste, es asegurarse un empleo.
El resto de la película avanza y retrocede entre Antonio y Carmela, y sus pruebas y tribulaciones con los trabajos a corto plazo, y los problemas que surgen del amor joven.
Su situación se agrava con el hermano y el padre de Carmela, que están en contra de su propuesta de matrimonio.
La vida del pueblo, en general, está muy bien explorada, y tiene un amplio atractivo.
Y por supuesto, el amor triunfa, pero es un camino difícil para llegar allí!
Lentamente, Antonio es cortejado, y cuando él cae enamorado, se enfrenta a la reticencia de los padres de ambos, y la indiscreción de la hermana de Antonio con otro rico propietario, no ayuda.
Dentro de dicho contexto, por fortuna la película a los pocos minutos, abandona el semblante de drama rural, para erigirse en una comedia en algunos momentos muy divertida, y trasladando bajo dicha vertiente genérica, una mirada irónica y crítica en torno a esa sociedad rural, caracterizada por su miseria, dependencia en torno a una falsa moral guiada ante todo por el respeto al honor de la familia, el poder de La Iglesia Católica y, en definitiva, la ruindad congénita de unos seres que en su miseria, no dejan de criticarse unos a otros.
Si de algo se caracteriza Due soldi di speranza, es por suponer uno de los primeros exponentes, en los que el carácter neorrealista, evolucionó a unos modos en los que la apuesta por la comedia, permitiendo incorporar un análisis quizás más agudo del temperamento italiano.
De alguna manera, podemos señalar, que nos encontramos ante un precedente de las farsas que tanta fama otorgaron al cine italiano décadas después, aunque en esta ocasión, se encontrara con unos perfiles más valiosos a todos los niveles.
De este modo, y por medio de una serie de episodios que son entrelazados por una voz “en off” que sirve de introducción o apostilla irónica a algunos de ellos, nos adentramos en el desarrollo de la película de Castellani, mostrando al espectador en esencia, el intento del joven licenciado, para lograr un trabajo en un entorno en donde los desempleados se amontonan ante la verja que rodea la parroquia de la localidad.
Intentará realizar pequeñas tareas, que le permitirán apenas unos pocos centenares de liras, pero su madre o el enviado de la misma, su hermano pequeño, será el que se dedique a cobrar aquellos menguados sueldos, sin dejar que Antonio ni siquiera pueda ver dicho dinero para entregárselo a su progenitora.
Ya desde esos momentos, se dará cita esa apuesta por la picaresca característica de una sociedad como la rural italiana, en la que Castellani nos llega a deleitar a la hora de presentar una auténtica fauna humana, caracterizada por su mezquindad, ante la cual, sin embargo, el espectador no dejará de encontrar un atisbo de humanidad.
En la misma, destacaremos la presencia de Carmela, desde el primer momento enamorada locamente de Antonio, y que con su torpeza, no hará más que provocar que este pierda los puestos de trabajo que pueden consolidar su estabilidad laboral.
Antonio hace todo lo posible, ya que puede dejar a un lado un poco de dinero, sobre todo, porque su hermana Giulia (Carmela Cirillo), ha sido comprometida por un terrateniente de mediana edad, que se niega a casarse con ella sin dote.
Y comienza como un “ayudante de carruajes”, el único vínculo existente entre la país y la estación, es atendido por los carros, y Antonio ayuda a empujar los caballos en las secciones más empinadas…
Luego, se hace un trato con los controladores, porque venden los caballos, y forman una cooperativa para ejecutar un servicio de autobús, pero el proyecto naufraga por la incompetencia y la codicia de los cocheros.
Posteriormente es contratado como asistente por el pastor (Alfonso Del Sorbo), y al mismo tiempo que avanza la noche, se va a Nápoles para trabajar con una sección comunista, pero Carmela, pelea con otras mujeres, y revela el secreto de su doble trabajo, y el párroco, que no quería hacer frente a los comunistas, lo despide.
Finalmente encuentra un trabajo en Nápoles, con la señora Flora Angelini (Gina Mascetti), propietario de salas de cine, donde el trabajo consistirá en llevar las películas de sala a sala, sino también como donador de sangre para su hijo, que necesita transfusiones de sangre constantes.
Incluso, si Flora está lejos de ser indiferente a la belleza natural de Antonio, se mantiene fiel a Carmela.
Esto sin embargo, en un ataque de celos, Carmela asiste a Antonio y es descubierto por Flora que lo despide…
Por su parte, Don Pasquale sigue negándose a dar su consentimiento para el matrimonio, y también para asumir a Antonio en su laboratorio de fuegos artificiales.
Carmela incluso, planifica una escapada romántica, para poner a la familia de un aprieto de “hecho consumado”, pero no tiene el valor para seguir adelante con ella.
Con el tiempo, los 2 jóvenes regresan a la aldea, y anuncian que van a casarse de todos modos, cualesquiera que sean las dificultades que se enfrentan.
Por el momento, los vendedores de mercado, comienzan a ayudarles haciéndoles crédito ilimitado de ropa...
Ya hemos citado a “la mamma”, caracterizada por su personalidad escasamente creíble, y dada en todo momento a “trapisondismos”
Pero es que la misma engloba el pétreo y escasamente tolerante, Pasquale, el brusco y estólido padre de la muchacha, artificiero de fuegos artificiales, y que en ningún momento acepta que su hija sea prometida del protagonista, ni se apresta a ofrecerle ayuda laboral alguna, que le permitiera independencia financiera, y capacidad para mantener a la pareja.
De manera más secundaria, percibiremos la astucia del párroco de la localidad, capaz al mismo tiempo de mediar, en una divertida secuencia desarrollada en el confesionario, entre las 2 partes en litigio, en torno al abuso de la hermana adolescente de Antonio, por parte de Don Luigi Bellomo (Tommaso Balzamo), de ayudar a este, al otorgarle un trabajo como ayudante del envejecido y al mismo tiempo quisquilloso capellán, otro personaje magnífico en su ruindad; y no dudar en dejar a este sin ese empleo, cuando conoce que Antonio ha estado en Nápoles, ayudando a los comunistas locales, a preparar una huelga.
La galería de seres aprovechados que describe esta divertida comedia, se complementará con la presencia de una ya madura dueña de unas salas de cine de dicha ciudad, que contratará a Antonio, para ir trasladando las bobinas de una sala a otra de proyección, provocando con ello, divertidas situaciones con la espera del público, pero que en el fondo desea tener complacido a este, ya que utilizará sus constantes transfusiones de sangre, para mantener con vida a su pequeño.
Para ello, no dudará en alimentar a nuestro protagonista con filetes de ternera casi crudos, y darle de beber vino, ya que según ella, “produce sangre”, llegando a ascenderle a proyeccionista, cuando comprueba que Antonio ha hecho migas con el pequeño, e incluso en un momento determinado, con la presencia de un beso furtivo, se haga la ilusión de que pueda contar con este como futuro compañero sentimental…
A partir de esta gama de personajes, Renato Castellani logra plasmar en esta divertida comedia, no solo la esencia de esa personalidad mediterránea italiana, su gusto por la picaresca, la miseria casi congénita que define el pueblo en el que se desarrolla fundamentalmente la acción, o su retraso cultural.
El recorrido por las calles de ese pueblo sucio y desvencijado, llega a transmitir la aridez de un lugar anclado en el tiempo, en el que parecen sentirse a gusto unos vecinos que no dejarán de utilizar cualquier subterfugio como arma casi de supervivencia, en un marco de existencia caracterizado por una miseria que, sin embargo, para ellos, se ha convertido en un modo de vida casi habitual.
Será un contexto del que querrá desmarcarse el joven, ingenuo y al mismo tiempo curtido Antonio, primero trabajando un día como rellenador de gaseosas, desafiando la pérdida de la prestación de empleo, un tema que ya entonces se encontraba de plena actualidad.
Más adelante, se dedicará a empujar a los caballos que transportan las carretas de la localidad, cuando soportan la pendiente del camino.
También ejercerá como ayuda del vendedor de verdura, sin lograr en ningún caso esa necesaria estabilidad laboral, que le proporcionará durante un tiempo, ejercer en calidad de ayudante de ese sacristán acabado y enjuto, quien sin embargo, aprovechará la ocasión para delegar en este, los trabajos más pesados, impagable la secuencia del estreno del protagonista en el uso de la campana…
Esa capacidad para mostrar situaciones divertidas, que en el fondo llevan aparejadas una carga de profundidad en torno a vicios y costumbres de la personalidad del país, es la que en definitiva proporciona a Due soldi di speranza su vigencia.
Una validez a la que acompañará el uso oportuno de esa voz “en off” que sirve para introducir o rematar algunos de sus episodios, la eficacia de una fotografía en blanco y negro, que resalta lo agreste del entorno rural en el que se asienta la acción, la presencia de actores no profesionales, en su mayor parte, que proporcionan una singular autenticidad al relato o, en definitiva, esa capacidad para penetrar en la entraña de un pueblo, y unos personajes que, más allá de sus aspectos caricaturescos, incluso mezquinos, en el fondo no dejan de ser un trasunto de nuestra propia configuración como seres humanos.
Due soldi di speranza es, como antes señalaba, sumamente divertido.
Ese alcance lo proporcionan los irónicos comentarios de las vecinas del pueblo a Carmela, cuando se dirige por la ribera hasta contemplar a Antonio; la muda testarudez del padre de esta; las resignadas apreciaciones de su esposa, lamentándose de haberse casado con este; el lúbrico interés de la dueña de las salas de cine napolitanas, que ha creído encontrar en Antonio, un no solo salvador de su hijo, sino ante todo, un atenuante a su propia insatisfacción como mujer ya entrada en años…
Las peripecias y torpezas de Carmela, capaz de arruinar la vida de su amado sin pretenderlo, y la incomprensión que recibe por parte no solo de sus convecinos, sino de su propia familia, irán aparejadas por la creciente desesperación que sobrelleva Antonio, incapaz en su lozana juventud, de emerger de esa tela de araña que conforma el contorno de un marco existencial dominado por la mediocridad más ramplona, y en el que la figura de su castrante madre, tendrá un protagonismo especial.
Ni que decir tiene, que dentro de la abundancia de episodios caracterizados por su sentido del humor, uno no dejaría de destacar el que describe la compra en Nápoles, de un desvencijado autobús que, literalmente, se cae a pedazos, o la posterior bendición del mismo en las estación del pueblo, siempre tan separada del mismo, especialmente en el detalle de la bendición por parte del párroco, que diluirá la pintura del rótulo del vehículo.
Será el inicio de una auténtica batalla campal por parte de los accionistas del mismo, anteriormente propietarios de los carruajes que hacían dicho servicio, que una elegante elipsis nos marcará han fracasado en su empeño, ya que el autobús de la compañía, mucho más potente, finalmente se hará cargo del recorrido, dejando entre otros, a Antonio, sin trabajo como chófer.
Sin embargo, aunando ese sentido irónico, combinado por una mirada al mismo tiempo acre y revestida de ternura, sin duda, la mejor secuencia del film, se encuentra en la plasmación de la boda de la hermana de Antonio con Bellomo, una secuencia casi dolorosa de ver, en la que este deseará casarse al amanecer, sin que suenen las campanas ni se enteren los vecinos, solos con los novios, las madres de ambos, el cura y el propio Antonio.
Un instante casi aterrador en la ruindad que preside una triste ceremonia de conveniencia, que culminará con la salida de la novia al exterior del templo, despidiéndose de su hermano, y yendo a continuación a remolque del que ya es su marido, su madre y su casi esquelética suegra.
No será esta la conclusión de la película, que se formulará a través de una definitiva rebelión de Antonio, ante la casa de los padres de Carmela, y la dignificación que él mismo ha adquirido ante los vecinos y vendedores del mercadillo, dispuestos a prestarles ropa y calzado, que en el futuro se comprometerá a abonar; pero sí quizás su instante más álgido e incluso incómodo de contemplar, en una podríamos llamarla así, “tragicomedia”, en la que las carcajadas de muchos momentos, en alguna ocasión se quedan congeladas en la comisura de los labios.
Desde lo técnico, se ha hecho caudal de los aspectos más externos del neorrealismo:
Se utilizan escenarios naturales, actores no profesionales, y habla en dialecto; y parece cumplir puntualmente con cada una de esas condiciones.
Sin embargo, si se examina de cerca el alcance de las mismas, puede llegarse a inesperadas conclusiones.
En este caso, tal tarea está facilitada por la abundante documentación sobre el proceso de creación de Due soldi di speranza.
El tema, le fue sugerido a Castellani, por las confidencias de Vincenzo Musolino, quien luego representaría a Antonio, el protagonista.
Esta circunstancia, parece agregar una vuelta de tuerca a la autenticidad neorrealista:
El mismo personaje, y sin mediación de Pirandello, se presenta al creador para contar su historia.
Pero de hecho, la historia del Antonio auténtico, y la de Antonio ficticio, no coinciden.
El de la vida real, no respeta a su Carmela; por el contrario, la seduce y se ve obligado a casar con ella; la familia de ella, en vez de oponerse al enlace, lo desea.
Lo que toma Castellani del Antonio auténtico, es la visión paciente y sufrida de mundo, y un inagotable anecdotario sobre Teano, su paese.
Con ese material informe, dicho por Antonio en un dialecto ya teñido de nostalgia y hasta de tristeza, compuso Castellani en 10 días, un libreto puramente narrativo y de tendencia cómica.
Más tarde, y reflejando el tono mismo del protagonista, la narración se hizo más seria.
Además de las irrepetibles situaciones cómicas que plagan la cinta, lo que más se destaca son las ansias de vivir de todos sus personajes, el coraje, y la garra que imprimen durante los 91 minutos para salir adelante, y revertir su delicada situación.
También destacaría la voz “en off” que salpica el film en diversas ocasiones, y que para una película de este tipo, es un soporte esencial para darle ritmo, y para que en ningún momento, el relato se estanque en escenas repetitivas o vagas, permitiendo así, ir a lo que de verdad importa, y que consigamos pasar un muy buen rato a costa de unos personajes que a pesar de todos los problemas, arrojan felicidad y espíritu de supervivencia.
Entre las innovaciones que sufrió la historia en sus sucesivos avatares, la más importante fue la del final, que levanta a ímpetus de ópera, lo que hasta entonces se había desarrollado en un plano costumbrista.
Como prueba de que Castellani no se preocupaba por un verismo absoluto, puede indicarse el tratamiento de los desocupados, que en la película parecen amparados eternamente por el subsidio, aunque en realidad, sólo lo reciben por un plazo de 3 meses.
Es evidente que estos desocupados sólo le interesan a Castellani como elementos de su fábula.
De los actores principales, muy jóvenes, de 21 y 17, el director ha extraído poderosa interpretaciones:
Vincenzo Musolino, actor que prácticamente debuta, solo hay una película en la que participa ese mismo año, no anteriores; lamentablemente murió muy joven, y aquí se le ve muy guapo, más maduro de lo que su edad es, en ese momento el personaje.
También Filomena Russo está grande en su interpretación rústica, y en voz alta, en su única película.
Y Maria Fiore, actriz debutante que compone un personaje inocente, pero no ingenuo, un personaje con un encanto y una ternura inusual para una actriz que se enfrenta por primera vez a una cámara, y que será el motor de Antonio, de la cinta y que la cámara de Castellani recogerá como un hechizo que nos lanza a ráfagas de sonrisas, lágrimas, lucha y amor.
La prodigiosa Maria Fiore, que se convirtió en actriz, pero nunca más brilló, con tal encanto e intensidad, es quizá la clave de la película, pues la cámara queda absolutamente prendada de ella, y es protagonista de una de las mejores escenas, de cuando las otras mujeres del pueblo, desde la colina se burlan de ella, y ella les responde…
Sin embargo, para achacarle algo, Due soldi di speranza está excedida en diálogos, y agota con todos los gritos, los llantos, los castigos y el balanceo emocional, pero se disfruta por igual.
Por último, la banda sonora de Alessandro Cicongnini, y de Nino Rota, no acreditado, nos da una idea de cómo su don musical se desarrollará en los años siguientes.
“Per il pericolo di fuochi d'artificio, la capanna di Pasquale Artù era situata fuori città.
Per portargli il pranzo a mezzogiorno, Carmela doveva passare sotto la collina, ei contadini, da qualche tempo, avevano l'abitudine di ingannarla”
Es el momento ideal para reivindicar el neorrealismo rosa; aquellas películas italianas de finales de los 50; que tomaron elementos del cine neorrealista, con decorados naturales, exteriores, realismo social, actores no profesionales, y le añadieron comedia.
El resultado funcionó tan bien, que siguió durante décadas, hasta que la comedia se merendó al realismo social, y surgió la comedia italiana pura y dura que todavía hoy es la que llena los cines italianos.
Pero aquella no tenía moralinas, ni lecciones pedagógicas, sin mirar por encima del hombro a los protagonistas, sino de tú a tú, y fijándose en lo bueno, en lo malo, en lo divertido, lo trágico y, sobre todo, por qué no, en lo ridículo.
Porque los italianos de las películas del neorrealismo rosa, se ríen de sí mismos.
No son héroes, ni siquiera antihéroes, sino ingenuos.
Además, las películas de este género son agradables a la vista, y no sólo gracias a los montones de Miss Italia que aparecen en ellas, como Sofía Loren, Claudia Cardinale...
Es gracias al hermoso decorado natural que es toda Italia.
No tiene nada que ver con ese feísmo típico del realismo social, donde acabas cogiendo asco al obrero medio, sólo por culpa de lo feo que es él y su entorno.
Pero es que aquí, el entorno es Italia, donde levantas una piedra, y hay un monumento, e incluso en los barrios más humildes, a lo lejos, o en una esquina, hay una iglesia barroca.
Y no podemos olvidar el propio idioma, que ayuda a reírse de las situaciones más desesperantes, porque nada que se diga en italiano, suena serio.
Es cierto que Castellani con Due soldi di speranza se acerca a la realidad con ojos bien abiertos; es cierto que prefiere los escenarios naturales y los actores no profesionales y el dialecto.
Pero no menos cierto es que los escenarios naturales se convierten en sets en sus manos, que los actores se profesionalizan a la fuerza, y que su dialecto es tan convencional, guardadas las distancias, como el lenguaje de furor y abstracción trágica de Jean Racine.
Es casi seguro, que los últimos films de Renato Castellani, estén efectivamente en las antípodas de Due soldi di speranza, y que sean incompatibles la reconstrucción helada de un film como aquél, y el humorismo cálido de los últimos títulos; es seguro también, que unos y otros, están muy distantes de la realidad.

“E non preoccupatevi, perché chi ci ha creato non è povero!
Se l'Onnipotente vuole tenerci vivi, deve anche farci mangiare!
Vero o no?
Se no, perché ci metti in questo mondo?
Eh?
Due soldi di speranza”



Comentarios

Entradas populares