I'm Not There.

“All I can do is be me.
Whoever that is”

De los mitos vivientes, quizá sea Bob Dylan, hoy de 76 años, sea el más indiscutible en el campo de la música; un hombre que se ha convertido en un gran enigma:
Inasible, misterioso, inclasificable... y ha sido descrito como una de las figuras más influyentes del siglo XX desde el punto de vista musical y cultural.
Es un hombre pequeño, esmirriado, casi anónimo, se ha dedicado a actuar, a escribir poemas, a crear canciones y a interpretarlas, así como también se ha consagrado a la construcción de un mito sobre su existencia.
Registrado al nacer como Robert Allen Zimmerman, es un músico, cantante y poeta estadounidense, ampliamente considerado como una de las figuras más prolíficas e influyentes de su generación en la música popular del siglo XX, y de comienzos del siglo XXI.
Gran parte de su trabajo más célebre, data de la década de 1960, en la que se dio a conocer como cantautor folk, con composiciones como “Blowin' in the Wind” y “A Hard Rain's a-Gonna Fall”, con un importante contenido de protesta social.
Tras dejar atrás la música folk, Dylan modificó la música popular en 1965, con el álbum “Highway 61 Revisited”, uno de los trabajos musicales más influyentes del siglo XX, en el que combinó la música rock con composiciones complejas y literarias, influidas por imaginería surrealista.
Su primer sencillo, “Like a Rolling Stone”, fue elegido como la mejor canción de todos los tiempos por la revista Rolling Stone, y alcanzó el 2º puesto en la lista estadounidense Billboard Hot 100.
Tras “Highway 61 Revisited”, Bob Dylan consolidó su interés por el rock y el blues, con trabajos como “Blonde on Blonde”, y exploró nuevos registros musicales como el country rock en “Nashville Skyline” y “Self Portrait”
A lo largo de la década de 1970, después de sufrir un accidente de motocicleta en 1966, y no salir de gira durante 8 años, obtuvo un mayor éxito comercial con discos como “Planet Waves”, “Blood on the Tracks” y “Desire”, #1 en su país natal.
A finales de la década, abrió una nueva etapa musical con la publicación de “Slow Train Coming”, con una profunda temática religiosa.
Aunque el trasfondo religioso y su interés por La Biblia se mantuvo a lo largo de los años, después de “Infidels” comenzó a grabar discos con un mayor peso de temas seculares como “Knocked Out Loaded” y “Down in the Groove”, que obtuvieron peores resultados comerciales y de crítica.
La carrera musical de Dylan resurgió a finales de la década de 1980, con el lanzamiento de “Oh Mercy”, producido por Daniel Lanois, calificado por la prensa como “el regreso a la formalidad musical”, y con la formación de The Traveling Wilburys, con George Harrison, Roy Orbison, Tom Petty y Jeff Lynne.
Tras un breve retorno al folk, a principios de la década de 1990, en trabajos como “Good as I Been to You” y “World Gone Wrong”, Dylan volvió a trabajar con Lanois en “Time Out of Mind”, un álbum con “un sonido nebuloso y ominoso” que ganó el Grammy al álbum del año en la 40ª entrega de los premios.
Desde “Time Out of Mind”, publicado en 1997, sus álbumes más recientes:
“Love and Theft”, “Modern Times” y “Together Through Life”, han obtenido el respaldo de la prensa musical y del público.
Las letras de Dylan, incorporan una variedad de temas sociales, políticos, filosóficos y literarios, que desafiaron la música pop convencional existente, y apelaron generalmente a la contracultura emergente en la época.
Influido por Woody Guthrie, Robert Johnson y Hank Williams, Dylan amplió y personalizó géneros musicales a lo largo de 5 décadas de carrera musical, en las que exploró la tradición musical estadounidense con el folk, el blues, el country, el góspel, el rock and roll y el rockabilly, así como la música folk inglesa, escocesa e irlandesa, pasando por el jazz y el swing.
Dylan toca la guitarra, la armónica y los teclados, y respaldado por una alineación de músicos cambiante, ha salido de gira anualmente desde finales de la década de 1980, en lo que se conoce como “Never Ending Tour”
“See, you just want me to say what you want me to say”
I'm Not There. es un drama musical, del año 2007, dirigido por Todd Haynes.
Protagonizado por Cate Blanchett, Heath Ledger, Christian Bale, Richard Gere, Ben Whishaw, Marcus Carl Franklin, Charlotte Gainsbourg, Julianne Moore, Michelle Williams, Bruce Greenwood, Kyle Switzer, Kris Kristofferson, entre otros.
El guión es de Todd Haynes y Oren Moverman; inspirados en la vida y la música del cantante y compositor estadounidense, Bob Dylan.
Si bien no se trata de un documental, ni de una biografía tradicional, Haynes retoma el mito de Dylan, para construir un relato en varios planos.
A partir de 6 personajes, todos alter ego del músico, el director compone, a la manera de un puzle, una semblanza del compositor.
Así, actores diferentes nos proponen una mirada fragmentada del artista, que permite armar un sujeto tridimensional, mostrándonos, a la vez, varias caras de su personalidad y de su vida.
Un título al comienzo de la película declara que está “inspirado por la música y las muchas vidas de Bob Dylan”; esta es la única mención de Dylan en la película, aparte de los créditos de las canciones, y su única aparición es la grabación del concierto de 1966, que se muestra durante los momentos finales de la película.
Al tiempo, es la declaración de intenciones de Haynes, sobre lo que vamos a ver.
La película cuenta su historia, utilizando técnicas narrativas no tradicionales, interactuando las tramas de personajes diferentes inspirados en Dylan.
El título de la película se tomó de la grabación de 1967 de Dylan, “Basement Tape” de “I'm Not There.”, una canción que no había sido lanzada oficialmente hasta que apareció en el álbum de la banda sonora de la película.
Atención que el título tiene un punto al final, que tiene mucha simbología.
I'm Not There. estuvo nominada al Oscar para la mejor actriz de reparto (Cate Blanchett)
La fotografía principal tuvo lugar en Montreal, Quebec, Canadá; mientras las escenas del festival de música se rodaron en Chambly, también en Quebec, en el verano de 2006.
I'm Not There. es entonces el retrato del legendario músico Bob Dylan, en que 6 intérpretes encarnan diferentes momentos de la vida, personal y profesional, que revolucionó la música popular en los años 60 y 70; como una serie de personas cambiantes, de lo público a lo privado, a lo fantástico, tejiendo un rico y colorido retrato de este icono.
Son personalidades entremezcladas, órganos bombeando, insuflando a la historia de una vida tan densa y vibrante como la era que inspiró.
Desde entonces, su influencia sobre músicos, escritores, poetas y sobre la cultura en general, ha sido permanente.
Los personajes y sus historias son de lo más heterogéneo, álter ego del mismo Dylan que se ennoblecen con aquellos aspectos que han hecho del cantante un mito; donde cada personaje representa una faceta diferente de la personalidad pública del autor:
El niño vagabundo y ficticio, Woody Guthrie (Marcus Carl Franklin, en una huida constante, con imposibilidad de adaptarse a cualquier grupo social, pero apoyado con la única compañera posible:
Su guitarra.
El músico de folk Jack Rollins/Padre John (Christian Bale), en su etapa más política, cuando componía canciones de protesta, y solía tener por compañera a Joan Baez, aquí como Alice Fabian (Julianne Moore); y como el converso pastor John, pronunciando un fanático sermón en un templo donde la música también está presente.
El actor famoso y marido infiel, Robbie Clark (Heath Ledger) compone un hombre torturado, que se debate entre la pasión y la culpa.
La estrella de rock con apariencia andrógina, Jude Quinn (Cate Blanchett) se sume en esa especie de dulce perdición, en que la euforia o la desesperación están al acecho.
Y por último, el viejo Billy “The Kid” (Richard Gere), ese personaje que permitió eternizar una más de las facetas de Dylan, la de actor, ahora al final de la huida, en la búsqueda de un sosiego que se resiste a ser conquistado.
Los personajes secundarios permanecen en las sombras, en apoyo al protagonista de cada segmento, donde destaca Arthur Rimbaud (Ben Whishaw), como el reportero omnipresente en la vida de la estrella, que a la manera de una voz de la conciencia, está constantemente confrontando los dichos y hechos del músico.
Un pretexto para mostrar las incursiones de la prensa en la intimidad inabordable de Dylan.
Son identidades trenzadas juntas, órganos bombeando a través de una historia de vida, donde el resultado es un lienzo tan extraño como genial, tan abstracto como concreto, tan disperso como elocuente, tan entretenido, como a veces incomprensible o soporífero.
Se trata de un drama musical sobre el legendario músico, el cual no se encuentra a sí mismo como sugiere el título de la película, y vemos a cada personaje saltando de uno a otro.
No es pues un biopic al uso, sino experimental, algo raro pero con fuerza, que sobresale por el atractivo reparto, para un no iniciado en Bob Dylan, es bastante desconcertante; porque I'm Not There. gira sobre las múltiples representaciones que el imaginario social tiene sobre Bob Dylan, eludiendo toda referencia espacio-temporal, intercalando cada uno de sus retratos en una vorágine que exige un espectador activo.
Pero tampoco un espectador detective, puesto que la misma película parece decirnos que no hay pista que conduzca a una verdad única, monolítica, en resumen:
Una historia oficial.
“Seven simple rules for life in hiding”
El director Todd Haynes, es uno de los más inquietos y heterodoxos del cine estadounidense de las últimas décadas, y aquí tuvo que resquebrajar por completo las normas del “biopic” para acercarse a la figura de Bob Dylan, el genio de Minnesota, el creador esquivo y camaleónico.
¿Cómo retratar a un artista que ha hecho de la metamorfosis, una de sus razones de ser?
Más cercano al ejercicio de vanguardia que a la narrativa tradicional, este “anti-biopic” supo iluminar la personalidad inabarcable e impenetrable de uno de los mayores artistas del siglo XX.
Por tanto, el director y su productor, Christine Vachon, se acercaron al gerente de Dylan, Jeff Rosen, para obtener permiso para usar la música de Dylan, y para ficcionalizar elementos de su vida.
Rosen sugirió que Haynes, debería enviar una sinopsis de una página de su película, para someterla al juicio de Dylan; y aconsejó a Haynes, que no usara la palabra “genio” o “voz de una generación”
La página que presentó Haynes, comenzó con una cita de Arthur Rimbaud:
“Soy otra persona”, y continua:
“Si existiera una película en la que se pudiera experimentar la amplitud y el flujo de una vida creativa, una película que podría abrirse, en lugar de consolidar, lo que creemos que ya sabemos que entra, nunca podría estar dentro del ordenado arco de una narrativa maestra.
La estructura de una película de este tipo, tendría que ser fracturada, con numerosas aberturas y multitud de voces, siendo su estrategia principal, una de refracción, no de condensación.
Imagine una película astillada entre rostros separados:
Hombres viejos, hombres jóvenes, mujeres, niños, cada uno de pie en los espacios en una sola vida”
Dylan le dio permiso a Haynes para continuar con su proyecto; y Haynes desarrolló su guión con el escritor Oren Moverman.
Pero Haynes reconoció que no estaba seguro de si podía llevar con éxito una película que deliberadamente confundía la biografía con la fantasía, de una manera tan extrema.
En un comentario sobre, por qué se emplearon varios actores para retratar diferentes facetas de la personalidad de Dylan, Haynes dijo:
“En el momento que tratas de agarrar a Dylan, ya no está donde estaba.
Es como una llama:
Si tratas de sostenerlo en tu mano, seguramente te quemarás.
La vida de cambio de Dylan, y las constantes desapariciones y transformaciones constantes, te hacen anhelar retenerlo y acorralarlo.
Y es por eso que su base de fanáticos es tan obsesiva, tan deseosa de encontrar la verdad y los absolutos y las respuestas a él, cosas que Dylan nunca proporcionará y que solo frustrará...
Dylan es difícil y misterioso, evasivo y frustrante, y solo hace que te identifiques con él aún más, ya que falsifica la identidad”
Así las cosas, tomó otros 6 años para hacer la película, debido a dificultades de financiación.
También hubo un personaje más, basado en Dylan llamado Charlie, a su vez basado en Charlie Chaplin, que se dejó caer antes de que comenzara el rodaje.
Haynes lo describió como “un pequeño vagabundo, llegando a Greenwich Village, y realizando hazañas mágicas, siendo un árbitro de la paz entre el beat y el folk”
En I'm Not There. todos los diálogos son verdaderas citas de Dylan; así vemos a:
Un poeta, Arthur Rimbaud, que es interrogado, respondiendo con citas de las entrevistas y escritos de Dylan.
Dylan escribió en su autobiografía “Chronicles”, que fue influenciado por la perspectiva de Rimbaud.
El profeta Jack Rollins y posteriormente como Padre John, un ídolo folk que se convierte en evangelista; y representa a Dylan durante su fase acústica, “protesta”, que incluye “The Freewheelin ‘Bob Dylan” y “The Times They Are a-Changin'”
El discurso de Rollins que menciona Lee Harvey Oswald, cita un discurso que Dylan hizo al recibir el Premio Tom Paine del Comité Nacional de Libertades Civiles de Emergencia en diciembre de 1963.
Mientras el pastor John personifica el período “nacido de nuevo” de Dylan, cuando grabó “Slow Train Coming and Saved”
El fuera de la ley, Billy “The Kid”, es un famoso fugitivo.
Billy se refiere a Dylan interpretando el papel de Alias en el filme “Pat Garrett and Billy The Kid” (1973) de Sam Peckinpah.
El monólogo final del personaje de Billy, hace eco de los comentarios que Dylan hizo en una entrevista en 1997, con David Gates de Newsweek:
“No creo que sea tangible conmigo mismo.
Quiero decir, creo una cosa hoy, y creo otra cosa mañana.
Cambio a lo largo de un día.
Me despierto y soy una sola persona, y cuando me voy a dormir sé con certeza que soy otra persona.
No sé quién soy la mayoría del tiempo.
No funciona.
Ni siquiera me importa”
El ficticio Woody Guthrie, es un niño negro de 11 años que siempre está huyendo.
Este personaje se refiere a la obsesión juvenil de Dylan con el cantante folclórico Woody Guthrie.
El eslogan:
“Esta máquina mata a los fascistas” en la caja de la guitarra de Woody, imita una etiqueta que Guthrie tenía en su guitarra.
El “mártir del rock and roll”, Jude Quinn, es un joven andrógino, estrella del rock, que sigue de cerca las aventuras de mediados de los 60 de Dylan, y su juego peligroso lo impulsa a la quiebra existencial.
Quinn es una encarnación de Dylan en 1965-66, cuando él tocó controversialmente su guitarra eléctrica en el Newport Folk Festival, y recorrió el Reino Unido con una banda, siendo abucheado.
Esta fase de la vida de Dylan, fue documentada por D.A. Pennebaker en la película “Eat The Document”; y se ve a Quinn en un festival folclórico, interpretando una versión rockera de “Maggie's Farm” para fanáticos de la música popular indignados, lo que provocó abucheos y controversias.
Algunas de las preguntas que se le hacen a Quinn, en una conferencia de prensa de Londres, son citas de la conferencia de prensa de Dylan en San Francisco, en diciembre de 1965.
La velocidad vertiginosa de la película en la escena de Quinn, aullando con The Beatles, se hace eco del estilo de la representación de Dick Lester en “A Hard Day's Night”, el famoso documental del grupo de Liverpool.
La respuesta de Quinn:
“¿Cómo puedo responder si tienes el descaro de preguntarme?”; a Keenan Jones (Bruce Greenwood), proviene de una respuesta similar que Dylan le hizo a un reportero de la revista Time, en “Dont Look Back” (1965), el documental de Pennebaker sobre el Dylan tour.
La escena en la que Jude es llamada “Judas” por un miembro de la audiencia, se basa en un concierto del 17 de mayo de 1966, en Manchester, capturado en el álbum de “Dylan Live 1966”
Finalmente, la muerte del personaje de Jude Quinn, refleja un grave accidente de motocicleta que Dylan tuvo en 1966.
La “estrella de la electricidad”, Robbie Clark, es un artista mujeriego que vive en la carretera.
Clark, es un actor que retrata a Jack Rollins en una película biográfica, y se vuelve tan famoso como la persona que retrata.
Él experimenta los estreses de un matrimonio en desintegración, que refleja la vida personal de Dylan en la época de “Blood on the Tracks” de 1975.
La escena en la que Robbie y Claire (Charlotte Gainsbourg) corren románticamente por las calles de New York, recrea la portada del álbum “The Freewheelin 'Bob Dylan” de 1963, que retrata a Dylan cogido del brazo con su entonces novia, Suze Rotolo, en Greenwich Village.
Dylan se divorció de su primera esposa, Sara Dylan, en junio de 1977, y el divorcio involucró batallas judiciales por la custodia de sus hijos.
En sus notas de producción, Haynes escribió que la relación de Robbie y Claire, estaba “condenada a una prolongada y tenaz protracción, no muy diferente a Vietnam, hecho que es paralelo”
Así pues, cada personaje vive una vida distinta, paralela a la de los demás, impidiendo establecer una continuidad lógica vital y narrativa para unos personajes que asumen la impostura como conducta.
Otros personajes que aparecen son:
Charlotte Gainsbourg como Claire, esposa de Robbie Clark (una representación de Sara Dylan y Suze Rotolo; David Cross como Allen Ginsberg; Eugene Brotto como Peter Orlovsky; Bruce Greenwood como Keenan Jones, un reportero ficticio que investiga a Jude Quinn, y Pat Garrett, némesis de Billy The Kid.
El nombre Keenan Jones, se hace eco de la canción de Dylan “Ballad of a Thin Man”, con su coro:
“Algo está sucediendo aquí / Y tú no sabes lo que es, ¿verdad Mr. Jones?”
La revelación del personaje del pasado de Jude, se basa en un perfil hostil de Dylan, publicado en el número de octubre de 1963 de Newsweek, que revela que originalmente se llamó Robert Zimmerman, e implica que él había mentido sobre sus orígenes de clase media.
Julianne Moore como Alice Fabian, una cantante que se parece a Joan Baez; Michelle Williams como Coco Rivington, cuya descripción como “el nuevo pájaro de Andy”, sugiere que este personaje está basado en Edie Sedgwick, una personalidad y actriz dentro del círculo de Andy Warhol.
Mark Camacho como Norman, el gerente de Jude Quinn, basado en Albert Grossman, gerente de Dylan hasta 1970; Benz Antoine como Bobby Seale, el líder de La Pantera Negra, y Rabbit Brown; Craig Thomas como Huey Newton, el líder de La Pantera Negra.
Newton y Seale, escucharon obsesivamente la canción de Dylan, “Ballad of a Thin Man”, mientras preparaban el primer número del periódico Black Panther, en 1967.
Richie Havens como el viejo hombre Arvin; Kim Roberts como Mrs. Arvin; y Kris Kristofferson como El Narrador.
Don Francks como Hobo Joe; Vito DeFilippo y Susan Glover como el Sr. y la Sra. Peacock, una pareja de clase media que salva a Woody Guthrie después de un incidente de casi ahogamiento.
Paul Spence como Homer, el amigo de Billy The Kid, etc.
Estas piezas del puzle no encajan perfectamente en la forma, aunque haya una cronología que cierra con un Billy en un vagón del tren, con su guitarra por compañera, como nos habían mostrado a Woody, al inicio.
Ese modo circular de cerrar la narración, es aparente, porque las diversas historias son sólo fragmentos de una vida, o si se quiere, de varias.
Lo que amalgama el relato, es el sentido que respira cada uno de esos segmentos.
Por eso se agradece la obra de Haynes:
Compuestos en color para las historias de Woody, Robbie y Billy; y en blanco y negro las de Jack, John y Jude; con distintas texturas y filtros, con estéticas del western, de los 70, o como imágenes de archivo, sean de tele o de cine, esos momentos re-creados, nunca mejor utilizada la palabra, si bien no son testimonios de una vida real, sí poseen la esencia de una vida mítica.
Allí radica el atractivo y la riqueza de I'm Not There.
Que de antemano se sabe que no contará la historia de Dylan, sino que intentará acercarse por caminos tortuosos y ficcionales para llegar a ese monstruo genial que cada uno se ha construido con la poesía, la música y los desplantes del famoso cantante.
En ese intento de acercamiento, lo que hace Haynes es abonar el mito, que durante tanto tiempo el propio Bob Dylan ha creado y mantenido como una más de sus genialidades.
En su permanente búsqueda de la libertad, ligada a ese constante desconocimiento sobre lo que en verdad mueve su vida, el Bob Dylan de I’m Not There. se va creando a sí mismo, una y otra vez, resucitando de las cenizas de su anterior encarnación.
Por eso el centro de su existencia está siempre desplazándose, y es un reto para el espectador, tratar de descubrir cuál es realmente ese centro:
¿El amor, la fama, el sexo, las drogas, el reconocimiento, el dinero, la familia, la lucha contra la injusticia, Dios…?
El protagonista es incapaz de explicarse satisfactoriamente, tanto a sí mismo como a los otros, de dar una respuesta definitiva a la pregunta:
¿Quién soy?, porque toda respuesta termina derramándosele entre los dedos como agua o como arena.
Pero ser un camaleón, y en este caso, un camaleón que es permanentemente visto por los espectadores, por los fans, tiene sus peligros:
“Nunca crees nada.
Será malinterpretado.
Te encadenará, y te seguirá por el resto de tu vida, y esto nunca cambiará”, dice Arthur Rimbaud.
“La sociedad, el mundo en el que vives, te exigirá siempre que seas alguien, que seas todo el tiempo quien dices, o aparentas ser”
Tal vez por eso, el Dylan central de la película, es el cantante adicto a las drogas Jude Quinn, a quien abuchean en los conciertos y tratan de “Judas” por no ser más ese cantautor de música folk, y de protesta con quien se identificaban muchos jóvenes idealistas de la década del 60 que deseaban cambiar el mundo.
Quinn es afrontado por un periodista que le reclama su actual despreocupación por los problemas del mundo, y en este enfrentamiento, los espectadores intuimos la necesidad del artista que, consciente de su hipersensibilidad, se refugia tras un caparazón de aparente indolencia, donde no caben emociones standard, como dolor, remordimiento, amor.
“Me rehúso a ser lastimado”, es la reacción de Quinn.
Pero aunque aquí puede estar la respuesta a muchos de los interrogantes sobre la personalidad del Dylan de la película, y puede ser esta una de las causas de su eventual aislamiento del mundo, la explicación es insatisfactoria, y la película sigue abriendo puertas y formulando preguntas con el correr de los minutos.
Porque I'm Not There. no es una película fácil, en su registro de las múltiples facetas, connotaciones y consecuencias que la irrupción de Bob Dylan supuso en la música del último siglo, la convierte en una película muy arriesgada y experimental; una pirueta de proporciones épicas y encanto irresistible para todo iniciado, imposible para cualquier ajeno al universo “dylaniano”, por su alto grado de ensimismamiento.
No obstante, el atrevimiento del gesto, de la propuesta, no encuentra parangón en el cine de los últimos años, y menos en su género, aun cuando es perfectamente falso ubicarlo bajo un género, al que repudia en sus formas recientes de ascenso-caída-redención; y en el que, si acaso, se alinea con otras vertientes más capaces de tomarle la temperatura a los contextos de nacimiento de los mitos y revoluciones.
Pero tampoco.
I'm Not There. es tan insultantemente fraccionaria e impredecible, que no admite ningún trámite genérico, que sólo puede entenderse como una suerte de “Aleph” fílmico, cuyos senderos se bifurcan hasta en lo estrictamente musical, esto es, una banda sonora pródiga en “covers”, exquisitas, que sólo ofrece la réplica a Dylan para concluir cantando “I’m Not There.”, certificando que nunca ha estado ahí.
Aunque siempre estuviera…
Como dato, las escenas de Christian Bale fueron filmadas en 16mm., como si se tratara de un documental; mientras que las secuencias con Cate Blanchett fueron filmadas en blanco y negro, y también están plagadas de imágenes surrealistas que estuvieron inspiradas en el film de Federico Fellini, “8½” (1963)
De hecho, para las diferentes secciones de la película, se inspiraron en diferentes fuentes cinematográficas:
La sección Jude se inspiró en “8½” (1963), la sección de Billy se inspiró en los llamados western hippies de finales de los años 60 y principios de los 70, tales como las películas de Sam Peckinpah; y la sección Robbie, fue inspirada en las películas de Jean-Luc Godard, especialmente “Masculin Féminin” (1966)
Además, del reparto, Colin Farrell fue originalmente elegido como Robbie Clark; pero se retiró de la película para ingresar en rehabilitación por una dependencia de medicamentos para el dolor de espalda.
Heath Ledger lo reemplazó; y Farrell más tarde se hizo cargo de Ledger, en “The Imaginarium of Doctor Parnassus” (2009), después de la muerte de Ledger.
De hecho, esta fue la película final, protagonizada por Heath Ledger, estrenada mientras estaba vivo.
Por su parte, Cate Blanchett usó una media en la entrepierna de los pantalones para interpretar a Bob Dylan.
La actriz dijo que “me ayudó a caminar como un hombre”
La actuación de Blanchett, es una mezcla perfecta de profesionalismo y de sensibilidad artística, pues recreando con gran precisión la gestualidad de Bob Dylan, con su fino rostro y su extravío “à la Balthus”, logra a su vez sublimar la actitud del cantante entre 1965 y 1966, su época anfetamínica.
Cantantes John Doe y Mason Jennings, doblaron la voz cantante para el personaje de Christian Bale y Stephen Malkmus; mientras los personajes de Cate Blanchett, Richard Gere, Heath Ledger y Ben Whishaw, no cantan en absoluto en la película.
Irónicamente, tanto Bale como Gere, han cantado en películas anteriormente.
Kris Kristofferson, quien narra la película, es amigo de Bob Dylan, de hecho ambos estaban en el reparto de “Pat Garrett and Billy The Kid” (1973)
Por su parte, en septiembre de 2012, Dylan comentó I'm Not There. en una entrevista publicada en Rolling Stone.
Cuando el periodista Mikal Gilmore le preguntó a Dylan, si le gustó la película, respondió:
“Sí, pensé que estaba bien.
¿Crees que el director estaba preocupado de que la gente lo entendiera o no?
No creo que le importara mucho.
Solo creo que quería hacer una buena película.
Pensé que se veía bien, y esos actores estuvieron increíbles”
Y muy curiosamente, el director Todd Haynes nunca conoció a Bob Dylan...
A pesar del caos de I'm Not There., se valora el esfuerzo y la audacia del proyecto para equiparar la complejidad del personaje, con la exposición de sus influencias folk y blues, con herencia de Woody Guthrie, sus ascendencias simbolistas literarias, sus cuitas sentimentales y religiosas, o su evolución eléctrica hacia el rock, que chocó de forma frontal con las partes más inmovilistas del folk.
Más allá de algunos momentos dispersos de indudable encanto, I'm Not There. te deja la sensación de ser un juguete caprichoso y caro, un divertimento para iniciados, plagado de guiños y referencias, donde cada libro, cada nombre que se menciona, aparece en la película por un motivo concreto, y forma parte de un entramado creativo escrupulosamente planificado.
En definitiva, la excusa de Todd Haynes, es el mito Dylan, consiguiendo que las distintas historias y personajes reflejen, cada una en su propio estilo o género, las diferentes etapas con que la crítica y las biografías musicales han determinado y escrito a posteriori, la carrera del músico.
Y se niega a estimular nuestro deseo de “consumo” por el personaje, y a cambio nos ofrece un arsenal de técnicas narrativas y visuales de muy alto valor.
El espectador, se ve comprometido a interpretar a quien no acaba de ser quien se supone que es, y de ahí surge la necesidad de rellenar y reorganizar tal ausencia con todo el material referencial que el espectador pueda tener.
Lo mismo sucede a nivel de la diégesis, donde los personajes le piden a su contraparte “dylanesca”, que se defina en términos existenciales, afectivos, estéticos e ideológicos, y estos se la pasen rehuyendo de las acciones y preguntas con que los vienen a cuestionar, clasificar y aprisionar.
Acá no queda la coartada documentalista de que el referente no es ficcional.
Paradojalmente, en la aceptación por parte del espectador del constructo imaginario, es decir, la película, propuesto por Haynes, y en su personificación delegada, los personajes “Dylan”, no hay ninguna certidumbre de que el director haya determinado como reales los referentes dentro del film, de lo contrario, todos los protagonistas podrían llamarse “Bob”
¿Me explico?
Pero como filme, me ha parecido aburrida, lenta, sin sentido, y en una palabra:
Una chorrada.
Seguramente los fanáticos de Bob Dylan disfruten con sus canciones, y con esta visión surrealista de las diversas etapas musicales del cantante.
Pero en mi caso, no disfruté nada:
Se me hizo muy pesada y lenta, y únicamente le saqué beneficio a las interpretaciones.
Por último, no hay otra manera, la película presenta numerosas canciones de Dylan, interpretadas por Dylan, y también grabaciones de otros artistas.
Las canciones aparecen tanto en primer plano, interpretadas por artistas en la cámara, por ejemplo, “Goin 'to Acapulco” y “Pressing On”; y acompañamiento de fondo para la acción.
Una canción notable, que no es de Dylan, es “(I'm Not Your) Steppin' Stone” de The Monkees, que se presenta en el contexto de una escena de fiesta ambientada en Londres.
De los “Dylans” en la película, solo el joven Marcus Carl Franklin, como Woody, se puede escuchar en la banda sonora.
Sin embargo, Charlotte Gainsbourg, Jim James y Richie Havens, que también actúan en la película, cantan en la banda sonora.
“Everybody knows I'm not a folk singer”
Antes que nada, tengo que reconocer que no soy el espectador natural de esta película; sé quién es Bob Dylan, podría nombrar varias de sus canciones, estoy al tanto de que sus letras están muy por encima de la media, y pare de contar.
Es decir, no lo conozco pero sí lo distingo.
Él mismo lo dijo:
“Yo no tengo una voz bonita.
Yo no sé cantar bonito, y además no quiero”, así que su voz no me agrada para nada… pero:
A lo largo de su carrera, Dylan ha sido reconocido y honrado por sus composiciones, interpretaciones y grabaciones.
Sus discos le han valido varios premios, entre ellos:
El Premio Nobel de Literatura, 12 Grammy, 1 premio Oscar, y 1 Globo de Oro; y su nombre se halla en El Salón de La Fama del Rock and Roll, El Salón de La Fama de Compositores de Nashville, y El Salón de La Fama de Los Compositores… la lista es larga…
En enero de 1990, fue investido Caballero de La Orden de Las Artes y Las Letras, por El Ministro de Cultura de Francia, Jack Lang.
En 1999, fue incluido en la lista de las 100 personas más influyentes del siglo XX, elaborada por la revista Time; y en 2004 alcanzó el 2º puesto en la lista de los 100 mejores artistas de todos los tiempos elaborada por la revista Rolling Stone, después de The Beatles.
En junio de 2007, el músico fue galardonado con El Premio Príncipe de Asturias de Las Artes; y un año después, recibió un reconocimiento honorario del Premio Pulitzer, por su “profundo impacto en la música popular y en la cultura norteamericana, marcado por sus composiciones líricas de extraordinario poder poético”
En mayo de 2012, recibió La Medalla Presidencial de La Libertad, por parte del Presidente Barack Obama.
En noviembre de 2013, Dylan recibió el premio de La Legión de Honor por parte del Ministro francés de Educación, Aurélie Filippetti.
En febrero de 2015, Dylan aceptó el premio Persona del año MusiCares, de la National Academy of Recording Arts and Sciences, en reconocimiento de sus contribuciones artísticas y filantrópicas a la sociedad.
Desde 1996, diversos autores y académicos, han nominado a Dylan para la candidatura del Premio Nobel de Literatura; y el 13 de octubre de 2016, La Academia Sueca le otorgó El Premio Nobel, por “haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”, convirtiendo a Dylan, en el primer músico en recibirlo; y la primera vez desde 1993, que El Comité del Nobel otorgaba el premio de Literatura a un estadounidense.
Horace Engdahl, miembro del comité sueco, describió con las siguientes palabras el lugar de Dylan en la historia literaria:
“...un cantante que merece un lugar junto a los bardos griegos, junto a Ovidio, junto a los visionarios románticos, junto a los reyes y las reinas del blues, junto a los maestros olvidados de brillantes estándares musicales”
Con un estilo inicialmente modelado a partir de las canciones de Woody Guthrie y de Robert Johnson, Dylan aportó técnicas líricas cada vez más sofisticadas a la música folk de comienzos de la década de 1960, infundiéndole “el intelectualismo de la literatura y poesía clásicas”
Un legado de la sofisticación verbal de Dylan, fue la creciente atención que lograba por parte de críticos literarios; por lo que las letras de Dylan comenzaron a ser estudiadas de una forma más detallada por parte de académicos y poetas a partir de 1998, cuando la Universidad de Stanford organizó la primera conferencia académica internacional acerca de Bob Dylan en los Estados Unidos.
En 2004, Richard F. Thomas, profesor de la Universidad de Harvard, creó un seminario titulado “Dylan”, para “poner al artista en el contexto, no únicamente de la cultura popular del último medio siglo, sino en la tradición de poetas clásicos como Virgilio y Homero”
William Arctander O'Brien, erudito literario y profesor de alemán y literatura comparada en la Universidad de California en San Diego, memorializó la importancia de la contribución de Dylan a la literatura, con la creación en 2009 de un curso académico completo dedicado a Dylan, que analizaba y celebraba la “importancia histórica, política, económica, estética y cultural de la obra de Dylan”
El crítico literario, Christopher Ricks, publicó un análisis de 500 páginas sobre el trabajo de Dylan, situándolo en el contexto de autores como Eliot, Keats y Alfred Tennyson.
Por su parte, el poeta laureado de Gran Bretaña, Andrew Motion, sugirió también que las letras de Bob Dylan deberían estudiarse en la escuela.
El consenso acerca de que las letras y canciones de Dylan constituyen su principal logro creativo, quedó reflejado en la Encyclopædia Britannica, donde su entrada afirmaba:
“Saludado como el Shakespeare de su generación, Dylan estableció el patrón para la escritura de canciones”
La medida en que se estudia su obra a nivel académico se demostró en su 70° cumpleaños, el 24 de mayo de 2011, cuando 3 universidades organizaron simposios sobre su obra:
La Universidad de Maguncia, la de Viena y la de Brístol, e invitaron a críticos literarios e historiadores culturales para dar ponencias sobre diversos aspectos de la obra de Dylan.
Otros eventos, incluyendo bandas tributo y discusiones, tuvieron lugar de forma simultánea a lo largo del mundo.
Según comentó The Guardian:
“De Moscú a Madrid, de Noruega a Northampton, y de Malasia a su hogar en Minnesota, confesos “Bobcats” se reunieron para celebrar el 70° aniversario de un gigante de la música popular”
Si la obra de Dylan en la década de 1960, se contempla como un intento de llevar ambición intelectual a la música popular, los críticos actualmente lo describen como “una figura que ha expandido en gran medida la cultura folk de la que emergió inicialmente”
Cuando Dylan fue galardonado con El Premio Nobel de Literatura, el periódico The New York Times comentó:
“Al elegir a un músico popular para el más alto honor del mundo literario, La Academia Sueca, que otorga el premio, ha redefinido la frontera de la literatura, comenzando un debate acerca de si las letras de las canciones tienen el mismo valor artístico como la poesía o las novelas”
En el banquete de los Nobel, en Estocolmo, celebrado el 10 de diciembre de 2016, se pronunció un discurso de Dylan, leído por la embajadora de Estados Unidos en Suecia, Azita Raji, que afirmaba:
“Desde edad temprana, me he familiarizado y he leído y absorbido el trabajo de aquellos que fueron señalados con tal distinción:
Kipling, Shaw, Thomas Mann, Pearl Buck, Albert Camus, Hemingway.
Estos gigantes de la literatura y sus trabajos que se enseñan en las aulas, que se guardan en bibliotecas por todo el mundo, y de los que se habla en tono reverente, me han causado siempre una gran impresión.
Que yo ahora me una a los nombres de una lista así supera, de verdad, cualquier palabra”
El discurso acababa:
“Como Shakespeare, yo también estoy a menudo ocupado en la búsqueda de mis esfuerzos creativos, y tratando con todos los aspectos de los asuntos mundanos de la vida.
¿Quiénes son los mejores músicos para estas canciones?
¿Estoy grabando en el estudio correcto?
¿Esta canción está en la clave correcta?
Algunas cosas nunca cambian, incluso en 400 años.
Ni una sola vez he tenido tiempo de preguntarme:
¿Son mis canciones literatura?
Por tanto, doy las gracias a La Academia Sueca, por tomarse el tiempo para considerar esa misma pregunta y, en última instancia, proporcionar una respuesta tan maravillosa”
El 2 de abril de 2017, Dylan recibió su medalla y diploma.
Le detalle de La Medalla de Oro, al reverso bellamente tallado, muestra una imagen de un hombre joven sentado bajo un árbol de laurel, que escucha a la Musa.
La inscripción, tomada de la Eneida de Virgilio, dice:
“Inventas vitam iuvat excoluisse per artes”, que puede traducirse de forma aproximada como:
“Y ellos que mejoraron la vida en La Tierra por su recién descubierta maestría”
Finalmente, tras recibir el galardón, Dylan escribe en detalle acerca del impacto que tuvieron en él, 3 influyentes libros:
“Moby Dick” de Herman Melville, “La Odisea” de Homero, y “Sin Novedad en El Frente Occidental” de Erich Maria Remarque, y dijo:
“Nuestras canciones están vivas en la tierra de los vivos.
Pero las canciones no son como la literatura.
Están pensadas para ser cantadas, no leídas.
Las palabras de las obras de Shakespeare estaban destinadas para ser interpretadas sobre el escenario.
Como las letras de las canciones están destinadas a ser cantadas, no leídas sobre el papel.
Y espero que algunos de vosotros tengan la oportunidad de escuchar estas letras en el modo en que se pretendía que fueran escuchadas:
En concierto o en una grabación, o de la forma en que la gente escuche las canciones ahora.
Regreso de nuevo a Homero, que dice, “Canta en mí, oh Musa, y a través de mí cuenta la historia”
Bob Dylan dejará para la eternidad, 7 reglas simples para la vida en la clandestinidad:
1. Nunca confíe en un policía con un impermeable.
2. Cuidado con el entusiasmo y el amor, cada uno es temporal y rápido para influir.
3. Si se le pregunta, si le importan los problemas del mundo, mire profundamente a los ojos del que pregunta; no te lo volverá a preguntar.
4. Nunca den su nombre real.
5. Si alguna vez le dicen que se mire, nunca mire.
6. Nunca digas ni hagas nada que la persona que está frente a ti no puede entender.
7. Y nunca creas nada.
Serás malinterpretado, te encadenará y te seguirá por el resto de tu vida, y nunca cambiará.

“God, I'm glad I'm not me”



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