Storia di una capinera

“La storia di un'infelice di cui le mura del chiostro avevano imprigionato il corpo, e la superstizione e l'amore avevano torturato lo spirito”

Los votos monásticos, votos religiosos o votos canónicos, son los votos o promesas que distinguen a un religioso de un seglar dentro de La Iglesia Católica; y mediante ellos se pretende acceder a una vía espiritual, a la salvación, a través de la renuncia de placeres terrenales.
Los votos son 3:
Pobreza, obediencia y castidad; y deben imitar, en el religioso, la vida de Jesucristo, según los consejos evangélicos.
La expresión concreta de los votos, difiere según las órdenes religiosas; por ejemplo, entre los benedictinos y cartujos, los votos se consideran comprendidos en la “conversio morum” o “conversatione morum”, es decir, “conversión de costumbres”, o “vida monástica”, llamada:
“promittat de stabilitate sua et conversatione morum suorum et oboedientia” o “su estabilidad, vida monástica y obediencia”, del capítulo 58 de La Regla de San Benito de “disciplina suscipiendorum fratrum”, que se titula en la versión castellana, “el modo de recibir a los hermanos”
Históricamente, los votos monásticos tuvieron una marcada función:
Implicar extraordinariamente al monje en la sociedad feudal, y del Antiguo Régimen, y proporcionar claros valores a esa sociedad.
El monacato, del griego “monachos”, o “persona solitaria”, es la adopción de un estilo de vida más o menos ascético, dedicado a una religión, y sujeto a determinadas reglas en común.
Al miembro de una comunidad que lleva una vida monástica, se lo denomina “monje” o “monja”; y se rigen por las reglas características de la orden religiosa a la que pertenecen, y llevan una vida de oración y contemplación.
Algunos viven como ermitaños, y otros en comunidad, a la que se llama monasterio.
Por su parte, la imitación de Cristo, que vivió castamente, y que enigmáticamente vinculó el celibato al reino de los cielos, implica que el monje no puede contraer matrimonio ni, por tanto, mantener relaciones sexuales, al igual que cualquier otro cristiano no casado; más pues el religioso debe obedecer a su superior, quien representa a Cristo en la comunidad.
Así, la subordinación a la autoridad eclesiástica, es imitación a Jesucristo, El Hijo, que fue obediente a Dios Padre, y se subordinó explícitamente a su voluntad.
En particular, el monacato femenino, es una locución que se emplea para hacer referencia a la situación de las mujeres en el estado, actividad, institución y dignidad monástica, definidos en el sustantivo “monacato”, derivaba del latín, “monăchus”, y a su vez del vocablo griego, “μοναχός”, que significa “el que vive solo”; y la forma femenina “Мοναχή” fue utilizada, aunque en menor grado que la masculina.
El adjetivo “femenino”, otorga un matiz propio, al situar a las mujeres, espacial y temporalmente en las variadas formas de monacato.
Diversos sistemas y estructuras conformaron el monacato femenino en diferentes momentos de la historia; y a través del tiempo se pusieron de manifiesto variados modelos de vida comunitaria, tanto con la inclusión de mujeres reconocidas por sus acciones, cuanto por aquellas otras que, en forma más anónima, se integraron en el sistema religioso y monástico de su tiempo, a menudo formando parte de grupos colectivos.
La virginidad y la castidad de las mujeres, tuvieron una dimensión colectiva, pues cumplían funciones esenciales en el imaginario social de lo que representaba el fuego, el agua, el cultivo de las tierras, y el ciclo vital.
La situación de las vírgenes en los diferentes ritos y religiones, giró en torno a la protección frente a quienes no respetaran más que el cuerpo de estas mujeres, la vinculación con lo sagrado.
El otro eje es el de la obediencia, habida cuenta de la edad y ritos de inicio; y cuando se tenía certeza de que la mujer era culpable, el castigo debía ser mayor; puesto que el delito ofendía más a las divinidades, se debía aplacar su ira para que no repercutiera en la colectividad.
Otra de las funciones específicas, fue la de cuidar las pertenencias sagradas.
Se las conoce también como “reclusas” o “concubinas”, y pertenecían a la casa de Dios como esposas de él.
“Io pensai alla povera capinera che guardava il cielo attraverso le gretole della sua prigione, che non cantava, che beccava tristamente il suo miglio, che aveva piegato la testolina sotto l'ala ed era morta”
Storia di una capinera es una drama italiano, del año 1993, dirigido por Franco Zeffirelli.
Protagonizado por Angela Bettis, Johnathon Schaech, Eva Alexander, Andrea Cassar, John Castle, Valentina Cortese, Sinéad Cusack, Frank Finlay, Mia Fothergill, Pat Heywood, Janet Maw, Denis Quilley, Vanessa Redgrave, Annabel Ryan, Gareth Thomas, Sheherazade Ventura, Donald Hodson, entre otros.
El guión es de Franco Zeffirelli y Allan Baker; basados en la novela homónima, escrita en Milán en el año 1871, por Giovanni Verga, escritor italiano, considerado el mayor exponente de la corriente literaria verista; y es una bella y dramática historia de un amor prohibido.
Al parecer, la novela es de carácter biográfico, pues el escritor vivió un episodio de epidemia de cólera que se había difundido en el 1867, y lo había obligado, junto a la familia, a encontrar refugio primero en las propiedades de Sant'Agata li Battiati, y después en Trecastagni.
Verga decidió establecerse en Florencia, y se quedó allí hasta 1871, al comprender que su cultura provinciana era demasiado restrictiva, y le impedía de realizarse como escritor.
Verga, a la edad de 15 años, se enamora de Rosalia, una joven educadora del monasterio de San Sebastiano, en Vizzini; donde su tía también era monja, que sirvió de inspiración para la novela.
Verga explicó en algún momento la razón que lo llevó a nombrarla, como “Historia de una alondra”:
“En Florencia había visto una pobre alondra negra encerrada en una jaula:
Era tímida, triste, enfermiza, mirándonos con miedo; huyó en una esquina de su jaula, y cuando escuchó la canción alegre de los otros pajaritos que cantaban en el césped, o en el cielo azul, los siguió con una mirada que podría haberse dicho que estaba llena de lágrimas.
Pero no se atrevió a rebelarse, no se atrevió a romper el cable que la mantenía en prisión, pobre prisionera.
Y sin embargo, sus cuidadores la amaban, jugaban con su dolor, y le daban melancolía con migas de pan y palabras amables.
La pobre alondra trató de resignarse a sí misma, pobre pequeña; no estuvo mal; no quería reprocharles ni siquiera con su dolor, ya que trató de escoger esas migas de pan con tristeza; pero no pudo tragárselas.
Después de 2 días, inclinó la cabeza debajo del ala, y al día siguiente la encontraron muerta en su prisión.
¡Estaba muerta, pobre alondra negra!
Sin embargo, su copa estaba llena.
Ella había muerto, porque en ese pequeño cuerpo había algo que no se alimentaba solo de migajas, y que sufría de algo más que de hambre y sed.
Cuando la madre de los 2 hijos, verdugos inocentes e implacables del pobre pajarito, me contó la historia de un descontento de los cuales las paredes del claustro habían encerrado el cuerpo, y la superstición y el amor habían torturado espíritu:
Una de las íntimas historias que pasan desapercibidas todos los días, la historia de un corazón tierno y tímido, que había amado, llorado y rezado sin atreverse a distinguir sus lágrimas o hacer escuchar su oración, que finalmente se había cerrado en su dolor y morir.
Pensé en la pobre alondra que miraba hacia el cielo a través de los postigos de su prisión, que no cantaba, que tristemente la atrapó, que había doblado su pequeña cabeza bajo su ala, y había muerto.
Es por eso que lo llamé:
Historia de una alondra”
La novela epistolar, apareció en el diario de moda “Il corriere delle Dame”, cuyo prefacio fue redactado por Dall'Ongaro, que mostraba la carta escrita por él a Caterina Percoto, para presentar el libro.
La novela tuvo un gran éxito, y Verga comenzó a obtener su primera ganancia monetaria; tanto que según una encuesta realizada a principios del siglo XX, por La Sociedad Bibliográfica Italiana, “Storia di una capinera” tuvo tal éxito público, que vendió alrededor de 20 mil copias en poco más de 20 años.
Filmada en Sicilia, al sur de Italia; y ambientada en 1854, la historia describe el drama de María (Angela Bettis), una novicia de 16 años, que sale de su convento en el que lleva 12 años, y regresa a su casa para evitar la contaminación de cólera.
Allí encuentra una situación difícil, de hecho, su madrastra Matilde (Sinéad Cusack) y sus medias hermanas, evitan que María viva la vida normal de una adolescente.
En sus mentes, María es la prometida “novia de Dios”, y una vida normal para ella, es inapropiada.
Por otra parte, Nino (Johnathon Schaech), su guapo vecino, que está estudiando para ser abogado, se enamora de María, que no es indiferente a él; y se enamora perdidamente, lo que le produce un fuerte sentimiento de confusión y culpabilidad.
Pero cuando María regresa a su convento, se ve obligada a convertirse en monja.
Ahora, María puede entender a La Hermana Agata (Vanessa Redgrave), y se da cuenta de que se volvió loca por un amor perdido e imposible, como el que existe entre María y Nino.
Todo ello hace de Storia di una capinera, un homenaje al corazón, el corazón que enfrenta sus noches tormentosas, presiones externas, supera reglas rígidas, malentendidos y, finalmente, regresa a su esencia y al centro de su existencia.
Es amor sincero, y la película no da ninguna respuesta si es mejor para el personaje ser “la hija de Dios”, o convertirse en la esposa del hombre amado.
Es una película en movimiento del arte, una historia de una “pequeña alondra”, con su mirada en un mundo hermoso, y el último día cuando ella abandona su vida terrenal, para entrar en el reino de los cielos.
La historia ha tenido varias adaptaciones, en 1917, y en 1943, siendo esta versión de 1993, la más exitosa de la historia de Giovanni Verga, pues inmortalizó con la actuación de la actriz principal y Vanessa Redgrave, quien interpretaba a una monja que la tenían encerrada en el convento, por razones en que estuvo enamorada de un hombre, y cometió varios delitos por estar junto a este, haciendo de su vida un infierno que la llevó a la locura.
“Una di quelle intime storie, che passano inosservate tutti i giorni, storia di un cuore tenero, timido, che aveva amato e pianto e pregato senza osare di far scorgere le sue lagrime o di far sentire la sua preghiera, che infine si era chiuso nel suo dolore ed era morto”
Ha habido una opinión generalizada, de que las mejores películas de Franco Zeffirelli incluyen solo óperas o producciones de Shakespeare.
Sin embargo, si conoces mejor al director, pronto descubrirás cuán simplificada es esta visión.
Storia di una capinera  es tal vez una de las producciones menos conocidas del maestro, pero de hecho, una de las más bellas y subestimadas, donde el corazón realmente reina sobre la razón, y donde el afecto conquista la indiferencia.
Zeffirelli es un genio, y con mucho, el mejor director italiano de todos los tiempos, título que bien compartiría con Fellini y Visconti; y esta película es una de las más exquisitamente fotografiadas, jamás hechas; una tragedia increíble sobre el amor prohibido, pues Zeffirelli tiene el don de convertir las historias más trágicas, en una especie de romanticismo sin espinas.
Solo piensen en “Fratello Sole, Sorella Luna” (1972), esa sórdida explotación de uno de los santos más trágicos del cristianismo.
Ahora, Verga era cualquier cosa menos un romántico.
Su descripción de la vida, no tiene misericordia ni redención alguna; incluso cuando elige poner un episodio romántico en una de sus obras, esta está condenada al fracaso, y se estrella contra el muro de piedra de la realidad de la vida.
No se permiten sueños; y es cierto que María, la protagonista, no puede cumplir su sueño de amor en el largometraje, pero Zeffirelli logra transformar el agudo realismo de la novela original, en un desvaído romanticismo; porque es una historia bastante simple, y se muestra de una manera convincente y genuina; por lo que Zeffirelli no solo resalta el aspecto de un amor juvenil creciente, un proceso de “adquisición” de la naturaleza que lo rodea, sino que también nos proporciona una amplia gama de factores relacionados con Sicilia, su sociedad, sus costumbres y la poderosa e influyente Iglesia Católica.
Las principiantes destinadas a ser “las hijas de Dios”, tienen la oportunidad de conocer el mundo, sus alegrías, sus bellezas y sus tentaciones.
Los sentimientos de piedad directa, y cierta espiritualidad, se convierten en sentimientos de duda y confusión.
Sin embargo, a pesar de todas las tormentosas noches de corazón que experimenta el personaje principal, María; Zeffirelli rinde tributo final al amor, a la grandeza individual encontrada en la superioridad del sentimiento a la razón; aunque el director a veces se vuelve bastante difícil y profundo en el desarrollo del personaje.
Era la época antigua en Italia, en las tierras de Catania, donde estaba María Vizzini, una estudiante en un convento de monjas, cuyo futuro era ser monja.
Ella tenía mucho respeto y creencias religiosas, por tanto, es enviada de nuevo a su casa, por la razón en que la zona en donde se encontraban, estaba afectada por el cólera.
María vuelve a su casa, y conoce a Nino Valentini, un joven apuesto, en el cual ella se enamora de él a primera vista.
María se hace amiga de un perro guardián, en el cual ella lo saca a caminar, pero el perro corre hasta un manantial donde varios niños y jóvenes se mojaban en el agua, María lo sigue contenta y feliz, hasta que se da cuenta que todos ellos estaban desnudos… incluyendo a Nino, quien también se encontraba en el manantial, a lo que ella se retira...
Más tarde, en una fiesta, María baila con Nino, siendo la primera vez que ella baila, sin embargo, unas mujeres que tocaban el piano, la obligan a cantar ante todos, una canción, María se niega, pero al final termina aceptando.
María canta una canción que había aprendido en el convento de monjas, mientras los invitados de las fiestas murmuraban que no estaban en una iglesia, y no había ningún funeral...
Nino se retira de la fiesta, lo cual le pareció aburrida, pero María lo sigue, y ambos deciden hablar sobre su futuro.
Mientras platicaban, Nino le confiesa su amor a María, aunque ella no tiene ninguna respuesta, sabiendo que su destino será ser monja, y solo dedicarse al servicio de Dios.
Nino llega a casa de María, en medio de una tormenta, este golpea su ventana, y grita que la ama, pero María termina llorando, y pidiéndole a Dios en no caer en la tentación.
Después de tantos problemas, María regresa al convento de monjas, donde es maltratada por varias hermanas, e incluso el padre de la iglesia.
Al pasar el tiempo, Nino ya termina la universidad, y en ese tiempo, mantenía una relación personal con Giuditta, y muy pronto se casan.
Pero María vive atormentada en el convento, ya casi toda una monja…
Nino y Giuditta, se casan en la iglesia donde reside María, la cual queda triste y llorando, porque se dio cuenta que también lo ama, y no pudo olvidarlo desde entonces…
Así es cómo María vive atormentada en el convento, pues no puede olvidar a Nino, y ella desobedece a la palabra de Dios, lo que hace que ella misma se castigue, pegándose con un látigo en la espalda; entonces, María huye del convento hacia la casa de Nino y Giuditta, buscando ayuda, y suplicando que no la regresen al convento.
Entonces, María asustada, comienza a imaginarse que terminara como Ágata, una monja que la tienen encerrada en el convento.
Nino habla con María, y le explica que él, anteriormente le declaró su amor, pero ella se negó, diciéndole que su destino era ser monja.
Por lo que María, decidida, vuelve al convento, y reconoce que ese es el sitio donde debería estar siempre, servir, y acercarse a Dios...
El fotograma final, es uno de los más aterradores vistos jamás en el cine; y lo que particularmente gustó aquí, es la tensión en torno al camino espiritual de María, la realidad de un sentimiento creciente, las emociones, encontrar el mundo extraño y, a pesar de eso, comenzar a amarlo.
Sí, Storia di una capinera es muy emotiva, y estas emociones van desde la admiración, la alegría, hasta el sentimentalismo, a veces hasta la nostalgia; sin caer en lo cursi o lo pasteloso; pero:
¿Cómo se revelan los sentimientos fuertes?
El aspecto más exitoso de la película aquí es, además del resto, su impacto visual.
Este es el Zeffirelli que mejor conocemos, con su glamour de imágenes, “movimiento de obras de arte”, tributo a la naturaleza, tanto universal como humana.
¿Quién puede evitar el momento en que María es conducida por el perro a través de un hermoso jardín, hasta la cascada donde Nino se está bañando con sus amigos?
Otro momento perfecto, es en el volcán Etna, donde vemos a la pareja, como si fuera absorbida por el poder de la naturaleza, un poder de presencia abstracta e inmutable.
El comienzo de la película, también es memorablemente visual:
Vemos el Catania de 1854, inundado en la tragedia de la epidemia del cólera, las personas que hacen penitencia en procesiones, los cadáveres son quemados, y las familias lloran; el impacto visual es tan fuerte, que inmediatamente nos guía, como espectadores, en un mundo muy específico.
Esto es arte, para poder mostrar la historia como la felicidad de la percepción, y Zeffirelli es realmente bueno en eso.
Se vuelve una vez más tan sentimentalmente dulce, como en aquella película de San Francisco de Asís de 1972, y tan dramáticamente romántico, como en su historia de amor de Shakespeare de 1968.
La visión de Sicilia, su cultura y la iglesia, también es digna de mención, ya que Storia di una capinera se basa en Giovanni Verga; y obtenemos las representaciones de la fría Madre Superiora (Valentina Cortese), en el convento; y del predicador autoritario, Padre Nunzio (Frank Finlay)
Vemos las vidas de las personas tan profundamente afectadas por la iglesia, las celebraciones de graduarse, acompañadas con el himno “Te Deum Laudamus”; y el enfoque en los pecados carnales considerados por el Padre Nunzio, como “el corazón del infierno”
La figura del sacerdote se agita de ira, pero también de miedo.
Alguien podría decir, que Zeffirelli se vuelve crítico con La Iglesia; sin embargo, después de una inspección más prolongada, se da cuenta de que no es crítico con La Iglesia en general, sino con una cierta idea de religiosidad, y una práctica errónea y dañina de una devoción particular.
La poderosa escena, en la que María se gana a sí misma, es esta representación de una psique bajo presión dentro de la conciencia formada fanáticamente.
Finalmente, se debe mencionar el aspecto más importante en cualquier película, el elenco; y todos son excepcionales.
Otra vez, esta es una de estas películas que ves con placer, porque ves verdaderos artistas en el elenco:
Angela Bettis retrata su papel de manera intensa, veraz y emocional.
A veces parece estar a punto de sobreactuar, pero no cruza la frontera.
Ella es inolvidable en todo momento, particularmente en sus momentos de tentaciones, miedos y anhelos.
Y junto a Vanessa Redgrave, es increíble, Bettis hace un uso perfecto de su rostro, expresando magníficamente sus sentimientos; y es muy difícil ver a una joven actriz, debutante, teniendo una actuación tan fantástica.
Por su parte, Johnathon Schaech es muy bueno como Nino, una especie de idea del “hombre que Zeffirelli”, que el maestro desarrolló en muchas de sus películas.
Schaech, es una combinación de la sorprendente inocencia de Leonard Whiting y el atractivo macho de Domingo.
Pero aquí, también en su debut en el cine, está tremendamente atractivo, muy hermoso y bello, que lamento que no se viera más de él, explícitamente, porque bien lo vale para demostrar la belleza que enamoró a una monja, como si viera a un cristo personificado y perfecto.
Al mismo tiempo, Bettis y Schaech, retienen la química que tanto necesitan en sus roles.
Entre el elenco de apoyo, vale la pena prestar atención a Vanessa Redgrave, en un papel excelente de Agata, anhelo amoroso de la hermana “insana”
John Castle, en el papel del padre de María, Giuseppe; y Sinéad Cusack como madrastra, Matilde.
Valentina Cortese y Frank Finlay, son también inolvidables y muy buenos como representantes estrictos de La Iglesia.
Así pues, Storia di una capinera representó el debut de Bettis y Schaech; de Eva Alexander, acreditada como Sara-Jane Alexander; y de Andrea Cassar; y fue el último film de Denis Quilley y Pat Heywood.
Por último, destacar la banda sonora de Claudio Capponi y Alessio Vlad, que utilizan extracto premonitorios de la ópera “La Traviata” o “La Extraviada” de Giuseppe Verdi en momentos puntuales, que elevan las escenas de manera muy adecuada.
“Siamo degli umili fiorellini avezzi alla dolce tutela della stufa, che l'aria libera uccide”
Es sabido que en todos los filmes de Zeffirelli, algo de él tienen sus personajes masculinos, por lo bien escogido de los actores, tanto en belleza como en talento, y algo sobre él también tuvo Johnathon Schaech; un hombre realmente hermoso y un actor con talento, pero es también sabido que Zeffirelli era un homosexual y Schaech un homofóbico hipócrita terrible.
Pues resulta que hoy, el legendario ícono del cine italiano, el director Franco Zeffirelli, de 94 años, acaba de caer en las redes de las denuncias de acoso y abusos sexuales, pero varias personalidades de su país, salieron hoy en su defensa.
“No quiero entrar en el fondo del asunto, digo, sin embargo, que conozco al maestro Zeffirelli, y lo respeto mucho como gran artista, que incluso hoy representa no sólo la cultura y la historia de Florencia, sino también la cultura y la historia italiana”, aseguró El Alcalde de Florencia, Dario Nardella.
En el marco de la presentación del libro “Historias y Leyendas del Puente Viejo”, escrito por el periodista, Marco Ferri, Nardella respondió así a las acusaciones de abuso sexual hacia al célebre director por parte del actor estadounidense Johnathon Schaech, y desmentidas ayer por el hijo, Pippo Zeffirelli.
“¿También, a Zeffirelli lo acusaron?
Pero pobre hombre, pero déjenlo en paz, él no está muy bien.
Estoy indignado, suficiente, creo que estamos exagerando”, dijo, por su lado, el director de cine, Carlo Verdone.
“Esas denuncias que llegan después de los 25 años, ya no me cuadran.
¿Te molestaron?
Ve inmediatamente a los carabineros, no esperes 25 años para ir a una emisora televisiva”, prosiguió Verdone.
Por su parte, Johnathon Schaech, había hablado sobre el acoso por parte Zeffirelli durante el período en el que estaba filmando Storia di una capinera, en 1993.
“Cuánto tiempo ha pasado, ¿25 años?
Y después de 25 años recuerda que tal vez Zeffirelli le hizo eso”, dijo Verdone.
En el cine, aseguró Verdone, “ahora está lleno de personas aterrorizadas, Dios mío si mi nombre de Dios sale mañana, Dios mío.
No más; los procesos no se hacen en las transmisiones, se hacen en los tribunales, las denuncias se hacen en la comisaría, o en las estaciones de los carabineros.
Hemos santificado a Pasolini, maldita sea, pero hoy hay una cacería a todo.
¿Pero quiénes eran los que estaban en el bote con Kevin Spacey?
Habrán sido prostitutos, y por tanto es suficiente”, dijo Verdone.
Antes que ellos, el hijo del director italiano nominado al Oscar, había emitido una declaración que niega las acusaciones de abuso sexual contra su padre, por parte de Schaech.
Giuseppe “Pippo” Zeffirelli, dijo que las acusaciones parecían ser “una 'vendetta”, una venganza contra su padre, quien está muy enfermo.
El director sufrirá “un daño increíble a su imagen y reputación sobre la base de acusaciones que no son creíbles, y no pueden ser probadas”, lamentó Pippo.
Y es que Zeffirelli es el último, y más anciano, de la creciente lista de hombres poderosos y famosos del mundo del entretenimiento, que ha sido golpeado por acusaciones de acoso sexual, asalto y violación en episodios que se remontan a décadas atrás.
Schaech, ahora de 48 años, escribió en la revista People, que tenía 22 años cuando Zeffirelli trató de seducirlo mientras trabajaban en la película Storia di una capinera, en Italia hace 25 años; y dijo que el director lo molestó durante todo un día, abusó verbalmente de él, y trató de entrar a su habitación por la noche, lo que le obligó a cerrar la puerta con llave.
Luego, una noche en Sicilia, describió Schaech, Zeffirelli obtuvo una llave, entró en la habitación y en su cama, y lo molestó.
Contó que se resistió, pero Zeffirelli le dijo:
“Tenemos que hacerlo”
“Recuerdo que su aliento olía a whisky escocés”, escribió Schaech.
“Hay un momento en el que, aunque se te enseña a ser encantador, y tener atractivo sexual como actor, se cruza una línea, y todo cambia.
Se produce un ataque de pánico”, añadió.
“Eso es lo que hizo Franco.
Cruzó ese límite, y sentí como si hubiera dejado mi cuerpo.
Puso sus manos en lugares que ni siquiera podía imaginar, e hizo cosas de las que no estoy orgulloso.
Pero no es mi culpa.
Sus pantalones nunca se cayeron, pero puedo aún verlo hurgar con su cinturón”, afirmó el actor.
Por su parte, Pippo Zeffirelli dijo que su padre tenía 70 años en ese momento, y que ahora es tan anciano, y está enfermo, que no puede responder él mismo a las acusaciones.
“Mi padre tiene mala salud, y no puede entender este ataque y responder a las acusaciones.
Esto sería un ataque a un gran director, un artista y un hombre al final de su vida, incapaz de responder, ni lo estará en el futuro”, aseveró, irritado, el hijo del notable cineasta.
Dotado de sensibilidad y talento especiales, Zeffirelli es internacionalmente reconocido por dirigir en la gran pantalla clásicos modernos, como su versión cinematográfica de “Romeo & Julieta” (1968) de Shakespeare, por la que fue nominado para el premio Oscar; y la controvertida biografía-musical sobre San Francisco de Asís en 1972; o su ambiciosa miniserie para la televisión “Jesús de Nazareth” (1977, estrenada en cines en algunos países.
También, Zeffirelli ha sido nombrado miembro vitalicio del Senado italiano desde 1996, representando al partido conservador Forza Italia, de Silvio Berlusconi.
Sin embargo, la gente debería saber, algunos ya lo hacen, que Zeffirelli usó para lanzar a jóvenes actores desconocidos, y acostarse con ellos.
Lo hizo con Bruce Robinson, Tom Cruise y Schaech.
Aquellos que han visto “Withnail and I” (1987), la bella comedia de Bruce Robinson saben que la escena en la que Withnail intenta seducirlo, está directamente inspirada por lo que sucedió durante el rodaje de “Romeo & Julieta”, donde Robinson estaba interpretando a Mercuzio, supongo.
Pues cada noche, Zeffirelli intentaba entrar a la habitación de Robinson solo para tener sexo con él.
De todos modos, falló con todos esos actores, que no solo son “heterosexuales”, excepto… adivinen cuáles, pero tienen mejor gusto.
En definitiva, aunque el costo en grande, no hay mejor publicidad, que una mala publicidad.

“Avevo visto una povera capinera chiusa in gabbia:
Era timida, triste, malaticcia ci guardava con occhio spaventato; si rifuggiava in un angolo della sua gabbia, e allorché udiva il canto allegro degli altri uccelletti che cinguettavano sul verde del prato o nell'azzurro del cielo, li seguiva con uno sguardo che avrebbe potuto dirsi pieno di lagrime”



Comentarios

Entradas populares