Diablo

“But who prays for Satan?
Who, in eighteen centuries, has had the common humanity to pray for the one sinner that needed it most...”

Según el cristianismo, El Diablo es un ser sobrenatural, maligno y tentador de los hombres; y desde el punto de vista del Satanismo “laveyano”, no es una deidad, sino una representación de los instintos carnales humanos.
Se conoce a “Letters from The Earth” al testamento antirreligioso de Mark Twain, publicado en 1962, más de 50 años después de su muerte, debido a la férrea oposición de su hija Clara; y es un libro divertido, dinámico e irónico, que contiene “las cartas que Satanás desde su exilio en La Tierra”, donde fue desterrado por Dios, y escribe a sus amigos en el cielo:
Miguel y Gabriel; en las que reflexiona sobre la fe del hombre.
El libro plantea, en tono irónico, la cuestión de cómo puede el hombre creer en un dios absolutamente bondadoso, y al mismo tiempo, creerse hecho a su imagen y semejanza, mientras en La Tierra se matan una y otra vez, sin aprender de sus errores, diciendo en su Carta XI:
“La historia humana está enrojecida de sangre en todas las épocas, y cargado de odio, y manchada de crueldad; pero después de los tiempos bíblicos, estos rasgos no han dejado de tener límites de alguna clase.
Aún La Iglesia, que se dice derramó más sangre inocente, desde el principio de su supremacía, que todas las guerras políticas juntas, observa el límite.
Pero notan ustedes que cuando El Señor, Dios de Cielos y Tierras, Padre Adorado del Hombre, está en guerra, no hay límite.
Él es totalmente inmisericorde:
Él, a quien llaman Fuente de La Misericordia.
¡Él mata, mata, mata!
A todos los hombres, a todas las bestias, todos los muchachos, todos los instantes; también a todas las mujeres y todas las niñas, excepto las que no han sido desfloradas.
No hace ninguna distinción entre el inocente y el culpable.
Los infantes eran inocentes, las bestias eran inocentes, muchos de los hombres, muchas de las niñas eran inocentes, pero igual tuvieron que sufrir con los culpables.
Lo que el insano Padre quería, era sangre e infortunio; le era indiferente quién los ofrecía.
El más duro de todos los castigos, se administró a personas que de ninguna manera pudieron haber merecido tan horrible suerte:
Las 32.000 vírgenes.
Se palpó sus partes privadas para asegurarse que aún poseían el himen sin romper; después de esta humillación, se las echó de La Tierra que fuera su hogar, para ser vendidas como esclavas; la peor de las esclavitudes y la más humillante:
La esclavitud de la prostitución, la esclavitud de la cama, para excitar el deseo y satisfacerlo con sus cuerpos; esclavitud para cualquier comprador, ya fuera un caballero o un rufián sucio y basto.
Fue El Padre el que infligió este castigo inmerecido y feroz a esas vírgenes desposeídas y abandonadas, cuyos padres y parientes, Él mismo había asesinado ante sus ojos.
¿Y mientras tanto ellas lo rezaban para que los compadeciera y rescatara?
Sin duda alguna.
Esas vírgenes eran ganancia de guerra, botín.
Él reclamó su parte, y la obtuvo.
¿Para qué le servían las vírgenes a Él?
Examinen mi historia más adelante y lo sabrán.
Sus sacerdotes también obtuvieron su parte de las vírgenes.
¿Qué uso podían hacer de las vírgenes, los sacerdotes?
La historia privada del confesionario católico romano puede responder esa pregunta.
La mayor diversión del confesionario ha sido la seducción en todas las épocas de La Iglesia.
El padre Jacinto atestigua que de 100 sacerdotes confesados por él, 99 habían usado el confesionario con eficacia para seducir a mujeres casadas, y a muchachas jóvenes.
Un sacerdote confesó, que de 900 niñas y mujeres a quienes había servido como padre confesor en su época, ninguna había conseguido escapar a sus caricias, excepto las viejas o las feas.
La lista oficial de preguntas que un sacerdote debe hacer, es capaz de sobrexcitar a cualquier mujer que no sea paralítica.
No hay nada en la historia de los pueblos salvajes o civilizados que sea más completo, más inmisericordemente destructivo que la campaña del Padre de La Misericordia contra los madianitas.
La historia oficial no da incidente o detalles menores, sino informaciones en masa:
Todas las vírgenes, todos los hombres, todos los infantes, todos los seres que respiran, todas las casas, todas las ciudades; da un amplio cuadro, que se extiende aquí y allá, y acullá, hasta donde llega la vista, de ardiente ruina y tormentosa desolación; la imaginación agrega una quietud desolada, un terrible silencio, el silencio de la muerte.
Pero por supuesto hubo incidentes.
¿Dónde pueden conseguirse?
De la historia fechada ayer.
De la historia de los pieles rojas en Norteamérica.
Ahí se copió la obra de Dios, y se hizo en el verdadero espíritu de Dios.
En 1862, los indios de Minnesota, profundamente ofendidos y traicionados por el gobierno de los Estados Unidos, se levantaron contra los colonos blancos y los masacraron; masacraron a todos aquellos que alcanzaba su mano sin perdonar edad ni sexo.
Consideren este incidente.
12 indios atacaron una granja a la madrugada y capturaron a la familia.
Consistía del granjero y su mujer, y 4 hijas, la menor de 14, y la mayor de 18.
Crucificaron a los padres; es decir, los hicieron parar completamente desnudos contra la pared del salón, y les clavaron las manos a la pared.
Luego desnudaron a las hijas, las tendieron en el piso delante de sus padres, y las violaron repetidas veces.
Finalmente crucificaron a las hijas en la pared opuesta a la de los padres, y les cortaron la nariz y los senos.
Además... pero no detallaré eso.
Hay un límite.
Hay indignidades tan atroces que la pluma no puede escribirlas.
Un miembro de la pobre familia crucificada, el padre, estaba todavía vivo cuando llegaron en su auxilio 2 días más tarde.
Ahora conocen un incidente de la masacre de Minnesota.
Les podría dar 50.
Cubriría todas las diversas clases de crueldad que puede inventar el talento humano.
Y ahora ya saben, por esos signos ciertos, qué sucedió bajo la dirección personal del Padre de La Misericordia en su campaña madianita.
La campaña de Minnesota fue solamente el duplicado de la campaña madianita.
Nada sucedió en una, que no hubiera sucedido en la otra.
No, eso no es totalmente cierto.
El indígena fue más comprensivo que El Padre de Las Mercedes.
No vendió a las vírgenes como esclavas para atender a la lascivia de los asesinos de su familia, mientras durarán sus tristes vidas; las violó, y luego caritativamente hizo breves los sufrimientos siguientes, terminándolos con el precioso regalo de la muerte.
Quemó algunas de las casas, pero no todas.
Se llevó a las bestias inocentes, pero les arrebató la vida.
¿Se puede esperar que este mismo Dios sin conciencia, este desposeído moral se convierta en maestro de moral, de dulzura, de mansedumbre, de justicia, de pureza?
Parece imposible, extravagante; pero escúchenlo.
Estas son sus propias palabras:
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación...”
Los labios que pronunciaron esos inmensos sarcasmos, esas hipocresías gigantescas, son exactamente los mismos hombres, infantes y animales madianitas; la destrucción masiva de casas y ciudades, el destierro masivo de las vírgenes a una esclavitud inmunda e indescriptible.
Esta es la misma persona que atrajo sobre los madianitas las diabólicas crueldades que fueron repetidas por los pieles rojas, detalle por detalle, en Minnesota, 18 siglos más tarde.
El episodio madianita lo lleno de alegría, lo mismo que el de Minnesota, o lo hubiera evitado.
Las bienaventuranzas y los capítulos de Números y Deuteronomio citados, deberían siempre ser leídos juntos desde el púlpito; entonces, la congregación tendría un retrato completo del Padre Celestial.
Sin embargo, no he conocido un solo caso de un sacerdote que hiciera esto”
Mark Twain en este libro no niega la existencia de Dios, sin embargo, por deducción le atribuye características tan distintas a las que nos tienen acostumbrados a otorgarle, que resulta muy difícil llegar a imaginar al Dios, no tan solo del cristianismo, sino también al Dios en el que creen las religiones en general.
Donde a este dios se le asignan características que tienen que ver con la trascendencia tanto humana como terrenal, para llegar a un estado de perfección.
“You are all alone in a world that don't celebrate being alone”
Diablo es un western de suspense, del año 2015, dirigido por Lawrence Roeck.
Protagonizado por Scott Eastwood, Walton Goggins, Camilla Belle, Samuel Marty, Danny Glover, Adam Beach, Roberto Franco, Diego Diablo Del Mar, Nesta Marlee Cooper, William Belleau, Morris Birdyellowhead, Tzi Ma, Greg Lawson, Yaniv Bercovitz, Rohan Campbell, Joaquim de Almeida, entre otros.
El guión es de Carlos De Los Rios y Lawrence Roeck, y se centra en las gargantas profundas desgarradas por la tragedia de la historia, historias no contadas, y los valles perdidos en los que las almas se perdieron por la batalla sangrienta; y ofrece una secuencia de comandos embriagadora, descarnada y bien escrita, con un giro inesperado.
Por tanto, este no es un western promedio, no tiene al héroe promedio, por lo que Diablo entrega algo nuevo, que puede y sorprender sensibilidades, transformando brillantemente los estereotipos; porque Diablo es un retrato de contrastes marcados, belleza exterior contra la agitación interna, en un escenario impresionante, contra una actividad espeluznante.
Diablo transporta como ningún otro, con giros y vueltas inesperadas, el peligro que acecha detrás:
Las areniscas realidades del western en una era posterior a La Guerra Civil, salieron a relucir a medida que las líneas entre el bien y el mal se difuminan.
Filmada en Alberta, Canadá; y después de una cita de Mark Twain para ponernos en situación, se nos coloca en el territorio de Colorado, EEUU; 7 años después del final de La Guerra Civil.
En un ataque nocturno hecho por un grupo de bandidos mexicanos, incendian la casa de Jackson (Scott Eastwood), que se ve obligado a iniciar un desesperado viaje para rescatar a Alexandra (Camilla Belle) su esposa secuestrada.
Estamos en el año 1872, y Jackson, un ex miembro del ejército de La Unión del General Sherman, se embarca en una odisea de rescate y venganza.
En casi cada vuelta, se encuentra con una misteriosa figura llamada Ezra (Walton Goggins), que se complace en atormentar a Jackson, quien siempre parece estar en su camino, mientras alegremente asesina a los testigos de sus encuentros:
Quok Mi (Tzi Ma) un oriental; Arturo (Joaquim de Almeida), un pistolero herido; Nakoma (Adam Beach) un servicial indio americano que le curó una herida; y un viejo colega, Benjamin Carver (Danny Glover)
Pero Jackson se sorprende, cuando finalmente alcanza a la mujer secuestrada, y queda claro por qué Jackson también se conoce como “Diablo”
Y es que aquí las cosas no son lo que parecen:
Se descubre que Jackson cometió un sinnúmero de atrocidades bajo el mando de Sherman, y en realidad puede que haya sufrido algún tipo de brote psicótico en el proceso, eso que posteriormente llamaron Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT)
Lo que Jackson percibe y cree, puede estar completamente desconectado de la realidad de lo que realmente está sucediendo alrededor de él.
Así, con un tono consistente, a caballo entre el western, el suspense y lo sobrenatural, Diablo cuenta con una dirección sólida, y un reparto completamente bueno, que lo hace todo un western contemporáneo, sin usar ninguna de las convenciones típicas del género; al tiempo que muestra los efectos de la guerra, destacando el contenido, que de lo contrario, se pasa por alto en el cine convencional.
“Just to keep you informed, this is my road, and as such, I collect a toll from all travelers for safe passage”
Es un hecho que Diablo es un homenaje a Clint Eastwood, y a muchos de sus filmes del género spaghetti western; y toma algunas de las presunciones del género:
La exploración de la frontera estadounidense, el héroe solitario, la superación de las ansiedades posteriores a La Guerra Civil, y presentarlas de una manera única.
La película está dirigida por Lawrence Roeck, que solo tiene una película anterior en su haber, “The Forger” (2012), y retoma la labor con el guionista de esa película, Carlos De Los Ríos, para transportarnos al hermoso paisaje de Alberta, en Canadá, disfrazado en esta ocasión como El Valle Central de California, un exuberante paisaje muy cercano a la frontera con México.
Roeck, también asume otro ambicioso riesgo, lanzar al hijo de 27 años del gran Clint Eastwood, para el papel principal.
Así, en 80 minutos nos cuenta la travesía de un veterano de La Guerra Civil, profundamente perturbado que busca rescatar a su esposa… pero ella más bien fue rescatada por sus hermanos y su esposo.
Y durante su búsqueda, lo vemos como una personalidad dividida:
Uno, el triste veterano de guerra; y el otro, el malvado asesino en masa.
A medida que se desarrolla la historia, el triste veterano de la guerra, toma la personalidad del malvado asesino; éste último continúa buscando a la mujer que estaba buscando, asesinando a casi todos por el camino.
Por un lado, la trama de Diablo es engañosamente simple, y como homenaje, Scott Eastwood se hace eco involuntariamente de los destellos de su padre a lo largo del metraje, como sostener una mirada inexpresiva cuando mira a alguien detrás del cañón del arma; dejando largos períodos de silencio, antes de decir una línea de diálogo; y fumando un cigarrillo de una manera severamente fría.
Sin embargo, cuanto más desdobla Diablo, más se distingue no solo del legado de Clint, sino también del western:
Los elementos de La Guerra Civil se integran mucho más en la historia de la película de lo que una primera ojeada nos llevaría a creer.
A medida que Jackson avanza más a lo largo de su viaje, se encuentra con varios personajes, como su compañero de guerra, Benjamin Carver; un asesino mentalmente trastornado, llamado Ezra; un nativo llamado Nakoma; y finalmente, su esposa.
En cada encuentro se arroja más información sobre el personaje de Jackson, revelando lentamente, cómo sus experiencias en La Guerra Civil lo han traumatizado, y lo han cambiado como persona, mental y hasta físicamente.
Como Jackson, Scott Eastwood saca un rendimiento increíblemente estratificado, que se puede medir por completo en sus propios términos.
Desde el principio, el guionista Carlos De Los Ríos, y el director Lawrence Roeck, parecen ser conscientes de que la historia no tiene un giro particularmente inteligente o nuevo; y en lugar de apostar por un final supuestamente grave e impactante que habría revelado el gran secreto de la película, ellos sacan bruscamente esa parte, para enfocarse más en la versión ligeramente derivada, pero lo suficientemente efectiva, del Trastorno por Estrés Postraumático de posguerra; ya que los soldados anhelaban formar vidas convencionales después de pasar años ordenando asesinar brutalmente a la gente, mucha inocente.
Este hecho, es muy poco tratado en el cine, en parte debido al estudio del trastorno que fue posterior a La Guerra Civil.
Como estudio de un personaje, Diablo no siempre es tan inteligente como cree que es…
El giro narrativo más grande que ocurre a mitad de la película, es obvio unos 10 minutos antes de que se revele; y es menos una sorpresa que algo que puede predecirse fácilmente con un poco de sentido común.
Además, y lamentablemente, la película no tiene mucho que decir sobre los efectos y los peligros del Trastorno por Estrés Postraumático, sin control, que podría tener; por lo que se centra demasiado en mostrar las tendencias violentas de Jackson, en lugar de explorar cómo o por qué se han desarrollado tales tendencias, aunque bien quedan expuestas a través del diálogo.
Pero en una época en la que el oeste se ha convertido en una pálida sombra de lo que solía ser, es refrescante ver una película que encuentra formas intrigantemente nuevas de inspirar vida al género, ya olvidado.
Uno pensaría, que un buen hombre, que también se supone que es un héroe de guerra, obtendrá ayuda en el camino para una causa tan noble...
A medida que Jackson comienza a procesar la animosidad que varias personas, incluido un grupo de nativos que salvan su vida, pero no pueden esperar para deshacerse de él, inmediatamente después, se enfrenta a una especie de misterio:
Un presumido asesino llamado Ezra, un hombre que se complace en asesinar indiscriminadamente.
Mientras Jackson lucha con Ezra en su camino para salvar a su esposa, poco a poco nos damos cuenta de que tal vez hubo una razón por la que no vimos ninguna escena de Jackson y su esposa juntos…
Por otro lado, si bien hay algunas tomas impresionantes del paisaje escénico, curiosamente hay una serie de símbolos del western ausentes:
No hay ciudad reprimida, no hay salones o burdeles, no hay diferencias mexicanas; los tiroteos se editan y se organizan más como una batalla de ingenio, donde los personajes se mueven a sí mismos en una posición en la que pueden acertar sus objetivos, en lugar de disparar al aire…
Incluso, la forma en que la película presenta a Jackson, emergiendo como una sombra oscura de una casa en llamas, prepara el escenario para un protagonista que cualquier otro personaje tiene motivos para temer, no necesariamente de manera heroica, sino de manera sobrenatural y terrorífica si se quiere.
Desde lo técnico, la fotografía es uno de los mejores aspectos de la película, con buenos paisajes nevados, maravillosamente elaborada con una cinematografía sorprendente, aunque las tomas de “drone” fueron un poco excesivas, en general es una hermosa película que le da al espectador tiempo para digerir la fotografía, y simplemente mirar al vaquero solitario en una misión “de rescate”
Son excelentes tomas enmarcadas que fueron bellamente expuestas usando esa icónica imagen del vaquero a la perfección.
Y en ello reside lo que muchos críticos han reclamado:
Más que mostrarnos una buena película western, con la acción y el tema de venganza que teníamos en mente, se ha hecho para ver al hijo de Eastwood, en primeros planos, a la mayor gloria; y no están tan lejos de la verdad, pues Diablo fue la primera película western que Scott Eastwood protagonizó; y es obvio por qué Scott Eastwood fue elegido para liderar un western melancólico y malhumorado, que coquetea con ligero horror, ya que básicamente es un clon de su padre, en lo que respecta a la estricta fisicalidad.
Pero aparte de ello, Scott hace un buen trabajo, inclusive si eso es imitar la marca registrada de Clint.
Lo hace sin esfuerzo, pues no se analiza lo que es obvio.
Y muy curiosamente, él hace un mejor trabajo con escenas que requieren que él sea vulnerable y emocionalmente angustiado.
Él es un tipo talentoso de una manera diferente a su padre, así que tal vez la manzana debería caer un poco más lejos del árbol en este caso...
De las otras actuaciones, destaca Danny Glover, aunque éste último sale para dar más crédito a la película; y lo que es más memorable, el asesino despiadado, en Walton Goggins, que roba cada escena como siempre; que exige un precio a Jackson por invadir su territorio.
Ezra aporta una inmensa cantidad de vida a la película en sus escenas demasiado breves, y será el giro inesperado de la trama, sobre todo en la recta final, que mejora, y depende de cada uno, sacar las conclusiones, en un giro que nadie se esperaba, haciendo honor al título de la película; pues el final sugiere triunfos malvados.
Así las cosas, saber qué es un western, es vivir donde existe el corazón de la sociedad del lejano oeste, de lo contrario, no comprenderás lo que pensaban los escritores y productores de guiones, cuando crearon estas películas:
Los westerns, siempre serán parte de la historia, pasada y futura.
“Beyond hope.
Beyond regret.
Beyond salvation”
Los problemas de salud mental han sido malentendidos durante toda la historia.
Sólo en La Edad Media, los cristianos europeos creían que era prueba de que alguien había sido poseído por El Diablo...
En el siglo XIX, todavía se creía que el trauma sólo causaba heridas físicas…
En conflictos como La Guerra Civil de Estados Unidos, a los que sufrían de dolores de pecho, y falta de aliento, les diagnosticaban “corazón de soldado”
Los oficiales militares, culpaban a los estrechos uniformes por la condición...
Fue hasta el estudio del Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), que se dejó al Diablo por fuera…
Y es un trastorno mental clasificado dentro del grupo de los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés, y se caracteriza por la aparición de síntomas específicos tras la exposición a un acontecimiento estresante, extremadamente traumático, que involucra un daño físico, o es de naturaleza extraordinariamente amenazadora o catastrófica para el individuo.
El TEPT, puede desarrollarse poco después en la persona que haya sido expuesta a uno o más sucesos traumáticos de índole diversa; tales como la exposición al dolor ocasionado por una guerra vivida por un soldado, torturas, acoso sexual o amenazas de muerte inminentes.
El diagnóstico puede salir a la luz, cuando un conjunto de grupo de síntomas, normalmente como recurrentes recuerdos perturbadores, evasión o adormecimiento de recuerdos del suceso, y la hiperactividad, dan lugar posteriormente a “flashbacks” o recuerdos retrospectivos en la mente de la persona que lo vivió en el pasado, como explosiones de imágenes inminentes sobre el evento en la mente del sujeto.
Los veteranos de guerra, son normalmente los más propensos a padecer de trastorno de estrés postraumático.
Y si bien, La Guerra de Secesión fue un episodio traumático en la historia de los Estados Unidos, permitió que se solucionaran problemas irresolutos desde 1776.
Durante los 4 años que duró esta guerra, más de 3 millones de hombres fueron movilizados, y las bajas alcanzaron la cifra de 617.000, es decir, el 2% de la población coetánea.
El Norte perdió 359.000 hombres, y El Sur 258.000.
Hubo más muertes debidas a epidemias y enfermedades que a la guerra en sí.
A esto también se deben añadir las decenas de miles de víctimas civiles, y los traumas de quienes lo sobrevivieron.
Este conflicto es, junto con La Segunda Guerra Mundial, uno de los más cruentos en los que ha participado Estados Unidos, y uno de los que más secuelas ha dejado, siendo material de estudios clínico, psicológicos hasta psiquiátricos.

“They call you Diablo.
I asked the men what it meant.
When they told me I learned something about you”



Comentarios

Entradas populares