O Pagador de Promessas

“Novo Cristo prega a revolução.
¿Santo ou demônio?”

El candomblé, culto de los orishas, de origen totémico y familiar, es una de las religiones afrobrasileñas practicadas principalmente en Brasil, aunque ha llegado a los países vecinos como:
Argentina, Colombia, Paraguay, Uruguay, Venezuela y hasta México.
El candomblé, no debe ser confundido con Umbanda o Batuque, otras 2 religiones afrobrasileñas de similar origen, ni con otras religiones afroderivadas como el vudú haitiano, la santería cubana, o el Palo Mayombe, las cuales surgieron independientemente del candomblé, y son virtualmente desconocidas en Brasil.
La religión, tiene por base al ánima/alma o espíritu de la naturaleza, y por tanto es clasificada como animista.
Se presume que sacerdotes animistas que fueron esclavizados y transportados al Brasil y a colonias españolas, trasmitieron sus creencias y cultura a otros esclavos, los que eventualmente escaparon, y formaron asentamientos de cimarrones, llamados también quilombos junto a sus orixás/nkisis/voduns, su cultura, y sus dialectos, entre 1549 y 1888.
Pese a estar confinado originalmente a reductos y asentamientos de cimarrones, prohibido por La Iglesia Católica, y hasta criminalizado por algunos gobiernos, el candomblé prosperó durante 4 siglos, y se expandió notablemente después de La Ley Áurea en territorios del Imperio de Brasil.
Hoy, es una de las principales religiones establecidas, con seguidores de todas las clases sociales y decenas de miles de templos.
En censos recientes, aproximadamente 3 millones de brasileños, un 1,5% de la población total, declararon al candomblé como su religión.
Además, en la cultura brasileña, las religiones no se ven como exclusivas, y según algunas organizaciones culturales afrobrasileñas, hasta 70 millones de personas participan en rituales del candomblé, regular u ocasionalmente.
Así pues, los Orixás del candomblé, los rituales y las fiestas, son hoy parte de la cultura y el folclore brasileños.
La intolerancia y la persecución a las religiones afrobrasileñas, continúa hasta el día de hoy.
La libertad religiosa en La Constitución Brasileña, no siempre se respeta.
“Senhor, estou aqui para cumprir uma promessa”
O Pagador de Promessas es un drama brasileño, del año 1962, escrito y dirigido por Anselmo Duarte.
Protagonizado por Norma Bengell, Leonardo Villar, Glória Menezes, Dionísio Azevedo, Geraldo Del Rey, Roberto Ferreira, Antonio Pitanga, entre otros.
El guión está basado en la obra homónima de Dias Gomes, publicada en 1959.
Uno de los temas comunes del autor, que se desenvolvía con frecuencia en sus trabajos, era el de una visión “izquerdista” de oposición a la religión popular, considerada como un instrumento de las élites para pacificar y subyugar a las masas pobres del país, en pro de los intereses de los poderosos, como los latifundistas, políticos y “coronéis” del Nordeste de Brasil, así como de los propios religiosos que se beneficiaban de sus intereses oscuros.
O Pagador de Promessas es una película que habla por el pueblo, y con optimismo, coloca la fe en las personas para superar las fuerzas corruptas que tratan de controlar la forma en que vivimos, y cómo ponemos en práctica nuestra fe; y se convirtió en un éxito en unos pocos días en Francia, Europa y los Estados Unidos, aunque los críticos de Brasil rechazaron tanto la película como el director.
Mirando hacia atrás, hubo una dura competencia por el primer premio en El Festival Internacional de Cine de Cannes de 1962.
Entre los participantes estaban películas de grandes directores como Sidney Lumet, Otto Preminger, y Robert Bresson; y había grandes obras, ahora canónicas como de Antonioni, “L'Eclisse”, de Buñuel, “El  Ángel Exterminador”, y de Agnès Varda, “Cleo de 5 a 7”; películas todavía vistas y queridas por los cinéfilos.
Sin embargo, ninguna de estas películas ganó La Palme d’Or, y se le concedió a una película brasileña, que posteriormente pasaría a ser nominada a un Oscar como Mejor Película Extranjera, representación a Brasil y a todo el continente de América del Sur en los premios de La Academia.
A pesar de los elogios, O Pagador de Promessas se ha sido olvidada y subestimada, incluso en su país de origen, que en ese momento se encontraba en medio de un movimiento cinemático, llamado “El Cinema Novo”, influenciado por El Neorrealismo Italiano, y La Nueva Ola Francesa.
Coincidentemente, el francés pionero de La Nueva Ola, François Truffaut, se sentó en El Jurado que otorgó a Brasil su Palme d’Or.
Algunos críticos brasileños, la miraron con desdén, como una reliquia, enamorada de la nueva sensación que estaba cambiando el panorama del cine para siempre, y que sentían que no representa adecuadamente al cine brasileño de principios de 1960.
Pero O Pagador de Promessas tiene todavía el mérito de ser una película que habla de Brasil, del pueblo brasileño del “sertao”, siguiendo los pasos de Euclides da Cunha.
Como dato, el término “sertao”, no presenta una traducción directa en español, pues designa el campesino que vive en el nordeste brasileño, de modo de vida rustico y duro, debido a la aridez de la zona; que contrasta con las culturas urbanas del litoral, sobre todo, muestra las creencias brasileñas y elementos riquísimos de la cultura popular como el culto a los Orixás o Candomblé.
El enredo, en general de O Pagador de Promessas, está centrado en una promesa hecha a Oyá/Iansan, sincretizada con Santa Bárbara; La Capoeira; La Samba de Roda, y El Carnaval de Calle.
La acción transcurre en Salvador, Bahía, en la década de los 60 del siglo xx, época contemporánea a la filmación, pues la obra teatral fue escrita en 1959, estrenándose en El Teatro Brasileño de Comedia, en Sao Paulo, en 1960.
Zé do Burro (Leonardo Villar), es un hombre de una zona rural de Brasil, vive en una pequeña propiedad, a 42kms de Salvador; es humilde, ingenuo y crédulo, y decide ir caminando a la ciudad, en un largo viaje cargando una pesada cruz.
Su objetivo, ingresar a la iglesia de la localidad, y dejar la cruz ahí, esto para pagar una promesa por un favor cumplido.
La promesa:
El burro de Zé, fue alcanzado por un rayo, y él va a una Casa de Candomblé, donde hace una promesa a Santa Bárbara, sincretizada con Iansan, para salvar su animal.
Con la recuperación del animal, Zé empieza a cumplir la promesa:
Dona la mitad de su propiedad a los agricultores pobres de Salvador, cargando a su espalda una inmensa cruz de madera.
En su viaje lo acompaña su esposa, Rosa (Glória Menezes), una mujer abnegada a él, pero algo obstinada por la situación en la que vive con su esposo.
El vía crucis de Zé, se torna más angustioso, cuando ve a su mujer ligarse al chulo Bonitão (Geraldo Del Rey)
Sin embargo, las cosas se complican en el momento de hablar con el padre de la iglesia, el cura Olavo (Dionísio Azevedo), quien le deniega el acceso a la iglesia, ya que Zé había hecho la promesa en un Candomblé y, por tanto, a Iansan.
El mal entendido, hace que el religioso impida el ingreso de Zé al templo, el cual evidentemente, con el afán de cumplir con su promesa, se quedará en la entrada de la iglesia, hasta que le sea permitida la entrada.
La noticia de este personaje, Zé do Burro, se dispersa rápidamente por la población local, por lo que alrededor de él, se congrega una enorme cantidad de personas que buscan conocerlo, y alimentar el morbo de toda la situación:
Desde periodistas, trabajadores, hasta personas con creencias provenientes de los antiguos esclavos africanos.
Incluso, se da la llegada de autoridades más altas de la iglesia, que buscan darle solución al problema, aunque Zé, embargado por su gran fe, está seguro de que no se va a ir hasta que logre culminar su sagrada promesa, con todo y que eso lo lleve hasta las consecuencias más extremas.
O Pagador de Promessas es una película inmensa, inmejorable también, tocando el cielo, ese del que tanto se habla durante sus poco más de 90 minutos, con una crítica directa a “La Santa Iglesia”, donde cualquier anticlerical que se respete, sea cual sea su grado, se pondrá las botas viéndola; pues tiene un mensaje poderoso, y se trata de la corrupción dentro de los sistemas de poder, de la que ninguna organización es susceptible, especialmente La Iglesia Católica.
“¿Então por que você está fazendo isso?
¿Para salvar a todos?
Não.
Para salvar seu burro.
E ele é um burro com um nome cristão”
Perdido filme brasilero, casi histórico pero notable, narra el auto flagelo de un campesino, que crucificado como Cristo, decide cumplir una promesa, recorriendo así un largo trecho.
De características neorrealistas, con simbolismos varios, y que posiblemente sea un descubrimiento para muchos que deseen acercarse a un cine latinoamericano que se mira al espejo; O Pagador de Promessas sigue los preceptos estilísticos del neorrealismo italiano, con una eficaz fotografía en blanco y negro, y una excelente dirección de actores, los principales, casi debutantes; y se focaliza, además, en la integración de las raíces afrobrasileñas, expresadas en el sincretismo de las creencias religiosas, el vestuario y la música.
El pagador, Zé, trasciende la crítica a la intransigencia religiosa, que una lectura rápida pudiera circunscribir; y en realidad es un filme sobre la intransigencia en general, y un reflejo de la lucha que se estaba librando en esos momentos en toda América Latina, tratando de encontrar un nuevo modelo político-social que resolviera las dificultades existentes.
Con un guión canalla, y rodado de una forma impecable, el argumento tiene apuntes de delirio desde el principio, mezcla tramas aparentemente alejadas de los temas principales, fabrica personajes dicharacheros y extremos, y pese a la disparidad de factores que se manejan, el resultado final resulta ser un curioso equilibrio imposible.
Zé, es un hombre humilde, que se enfrenta a la intransigencia de La Iglesia para tratar de cumplir con la promesa de un templo de candomblé, y llevar una cruz muy pesada en un largo viaje.
El candomblé, es una religión afrobrasileña, que fue condenado por la iglesia, pero tenía un cierto grupo de santos e imágenes católicas integradas en sus prácticas.
Zé, es el dueño de un pequeño pedazo de tierra en el noreste de Brasil.
Su burro enferma, y éste hace una promesa a la madre de un santo del candomblé, que si se recupera, se compromete a dividir su tierra en partes iguales entre los más pobres, y llevar la cruz de su tierra, a La Iglesia de Santa Bárbara, en Salvador de Bahía, para ofrecérsela al sacerdote local.
Una vez que su burro se está recuperando, Zé comienza su viaje.
Lo que parece algo que La Iglesia debería admirar, no lo es por una pequeña, pero importante cuestión.
Y es que en la aldea de Zé, no había ninguna iglesia dedicada a Santa Bárbara, y la única imagen de esa santa por los alrededores, el culto a las imágenes y a los santos, algo que nunca entenderé de la religión católica... estaba en el “terreiro” de candomblé del pueblo.
Así que Zé se dirige a una imagen de Iansã, la divinidad del candomblé equivalente a la Santa Bárbara católica.
Por eso, La Iglesia lo considera como una herejía, y no dejarán que Zé entre en el templo católico para saldar una deuda contraída con una deidad pagana.
El sacerdote local, se niega a recibirlo, después de escuchar el motivo y las circunstancias que llevaron al “pagano” a realizar la promesa.
A partir de ese inconveniente, surgen otros derivados de las comparaciones que hace el pueblo de un hombre que carga con una cruz como la de Jesucristo, otorgándole la cualidad de héroe místico.
También aparecen en las mentes del gentío, la idea de que Zé luchaba por una causa política, otorgándole la mitad de sus tierras a personas menos favorecidas que él, la causa de los “sin tierra”
Otro aspecto que provoca la división de las masas, es el de la discriminación que hace La Iglesia, y por ende, la sociedad políticamente correcta, de los negros brasileños que seguían el candomblé.
Y a causa de su ingenuidad, Zé no puede defenderse de la situación tensa creada por los títulos de “héroe y revolucionario” que le otorga cierto sector del pueblo.
Pues él sólo quería pagar su promesa…
Durante una entrevista para un periódico, que revela que, como parte de su voto que tuvo que dividir sus tierras, a partes iguales entre el resto de los aldeanos.
El entrevistador hace girar esto en Zé, que apoya a la reforma agraria, un tema que sigue siendo polémico en Brasil hasta nuestros días; y que ni siquiera sabe lo que significa el término, pero él sólo sabe que necesita entra con esa cruz en la iglesia.
Así las cosas, todos en Salvador se aprovechan de la inocencia e ingenuidad de Zé:
Los practicantes del candomblé, desean utilizarlo como un líder en contra de la discriminación que sufren de La Iglesia Católica; los tabloides prometieron dotar de tierras a los pobres en grito de reforma.
La policía es llamada a impedir la entrada de Zé en la Iglesia, que termina asesinando en un violento enfrentamiento entre policías y manifestantes en su favor.
En la última escena, los manifestantes ponen el cuerpo muerto de Zé en la cruz, e ingresan por la fuerza en la catedral.
La buena cantidad de personajes que aparecen, aportan cada uno su grano de arena en cuanto a lo político, económico, social y religioso.
Y puede que tanta crítica directa sea un exceso, porque nadie sale bien parado:
La religión y La Iglesia Católica primero; la policía, la prensa, todos con sus intereses...
Y el pobre Zé, con la carne abierta de su hombro tras arrastrar esa cruz gigante, no entiende nada…
Hay que destacar la primera escena, en la que se ve la celebración de un ritual de candomblé.
Cuando los barcos negreros transportaban esclavos africanos a Brasil, entre los siglos XVI y XIX, traían además, una religión extraña a los ojos de los colonizadores portugueses.
Esa religión fue pronto considerada como brujería, y los esclavos tuvieron que disfrazarla para que pasara inadvertida a sus amos.
Los Orixás, u Orishas, dioses de esa religión, adaptaron roles de santos católicos.
Así, Iansã o Iansán, la diosa guerrera de las tormentas y los vientos, y guardiana del cementerio, se transformaría en Santa Bárbara.
Pero Zé no hace distinción entre la orixá Iansã, y Santa Bárbara, para él, las 2 son iguales, pero para el cura de la iglesia de Santa Bárbara, en Salvador de Bahía, hay diferencia, y mucha.
Por lo que no dejará que Zé pase con su cruz a la iglesia bajo ninguna circunstancia.
En el peregrinaje de Zé, le acompaña su esposa Rosa.
Ella le sigue fiel, pero preferiría no haberlo hecho…
Se da cuenta de que su marido es una persona demasiado crédula, que es capaz de humillarse por saldar una promesa que hace para salvar la vida de su mejor amigo:
¡Su burro Nicolau!
Pues sí, todo por un burro...
En la ciudad de Salvador, la pareja conoce a un individuo de dudosa reputación, un proxeneta en toda regla, que se encapricha de Rosa, y tiene intención de separarla de su marido para convertirla en otra de sus “chicas”
Rosa, cansada y sintiéndose menospreciada por su marido, se dejará seducir por el proxeneta que se hace llamar “Bonitão”, es decir, “guapo”
En la puerta de La Iglesia de Santa Bárbara, en la gran escalinata que hay delante, se establecen Zé y Rosa, y esperan a que el cura cambie de idea, y les deje pasar…
Mientras tanto, a su alrededor empiezan a arremolinarse varios personajes con diferentes intenciones para con Zé:
Unos quieren ayudarle, pensando que el pobre hombre lucha por una causa que ellos defienden.
Otros quieren aprovecharse de él, como el dueño del bar de delante, un gallego que no quiere que Zé consiga su objetivo, porque así, siempre habría curiosos cerca que entrasen a tomar algo a su bar.
La prensa quiere contar su historia para vender más ejemplares de periódicos, aunque sea adornándola con detalles sensacionalistas, etc.
La presión que tiene que soportar ese hombre sencillo o, directamente, simple y simplón, ignorante e ingenuo, es demasiada, y se ve abrumado por la situación.
Zé vive por un código simple, por el cual, todo lo que tienes es La Palabra, y sin ella están condenados, no necesariamente en alguna otra vida, pero aquí en La Tierra, por la propia conciencia.
Y por ser ignorante, que también está por encima de las etiquetas del marxista o socialista, el candomblé o la iglesia católica, como los que son meramente límites destinados a dividir a la gente con ideologías de la misma manera los estados rojos y estados azules hacen hoy en día.
En O Pagador de Promessas, Anselmo Duarte consigue rodar una crítica anticlerical, también a la religión pagana, bajo el prisma de un cristiano un tanto confundido, pero en la historia también se inmiscuyen:
Una prostituta, su chulo, una infidelidad, un periodista, y toda una pléyade de personajes que convierten esta historia en un anecdotario de movimientos en torno a una cruz de madera.
Todos ellos son chirriantes, pero consiguen sorprender sin degradar el sentido de la historia que se nos narra.
Dirección de Duarte se siente teatral, como la mayor parte de la acción tiene lugar en las escaleras que conducen a la iglesia, pero también tiene una clara comprensión del lenguaje cinematográfico.
Las escenas de multitudes a las escaleras de Odessa, recuerdan la secuencia en el filme de Sergei Eisenstein, “El Acorazado Potemkin”, sin embargo, en lugar de descensión en pánico, Duarte muestra jolgorio, y la rebelión como las multitudes se reúnen en torno a su “Cristo Novo”, y finalmente su ascensión.
O Pagador de Promessas está lleno de una hermosa fotografía y composiciones en blanco y negro, siendo uno de los más llamativos en torno a Zé llevando su cruz, mientras que un gran incendio quema en el fondo…
O la primera imagen de Zé comenzando su viaje, y parece como si él y su esposa están saliendo del infierno.
La cruz se utiliza de manera creativa, a veces aparece como un refugio para dormir, en otras ocasiones, una división entre él y su esposa cuando ella lucha con su fe…
La habilidad del director para colocar la cámara, resulta a veces impresionante, especialmente en las escenas finales, y siempre persigue un fin narrativo al hacerlo, ya que de fondo, en sus planos, siempre aparece algún símbolo que sirva para recrear lo que está sucediendo en la historia.
Utiliza planos generales para destacar tanto la soledad como el bullicio, detalles para remarcar el tintineo de la música mientras los percusionistas golpean los instrumentos; picados y contrapicados que ensalzan la historia, y una más que digna composición de planos afinados por un montaje que acierta, especialmente en los compases musicales, algo que se ve desde los créditos.
Los personajes centrales, y sus respectivos actores están impagables:
Zé do Burro/Leonardo Villar, “el pagador de promesas”, agricultor ingenuo, religioso y honesto.
Rosa/Glória Menezes, esposa de Zé, mujer del “sertao”, pero de personalidad fuerte, y sensualidad latente, al contrario que su marido.
Marli/Norma Bengell, prostituta explotada por su chulo, celosa y obcecada con su rufián.
El chulo/Geraldo Del Rey, un explotador local, “bello” y falto de escrúpulos, ex policía expulsado, explotador de Marli, y corruptor de Rosa.
El Cura Olavo/Dionísio Azevedo, cura de La Iglesia de Santa Bárbara, figura radical y severo, trata de mantener la tradición a cualquier precio.
Además hay personajes pintorescos de las calles de Salvador, como Mía Tía, baiana del Acarajé, y Ekedi del candomblé; Dedé Gospe Rima, un poeta repentista de la literatura de cordel; Gallego, un comerciante español, representante de la colonia española que existe en Salvador; las Beatas, el Sacristán, policías, un periodista, un fotógrafo y un grupo de Capoeira, que asume el protagonismo en el momento decisivo.
Tiene eso sí, ciertas dosis maniqueas, lógicas en personajes extremos, donde los personajes negativos llegan incluso a transformarse en símbolos de los pecados:
Periodista/avaricia, proxeneta/lujuria, cura/soberbia, etc.; incluso algunos estereotipadas, y demasiada crueldad en su tratamiento crítico, pero al fin y al cabo, es lo que le da esa “alegría” a la cinta.
También tiene algunos tintes políticos más sucintos, la crítica religiosa es evidente, e incluso de carácter comunista, de hecho, algunos de los símbolos que propugna a lo largo del metraje, no son más que los del poder del pueblo.
Fascinante a ratos, repetitiva en ocasiones, es desde luego una película impagable, una herejía digna de cometer; que intenta mostrar como una religión despreciada por los sectores dominantes, y destinada a subsistir en los márgenes, puede constituir un elemento de identidad nacional, y de lucha, para aquellos sectores relegados socialmente.
La escena final del pueblo llevando a cuesta a un nuevo cristo rompiendo, con él, las puertas de La Iglesia Católica, sintetiza la posición de la película.
Así, el esquema civilización/barbarie se traslada en O Pagador de Promessas, dentro de los mismos ámbitos de la religiosidad:
El cura católico de la iglesia de la ciudad, es radicalmente opuesto al cura brujo del campo que oficia de curandero.
Entre márgenes, y el centro, el film se queda con el primero, y eso es lo que hace de O Pagador de Promessas, una película próxima a la modernidad.
Hay otro mito de Iansan, que puede ser identificado en el enredo de un modo más sutil, y está asociado a la elevación de Xangô a la condición de Orixá, tal y como es narrado en el cántico “Obá Kosó”, cantado en Brasil, y también en tierras yorubas, en África.
En el Xangô, es un rey vencido por sus enemigos que se ahorca, pero el momento de su muerte, es también la exaltación de la vida, pues el cántico dice explícitamente:
“El rey no se ahorcó...”
Oyá es la única de sus mujeres que lo sigue en este momento; de modo semejante, Rosa acompaña al marido muerto en la entrada final a la iglesia.
Este mito, es también una de las explicaciones al poder atribuido a este Orixá sobre el reino de los muertos, en su calidad de Oyá Igbalé.
La fuerza de la devoción a Iansan, es explícita en la obra, pues el personaje Zé del Burro, jamás abjura de sus creencias.
Igual que los antiguos esclavos que fueron conducidos de África a Brasil en la diáspora, a través del Puerto de Ayuda, hasta Salvador de Bahía; que fueron obligados a dar vueltas alrededor del Árbol del Olvido para que abandonasen su pasado, pero jamás abjuraron de su memoria y de sus ancestros.
Como dato, la exhibición de O Pagador de Promessas causó furor por donde pasó, y coincidió con la realización del Concilio Vaticano II, que se desarrolló en 4 sesiones, entre 1959 y 1963, presididas por los papas:
Juan XXIII, fallecido en 1963; y por Pablo VI.
En los documentos finales del Concilio, figura la descanonización de Santa Bárbara, según las fuentes oficiales, debido a la escasez de datos consistentes sobre su biografía, pero según se dice “debido al proceso de sincretismo con los cultos afroamericanos, del cual algunos santos católicos son víctimas”
Por último, la adecuación de la banda sonora a cargo de Gabriel Miglioli, presenta claramente los elementos simbólicos del Orixá Oyá, al utilizar el sonido de un berimbau, instrumento característico del capoeira, para reproducir un ritmo de Iansan, que antes se oía en la casa de candomblé, en el momento del inicio de la caminada de Zé y Rosa hacia Salvador.
“Essa confusão vem de muito tempo.
Desde a escravidão.
Os escravistas disseram a seus donos que estavam adorando santos católicos.
Mas eles estavam adorando seus próprios deuses.
Não só Santa Barbara.
Outros santos foram vítimas deste farse”
En las sociedades tradicionales afrobrasileñas, sobre todo el candomblé, las tradiciones orales y los mitos corresponden a formas de asimilación de hechos de la historia y de la cultura, a través de la vía simbólica y ritual.
Se trata de un proceso dinámico, no estático, pues pertenece al conjunto de los elementos vivos de la sociedad; la memoria es reinventada, acrecida y reinterpretada constantemente, a través del mito.
Por otra parte, la descripción de sociedades abiertas y cerradas en este caso no se aplica exactamente, por el modo como se desarrollaron las sociedades del mito en Brasil, en las que figuran formas más maleables y abiertas que la propia sociedad moderna y occidental, pues tienen el mérito de acoger en su seno gran parte de la población excluida, y a margen de la sociedad supuestamente abierta.
El hecho de tratarse de sociedades iniciáticas, tanto en el caso del candomblé como del capoeira, contribuye a la mayor permeabilidad, al permitir el acceso a ellas, aunque reglado y gradual, al contrario de las sociedades de castas o dogmáticas, sin duda más cerradas y estáticas.
El mito moviliza los sentidos, la imaginación y la memoria.
La sociedad racional y moderna, por sí sola, no es garantía de apertura y de libertad, pues somos constantemente manipulados por “dioses” que cambian de nombre y de lugar; somos presa de una sociedad de consumo, y de las leyes del mercado.
Son otros tótems, para otros tiempos.
Más aún, los modelos de sociedad abierta en la actualidad, muestran sus contradicciones, porque no siempre consiguen posibilitar a todos el acceso a los ideales humanitarios de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”
Por tanto, sería conveniente pensar un modelo efectivo de inclusión en la realidad actual; con el debido respeto a las distintas identidades, con todos los desafíos que la iniciativa supone.
En el sentido de una apuesta de futuro, y como una incitación al cambio, cabe siempre preguntar:
¿Abierta para qué?
¿Abierta para quién?
¿De qué modo?
Es una pena que O Pagador de Promessas, rica en imágenes, sigue siendo relevante en el mensaje, a pesar que han pasado por más de 50 años, sin mucha fanfarria.
En los Estados Unidos, sólo se distribuyó en cines en 1964, por una empresa que ha dejado de existir.
Mientras que su compañero competidor de Cannes, “L'Eclisse”, una película digna, sin duda, está pulida para obtener una versión Blu-ray fresca en la edición Criterion.
O Pagador de Promessas nunca ha visto un lanzamiento de VHS, y mucho menos un lanzamiento en DVD en los EEUU.
El año de anterior, La Palme d’Or para “Une aussi longue absence” (1961), fue al parecer, una de las únicas otras películas que no tuvieron distribución en EEUU.
Fuera de importación francesa, sólo se puede ver en YouTube, sin subtítulos, o encontrarlo en un sitio de “torrents” con los archivos de subtítulos correspondientes, ubicados en otro lugar, en el otro extremo de una búsqueda en Google.
Aunque estoy agradecido por Internet, me entristece que una película como ésta, sólo pueda ser visto de esta manera, por no hablar de que estos métodos no hacen nada por los artistas que la hicieron, o sus familias.
Pensando en una cita de Albert Camus de su novela “La Caída”:
“Mártires, mi amigo, hay que elegir entre ser olvidado, burlado o usado.
En cuanto a ser entendido…
Nunca”, y la elección de ser olvidado, burlado o usado, está claro que O Pagador de Promessas eligió los 3:
Zé, engañado y utilizado; la película, se desvaneció en el éter, a la espera de ser descubierta de nuevo por el público en todo el mundo, que se sorprendió hace más de 5o años en El Festival Internacional de Cine de Cannes.

“Mas você já pagou a promessa.
Você trouxe a cruz”



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