Olympia

Olympia
“Ich rufe die Jugend der Welt!”
(¡Llamo a la juventud del mundo!)

Desde los tiempos de “pan y circo”, el espectáculo en cualquiera de sus múltiples posibilidades escénicas, ha tenido en muchas ocasiones un efecto propagandístico.
En el siglo XX, con la popularización de los medios de comunicación escritos, la radio y la televisión, las figuras del deporte adquirieron un rol mediático que los estados supieron utilizar para sus propios fines.
El deporte sirvió, como otro tipo de acontecimientos, para remarcar o poner en valor determinadas actitudes que convenía destacar para la consecución de un fin; por lo que el uso de las manifestaciones deportivas por los poderes del Estado tiene su traducción en numerosas películas y documentos fílmicos.
“Olympia” (1936) inauguró la serie de documentales que han servido como testimonio para ilustrar las efemérides deportivas celebradas cada 4 años.
Quizás ahora han perdido parte de su funcionalidad por la inmediatez de la difusión de las imágenes, pero a lo largo de la historia de Las Olimpiadas Modernas, los diferentes documentales han dejado constancia del evento deportivo y también del momento social y político en que se desarrollaban.
El periodo histórico que se vivía en Europa en 1936, era lo más alejado del espíritu de amistad y hermanamiento del que hacía gala el argumento del Barón Pierre Fredy de Coubertin, fundador de Los Juegos Olímpicos Modernos.
El ascenso del nazismo, con su actitud prebélica y las muestras de racismo hacia el pueblo judío, hicieron que países como España renunciaran a su participación, que luego se confirmaría por La Guerra Civil Española; y otros como EEUU estuvieron a punto de no acudir.
Y con la consolidación del fascismo en Italia, La Guerra Civil Española, que empezó unos días antes su lucha contra el golpe militar dictatorial de Franco, y las ambiguas actitudes de las potencias europeas ante el crecimiento de la Alemania Nazi, contribuyeron a la creación de un ambiente tenso, que iría creciendo a lo largo de los meses siguientes; y la forma de dirigir todos los objetivos de Adolf Hitler era a través de un evento masivo:
La Olympische Sommerspiele, o Los Juegos Olímpicos de Verano.
El Comité Olímpico Internacional, atribuyó la organización de Los Juegos Olímpicos de Verano a Berlín durante su congreso en Barcelona en el año 1931.
La otra ciudad candidata para acoger la celebración, era precisamente la ciudad condal.
En aquella época, se comenzaba eligiendo la ciudad que organizaría Los Juegos de Verano, y luego, El Comité Olímpico Nacional elegía el lugar de celebración de Los Juegos de Invierno.
Los Juegos Olímpicos de Invierno de 1924 y 1932, se celebraron en el mismo país en el que tuvo lugar la celebración de Los Juegos de Verano; siendo por este motivo que El Comité Olímpico Alemán, eligió la ciudad de Garmisch-Partenkirchen para acoger las competiciones invernales; al tiempo que marcó la 2ª y última vez que El Comité Olímpico Internacional se reunió para votar en una ciudad que estaba pujando para ser sede de esos Juegos.
La elección de Alemania, tuvo una carga política considerable debido a que devolvía la celebración de las grandes competiciones deportivas al país tras La Primera Guerra Mundial; por lo que El Comité Olímpico quiso premiar a la nación perdedora de La Primera Guerra Mundial con la acogida de los juegos, en un intento por enfriar las tensiones, y demostrar la buena fe de los aliados; y una señal para decirle al pueblo alemán, que ya no tiene porqué sentirse repudiado.
Además de eso, Los Juegos Olímpicos de 1916, que tuvieron que ser cancelados por La Gran Guerra, iban ahora a celebrarse en Berlín.
Por su parte, Adolf Hitler y El Partido Nazi llegaron al poder en enero de 1933.
Pocos meses después, diversos miembros de Comités Olímpicos Nacionales, comenzaron a preguntarse si sería éticamente correcto participar en unos juegos organizados por El Régimen Nazi.
De hecho, habiendo confirmado su retórica antes de ser elegidos para formar gobierno, los nazis rápidamente, a partir de abril de 1933, instauraron una política de segregación racial en el deporte, así como en otros aspectos de la vida social.
Los judíos, en particular, fueron expulsados sistemáticamente de los clubes y federaciones deportivas, y tenían prohibido entrar en las instalaciones deportivas.
Mientras tanto, Hitler encargó a Joseph Goebbels que se volcara con Las Olimpiadas para convertirlas en el gran exponente de La Nueva Alemania.
Al mismo tiempo, el gobierno alemán llevó a cabo una campaña diplomática, intentando captar la simpatía de dignatarios extranjeros que visitaron el país durante los juegos.
Así, la ciudad de Berlín, fue seleccionada como Sede en 1931, más de 1 año antes del nombramiento de Adolf Hitler como Canciller de Alemania.
Pero el periódico oficial del Partido Nazi, Völkischer Beobachter, escribió en los términos más enérgicos, que los judíos y los negros no deberían poder participar en los Juegos; al mismo tiempo, El Partido eliminó carteles que decían:
“Judíos no deseados” y consignas similares de las principales atracciones turísticas de la ciudad; y en un intento por “limpiar” la ciudad anfitriona, El Ministerio del Interior alemán, autorizó al Jefe de Policía, a arrestar a todos los gitanos, romaníes; y mantenerlos en un “campo especial”, El Campo de Concentración de Berlín-Marzahn.
Esta vez, Hitler no se iba a limitar a los militaristas desfiles nacionales por la Groß-Berlin, sino que convertiría en partícipes y espectadores de su visión del mundo, a personas del resto de Estados del mundo; o al menos eso intentaría antes de que los resultados en los medalleros les llevaran la contraria…
Hitler hizo esto con la tolerancia de todos los países que acudieron a los juegos.
No podemos olvidarlo, fue 3 años antes, en 1933, cuando Hitler llega al poder de forma definitiva en Alemania, y acaba en poco tiempo con El Parlamentarismo para imponer su régimen totalitario y racista.
Aunque durante 2 semanas, eso de “Juden sind nicht erwünscht” o “Los judíos no son deseados”, se borraría completamente de las calles; por lo que se construyeron infraestructuras deportivas enormes, y se adornaron monumentos y casas con banderas olímpicas y con esvásticas en un Berlín embriagado de euforia nacionalista.
Cabe resaltar la primera intención de boicot a los juegos por parte del equipo de los Estados Unidos, pero finalmente optaron por participar.
Cuando amenazó con boicotear Los Juegos por otras naciones, Hitler pareció permitir la participación de atletas de otras etnias de otros países.
Sin embargo, a los atletas judíos alemanes, se les prohibió o se les impidió participar por una variedad de métodos, y los atletas judíos de otros países en particular, como los EEUU; y al final parecían haberse apartado para “no ofender al régimen nazi”
Sin embargo, cuando fue amenazado con un boicot de Los Juegos por otras naciones, Hitler cedió y permitió la participación de personas negras y judíos, y agregó un participante simbólico al equipo alemán:
Una mujer alemana, Helene Mayer, que tenía un padre judío.
Hitler aprovechó la instancia deportiva, para demostrar al mundo la “magnificencia” del nazismo; por lo que El Ministro de Propaganda se apoyó para este evento en el arquitecto del régimen, Albert Speer, que se encargó de la puesta en escena, y la supervisión; y la filmación se dio a la fotógrafa Leni Riefenstahl.
Riefenstahl mostró desde sus inicios como fotógrafa, un talento innato para encontrar enfoques poéticos en la realidad que la rodeaba.
Lo suyo era el documental con un punto de trascendencia; y su arte, unido a que mostró una temprana simpatía por El Nazismo, hizo que la maquinaria de propaganda del régimen se fijase rápidamente en ella.
Hitler, a través de su secretario Rudolf Hess, le lanzó una jugosa oferta:
Su cámara, si se ponía al servicio de la causa, tendría acceso total a los entresijos del aparato nacionalsocialista; por lo que la cineasta contó con una financiación de medio millón de Reichsmarks (RM), el triple del presupuesto de una gran producción de la época; y la directora tardó 2 años en organizar y montar todo el metraje.
Speer y Riefenstahl, ya habían mostrado su eficacia para la difusión del nazismo a raíz de los encuentros celebrados entre 1933 y 1935 en Núremberg con ocasión de los actos del partido; y como dato al margen, muy curiosamente, el hijo de Speer, Albert Speer Jr., se encargaría del complejo olímpico de Los Juegos celebrados en Pekín en 2008.
Pero Speer, arquitecto oficial Hitler, y que en el último gobierno nazi llegó a ejercer como Ministro de Armamento, utilizaría sus conocimientos para establecer el diseño de los actos.
El 1 de agosto, durante La Inauguración de Los Juegos Olímpicos de Berlín, como una muestra de la grandeza del poderío alemán, el célebre dirigible Hindenburg, sobrevoló El Estadio Olímpico momentos antes de la aparición de Hitler, dando inicio a la XI Olimpiada.
“Ich verkünde die Olympischen Spiele von Berlin zur Feier der 11.
Olympiade der Neuzeit”
(Declaro abiertos Los Juegos Olímpicos de Berlín, celebrando La Undécima Olimpiada de La Era Moderna)
Olympia es un documental alemán, del año 1938, escrito y dirigido por Leni Riefenstahl.
Protagonizado por Adolf Hitler, Jesse Owens, Luz Long, Spiridon Louis, Rie Mastenbroek, Leni Riefenstahl, David Albritton, Arvo Askola, Jack Beresford, Paul Laven, Rolf Vemicke, Henri Nannen, Johannes Pagels, entre otros.
El documental recuenta Los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, oficialmente conocidos como Los Juegos de La XI Olimpiada, también conocidos como “Olimpiadas Nazis” desarrollados en El Estadio Olímpico de Berlín, en Alemania, entre el 1 y el 16 de agosto de 1936, durante el periodo del Tercer Reich; donde participaron 3.963 deportistas, de los que 3.632 hombres y 331 mujeres; de 49 países, quienes compitieron en 19 deportes y 129 especialidades.
Para superar Los Juegos de Los Ángeles de 1932, Adolf Hitler había construido un nuevo estadio de atletismo de 100.000 asientos, 6 gimnasios y muchas otras arenas más pequeñas.
Los Juegos, fueron los primeros en ser televisados, y las transmisiones de radio llegaron a 41 países.
La Oficina de Correos alemana, utilizando equipos de Telefunken, transmitió más de 70 horas de cobertura a salas especiales en Berlín y Potsdam, y algunos televisores privados, transmitiendo desde la estación de televisión Paul Nipkow; y se utilizaron 3 tipos diferentes de cámaras de televisión, por lo que se producirían apagones al cambiar de un tipo a otro.
El logo de Los Juegos fue creación de Johannes Boehland, que muestra La Campana Olímpica con Los Anillos Olímpicos, El Águila Alemana y la inscripción:
“Ich rufe die Jugend der Welt!” o “¡Llamo a la juventud del mundo!”
Donde el deportista más destacado, y para la posteridad de estos juegos, quedaron esencialmente asociados a la figura del estadounidense Jesse Owens.
El Comité Olímpico Alemán, encargó pues a la cineasta Leni Riefenstahl, filmar los Juegos por $7 millones.
Para 1932, Hollywood virtualmente había ignorado Las Olimpiadas de Los Ángeles, salvo como material de noticiarios.
Por otra parte, Riefenstahl deseaba tomarse más de 1 año para ajustar el montaje y El Estudio de Cine Alemán (UFA) consideraba que la película sería obsoleta cuando se la presentara; por lo que La UFA convino en financiar el documental.
Mientras tanto, Leni negociaba con El Comité Olímpico Internacional sin mencionar su plan a Hitler, pues deseaba “evitar el patrocinio oficial”
La película está hablada en alemán, cuyos narradores son:
Paul Laven, Rolf Vemicke, Henri Nannen y Johannes Pagels.
Se rueda en La Acrópolis de Atenas, Grecia; en El Estadio Olímpico de Berlín, y Berlín; y en los platós de los estudios de Olympia Film; siendo producida en 2 partes:
“Olympia 1. Teil — Fest der Völker” o “Festival de Las Naciones” con una duración de 126 minutos; donde se hace hincapié sobre todo en lo deportivo, mostrando las distintas pruebas, identificando las naciones que compiten, los ganadores y los vencidos.
Y “Olympia 2. Teil — Fest der Schönheit” o “Festival de La Belleza”, de 100 minutos; donde se aprecia la poesía del deporte, concebido como una oda a la destreza atlética y al cuerpo humano en movimiento.
Son 226 minutos en total, combinadas las 2 partes que lo hacen el primer documental de larga duración de la historia del cine, y el primer documental creado para unas Olimpiadas; por lo que la megalomanía y medios sin fin de los que dispuso la realizadora, desde un presupuesto de altísimo, lo demuestran las 34 cámaras de las que dispuso, contando con más de 300 operarios, rodando cerca de 400.000 m de película, o sea, casi 250 horas de filmación; y para impactar visualmente, se rodó desde torres de acero, desde raíles para “travellings” y captar la emoción de las carreras, etc. mientras la post-producción tardó 2 años.
Así, Olympia constituyó otra notable realización de asombroso virtuosismo y organización; pues dentro del campo del estadio, las posiciones de las cámaras se reducían a 6, pero Leni dispuso que la filmación se complementara con muchas otras cámaras situadas en graderías y tribunas.
De hecho, ella había filmado La Inauguración de Los Juegos desde El Zeppelin Hindenburg; y mediante globos, se enviaron a las alturas cámaras automáticas acompañadas de instrucciones para que las películas tomadas fueran entregadas a Leni Riefenstahl por quienes las encontraran después.
Y es que Olympia tiene mucho de mitología, como el evento mismo:
Tenía un extraordinario comienzo wagneriano que, por sus resonancias míticas recuerda “Triumph des Willens” (1935) y las anteriores películas de montaña…
Las primeras tomas, sugieren un mundo primitivo; pero pronto vemos a un corredor que lleva una antorcha a través de un accidentado paisaje; la arquitectura y el litoral nos dicen que se trata de La Antigua Grecia; y en una breve toma vemos a atletas desnudos y bailarinas que se adiestran; una de ellas, es la misma Leni Riefenstahl; y la segunda de las 2 películas que componen Olympia, sugiere que la obsesión de la directora, no era política, sino la magnificencia del cuerpo humano en acción; prestando menos atención que antes a las victorias mismas y las estadísticas, Leni compone secuencias de inolvidable esplendor al pasar, según ella misma explicó, “de la realidad a la poesía”
Y esto se realiza principalmente en las secuencias de los saltos desde el trampolín por obra de una brillante labor de montaje.
En una serie de saltos, vemos sólo el cuerpo que parece volar a través del aire en tanto que los chasquidos y salpicaduras de la caída en el agua, quedan suprimidos.
Vemos una larga sucesión de esas imágenes que a veces se superponen al desvanecerse gradualmente, unas para cambiarse en otras, de manera perfecta y bella.
La impresión que tenemos es la de una total victoria sobre la fuerza de gravedad, al ver como un cuerpo humano tras otro, surca los aires en coreográficas configuraciones sin dar nunca en tierra, y en movimientos de suprema belleza.
Nunca se llevaron a la pantalla, escenas de tanta exquisitez.
En el formato posterior, Olympia se hizo en 3 versiones habladas en alemán, francés e inglés.
Hay pequeñas diferencias entre cada versión, que se extiende a qué partes se incluyeron y su secuencia dentro de la película completa; en particular, la versión francesa es conocida por el título alternativo “Les Dieux du Stade” o “Dioses del Estadio”
Riefenstahl, tenía la costumbre de volver a editar la película después de volver a lanzarla, de modo que haya múltiples versiones de cada versión de idioma de la película.
Por ejemplo, como se publicó originalmente, la famosa secuencia de buceo, la penúltima secuencia de la película completa; que duró unos 4 minutos; a lo que Riefenstahl, posteriormente lo redujo en aproximadamente 50 segundos.
Toda la secuencia, se puede ver en las impresiones de la película distribuida por el coleccionista Raymond Rohauer.
Y es que todos los datos de producción de Olympia son espectaculares:
La maquinaria cinematográfica alemana, puso a disposición de Riefenstahl todo lo necesario para filmar cualquier detalle de los juegos, desde un sinfín de cámaras, operadores y técnicos, así como la posibilidad de rodar el material que quisiera.
Esto implicó que la fase de montaje se alargara durante 2 años, por lo que el filme fue estrenado hasta 1938.
En definitiva, Riefenstahl filmó un documental que celebra el cuerpo humano combinando la poesía de los cuerpos en movimiento con los primeros planos de los atletas en plena competencia.
Incluye el maratón, el buceo masculino y las carreras de velocidad de la estrella estadounidense Jesse Owen; y la producción en general tiende a glorificar el cuerpo masculino joven y, según algunos, expresa la actitud nazi hacia la destreza atlética.
Incluye la iluminación de La Antorcha en El Estadio y Adolf Hitler mira con asombro cómo Jesse Owens gana 4 medallas de oro sin precedentes, en las pruebas de 100m, 200m, 4×100m y salto de longitud.
Olympia también exalta el deporte, el esfuerzo físico, la competitividad, El Espíritu Olímpico, el deporte en grupo, la superación personal, el valor del triunfo y del premio, etc.
Se complace en mostrar la plasticidad del cuerpo humano en movimiento, la complementariedad que se da entre el deporte y la naturaleza, la fascinación que Riefenstahl siente por la gimnasia, y los grandes cuadros gimnásticos geométricos.
No oculta la admiración que suscitan en ella, los atletas que considera los más completos, como los ganadores de la decatlón.
Y si bien “Citizen Kane” (1941) supuso la introducción de técnicas cinematográficas anteriormente inusuales, en Olympia, en un trabajo asombroso de planificación, se introduce la cámara lenta, tomas subacuáticas, tomas desde gran altura, tomas a ras del piso, poniendo la cámara en pozos especialmente cavados para ello; tiros en ángulo, tomas panorámicas aéreas y movimientos de cámara sobre rieles para tomas precisas a gran velocidad.
Sólo de esta forma se llega a tener una visión del esfuerzo y la motivación por la superación personal del deportista en todo tipo de prueba:
Saltos de altura, pértiga, trampolín, carreras distancia, carrera ciclista…
Además de las innovaciones técnicas empleadas, admiradas casi universalmente, el documental es controvertido debido a su contexto político, ya que el documental pretendía mostrar la superioridad aria, al comparar las fuertes extremidades de jóvenes atletas arios con los participantes pseudo-divinos de los antiguos Juegos Olímpicos; por lo que la película tuvo una inmensa reacción en Alemania, y fue recibida con aclamación por todo el mundo.
En 1938, tuvo lugar la premier de los 2 films, coincidiendo con el 49º cumpleaños de Hitler, el 20 de abril, en El UFA-Palast Zoo de Berlín.
Leni viajó por toda Europa para promocionar su film, en especial por toda la Europa que dominaban los nazis.
El productor Winfield R. Sheehan y su esposa, la cantante de ópera vienesa, Maria Jeritza, se ofrecieron para ayudar a Riefenstahl a encontrar un distribuidor estadounidense para la película, pero ningún contrato se materializó.
La visita de Leni Riefenstahl a los Estados Unidos en 1938, tuvo como objetivo principal, encontrar un distribuidor estadounidense para la película.
Ante las feroces protestas de muchas organizaciones estadounidenses, en particular La Liga Antinazi, su plan nunca llegó a buen término.
La primera proyección en los Estados Unidos, fue organizada en Chicago, en noviembre de 1938, por Avery Brundage, Presidente del Comité Olímpico de EEUU, y ferviente simpatizante nazi; cuya recepción privada fue organizada por Mrs. Claire Dux Swift, ex esposa de la estrella de cine alemana, Hans Albers.
Y cuando se encontraba en New York, la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, Leni se enteró de la Reichskristallnacht, o “La Noche de Los Cristales Rotos”, noche en la que se destruyeron sinagogas, negocios, casas de judíos y más de 30.000 personas fueron arrestadas.
Ella se negó a creerse la noticia, y siguió su tour… mientras colegas como Fritz Lang y muchos otros compatriotas exiliados, además de La Liga Antinazi de EEUU, se opusieron a las proyecciones de Olympia.
La segunda proyección, también privada, tuvo lugar el 14 de diciembre de 1938, en el California Club, en presencia de los medallistas olímpicos, y de los Tarzán Johnny Weissmuller y Glenn Morris, éste último ex amante de Riefenstahl; así como de la buceadora olímpica, Marjorie Gestring.
Para esta proyección, Riefenstahl envió una copia donde ella había editado casi todas las escenas con Hitler.
Así las cosas, la película no fue exhibida comercialmente en los Estados Unidos hasta 1940, y luego fue relanzada en 1948, bajo el título “Reyes de Los Juegos Olímpicos”, en una versión truncada, adquirida de Alemania por La Oficina de Custodios de Propiedades de los Estados Unidos, y se editó severamente sin la participación de Riefenstahl.
En 1955, Riefenstahl acordó eliminar 3 minutos de imágenes de Hitler para su proyección en El Museo de Arte Moderno de la ciudad de New York.
La misma versión, también se proyectó en la televisión de Alemania Occidental y en cines de todo el mundo.
Con Olympia, Leni consigue una Obra de Arte que en el campo de los documentales, y es icono, influenciando por su valentía en experimentar en técnicas nuevas, compuso lienzos de una brillante preciosidad, rozando en algunos momentos, lo mágico.
En 1960, Olympia fue votada por cineastas, como una de las 10 mejores películas de todos los tiempos; pues lo cierto es que la concepción del documental sorprende por su modernidad, incluso visto ahora casi 82 años después de su creación; pero en ese año ya era prácticamente imposible pronunciarse de una manera objetiva, pues la deriva política y moral de Alemania, se veía como un elemento irrefrenable:
Totalitarismo, militarismo, supremacía de la raza aria, antisemitismo, depuraciones y asesinatos, etc.
Por ello, aunque nos deleitemos con las imágenes de este inmenso fresco deportivo, los elementos que hemos intentado traer a segundo plano confieren a Olympia un carácter de documento propagandístico de un Estado Totalitario que parece enturbiar el resultado final...
En comparación con otros documentales donde la importancia recae en el espectáculo deportivo, Olympia transmite un mensaje, y en eso hay que reconocerle el mérito a Leni Riefenstahl, de loa a un país, La Gran Alemania, que comenzaba a imponerse en todos los frentes.
El problema de Riefenstahl, es que no comprendió que en el cine, en este caso el documental, forma y fondo son una unidad, y el carácter estético no siempre justifica mensajes que, desgraciadamente, apenas unos pocos meses después del estreno de Olympia, la realidad se encargaría de certificar.
“Die kulturelle Idee all dieser Sportparteien lässt sich in einer einzigen Formel zusammenfassen:
Sie waren der ewigen Jugend gewidmet”
(La idea cultural de todas estas fiestas deportivas pueden resumirse en una única fórmula:
Estaban dedicadas a la eterna juventud)
El Barón de Coubertin era practicante de una rara religión-disciplina llamada “cristianismo muscular”; y básicamente, y por resumirlo mucho, la idea era “estar limpio y en forma”, “deporte e higiene”
¿Qué pensarían los obispos barrigudos de semejante propuesta?
Pero eso es otro asunto… luego llegaría la idea de Los Juegos Olímpicos bajo la bandera de la hermandad planetaria...
Lo que el hombre, en toda su buena voluntad, nunca imaginó, es que aquello podía derivar en algo tan turbio como la representación de la guerra y del dominio de la locura sobre la razón.
Pero con otros medios… Hitler lo vio así.
Si ya no creemos en la supuesta objetividad del género documental cuando las condiciones son neutras y limpias, pues concedemos una importancia vital a la mera elección del lugar donde se sitúa el objetivo, la duda crece exponencialmente en aquellos momentos históricos donde la falta de libertad, y la presencia de los poderes del Estado se imponen de una manera brutal sobre los ciudadanos, mediante el uso de la propaganda totalitaria.
El análisis crítico se torna fundamental, cuando unimos el espectáculo deportivo de una olimpiada, tan propensa al espectáculo mediático, con la voraz propaganda de la Alemania Nazi, por lo que hay que desentrañar los valores que motivaron su génesis, y sobre todo, conocer qué nos está mostrando no solo en la superficie, sino en su interior.
Leni Riefenstahl contactó por primera vez con el mayor estudio de cine alemán, UFA, para que pudieran financiar la película.
Friedrich A. Mainz, El Jefe de Estudio se negó por el costo, por lo que contactó a Tobis-Filmkunst, quien aceptó financiar la película, y poner ½ millón de Reichmarks por adelantado, que era 3 veces el costo de una película estándar en ese momento.
El contrato solo se firmó en diciembre de 1936, 4 meses después del final de Los Juegos Olímpicos.
La productora Olympia-Film-GmbH, propiedad de Leni Riefenstahl y su hermano Heinz, era solo un frente para preservar la independencia política de la película frente al Comité Olímpico Internacional.
De hecho, Olympia fue totalmente financiado por El Tercer Reich.
El contrato original estipulaba, que Olympia-Film-GmbH se disolvería una vez que se completara la producción, y que los derechos de autor fueran propiedad exclusiva del Reich.
La disolución solo tuvo lugar el 9 de enero de 1942, con Riefenstahl siendo galardonada con el 20% de los ingresos totales de la película, y nombrando al Estado, como el único propietario legal de los derechos de autor.
Así lo que vamos a ver es simplemente asombroso, los prólogos de cada parte son maravillosos:
Primero evocan La Mitología Griega, lo románico, vemos lo antiguo; y el segundo, la naturaleza y la modernidad.
El documental comienza con una serie de imágenes de unos atletas que nos retrotrae a La Grecia Clásica.
Unos “travellings” sobre las antiguas ruinas clásicas nos introducen en el origen de Los Juegos Olímpicos, filmando las estatuas de atletas griegos que, acompañadas de una música sinfónica, se encadenan con la representación real de atletas desnudos que ejecutan las disciplinas clásicas, como lanzamiento de disco, peso o jabalina; realizadas en cámara lenta para señalar la belleza de la acción en el cuerpo.
Las imágenes que evocan Los Juegos Olímpicos de La Grecia Antigua, fueron tomadas en la Glyptoteca de Múnich; y es especialmente simbólico El Discóbolo de Mirón, seguido del decatleta Erwin Huber en idéntica postura.
El “sfumato” de la fotografía del atleta alemán, quiere contar la transición desde La Antigüedad, al presente.
El relevo de La Antorcha de Los Juegos Olímpicos de Verano de 1936, fue ideado por El Oficial Deportivo y Jefe del Comité Organizador alemán, exactamente, Secretario General del Comité de Organización, y precursor de la Reichsbund Nationalsozialistischer Leibesübungen, Órgano de Deportes de la Alemania Nazi:
Dr. Carl Diem, para estos Juegos Olímpicos en Berlín, pues veía al Tercer Reich como una continuación del Sacro Imperio Romano Germánico, que a su vez se veía como una continuación del Imperio Romano, quienes se veían como una continuación cultural de los antiguos griegos.
El relevo de La Antorcha, simbolizaba la unidad de las naciones bajo el aura del fuego original; refiriéndose con éste a La Leyenda de Prometeo.
El 30 de junio de 1936, La Antorcha Olímpica se encendió por primera vez, y viajó desde Olimpia hasta Berlín, con una serie de actos intermedios y celebraciones.
Desde entonces, en todos Los Juegos posteriores, se ha llevado a cabo La Ceremonia de La Antorcha, con un desarrollo casi idéntico al inicial.
Y Diem, siendo considerado uno de los más influyentes historiadores del deporte, especialmente en materia de Los Juegos Olímpicos.
Por su parte, Leni Riefenstahl organizó más tarde el relevo de La Antorcha para esta película, con eventos competitivos de Los Juegos; pero La Llama Olímpica no pudo encenderse en Olimpia, Grecia.
Leni había viajado con un pequeño grupo de colaboradores para la filmación, pero centenares de coches bloquearon el altar donde iba a rodarse la escena.
Ésta se re-hizo luego usando un atleta portador de La Antorcha en El Mar Báltico, con una copia fiel de La Columna de Olimpia.
Desde allí, 3 mil corredores portaron La Llama Olímpica a Berlín.
Pero si hay algo que se le reprocha a la figura de Diem, es su proximidad al movimiento nazi, instaurado en 1936.
Desde un inicio, Diem acepto el patrocinio nazi, y sus primeros escritos guardan una evidente relación con las ideas populares sobre El Supremacismo Blanco.
Y durante el período de Adolf Hitler en el poder, se aferró a su posición nacional, y participó en la propaganda de guerra, incluyendo un mitin de Berlín cerca de final de la guerra.
El mitin ocurrido en marzo de 1945, tuvo lugar durante La Batalla de Berlín en las últimas semanas de La Segunda Guerra Mundial.
Diem organizó otro famoso evento en El Estadio Olímpico de Berlín; y en él alentó a los jóvenes de Las Juventudes Hitlerianas a defender La Capital a muerte...
Estos hicieron exactamente lo que Diem les dijo, pero aun así Berlín cayó pocas semanas después.
Así las cosas, el 30 de junio de 1936, la primera Llama de La Antorcha se encendió en Olimpia, Grecia, en las ruinas del Templo de Hera, por 15 “vírgenes” con túnicas, usando un espejo cóncavo enfocando los rayos del Sol, todo bajo la supervisión de una suma sacerdotisa; siendo llevada a La Acrópolis en Atenas para una invocación especial, y luego transmitido a lo largo de la distancia de 3.422 kilómetros hasta El Estadio Olímpico de Berlín por un número igual de jóvenes corredores de aspecto ario, cada uno de los cuales tomó La Llama 1 solo kilómetro.
En su camino, La Llama pasó por Bulgaria, Yugoslavia, Hungría, Austria y Checoslovaquia; esos países, y la propia Grecia, estarían todos bajo el dominio nazi dentro de 10 años.
El evento fue filmado por el director favorito de Hitler, Leni Riefenstahl, y marcado con los gigantes de la industria alemana:
Los espejos de iluminación fueron fabricados por la corporación Zeiss; y las antorchas mismas, alimentadas con magnesio para evitar que salgan cuando hace mal tiempo, fueron construidos por Krupp, el enorme conglomerado de acero y municiones que armó Alemania para ambas Guerras Mundiales.
El tramo final del relevo se completó el 1 de agosto por Fritz Schilgen, un ingeniero eléctrico alemán, y corredor campeón nacional, que entró corriendo al Estadio y encendió el pebetero olímpico para abrir Los Juegos.
Pero Schilgen no estaba realmente compitiendo; fue seleccionado por oficiales, incluido Riefenstahl, por la gracia y el atractivo estético de su estilo de carrera.
Diem, estaba en El Partido de Hitler mientras el Führer presidía la ceremonia; cuando Hitler cruzó El Estadio en dirección a su palco oficial, y una niña de 5 años le regaló un ramo de flores.
La niña era la hija de Diem, Gudrun.
Como hiciera anteriormente en “Triumph des Willens” (1935), donde Riefenstahl filma el avión del Führer que se acerca a Núremberg, aquí es una espectacular toma aérea la que nos aproxima al Estadio Olímpico, para mostrarnos el desfile inaugural.
Este comienzo es el componente más político del filme, además de ese resumen de La Ceremonia de Inauguración que muestra a todos los atletas de naciones tan insospechadas como Francia o Canadá, alzar el brazo mirando hacia el palco de Hitler.
Pero esta vez, los planos divinizados no son para el Führer…
La cinta está plagada de secuencias brillantes protagonizadas por los atletas, como la escena final de salto de trampolín, que resume todas las virtudes de la cineasta.
Los siguientes países participaron en estos Juegos:
Afganistán, Alemania, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Bermudas, Bolivia, Brasil, Bulgaria, Canadá, Checoslovaquia, Chile, China, Colombia, Costa Rica, Dinamarca, Egipto, Estados Unidos, Estonia, Filipinas, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, India, Italia, Japón, Letonia, Liechtenstein, Luxemburgo, Malta, México, Mónaco, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Perú, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumania, Sudáfrica, Suecia, Suiza, Turquía, Uruguay y Yugoslavia.
De ellas, 5 naciones hicieron su primera aparición olímpica oficial en estos Juegos:
Afganistán, Bermudas, Bolivia, Costa Rica y Liechtenstein.
Especialmente, esta fue la primera vez que un atleta costarricense representó al país en unos Juegos Olímpicos; y se trató del esgrimista Bernardo de la Guardia; uno de los 71 espadachines de 26 países que mandaron representantes en esta disciplina; el cual participó en la categoría de sable, estuvo en 6 encuentros donde logró 2 puntos merced a una victoria, y las notas de la época escriben que el costarricense empató ante el danés Hammer-Sorenson, para terminar en el 7º lugar, sin pasar de la primera ronda.
Después de su eliminación, de la Guardia continuó participando en Los Juegos en calidad de Juez.
Pero los alemanes fueron la delegación más voluminosa, con 348 deportistas de élite, pero inmediatamente después en el “ranking” aparece Estados Unidos y sus 312 miembros, 18 de ellos afroamericanos, el triple de los que participaron en Los Juegos del 32.
España no participó, ya que el gobierno de La Segunda República Española estaba organizando en Barcelona unas Olimpiadas paralelas con el fin de no dar alas al fascismo, y boicotear a la Alemania de Hitler.
En esta Olimpiada Popular, iban a participar más atletas que en las oficiales, pero nunca se llegaron a celebrar porque el día antes de su comienzo, entre el 17 y el 19 de julio de 1936, se produjo El Golpe de Estado contra el gobierno de La República, que daría lugar a La Guerra Civil Española.
Por tanto, El Certamen de Berlín fue el más grande organizado hasta la fecha, y balonmano, baloncesto y canoa, se introdujeron como Deportes Olímpicos en esta edición; donde La Ceremonia de Apertura se llevó más espectadores de los 110.000 de aforo, mientras que en el exterior, un millón de personas se colocó en las calles para ver el desfile de coches que transportaba al Führer y demás dignatarios del régimen invitados a La Ceremonia.
Un paso elevado por la aeronave alemana Hindenburg, volando la bandera olímpica detrás de él, se presentó temprano en Las Ceremonias de Apertura.
Después de la llegada de Hitler y su séquito, el desfile de las naciones procedió, cada nación con su propio traje único.
Los atletas de algunas naciones deliberadamente dieron el saludo Nazi cuando pasaron por Hitler.
Una orquesta de 30 trompetas saludó a Hitler cuando éste entró en El Estadio.
Richard Strauss dirigió un coro de 3.000 personas que entonaron El Himno Alemán “Deutschland, Deutschland über Alles”, y el “Horst-Wessel-Lied”, Himno del Partido Nazi.
Strauss también dirigió a la orquesta que tocó El Himno Olímpico, especialmente compuesto para la ocasión.
Los olímpicos franceses, por su parte, dieron un saludo romano en La Ceremonia de Apertura, conocido como el “Salut de Joinville” por el Bataillon de Joinville.
Ese saludo olímpico fue parte de las tradiciones olímpicas desde Los Juegos de 1924.
Sin embargo, debido al diferente contexto, esta acción fue confundida por la multitud como apoyo al fascismo, por lo que el saludo olímpico fue descartado después de 1946.
Otros dieron el saludo olímpico, uno similar, dado con el mismo brazo; o un gesto completamente diferente, como sombreros sobre corazones, como lo hicieron Estados Unidos y China.
Todas las naciones bajaron sus banderas cuando pasaron junto al Führer, salvo Estados Unidos.
Estados Unidos hizo esto, y explicó más tarde como una regulación del ejército.
El escritor Thomas Wolfe, que estaba allí, describió la inauguración como un “evento casi religioso, la multitud gritaba, se tambaleaba al unísono y suplicaba por Hitler, era algo aterrador, su culto a la personalidad”
Después de un discurso del Presidente del Comité Olímpico Alemán, Los Juegos fueron declarados abiertos por Adolf Hitler diciendo:
“Proclamo La Apertura de Los Juegos Olímpicos de Berlín, celebrando La Undécima Olimpiada de La Era Moderna”
Hitler abrió Los Juegos desde su propio palco, encima de otros.
El escritor David Wallechinsky, ha comentado el evento diciendo que “este era su evento, y quería ser glorificado”
Pero a pesar de toda la pompa y ceremonia, y la glorificación de Hitler, todo no salió de acuerdo con el plan, y hubo un aspecto bastante humorístico en La Ceremonia de Apertura:
El corredor estadounidense, Louis Zamperini, atleta retratado en el filme de Angelina Jolie “Unbroken” (2014), era uno de los atletas presentes, y dijo:
“Lanzaron 25.000 palomas, el cielo estaba nublado con palomas, haciendo círculos sobre nuestras cabezas, y luego dispararon un cañón, y asustaron las palomas que se cagaron… nosotros teníamos sombreros de paja, y podías escuchar la mierda caer en nuestros sombreros; pero sentimos lástima por las mujeres, porque se le metieron en el pelo, pero quiero decir que había una gran cantidad de excremento, y eso fue muy gracioso”
La primera parte de Olympia, denominada “Festival de Las Naciones”, transcurre con las pruebas de atletismo, donde la directora alemana enmarca la acción que transcurre en la pista con el aforo siempre lleno de público para destacar la imagen triunfalista de la organización.
Para la recreación de las diferentes pruebas, se utilizan unos estéticos primeros planos para las pruebas individuales que se combinan con la utilización de la cámara lenta, y planos generales para las pruebas que se desarrollan a lo largo de la pista de atletismo, creando tensión con los rostros de la multitud.
Destaca por su tratamiento innovador, la filmación de la prueba de salto de pértiga, por la noche, con los atletas filmados en un plano contrapicado contra el cielo oscuro, retratados de manea insuperable.
Este primer bloque concluye con la prueba de maratón, donde se asientan las bases de la filmación moderna de este tipo de pruebas, y cuyas características podemos observar actualmente:
Los “travellings” sobre los corredores, planos de las piernas, sombras sobre el asfalto, esfuerzo de los corredores, etc.
El segundo bloque, llamado “Festival de La Belleza”, se inicia con unas escenas donde se muestra el descanso de los deportistas más allá de las pruebas físicas.
Imágenes bucólicas, un cielo lluvioso, las gotas que caen sobre las hojas, y la vida sana que el deporte simboliza.
Riefenstahl se recrea con el retrato de los deportistas entrenando, preparándose, e incluso unas escenas de cuerpos masculinos que recuerdan a las imágenes de los marineros del “Acorazado Potemkin” (1925)
Tras este interludio, la película retoma la filmación del resto de pruebas como el pentatlón que, por la participación de Oficiales del Ejército, que aparecen revestidos de características militares, en las pruebas a caballo, tiro con pistola, etc.; luego vemos el decatlón, la gimnasia y, sobre todo, los saltos de trampolín, en los que el tratamiento estético de la prueba:
Montaje, cámara lenta, elección del punto de vista de la cámara, alcanza uno de los momentos álgidos del documental.
Los atletas de Leni, por tanto hacen honor a la palabra gimnasia, están desnudos “gymnos”, exhiben sus cuerpos perfectos, los saltos de trampolín hacen que las nadadoras parezcan verdaderos ángeles, algunos muchachos de incontestable belleza, son casi andróginos, y los atletas están coronados de roble, en vez de medallas.
Técnicamente, para la producción se utilizaron procedimientos fílmicos avanzados, que más tarde se convertirían en estándar de la industria cinematográfica, tales como ángulos de cámara inusuales, cortes abruptos, primeros planos extremos, fijación de cámaras en El Estadio para filmar al público, etc., por lo que las retransmisiones deportivas televisivas le deben mucho a esta película.
Algunas de las técnicas asumidas hoy por el espectador como “absolutamente normales” que ofrecen imágenes que nos parecen naturales, fueron verdaderos inventos de Leni, como:
Hizo que le excavaran fosos para hacer tomas en escorzo absoluto al pie mismo de la pista de atletismo.
El “travelling” ampliamente usado en nuestros días, sin el que el cine moderno no tendría sentido, fue una creación suya.
Las cámaras subacuáticas, donde cada “cameraman” se había especializado en una disciplina y en una técnica:
Hans Ertl se sumergía con los nadadores para filmarlos; siendo las primeras imágenes submarinas en las pruebas de natación.
Los corredores sostenían en unas cestitas unas minicámaras, y los atletas disparaban sus propias fotos.
Esto permitió seguir la carrera desde el punto de vista del corredor.
O las telecámaras, lentes telescópicas, grúas giratorias y ascensores…
Se agenció botes de goma para las pruebas de regatas; donde se hizo un largo entrenamiento con los atletas, y 42 cámaras antes de la filmación, más las 200 horas de ésta, dieron como resultado en 1.938 la película.
El objetivo fue conseguir un film atractivo, no solo para los atletas, sino también para profanos y espectadores; porque la cámara de Riefenstahl baila junto a la piel, junto al músculo, persiguiendo los cuerpos esculturales de los deportistas, que son quienes realmente aspiran al Olimpo.
Hombres con taparrabos haciendo apología de la belleza, del culto al cuerpo, de la masculinidad, lanzando discos, jabalinas y pesos, mostrando las nalgas y los pectorales.
Mujeres jóvenes desnudas, entre las que se encuentra la propia Riefenstahl, en un panegírico de la elasticidad, el encanto y la turgencia de la carne joven.
Así Riefenstahl ensalza con los contrapicados bajo un cielo divino a los atletas alemanes; pero también recorre los músculos de las piernas, las nalgas y los brazos de Jesse Owens, el atleta negro que se erigió como la gran estrella de la velocidad y el salto de longitud.
Owens gana, y Riefenstahl le filma sonriendo.
El público aplaude, cánticos de “U.S.A., U.S.A.”
La directora admira su potencia, sus formas; y lo filma también en contrapicado, ensalzándolo contra el cielo, como un dios.
Sin olvidar otro momento de ironía, en el que uno de los primeros atletas alemanes del documental, de apellido Reich, como El Tercer Reich, cae eliminado con una de las peores puntuaciones del lanzamiento de disco.
Ya desde el principio, la cineasta plantea un intertítulo en el que dedica Olympia “en honor y gloria de la juventud del mundo”, un “leitmotiv” en el que incidirá cuando una campana con una “Reichsadler” o águila propia de la iconografía nazi, “toque misa” dentro del Estadio, y aparezca junto a ella la inscripción:
“Yo llamo a los jóvenes del mundo”
Mientras los planos de Hitler y de su camarilla quedan disueltos frente a la cantidad de metraje de las pruebas deportivas y, sobre todo, a la exploración del lenguaje simbólico en los planos más oníricos; porque la realizadora busca que la piel y la grandeza de la carne esforzada se paseen delante de la lente:
El músculo telúrico a la conquista del Olimpo.
Olympia es, por último, un ejemplo del uso del montaje:
Su creadora empleó 2 años para estructurar todo el documental y conseguir uno de los aspectos más importantes de esta obra, el ritmo.
Ritmo con el que juega Riefenstahl para incrementar la tensión de las pruebas, y donde la música juega un papel fundamental, convirtiendo algunas escenas deportivas, en auténticos ballets musicales; por lo que la realización de la germana es portentosa, y la labor de cámara dirigida por Walter Frentz es sublime, acercándonos de modo fenomenal al expresionismo gótico en sus encuadres cargados de expresividad, maravilloso cuando muestra a los deportistas en planos aislados del bullicio de la gente, desprovistos de animación o de patriotismos; solo el ser humano enfrentado a sus límites; asé es fundamental el trabajo de edición para atomizar la épica sensorial del documental, proporcionando un ritmo fluido, notable, intercalando de modo artificial las competiciones con las reacciones del público, acentuando la comunión entre las gradas y los deportistas, aportando de este modo tensión e intensidad dramática.
En sus memorias, la directora cuenta cada detalle como si se tratara de animar un Golem desde el mismo barro.
“Todo importa, desde la meticulosa y larguísima preproducción a la elección del tipo de celuloide, sea Kodak, Agfa o Perutz según fuera la toma, pasando por la infinidad de mecanismos especialmente ideados para la ocasión, con el objetivo de conseguir las tomas más expresivas.
Lo que importa es la edificación de un tótem irrefutable de culto al progreso, a la victoria.
Pero más allá de la lírica, la pedestre prosa del aquel tiempo ahí está, 3 años antes de que El Leviatán despertara; por lo que vemos a las delegaciones de Austria, Italia y hasta Francia, saludar brazo en alto a Hitler, y es imposible contener el escalofrío.
Una vez compilado el material, se necesitaron 4 meses para ordenar, archivar y montar las 14 horas diarias de trabajo.
El resultado es una película premiada con El León de Oro en Venecia, tan magnética como irrefutable.
Y contradictoria… pues 3 años después, Hitler invadía Polonia y, mal que nos pese, los tanques empezaron a rodar sobre el mismísimo Estadio Olímpico de Berlín.
Y es que el carácter propagandístico del Régimen Nazi es innegable.
Olympia, por su propia temática deportiva, donde el objetivo principal es documentar para la posteridad los principales acontecimientos deportivos, no acentúa de una manera tan intensa las ideas del nazismo como los documentales nombrados, pero sí que hay algunas características que conviene apuntar:
En primer lugar, destaca el triunfalismo del Régimen Alemán.
El Estadio Olímpico, repleto de personas, es mostrado como una suma de individuos que se diluyen en una gran masa que parece tiene una sola voz.
La grandiosidad que exhibe Riefenstahl, reforzada a lo largo de todo el documental, tiene el mismo objetivo que la exhibición de innumerables personas formadas frente al líder en los actos del partido.
Este objetivo tiene la función de explicitar una respuesta homogénea del pueblo alemán.
Y cuando aparecen los primeros planos de algún grupo de personas, siempre sirven para reforzar el general de la masa.
Además, las personas forman parte de un todo que se organiza de una manera milimétrica, trazada, adoptando esquemas militares que llenan los grandes planos generales.
La idea que se transmite es, aun dentro de un marco deportivo, que hay una gran fuerza dispuesta a seguir fielmente al líder.
La presencia del líder, es otro de los elementos a tener en cuenta:
Hitler aparece siempre atento, vigilante, comentando con sus subordinados.
La iconografía del uniforme del Führer, dota al espectáculo deportivo de un aditamento militar.
Se reivindica, por tanto, la figura del líder como conductor de una masa fiel y que no presenta fisuras.
La admiración por los cuerpos perfectos, algo que en este caso tiene su justificación por la práctica del ejercicio deportivo, le sirve a la directora alemana para situar en primer lugar, “la teoría de la raza superior”
No es casual que vitoree mucho a Alemania, Italia y Japón, que se muestren los estandartes en competición con EEUU; Inglaterra y demás aliados.
Si los resultados en la pista, no favorecieron la supremacía aria, y Jesse Owens se encargaría de dejar sentado ese tema, pues en el documental se oyen en la banda sonora algunos silbidos cuando gana, y la voz “en off” le tilda en una ocasión de “negro”, que lo es pero en sentido peyorativo; las imágenes se centran en los cuerpos ensalzando la belleza de los participantes con planos muy estéticos que centran la atención del espectador en la fortaleza física.
No obstante, como propaganda indiscutible del Régimen Nazi, Hitler es presentado como solamente oficiante de la inauguración, y a continuación como mero espectador...
El Presidente del Comité Olímpico de los Estados Unidos, Avery Brundage, se convirtió en el principal defensor de Los Juegos que se celebran en Alemania, y argumentó que “la política no tiene cabida en el deporte”, a pesar de tener dudas iniciales; y más tarde solicitó que se establezca un sistema para examinar atletas femeninas, por lo que la revista Time llamó “ambigüedades sexuales”, después de observar la actuación de la corredora y saltadora checoslovaca, Zdenka Koubkova, y la lanzadora de lanzamiento de jabalina, Mary Edith Louise Weston, ambas personas tuvieron cirugía de cambio de sexo; y cambiaron legalmente sus nombres a Zdenek Koubek y Mark Weston.
Los velocistas estadounidenses, Sam Stoller y Marty Glickman, los únicos 2 judíos en el equipo olímpico de EEUU, fueron retirados del equipo de relevos 4×100 el día de la competencia, lo que generó especulaciones de que el líder del Comité Olímpico estadounidense, Brundage, no quería avergonzar a Hitler por tener 2 judíos ganando medallas de oro.
Por otra parte, Leni se negó a la petición de Joseph Goebbels, quitar las escenas del atleta Jesse Owens, ganador de varias medallas; y también se negó, a petición del distribuidor francés, a quitar las escenas de Hitler.
Existe un mito que afirma que Hitler rehusó dar la mano a Owens…
La verdad es que Hitler solo felicitó personalmente a los 2 primeros ganadores de los juegos, y no repitió las felicitaciones con nadie más; y la verdad es que no estaba previsto que el Führer saludara a los medallistas.
Deliberadamente o no, su marcha evitó que Hitler tuviese que decidir si felicitar personalmente a Cornelius Johnson y Davis Albritton, ambos afroamericanos que conquistaron las medallas de oro y plata respectivamente.
El propio Jesse Owens afirma en sus memorias, que recibió una felicitación oficial por escrito del gobierno alemán, y que sin embargo, El Presidente de EEUU, Franklin Delano Roosevelt, no invitó al atleta a las celebraciones en La Casa Blanca, puesto que estaba inmerso en las elecciones, y necesitaba el voto del sur estadounidense, fuertemente racista.
Esto declaró Jesse Owens tiempo después sobre aquellos días:
“Cuando pasé, El Canciller se levantó, me saludó con la mano, y yo le devolví la señal.
Pienso que lo reporteros tuvieron mal gusto al criticar al hombre del momento en Alemania.
Sin embargo, cuando volví a mi país natal, después de todas las historias sobre Hitler, no pude viajar en la parte delantera del autobús…
No podía vivir donde quería.
No fui invitado a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco fui invitado a La Casa Blanca a dar la mano al Presidente”
Otra leyenda urbana dice que Los Juegos fueron un momento de humillación para El Régimen Nazi, porque algunos atletas negros consiguieron un gran número de medallas.
En realidad, la competencia no constituyó una humillación para la Alemania Nazi, ya que el país anfitrión logró recoger más medallas que los demás países, y Hitler se mostró satisfecho con el resultado.
También sucedió que la atleta alemana, Gretel Bergmann, a pesar de igualar un récord nacional en salto de altura 1 mes antes de Los Juegos, fue excluida del equipo alemán por ser judía.
Después de Los Juegos Olímpicos, la participación judía en los deportes alemanes se limitó aún más, y la persecución de los judíos comenzó a ser cada vez más letal.
Los Juegos Olímpicos habían proporcionado un período de calma relativa de 9 meses; y las persecuciones a los judíos recomenzarían tras el fin de Los Juegos, el 16 de agosto de 1936.
Pese al furor de Los Juegos, durante el año 1936, la economía alemana se encontraba de frente a una inmensa crisis económica, con carencia de bienes de consumo, provocada por el rearme acelerado.
Y las competencias entre países, Olympia nos muestra un mano a mano entre Alemania y EEUU, en ausencia de La URSS, no podía ser de otra manera; con algún momento de gloria para la delegación de otros países.
Y es curioso ver al Reino Unido con un protagonismo que no se corresponde con sus resultados ni su clasificación; o Francia, por contra, sólo aparece de manera marginal, pese a que tuvo una actuación más destacada.
Para zanjar la cuestión, valga decir que ni siquiera se menciona el medallero...
Por otra parte, La Teoría sobre El Origen de Los Ejercicios Físicos que desarrolló Carl Diem, expuesta en su libro sobre la historia del deporte, “Weltgeschichte des Sports und der Leibeserziehung”, y que trata sobre los orígenes del ejercicio físico, que según Diem “tiene un origen cultual”, concretamente lo muestra y relaciona a través de las fiestas religiosas de nuestros antepasados, tanto las de los indios, como las de los chinos, etc., en las cuales se introducían una serie de “juegos”
Y eso puede reflejarse en los inicios de cada parte del documental.
Esta consideración del autor resulta lógica al advertir la imagen que tiene del hombre primitivo, al cual describe con entusiasmo poético, al hombre “toda la existencia se le antoja un regalo de los dioses”
Para estos hombres que sienten toda su existencia espiritual y física como un regalo de los dioses, el ejercicio físico estará en cualquier caso vinculado con la divinidad.
Diem afirma que incluso en la actualidad, encontramos ejemplo claros, como cuando vemos a un atleta que reza antes de una competición importante para él.
Aún con la gran cantidad de ejemplos, no queda totalmente demostrado que los juegos vinculados con el culto hayan nacido de él, y Diem se apresura a reconocer que los ejercicios corporales físicos, fueron inicialmente actos de supervivencia, posteriormente, de confrontación para el liderazgo y la demostración de superioridad; y finalmente se convirtieron en actos de culto, tradiciones, juegos, etc.
Según Diem, en un momento concreto, el hombre superó las acciones necesarias únicamente para su existencia, y dio paso al “juego”
En ese mismo instante comienza a vincularse ese “juego”, esas fuerzas excedentes, actividades libres del hombre primitivo entre las que destacan para este tema, las formas y movimientos del cuerpo, con el culto.
Diem considera que el culto es “un sistema ordenado, con base espiritual, de acciones iterables, capaces de repetirse, tendentes a atraer el favor de los dioses o a darles las gracias por su asistencia”
Aunque en un comienzo, este sistema se basaba en gestos y movimientos sencillos y rudimentarios, a medida que se desarrollaba, fue evolucionando, dando lugar a las danzas, las cuales seguían unos determinados ritmos.
De estas danzas y ejercicios podemos ver abundantes ejemplos desde los tiempos más primitivos hasta hoy, en tribus de distintas partes del mundo, que con ellas pretenden causar el agrado de los dioses.
Para Diem, estas danzas no solo expresan la conciencia del hombre de hallarse dependiente de unos poderes superiores, sino también su deseo de influir en la realidad por una especie de hechizo analógico, que solo puede ser vivido por la persona que lleva a cabo el movimiento corporal.
Éste se produce debido a que la repetición monótona, y de cierta duración, que provoca una estimulación o mayor sensibilización de los sentidos y lleva a pensar al sujeto, que es posible actuar sobre la realidad.
Diem considera que este misterio de los movimientos y juegos cultuales, sigue aún presente en el deporte.
Afirma también, que el juego de los miembros es siempre una especie de lenguaje que, en forma no lógica, revela los misterios de un mundo trascendente.
De esto último pone una serie de ejemplos, destacando por su claridad en la relación religiosa, los ritos de fecundidad de las fiestas de primavera en la sociedad prehistórica.
También hace alusión a celebraciones que no tienen un carácter cultual, como las familiares y tribales.
Otro motivo por el que se producían juegos entre las poblaciones primitivas, según el autor, era el gusto por la aventura y la competición, aunque también influían dentro de éste, elementos cultuales.
Diem afirma que los hombres primitivos y protohistóricos, se representaban a los dioses como seres “llenos del gusto por el ejercicio físico”
Por ello, la realización de juegos y competiciones se estimaba como una actividad agradable a los dioses.
Todos estos juegos contaban con una historia previa entre los hombres, antes de ser traspasados al mundo de los dioses.
El último capítulo de su Teoría sobre El Origen de Los Ejercicios Físicos, y que Leni retrata de forma maravillosamente poética; se centra en el culto a los muertos donde surgen una gran cantidad de juegos y competiciones.
En este apartado expone la teoría de los 3 niveles humanos, idea que compartía con Ortega y Gasset.
Esta teoría distingue entre un 1° nivel que consistía en matar a quien se encontraba culpable de asesinato; un 2º nivel, en el que se daba al culpable una oportunidad de librarse de la muerte mediante una especie de juicio de Dios, consistente en un combate entre 2, a vida o muerte; y un 3º, que surge para Diem en el momento en que aparece la idea de los juegos deportivos, y explica que en los ritos funerarios se intentaba cantar a la vida que continuaba, eran una confesión de vida, de las ganas de vivir.
“El joven que luchaba junto al féretro, tomaba posesión de la fuerza del héroe difunto, sentía como se colaban en él la valentía y el espíritu de victoria de los antepasados, se robustecía con el recuerdo de un muerto glorioso, cuyas cualidades él se sentía obligado a realizar en el futuro”
Para concluir, Diem afirma que “la idea cultual de todas estas fiestas deportivas pueden resumirse en una única fórmula:
Estaban dedicadas a la eterna juventud”
Para demostrarlo, Diem hace referencia al fuego perpetuo que ardía en los lugares cultuales de Los Juegos Olímpicos.
En este sentido, los juegos deportivos, nacidos de un culto funerario cruel, reciben una interpretación totalmente distinta a la de su origen.
Regresando a los atletas participantes en esta Olimpiada, y aunque no ganó una medalla, el futuro héroe de guerra estadounidense, Louis Zamperini, rezagado en la final de 5.000 metros, recuperó terreno marcando una vuelta final de 56 segundos.
Este esfuerzo llamó la atención de Adolf Hitler, quien elogió personalmente a Zamperini por su velocidad.
Al igual que los éxitos de los atletas alemanes, el triunfo de los italianos fue reclamado por los partidarios del régimen de Benito Mussolini, como “una reivindicación de la superioridad del sistema fascista”
En general, Hitler asistió a las pruebas deportivas, casi todos los días, y fue siempre efusivamente aclamado por la multitud de espectadores.
Para su orgullo y contento, los atletas alemanes registraron diversas victorias; siendo Alemania el país que ganó más medallas en Los Juegos de Verano, y el 2º con más medallistas de Los Juegos de Invierno; y aprovechando las competiciones deportivas, Hitler y El Partido Nazi no perdieron la oportunidad de impresionar a los dignatarios extranjeros con demostraciones de hospitalidad extravagante:
Joachim von Ribbentrop, al cual Hitler acababa de nombrar Embajador en Londres, pero que aún no había asumido el cargo, recibió a cientos de invitados extranjeros en cenas de gala en su mansión de Dahlem.
Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda, dio una recepción con fuegos artificiales con más de mil invitados, esencialmente extranjeros en Havel, el río junto a Berlín.
Hermann Göring, en la época, 2º de a bordo del Régimen, sobrepasó a todos con su extravagancia festiva:
Henry Channon, un conservador británico, miembro de La Cámara de Los Comunes, se quedó deslumbrado con una recepción ofrecida por Göring para 800 invitados en El Ministerio del Aire, y comentó que “nunca había habido una fiesta de ese calibre, desde los tiempos de Louis XIV o incluso desde tiempos de Nerón”
Quedan momentos recordables, e inolvidable de Olympia en el famoso y bello prólogo de la primera parte, sugerente homenaje a como la naturaleza humana, en su belleza, se interrelaciona con la naturaleza y de la arquitectura.
El desfile de las diferentes delegaciones tras sus abanderados, el primero, Grecia, que genuflexamente hacen el saludo nazi, correspondiendo desde su palco Hitler.
Suecia, Gran Bretaña, Japón, USA, Canadá, Italia, haciendo el saludo nazi, romano en el caso italiano, correspondido en el palco por El Rey transalpino, Humberto II de Saboya; luego Francia, que lastimeramente hace también el saludo nazi; Suiza, y por último el país organizador, Alemania.
La Imperial gesta de un negro, el estadounidense Jesse Owens, ante el racista de Hitler, sus 4 atronadoras victorias resuenan en la eternidad de los triunfos que trascienden lo deportivo, y Leni no se acobarda para exponerlo en su plenitud.
El tramo de la maratón, rodada con mimo especial, deleitándose en la cámara lenta para imbuir al espectador en el sufrimiento sobrehumano de los corredores.
El desfile de clausura, con los abanderados en la noche, haciendo girar sus banderas mientras la cámara se aleja del Estadio Olímpico.
Mientras la segunda parte muestra el lindo prólogo, con el ser humano fundido con la naturaleza representada en un bosque cuasi-nocturno, las siluetas esbeltas de los deportistas se nos muestras en su esplendor, emergiendo sus figuras corriendo por un lago, metiéndose en la sauna, entrenándose para su deporte entre sonrisas.
La competición de gimnasia, mostrando varios ejercicios a cámara lenta para enfatizar su belleza coreográfica, con contrapicados esbeltos de ejercicios de anillas de barras y de paralelas, pareciendo estar solo los atletas en el infinito cielo.
La vela, filmada con grandes medios que parecemos incrustados en los veloces veleros, propias las imágenes de films de aventuras.
La curiosa disciplina de pentatlón, equitación, esgrima, tiro con pistola, natación y carrera campo a través, competición que ya no existe en Las Olimpiadas, y que es ejercida por militares únicamente.
La competición de piragüismo, con los artificios visuales de cámaras subjetivas.
Los cuasi-místicos saltos de trampolín, filmados con un epicúreo gusto estético, en fascinantes contrapicados, con el cielo nublado de fondo que crea arrolladores lienzos con los cuerpos a cámara lenta danzando sostenidos mágicamente en el infinito.
Y el epílogo, con las campanas Olímpicas que vuelve a sonar…
En todas las escenas, El Estadio está lleno a reventar, y siempre se muestra al público entusiasta.
Otras escenas sorprenden por su modernidad:
Los cuerpos desnudos que tratan demostrar la fuerza y belleza de la raza aria, al comienzo de la película, donde una de las bailarinas es la propia Leni, que antes de cineasta fue bailarina, esquiadora y alpinista.
Como anécdota, en la carrera de maratón, se congregaron más de un millón de personas; y los 3 puestos finales del Medallero Olímpico quedó así:
Alemania con 33 Oro, 26 Plata y 30 Bronce para un total de 89 medallas.
Estados Unidos con 24 Oro, 20 Plata y 12 Bronce para un total de 56 medallas.
Hungría con 10 Oro, 1 Plata y 5 Bronce para un total de 16 medallas.
Los ingresos totales por boletos, fueron de 7.5 millones de Reichmarks, generando una ganancia de más de un millón de RM.
El presupuesto oficial, no incluía los desembolsos de la ciudad de Berlín, que emitió un informe detallado que detalla sus costos de 16.5 millones de RM, o desembolsos del gobierno nacional alemán, que no hizo públicos sus costos, pero se estima que gastó $ 30 millones.
Estos fueron Los Juegos Olímpicos finales bajo La Presidencia de Henri de Baillet-Latour, y Los Juegos Olímpicos finales durante 12 años debido a la interrupción provocada por La Segunda Guerra Mundial.
Los próximos Juegos Olímpicos se celebrarán en 1948, el invierno en Suiza, y luego el verano en Londres.
Por último, Leni combinó la música de Herbert Windt y Walter Gronostay con el sonido “live” de las competiciones y los comentarios hablados.
Hay una miscelánea prodigiosa con la música de Herbert Weidt, que produce excelentes vibraciones por la fuerza sugestiva del esfuerzo humano con el acunamiento emotivo de un “score” de tintes homéricos, que potencia la atmósfera de lo que vemos, exalta el espíritu de superación, añade varios cortes de Richard Wagner, como “La Cabalgata de Las Valkirias” al paso del pelotón ciclista; “El Ocaso de Los Dioses” hacia el final… himnos nacionales y melodías populares germanas.
“Vor allem ein politisches Ereignis, bei dem die Deutschen und Ausländer in die Einheit und den Ruhm des Dritten Reiches eingeweiht wurden”
(Antes de nada un acontecimiento político, durante el cual se inculcara a los alemanes y a los extranjeros la unidad en la gloria y el espíritu pacífico del Tercer Reich)
Los Juegos Olímpicos de 1940, oficialmente conocidos como Juegos de La XII Olimpiada, fueron cancelados por el desarrollo de La Segunda Guerra Mundial.
La ciudad donde tenían que haberse celebrado, era Helsinki, Finlandia; después de la renuncia de su sede inicial, Tokio, Japón.
El 31 de julio de 1936, se realizó la elección en Berlín, Alemania, sede de Los Juegos Olímpicos de aquel año.
Tokio, capital de Japón, fue elegida de forma unánime para albergar la edición de 1940.
De haberse cumplido el calendario, las pruebas habrían tenido lugar entre el 21 de septiembre y el 6 de octubre.
Sin embargo, el estallido de La Segunda Guerra Sino-Japonesa en 1937, obligó a que el país renunciara a ellos.
Como sede alternativa, El Comité Olímpico Internacional eligió a Helsinki, capital de Finlandia, que programó las pruebas entre el 20 de julio y el 4 de agosto.
Pero en este caso, el estallido de La Segunda Guerra Mundial obligó a una suspensión definitiva de la edición, que nunca se celebró.
Años más tarde, Helsinki se convirtió en la sede de Los Juegos Olímpicos de 1952, mientras que Tokio los organizaría en 1964.
Con el estallido de La Segunda Guerra Mundial, Los Juegos Olímpicos fueron suspendidos.
Lo mismo ocurrió años después con la edición de 1944, que tenía que haberse celebrado en Londres.
A diferencia de la edición cancelada de 1940, donde hubo hasta calendarios programados con las pruebas, Los Juegos Olímpicos de Londres no contaron con la suficiente organización, porque Reino Unido estaba envuelto en La Segunda Guerra Mundial.
El conflicto estalló en septiembre de 1939, y su transcurso obligó al país a renunciar a ellos.
En compensación, El Comité Olímpico Internacional nombró a la ciudad británica como la sede de Los Juegos Olímpicos de Londres 1948, conocidos oficialmente como Juegos de La XIV Olimpiada, sin votación; y que sí tuvo lugar porque la guerra ya había terminado.
Pese a la cancelación de Los Juegos, El COI organizó actos oficiales para celebrar su 50° aniversario, que tuvieron lugar entre el 17 de junio y el 19 de junio de 1944, en Lausana, Suiza; sede central de La Organización Olímpica.
El impulsor de estos actos fue… Carl Diem, creador de la tradición de La Antorcha Olímpica en Los Juegos de La Era Moderna del año 1936.
Tremenda paradoja.
En un contexto marcado por la economía de posguerra, Los Juegos Olímpicos de Londres 1948, fueron conocidos como “Los Juegos de La Austeridad”
Londres estaba siendo reconstruida tras los bombardeos alemanes de la guerra, y la población carecía de bienes básicos, por lo que muchos británicos estaban en contra de la designación.
Por esa razón, no se construyó ninguna infraestructura olímpica nueva, y en su lugar, se utilizaron las ya existentes.
Tampoco se edificó una villa olímpica, por lo que los atletas durmieron en barracones que durante el conflicto fueron de uso militar.
Los efectos de la guerra, también se notaron en la participación:
El Comité Olímpico Internacional, no permitió que Alemania ni Japón concurrieran por su papel como fuerzas del Eje.
Aunque La Unión Soviética sí fue invitada, no quiso participar hasta Los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952.
Pese a esas ausencias, se batió el récord de naciones participantes.
El parón de 12 años, provocó que muchos atletas dejaran atrás sus mejores años de competición.
Otros incluso fallecieron durante la guerra...
Por esta razón, el número de plusmarcas fue muy bajo respecto al de otras ediciones.
Los Juegos Olímpicos de Londres 1948, fueron los primeros que pudieron verse por televisión; la BBC pagó 1.000 guineas por los derechos de emisión de 60 horas de pruebas deportivas.
Y ahora la pregunta:
¿Es Olympia la más impúdica y ladina pieza de propaganda jamás filmada, o una Obra Maestra?
Aun a riesgo de resultar tan tibio como los poetas “neutrales” que, “lavándose las manos, se desentienden y evaden”, diré que las 2 cosas.
Si Los Juegos Olímpicos tienen una película, ésa es la de Riefenstahl.
Ella consiguió convertir el encargo particular de glorificación de un régimen, en algo más.
Mucho, muchísimo más.
Y así, la película alcanza a construir una auténtica mitología moderna alrededor del vértigo, la velocidad, el movimiento…
El cuerpo humano devenido máquina.
Pero no nos engañemos… Hitler sigue ahí.
¿Es una película racista?
No, es una película nacida en un contexto racista.
Visto desde la distancia que dan 82 años, parece una premonición:
Una cámara que se desliza entre las ruinas de La Acrópolis de Atenas.
Todo restos, el cadáver de un Imperio de más de 13 siglos, destruido, condensado en el despojo de las columnas dóricas, de las estatuas desfiguradas, de los brazos y los torsos antiguamente apolíneos que, en una alegoría visual, se encadenan con el cuerpo atlético de un deportista alemán.
Que el deporte sirve para unir, unir... anexionar... qué más daba.
Era una cuestión de matices, de países y pueblos.
Que Alemania recuperará el esplendor de La Antigua Grecia, que será el nuevo Imperio de occidente, lo que desconoce El Tercer Reich, es que está más cerca de La Necrópolis que del Monte Olimpo.
Más de ¾ de siglo desde el momento en el que al Rey Humberto II de Italia, o al director del Comité Olímpico en la época, Henry de Baillety-Latour, no les entraba urticaria al ser vistos departiendo con el Führer; un tiempo cuando levantaba la mano hasta el apuntador; riadas de deportistas, a paso marcial, da igual franceses, japoneses, húngaros o indios; todos saludan al Canciller brazo en alto.
Y Riefenstahl, la actriz alemana reconvertida en documentarista, estuvo allí para captar tantas ansias de paz y de hermanamiento del gobierno alemán.
Porque Olympia es una de las mejores películas de la historia, sino es que la mejor película de todas; pero la “filiación” nazi de la Riefenstahl, ha impedido que por prejuicios morales, políticos y hasta intereses mercantiles, sin mencionar las manipulaciones históricas, esta obra de excelencia total, sea colocada en el lugar que le corresponde, como la cúspide del arte fílmico.
¿Cómo es posible que los nazis, esas bestias malvadas de terror, sean capaces de desarrollarse a estos niveles de creación intelectual y artística?
Riefenstahl no era el único alemán atrapado, hasta que nosotros lo queramos, en esta ola de injustas, pero reales trampas de manipulación histórica.
Creo que ya es tiempo de replantearnos muchas de las cosas que los “buenos vencedores” nos han dicho como “verdades”
Porque Leni Riefenstahl destacó por sus películas, tremendamente vanguardistas en los años 30, y tras un acercamiento a Hitler, terminó convirtiéndose en la documentalista oficial del nuevo régimen.
Tras la derrota de Alemania, ella fue denostada por su apoyo al Tercer Reich, lo que marcó el declive de su carrera, siendo condenada a 4 años de prisión, y se le hace prácticamente imposible el ejercicio de su profesión.
Hasta 1948, Leni no pudo recoger La Medalla de Oro que El Comité Olímpico Internacional le había concedido por Olympia, y años más tarde, retomaría su carrera como fotógrafa.
Tuvieron que pasar 8 décadas para que la audaz Riefenstahl, que murió en 2003, como la directora en activo más longeva, con 101 años; se inventase un nuevo lenguaje para rodar los eventos deportivos, que todavía se usa su técnica de grabación en las retransmisiones actuales.
Olympia constituye una obra culminante del género documental; siendo el mejor homenaje al espíritu olímpico; que hasta en los contextos más terribles e inhumanos, siempre muestra un pequeño atisbo de esperanza.

“Ich glaube, und ich bin sehr misstrauisch, dass die Nazis mit ihrer Propaganda das Beste erreicht haben.
Die nie gesehene Skala der Spiele gefiel den Athleten.
Außerdem haben sie mit den anderen Besuchern und vor allem Geschäftsleuten ein sehr gutes Image hinterlassen”
(Creo y recelo bien que los nazis hayan logrado lo mejor con su propaganda.
La escala nunca vista de los juegos agradó a los atletas.
Además, dejaron muy buena imagen junto a los demás visitantes y especialmente a los hombres de negocios)



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