The Shape Of Water

“You'll never know just how much I love you, you'll never know just how much I care.
And if I tried I still couldn't hide my love for you…”

La misión del novelista no es contar historias, sino crear literatura.
Contar historias, en todo caso, sería la labor del narrador, que pertenece a una categoría diferente del novelista.
Algo así podría aplicarse al cine, porque la misión del cineasta consiste en crear cine, algo muy obvio en el caso de los grandes directores, como Stanley Kubrick o Alfred Hitchcock, en cada una de sus películas se reinventa el cine, que también es aplicable al caso del director de cine mexicano, Guillermo del Toro y su género fantástico, el cual es un género artístico en el que hay presencia de elementos que rompen con la realidad establecida.
En su sentido más amplio, el género fantástico se halla presente en la literatura, cinematografía, historietas, videojuegos, juegos de rol, pintura, escultura, drama y, sobre todo, en la mitología y relatos antiguos, donde tuvo su origen.
Se caracteriza por no dar prioridad a una representación realista que respete las leyes de funcionamiento del mundo.
En ese sentido se suele decir que el género fantástico es subversivo, pues viola las normas de la realidad; por tanto, “la fantasía oscura”, es un subgénero de la ficción fantástica que puede referirse a obras literarias, cinematográficas y artísticas en general, que combinan la fantasía con elementos de terror.
A grandes rasgos, la expresión puede utilizarse para referirse a las obras fantásticas que exhiben una atmósfera oscura o sombría, o que transmiten una sensación de horror y espanto.
Otros autores, críticos y editores, han adoptado dicha expresión para describir otro tipo de obras.
Sin embargo, estas historias rara vez comparten similitudes universales más allá de las apariciones sobrenaturales, y el tono oscuro e inquietante.
Como resultado, la expresión “fantasía oscura” no puede ser conectada sólidamente a la definición de un conjunto de figuras o elementos estructurales.
El término, puede referirse a relatos basados, bien en el horror, o bien en la fantasía.
No es necesario puntualizar que La Academia de Hollywood ha nominado a muchos títulos que pertenecen a este grupo, entre los que se encuentran:
“The Wizard Of Oz” (1939) y la saga “The Lord Of The Rings”, pero ninguna se ha llevado el codiciado reconocimiento, a excepción del espectacular caso de las adaptaciones de Tolkien en su conjunto.
Sin embargo, es posible que esto pueda cambiar…
“A Fairy Tale for Troubled Times”
The Shape Of Water es una película de fantasía, del año 2017, dirigida por Guillermo del Toro.
Protagonizada por Sally Hawkins, Doug Jones, Michael Shannon, Octavia Spencer, Richard Jenkins, Michael Stuhlbarg, Lauren Lee Smith, David Hewlett, Nick Searcy, Morgan Kelly, Dru Viergever, Maxine Grossman, Amanda Smith, Cyndy Day, Dave Reachill, entre otros.
El guión es de Guillermo del Toro y Vanessa Taylor; sobre la relación que entabla una joven y un monstruo; un guion que habla de la ternura y de la grandeza de la insignificancia, insignificancia aparente, insignificancia con arreglo a criterios superficiales; y de la aceptación de la diferencia y de la poesía de los marginados, algo particularmente necesario en un mundo donde los compatriotas del director mexicano, los famosos “espaldas mojadas” son denigrados, perseguidos, escarnecidos, encarcelados por el mero hecho de ser pobres, o “alienígenas”
El director, muy fiel a su estilo, siempre conserva las características de su cine que lo han venido acompañando desde sus inicios, tales como la fusión de realismo con fantasía, la presencia constante del terror gótico, relaciones socialmente incorrectas, o la creación de monstros sacados de su imaginativa mente, podrá gustar más o menos su cine, pero este autor siempre se ha mantenido fiel a sus convicciones cinematográficas, y The Shape Of Water es la reafirmación de estas evidencias.
Del Toro dijo:
“Esta película es una película de sanación para mí...
Durante 9 películas reformulé los temores de mi infancia, los sueños de mi infancia, y esta es la primera vez que hablo como adulto, sobre algo que me preocupa como adulto.
Hablo de confianza, alteridad, sexo, amor, hacia dónde vamos...
Estas no son preocupaciones que tuve cuando tenía 7 o 9años”
Y con su 10º largometraje, que el tapatío ejecuta casi a la perfección, es el florecimiento de todo lo que ya había sembrado en sus títulos anteriores:
Los monstruos, la imposibilidad de comunicar, la necesidad de pertenecer, la imaginación como un refugio, la vida secreta como una salvación y la diferencia como una fuerza.
El resultado es un homenaje al cine por un soñador trabajador que quiere abrazar al mundo con un mensaje de aceptación del otro.
La película ha ganado hasta ahora, El León de Oro/Mejor Película en El Festival de Cine de Venecia, 2 Globos de Oro de 7 nominaciones, y tiene 14 nominaciones a los premios de La Crítica Cinematográfica; como dato, el cartel teatral fue dibujado a mano, por el artista taiwanés-estadounidense, James Jean; y la filmación tuvo lugar en el año 2016, en Hamilton, Ontario, Canadá.
La acción tiene lugar en Baltimore, Estados Unidos, alrededor de 1963.
Estamos en plena La Guerra Fría y la carrera militar y espacial está en su punto más álgido.
Elisa Esposito (Sally Hawkins) es una empleada de la limpieza muda, que trabaja como compañera de Zelda Fuller (Octavia Spencer) en una instalación del Gobierno, que esconde unos laboratorios secretos…
Su vida cambia por completo al descubrir a un ser enigmático:
Un hombre-pez único (Doug Jones), una auténtica anomalía natural, que vive encerrado, y es víctima de diversos experimentos.
Elisa empieza entonces a sentir simpatía por este extraño ser, y se establece una fuerte conexión entre ambos.
La limpiadora, por su soledad, hace amistad con la criatura, y se enamora; pero el mundo real no es un lugar seguro para un hombre de estas características, y para una mujer de sus sensibilidades.
“Desde la infancia he sido fiel a los monstruos.
Porque los monstruos son nuestros santos patrones de imperfección gozosa”, diría muy acertadamente el director Guillermo del Toro la noche de ayer, cuando recibió el Premio Globo de Oro como Mejor Director.; y no cabe duda que el filme será uno de los más nominados en los Premios Oscar, por lo que cabe la pregunta:
¿Se lo merece?
Absolutamente sí.
Guillermo del Toro, fiel a su género, muestra un tributo a Hollywood y a los filmes y programas de TV que muchos vimos de pequeños, mezclando historias griegas como “Orfeo y Eurídice”, no en vano es el lugar donde vive la heroína sobre un cine llamado “Orfeo” y al inicio se muestra un “infierno” al fondo… de mitologías, y literatura como “Romeo y Julieta” de Shakespeare o de los mismos cuentos para niños, así como adapta la trama a los tiempos actuales, como la inclusión, la batalla contra el racismo, la xenofobia, la homofobia, el machismo y la violencia; desde una ambientación más que correcta que refleja todos escenarios como si viéramos miles de peceras o ambientes acuáticos; así como también logra hacer reflexionar sobre el conflicto humano, entre la ciencia y la política militar.
Pero lo que más me llamó la atención, es el punto de vista femenino, y es que es una de las pocas historias de amor, en el que la mujer es feliz desde el principio, y no tiene que encontrar a su media naranja para sentirse completa y plena.
Del Toro muestra el descubrimiento sexual y posterior realización como mujer de una joven común, una heroína que busca desesperadamente el amor, que no es una “princesa” frágil, sino todo lo contrario, una mujer empoderada, y que encuentra lo que busca en uno de los monstruos más hermosos vistos jamás en el cine.
Tremenda alegoría al ver los diferentes tipos de hombres que se le presentan… siendo el más monstruoso el más amoroso, cariñoso y comprensivo.
Los personajes, todos son entrañables, en un desarrollo que se cuida en no caer en lo pasteloso, ni en la lágrima fácil, sino más bien, logra extraer del espectador el lado más humano y que probablemente hemos perdido:
La empatía y el amor; en especial hacia las personas diferentes y a los seres de diferente especie, por lo que el film también se muestra ambientalista y ecologista.
La película es riquísima en lecturas cinematográficas, que un solo visionado no basta para sacarle todo el provecho.
La dirección es muy buena, narrada como un cuento, sino veamos el inicio, con un gran ritmo que no decae jamás; y cuando pensaba que del Toro no iba a tocar el tema religioso, lo logra meter como una de las muchas alegorías y metáforas hermosas que veremos en todo el metraje, que muy sin embargo, no es un filme para menores de edad, debido a los desnudos y a la violencia gráfica, marcas muy propias del director; de hecho, a través de su cuenta de twitter, Guillermo del Toro comunicó que la Motion Picture Association, encargada de elegir las calificaciones, ha catalogado este filme como “R”, es decir, que los menores de 17 años tendrán que ir acompañados para ir a verla.
No nos queda aquello de “cenizas a las cenizas”, sino que “todos regresaremos al agua”, un elemento tan preciado, que se puede ver en todas las escenas; y que del Toro valora como el “leitmotiv” de su Obra Maestra; que es también una poderosa visión de un maestro creativo, sintiéndolo totalmente, y alegremente libre; porque es una película para los amantes del cine, en que el director trasciende el mero pastiche, para elaborar una obra que trasciende el imaginario cinematográfico colectivo; un canto a la belleza “diferente”, una oda a la fraternidad de los marginados en una sociedad marcada por la intolerancia, que no tiene miedo a saltar sin red entre un registro “naif”, sostenido por la fuerza fabulística del relato, y una cara lúgubre.
“When he looks at me, he does not know, how I am incomplete.
He sees me... as I am”
Guillermo del Toro es un cineasta que ha dirigido una amplia variedad de películas, desde adaptaciones de comics hasta películas de terror y fantasía histórica, 2 de las cuales se sitúan en España en la época de La Guerra Civil Española y el periodo inmediatamente posterior, durante el régimen dictatorial del General Francisco Franco.
Estas películas, también comparten aspectos similares:
Protagonistas o niños pequeños, y temática como la relación entre terror y fantasía; y el vivir bajo el yugo de un régimen fascista o dictatorial; por lo que del Toro se caracteriza por imprimir una estética y ambientación espectaculares a sus películas, creando ambientes tétricos y agobiantes, o situaciones mágicas y fantásticas.
Su estilo está marcado por su gusto por la biología y por la escuela de arte simbolista, su fascinación por el mundo fantástico desde el punto de vista de los cuentos de hadas, y su gusto por los temas oscuros; por lo que sus trabajos incluyen frecuentemente monstruos o seres fantásticos; y siempre ha afirmado estar enamorado de los monstruos:
“Mi fascinación hacia ellos es casi antropológica... los estudio, los disecciono en algunas de mis películas:
Quiero saber cómo funcionan, qué aspecto tienen por dentro, y cómo se comportan”
También tiene una lista de otras cosas que le fascinan, y que se han convertido en piezas habituales de sus películas:
“Tengo una especie de fetichismo por los insectos, la relojería, la maquinaria, y los engranajes, monstruos, lugares oscuros, cosas sin nacer...”
Y la última fantasía de Guillermo del Toro, es una película de monstruos ambientada en la posguerra, incidiendo en los sucesos posteriores al incidente Roswell, y toda la paranoia relacionada con La Guerra Fría.
Pero The Shape Of Water es mucho más cálida que todas las películas que narran aquella época; porque debajo de su superficie escamosa y brillante, hay un corazón que late:
“Porque, para mí, el amor no es transformación...
El amor es aceptación y comprensión”, dijo del Toro; y la idea de The Shape Of Water se formó durante el desayuno de Guillermo con Daniel Kraus en 2011, con quien más tarde coescribió la novela “Trollhunters”; que a su vez muestra similitudes con el cortometraje de 2015, “The Space Between Us” y también la novela de Rachel Ingalls, “Mrs. Caliban”
Pero se inspiró principalmente en sus recuerdos de la infancia al ver “Creature from The Black Lagoon” (1954) de Jack Arnold; y deseando ver a Gill-man y la coprotagonista de la película, Julie Adams, triunfar en su romance.
Cuando del Toro estaba en conversaciones con Universal para dirigir una nueva versión del filme de 1954, intentó lanzar una versión centrada más en la perspectiva de la criatura, donde la criatura terminó junto a la protagonista femenina, pero los ejecutivos del estudio rechazaron el concepto.
El director, además, originalmente quería filmar la película en blanco y negro, pero finalmente decidió no hacerlo debido a restricciones presupuestarias.
Este proyecto marcó la primera vez que el director Guillermo del Toro tuvo una coautora en su guión; pues se desarrolla durante una guerra de la vida real, y presenta elementos mágicos; y es curiosamente también la premisa de la película anterior del director, “Pan's Labyrinth” (2006); pero se estableció la película durante la era de La Guerra Fría de los años 60, para contrarrestar las tensiones actuales, especificando que “si digo alguna vez en 1962, se convierte en un cuento de hadas para tiempos difíciles.
La gente puede bajar la guardia un poco más, y escuchar la historia y a los personajes y hablar sobre los problemas, en lugar de las circunstancias de los problemas”, dijo.
Aunque es tarea difícil, The Shape Of Water es una de las películas más redondas del director, tanto en el desarrollo como en el cierre de la historia.
Por otro lado, es perceptible a primera instancia, que no se trata de la película más personal, por lo menos en cuanto a la estética se refiere, aunque mantiene elementos totalmente característicos de Guillermo del Toro, como son los monstruos que nacen de una imaginación sin límites, así como de los elementos de cuento que acompañan las narraciones en sus películas.
Todo empieza desde las profundidades, en el estado etéreo del sueño, donde las aguas siguen concediendo deseos... poco a poco, se va asentando, dejando de flotar, y tomando aires de realidad, mientras una voz nos pregunta:
“¿Qué te contaría sobre La Princesa muda?”
El cineasta nos cuenta una historia de una Princesa sin voz.
Érase una vez… una chica solitaria que oía, pero no podía hablar; con un vecino mayor, un señor para quien estaba prohibido decir que amaba a quien amaba de verdad… y una compañera de trabajo, una mujer afroamericana, y de carácter fuerte en un país que no gustaba ni del uno ni del otro; con un jefe que se creía que no había mejores tiempos para estar vivo, y que él era el hombre del futuro.
Y una criatura salvaje, que habían alejado de su tierra, y que pretendían ahora moldear a su gusto; pero La Princesa cuenta con su apoyo inesperado, así como la de un científico de gran corazón que se había metido en aguas turbias; todo ello en una ciudad, cerca del agua, y lejos de todo lo demás; alimentado gracias a su amor por el cine y por la criatura.
Todo ellos vivían en un país, en medio de una guerra que llamaban “fría”, y de una caza de ciudadanos que llamaban “brujas”
La primera secuencia de la película, acompañada del magnífico “score” de Alexandre Desplat, nos muestra la rutinaria y solitaria vida de Elisa, una mujer muda, con aspecto de niña que vive en un complejo de apartamentos ubicado encima de uno de esos enormes palacios de cine de antaño, el Orpheus.
Sus únicas amistades son Giles (Richard Jenkins), un homosexual y artista frustrado que tiene como vecino, y Zelda, su platicadora compañera de trabajo; ambas mujeres forman parte del personal de intendencia de un laboratorio secreto perteneciente al gobierno de los Estados Unidos.
Ahí, un grupo de investigadores bajo la custodia de agentes de seguridad, mantienen en cautiverio a una extraña criatura marina, que podría ser el arma perfecta para derrotar a Rusia durante La Guerra Fría; pero Elisa, quien solamente puede comunicarse a través de lenguaje de señas, entabla un vínculo muy peculiar con dicha criatura.
A través de la música y de sus gestos de gentileza, Elisa encuentra la manera de comunicarse con el monstruo acuático, el cual es constantemente torturado por El Coronel Richard Strickland (Michael Shannon), el encargado de seguridad del lugar.
Cuando él y sus superiores deciden que ha llegado la hora de terminar con el proyecto, Elisa luchará hasta las últimas consecuencias con tal de proteger y evitar que le hagan daño a la criatura de la cual se ha enamorado.
Guillermo del Toro compone un fresco, basándose en la mirada de su propio narrador; y se burla así del hombre de poder racista, misógino y violento al abrir un paréntesis sobre su intimidad, y burlarse de su orgullo con orgullo, valga la redundancia; y encuentra en el personaje de Zelda, un portavoz que expresa, con mucho humor, un punto de vista crítico sobre el mundo y su funcionamiento.
También, escapa en compañía de Giles, para traducir esta visión desde un punto de vista romántico, creando así el balance entre los secundarios; y compone cuidadosamente su puesta en escena, creando una atmósfera visual hipnótica; al tiempo que rinde homenaje al cine clásico de Hollywood, a través de los ojos de Giles, y varias situaciones en la que Elisa sueña despierta.
Y es que Elisa es solitaria y discreta, pero no es inocente ni sin personalidad.
Se masturba en la tina, llega tarde al trabajo, y desobedece las reglas impuestas por el terrible jefe del laboratorio.
Así conoce a la criatura, este que unos llaman un dios, y otros llaman un monstruo; pero que tiene el poder de curar o el de destruir, este que es nuestro espejo y el recipiente de nuestras frustraciones y odios.
Este que la enamora y le hace sentir por primera vez que ella también pertenece.
Porque sí, The Shape Of Water es definitivamente una película sobre el amor.
La historia abre con una secuencia lírica de una mujer dormida sobre un sofá en un departamento inundado por el agua.
En los colores y el diseño de decorados, The Shape Of Water nos recuerda de inmediato el trabajo de la dupla creativa francesa de Caro/Jeunet y sus icónicas “Delicatessen” (1991) y “La Cité des Enfants Perdus” (1995), por lo que predominan el rojo y el verde; y hay un dejo anticuado en la atmósfera que no es solamente la reconstitución de la década de los años 60, sino algo más profundo, más fijado en el tiempo.
Conforme va avanzando la trama, también toma prestadas unas referencias visuales a Frank Miller, con lo que puede parecer un comic en “live action”; y finalmente, hasta se permite un cambio de estilo radical para sellar el homenaje al cine
No al “cursi”, palabra en sí horripilante, o al de las comedias románticas, sino al del amor entre 2 personas que se encuentran o será que se reencuentran, como nos podría dejar pensar hacia el final del relato; y s e reconocen en sus diferencias.
Así, con The Shape Of Water, Guillermo del Toro vuelve al género fantástico ambientado en un contexto histórico, y con un trasfondo social, lo que ya ocurrió en “El Espinazo del Diablo” (2001) y “Pan’s Labyrinth” (2006)
De acuerdo a del Toro, la película tiene varios significados e intenciones:
Por un lado, es un tributo a su amor por la cinta de 1954, “Creature from The Black Lagoon”, siendo la referencia bastante obvia.
Sin embargo, existe un mensaje aún mayor detrás del guión, y el cual podría ser la razón para que The Shape Of Water sea la mejor película del año.
La narrativa, no sólo es un cuento de hadas muy peculiar, algo con lo que ha trabajado el cineasta desde sus inicios en esta industria, sino que es una crítica ante cómo actuamos ante el otro, ante el extranjero.
El creativo, presenta una historia ubicada en La Guerra Fría, para mostrarnos que las cosas en realidad no han cambiado mucho:
“La ubiqué específicamente en 1962, porque cuando la gente dice:
“Hagamos a América grande otra vez”, están soñando con esa era.
Un momento en donde todo era súper increíble si eras blanco, anglosajón y protestante; pero si eras cualquier otra cosa, estabas acabado.
No ha cambiado mucho”, dijo el mexicano.
Aquí, nadie es lo suficientemente bueno para el sistema aplastante del “American Dream”:
La piel no es blanca, la cultura no es anglosajona, las preferencias sexuales van en contra de la moral... por lo que del Toro apunta a una sociedad que lleva 50 años diciendo a los suyos, que “algunos pueden estar y otros no”, ninguna novedad bajo el discurso de odio y segregación del horripilante Donald Trump.
“Lo de hoy es un tumor, no significa que no estaba el cáncer antes.
Sólo significa que ahora se ha materializado”, dijo del Toro; que comenzó a escribir el filme en 2012, y está orgulloso del mensaje tan vigente de la película, que habla de no temer “al otro”, “al diferente”, al tiempo que critica las ideologías que siembran el odio, e impiden el entendimiento, provocando que la sociedad esté más fracturada que nunca.
“Porque las ideologías y la tecnología, van de la mano.
Antes, había una diferencia grande entre el espacio de discurso público y el personal.
No se tocaban, porque los medios no estaban metidos en la cama con nosotros, y ahora los llevamos literalmente en el bolsillo, o puestos en un reloj”, declaró el realizador.
“Las ideologías, ahora se transmiten de manera global en cuestión de segundos, sin posibilidad de corrección histórica.
Un rumor, antes llevaba meses o años para esparcirse.
Ahora es cuestión de minutos, y nunca más se va”, sostuvo.
Al tiempo, la película mezcla el romance, el cine de espías, los guiños a películas de monstruos, al estilo clásico de “King Kong”, e incluso a los musicales, con una secuencia que es un homenaje directo a “Beauty and The Beast” (1946) de Jean Cocteau.
“Los protagonistas, viven encima de un cine, así que tenía claro que quería una película que estuviera enamorada del cine, y no de un cine cualquiera, sino del cine dominguero, de entretenimiento, que muchas veces es el que te salva la vida”, indicó del Toro.
En ese sentido, el realizador incluye en el filme referencias a obras como la bíblica “The Story of Ruth”, el musical “Mardi Grass”, o actrices como Carmen Miranda o Shirley Temple.
Todo ello manejado por del Toro con un presupuesto de unos $20 millones; y “con la libertad que he tenido aquí, la cambias por un presupuesto muy apretado, pero el sentido de liberación es muy grande, y eso me motiva mucho”, reconoció el cineasta, quien admite que pidió permiso a su colega, el español Santiago Segura, para incluir en la historia, un sorprendente guiño a su personaje estrella:
José Luis Torrente.
“Hablé con “el amiguete”, y le dije que tenía un personaje muy “torrentil”, y que me encantaría usar el diálogo de lavarse las manos”, concluyó del Toro.
Pero por otro lado, The Shape Of Water plantea una polémica actual de una forma no tan velada, y que puede hacer reflexionar al público en general.
Es decir, va más allá de la mera fantasía.
En todo su diseño, sin embargo, la elegante y atemporal narrativa de Guillermo del Toro es lo más impresionante, y apela a una gama inimaginable de emociones.
Ya en su trabajo anterior, el director demostró fabulosamente, cómo puede difundir historias en niveles múltiples e inesperados, para crear una sensación de grandeza de lo que se muestra, sin perder el núcleo.
Es el tratamiento empático de las fascinantes historias de amor entre el monstruo y el ser humano, lo que le da a The Shape Of Water su independencia, singularidad y fascinación.
La letra del director, se puede reconocer en cada fibra de la película, por lo que la puesta en escena de los acontecimientos es muy cuidadosa y detallista.
Pero del Toro no se ha detenido en el tiempo, se ha convertido en un narrador incomparable, que sabe exactamente lo que quiere, y en cómo traer las imágenes a la gran pantalla para expresar su visión.
Con pleno conocimiento de la historia del cine, sin portar el género, la determinación de ir en contra de las convenciones, crea en Guillermo del Toro, ser uno de esos directores que se preocupa por su audiencia, sin dejar de lado la calidad cinematográfica, su estilo y lenguaje están presente desde el primer fotograma; por ello, visualmente, The Shape Of Water es una belleza de principio a fin.
En un espacio retro-futurista, con su punto “steam-punk”, pues estamos en un pasado, años 60, 100% “fantastique”, una buena manera de imaginar la forma de la película, es retrotraerse a como el cine de los años 40 y 50 solía imaginar el futuro a través de su imaginario fantástico:
Su diseño de producción y vestuario, logran capturar la esencia de los años 60s en los Estados Unidos; asimismo, el trabajo de fotografía a cargo de Dan Laustsen, logra transportarnos efectivamente a la época, utilizando una gama de verdes que asemejan las tonalidades del agua de mar, elemento clave e importante en el desarrollo de la historia.
Esto permite a del Toro, resaltar algunos objetos a través del color complementario rojo, como la sangre y los zapatos de la protagonista, y transmitir ciertas emociones.
Hay una escena que ocurre en los baños del laboratorio, en donde vemos una gota de sangre derramarse lentamente, la cual es un guiño a una escena similar de “Cronos” (1993); y es que no es casualidad que su título haga referencia a la forma del agua.
En primera instancia, por la importancia que ella tiene para el monstruo anfibio que lo protagoniza, pero ante todo, por la capacidad que a nivel de realización, del Toro demuestra atesorar, para emular el movimiento del agua a través del constante movimiento de cámara sobre el que su nueva película está plasmada.
Pero vayamos más allá:
Considerada como uno de los 4 elementos esenciales en la antigüedad grecolatina, el agua es también uno de los 2 signos zodiacales de Saturno durante dicha etapa de filosofía clásica, y de la misma manera también podríamos hablar de la angustia existencial que transmite Heráclito en su famoso aserto, de que nunca se puede meter 2 veces la mano en el mismo río, o los ríos que van a dan a la mar, que es el morir, en las coplas manriqueñas, pero no quiero insistir en lo ya dicho, además que el largometraje de Guillermo, permite expandir nuestro análisis por otros ámbitos tan antagónicos como conectados.
Y es que del Toro lleva desde “Cronos” (1993) declarando su amor al cine, por el cine y para el cine, a través de una obra que, anclada en el fantástico, visita todos aquellos lugares de placer donde el cineasta se formó como cinéfilo apasionado:
“Monster movies” aterradoras como “Mimic” (1997); películas de fantasmas con trasfondo social, como “El Espinazo del Diablo” (2001); el cómic y los superhéroes con “Blade II” (2002), “Hellboy” (2004); los kaiju-eiga en “Pacific Rim” (2013); los films de terror gótico, como “Crimson Peak” (2015) y las “fairy tales” que beben tanto de los hermanos Grimm como de Lewis Carroll, en “Pan’s Labyrinth” (2006)
Con The Shape Of Water, regresa al universo de los cuentacuentos, cogiendo elementos que vienen tanto del cine con “mad doctors”, el “pulp” que trabajaba el mundo de los espías y La Guerra Fría; y las películas con criatura amenazante que mezclaban terror con romanticismo, desde la seminal “King Kong” (1933) hasta películas como la de Jack Arnold, que sigue siendo el patrón estético de cualquier humanoide marino que se precie.
Por tanto, The Shape Of Water es un cruce sublime entre el fantástico y el romántico; sin necesidad de tener a una joven que siga el canon de la belleza de pasarela, en una historia que toma vida gracias al extraordinario trabajo de su actriz protagónica, la inglesa Sally Hawkins.
A pesar de que su personaje le impide hablar, Hawkins es capaz de transmitir sus sentimientos a través de su lenguaje corporal, de sus gestos y de su mirada.
No es una labor sencilla, pero la actriz logra una interpretación convincente sobre una mujer solitaria, apasionada por los musicales clásicos, y sobre todo, una soñadora en busca del amor de su vida en un mundo que se ha dedicado a relegarla debido a sus capacidades limitadas.
Ella crea un personaje para la historia del cine, que bien llega a homenajear al cine mudo, literalmente; la maravillosa actriz ha pasado la barrera de los 40, y si resulta fascinante en la obra, es por saber congeniar fragilidad, inocencia, valentía y amor absoluto, y haciendo creíble y emocionante una historia de amor en los límites de la realidad.
El director dijo sobre Sally Hawkins:
“No solo ella fue la primera opción, ella fue la única opción.
Escribí la película para Sally, escribí la película para Michael Shannon... pero Sally quería el personaje de Elisa para ser bella, a su manera, no de una manera comercial, como la de un perfume.
Podrías creer que este personaje, esta mujer, estaría sentada a tu lado en el autobús.
Pero al mismo tiempo, ella tendría una luminosidad, una belleza, casi mágica, etérea”
De hecho, para su preparación, Sally Hawkins investigó a Charles Chaplin, Stan Laurel, Oliver Hardy, Buster Keaton y Audrey Hepburn.
No es casual que uno de los personajes principales, interpretado por Richard Jenkins, es un artista, y tiene un dibujo de Audrey Hepburn en su estudio; pues Sally Hawkins interpretó a una mujer llamada Elisa en esta película, y Audrey Hepburn interpretó a una mujer llamada igual en el oscarizado “My Fair Lady” (1964); por lo que el director incluso le compró una colección de Blu-ray con los artistas mencionados, antes del rodaje.
Por otro lado, del Toro escogiera a Michael Shannon y a Michael Stuhlbarg para ser, respectivamente, el villano de la función, y el reptiliano “mad doctor” para que el tono “pulp” de la obra se mantenga en todo momento.
Primero, Michael Shannon siempre está correcto como villano, tan amenazador como efectivo; también se hace notar en Strickland, cuya vida, cual parodia mala de un anuncio televisivo de los 60, se nota vacía y carente de rumbo, siempre a la sombra de una decencia que sus superiores podrían sentenciar que no se ha ganado, algo que ni siquiera un coche último modelo podría asegurarle.
De hecho, la mayoría de los personajes fueron escritos con los actores en mente:
Octavia Spencer dijo que su personaje “era una reminiscencia de una colaboración entre sus papeles en “The Help” (2011) y “Hidden Figures” (2016)”, y que “habría hecho lo que fuera si Guillermo del Toro me lo hubiese pedido”
Spencer dijo que “estaba tan fascinada con el set y los muchos accesorios, que le preguntó al director, cuántos de ellos podía conservar”; su personaje es otro para el recuerdo, es la empatía personificada, como Richard Jenkins es la amistad incondicional, un personaje que fue escrito originalmente para Ian McKellen.
Giles, es un hombre que oculta una sexualidad reprimida bajo una verborrea imparable y un peluquín notable, que le hacen mendigar aceptación propia en base a lo que digan otros, unos para los que nunca vendrá en el momento adecuado.
Y una de las cosas favoritas de Octavia Spencer sobre el guión, fue el hecho de que, al dejar mudas a la pareja principal, la mayor parte del diálogo proviene de una mujer negra, y un gay encerrado.
En la vida real, ambos habrían experimentado una represión similar a la criatura durante la configuración de la película de los años 60.
Y sigo pensando que a Michael Stuhlbarg le va a llegar el reconocimiento como actor muy pronto, en un personaje que simboliza que las apariencias engañan; pues está el doble ocultamiento de un científico soviético, para quien el monstruo representa una prueba de las maravillas naturales, pero que se ve enfrentado a sostener ese idealista argumento ante 2 superpotencias para las que aprender, conectar y unir... está sobrevalorado.
Y finalmente, Doug Jones como el monstruo, que sin hablar, con su mirada ya nos tiene ganado el corazón.
Pero no solo eso; el público se enamora de él.
Él no puede ser solo un monstruo, no es un papel lineal.
Él es heroico y fuerte, y a la vez tierno y conmovedor.
La capacidad de sanar del monstruo, a él mismo y a los demás, lo emparenta con seres perfectos de las historia, véase a Cristo, y así también al tema “mesiánico” alrededor de él.
Según ha explicado el actor:
“No es una película de ciencia ficción, no es una película de género, pero puedo decir que interpreto a una criatura.
Soy un hombre-pez único.
Soy un auténtico enigma, nadie sabe de dónde viene.
Soy el último espécimen de mi especie, así que soy una anomalía natural, y estoy siendo investigado para saber, cómo pueden utilizarme para obtener ventaja en la carrera militar y espacial”
Jones, pasó 3 horas todos los días metiéndose el disfraz; y según él, no fue nada comparado con los disfraces anteriores que ha usado en otras películas de Guillermo del Toro.
El diseño de la criatura, está fuertemente inspirado en la película “Creature from The Black Lagoon” (1954); y le tomó al equipo más de 9 meses llegar a la apariencia de la criatura, del que el director Guillermo del Toro lo considera, la película más difícil que él y su equipo hayan diseñado alguna vez.
El personaje de Michael Shannon, incluso dice que lo recogieron en un río en Sudamérica, que es el escenario de la criatura de la película.
Sin embargo, del elenco, Shannon es la única interpretación que en ocasiones raya en la caricatura; y aunque quizás esa era la intención del director, su aire de villano despiadado se siente un poco fuera de tono con el resto de la cinta.
Como errores de producción tenemos que un General de 5 estrellas, no existiría en 1962.
El último General de 5 estrellas fue Omar Bradley en 1950, y hubiera estado retirado desde hace mucho tiempo; además, históricamente, los militares de Estados Unidos solo han utilizado este rango durante tiempos de guerra para superar a los comandantes aliados en combate.
Por otra parte, en una escena, Giles está tratando de quitarse el cinturón de seguridad en una camioneta de reparto, que no tenía cinturones de seguridad en ese período de tiempo; y el más notable, es que cuando Elisa inunda el baño con agua, el suelo no habría sido capaz de soportar el peso, y se habría derrumbado mucho antes de que se llenara tanto como lo hizo.
Al principio de la película, Strickland dice que trajo a la criatura del Amazonas, donde los nativos la adoraron como a un “dios”; pero más tarde, cuando Elisa y Giles intentan sacar a la criatura del laboratorio, El Dr. Robert Hoffstetler, mientras los ayuda, dice que necesitan agregarle sal al agua, junto con los químicos que les da en una caja.
Sin embargo, El Amazonas es un río de agua dulce, y si la criatura era de allí, no se usaría ni necesitaría un ambiente de agua salada.
Para la mayoría de la película, la cicatriz en el cuello de Elisa está a su derecha…
Pero cuando la criatura los transforma en branquias, están a su izquierda…
A menos que ella haya sido anfibia también, o se hayan activado sus branquias en el ADN humano guardado… pues todos regresaremos al agua…
Muy en el fondo, la película se considera una narración de “La Bella y La Bestia” original de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont; pero como película tiene similitudes con la novela soviética, “Amphibian Man” (1928) de Alexander Beliaev; y muy a pesar de las similitudes visuales, el director Guillermo del Toro negó que esta película tenga alguna conexión con “Hellboy” (2004), debido a la criatura que es muy pero muy similar, llamada Abraham Sapien.
Un dato curioso, es que la escena de baile entre la criatura y Elisa, es un homenaje a una escena de baile entre Fred Astaire y Ginger Rogers en “Follow The Fleet” (1936); y la pieza inusual es la misma que se ve cuando Fred canta “Let's Face The Music and Dance”; por otra parte, la película que se proyecta en el teatro Orpheus donde Elisa vive, es “The Story of Ruth”
Uno sugeriría, que al elegir esa película, del Toro estaba telegrafiando astutamente el final de The Shape Of Water; pues en el libro bíblico de Ruth, la joven Ruth, que acaba de enviudar, le dice a su suegra, Noemí:
“Dejadme ir, y me iré.
Donde te vayas a hospedar, me alojaré”
Precisamente el final de The Shape Of Water; y uno podría pensar, que si “La La Land” (2016) era el particular homenaje del Hollywood contemporáneo a los musicales de Vincente Minelli; quizás The Shape Of Water sirva para homenajear las excitantes películas fantásticas de serie B de los años 40 y 50, pero lo cierto es que la película de del Toro va mucho más lejos que la de Chazelle a la hora de erigirse como un título que sirva tanto como espejo del pasado, y como referente para futuras películas; y como sucede en la mayoría de su filmografía, la historia se permite algunas licencias que le otorgan cierta incoherencia en algunas situaciones que ocurren en pantalla, en este caso, la mayoría de estos pecados ocurren cuando la trama da un giro para convertirse en un “thriller”
No es que cause problemas la relación entre el ser anfibio con un humano.
Al contrario; el anfibio está muy humanizado al comprender el mensaje de signos, que aprecie la música, el cine o la pintura, y sea empático.
Es que parece que se salta enseguida del conocimiento, al enamoramiento.
Y ojo que, por otro lado, parece genial, porque empiezas a interrogar, qué es la humanidad, y si esta puede darse más fuera de los humanos que en la propia especie.
Y se agradece también, que pongan al ruso casi más humano que a los estadounidenses.
Está bien desarmar tópicos; y del Toro habrá pasado a la lista negra del macartismo, sin duda; pero estas deficiencias o pretextos de guion, del Toro los sabe aprovechar al máximo para crear algunas imágenes muy hermosas visualmente, que le dan a The Shape Of Water una estética más pulcra que cualquier trabajo anterior del cineasta, y es en esos planos donde gana enteros y contrapone las complacencias del libreto; en un mosaico de artesanía personal, tan cuajado de detalles, me destacan muchas, como ese “me llamo Dimitri, encantado de conoceros”, en el que Hoffstetler tiene la valentía de presentarse por primera vez; o los dedos podridos de Strickland, como espejo progresivo de su derrumbamiento moral, en las viejas melodías de películas de terror que presentaban monstruos, sonando de fondo al tomar su resolución, tampoco son casualidad; y el zapato rojo de Elisa que cae al final, simbolizando una vida material que está a punto de abandonar.
También, es un precioso detalle que Elisa sea la única no reprimida en su sexualidad, y yo que me alegro de que un cuento pueda ir más allá del enamoramiento platónico, y mostrar el deseo sexual, que no deja de ser expresión más salvaje y natural de lo que es amar.
Por último, Alexandre Desplat es el compositor de la banda sonora, que proporcionó el silbido presentado en la banda de sonido.
De hecho, Guillermo del Toro quería que la partitura presentara silbidos, porque contrastaba la cantidad de escenas de la película con agua.
Como dato, los vinilos que Elisa le muestra a la criatura, son “The Great Benny Goodman” y “Glenn Miller And His Orchestra - Plays Selections From The Glenn Miller Story And Other Hits”; ambos publicados por Columbia Recordings en 1956.
Pero sobre todo destacar el tema “You’ll never know” cantado bellamente por Renée Fleming, aunque me quedo con la versión de mi amada Barbra; cuestión de gustos, pero igual de efectivos.
“If I told you about her, the princess without voice, what would I say?”
Todo lo que nos rodea, son elementos que ayudan a forjar la cultura, esto que somos como sociedad, y lo que se produce en torno a ello:
Llámese películas, literatura, música, videojuegos, entre otros; son un fiel reflejo de la época en la que vivieron quienes lo crearon; no en vano, pueden utilizarse como fuentes para estudios históricos.
Cada género, cada corriente artística, y cada tendencia de la cultura pop, tienen un sentido, viene a llenar una necesidad.
Desde esta perspectiva, podríamos afirmar que la ciencia ficción ha cumplido un rol importante y necesario en el devenir científico de la humanidad.
Hugo Gernsback, el mismo que da nombre a los premios de ciencia ficción, afirma que “es un romance encantador entrelazado con hechos científicos y visión profética”; mientras que Robert Heinlein, autor de “Starship Troopers”, considera que es “una especulación realista acerca de posibles eventos futuros, basados sólidamente en el conocimiento adecuado del mundo real, pasado y presente, y un conocimiento de la naturaleza, y el significado del método científico”
Por su parte, Rod Serling, el escritor de “La Dimensión Desconocida”, se refiere a la ciencia ficción, haciendo un paralelo con la fantasía:
“La fantasía es lo imposible hecho probable.
La ciencia ficción, es lo improbable hecho posible”
Mientras Isaac Asimov la define como “esa rama de la literatura que pacta con la respuesta de los seres humanos para cambiar la ciencia y la tecnología”
Etimológicamente, “fantasía” es una palabra que viene del griego “phaíno” que significa “aparecer”, “pasar a la luz”; “eíko” que es “ser semejante”, y “parecer”
Y se asocia con el recuerdo, pues la fantasía abre caminos en la aspiración a nuevas imágenes, y puede entenderse como una facultad mental para imaginarse cosas inexistentes.
“Es un grado superior de la imaginación, pues tiene la capacidad de dar forma a las imágenes, asociándolas con la realidad, y crear una totalidad con un significado diferente”
Veamos por ejemplo la relación del hombre con el agua en las diferentes sociedades, con variados procesos de desarrollo socioeconómico, que ha dictado las formas de percibir el agua como don de la naturaleza, como un recurso natural casi no renovable; eso no es fantasía, es realidad.
La evolución humana u “hominización”, es el proceso de evolución biológica de la especie humana desde sus ancestros hasta la actualidad.
El estudio de dicho proceso, requiere de un análisis interdisciplinario en el que se complementen conocimientos desde ciencias como la genética, la antropología física, la paleontología, la estratigrafía, la geocronología, la arqueología y la lingüística; por lo que la hipótesis del simio acuático (AAH), o “teoría del simio acuático” como es frecuentemente llamada, es una hipótesis que trata de indicar y mantener que los antecesores inmediatos de los humanos y otros homínidos vivieron por un tiempo significativo en un ambiente semiacuático sobre la costa africana, entendiendo por “semiacuático”, la alternancia de periodos en tierra y periodos en el agua para huir de depredadores o buscar crustáceos.
Indicando que este hipotético hecho, habría influido en su evolución, debido a que en este ambiente habrían tenido que obtener la mayoría de sus alimentos de la zona costera y lagunas poco profundas tierra adentro, antes de que sus descendientes homínidos regresaran a una existencia más puramente terrestre.
Esta es una posición que actualmente no es sostenida por la biología, ni la antropología, disciplina especializada en el tema; ni la paleontología y más bien permanece viva principalmente en la literatura comercial y no científica, llegando casi a la fantasía...
“Pero el desarrollo en un ambiente acuático explicaría, por ejemplo, nuestra excepcional habilidad nadadora, así como el hecho de que los recién nacidos puedan nadar y flotar en el agua”, dice Alister Hardy, biólogo oceanográfico y miembro de la Royal Society.
Por otro lado, el medio acuático podría haber presionado a nuestros antecesores hacia la adquisición de una marcha bípeda, ya que les ofrecía la posibilidad de sacar los brazos fuera del agua.
Sin duda alguna, esto liberó sus manos, que pudieron ser utilizadas para usar las primeras herramientas, quizás unos cantos rodados para romper la concha de los moluscos, como hacen en la actualidad las nutrias marinas de California.
Y Hardy puso más evidencias sobre la mesa:
Los humanos somos los únicos primates que han borrado casi por completo el pelo de su cuerpo.
Esta ausencia pilosa, se repite en algunos mamíferos acuáticos, como los delfines y los hipopótamos.
A cambio, muchas de estas criaturas poseen una capa de grasa bajo la piel, otra característica que nos diferencia del resto de los primates.
De hecho, la profusión de glándulas sudoríparas que pueblan nuestro tejido dérmico, servirían para compensar esta grasienta capa aislante, y regular la temperatura corporal tras salir del agua.
La hipótesis del hombre acuático, fue tachada de absurda e incongruente por la mayoría de los antropólogos, por lo que Hardy prefirió arrinconarla en el cajón de su despacho, hasta que surgieran nuevas evidencias a su favor.
Fue Elaine Morgan, una dramaturga del sur de Wales, que también apunta que las transformaciones fisiológicas que permitieron la posterior adquisición del lenguaje, evolucionaron en un ambiente acuático, y comparó la anatomía, la bioquímica y la fisiología del hombre actual y otros animales.
El hombre, es el único mamífero terrestre capaz de controlar voluntariamente su respiración, una habilidad extendida entre los mamíferos acuáticos.
Asimismo, ningún otro animal terrestre alberga en su garganta una laringe descendente, que es perfecta para articular las palabras.
También lo es para aspirar de forma rápida una gran cantidad de aire por la boca.
Pero los hallazgos de Morgan, nada tenían que hacer con las evidencias fósiles a favor de la hipótesis de la sabana que aportaron los paleo-antropólogos durante las décadas de los 70 y 80.
Los huesos fosilizados de nuestros ancestros, aparecieron en las secas y calurosas praderas del Sur de África y del Valle del Rift, lo que hacía pensar que nuestros ancestros eran unos monos asesinos que cazaban en la sabana africana.
El papel del agua en nuestra evolución, quedaba así relegado a un orden inferior, “un elemento para calmar la sed…”
Fue Michael Crawford, un bioquímico del Instituto de Química Cerebral y Nutrición Humana de la Universidad de Londres, que estimó que sin el elemento líquido, hoy no seríamos más inteligentes que un chimpancé; pues el ambiente acuático favoreció el desarrollo del cerebro humano:
Hace 3 millones de años, nuestra masa pensante no superaba a la de un bonobo.
En términos bioquímicos, el cerebro humano jamás habría evolucionado de esta manera, si nuestros ancestros hubieran permanecido en la sabana, según Crawford.
Los habitantes de la sabana, se caracterizan por tener un cuerpo grande en comparación con su cerebro:
Veamos un rinoceronte de una tonelada, tiene una masa encefálica de 350 gramos, lo que supone menos del 0,1 por 100 de su masa corporal.
La hipótesis de este investigador, no parece descabellada:
Los primeros asentamientos de hombres modernos, han aparecido en las proximidades del Mar Rojo y las regiones costeras de África austral.
Y hay suficientes evidencias para asegurar que el hombre ha comido pescado de forma regular desde hace 100.000 años.
Pero ante todo hay que señalar la diferencia entre imaginación y fantasía… como la misma Elisa en The Shape Of Water, que bien puede ser todo producto de una imaginación perturbada por la soledad; concebida como una facultad capaz de reproducir mentalmente causas y soluciones de sus problemas reales; y construir con anticipación para obtener el mismo resultado que se concibió por medio de la imaginación; en otras palabras, la imaginación constituye la materialidad con la que se llevará a cabo el objeto creado en la mente.
Para el hombre, la realidad y las imágenes mentales se reproducen como 2 cosas distintas, por lo que busca dar sentido a esas “cosas” separadas de su pensamiento; las analiza, formula preguntas y, ante las posibles respuestas, se “asusta” porque no tiene una certeza del nuevo significado que le ha dado, y que ha sido infundado por las sensaciones del momento; esto es obra de la fantasía.
El mismo objeto recibe significados diferentes según la tensión o situación humana, de ahí que cuando se habla de la fantasía que se funda con metáfora, se habla también de una realidad distinta, concreta, nueva, y muy propia.
En este punto, el pensamiento se genera a partir de una energía física que se obtiene mediante los alimentos, y se va gastando en diversas funciones como la circulación, respiración, ejercicio muscular, pensamiento y memoria.
A la actividad de pensar, Freud la denominó “energía psíquica”; y según la ley de conservación de la energía, esta no desaparece, sino que se puede transformar en energía fisiológica y viceversa.
Su punto de unión con el cuerpo, es el instinto, y se define como la característica natural de una fuerte excitación interna, este se acompaña del deseo definido como la representación psicológica que proviene de una necesidad.
El instinto genera con facilidad el desplazamiento de una imagen mental a otra; un pensamiento no puede satisfacer la necesidad del individuo, por lo que se ve obligado a sustituir el recuerdo o la idea de un objeto ausente, por uno de su mundo exterior.
De esa manera, y en general, las fantasías se crean en 3 factores temporales:
Presente, pasado y futuro; no es casual que el cuento tenga una raíz profundamente atávica, pues todos nosotros somos los héroes en una aventura que se llama la vida, allí se reflejan las angustias del ser humano; donde “el disfraz”, no sólo es la entrada al mundo emocional, la exaltación de la creatividad que en los trabajos se reprime, sino también la expresión más genuina del niño interior, cosa que a veces como adultos y abrumados por las responsabilidades, no podemos expresar.
Y si no nos arriesgamos a vivirlos, sino hacemos nada por cumplirlos…
¿Qué somos?
Nada, enmascarados que van tirando, incrédulos que rechazan cualquier milagro inesperado, personas que se niegan el asombro ante lo extraordinario.
Por tanto, seríamos niños que ya no escuchamos cuentos, porque la realidad nos ha devorado.
¡No lo permitamos, y hagamos realidad que la imaginación fluya en el agua!

“If we do nothing, neither are we”



Comentarios

Entradas populares