The Tragedy Of Othello: The Moor Of Venice

“Oh beware, my lord, of jealousy.
It is the green-eyed monster which doth mock the meat it feeds on”

Cuando alguien triunfa y es reconocido, también despierta la envidia de los que están dispuestos a lo que sea, con tal de llegar a ese puesto de liderazgo que consideran “les corresponde a ellos”
La estrategia es atacar al odiado en su flanco más débil, en este caso, en el de su inseguridad en el terreno del amor…
Todo ello en el marco de una historia que viaja de Venecia a Chipre, y nos habla, entre otros aspectos, sobre cómo se gestionaba el poder político, el sentido de las campañas bélicas, y los roles de hombres y mujeres a principios del siglo XVII, en La Serenísima República.
Al tiempo que una sinfonía de falsedades y equívocos muy bien expuestas, con unos textos que cumplen perfectamente su doble función.
No son solo diálogos, sino que son también someras, pero precisas descripciones que nos sitúan en todo momento en la piel de sus hombres y mujeres, en su mentalidad, y el rol que la sociedad de inicios de ese siglo, les asignaba en base a su género/sexual, estrato/social, o jerarquía/militar y política.
The Tragedy Of Othello: The Moor Of Venice, es una obra teatral de William Shakespeare, escrita alrededor de 1603; basado en un capitán moro, el número 37 de los 100 cuentos que contiene los “Hecatónmitos” (1565) del escritor italiano del XVI, apodado Cintio, llamado Giovanni Battista Giraldi; que trata el tema de los celos, como se ha insistido tradicionalmente, pero quizás sobre todo el de la ambición desmedida:
El peso de la obra, lo lleva el villano, Iago, que es la encarnación del mal.
La obra, está escrita en inglés isabelino, y los parlamentos están en pentámetros yámbicos de verso blanco, y los diálogos en prosa.
El léxico de Othello, en particular, evoluciona a lo largo de la obra:
Al principio es noble, y utiliza imágenes sublimes.
Durante los actos III y IV, asume el léxico que era propio de Iago, repleto de imágenes vulgares, sexuales, anomalísticas y demoníacas, y en el acto V, vuelve a adquirir su tono elevado.
Othello es una tragedia en V actos de 3, 3, 4, 3 y 2 escenas respectivamente.
No sigue las unidades aristotélicas de tiempo y espacio, pero sí la de acción, pues en Othello no aparece ningún argumento secundario como en otras tragedias de Shakespeare; y se ha dicho, que la estructura dramática de Othello, es perfecta:
Primer acto:
En Venecia se presentan todos los personajes y las relaciones que se establecen entre ellos.
También se anuncia el escenario donde tendrá lugar toda la acción:
Chipre.
Segundo acto:
Iago provoca la borrachera de Cassio como primero de una cadena de sucesos que darán lugar al punto culminante de la obra.
Tercer acto:
Es el punto de inflexión de la obra.
A principios del acto el amor entre Othello y Desdemona, es íntegro y perfecto.
A finales del acto, Othello ya está profundamente convencido de la infidelidad de Desdemona.
El símbolo es el pañuelo de Desdemona, que pasa de mano en mano.
Cuarto acto:
Othello ha perdido totalmente la calma y gallardía que le caracterizaba, se muestra rudo y mal hablado.
Desdemona miente acerca del pañuelo, y al final del acto, la muerte de Desdemona, simbolizada por la canción del sauce, es inevitable.
Quinto acto:
Los acontecimientos trágicos se suceden en progresión vertiginosa:
Iago mata a Roderigo, Othello quita la vida a su esposa, pero tiene tiempo de ver restaurada la honra de su esposa antes de morir él mismo.
Iago es ajusticiado, y Cassio queda como gobernador de Chipre.
La acción se desarrolla primero en Venecia, la célebre ciudad del norte de Italia, y después en la isla de Chipre, en El Mediterráneo Oriental.
Todo inicia porque Iago odia al General Othello, por haber dado el puesto de lugarteniente a Cassio, en vez de a él.
Othello se ha casado secretamente con Desdemona, hija del Senador Brabantio, y Iago piensa utilizar este matrimonio, para vengarse de Othello y de Cassio.
El Dux de Venecia, envía a las tropas de Othello a Chipre en campaña de pacificación, y tanto Desdemona como Emilia, esposa de Iago, acompañan a sus esposos.
En Chipre, Iago consigue emborrachar a Cassio, y hacer que se pelee con Roderigo, antiguo pretendiente de Desdemona.
Como consecuencia de la riña, Cassio es arrestado y desprovisto de su cargo.
Iago insta a Cassio, para que visite a Desdemona, pidiéndole que interceda por él ante su marido.
Entonces, Iago convence a Othello, de que su esposa y Cassio tienen conversaciones amorosas, sembrando inmensas dudas y exagerados celos en la mente del moro.
Emilia, esposa de Iago, consigue un pañuelo de Desdemona, que Iago coloca en la habitación de Cassio, para aumentar las sospechas de Othello.
El General pregunta a Desdemona por el paradero del pañuelo, y ella no le dice que lo ha perdido.
Othello manda a Iago que mate a Cassio, y él mismo se enfrenta duramente a su esposa, que defiende firmemente su inocencia.
Al mismo tiempo, Iago convence a Roderigo, para que mate a Cassio, pero Roderigo no lo consigue, y Iago quita la vida al propio Roderigo, para que no le implique en el complot.
Y Othello estrangula a Desdemona en el lecho conyugal.
A pesar de la oposición de su marido, Emilia quiere demostrar ante Othello la inocencia de Desdemona, pero Iago apuñala a su mujer, para que no le delate.
En el cuerpo de Roderigo, se encuentran cartas en las que se explica toda la verdad.
Othello, desesperado en su amor, y en su arrepentimiento, se quita la vida a sí mismo, a la vista de Cassio, y muere en el mismo lecho donde yace el cuerpo sin vida de su inocente esposa.
En la obra no hay historias intercaladas, la acción es continua, todo fluye, y el gran protagonista es el malvado Iago, cuya propia envidia/ambición inspira los celos que insufla en Othello.
Éste, por su parte, simboliza la visión bondadosa y optimista de la vida, cuyo sentido, una vez más en Shakespeare, queda inexplicado.
Iago, aporta la toma de posición antagónica, desde su pragmatismo vengativo de ángel caído.
En un análisis de los personajes principales, encontramos a:
Iago, el alférez de Othello; es un personaje inteligente, y sabe cómo manipular a los demás y engañarlos, ya que se gana la confianza de Othello y la de Roderigo.
A Othello le hace creer que es honrado, y que le está ayudando, pero es todo lo contrario.
Provoca celos y odio en Othello hacia Desdemona; trata mal a su esposa, y la utiliza.
Es un personaje envidioso y traicionero, por eso provoca tantas muertes.
Roderigo es el caballero veneciano enamorado de Desdemona.
Siente rencor hacia Othello por estar casado de Desdemona; y pide ayuda a Iago para conquistarla, pero es traicionado por éste.
Brabantio es el padre de Desdemona, y quiere tener todo bajo control; no acepta que su hija se case con Othello; e intenta alejarla de éste.
Cassio es El Teniente de Othello, es un buen hombre, pero Iago le tiene envidia, y le mete en su malvado plan.
Tras las mentiras de Iago, Othello le acaba quitando su puesto de Teniente, y jura su muerte por creer que le engañaba con su mujer.
Desdemona es la mujer de Othello, se casa con éste, a pesar de que su padre es contrario a esa decisión.
Se enamora de Othello, porque sentía compasión por él; y acaba asustándose de las reacciones de su marido por algo que ella ignoraba.
Antes de morir, pide piedad a Dios y a Othello, pero éste guiado por sus celos, la mata.
Othello la ve como una prostituta, sin derecho a vivir, y su amor hacia ella, lo convierte en odio.
Othello, es un moro y General del ejército veneciano, que provoca envidias por su matrimonio con Desdemona; esa envidia y ese odio hacia él, hace que sea el objetivo de Iago, para realizar sus malvados planes.
Guiado por sus celos, mata a su esposa, y jura muerte a Cassio.
Al conocer la verdad de toda la historia, hiere a Iago, y finalmente se suicida.
Emilia es la esposa de Iago, su marido no la tiene ningún aprecio, y la trata mal, la acusa de mentirosa, y la engaña para poder llevar a cabo sus planes.
Al final, se demuestra su sinceridad y humildad, cuando descubre todas las mentiras de su marido.
El personaje principal, Othello, se presenta piadosamente, a pesar de su raza.
Esto era poco habitual en la literatura inglesa en tiempos de Shakespeare, la cual presentaba como villanos a los moros y otros pueblos de piel oscura.
En esta obra, Shakespeare evita cualquier discusión respecto del Islam; por lo que Othello se ha destacado por su gran profundización en la retórica y la tragedia.
Si bien Othello es el protagonista, la obra es de Iago.
Es cierto, el antagonista reina sobre toda la obra.
No es un villano, nadie que le llame villano, ha entendido porque el poder de Iago es tan devastador; pero claro que la primera vez que vemos la obra, todos nos sentimos atraídos por Othello.
A fin de cuentas, es un héroe humano, que confía en su amigo, y que se ha enamorado.
Es, curiosamente, una de las pequeñas revoluciones de esta obra:
El protagonista es un personaje con muchos defectos, solamente su suicidio, tan distinto al de Hamlet, será su epifanía; un personaje negativo.
Pero Shakespeare lo dota de integridad, de pasión, pero no de virtud.
Iago está en su derecho, pero él nunca instiga los asesinatos.
Iago no es ni Macbeth ni Richard III, ni tan siquiera Hamlet:
Quiere el lugar que le corresponde en el mundo, y es el bruto General quien aplicará sus condenas.
¿Y quién no se ha sentido atraído por Desdemona?
Su amor es su valentía.
Es uno de los grandes personajes de Shakespeare, una heroína protofeminista.
No depende de su amor con Othello, al contrario, ese amor la hace más fuerte, más inteligente, menos cobarde.
No es una sierva, sino que llega hasta el final, se arriesga, se compromete, busca en sus principios, no una suerte de pusilánime manera de vivir, sino una manera de luchar.
¿Quién no sueña con Desdemona?
Ella y Emilia, la esposa de Iago, que nada tiene de sierva cuando se trata de ser leal a su mejor amiga, son ecos de un feminismo al que todavía le quedarían 2 siglos de injusto, prolongado, e indeseado sueño.
La primera representación de la obra, de la que se tiene noticia, se celebró el 1° de noviembre de 1604, en El Palacio de Whitehall de Londres, en presencia del Rey Jacobo I.
La obra tuvo un enorme éxito, y se representó muchas veces tanto en vida de Shakespeare, como posteriormente.
Los contextos político, social y cultural, son muy actuales, ya que más allá de que sea una adaptación, escuchando los fragmentos del texto original, podemos distinguir aspectos actuales de cada contexto.
En cuanto a lo social y cultural, la violencia doméstica, el amor, la lealtad, la ambición, el racismo, entre otros, que se representan en la obra original, nos hacen cuestionar, por qué algo escrito hace tantos años, puede seguir siendo tan actual.
En cuanto a lo político, no se desarrolla mucho, pero el hecho de que un moro ocupe un cargo tan importante en una sociedad, es un aspecto rescatable para la época en la que fue escrita.
Se ha dicho que Othello es la tragedia de Shakespeare de mayor suspense, y que consigue mantener la tensión dramática en todo momento.
Ello se debe a que no hay ningún argumento secundario, ni personaje superfluo.
La actuación del bufón, que en otras tragedias acapara gran parte del espectáculo, aquí es prácticamente nula; porque Othello es la tragedia de los celos.
Los celos, no sólo son el principal tema de la obra, sino que se repiten como motivo recurrente, entrelazando a todos los personajes:
Othello tiene celos de Cassio, acerca de Desdemona.
Iago tiene celos de Cassio, tanto a nivel profesional como amoroso, y celos de Othello, porque sospecha que ha tenido relaciones con Emilia.
Roderigo tiene celos de Othello y de Cassio, y Blanca también siente celos a causa de su amor por Cassio.
En el bando contrario, están aquellos que no sienten celos, pero los provocan inconscientemente:
Desdemona, Cassio y Emilia.
El tema del racismo y la xenofobia, está también presente en la figura de Othello que, a pesar de su gran heroísmo y sangre real, nunca es admitido plenamente en la sociedad blanca.
El matrimonio entre Othello y Desdemona, es considerado tanto por Brabantio como por Iago, “contra natura y monstruoso”
El motivo de la raza, se alza siempre como una barrera para Othello en su vida privada, y en su vida pública.
La oscuridad de la piel, se refleja constantemente en recursos dramáticos basados en la dualidad blanco/negro, claro/oscuro, día/noche, etc.
Un aspecto importante de Othello, es la utilización del tiempo; por ejemplo, es materialmente imposible, que Cassio y Desdemona hayan estado juntos más de un minuto, porque ella ha permanecido junto a su esposo desde su llegada a Chipre.
Emilia también dice que su marido le ha pedido “cien veces” el pañuelo de Desdemona.
Los hechos de Chipre, tienen lugar en sólo 36 horas, pero la percepción del tiempo de los personajes se alarga en lo que se ha dado en llamar el “doble reloj” de Othello.
En definitiva, Othello es una obra que ha sido adaptada varias veces para la gran pantalla, y sirvió de inspiración para 2 versiones operísticas, ambas tituladas “Otello”, y compuestas por Gioacchino Rossini y Giuseppe Verdi.
De las 2, destaca la ópera con música de Giuseppe Verdi, y con un libreto integral del poeta y compositor, Arrigo Boito, que fue estrenada triunfalmente, un 5 de febrero de 1887, en El Teatro alla Scala de Milán, donde la exigencia técnica del papel protagonista, es una de las cumbres del repertorio italiano.
En el cine, dicen que Orson Wells fue quien mejor logró plasmar ese ambiente teatral de la obra del escritor inglés, destacándose la música y los planos escogidos por el director, son los que logran reflejar la tragedia humana de Othello.
“She gave me for my pains, a world of sighs”
The Tragedy Of Othello: The Moor Of Venice es un drama del año 1952, escrito y dirigido por Orson Welles.
Protagonizado por Orson Welles, Suzanne Cloutier, Micheál MacLiammóir, Robert Coote, Fay Compton, Hilton Edwards, Michael Laurence, Nicholas Bruce, Doris Dowling, Jean Davis, Joseph Cotten, entre otros.
El guión está basado en la obra de teatro homónima de William Shakespeare.
El director, Orson Welles, se basa en el libreto de la versión operística de 1883 de Arrigo Boito; y ha tomado una serie de libertades con la obra original, cambios hechos con habilidad, enriqueciendo el resultado final.
Como por ejemplo, las secuencias funerarias, que Welles ha añadido a la historia en su principio y al final, no eran así en la obra original teatral, son fascinantes y despiertan sentimientos de tristeza trágica.
En conjunto, The Tragedy Of Othello: The Moor Of Venice es una obra maestra universal y atemporal, infravalorada película que gana a cada visionado, poniendo contra el espejo, la contradictoria condición humana.
Como dato de producción, Welles explica en su documental “Filming Othello”, todos los problemas que sufrió la película; recordando la inclusión de ésta en el Festival de Cannes, y acerca de la nacionalidad del filme, declaraba que:
“Comenzamos por perder la participación francesa, y al final, no había nacionalidad de ningún tipo.
Othello era una película de ningún país.
Lo que significaba que no había forma legal de exportar o importar el largometraje.
La enviamos a Cannes, sin esperanzas de entrar, ni mucho menos de ganar La Palme d’Or.
Marruecos fue así, una bandera de conveniencia.
Othello fue el primer y último film que compitió en Cannes, sin delegación nacional”
Y también iba a ser la primera producción europea de Welles, pero su productor italiano se declaró en bancarrota, cuando Welles y su equipo estaban ya en Marruecos, a punto de empezar a rodar.
La participación francesa se frustró, y Welles tuvo que actuar en numerosas producciones para poder auto-producir el largometraje, cuyo rodaje sufrió muchas interrupciones, y se alargó durante 4 años por problemas de financiación; 3 años después de su estreno, y victoria en Cannes, United Artists la distribuyó en Estados Unidos, obligando a Welles, a hacer numerosos cambios, incluyendo el re-doblaje de varios personajes.
Así pues, las vicisitudes del rodaje fueron innumerables:
Hasta 6 directores de fotografía, y pese a ello, toda la película bajo un estilo uniforme; exteriores en 8 ciudades distintas, en 2 continentes; con 3 Desdemonas y 4 Iagos antes de decidirse por los definitivos, vestuarios prestados de otras películas, muchas interrupciones por falta de dinero, etc.
Los resultados, soberbios, muestran la capacidad visual de un genio que era capaz de montar 2 planos rodados a kilómetros y tiempo de distancia, con una fluidez asombrosa, amén de un trabajo en la composición visual, la creación de planos, y en el uso de la profundidad de campo sencillamente inigualables, un ejemplo de como del infortunio cinematográfico, se puede crear una perla.
Estrenada en Europa con gran éxito en 1952, fue ignorada en gran medida tras su estreno; ya que su distribución fue muy limitada, quedando confinada a filmotecas y ciclos retrospectivos sobre Welles, en copias de irregular estado.
La restauración, fue reestrenada en los teatros, y presentada fuera de competición en El Festival de Cine de Cannes de 1992, y obtuvo un gran éxito en los Estados Unidos; pero nuevamente cayendo en el olvido, hasta casi perderse.
Menos mal que con la restauración pudo recuperarse gran parte del metraje original, y que tras ardua labor, hoy podemos disfrutar del filme.
Y es que Orson Welles fue capaz de recortar el tiempo de funcionamiento habitual de la obra teatral, de 3 horas, hasta unos más manejables 90 minutos, una extraordinaria síntesis de la obra teatral, tratando con punzante hondura dramática de temas universales como:
Los celos, la envidia, la ambición, la manipulación psicológica, las falsas apariencias, el amor puro, el sacrificio, sobre la pasión desmedida, aunando el exacerbado lirismo de las palabras del dramaturgo inglés, con una escenografía sublime, todo encaminado a radiografiar con bisturí envenenado, la ambigua condición humana, de cómo del amor se puede pasar al odio, y de ahí a la locura, ello desarrollado de modo fluido y ágil, siendo el eje, el modo en que el antagonista es capaz de ejercer un juego perverso sobre Othello, haciéndole arraigar sutilmente la llama tóxica de los celos, que poco a poco lo va carcomiendo, esto expresado visualmente de modo tremendo, acentuado por la meliflua voz “en off”, que nos sumerge en la convulsa psique del protagonista.
La acción tiene lugar en Venecia y Chipre, en los últimos años del XV.
Othello (Orson Welles), llamado “El Moro de Venecia”, es de piel oscura, Oficial del Ejército, promovido a jefe de las tropas destinadas a la conquista de Chipre; se enamora de Desdemona (Suzanne Cloutier), hija de Brabantio (Hilton Edwards), con la que se fuga y se casa contra los deseos del padre.
Brabantio, es un personaje racista, que no desea casar a su hija con un negro; y que después, deberá luchar contra el demonio de los celos.
Othello, es un hombre desequilibrado, bipolar, que de día es un magnífico General de los ejércitos, sensato y siempre seguro y victorioso; pero que de noche se vuelve inseguro y violento, un paranoico que confía más en las palabras de otros, que lo que sus sentidos le dicen.
Siendo Gobernador de Chipre, nombra lugarteniente a Michael Cassio (Michael Laurence), hecho que levanta la envidia de Iago (Micheál MacLiammóir), que decide vengarse, suscitando en Othello dudas sobre la fidelidad de Desdemona, y su adulterio con Cassio.
Iago será el encargado de sembrar la semilla de la desconfianza en Othello; haciéndole creer que su esposa le es infiel con Cassio, cosa que provocará el conocido y trágico desenlace final.
Así, fuera de control total, Othello mata por asfixia a Desdemona.
Emilia, esposa de Iago, descubre la mentira del marido, que la mata para evitar que hable; pero Othello, conocedor de la verdad, enloquece de dolor.
The Tragedy Of Othello: The Moor Of Venice explora el mundo complejo e insondable del amor humano, las pasiones que engendra, las debilidades que las condicionan, el desorden patológico de los celos incontrolados, y la locura de un hombre físicamente fuerte, endurecido por la carrera de las armas, pero psicológicamente frágil.
Othello sabe enfrentarse a la intransigencia y a los prejuicios raciales de Brabantio, pero sucumbe ante el juego de falsas apariencias que Iago crea para engañarle.
Así, en una época donde el honor y la lealtad eran aspectos de suma importancia, se va mostrando una historia donde dichos aspectos son rebajados a los más bajo, entremezclándose con los celos, eje primordial en este film, retratado de forma terrible y dura.
Es un Othello de supervivencia, que muestra su genialidad, pero también sus carencias y obstáculos.
Es como si nos hubiese ofrecido la piedra preciosa sin pulir ni cuidar, con su belleza natural.
El mensaje de la obra, nos enseña a ser más prudente, y no ser débiles a los dichos de los demás, los cuentos deben de comprobarse, y no deben conducirse por las apariencias; un mensaje a la psicología humana de la susceptibilidad ante las perfidias.
“There was once in Venice a moor, Othello, who for his merits is the affairs of war was held in great esteem.
It happened that he fell in love with a young and noble lady called Desdemona, who drawn by his virtue became equally enamoured of Othello...”
Nunca mayores dificultades, dieron mejor fruto.
Con The Tragedy Of Othello: The Moor Of Venice, se puede analizar la tragedia de la obra creativa de Orson Welles, su pasión por William Shakespeare, y la doble temática de muchas de sus películas:
El poder y la traición.
Ya no era aquel joven prodigio que entró en Hollywood con todos los medios del mundo a su alcance, y una libertad creativa difícil de conseguir en el sistema de estudios… y que le permitió realizar su magna “Ciudadano Kane” (1941), sino que tuvo que pasar carros y carretas, para poder terminar sus proyectos, y casi nunca, tal y como él quiso.
En este caso, Welles tuvo que planificar la película sobre la marcha, lo que le obligó a filmar las secuencias sin ningún orden, de modo que en algunas ocasiones, los diálogos entre los personajes, están rodados en distinto tiempo y lugar, siendo preciso montarlo todo después.
Dado que carecía de guión, Welles tuvo que fiarlo todo a su memoria para poder hacerlo, lo que es, por sí solo, toda una proeza mental, y también lo que explica que los planos sean más cortos de lo que es habitual en el cine de este realizador.
The Tragedy Of Othello: The Moor Of Venice fue uno de los proyectos más complicados de Welles, filmada erráticamente durante 3 años.
El rodaje comenzó en 1949, pero tras pocos días de rodaje, tuvo que interrumpirse:
El productor italiano de la película, anunció que estaba en bancarrota.
En lugar de abandonar el rodaje definitivamente, Welles como director, comenzó a invertir su propio dinero en el proyecto; y la película encontró algunas soluciones imaginativas a una serie de problemas logísticos:
Por ejemplo, la escena en la que Roderigo es asesinado en un baño turco, se ideó así, porque los trajes no estaban acabados.
Una de las escenas de lucha, se inicia en Marruecos, pero su final fue rodado en Roma, varios meses después.
Para ayudar financieramente a su película, Welles invirtió el dinero que iba ganando en su trabajo de actor en Europa, como en “The Third Man” (1949)
Pero este rodaje se paralizó varias veces durante meses, mientras él iba a recaudar fondos; y estas pausas se complicaron aún más por la disponibilidad cambiante de los diferentes actores, lo que significa que algunas partes clave, como Desdemona, tuvieron que ser reformuladas, y escenas enteras debieron rodarse de nuevo.
Hasta tal punto llega todo este proceso, que en muchas ocasiones, podemos contemplar en pantalla un actor en un encuadre que muestra a su oponente de espaldas.
Pues bien, se trata generalmente de un figurante que sustituye al actor que le da la réplica, y cuyo contraplano en ocasiones había sido filmado meses antes, o después, a miles de kilómetros de distancia.
Pero técnicamente destaquemos la solemnidad de sus imágenes, ya desde el prólogo, que enlaza con el epílogo, es verdaderamente soberbio, y en este caso, con adecuado acompañamiento musical.
Igualmente excelentes son las secuencias rodadas en los baños, esta localización, que no aparece en la obra, se debió a las carencias de vestuario, lo que no deja de ser otro hábil recurso; y muy interesante el tratamiento fotográfico del rostro de Othello, que se nos muestra cada vez más ensombrecido, a medida que las dudas nublan su mente.
Por cierto, que otro de los grandes milagros de la película, es que la sucesión de 6 distintos directores de fotografía, que no hayan perjudicado la unidad estética del filme, que contó además con el buen hacer de Alexandre Trauner, al cargo del diseño de producción, quien logra hacernos creer, que tantos lugares diferentes, son solo 2.
The Tragedy Of Othello: The Moor Of Venice, en principio, como casi todas las adaptaciones de obras hiperconocidas, debe luchar contra lo previsible del relato, debe apostar sus bazas en otros recursos, y a fe que Welles sale victorioso creando cuadros en movimiento de una belleza superlativa, quedando como esas pinturas que por muy vistas que estén, no te cansas de admirar, ello apoyado en unos actores en estado de gracia, que componen un universo de personajes matizados, con un protagonista poderoso, un villano exuberante, como todos los malvados creados por Shakespeare, y unos secundarios que aportan mucho vigor.
Y es que The Tragedy Of Othello: The Moor Of Venice fue su primera película fuera de EEUU, una obra “irregular” con gotas de genialidad, donde se puede ver su uso del lenguaje cinematográfico, su mirada especial y estilo barroco que le permite solventar muchos obstáculos, y su arte ante la moviola.
Adapta una obra de teatro potente, como Othello, de su admirado William Shakespeare, atrapa su esencia o alma, y la vuelca en imágenes, en cine.
Así convierte Othello, en una película circular, que empieza con una secuencia impresionante, donde vemos el entierro de 3 personajes; 2 de ellos reconocemos que son Desdemona y Othello, y una tercera tumba cerrada, sabremos más tarde a quién pertenece…
De pronto, la cámara se detiene en un personaje que es encadenado, arrastrado y subido a una jaula a pleno, y que se convierte en observador, es Iago.
¿Cómo se ha llegado a esa situación?
Así empieza la tragedia, y los títulos de crédito; pero la película terminará de nuevo con la comitiva que lleva las tumbas…
Welles, respeta la pieza teatral, que le sirvió para la mayoría del guión, el moro Othello, llega a tierras españolas, a Valencia, donde es deslumbrado, y a la vez deslumbra a Desdemona, la hija de un noble.
Este romance desata todo tipo de oposiciones, envidias, trampas, engaños, pero el engaño que más influye, sin duda resulta ser el de su hombre de confianza, Iago.
Este personaje de lengua serpentina, se encarga de crear, desarrollar y potenciar los celos de su señor.
Los celos nublan su razón, hasta llegar al extremo de estar seguro que su atractiva y virginal mujer, ha cometido adulterio con otro de sus hombres de confianza, Cassio.
Con la fabricada y artificial prueba de un pañuelo entregado por Othello a Desdemona, que ella supuestamente ha obsequiado al amante Cassio; Iago acaba por convencer a su señor, de que su mujer ha mancillado su lecho con el adulterio.
Un Othello ya poseído por los celos, es persuadido de eliminar a su esposa con sus propias manos, sin derramar sangre, ni rasgar su piel, eliminarla en su propia cama, y así lavar la humillación con que ella mancilló el lecho.
Iago, mientras tanto, se encarga de eliminar a Cassio…
Pero las verdades son descubiertas, la castidad de Desdemona es probada, al igual que su inocencia y fidelidad, pero ya es tarde, los asesinatos fueron realizados, y Othello está perdido por sus infundados celos.
Notables sobre todo las escenas finales, donde logra presentar a Othello inmerso en una oscuridad total, un vacío absoluto, representando la perdición a la que ha caído, solo se aprecia su rostro hablando, pidiendo que se cuente su historia tal cual fue, y que se lo recuerde con justicia, fidedigno a lo que fue.
Es su fin, el final al que él mismo se dejó llevar por los celos.
El tema de los celos, es el motor de la narración, lo que permite bucear en todo un juego de engaños, instintos, inseguridades, y reacciones imprevisibles de los personajes.
Y es un lugar común repetir que el gran tema de la obra de Shakespeare, son los celos, pero yo preferiría hablar de otros 2 bloques temáticos principales:
Por un lado, la envidia y el resentimiento encarnados por Iago, y su fallida promoción en el escalafón militar; y por otro, y quizá menos evidente, ciertas tendencias autodestructivas que anidan en el ser humano, personificadas por Othello, y que salen a la luz una vez Iago activa el mecanismo de los celos.
Y creo que Welles logra exponer con acierto estas 2 vertientes.
La puesta en escena, es un alarde de manejo extraordinario de los recursos de Orson Welles, de cómo el caos de producción fue capaz de ser coherente y sólida, tras pasar por las manos del omnímodo director, con una labor grandiosa del director artístico, Alexandre Trauner, y del no acreditado Luigi Scaccianoce, haciendo cohesionado y creíble los escenarios, en El Castillo de El Jadida, los bajos de la fortaleza en Mogador, Safi, Magagan, Essaouira, estos lares en Marruecos; en El Palacio de los Papas, Viterbo; Lazio, Roma, en La Plaza San Marcos de Venecia, en la toscana, todos estos sitios en Italia, recreando de modo sibarita la época, se suma el hermoso vestuario de Maria De Matteis, una lección de cómo a través de las ropas, expresar, y el milagro asimismo, es que un film con varios directores de fotografía:
GR Aldo, Anchise Brizzi, George Fanto, Alberto Fusi, y Oberdan Troiani, en glorioso blanco y negro, sea tan pétreo y uniforme en su “goticismo”, sin duda, gracias a las instrucciones del realizador, con la marca “OW” por todos lados, con su manejo punzante de la iluminación, creando tomas lúgubres, jugando con las sombras, con los reflejos, con los claroscuros, con la penumbra, con el vapor, maximizando de modo superlativo el expresionismo gótico, con planos holandeses que inquietan, con picados y contrapicados, con penetrantes primeros planos que extraen lo mejor de las interpretaciones.
El uso que hace de la sombra y la luz, de las columnas, las rejas, los espejos... es como si en todo momento hubiera una narración paralela de los sentimientos de los personajes.
Además, realiza un uso excepcional de los primeros planos de los personajes de Othello, Desdemona, Cassio, o el propio Iago.
Se intercalan muchos planos cortos, contraplanos y contrapicados que, sin embargo, dan continuidad a la obra cinematográfica, y soluciona los problemas de cambio de escenarios y países.
O coloca la cámara en lugares insospechados, dejando visiones complejas, barrocas, a veces para crear un efecto de cámara subjetiva, y otro para crear un efecto que se queda en la retina.
Para solucionar problemas básicos, crea secuencias memorables, como la del intento de asesinato de Cassio; donde el equipo se encontró sin vestuario, así que crearon una especie de baños turcos, creando un largo pasillo asfixiante, y con ese uso tan característico, casi firma del Welles, de la profundidad de campo, y todos los extras y actores, menos el traidor Iago, van tan solo con una toalla.
La película transcurre entre Venecia y Chipre… y el rodaje estuvo en Venecia, Roma, Marruecos…
Así se aprovechan aposentos con altas paredes, arcos que crean efectos visuales asombrosos, diáfanas habitaciones austeras…
Del reparto, Orson Welles se queda con el papel de Othello, con su voz inconfundible y carisma, y deja a un héroe trágico preparado para la guerra y la honestidad, pero no para un mundo de emociones, y para vivir en sociedad con todas sus trampas, rumores, juegos y traiciones.
Con todo, el director nos brinda una más que aceptable actuación, representando al alma que se deja poseer por los celos, que lo conducen a la demencia, al homicidio y a la perdición.
Con un físico imponente, y un alma frágil que se fractura, ama de manera intensa y apasionada, pero esa pasión es la que le lleva también a dejarse arrastrar por la duda que le despierta Iago.
Othello es destruido, y destruye por la traición.
¿Habrán visto los hagiógrafos y los espectadores más despistados esta actuación, en la que despoja a Othello de cualquier grandilocuencia, y lo convierte en un hombre, todavía más aturdido por cuanto sucede?
Orson Welles, encarna con un carisma arrollador a Othello, lo impregna de profundidad, de carácter, de un arco de desarrollo que nos cala emocionalmente, sentimos su descenso al averno, con un lenguaje gestual poderoso, con una mirada que te atraviesa, su fuerte carácter, deja traslucir vulnerabilidad, ayudando la fotografía que conforme se hunde en las tinieblas de los celos, su imagen se va oscureciendo más y más, sobresaliente.
Y logra imprimir en sus escenas con Desdemona, una sensualidad que queda atrapada en la pantalla; también inquietud en la manera que tiene siempre de presentar a Iago, y cómo va enredando a otros personajes, a su propia esposa, a Roderigo, a Cassio y al propio Othello.
Como dato, Orson Welles proporciona la voz de gran parte del diálogo de Roderigo.
Mientras Suzanne Cloutier como Desdemona, resulta una presencia encantadora, enternecedora, sensible, transmitiendo una dulzura y fragilidad sublime, candor, inocencia belleza, su dolor se nos introduce en los huesos, parece flotar de modo etéreo por la pantalla, sobresaliente.
La Cloutier, era en realidad, la tercera actriz para interpretar la película durante el largo rodaje; pues Welles tenía otra actriz, Gudrun Ure que al final hizo el doblaje de todos los diálogos de Suzanne Cloutier.
Ure, había hecho previamente la parte opuesta de Desdemona, en la obra de Orson Welles “Othello”, en el teatro.
Micheál MacLiammóir, glorioso como el sibilino y malvado Iago, comadreja sutil, venenosa, artera, manipuladora, disfruta creando el caos.
Fay Compton como Emilia, está muy bien, destacando la charla final que tiene con Desdemona, cargada de feminismo y de rabia.
Robert Coote como Roderigo, demasiado caricatura… y Michael Laurence como Cassio, está un tanto desdibujado.
Un dato curioso, es que The Tragedy Of Othello: The Moor Of Venice es la única película del famoso actor de Dublín, Micheál MacLiammóir, que era pareja de Hilton Edwards, que hizo de Brabantio, pues eran amantes en la vida real.
Así las cosas, la tragedia, siempre impresionante en su catarsis, nos recuerda el carácter fatuo del destino, donde la gracia de esta cinta, radica en la forma que tiene Welles de sortear la insuficiencia de medios, y las adversidades:
Vestuario que no llegaba a tiempo, rodaje en multitud de escenarios que debían simular una unidad de espacio, etc., mediante una realización que reforzaba el detalle y la composición dramática del plano tratando de ocultar, con imágenes oblicuas de columnas, arcos o rostros, la sospecha de que los escenarios empleados, eran ya lugares más propios de turistas y fotos que de caballeros venecianos, y temibles flotas turcas.
Sin embargo, de The Tragedy Of Othello: The Moor Of Venice hay por lo menos 3 principales versiones o cortes, los 2 primeros, supervisados por Orson Welles.
El director, sentía un profundo respeto y amor por el dramaturgo, y se sentía identificado con aquellas obras que trataban el tema del poder y la traición.
Su propia vida la rodeó de un halo trágico con gotas de Shakespeare.
Sabía lo que era el poder, conocía lo que era la traición.
Así en el repertorio de Mercury Theatre, se recuerdan todavía sus montajes de “Macbeth”, con actores negros, o “Julio Cesar”, con los actores uniformados recordando a los fascistas italianos o a los nazis.
Otra de sus obras favoritas, y también personaje, fue “The King Lear”, sin duda le hubiese gustado crear su propia versión cinematográfica, uno de esos tantos proyectos que siempre tenía en su cabeza, en sus papeles y manuscritos hasta el último de sus días…
Pero siempre queda la triste duda, de si con los medios y obstáculos que tuvo, pudo realizar notables obras cinematográficas, cómo hubieran sido en condiciones idóneas.
El corte original de The Tragedy Of Othello: The Moor Of Venice, se estrenó en El Festival Internacional de Cine de Cannes, el 10 de mayo de 1952 y, luego pasó lanzamiento general en Europa.
A diferencia de la corte después de EEUU, la banda sonora en general, y sin defectos, aparte de algún doblaje que era un poco fuera de sincronía.
Cuenta con diferentes ediciones de muchas escenas de las otras 2 versiones, con ángulos de cámara alternativos utilizados.
Una impresión del original, permanece almacenada en La Cinemateca de París.
Esto es ahora, fuera de impresión, y la única publicación nacional, fue una de Francia, de 1990 en VHS casete, con subtítulos en francés, como parte de la sección de Cannes.
Esta versión corrió en 92 minutos.
El corte para el mercado de EEUU, lanzado el 12 de septiembre de 1955 en New, tiene una serie de cambios de edición menores, y varios cambios importantes, banda sonora, incluyendo la sustitución de sus títulos, por la palabra hablada con créditos dados, un cambio solicitado por el distribuidor United Artists.
Suzanne Cloutier, está doblada por Gudrun Ure, y la adición de una narración de Welles.
El experto Paul Squitieri, en 1993 estudio la película en sus diversas formas, y sostiene que esta versión representa un compromiso, con algunos de los cambios forzados en Welles, y que el corte original europeo, representa la versión más auténtica.
A Criterio Laserdisc, esta versión salió en 1994, 2 años después de la restauración, y fue el único momento en que fue puesto en libertad en el mercado, pero tuvo que ser retirado de la venta, después de la acción legal por Beatrice Welles.
Esta versión, tiene una duración de 93 minutos.
Y por último, la versión restaurada, supervisada por la hija de Welles, Beatrice, en 1992, basado en el corte de EEUU de 1955, con una nueva banda sonora, y varios otros cambios en la banda de sonido y edición.
A pesar de la restauración, fue recibida con críticas muy positivas en su lanzamiento, que posteriormente fue atacado por numerosas fallas y modificaciones técnicas.
Esta es la única versión que ha estado disponible en VHS y DVD, desde mediados de la década de 1990, ya que la acción legal por Beatrice Welles, ha bloqueado que cualquier versión publicada por Orson Welles, se venda.
Esta versión tiene una duración de 91 minutos.
Y como en otras ocasiones, es difícil saber, cuál es la copia que circula, la que realmente quería Orson Welles...
Momentos recordables:
Su escalofriante arranque, con un plano cenital, vemos el rostro sin hálito vital de Othello, su cuerpo es llevado por un cortejo fúnebre por el exterior de una fortaleza, en un contrapicado vemos al fondo moverse las nubes, y recortadas las siluetas de los monjes que trasladan el féretro, ello con una melodía sacra de coros.
Luego vemos otro féretro, es el de Desdemona, cubierta con una velo negro, de pronto aparecen unos soldados arrastrando a un preso, Iago, esto con un plano holandés/oblicuo, y lo meten en una pequeña jaula que elevan con una cadena a las alturas, para ser expuesto, mientras este observa el funeral, todo muy gótico, una operística coreografía.
El bello tramo en Venecia, con la primera presencia viva de Desdemona, la vemos tras varios cristales enrejados, en consonancia con la cárcel psicológica en la que se a hundir, con el cuasi-juicio a Othello, con la rabia del padre de Desdemona, inquiriendo sin saberlo, la llama de la muerte de su hija, cuando le dice al moro que “si la ha engañado a su padre, puede engañarle a él”
La persecución a Roderigo por las catacumbas de la fortaleza chipriota, con ese fascinante entramado de bóvedas, de arcos que parecen enredarse unos en otros.
Iago, envenenando la mente del moro con falsas sospechas sobre una supuesta infidelidad de su esposa, el rostro de Othello se va desencajando, esto mientras se refleja alegóricamente en un espejo, en el que no se ve el insidiador, símil de cómo Iago ha roto la coraza del protagonista, y se ha apoderado de su sentido.
El tramo en los baños, en que Iago con la ayuda de Roderigo, intentará asesinar a Cassio, espléndidamente filmada, con tensión creciente entre las brumas.
Othello, en uno de sus parlamentos fundamentales, dice que es el conocimiento, el saberse cornudo, lo que verdaderamente lo destruye, y no la intensidad de la falta.
El clímax del asesinato de Desdemona, de cómo Othello le habla a ella, cual espectro que emerge entre la oscuridad, y ella lo hace desde la luz, que se refleja en sus rubios cabellos, los 2 en una actuación escalofriante, y llega el momento en que él la asfixia con un velo, de un modo líricamente perverso.
Othello en su final, en una visión cuasi-fantasmal de su rostro entre la oscuridad:
“…Os lo suplico, cuando en vuestras cartas narréis estos desgraciados acontecimientos, hablad de mí tal como soy, no atenuéis nada, pero no añadáis nada por mi malicia.
Si obráis así, trazaréis entonces el retrato de un hombre que no amó con cordura, sino demasiado bien, de un hombre que no fue fácilmente celoso, pero que una vez inquieto, se dejó llevar hasta las últimas extremidades; de un hombre cuya mano, como la del indio vil, arrojó una perla más preciosa que toda su tribu; de un hombre cuyos ojos vencidos, aunque poco habituados a la moda de las lágrimas, vertieron llanto con tanta abundancia como los árboles de la Arabia su goma medicinal.
Pintadme así, y agregad que una vez en Alepo, donde un malicioso turco en turbante golpeaba a un veneciano e insultaba a La República, agarré de la garganta al perro circunciso y dile muerte...
¡Así!”
Sería difícil poder olvidar aquellas palabras.
Por último destacar la banda sonora de Angelo Francesco Lavagnino y Alberto Barberis, de resonancias sacras, con trémulos sonidos de coros que atomizan la intensidad en momentos claves, aportando dramatismo, hondura, inquietud, y evocando solemnemente el tiempo de la acción.
Welles quedó, al parecer, muy satisfecho con banda sonora de la película compuesta por Angelo Francesco Lavagnino, quien igualmente haría las partituras de 2 posteriores películas de Welles sobre Shakespeare:
“Chimes at Midnight” (1965) y “The Merchant Of Venice” (1969)
“I hate the Moor”
Quizá podemos empezar a explicar la importancia de Othello, a través de la grandeza de su autor, y de lo que significa su obra para el teatro universal.
William Shakespeare, primera e indiscutible figura del teatro moderno, creador del reflejo más claro de la humanidad sobre un escenario.
La obra de Shakespeare, tiene el don de reflejar la parte más humana del hombre, la más terrible y particular.
Un reflejo del hombre que servía al espectador isabelino, y que sirve y servirá al espectador de hoy y de mañana.
Las grandes tragedias universales, siendo el propio hombre, una tragedia del destino en sí mismo.
En este caso, Othello representa uno de los grandes fantasmas del ser humano:
Los celos.
Representa al hombre engañado, al hombre envenenado con palabras, y muerto en vida por los celos.
La historia de un gran hombre, que es traicionado por su mano derecha, cegado por el instinto posesivo hasta el punto de matar a su mujer, borracho de celos.
Se desprende capítulo a capítulo, un hedor a humanidad, a celos, a pasión, a rabia, a ira, a venganza, y esto es lo que la hace grande, que es un vivo reflejo de aquellas pasiones que por mucho que no nos gusten, nos recuerdan que todavía somos animales.

“When you shall these unlucky deeds relate, speak of me as I am.
Nothing extenuate, nor set down aught in malice.
Then must you speak of one who loved not wisely but too well, of one not easily jealous but, being wrought, perplexed in the extreme; of one whose hand, like the base Indian's, threw a pearl away richer than all his tribe.
Set you down this”



Comentarios

Entradas populares