David Copperfield

“A loving heart was better and stronger than wisdom...”

“David Copperfield or The Personal History, Adventures, Experience and Observation of David Copperfield the Younger of Blunderstone Rookery (Which He Never Meant to Publish on Any Account)” conocida simplemente como “David Copperfield”, es la 8° novela escrita por Charles Dickens; publicada por entregas en 1849, y en forma de libro en 1850.
Charles John Huffam Dickens, fue un destacado escritor y novelista inglés, uno de los más conocidos de la literatura universal, y el más sobresaliente de La Era Victoriana; todo un maestro del género narrativo, al que imprimió ciertas dosis de humor e ironía, practicando a la vez una aguda crítica social.
En su obra destacan las descripciones de personas y lugares, tanto reales como imaginarios; y sus novelas y relatos cortos, gozaron de gran popularidad durante su vida, y aún hoy se editan y adaptan para el cine habitualmente.
Dickens escribió novelas por entregas, formato que usaba en aquella época, por la sencilla razón de que no todo el mundo poseía los recursos económicos necesarios para comprar un libro; y cada nueva entrega de sus historias, era esperada con gran entusiasmo por sus lectores, nacionales e internacionales.
Fue y sigue siendo admirado, como un influyente literato por escritores de todo el mundo; y es que todos los autores incorporan elementos biográficos en sus ficciones, pero con Dickens esto es muy notable, incluso cuando temía ocultar lo que él consideraba su vergonzoso y humilde pasado; siendo “David Copperfield” uno de los más claros ejemplos.
Charles Dickens trabajó en “David Copperfield” durante 2 años, entre 1848 y 1850, cuidadosamente planificando su trama y estructura; por lo que en general, 7 novelas la preceden, y 7 novelas la sucederían, siendo “David Copperfield” la novela de punto medio; y al igual que la mayoría de sus obras, a excepción de 5 de ellas, esta novela fue publicada en capítulos mensuales, siendo probablemente la más autobiográfica de todas sus obras.
Así también, el mismo Dickens señaló en un prólogo de la novela:
“De todos mis libros, éste es el que más me gusta”, y luego “como muchos padres, tengo un hijo preferido, un hijo que es mi debilidad; este hijo se llama David Copperfield”
La novela es también una excelente muestra de cómo se escribía en el siglo XIX; pues aparecen multitud de personajes y situaciones, con sus ramificaciones que intentan imitar, a veces de manera ingenua y rebuscada, el acelerado ritmo de la vida.
En este caso, Dickens utiliza una historia melodramática:
Un niño criado por un padrastro frío y una madre enferma, ingresa en un severo e inhumano internado, dirigido por el cruel Mr. Creakle, luego entra a trabajar en unos sórdidos almacenes; sin embargo la criada Peggotty no se olvida de él, y como tiene un gran corazón, acude en su auxilio...
Hay mucho melodrama, pero todo escrito con una sosegada y entrañable contención.
Como es habitual en sus libros, hay que resaltar el interés que pone en el retrato de los personajes secundarios, todos ellos de una reconocible vida y singularidad, característica que es en este caso, una destacada marca de la casa.
También hay crítica social, mostrando la cruda realidad de lo que pasaba en plena Revolución Industrial, sin dar la murga a los lectores con mensajes políticos.
Y puede que la novela abuse de un sentimentalismo edulcorado, pero no viene mal hoy día, cuando quizás, hemos perdido algo de sensibilidad social.
La historia es contada casi completamente desde el punto de vista de un narrador en primera persona, el mismo David Copperfield, siendo la primera novela de Dickens en hacerlo de tal manera.
La novela describe el viaje del protagonista David Copperfield; siguiendo el modelo del propio Dickens, desde la infancia empobrecida y miserable, hasta convertirse en un autor exitoso y famoso; y como algunas de sus otras novelas, contiene descripciones inquietantes de abuso infantil.
El libro es la narración por parte de David, desde su nacimiento hasta su muerte, y de aquellos que le rodearon, para bien o para mal.
Inicia el día en que nació, ayudado a venir al mundo por el Dr. Chillip, cuando su padre ya había fallecido.
Clara, era el nombre de su madre, y el de su niñera también, aunque ésta es llamada en todo el relato por su nombre familiar, Peggotty.
Betsy Trotwood, es la tía del padre de Copperfield, y visita a Clara el día en que nace David, esperando ayudarle en la crianza del bebé, si es una niña, sin embargo, se marcha decepcionada al ver que es un niño...
Clara se vuelve a casar cuando Copperfield tiene alrededor de 7 años, con el Señor Murdstone, un tipo severo, cuya ocupación en la vida pareciera ser casarse con jóvenes con dinero, e imponerle después su severo régimen, mismo que tuvo tristes consecuencias para con Copperfield y su madre.
Mientras ocurre la boda y la luna de miel de su madre, David es enviado a Yarmouth, a vivir una temporada con la familia de Peggotty, unos humildes pescadores que viven en un barco.
Ahí conoce David a su primer amor infantil:
Emily.
Cuando regresa a su casa, queda evidenciado que un niño no cabía dentro de aquel sistema, y cuando un día David muerde a Murdstone, este le castiga, y le envía a una escuela lejos de su madre.
Dicha escuela se llama Salem House, que es dirigida por Mr. Creakle, un tipo déspota, cuyo sistema de educación son las tundas a sus alumnos.
También en dicha escuela conoce a Tom Traddles y a James Steerforth, amigo con el que se reencuentra posteriormente en la historia.
Clara es infeliz en su vida, ya no solo por el régimen de Murdstone, sino que este es reforzado por la hermana de éste, que se traslada a vivir con ellos para ayudarla a dirigir la casa, aunque en realidad toma todas las atribuciones de dirección, reduciendo a Clara a una simple inquilina sin voz ni voto.
Dicha situación deteriora la salud de Clara, quien a la vuelta de David durante el invierno, ha tenido un bebé.
De regreso en el colegio, David recibe la noticia de la muerte de su madre, seguida por la de su recién nacido hijo.
David queda abandonado a su suerte desde entonces, ya no vuelve a la escuela, y para deshacerse de él, es enviado a trabajar a un negocio del que Murdstone es socio.
Es alojado cerca de su trabajo por la familia Micawber, cuyas penalidades económicas David comparte por algún tiempo.
Después de la muerte de Clara, Peggotty acepta casarse con el cochero Barkis, dado que este matrimonio le da ventajas para mantenerse cerca de David.
En una ocasión, David decide que esa vida no es lo que su madre querría para él ni la que él quiere, así que escapa en busca de su tía abuela, Betsy Trotwood, en una lastimera travesía que finaliza en casa de su tía, a quien pide amparo.
Inicialmente la Sra. Trotwood no sabe qué hacer, por lo que llama a los hermanos Murdstone, a quienes se enfrenta en su decisión de encargarse del futuro del pequeño.
Así empieza una nueva vida para Copperfield, quien es enviado a una nueva escuela y puesto al cuidado de Mr. Wickfield, quien tiene una hija llamada Agnes, y bajo la dirección del Dr. Strong, director de la escuela y esposo de una jovencísima Sra. Strong.
La escuela acaba, para satisfacción de Betsy, quien coloca a Trotwood, como ha rebautizado a David, como aprendiz de procurador, posición donde conoce a la hija de su empleador, Dora Spenlow, de quien se enamora.
David se casa con Dora, pero poco tiempo después ésta enferma, y se da cuenta de que fue un error casarse con David.
David se da cuenta, de que siempre estuvo enamorado de Agnes, y es con ella con quien quiere estar.
Así que se casan, y David deja la profesión de abogado, para finalmente ser escritor.
No se puede decir que Dickens escribiera 2 libros iguales; pero aun así, “David Copperfield” constituye una cierta rareza dentro de su creación.
La novela presenta 2 partes claramente diferenciadas; y en cada una de las cuales, hallamos a un Dickens distinto:
La primera parte, que abarca la niñez y la pubertad de David, es fundamentalmente descriptiva y contemplativa.
Nos otorga las pistas necesarias para conocer, por qué el carácter del protagonista se va forjando poco a poco como lo hace, y se nos van situando a los actores que protagonizarán el complicado complejo de tramas que se desarrollará más tarde.
Así, una vez asentadas las bases, arrancará la labor narrativa tan perfeccionada que hizo de su autor, uno de los máximos exponentes del realismo internacional.
Críticamente, a la novela se le considera como un “bildungsroman”, o “novela de crecimiento” ya que posee de principio a fin un tema principal, la disciplinación de la vida emocional y moral del héroe de la novela.
Aprendemos a ir en contra del primer impulso erróneo del corazón indisciplinado, un motivo que se repite a través de todas las relaciones y los personajes de la novela; que generalmente pertenecen a una de 3 categorías:
Los que tienen corazones disciplinados, los que carecen de un corazón disciplinado, y los que desarrollan corazones disciplinados en el tiempo.
Los personajes que caen en la primera categoría, incluyen a la madura y preocupada Agnes Wickfield, y el abnegado y misericordioso Sr. Peggotty.
El avaro e intrigante Uriah Heep, y el ególatra e inconsiderado James Steerforth, son ejemplos de personajes que pertenecen a la segunda categoría.
Miembros de la tercera categoría incluyen a David Copperfield, quien aprende a tomar decisiones más sabias en sus relaciones, a través de la experiencia personal, y su tía Betsy Trotwood, que en un comienzo carece de consideración por otros, pero que se convierte en menos desconsiderada al pasar el tiempo.
Con ello, Dickens, a través de toda la novela, utiliza a los personajes y eventos a modo de comparación y contraste entre ellos, en términos de sabiduría y disciplina.
Una buena comparación, es Agnes Wickfield y Dora Spenlow:
Dora carece de madurez, y es incapaz de manejar situaciones tensas, generalmente rompiendo en llanto; mientras Agnes permanece calma y segura de sí, incluso en problemas, sometiéndose raras veces a sus emociones.
Otra buena comparación, es Ham Peggotty y el Sr. Peggotty, y la Sra. Steerforth y la Srta. Dartle:
Las últimas 2 desesperan con la pérdida de Steerforth, permitiendo que ello las aflija por toda la vida; mientras que los 2 primeros asumen la pérdida de Emily con dignidad y reserva.
A pesar de la premisa de su trabajo, Dickens no le da a David Copperfield una sensación almidonada o artificial, haciendo de esta novela, un despliegue máximo de su genialidad en acción; y parece que Dickens sentía preferencia por esta novela, que en cierto modo viene a reflejar aspectos de su propia vida.
En los prólogos a sucesivas ediciones, dice que a nadie “podrá parecerle más real esta narración” que a él mismo.
Y ciertamente “David Copperfield” es el libro donde acaso estén mejor reflejados los extremos del genio “dickensiano”, sus aciertos y sus errores, así como la técnica de aquellas entregas que mantenían encendida durante muchos meses la intriga del público.
En “David Copperfield”, un acierto indiscutible para sujetar ese interés, es el de la voz narrativa.
La primera persona tiende a identificar al lector con el narrador, y en este caso el narrador, un narrador siempre protagonista, empieza a contar su vida desde antes de su nacimiento, con lo que los lectores tenemos con él una relación muy estrecha, y de continua expectativa en relación con su peripecia vital.
Otra de las claves de la intriga, es el juego de la trama, que el autor procura interrumpir en cada capítulo, o llevar a un punto de especial interés que deja en suspenso, de manera que el lector tenga curiosidad por conocer la continuación de los sucesos.
Tal interés se mantiene a lo largo de los 64 capítulos de que se compone “David Copperfield”, que sin duda, con toda su irregularidad, con tantos aspectos discutibles, e incluso ya no vigentes, permanece llena de fuerza y certeza.
Su condición de “best seller” no le ha venido dada por la facilidad de su lectura, sino por haber creado un mundo y unos personajes que siguen conmoviéndonos, que nos hablan de nosotros mismos por encima del tiempo y de las modas, y haberlo hecho mediante un lenguaje vivo, capaz de interesarnos por su propio tono de confidencia cargada de relatos atractivos y de conciencia social.
“You'll find us rough, sir, but you'll find us ready”
David Copperfield es un drama del año 1969, dirigido por Delbert Mann.
Protagonizado por Laurence Olivier, Robin Phillips, Michael Redgrave, Ralph Richardson, Sinéad Cusack, Richard Attenborough, Cyril Cusack, Edith Evans, Pamela Franklin, Susan Hampshire, Wendy Hiller, Ron Moody, Emlyn Williams, James Donald, James Hayter, Nicholas Pennell, entre otros.
El guión es de Jack Pulman y Frederick Brogger, basados en la novela homónima de Charles Dickens, sobre el viaje de un joven a la madurez.
Esta película televisiva de David Copperfield, de Delbert Mann, es única entre las adaptaciones cinematográficas, porque cuenta toda la historia a partir de una serie de “flashbacks” en lugar de una narración en curso; y que funciona muy bien, al tiempo que se suma al golpe emocional de toda la historia, ilumina aún más a los maravillosos personajes de Dickens, y recibe la ayuda de una inquietante banda sonora del compositor Malcolm Arnold, en éste su último trabajo.
David Copperfield fue producida en el Reino Unido para 20th Century Fox Television, con algunos exteriores filmados en Suffolk; y algunas escenas interiores fueron filmadas en The Swan Hotel en Southwold; Inglaterra; fue estrenada en cines en Europa, pero se estrenó como un especial de televisión de NBC, en los Estados Unidos.
La historia sigue a David Copperfield (Robin Phillips) como un hombre joven, meditabundo en una playa desierta…
En retrospectiva, David recuerda su vida en el siglo XIX en Inglaterra, cuando era un joven huérfano, traído a Londres, y trasladado de parientes, a guardianes, a un internado…
Él revive su lucha para superar la pérdida de su infancia idílica, y el tormento infligido por su odiado padrastro, después de la muerte de su madre.
Luego, virtualmente abandonado en las calles de la Londres victoriana, David Copperfield es arrojado a la edad adulta, y lucha valientemente con los peligros de la corrupción y el vicio de la gran ciudad; dificultades que finalmente alimentan su triunfo como escritor talentoso y exitoso.
La película está muy bien hecha, y es bastante completa a pesar del alcance hercúleo de la novela, y la diferencia en escala entre Dickens y una película para televisión; por lo que se avanza a paso ligero, pero sin apresurarse.
“Annual income twenty pounds, annual expenditure nineteen nineteen and six, result happiness.
Annual income twenty pounds, annual expenditure twenty pounds ought and six, result misery”
El veterano director, Delbert Mann, nos ofrece esta perspectiva inusual sobre la vida de David Copperfield, el legendario huérfano de Dickens; en una película para televisión, que tiene un golpe inesperado desde su presentación; pues a diferencia de la interpretación estándar de “David Copperfield”, aquí Copperfield es un hombre deprimido, meditabundo y embrujado, que se siente responsable de todos los problemas que ve a su alrededor; por lo que la historia es hábilmente representada a través de una serie de “flashbacks”
Las escenas retrospectivas de David, cuentan la mayor parte de la historia de la novela, y tocan los aspectos más destacados de la vida de nuestro héroe, sugiriendo que está a punto de experimentar una especie de epifanía o derrumbarse sobre sí mismo, tal vez ambos.
En última instancia, la maravillosa capacidad de contar historias de Dickens, se muestra muy bien a medida que la historia termina con la mayoría de los arcos principales resueltos en unos pocos párrafos narrativos lucidamente representados.
Cuando se abre la historia, David está escribiendo esas famosas primeras líneas:
“Capítulo uno.
Nací... ya sea que me dirija al héroe de mi propia vida, o si esa estación estará en manos de alguien más, estas páginas deben mostrar…”  y arruga el papel y lo tira.
Camina por la playa, atormentado por destellos de memoria en una maravillosa secuencia de montaje, usando superposición de imágenes y sonido; y la película utiliza este dispositivo psicológico de la obsesión de Copperfield por los recuerdos de todos esos personajes ahora muertos, sombras del pasado, para unir los principales episodios de la novela.
Inmediatamente te preocupas por David, y quieres saber su historia; que no representa la lucha por la vida, sino la lucha contra la vida; y no desde un punto de vista pesimista, ni mucho menos, ni tampoco resignado.
Se trata simplemente de una aceptación deportiva de las reglas del juego.
Lo que en realidad hace atrayentes a los personajes de Dickens, es que son idénticos al lector; quizá más cultos o inteligentes, o puede que todo lo contrario, pero igualmente expuestos a la alegría y a la tragedia, así como a sencillos sinsabores e ilusiones tontas.
Puede que las vivencias de Copperfield nos resulten desgraciadas en su conjunto; pero fijémonos en nosotros mismos por un momento:
¿Acaso no nos cuesta cada vez más encontrar algo sobre lo que decir:
“Esto no me puede pasar a mí”?
La probabilidad de ser objeto de la desdicha, claro está, aumenta cuanto más tiempo caminamos por este mundo repleto de trampas y peligros; pero tarde o temprano, todos nos vemos golpeados por el dolor.
¿Es éste un planteamiento pesimista?
No, es simplemente contar las cosas como son.
De cómo sepamos asumirlo, dependerá nuestro grado de optimismo y nuestras posibilidades de volver un día la vista atrás y decir:
“En el fondo, he sido razonablemente feliz”
David Copperfield, la historia vital, desde la niñez hasta la madurez, del David del título que ha de superar el matrimonio de su madre con el cruel señor Murdstone y la posterior muerte de ella, para tomar las riendas de su triste existencia…
La huida del hogar donde recibe malos tratos por parte del padrastro, y todas las desventuras que correrá a lo largo de su crecimiento, hasta conocer el amor y la estabilidad; son contadas con la ironía y la crítica social habituales en el escritor británico.
Así vemos a David Copperfield, un escritor de mediana edad, que decide redactar sus memorias desde su nacimiento hasta su situación actual:
Huérfano de padre ya antes de nacer, sufre aproximadamente a los 10 años la muerte de su madre, debido con toda probabilidad al maltrato psicológico de su padrastro, el Sr. Murdstone y la hermana de éste.
Tras el funeral, los Murdstone envían a David a Londres para trabajar en una fábrica; pero él acaba huyendo a casa del único familiar vivo que le queda:
Betsey Trotwood, hermana de su padre, que renegó de él cuando nació ante la decepción de no haber podido tener una sobrina.
Contra todo pronóstico para David, Betsey lo acoge, y le hace reanudar sus estudios, comenzando así una nueva vida para el protagonista; e irá asumiendo diversas responsabilidades:
La elección y el desempeño de una profesión, el mantenimiento de su familia cuando ésta cae en la ruina, etc.
Pero sobre todo, irá evolucionando su forma de ver el mundo a medida que van desapareciendo sus ilusiones en torno a muchas personas, aunque también en torno a su futuro, y el papel en la sociedad de las instituciones para las que irá trabajando; y cambiará su noción de los distintos tipos de lazos humanos.
Todo esto le permitirá comprenderse cada vez más a sí mismo, lo que le ayudará en la errante búsqueda de su lugar en el mundo.
David Copperfield abarca una gran cantidad de temas, como las implicaciones del proceso de maduración personal, como tema principal; y de entre los secundarios, destacan:
El amor y el matrimonio, la búsqueda del sentido de la vida, la redención de errores pasados, la capacidad y/o incapacidad del ser humano para cambiar a quienes lo rodean, etc.
Lo que más llama la atención del desarrollo personal de David Copperfield, es la claridad con que se aprecia el proceso de desengaño.
Su carácter le hace crear un halo de magia en torno a algunos aspectos del mundo que lo rodea y, sobre todo, asociar este halo a sus seres queridos.
Crecer, significa para David, ser capaz de captar la verdadera naturaleza de las personas, aunque éstas se oculten tras una máscara:
Littimer, Uriah Heep, o él mismo las haya ocultado tras una ilusión:
Steerforth, Dora…
Sin embargo, como se ve al final de la novela, el desengaño es sólo un proceso necesario para colocar ese halo de magia en torno a las personas que de verdad lo merezcan:
Traddles, Agnes…
Dicho de otra forma, madurar es administrar de forma racional los sentimientos.
Por otra parte, el crecimiento implica pérdida, no sólo de las ilusiones creadas en torno a ciertas personas, sino también de los sueños de juventud que quedarán para siempre sin realizar.
David expresa esta sensación diciendo:
“Era consciente de que la conocida sensación de pérdida o de deseo de algo se había abierto un hueco en mi corazón…
Al recordar los días de verano con el aire impregnado de mi magia infantil, eché en falta el cumplimiento de parte de mis sueños”
Una de las grandes lecciones de David Copperfield, es que no podemos cambiar a los demás por la fuerza.
Esto se ve en los desastrosos resultados de la violencia empleada por los Murdstone hacia David y su madre, o la de Mr. Creakle hacia sus alumnos.
También, Copperfield trata de “formar” la mente de Dora cuando se da cuenta de que no es la esposa que deseaba:
Sus intentos de instruirla sobre literatura y asuntos domésticos, sólo generan en ella rechazo y amargura, hasta que David llega a la conclusión de que quizás su mente ya esté formada, y él no tenga nada que hacer.
Sólo cuando abandona la empresa, Dora realiza algunos intentos, infructuosos, de serle útil, lo que demuestra que una persona necesita sentir que actúa por voluntad propia.
Las personas que nos rodean, no cambiarán si se sienten presionadas por nosotros, pero sí pueden hacerlo ante nuestro ejemplo, o nuestra mera influencia, igual que nosotros modificamos nuestro comportamiento en función de algunas de ellas.
Del reparto, varios de los otros actores también aparecieron en otras películas de Dickens:
James Hayter fue Mr. Pickwick en “The Pickwick Papers” (1952), en el cual James Donald también apareció como Mr. Winkle.
Hayter, también hizo del librero en la versión cinematográfica de “Oliver!” (1968)
Edith Evans, interpretó al Fantasma de La Navidad Pasada en la película musical de 1970, “Scrooge”
Al tiempo que esta es la segunda película de Dickens para el actor Ron Moody, que interpreta a Uriah Heep.
Moody, había interpretado previamente a Fagin, en la versión cinematográfica del oscarizado musical “Oliver!” (1968), un papel que originó en el escenario de Londres.
De resto, Robin Phillips, es un serio y juvenil David; Michael Redgrave está perfecto como Mr. Peggotty; Lawrence Olivier como el malvado Mr. Creakle; etc.
De las escenas, destacar la que el tío Dan, finalmente encuentra a la pequeña Emily, rescatándola de una vida de prostitución; es tan intensa y gratificante que provocará lágrimas.
Pero el mayor logro es el “casting” de la maravillosa Susan Hampshire como Agnes, que siempre ha amado a David, que pertenece a David... y esta versión termina con una increíble toma aérea, cuando finalmente se abrazan y sabes, por fin, que ellos encontrarán la felicidad juntos; porque el éxito de las grandes novelas y las grandes películas, es la implicación emocional, y esto sin duda tiene éxito.
El director Delbert Mann, vació la colonia británica de Hollywood y una gran cantidad de actores de gran categoría del Reino Unido para interpretar los personajes en esta producción de David Copperfield.
Por esa razón, uno debería ver esta película, pues no es frecuente encontrar tantas estrellas en una producción.
Pero hay que ser prevenido, porque esta no es la interpretación estándar del personaje de David Copperfield y la historia de Dickens.
Es más emocional, cerebral y deprimente que la norma; por lo que no entre con la esperanza de salir totalmente ileso; y algunos se sentirán decepcionados, aunque la película es definitivamente un logro digno de respeto; porque simplemente no es tan sencillamente entretenida como lo son algunas de las versiones más alegres de esta historia.
El problema que veo, es que la magnitud de la novela pide una miniserie de varias horas, en lugar de una película normal de casi 120 minutos; por lo que es simplemente imposible capturar una cantidad significativa de los eventos que tienen lugar en la historia en 2 horas.
Aunque la narración sea lo que marca la diferencia, puede que algunos no disfruten del formato “flashback”, que rompe continuamente la estructura de la película, lo significa que, durante la primera hora más o menos, el flujo narrativo se interrumpe por tomas persistentes de Copperfield sobre la playa de Yarmouth, escuchando recuerdos de personas a las que ha conocido, haciendo eco en su cabeza…
Así, toda la historia es un “flashback” constante, pero Mann adoptó la técnica de traer al Copperfield antiguo, a escribir sus memorias como una manera de cortar mucho material extra, y llegar a los principales eventos en la vida del protagonista.
Funciona bastante bien para el drama, aunque será mejor que no lo uses si deseas estudiar a David Copperfield
“The blossom is blighted, the leaf is withered, the god of day goes down upon the dreary scene, and, and in short you are for ever floored.
As I am!”
“David Copperfield” fue la más exitosa de todas las obras de Dickens.
La tirada de cada una de sus entregas, magistralmente ilustradas por H.K. Browne, y que se recrean en los títulos de crédito de esta película, superó los 100 mil ejemplares, cifras hasta entonces nunca vistas en una sociedad repleta de analfabetos, por lo que se considera a Dickens, “el padre del best seller”
Y desde el punto de vista creativo, pone el punto final a la primera etapa de su carrera, coincidiendo con la muerte de sus padres, y el comienzo de la pérdida de su salud, hechos que le sumieron en la más grave de las depresiones que le habían atacado hasta la fecha.
En cierto modo, “David Copperfield” supone un cierre contable a la juventud de Charles Dickens, que el autor da por definitivamente concluida a sus 37 años.
Porque en realidad, se trata de una “novela de personajes”, hábilmente ensartados en el hilo conductor de la evolución del protagonista, que en realidad es el más plano de todos ellos.
Y no es que Copperfield esté mal trazado, sino que su posición de observador hace que su subjetividad se convierta para el lector en la objetividad más pura.
Desde su atalaya moral, verá aparecer, desaparecer y, en algunos casos, reaparecer a una incontable sucesión de personas que influirán en su existencia en mayor o menor medida, tal y como ocurre en nuestras propias vidas.
El crecimiento de David, es crecer como lo hacemos nosotros mismos.

“I never could have done what I have done, without the habits of punctuality, order, and diligence, without the determination to concentrate myself on one object at a time”



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