Karajan Beethoven The Symphonies

“Quiero agarrar al destino por las fauces, seguro de que no podrá doblegarme del todo”

El siglo XIX produjo grandes cambios en la sociedad que se trasladaron al arte.
La Revolución Francesa, modificó los valores, inculcando una gran fuerza al sentido de libertad.
El músico, se ha liberado de su servilismo artesanal a la clase dominante, y aparece el artista liberal en el sentido moderno.
Wolfgang Amadeus Mozart, empezó este camino, prefiriendo la pobreza a cambio de la libertad creadora.
El músico, ya no depende ni de la aristocracia ni de la iglesia; depende de su público, que pagará para escuchar o comprar sus obras.
Su auditorio, ya no serán ni las iglesias ni las cortes, y aparecen las salas de concierto.
Este cambio, que se había iniciado en las últimas décadas del siglo anterior, llegará a su máxima expresión con las obras de Ludwig van Beethoven; La Sinfonía, llegará a una de sus grandes cumbres; y con Beethoven, se abrirán las puertas del Romanticismo, que dominará a lo largo de todo ese siglo.
Una Sinfonía, es un tipo de composición musical para orquesta, aunque actualmente es común encontrar sinfonías para pocos instrumentos, dividida en IV movimientos, cada uno con un momento y estructura diferente.
Un movimiento, es una parte de una composición más amplia o forma musical prevista para ser ejecutada en sucesión con otros, aunque propiamente posea un inicio y un final.
Es decir, son distintas partes de un todo, y estas poseen distintas velocidades.
Son famosas Las Sinfonías de Haydn, Mozart y Beethoven, en El Período Clásico.
La forma de La Sinfonía, ha variado con el tiempo entre El Período Clásico, El Romántico y el siglo XX, por ejemplo, las contemporáneas de Arthur Threisher, son de 3 movimientos.
El tamaño de La Orquesta, por su parte, no es necesario contar con todos los instrumentos para interpretar una Sinfonía, y en general, ha crecido con el tiempo:
Mientras una Orquesta de Cámara, con un par de docenas de instrumentos, es suficiente para interpretar una Sinfonía de Haydn; pero una de Gustav Mahler, puede requerir varios centenares de intérpretes.
La Sinfonía nace en Italia, en 1730, y se convierte en el género más demandado e importante de esta época, y aparecía como primera pieza de un concierto público, y cumplía un carácter unificador.
De ella toma aspectos de las oberturas de las óperas francesas e italianas, su estructura sigue el modelo de Koch, es decir, los movimientos:
Allegro, andante y lírico, allegro ritmo de danza, minueto; con estilo homofónico y sin división entre solista y orquesta, como ocurría en el concierto.
La Sinfonía, probablemente alcanzó su madurez con Beethoven; pues sus sinfonías solían tener:
i. Un primer movimiento, Allegro, de forma de sonata.
ii. Un movimiento lento, a veces en forma de tema y variaciones.
iii. Un movimiento con ritmo ternario, usualmente un scherzo, anteriormente lo común era un minué y trío.
iv. Y para finalizar, con otro movimiento rápido, rondó.
Existen sinfonías con un último movimiento escrito como forma de sonata.
El compositor alemán, Ludwig van Beethoven, compuso 9 sinfonías a lo largo de su trayectoria musical.
Beethoven fue un compositor, director de orquesta y pianista; cuyo legado abarca, cronológicamente, desde El Clasicismo hasta los inicios del Romanticismo musical; y es considerado generalmente, como uno de los compositores más preclaros e importantes de la historia de la música, y su legado ha influido de forma decisiva en la evolución posterior de este arte.
Siendo el último gran representante del clasicismo vienés, después de Christoph Willibald Gluck, Joseph Haydn y Wolfgang Amadeus Mozart; Beethoven consiguió hacer trascender la música del Romanticismo, influyendo en diversidad de obras musicales del siglo XIX.
Su arte, se expresó en numerosos géneros, y aunque Las Sinfonías fueron la fuente principal de su popularidad internacional, su impacto resultó ser principalmente significativo en sus obras para piano, y música de cámara.
Su producción incluye los géneros pianístico, 32 sonatas para piano; de cámara, incluyendo numerosas obras para conjuntos instrumentales de entre 8 y 2 miembros; concertante, conciertos para piano, para violín y triple; sacra, 2 misas, un oratorio; lieder, música incidental, la ópera Fidelio, un ballet, músicas para obras teatrales; y orquestal, en la que ocupan lugar preponderante 9 Sinfonías.
El ciclo completo de ellas, también llamado “Integral”, es una obra maestra en sí.
Y es que Las 9 Sinfonías de Beethoven, son lo que son y, además, lo que simbolizan.
Por un lado, conforman un relato acerca de cómo un lenguaje instrumental autónomo, sin referencia a ningún contexto que no fuera la escucha en sí, ni el baile, ni la introducción de una ópera, o de una pieza teatral, ni la enseñanza ni el entretenimiento cortesano, ni el ritual religioso; logró consolidarse.
Y de cómo en esa consolidación, al tiempo que cristalizaba algunos mecanismos formales, se ocupaba de ponerlos en duda, y llevarlos, de crisis en crisis.
Lo que se oye en cada una de Las Sinfonías de Beethoven, particularmente en las impares, que ocuparon las preferencias de la historiografía tradicional; es la lucha del compositor con los materiales.
Y lo que El Romanticismo y sus herederos tradujeron fue:
“Las luchas del hombre”
Luchas en contra de los elementos, luchas para superarse a sí mismo, las luchas del hombre nuevo, para imponerse a la ignorancia y al pasado.
Toda una carga que le vino bien a casi todo el mundo.
De ahí que la música de Beethoven, haya sido usada como elemento evidente del ascenso del nazismo al poder, de su derrota, de la construcción del Muro de Berlín, y de su derrumbe, piedra por piedra.
Esta corriente de análisis, en la que el componente titánico resulta inevitable, está presente, desde luego, en las interpretaciones tradicionales.
Beethoven compuso su Primera Sinfonía entre 1799 y 1800, cuando tenía 30 años de edad, y continuó componiendo Sinfonías hasta su muerte; y existe controversia, sobre la existencia de una Décima Sinfonía, en la que estaría trabajando Beethoven cuando falleció...
La identidad de Beethoven a través de sus Sinfonías, y obras en general, se muestra a través de la enorme autoridad con la que orienta y reorienta sus capacidades, más que a través de las huellas personales que, aunque bien visibles, palidecen ante la fuerza de su personalidad.
Pero sí que conocemos el orden correcto de Las Sinfonías, y no hay razón para que no aprovechemos las ventajas de este conocimiento para llegar a comprenderlas, si lo hacemos, podemos encontrarnos con algunas suposiciones bastante llamativas sobre el desarrollo de Beethoven, la historia misma y la evolución musical, y del arte en general.
No importa la profundidad con la que se examine la música de Beethoven, siempre observaremos que el crecimiento de su arte, es excepcionalmente coherente en su poder de cambio radical y, al mismo tiempo, orgánico.
No podemos hablar del desarrollo de su “estilo”, sólo de su control creciente de una fuerza que puede ser dirigida con seguridad absoluta, e impredecible.
De ahí que cada época tenga su propio ideal sonoro de Beethoven:
Directores como Bruno Walter, Wilhelm Furtwängler, Otto Klemperer, Arturo Toscanini y, un poco más acá, Herbert von Karajan, son los que edificaron el canon interpretativo de estas sinfonías, con matices que van desde un espíritu clasicista y objetivista, el de Toscanini; hasta el exhibicionismo salvajemente refinado de Karajan.
El compositor de esas 9 gloriosas Sinfonías, ha sido mostrado biográficamente en numerosas ocasiones en el cine, en el teatro y en la televisión.
“Recuerden su nombre:
¡Este joven hará hablar al mundo!”
Si hay un compositor emblema, ese es Ludwig van Beethoven; y si hay un director de orquesta emblemático, ese es Herbert von Karajan.
La combinación de ambos, resulta en dinamita.
También hay que destacar, que El Maestro austriaco-alemán, de ascendencia macedonia, Herbert von Karajan, además de director de orquesta y aviador, era ingeniero en electrónica, y fue uno de los precursores en la digitalización de Las Sinfonías de Beethoven.
Si bien El Maestro grabo varias versiones de ellas, todas tienen características diferentes.
De los 6 Integrales que grabó, 4 son en audio y 2 en vídeo.
Siendo 4 grabadas con la Berliner Philharmoniker, y las 2 últimas, casi a la vez.
El primer Integral, todavía hoy fundamental en términos fonográficos, se hizo en Londres, a principio de los 50, para EMI, con la Orquesta Philharmonia, y bajo la producción de Walter Legge.
Los ciclos berlineses, 3 de ellos para Deutsche Grammophon, y el último para Sony, van por décadas:
En 1962 y 1963, entre 1975 y 1977, y a mediados de los 80, siendo el último de todos, audiovisual, nacido para el vídeo y el laser-disc, y que hoy está transferido al DVD.
De todas ellas, persiste un consenso de que el primer Integral es el mejor… pues los siguientes tienen encantos variopintos, y resultan sumamente interesantes para notar la evolución de su pensamiento, de su manera de entender a Beethoven, independientemente de las acusaciones que penden en su contra, de que era “un efectista, y manipulaba las partituras para lucirse en lo personal, y dejar a Beethoven a su servicio”
No obstante, la palabra que ronda la mente al escuchar las versiones de Karajan, indistintamente del Integral, es:
Impactante… sencillamente impactante.
Karajan, ejecuta y dirige en su forma habitual a Beethoven:
A la precisión, perfección, sonoridad limpia, tiempos rápidos, riqueza sonora, dinamismo, continuidad perfecta en el desarrollo de las obras, etc.
Pero nos deja un poquito más.
Se percibe una enorme belleza emocional en sus traducciones, hay corazón y pasión.
No hay “mecanicidad” ni rigidez, pues las obras fluyen dinámicamente, son ágiles, ricas en expresividad, maravillosas en su sonoridad, detalladas y muy matizadas.
Se percibe, como indicaba, pasión y emoción.
Hay energía, fuerza, alegría, vitalidad, emotividad, añoranza, sentimientos encontrados, y unidos de vitalidad y fuerte emoción.
La comunión entre Maestro y Orquesta, es excepcional, y refleja el profundo respeto y admiración mutuos, de aquellos años iniciales de su aventura conjunta, que dicho sea, con el paso de los años, las relaciones fueron deteriorándose poco a poco, en parte por la cerrazón de la orquesta y del propio Karajan, y en parte por el desgaste propio de los años, amén de temas económicos y personales; etc.
Sobre Los Integrales, Herbert von Karajan grabó su primer Ciclo, entre 1951 y 1955, con la Orquesta Philharmonia.
Antes, había llevado al disco para la misma compañía, Las Sinfonías 5ª, 8ª y 9ª, con la Wiener Philharmoniker.
Para muchos, esta es una estupenda versión de todas ellas.
Karajan, pese al “marketing”, en aquellos años era muy joven y estaba comenzando su Imperio, del que le achacan, que todavía “servía a los compositores”, antes que a él mismo…
El segundo Integral, para Deutsche Grammophon, con la Berliner Philharmoniker, en los primeros años de 1960.
Ese Integral, es considerado el “más parejo de todos”
Y realiza un segundo acercamiento, aprovechando las mejoras técnicas habidas en los años transcurridos desde el primer, hasta el inicio de este segundo Integral, y persiguiendo lograr una visión de conjunto única y más uniforme, a lo que contribuye el hecho de que las grabaciones fueron realizadas en el transcurso de un año, entre diciembre de 1961 y noviembre de 1962, todas con el mismo instrumento orquestal, la Berliner Philharmoniker, y todas con un Karajan en plena forma, técnica, humana, profesional y emocionalmente, es evidente que sea “la más pareja”
Uniendo la perfección técnica habitual del Maestro, con la impresionante prestación de la Berliner Philharmoniker, y una frescura, naturalidad y vitalidad de un Karajan en época madura, y a la par joven, ofrece un conjunto de interpretaciones bellísimas, sencillamente maravillosas.
Y  es que todas Las Sinfonías tienen una interpretación particular, en la que las características de las obras, son presentadas de una forma excepcional y muy propia de Karajan:
Frescura, energía, ritmo, vitalidad y perfección en la ejecución.
La maestría y el virtuosismo de los berlineses, como Orquesta, resulta espectacular, tanto en conjunto como en los solistas, maravillosas cuerdas y maderas, metales riquísimos, y de sonoridad bellísima; y aunque siendo un punto menor a la que se percibe en sus grabaciones digitales del último Integral, resultan extraordinariamente bellos, ricos en sonoridad, con una frescura increíble.
Karajan y los berlineses, ofrecen un dinamismo pocas veces visto de una forma parecida en sus trabajos conjuntos.
Una perfección en la ejecución asombrosa, que se acompaña de un colorido y una tímbrica bellísimos; pero le achacan que aquí es muy “él mismo”, completamente apolíneo, bastante distante en su aproximación a las obras.
A veces, es excesivamente respetuoso de las famosas indicaciones metronómicas de Beethoven, otras para nada... y junto al Integral de Arturo Toscanini, es la primera que pretende alejarse de la línea de interpretación de la generación austro-alemana anterior, del estilo de Furtwängler.
Y lo hace con la misma orquesta de Furtwängler, demostrando trasparencia, viveza, calurosa comunicatividad, brillo orquestal, relieve melódico, todo sazonado con unas chispas de violencia y dramatismo bien dosificados.
Así pues, le debemos al empresario Walter Legge, este prodigio, pues logró un contrato que hizo historia en EMI:
Convenció a Karajan, que quien tenía 37 años de edad, y una fama incipiente pero plena de prestigio, a comprometerse a grabar con la Philharmonia Orchestra de septiembre de 1946, a septiembre de 1960.
El resultado fue una veta de oro, que continuó con otros sellos, como el alemán, donde residió la mayor parte de su carrera.
El inglés Walter Legge, mítico productor de EMI, descubrió a Karajan a mediados de los 40, en Viena; y además de hacerle vislumbrar la relevancia del disco, puso en sus manos, un instrumento para dar vida a ese sueño de grabaciones duraderas.
La Philharmonia londinense.
Apenas 10 años después de este encuentro, el destino le otorgó otro instrumento, la Berliner Philharmoniker, con la ventaja de que podía ejercer una dirección artística plena, y autónoma.
De ahí que con el paso del tiempo, los Integrales muestren todas las características del “milagro” y el “sonido Karajan”
Con sus raíces en Toscanini, profundiza en la belleza tímbrica y su brillantez.
El factor estético del sonido, prima sobre la concepción dramática, y la tensión se genera sobre todo por esa perfección.
Es por ello que hubo detractores que tacharon de “bello pero vacuo”, el mensaje de Karajan.
La imagen responde fundamentalmente a la música, aunque también sirve para ensalzar al director, con sus ojos cerrados, con tomas de perfil, los mismos encuadres para él y los músicos; los marcados movimientos de las manos, y hasta su cuidado tupé…
Toda una exhibición de una orquesta esplendorosa, y el acertado cuarteto solista del final.
Respecto a La 9ª Sinfonía, los solistas de Los Integrales los componen:
1. Elisabeth Schwarzkopf, Marga Hoffgen, Ernst Haefliger y Otto Edelmann.
2. Gundula Janowitz, Christa Ludwig, Jess Thomas, y Walter Berry.
Destacar que esta es su primera grabación en vídeo de la sinfonía, donde Karajan realizaba al mismo tiempo, su debut como director cinematográfico.
3. Gundula Janowitz, Hilde Rossel-Majdan, Waldemar Kmentt y Walter Berry.
4. Anna Tomowa-Sintow, Agnes Baltsa, Peter Schreier y Jose van Dam.
Así las cosas, sucede que para comprobar la magnificencia y el esplendor del “sonido Karajan”, es recomendable visionarlo y escucharlo en los DVD, mejor que en los CD.
Porque ante todo, la música de Beethoven, es visual.
“Este sordo escuchaba al infinito”
En su primer “hola” al mundo sinfónico, Beethoven ya empieza con una tensión:
El primer acorde, contiene una disonancia...
La Sinfonía Nº 1 en do mayor, Op.21
Estrenada el 2 de abril de 1800, el mismo año en que finalizó su composición; en el Burgtheater de Vienaoriginalmente, llamado K.K. Theater an der Burg, y a partir de 1920, K.K. Hofburgtheater.
Es El Teatro Nacional de Austria en Viena, y uno de los más importantes teatros del mundo en idioma alemán.
La obra, está dedicada al Barón Gottfried van Swieten, amigo de Mozart y de Haydn, y uno de los primeros protectores de Beethoven en Viena.
Esta Sinfonía tiene 4 movimientos:
i. Adagio molto. Allegro con brio
ii. Andante cantabile con moto
iii. Menuetto – Allegro molto e vivace
iv. Finale – Adagio, allegro molto e vivace
Con una duración aproximada de 24:32 minutos.
El nuevo siglo XIX, se inicia con una carrera, que terminará llevando la tonalidad a su disolución.
Por ello, el comienzo de la obra, evitando la nota tónica, es todo un símbolo.
Beethoven había cumplido los 30 años de edad, cuando presentó su Primera Sinfonía, siendo su trabajo #21, fascinando a sus contemporáneos por su frescura y originalidad.
A pesar de que tiene una estructura muy clásica, la obra fue criticada por su aspecto innovador.
Mucho se ha hablado del original inicio de esta sinfonía, pues arranca con un acorde distinto a la tonalidad principal de do mayor.
En todo caso, esta era una de las rúbricas de Joseph Haydn.
El tercer movimiento lleva el nombre de “Minuetto”, pero es más rápido que lo acostumbrado en el género sinfónico de la época.
Otros rasgos anunciadores del futuro Beethoven, son los “sforzandi” de la orquesta, y la forma de emplear los instrumentos de viento.
El tratamiento del viento, también es totalmente personal.
Otro de los aspectos a considerar, es la influencia de la música de La Revolución Francesa, de la que Beethoven era simpatizante, con sus típicos “aires marciales”
Esto se puede observar en el allegro inicial.
El segundo movimiento, andante cantabile, muestra la influencia de Haydn.
El menuetto rompe con la tradición, sustituyendo el movimiento de danza, por un allegro con un rítmico trío.
El compositor, ya no escribía música para los salones con danzas rococó…
El menuetto, desaparecía de las sinfonías, siendo sustituido por el scherzo; y La Sinfonía termina con un allegro de aire enérgico.
En el año 1802, empiezan a detectarse en Beethoven, los primeros síntomas de su sordera, por lo que se retira al campo, y tiene un periodo de depresión.
En Heiligenstadt, cerca de Viena, compone su Segunda Sinfonía…
Esta Sinfonía, y La Segunda, fueron compuestas durante El Periodo Clásico de Beethoven, es decir, en los comienzos artísticos del autor, y pueden compararse a los trabajos de los ligeramente previos compositores vieneses:
Mozart y Haydn.
Y es que esta Sinfonía contiene muchos elementos juguetones, polifónicos e inusuales:
El primer movimiento, comienza en la “nota incorrecta”, el segundo y el tercer movimiento, si bien están marcados con un andante y menuetto respectivamente, son tocados, por lo general, a un ritmo mucho más acelerado que lo que indican normalmente dichas palabras; y el cuarto movimiento, se burla del oyente, al presentar varias escalas incompletas, antes de resolver en un do mayor.
La Primera Sinfonía es de alguna manera, una introducción a todo lo que escribirá Beethoven más tarde:
Aquí explora en efecto, numerosos horizontes a menudo contrastados.
Así se define sucesivamente como lírica y serena, en los 2 últimos movimientos; sombría y apasionada, en la introducción lenta; tensa y dramática, en la allegro inicial; y con patetismo en el movimiento lento.
Parece por otro lado, ser una premonición de los movimientos lentos de Las Sinfonías Tercera y Séptima.
Pero le siguen achacando demasiadas similitudes con La Sinfonía Nº 41, llamada “Júpiter” de Mozart, o con otras Sinfonías de Haydn.
La búsqueda incesante de un lenguaje, y un universo sonoro propios
La Sinfonía Nº 2 en re mayor, Op.36
Se terminó de escribir en 1802, y se estrenó el 5 de abril del año 1803, en el Theater an der Wien.
Este Teatro fue creación del empresario Emanuel Schikaneder de Viena, que es mejor conocido en la historia, como el libretista y colaborador de Mozart, en la ópera “Die Zauberflöte, K. 620” (1791); y la sinfonía fue dirigida por el compositor; siendo una de las últimas obras del llamado “Estilo Temprano” de Beethoven.
La obra está dedicada a Karl Alois Johann-Nepomuk Vinzenz Leonhard, Fürst Lichnowsky, patrocinador musical de Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven; y uno de los partidarios aristocráticos más importantes de Beethoven.
En una carta de 1805, el compositor lo llamó “uno de mis amigos más leales y promotores de mi arte”
De hecho, 7 de las composiciones musicales de Beethoven, todo antes de 1806, se dedicaron a Lichnowsky.
Esta sinfonía tiene 4 movimientos, al modo usual de La Sinfonía Clásica:
i. Adagio molto - Allegro con brio
ii. Larghetto
iii. Scherzo: Allegro
iv. Allegro molto
Con una duración aproximada de 31:29 minutos.
La Segunda Sinfonía de Beethoven, fue escrita en mayor parte en la estadía de Beethoven en Heiligenstadt, en 1802, cuando comenzó a experimentar los primeros síntomas de sordera.
En 1803, el músico de Bonn, la dio a conocer, en cuya alegría contrastó con la tristeza que vivía el autor.
Beethoven reemplazó el minueto estándar por un scherzo, más rítmico y dinámico.
Esta innovación, y sus fuertes sonoridades, dieron a La Segunda Sinfonía, un mayor alcance y energía.
Después del estreno, los críticos notaron la ausencia del minueto, y dijeron que la composición tenía mucho poder, pero que era demasiado excéntrica; por lo que no faltaron las duras críticas.
La influencia “haydniana” se deja sentir en estas 2 composiciones de juventud; pues ambas tienen introducciones lentas, y la orquesta es totalmente clásica.
A pesar de su estructura clásica, derivada de Las Sinfonías de Haydn, Beethoven se libera del estilo, apareciendo sus propias estructuras, instrumentación y rítmica.
Esto se puede observar, al escuchar el brillante primer movimiento, que termina con una coda que no hubiera escrito ninguno de sus predecesores.
Su adagio molto inicial, posee un tema parecido al que usará en su última Sinfonía...
El larghetto, contiene una de las más geniales melodías de Beethoven.
Esta música, no nace espontáneamente, sino que se logra después de meses de trabajo y esfuerzo.
Su método, ya no es el intuitivo, como en Haydn y Mozart; sino es el fruto de un largo trabajo lleno de correcciones, como lo demuestran sus cuadernos de apuntes.
Por lo que La Sinfonía termina con un allegro molto, de carácter alegre y triunfal.
En Beethoven, no puede observarse una relación entre su estado personal y su obra.
Existe una total separación entre el hombre que sufre, y la mente que crea.
Como decía Goethe:
“El clásico es sano, el romántico se queja”
Al llegar el romanticismo, cambiaría el concepto, y de los sufrimientos nacerían grandes obras.
Un canto a la libertad y al compromiso
La Sinfonía Nº 3 en mi bemol mayor, Op.55
Fue escrita durante los años 1803 y 1804; y representa su primera interpretación pública, la cual tuvo lugar el 7 de abril de 1805, en el Theater an der Wien, con el compositor a la batuta.
Anteriormente, había sido interpretada con carácter privado, en El Palacio del Príncipe Joseph Franz von Lobkowitz, en 1804; quien era amante de la música, y notable violinista; siendo mecenas y promotor de Ludwig van Beethoven.
Esta es una obra considerada por muchos, como el amanecer del Romanticismo musical, puesto que rompe varios esquemas de la tradicional sinfonía clásica.
La Tercera Sinfonía, estuvo inicialmente dedicada a Napoleón Bonaparte.
El origen de La Sinfonía, fue una demanda del Embajador de Francia en Viena, El Mariscal Jean-Baptiste Bernadotte, en 1798.
El título inicial era:
“Sinfonía Grande Intitolata Bonaparte”
Pero al coronarse Napoleón, Emperador en el mes de mayo de 1804, Beethoven se sintió defraudado, y cambió el título por:
“Sinfonia Eroica, composta per festeggiare il sovvenire d'un grand'uomo”, es decir:
“Sinfonía Heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre”
Como es usual en toda sinfonía clásica, tiene 4 movimientos:
i. Allegro con brio
ii. Marcia funebre (Adagio assai)
iii. Scherzo (Allegro)
iv. Finale (Allegro molto–Poco andante–Presto)
Con una duración aproximada de 51:05 minutos.
La obra rompe los moldes de la sinfonía clásica; por ejemplo, ninguna obra sinfónica de Haydn o Mozart, dura el mínimo de 45 minutos que dura esta de Beethoven, y casi 1 hora con las repeticiones anotadas.
Los estudiosos de Beethoven, han señalado que esta Sinfonía marca una especie de frontera entre las 2 precedentes Sinfonías y ésta; y se ha llegado incluso a hablar de un “Segundo Estilo”, aun cuando La Cuarta Sinfonía sería parcialmente dependiente del “Primer Estilo” de Beethoven.
Así, esta Sinfonía dura 2 veces más que cualquier otra de la época, la orquesta es más grande, y los sonidos son claramente anunciadores del Romanticismo musical.
La obra se compone de un primer movimiento, de una duración aproximada de 20 minutos, hasta esa fecha, no se había compuesto un movimiento sinfónico tan extenso.
Del segundo movimiento, una “Marcha Fúnebre” Adagio assai; el biógrafo, Anton Felix Schindler, afirmó que, al enterarse de la muerte de Napoleón, Beethoven comentó en tono sarcástico:
“Yo ya compuse la música para esta triste catástrofe”
El tercer movimiento se recrea una escena de caza; donde se destaca el uso de las trompas; mientras el Finale, evoca una escena de danza, y es apoteósico, con una gran exigencia de virtuosismo para la orquesta.
Puestos en claro, la también llamada “Sinfonía Heroica”, fue inicialmente escrito para celebrar la promesa de igualdad y democracia de Napoleón Bonaparte, ideales que capturaron varias mentes europeas al iniciar el siglo XVIII.
Porque Beethoven admiraba los ideales de La Revolución Francesa, encarnados en la figura de Napoleón Bonaparte, pero cuando este se auto coronó Emperador en mayo de 1804, supuestamente, Beethoven se disgustó tanto, que borró el nombre de Bonaparte de la página del título con tal fuerza que rompió su lápiz, y dejó un agujero rasgado en el papel.
Se considera que dijo:
“¡Ahora solo... va a obedecer a su ambición, elevarse más alto que los demás, convertirse en un tirano!”
Y es que esta Sinfonía es muy política:
Beethoven era un hombre formado en las ideas de La Ilustración, como había aprendido en la moderna Universidad de Bonn.
Por esto, cuando Napoleón llegó al Consulado, pensó que crearía una República de características romanas...
Pero el hecho de investirse como Emperador, le causó indignación.
Para Beethoven, Emperador era similar a tirano.
En cambio, respetaba a Los Emperadores austríaco y ruso, alineándose al lado de la línea moderada, y tolerante de Los Habsburgo… y todo lo que produjo la división posterior de Alemania, El Imperio Austríaco, y La Confederación del Rin, protectorado francés junto con los reinos de Wüttenberg y Baviera.
Algunos consideran que, por la misma causa, una “Marcha Fúnebre” sustituyó a “La Marcha Triunfal”, que constituía el segundo movimiento.
Esta “Marcha Triunfal”, se convertiría en el último movimiento de La Quinta Sinfonía...
El primer movimiento posee un efecto poco convencional en aquellas fechas, por el gran vigor y la afirmación.
Nunca se había escrito un movimiento con tanta extensión.
El segundo movimiento, es la conocida “Marcha Fúnebre”, una austera elegía que imprime un dolor majestuoso; pero esta idea de la muerte, pronto es vencida, al contrario del pensamiento de los románticos.
Así el scherzo que sigue, es la mejor respuesta a “La Marcha Fúnebre”, más bien parece un tema de caza.
El movimiento final, utiliza un tema de su ballet, “Die Geschöpfe des Prometheus, Op. 43” (1801)
Un tema en principio trivial que Beethoven lo magnifica, transformándolo mediante unas variaciones.
La Sinfonía termina con una apasionada y triunfal coda.
La Tercera Sinfonía, fue la primera de Beethoven que se interpretó en París, por parte de La Sociedad de Conciertos del Conservatorio, en marzo de 1828.
La obra forjó la leyenda de Beethoven como defensor de los derechos del hombre, admirador de La Revolución francesa, propugnador de la hermandad entre los hombres, etc.
Sobre sus usos modernos; en 1847, el segundo movimiento de La Sinfonía, se interpretó en el funeral del compositor alemán, Felix Mendelssohn.
En 1940, F. Scott Fitzgerald murió mientras escucha una grabación de esta sinfonía…
Serge Koussevitzky, la dirigió cuando murió El Presidente estadounidense, Franklin Delano Roosevelt; y Bruno Walter hizo lo mismo para el funeral de Arturo Toscanini, en 1957.
El segundo movimiento, fue usado como elegía fúnebre para el servicio memorial que siguió a la masacre terrorista de Múnich, durante Las Olimpiadas de verano de 1972.
La 4ª Sinfonía, según Schumann, es “una esbelta doncella griega entre 2 gigantes nórdicos. 
Una osadía, empezar una sinfonía con el sexto grado rebajado”
La Sinfonía Nº 4 en si bemol mayor, Op.60.
Fue compuesta en el año 1806, y estrenada el 7 de marzo de 1807, en El Palacio del Príncipe Lobkowitz, en Viena; siendo escrita para El Conde Franz von Oppersdorf, un pariente del Príncipe Lichowsky, y uno de los protectores del compositor, como gran amante de la música; que a la vez comisionó a Beethoven, sus Sinfonías Cuarta y Quinta.
Son movimientos son 4:
i. Adagio - Allegro vivace
ii. Adagio
iii. Allegro vivace - Trío. Un poco meno allegro
iv. Allegro ma non troppo
Con una duración aproximada de 31:38 minutos.
Algunos dicen que Las Sinfonías de número impar de Beethoven, son majestuosas; mientras que las pares son tranquilas.
La siguiente Sinfonía, es muy diferente, pues recupera la frescura de sus 2 primeras composiciones sinfónicas.
El primer movimiento arranca con una solemne y notable introducción; y en el cuarto movimiento, se muestra una de las características del compositor de Bonn:
El virtuosismo que demanda de los intérpretes, con un Finale muy exigente para el fagot.
Esta sinfonía, ha sido, según algunos críticos, injustamente relegada al lado de sus excepcionales antecesora y sucesora:
La descripción de Robert Schumann, hace referencia probablemente a La Cuarta Sinfonía como una pieza entera, situada en medio de La Tercera y La Quinta Sinfonía, pero le otorga a ésta misma, una naturaleza, por sobre todo, energética.
La metáfora sería tal vez, mejor aplicada al segundo movimiento adagio, que aparece en medio de los movimientos bulliciosos externos.
Y esto es explicable, pues cuando escribió esta Sinfonía en 1806, era la etapa más tranquila de su vida.
Parece que con esta obra, Beethoven quisiera hacer un homenaje a sus predecesores, en especial a Haydn, escribiendo una música solemne y absoluta, con la pureza que reclamaban los clásicos.
La genialidad: 
Una sinfonía a partir de una única célula rítmica
La Sinfonía Nº 5 en do menor, Op.67
Fue en parte compuesta en la misma época que La Cuarta, y su escritura se realiza entre los años 1804 y 1808.
Una vez terminada La Tercera, Beethoven empieza a trabajar en La Quinta, pero abandona la tarea en el verano de 1806, para dedicarse a La Cuarta.
No vuelve al trabajo, hasta el año 1807, siendo terminada en la primavera del año siguiente; se estrena el 22 de diciembre, en el célebre teatro vienés, An der Wien, bajo su dirección; siendo un monumental concierto de 4 horas, que consistía exclusivamente en estrenos de Beethoven.
La obra, está dedicada a sus mecenas:
EL Príncipe Joseph Franz von Lobkowitz, y al entonces Conde Andrey Razumovsky.
La sinfonía consta de 4 movimientos:
i. Allegro con brio
ii. Andante con moto
iii. Scherzo. Allegro
iv. Allegro
Con una duración aproximada de 30:38 minutos
La obra adquirió un notorio prestigio, que aún continúa en la actualidad; y está descrita como una de las obras más importantes de todos los tiempos.
La Quinta, permanece junto a La Tercera y La Novena Sinfonías, como la obra más revolucionaria, y la más potente de Beethoven.
La tonalidad de La Quinta, se considera frecuentemente, como una tonalidad especial para Beethoven, específicamente “una tonalidad tempestuosa y heroica”
La orquesta empleada por Beethoven en esta obra, es la mayor que hasta ahora se había empleado en una Sinfonía, por la cantidad de instrumentos utilizados.
Esta Sinfonía se destaca principalmente por la construcción de los 4 movimientos, basados en el motivo rítmico, las cuales abren la obra, y retornan una y otra vez, dando a la sinfonía una extraordinaria unidad.
Para el músico, significaban “la llamada del destino”
Cuando Beethoven la compuso, ya estaba llegando a los 40 años, su vida personal estaba marcada por la angustia que le causaba el aumento de su sordera; pese a esto, había entrado ya en un imparable proceso de “furia creativa”
Europa estaba marcada decisivamente por Las Guerras Napoleónicas, la agitación política en Austria, y la ocupación de Viena por las tropas de Napoleón, en 1805.
Frecuentemente considerada como una expresión de las emociones íntimas de Beethoven, esta Sinfonía comienza con las bien conocidas 4 notas “del destino”
Luego de comenzar tan inquietantemente en do menor, La Sinfonía termina triunfantemente en do mayor, con un tema basado en el mismo motivo “scherzado”
Como dato, el programa del estreno de esta Sinfonía, fue el siguiente, puros estrenos notables:
“La Sexta Sinfonía, Op. 68”; El aria “Ah, perfido! Op. 65”; El Gloria de “La Misa en do mayor, Op. 86”; “El Concierto para Piano N° 4, Op. 58”, tocado por el propio Beethoven.
Hay una pausa… o intermedio.
“La Quinta Sinfonía, Op. 67”; El Sanctus y el Benedictus de la misma misa; una improvisación para piano solo, tocada por Beethoven; y “La Fantasía Coral, Op. 80”
Mucho se ha escrito acerca de La Quinta Sinfonía en libros, artículos de divulgación, y notas de programa para conciertos y grabaciones.
Se cuenta que el motivo inicial de su composición, se le ha acreditado al significado simbólico de la representación de “el destino que toca a la puerta”
Son esas 4 notas, “sol, sol, sol, mi” con la duración de 3 corcheas y 1 negra, que luego se repite como “fa, fa, fa, re”, con la última nota alargada en el tiempo.
Esta sencilla estructura, crea un gran efecto dramático, uno de los más logrados en la historia de la música.
Y desde La Segunda Guerra Mundial, se le ha denominado “La Sinfonía de La Victoria”
La “V” es el carácter romano, pero también es el número 5; y su uso se hizo conocido, como una campaña de los aliados en la guerra.
Por lo que “La Victoria de Beethoven”, pasó a ser su Quinta, o viceversa… una coincidencia.
Unos 30 años después de su composición, el ritmo de la frase inicial, se utilizó para la letra “V”, en “dit-dit-dit-dah” del Código Morse, aunque esto es probablemente otra coincidencia.
La Sinfonía, y el primer movimiento en particular, son conocidísimos mundialmente, apareciendo frecuentemente en la cultura popular, con nuevas interpretaciones en otros géneros, tales como la música disco y el rock and roll, y también con apariciones en películas y la televisión.
La naturaleza invade la música. 
¡Bienvenidos al Romanticismo!
La Sinfonía Nº 6 en fa mayor, Op.68
Fue creada paralelamente con La Quinta, durante los años 1807 y 1808.
El estreno, también fue simultaneo, en el mismo concierto en el teatro An der Wien, el 22 de diciembre de 1808.
Es la llamada “Sinfonía Pastoral”, aunque el compositor la subtituló:
“Recuerdos de La Vida Campestre”
Como dijo el compositor, La Sexta Sinfonía, es “más expresión de sentimientos que pintura de sonidos”, y el mismo punto se ofrece en el título que colocó en el primer movimiento.
La Sinfonía, rompió con el molde clásico al tener 5 movimientos, y de nombrarlos, en lugar de los 4 típicos; los cuales son:
i. Erwachen heiterer Empfindungen bei der Ankunft auf dem Lande o “Despertar de alegres sentimientos con la llegada al campo”: Allegro ma non troppo.
ii. Szene am Bach o “Escena junto al arroyo”: Andante molto mosso.
iii. Lustiges Zusammensein der Landleute o “Alegre reunión de campesinos”: Allegro.
iv. Gewitter. Sturm o “Relámpagos. Tormenta”: Allegro.
v. Hirtengesang. Frohe und dankbare Gefühle nach dem Sturm o “Himno de los pastores. Alegría y sentimientos de agradecimiento después de la tormenta”: allegretto.
Con una duración aproximada de 34,50 minutos.
Beethoven fue un amante de la naturaleza, tanto es así, que pasaba gran parte de su tiempo caminando por el campo; y frecuentemente abandonaba Viena para trabajar en localidades rurales.
En ella, Beethoven expresa su amor por la naturaleza y la vida en el campo, y más que una descripción paisajística, Beethoven quiere mostrar sensaciones.
Pero esta obra ha quedado como el origen de La Música Programática, de la cual, durante El Romanticismo, nacería El Poema Sinfónico.
Y es difícil imaginar, 2 obras tan distintas, toda la fuerza y violencia de La Quinta, se convierten en dulzura y lirismo en La Sexta, cuyos movimientos evocan escenas campestres, siendo ambas compuestas al mismo tiempo; siendo el mayor tributo dado por Beethoven, a una de sus grandes fuentes de inspiración:
La naturaleza.
Además de la curiosidad de tener 5 movimientos, todos con subtítulos; 3 de ellos están encadenados, es decir, que Beethoven elimina las habituales pausas entre segmentos sinfónicos.
Uno de los pasajes más famosos de la obra, es el final del segundo movimiento, con la flauta, el oboe y el clarinete, imitando respectivamente los cantos del ruiseñor, la codorniz y el cuco.
No es raro que sea apodada “Sinfonía Pastoral”, pues transporta al oyente en un viaje imaginario al campo, lleno de arroyos danzantes, y tormentas eléctricas.
Podría decirse que es una Sinfonía Cinematográficas, pues tiene hasta planos musicales bien delineados.
Con el primer movimiento, Beethoven no hace una pintura del campo, sino que hace renacer sentimientos en el oyente, expresando sensaciones en música.
En el segundo movimiento, en forma de sonata, el oyente es arrastrado a un ambiente de contemplación de la naturaleza.
En el primer tema, las trompas inician una pauta que se opone al ritmo de las cuerdas, creando un movimiento como el de un arroyo que no para de deslizarse tranquilamente.
Al final, aparecen las famosas canciones de los pájaros, el ruiseñor, la codorniz y el cuco.
Se tiene que entender, no como una realidad, sino en sentido metafórico, señalando que la música no es totalmente de origen humano, se encuentra en la misma naturaleza.
Sigue un tercer movimiento, muy corto, que enlaza con la famosa “Tormenta”
La obra termina con un rondó, “Canción de los pastores” o “Alegría y acción de gracias después de la tempestad”
El hombre, representado en su aspecto más humilde y natural, un campesino, da gracias al espíritu de la naturaleza por la lluvia, y la desaparición del peligro representado por los truenos y rayos.
Es la visión de Beethoven, de acuerdo con las ideas de La Ilustración.
No obstante fue recibida fríamente, sobre todo debido a su más brillante contraparte, La Quinta.
Si bien, La Sexta contiene algunos de los pasajes más hermosos del músico de Bonn, la gente deseaba otra obra cargada y aventurera, y la obra relativamente calmada e introspectiva, no fue muy del agrado.
A pesar de su estreno poco auspicioso, la pieza se ha convertido poco a poco en una de las obras centrales del repertorio sinfónico.
Es la favorita de muchos oyentes, y es muy frecuentemente interpretada y grabada en la actualidad.
En 1940, Walt Disney incorporó está Sinfonía en su película de animación “Fantasía”
Este hecho anecdótico, aumentó aún más la fama de la obra.
Energía rítmica en estado puro. 
La Sinfonía Nº 7 en la mayor, Op.92
Fue compuesta entre el otoño de 1811, y el 13 de mayo de 1812, fecha del manuscrito.
Se estrenó el 8 de diciembre 1813, en la Universitätsaal de Viena, dirigida por el propio autor, en un concierto benéfico destinado a los soldados austríacos y bávaros, heridos en La Batalla Napoleónica de Hanau, del 30 de octubre.
El concierto fue muy bien acogido por el público, y la interpretación fue excelente, al contar con grandes profesionales como instrumentistas, tales como:
Louis Spohr, Giacomo Meyerbeer, Mauro Giuliani, Johann Nepomuk Hummel, Ignaz Moscheles, Domenico Dragonetti, Andreas Romberg y Antonio Salieri.
Y está dedicada al Conde Moritz Christian Johann Reichsgraf von Fries, un noble austriaco, banquero y mecenas de las artes, que organizó muchos conciertos privados y conciertos musicales, apoyando a muchos músicos y compositores, especialmente Joseph Haydn, Ludwig van Beethoven y Franz Schubert.
La Séptima Sinfonía tiene 4 movimientos:
i. Poco sostenuto — Vivace
ii. Allegretto
iii. Presto
iv. Allegro con brio
Con una duración aproximada de 34:05 minutos.
Fue escrita cuando el compositor estaba reponiéndose su salud en la ciudad bohemia de Teplice.
Se cuenta que el compositor se empeñó en dirigirla en su estreno, con tragicómicos resultados.
Pero la crítica reconoció una nueva genialidad de Beethoven.
Indudablemente, el maestro alemán muestra con La Séptima, su más grandioso concepto de la introducción:
Poco sostenuto, pide la partitura.
Richard Wagner, otro ferviente beethoveniano, calificó a La Séptima como “la apoteosis de la danza”, por su implacable ritmo dancístico y notable lirismo, particularmente hondo en su célebre segundo movimiento, Allegretto, que tuvo que ser repetido, a petición del público en su estreno; dominado por un ostinato de 6 notas.
El esquema del tercer movimiento exige, hecho inédito en una sinfonía, la repetición del trío, quedando la estructura A-B-A-B-A.
El cuarto movimiento, constituye al igual que en La Sinfonía “Júpiter” de Mozart, el verdadero centro de gravedad de la obra.
El último movimiento, también presenta la forma sonata.
Se piensa que este movimiento puede representar una fiesta o la alegría del dios Baco, entre otros motivos.
En suma, toda La Séptima es una obra de gran potencia; y alterna entre la danza, el luto y la alegría.
Así, el primer movimiento comienza más bien pensativamente, antes de caer en un éxtasis salvaje.
El segundo movimiento entra sombrío, pero hacia el final, los 2 movimientos transportan al oyente a un alegre y especial abandono.
En la dirección de Beethoven a los participantes, los motivos del acompañamiento en el estreno se cita abiertamente:
“Nos mueve nada más que puro patriotismo, y el sacrificio gozoso de nuestra capacidad para aquellos que han sacrificado tanto por nosotros”
La luz, la esperanza 
La Sinfonía Nº 8 en fa mayor, Op.93
Fue escrita al mismo tiempo que La Séptima, durante los años 1811 y 1812.
Se estrenó el 27 de febrero de 1814, en la Grosser Redoutensaal de Viena, siendo mal recibida por el público, que la comparó con la grandeza de la anterior.
Posee una belleza profunda y serena, pero su falta de espectacularidad, no la han hecho tan famosa como las anteriores.
Parece que Beethoven hiciera un homenaje a Haydn, con su estructura clásica y formal.
Está escrita en honor del inventor del metrónomo, Johann Nepomuk Mälzel, amigo de Beethoven.
De hecho, la orquesta imita al metrónomo, ofreciendo la imagen de la danza de un autómata.
La música rezuma humor y alegría de vivir, sigue un tempo de minueto, como un retorno al clasicismo, pero sin el carácter cortesano; con la melodía rústica, con un trio expresivo empleado en el clarinete.
Consta de 4 movimientos:
i. Allegro vivace e con brio
ii. Allegretto scherzando
iii. Tempo di Menuetto
iv. Allegro vivace
Con una duración aproximada de 26:35 minutos.
En una época de su vida, en que se vio obligado a enfrentarse a verdades muy penosas acerca de sí mismo, cuando tuvo que renunciar al único amor profundo que había conocido, cuando sufrió un alejamiento de su hermano, cuando contemplaba la posibilidad del suicidio, fue en esa época, que Beethoven compuso su Sinfonía más alegre, más despreocupada, una obra totalmente desprovista de las emociones sombrías de su vida.
Y se refiere a ella con orgullo como su “pequeña sinfonía en fa”, distinguiéndola de La Sexta Sinfonía, una obra de mayor duración, también en fa mayor.
Se cuenta que Johann Mälzel se reunió con otros amigos de Beethoven en una cena de despedida para el compositor, quien estaba a punto de salir de viaje hacia fines de la primavera de 1812.
Beethoven estaba en uno de sus estados de ánimo divertidos, que él mismo describía como “desabotonado”
Durante la fiesta, Mälzel describió su metrónomo, con el cual esperaba proporcionarles a los compositores, una forma de indicar el tempo con exactitud, y proporcionar a los intérpretes, una ayuda para una ejecución regular.
Beethoven aplaudió la idea alegremente, y de inmediato se lanzó a una canción, aparentemente espontánea, basada en el “ta ta ta” del instrumento de Mälzel.
Los demás asistentes se unieron para convertir la canción en un rondó.
Esta tonada, intrascendente pasó a formar parte del segundo movimiento de La Octava Sinfonía, en la que Beethoven estaba trabajando en ese momento.
Por ello, la melodía cuenta con un acompañamiento acompasado sugerente del metrónomo.
En 1814, Beethoven concluye La Octava, compuesta inmediatamente después de La Séptima, y cuya brevedad, poco más de 25 minutos, no eclipsa su meticulosa escritura.
Es su sinfonía más alegre y desenfadada; extremadamente ligera y rápida, hecha en 4 meses, y contiene influencias de Haydn, sobre todo en su primer movimiento; y con su larga y alegre coda, parece un grato adiós al mundo clásico.
La inclusión de este tema metronómico, no es el único ejemplo de humor en La Sinfonía; ya que en ella abunda en pausas inesperadas, notas sorprendentes, y gestos no preparados, como una “sinfonía juguetona”
Su segundo movimiento, parodia al recientemente inventado metrónomo; mientras el tercer movimiento usa para esa época, una forma “retro” de Minuet; y el cuarto movimiento, al igual que La Primera Sinfonía, también utiliza la “nota incorrecta” para añadir un efecto humorístico.
En 1819, Beethoven se queda totalmente sordo, y su única forma de comunicarse, es escribiendo en los cuadernos de conversación, muchos de los cuales se han conservado.
La culminación de la sinfonía. 
El futuro ya está aquí
La Sinfonía Nº 9 en re menor, Op.125
Esta Sinfonía tiene un largo período de gestación…
Beethoven deseaba hacer un cambio en la forma, desde la composición en 1812 de sus últimas Sinfonías.
Siendo esta la primera vez que se emplean las voces en una sinfonía, fue terminada en 1824, y se estrena en El Teatro de Porta Carintia, el Kaiserliches und Königliches Hoftheater zu Wien, o Teatro de La Corte Imperial y Real de Viena, el 7 de mayo, bajo la dirección de Michael Umlauf.
Esta Sinfonía es una de las obras más trascendentales, importantes y populares de la música, y del arte mismo.
Su último movimiento, es un final coral sorprendentemente inusual en su época, que se ha convertido en “símbolo de la libertad” y forma parte, junto con otros sobresalientes monumentos, de la herencia espiritual de la humanidad.
La sinfonía posee 4 movimientos:
i. Allegro ma non troppo, un poco maestoso
ii. Scherzo: Molto vivace - Presto
iii. Adagio molto e cantabile - Andante Moderato - Tempo Primo - Andante Moderato - Adagio - Lo Stesso Tempo
iv. Recitative: (Presto – Allegro ma non troppo – Vivace – Adagio cantabile – Allegro assai – “Presto: O Freunde”) – Allegro assai: “Freude, schöner Götterfunken” – Alla marcia – Allegro assai vivace: “Froh, wie seine Sonnen” – Andante maestoso: “Seid umschlungen, Millionen!” – Adagio ma non troppo, ma divoto: “Ihr, stürzt nieder” – Allegro energico, sempre ben marcato: (“Freude, schöner Götterfunken – Seid umschlungen, Millionen!”) – Allegro ma non tanto: “Freude, Tochter aus Elysium!” – Prestissimo, Maesteoso, Prestissimo: “Seid umschlungen, Millionen!”
Con una duración aproximada de 1:05:33 minutos.
Entre 1817 y 1818, Beethoven esboza el primer movimiento, y el scherzo.
La Missa Solemnis, reclama toda su atención, y abandona La Sinfonía...
En 1822, la Philharmonic Society de Londres, le pide una nueva sinfonía, y durante el verano reemprende la composición de la obra.
Compone los 3 primeros movimientos, pero continúan las dudas en el cuarto...
Finalmente decide intercalar la parte cantada, con solistas y coro.
En 1824, por último, Beethoven se consagra como el gran anunciador de un nuevo lenguaje con su Novena Sinfonía “Coral”, Op. 125.
Su orquestación, y duración, la hacen más extensa de sus Sinfonías.
Los primeros 3 movimientos llegan a su culmen en el deslumbrante finale, que inicia con un recitativo instrumental, y con citas de los movimientos precedentes.
El tema de “La Alegría”, introducido por la cuerda grave, va ganando en intensidad, y desemboca en la aparición de la voz humana, por primera vez en una sinfonía, con 4 solistas y coro mixto, que cantan en alemán, los versos de Johann Christoph Friedrich von Schiller; poeta, dramaturgo, filósofo e historiador alemán; considerada junto a Goethe, el dramaturgo más importante de Alemania, y una de las figuras centrales del clasicismo de Weimar.
Los 2 temas empleados en la exposición de esta Sinfonía, crean un clima trágico.
La exposición, no se repite, siguiendo un desarrollo muy expresivo, hasta llegar a la re-exposición, y terminar con una coda que remarca el sentido del movimiento, pero sin llegar nunca al melodrama.
Posee un trio contrastante, en el que se respira una atmósfera de felicidad, antes de que el scherzo se vuelva a adueñar de la tensa situación; mientras el adagio contiene 2 temas idílicos con sus variaciones.
En la parte final, se escuchan 2 compases patéticos del principio de la obra, pero el movimiento termina en un ambiente de apacible calma.
Como cuarto movimiento, escuchamos el famoso tema de “La Alegría”
Un nuevo comienzo, es interrumpido por los sonidos del caos inicial.
Entonces, el barítono en recitativo entona la frase:
“O Freunde, nicht diese Töne!”, y al terminar el recitativo, presenta “El Himno de La Alegría” que luego es repetido por el coro.
El recitativo hace de puente entre la realidad terrenal, y la alegría celestial.
Sobre el último movimiento, Beethoven pone música a una selección de “La Oda” de Schiller en su versión definitiva de 1808:
“An die Freude”, la cual irá a constar de 5 variaciones, a las que añade música turca a partir de la tercera, destacando una doble fuga coral, que une los versos:
“Freude... Tochter aus Elysium” con “Seid umschlungen Millionen”
Termina con una gran coda acelerando el ritmo, en la cual, en la última frase cantada por el coro, Beethoven invierte el texto de Schiller, dejándolo en “Tochter aus Elysium, Freude, schöner Götterfunken”, cantando la frase en maestoso, dentro de la coda en prestissimo.
Es como si quisiera dirigir a la humanidad hacia Dios...
El texto del cuarto movimiento, añadido por el propio Beethoven, por motivos de ritmo o necesidad musical en el poema, en lengua alemana, es el siguiente:

Bariton Solo:
“O Freunde, nicht diese Töne!
Sondern laßt uns angenehmere anstimmen, und freudenvollere.
Freude!
Freude!”

Quartett mit Chor:
“Freude, schöner Götterfunken, Tochter aus Elysium, Wir betreten feuertrunken, Himmlische, dein Heiligtum.
Deine Zauber binden wieder, Was die Mode streng geteilt; Alle Menschen werden Brüder, Wo dein sanfter Flügel weilt”

“Wem der große Wurf gelungen, Eines Freundes Freund zu sein, Wer ein holdes Weib errungen, Mische seinen Jubel ein!
Ja, wer auch nur eine Seele Sein nennt auf dem Erdenrund!
Und wer´s nie gekonnt, der stehle Weinend sich aus diesem Bund!”

“Freude trinken alle Wesen An den Brüsten der Natur, Alle Guten, alle Bösen Folgen ihrer Rosenspur.
Küsse gab sie uns und Reben, Einen Freund, geprüft im Tod.
Wollust ward dem Wurm gegeben, Und der Cherub steht vor Gott”

Tenor Solo & Chor:
“Froh, wie seine Sonnen fliegen Durch des Himmels prächtgen Plan, Laufet, Brüder, eure Bahn, Freudig wie ein Held zum Siegen”

Chor:
“Seid umschlungen, Millionen!
Diesen Kuss der ganzen Welt!
Brüder - überm Sternenzelt Muss ein lieber Vater wohnen”

“Ihr stürzt nieder, Millionen?
Ahnest du den Schöpfer, Welt?
Such ihn überm Sternenzelt,
Über Sternen muss er wohnen”

Chor:
“Freude, schöner Götterfunken, Tochter aus Elysium, Wir betreten feuertrunken, Himmlische, dein Heiligtum.
Deine Zauber binden wieder, Was die Mode streng geteilt; Alle Menschen warden Brüder, Wo dein sanfter Flügel weilt”

“Freude, schöner Götterfunken, Tochter aus Elysium, Freude, schöner Götterfunken!”

Aquí la traducción:

Solo de barítono:
“¡Oh amigos, no esos tonos!
Entonemos otros más agradables y llenos de alegría.
¡Alegría, alegría!”

Solo de Cuarteto de voces y Coro:
“¡Alegría, bella chispa divina, hija del Elíseo!
¡Penetramos ardientes de embriaguez, Oh celeste, en tu santuario!
Tus encantos atan los lazos que la rígida moda rompiera; y todos los hombres serán hermanos bajo tus alas bienhechoras”

“Quien logró el golpe de suerte, de ser el amigo de un amigo.
¡Quien ha conquistado una noble mujer que una su júbilo al nuestro!
¡Sí!
Que venga aquel que en La Tierra pueda llamar suya siquiera un alma.
Pero quien jamás lo ha podido.
¡Que se aparte llorando de nuestro grupo!”

“Se derrama la alegría para los seres por todos los senos de la naturaleza.
Todos los buenos, todos los malos, siguen su camino de rosas.
Ella nos dio los besos y la vid, y un amigo probado hasta la muerte; al gusanillo fue dada la Voluptuosidad y el querubín está ante Dios”

Solo de Tenor y Coro Masculino:
“Alegres como vuelan sus soles, a través de la espléndida bóveda celeste, corred, hermanos, seguid vuestra ruta alegres, como el héroe hacia la victoria”

Coro:
“¡Abrazaos Millones de seres!
¡Este beso al mundo entero!
Hermanos, sobre la bóveda estrellada debe habitar un Padre amante”

“¿Os postráis, Millones de seres?
¿Mundo, presientes al Creador?
¡Búscalo por encima de las estrellas!
¡Allí debe estar su morada!”

Coro:
“¡Alegría, bella chispa divina, hija del Elíseo!
¡Penetramos ardientes de embriaguez, Oh celeste, en tu santuario!
Tus encantos atan los lazos que la rígida moda rompiera; y todos los hombres serán hermanos bajo tus alas bienhechoras”

“¡Alegría, bella chispa divina, hija del Elíseo!
¡Alegría, bella chispa divina!”

Esta obra, mundialmente famosa y objeto de un sinfín de arreglos y versiones, fue declarada Patrimonio Cultural de La Humanidad por La UNESCO.
El último movimiento de esta sinfonía, fue adoptada en 1972, por El Consejo de Europa como su Himno, y en 1985, fue elegido por Los Jefes de Estado y de Gobierno europeos, como Himno Oficial de La Unión Europea.
Para los grandes compositores románticos y posrománticos, La Novena Sinfonía fue el gran legado sinfónico del músico de Bonn, un reto que todos, consciente o inconscientemente, quisieron al menos igualar; desde Schubert, con su “Sinfonía Grande”, hasta Brahms, con La Primera Sinfonía, llamada por el crítico, Eduard Hanslick, “La Décima de Beethoven”; y desde Bruckner hasta llegar a un colofón dramático y desmedido en el sinfonismo de Mahler.
Como género instrumental y sinfónico, sin embargo, a esta Sinfonía se le llama “Coral”, por la presencia del coro en La Sinfonía; y se podría considerar como “música programática”, el último movimiento, porque tiene como hilo conductor un programa literario basado en la versión definitiva de “La Oda a La Alegría” de Friedrich Schiller, admirada por Beethoven, y a la que pensó poner música, primera vez, allá en 1793 cuando apenas tenía 22 años.
Así pues, La Novena Sinfonía empieza de forma poderosa, con un tema principal que transcurre en escalas y variaciones trepidantes, con incisos más adelante para los momentos líricos, nuevamente interrumpidos por la intensidad titánica de la composición.
El volumen de La Sinfonía, es brutal para la época.
El segundo movimiento, es calificado por algunos cronistas como “el infierno en llamas”, por su contundencia y velocidad, suavizado majestuosamente en la recapitulación.
El tercer movimiento, aunque sosegado, conduce firmemente a lo que será el cuarto movimiento, que contiene una melodía fácilmente reconocible, y mundialmente famosa y original de Beethoven.
El movimiento, comienza con breves recapitulaciones de los movimientos anteriores, a los cuales los violonchelos contestan con comentarios inicialmente pensados para la voz humana.
Finalmente, el bajo irrumpe con una llamada:
“Amigos no en esos tonos...”, tras lo cual la melodía basada en “La Oda” es tocada, primero por la orquesta, y luego por el coro.
Los violonchelos, las flautas y los oboes, crean el clima; y las voces masculinas y femeninas, se alternan declamando “La Oda a La Alegría” de Schiller, de ahí lo de “Coral”, arropadas por el todo orquestal.
La Sinfonía avanza y se eleva sobre sí misma, mientras los coros llegan a niveles atronadores.
Una doble fuga, da el contrapunto pausado que lleva al veloz y prolongado cántico final, un desenlace de sinfonía único.
Con ella, Beethoven quería impresionar a sus oyentes, y subrayar sus propósitos de fraternidad universal, y lo logró con este movimiento.
La popularidad y belleza del “tema de la alegría” en este movimiento, ha hecho olvidar los otros 3, de una belleza y singularidad excepcionales, constituyendo un todo hermoso y coherente, los cuatro movimientos.
Se dice que Beethoven la escribió, luego de que su creciente sordera le había privado completamente de su audición.
El movimiento cultural “Sturm und Drang” o “Tempestad y Emoción”, en las décadas finales del siglo antepasado, supone la disolución de las formas cortesanas, acentuando la libertad y el sentimiento; y rechazando el racionalismo riguroso, anticipando lo que será El Romanticismo.
Así, Beethoven encarna el tránsito del Estilo Clásico, al Estilo Romántico, rompiendo el esquema cerrado de las formas musicales, para adaptarlas a esta incipiente libertad individual.
Y fue uno de los primeros músicos que viven de lo que venden componiendo, algo que comenzó a hacer Mozart, y creó un precedente en el oficio de compositor, despegándose del mecenazgo al que estaban sometidos otros músicos, como Haydn.
El estreno de esta Sinfonía, fue 10 años después de La Octava, junto con la obertura de “Die Weihe des Hauses” y las 3 primeras partes de “La Missa Solemnis”; siendo también la primera aparición en escena de Beethoven, después de 12 años; y con una sala llena.
Nadie quiso perderse el estreno de La Sinfonía, y de la que se presumía, sería la última aparición pública del genio alemán, y efectivamente así fue:
En los 3 años siguientes, Beethoven se recluyó en casa, aquejado de diversas enfermedades que lo postraron hasta su muerte.
En el estreno, las partes de soprano y alto, fueron interpretadas por las jóvenes y famosas:
Henriette Sontag y Caroline Unger.
Aunque la interpretación fue oficialmente dirigida por Michael Umlauf, maestro de capilla, él y Beethoven compartieron el escenario.
El público terminó encantado, ovacionando a los músicos.
Sin embargo, Beethoven no podía oír el estreno debido a su total sordera, pero lo siguió en una copia de la partitura, imaginando en su mente los sonidos que todos los demás escuchaban.
Al final de la ejecución, él todavía estaba enfrascado en su partitura, sin poder oír los aplausos...
Uno de los solistas, le tocó el brazo, y le hizo girar para que pudiera ver las manos que aplaudían, y los pañuelos que se agitaban en el aire...
Entonces, el compositor se inclinó, y saludó a la audiencia.
Pero también esta Sinfonía tiene significación política.
La más notable fue cuando Leonard Bernstein realizó una versión, en el Schauspielhaus de Berlín Oriental, con “Freiheit” o “Libertad”, en sustitución de “Freude” que es “Alegría”, para celebrar La Caída del Muro de Berlín, durante La Navidad de 1989.
Este concierto, se llevó a cabo por una orquesta y el coro que comprendía muchas nacionalidades:
De ambas Alemanias, la orquesta de La Sinfónica de Radio de Baviera y coro; y La Orquesta Sinfónica de Radio de Berlín y coro; con miembros de la Sächsische Staatskapelle y la Philharmonischer Kinderchor de Dresde.
De La Unión Soviética, los miembros de La Orquesta del Teatro Kirov.
Del Reino Unido, los miembros de la London Symphony Orchestra; de los EEUU,  miembros de La Filarmónica de New York; y de Francia, los miembros de La Orquesta de París.
Los solistas eran:
June Anderson, soprano; Sarah Walker, mezzosoprano; Klaus König, tenor; y Jan-Hendrik Rootering, bajo.
Siendo esta presentación, la última vez que Bernstein dirigió La Sinfonía; pues murió 10 meses después.
Pero también, La Novena se dedicó a eventos especiales, como la propia inauguración de la Berliner Philharmonie, en Berlín-Tiergarten, una de las más importantes salas de concierto de Berlín y del mundo; sede de la Orquesta Filarmónica, construida por el arquitecto Hans Scharoun, entre 1960 y 1963; de la que dicen, su acústica en la sala es excelente; pues en cada asiento, el sonido es muy bueno y cercano.
Se dice que se puede distinguir cada una de las voces e instrumentos desde cualquiera de los asientos, tanto cercanos como lejanos.
El edificio, está ubicado en la Herbert-von-Karajan-Straße, llamada así en homenaje al que fue director principal, y el que más tiempo estuvo en dicho puesto.
La sede original, fue destruida durante La Segunda Guerra Mundial, por lo que Herbert von Karajan impulsó la construcción del edificio como sede de la orquesta Filarmónica berlinesa, en el área de Berlín conocida como Kulturforum, no lejos de la Potsdamer Platz.
Otra historia curiosa de La Novena, es un buen ejemplo de, cómo la decisión de algo que va a utilizar muchísima gente, no esté centrada en el beneficio común, sino en la decisión particular y caprichosa del que manda.
El CD, fue inventado conjuntamente en 1980, por ingenieros de Philips y Sony.
Antes, como todos sabemos, la música se grababa en discos de vinilo…
Un disco de vinilo, podía grabar de 20 a 30 minutos por cara.
El invento del CD, permitiría grabar las 2 caras en una, lo que significaba que la duración total, según los ingenieros de Philips, tendría que ser de 60 minutos.
El diámetro que correspondería a esos 60 minutos para el nuevo formato, sería de 11,5 cm.
Sony, concretamente, su patrón, Norio Ohga, frenó el proceso para pedir que se aumentara un poco la duración.
Era un apasionado de La Novena Sinfonía de Beethoven, y según él, el nuevo formato tendría que poder tener al menos 66 minutos, tiempo total de la versión que más le gustaba de La Novena, conducida por  el director, Herbert von Karajan.
Los ingenieros de Philips aceptaron el capricho.
Pero para asegurarse de contentar plenamente la petición del mandamás de Sony, buscaron la versión más larga que existía de esa sinfonía, la datada en 1951, con una duración de 74 minutos y pico.
Calcularon el grosor correspondiente a esa duración, y el diámetro quedó finalmente en 12 cm.
En la película “The Pervert's Guide to Ideology” (2012) , el psicoanalítico y filósofo comunista, Slavoj Žižek, comenta sobre el uso de “La Oda” de Beethoven por el nazismo, el bolchevismo, La Revolución Cultural china, el equipo Este-Oeste olímpico alemán, Rhodesia del Sur, por Abimael Guzmán, líder del Shining Path; y El Consejo de Europa y La Unión Europea.
Por último…
La Sinfonía Nº 10
Atribuida a Beethoven, formada por fragmentos de un primer movimiento inacabado.
Se dice que mientras estaba componiendo La Novena, como era habitual en Beethoven, también trabajaba en otras obras… empezó los primeros diseños en 1822.
Los últimos bosquejos conocidos, están datados en el mes de octubre de 1825.
Su amigo, Karl Holz, afirma:
“Después de la muerte de Beethoven, en 1827, lo había escuchado interpretar al piano el primer movimiento.
No se sabe nada de lo que había pensado para los siguientes movimientos, antes de que su muerte le impidiera la continuación”
Las investigaciones realizadas hasta el momento, han podido localizar 4 manuscritos importantes, y otros muchos secundarios.
A partir de estos fragmentos, que comprenden unos 250 compases, Barry Cooper, un especialista en la música de Beethoven, y de sus técnicas de composición, ha podido reconstruir este movimiento.
Cooper terminó la reconstrucción en 1988, siendo estrenada en el Royal Festival Hall de Londres.
Por su parte, Walter Weller grabó la obra en el mes de septiembre de 1988, con la City of Birmingham Symphony Orchestra.
Esta sinfonía inacabada, aunque su importancia sea muy limitada, no deja de ser una curiosidad histórica.
Por ello, Cooper como especialista en Beethoven, le pareció legítimo asignar a la hipotética sinfonía, pergeñar al precio de algunas repeticiones, un primer movimiento que fue interpretado y grabado, y la muestra como “un fiel reflejo de las intenciones de Beethoven”, de hecho, él mismo precisa, que el resultado se asemeja más, sospechosamente, a las obras de su época intermedia.
Su iniciativa, suscitó un escándalo considerable, y la existencia de una Décima Sinfonía, siquiera en estado larvario…
A pesar de que la obra sigue siendo controvertida, hay consenso en que Beethoven tenía intención de completar otra sinfonía.
Existen numerosas referencias a ello en su correspondencia.
En un principio, había planeado que su Novena Sinfonía fuera totalmente instrumental, siendo “El Himno de La Alegría”, una cantata separada, y La Décima Sinfonía que concluyera con una obra vocal diferente.
En definitiva, los últimos acontecimientos de la vida de Beethoven, están marcados por el intento de suicidio de su sobrino Karl, en el mes de julio de 1826, del cual era su tutor desde la muerte de su hermano.
Karl decide, una vez recuperado, incorporarse al ejército...
Beethoven, angustiado por no haber sido un buen padre para él, quiso pasar un tiempo, antes de su marcha, en la finca que poseía en el campo su hermano Johann.
Pero una pelea entre los hermanos, puso final a dicha estancia, y el 1 de diciembre de 1826, Beethoven regresaba a Viena.
Durante el accidentado viaje, le sorprendió una tormenta, a causa de la cual contraía una pulmonía.
Más tarde, se le complicó con ictericia e hidropesía.
Y el 26 de marzo de 1827, Ludwig van Beethoven, moría.
Su entierro fue multitudinario; y entre los presentes, se encontraba Schubert.
“Antes de Beethoven, se escribía música para lo inmediato:
Con Beethoven, se empieza a escribir música para la eternidad”
Esto fue lo que dijo el célebre científico, Albert Einstein.
Así las cosas, El Integral de Las Sinfonía de Beethoven, forman parte del patrimonio musical de millones y millones de personas, que se han asomado a la música clásica.
Como se dijo anteriormente, en 1971, La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, no confundir con El Consejo de La Unión Europea, decidió proponer la adopción de la antesala de “La Oda a La Alegría” de La Novena Sinfonía de Beethoven, como Himno, tomando la sugerencia hecha por el conde austriaco, Richard Nikolaus Graf von Coudenhove-Kalergi, en 1955.
Beethoven, fue visto generalmente, como la mejor elección para un himno de Europa, y el 19 de enero de 1972, El Consejo de Europa anunció finalmente la elección de “La Oda”, siendo El Himno de La Unión Europea, oficialmente, “Himno Europeo”, y uno de los 4 símbolos oficiales de La Unión Europea.
Este himno, según La Unión Europea, no sustituye a los himnos nacionales de los países que la conforman, sino que “celebra los valores que todos ellos comparten”
Por su parte, Herbert von Karajan, uno de los más grandes directores contemporáneos, accedió a una petición del Consejo de La Unión Europea, de escribir 3 arreglos instrumentales para solo de piano, viento y orquesta sinfónica, con los que se hizo oficial en 1985, como “Himno de La Unión Europea” tras la aprobación de Los Jefes de Estado y de Gobierno que la conforman, siendo interpretado por primera vez, de manera oficial, el 29 de mayo de ese mismo año.
Debido al gran número de idiomas utilizados en La Unión Europea, El Himno es puramente instrumental, y la letra en alemán de Friedrich Schiller, no tiene carácter oficial.
A pesar de esto, las letras alemanas suelen ser cantadas por los coros y la gente común, cuando El Himno toca en algunos actos oficiales, como ya ocurrió en la ampliación de La Unión Europea, en 2004, en la frontera entre Alemania y Polonia.

“Que la amistad, junto con el bien, crezcan como la sombra de la noche hasta que se apague el sol de la vida”



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