A Little Chaos

“Passion is in our nature”

Louis XIV, conocido como “Louis Le Grand” o “Le Roi-Soleil”, fue Rey de Francia y de Navarra, desde el 14 de mayo de 1643 hasta su muerte, con casi 77 años de edad, y 72 de reinado.
El 9 de junio de 1660, María Teresa de Austria y Borbón, contrajo matrimonio con Louis XIV, siendo primo-hermano suyo por doble línea, tanto por parte de padre como de madre.
Por su parte, La Reina María Teresa, llevó una vida de aislamiento y de tristeza durante todo su reinado; dio 6 hijos al Rey, de los cuales sólo Louis, el llamado “Grand Dauphin”, le sobrevivió; hasta que una enfermedad devastadora, acabó con su vida en 1683, cuando solamente contaba con 44 años de edad.
La protección a las artes que ejerció el soberano Louis XIV, fue otra faceta de su acción política.
Los escritores Moliére y Racine, el músico Lully, o el pintor Rigaud, ensalzaron su gloria, como también las obras de arquitectos y escultores.
El nuevo y fastuoso Château de Versailles o Palacio de Versalles, fue obra de Louis Le Vau, Charles Le Brun, y André Le Nôtre; siendo la culminación de esa política.
Al trasladar allí la corte, en 1682, se alejó de la insalubridad y las intrigas de París, y pudo controlar mejor a la nobleza.
Versalles, fue el escenario perfecto para el despliegue de pompa, y para la sacralización del soberano.
El Palacio, está ubicado en el municipio de Versalles, en Île-de-France.
Su construcción, fue ordenada por Louis XIV, y constituye uno de los complejos arquitectónicos monárquicos, más importantes de Europa.
Con sus 3 palacios, sus jardines y su parque, Versalles es un dominio inmenso.
Si bien, Louis XIII hizo edificar allí un pabellón de caza con un jardín, Louis XIV es su verdadero creador, ya que le dio su amplitud, y determinó su destino; el cual tendría varias etapas constructivas, marcadas por las amantes de Louis XIV.
Louis Le Vau, el arquitecto del Palacio de Vaux-le-Vicomte, fue el encargado de reconstruir las dependencias.
Charles Errard y Noël Coypel, empezaron los trabajos de decoración de las estancias.
Y André Le Nôtre, creó el invernadero y el zoológico.
Además de los parques cuidadosamente mantenidos, los canteros de flores, los jardines que contienen esculturas y fuentes repartidas por toda su superficie, la mayoría, tratada paisajísticamente como “jardín francés”, en un estilo perfeccionado por Le Nôtre; de hecho, su padre, Jean Le Nôtre, fue jardinero del Rey Louis XIII.
Interesado especialmente por la perspectiva, y las ilusiones ópticas, André trabajó como supervisor de los jardines por 40 años.
En especial, fue su obra La Salle de Bal, ubicada en un sector aislado del jardín, al sur de la Orangerie, cuyo bosque se diseñó como anfiteatro, que incluye una cascada, siendo la única que se conserva en Versalles.
La Salle de Bal, específicamente situada al oeste del Parterre du Midi, y al sur de la Fuente de Latona, este “bosquet”, fue diseñado por André Le Nôtre, y construido entre 1681-1683, y cuenta con una cascada semicircular, que forma el telón de fondo para este “salle de verdor”
Intercalados con candelabros de plomo dorado, que apoyaron candelabros para la iluminación, El Salle de Bal, fue inaugurado en 1683 por el hijo de Louis XIV, el “Grand Dauphin”, como una fiesta de baile.
La Salle, fue remodelada en 1707, cuando se retiró la isla central, y se añadió una entrada adicional.
El Jardín de Versalles, en general, es clasicista, ordenado, y racionalizado.
Con el paisajismo, se obliga a la circulación; y crea una organización que relaciona todas las esculturas y fuentes, y ensalza la monarquía.
Las esculturas, se señalan unas a otras.
La progresiva civilización del jardín, lo presenta muy ordenado, podado, y cuidado en la zona próxima al Palacio, y después se va “asilvestrando”, es decir, que se hace más silvestre, a medida que nos alejamos del Palacio.
Hoy, 3 siglos después de su creación, el dominio sigue siendo considerable, pues cuenta con 800 hectáreas, 20 km de caminos, 200 000 árboles, 35 km de canalizaciones, 11 hectáreas de techumbre, 2,153 ventanas, y 67 escaleras.
André Le Nôtre, murió a los 87 años, en septiembre de 1700; y dejó tras de sí, numerosos jardines diseñados “a la francesa”, reconocibles por sus perspectivas y sus geometrías perfectas, conocidos y famosos por todo el mundo.
Sin embargo, referente a su mecenas, “El Rey Sol”, Louis de Rouvroy, Duque de Saint-Simon, a quien no le gustaba Louis XIV, diría:
“No había nada que le gustara más que los halagos o, por decirlo más claro, la adulación; cuanto más basta y torpe era esa adulación, con más placer la acogía...
Su vanidad era perpetuamente alimentada, incluso los predicadores acostumbraban a halagarle desde el púlpito”
Elisabeth Charlotte del Palatinado, Duquesa de Orleans, y Princesa del Electorado de Baviera, conocida en La Corte de Versalles como “Madame”, quien fuera la 2ª cuñada del Rey, hizo la siguiente descripción de él, poco después de su muerte:
“Cuando El Rey quería, era el hombre más agradable y amable del mundo.
Sin ser perfecto, nuestro Rey tenía grandes y bellas cualidades, y no mereció ser tan difamado y despreciado por sus súbditos a su muerte.
Mientras vivió, le adularon hasta la idolatría”
No obstante, incluso el filósofo, lógico, matemático, jurista, bibliotecario, y político alemán, Gottfried Wilhelm Leibniz, que era protestante, se referiría a él, como “uno de los más grandes reyes que jamás hayan existido”
François Marie Arouet, más conocido como Voltaire, el apóstol de La Ilustración, lo comparó con “Imperātor Caesar Dīvī Fīlius Augustus”, y se refirió a su reinado, como “época eternamente memorable”, apodando a “La Era de Louis XIV” como
“El Gran Siglo” o “Le Grand Siècle”
“Heaven shall be here”
A Little Chaos es un drama del año 2014, dirigido por Alan Rickman.
Protagonizado por Kate Winslet, Jennifer Ehle, Alan Rickman, Stanley Tucci, Helen McCrory, Matthias Schoenaerts, Adam James, Danny Webb, Steven Waddington, Adrian Scarborough, Phyllida Law, Adrian Schiller, Alistair Petrie, Andrew Crayford, Henry Garrett, Morgan Watkins, Cathy Belton, Paulina Boneva, Christian Wolf-La'Moy, entre otros.
El guión es de Alison Deegan; y está ambientado en el año de 1682, un drama que oscila entre el romance, la comedia, y tiene algunos elementos biográficos, que se entremezclan en una maleza de ficción, la cual da rienda suelta a inexactitudes históricas, claro que Rickman lo advierte desde el minuto uno, con una leyenda que aclara:
“Algo de lo que se plantea aquí, es real”
Hablando de A Little Chaos, Rickman dijo:
“A Little Chaos no es sólo florituras en las muñecas y cuellos.
Se trata de personas que viven con sus manos sucias, y la construcción de algo con el fin de entretener al otro mundo al que sirven.
Se trata de cómo un mundo mantiene al otro, a menudo, a costa de las mujeres”
El rodaje tuvo 8 semanas en Black Park, Cliveden House, Pinewood Studios, El Palacio de Blenheim, Waddesdon Manor, Hampton Court Palace, Ham House, Ashridge y Chenies Manor, terminando en Richmond, Londres; a pesar de estar situado en Francia, la filmación completa, tuvo lugar en Inglaterra.
Así las cosas, ambientada en la Francia de 1682, año en que El Rey Louis XIV (Alan Rickman), se encuentra en el proceso de trasladar su Corte de Paris a Versalles; Sabine De Barra (Kate Winslet), es una talentosa y dedicada diseñadora de jardines, que es convocada para trabajar en la construcción de uno de los jardines principales del ostentoso Palacio de Versalles, hogar del “Rey Sol”
André Le Nôtre (Matthias Schoenaerts), el arquitecto y paisajista de La Corte, es el responsable del proyecto, y requiere de las habilidades, propuestas, y visión de Sabine, para llevar la tarea a buen puerto.
Del enfrentamiento inicial, entre Le Nôtre y De Barra, pasando por la admiración mutua, y el posterior escarceo romántico, aunque poco fluido, A Little Chaos narra, cómo la paisajista, consigue seducir a todo el mundo, dentro de La Corte del Rey, y superar cuanto obstáculo se presente en la construcción de su proyecto.
Las trincheras de la vanidad, las artimañas de la aristocracia francesa, la superficialidad de las apariencias, los prejuicios, y el sexismo, son los obstáculos que acechan el trabajo de una perseverante mujer que, a pesar de una tragedia que sufrió en el pasado, paulatinamente trasciende el vínculo profesional con André.
“Do you believe in order over landscape?”
Alan Rickman, ofrece un retrato convincente, de las dinámicas de la aristocracia francesa del siglo XVII, pero pronto, la ostentosa reconstrucción histórica, a través de la arquitectura, decorados, paisajes, y vestimentas, se emplea solo como telón de fondo de una predecible historia de amor.
Un drama de época, sobre la lucha interna y profesional de una mujer inconformista, contratada para diseñar los jardines del Palacio de Versalles del Rey Louis XIV.
A Little Chaos cuenta con actuaciones decentes, y es una pieza de entretenimiento agradable; la historia cautiva, las hermosas localizaciones y vestidos, son un regalo para la vista.
Siendo el 2º filme dirigido por Rickman, ha logrado presentar un personaje principal fuerte y decidido, pero al mismo tiempo, vulnerable y sensible, que se recarga en el trabajo de Kate Winslet.
Ella enfrentará a una serie de pruebas en su camino hacia el término de su encargo, del que debe salir adelante, por su propia voluntad, porque el mundo sigue siendo de los hombres, y mucho más, en un reinado tan importante como el de Louis XIV.
A pesar que A Little Chaos retoma hechos y nombres reales de la historia universal, Sabine De Barra, es un personaje ficticio dentro de la historia, a partir de ella, Alison Deegan toma la libertad narrativa, para desarrollar un guión cargado de romanticismo, pero que adolece de profundidad y agudeza para enmarcar el conflicto interno de De Barra, en el contexto de la época, así como las implicaciones sociales de su inserción, en un ambiente dominado por hombres, y claro está, en La Corte del Rey.
Pero André Le Nôtre, sí es un personaje verídico:
Fue el paisajista y arquitecto más importante de Francia, en el siglo XVII, y uno de los diseñadores de Los Jardines de Versalles, Vaux-le-Vicomte, Fontainebleau, Chantilly, y los Tuileries, en París.
No obstante, para 1680, cuando trabajó en el jardín en cuestión, el connotado paisajista, tenía cerca de 70 años, y no la mitad, como ocurre en A Little Chaos...
No obstante, el guión mezcla comedia sutil e histórica, debido a su ambientación, lo que la hace entretenida, sin desmerecer el ambiente formal de la época, en el que todo tiene un momento y un orden, mientras que en la mente de De Barra, un poco de desorden, es fundamental para emular a la más perfecta naturaleza.
La relación de trabajo entre los personajes principales, se gesta de manera natural y pausada, con un tono consistente, sin sentirse forzada.
Sin embargo, el romance se torna ligero y caprichoso, y sólo sirve para distraer a Sabine, de los recuerdos que la atormentan:
Los “flashbacks” que se introducen sobre su turbulento pasado, lucen poco convincentes, y parece que son insertados, únicamente para prolongar el relato.
Cuando vemos a Sabine vincularse con la gente de La Corte del Rey, conocemos más sobre su forma de pensar y sentir, que con la innecesaria revelación de sus memorias…
En A Little chaos, Kate Winslet da vida a Sabine, una mujer de origen plebeyo, que poco a poco va llamando la atención en La Corte misógina del “Rey Sol”, en la que las mujeres eran vistas como mero ornato, y vehículo de placer para los hombres; ellas no pensaban, y si lo hacían, sólo eran tonterías, y el que una artista especializada en arquitectura y jardinería del paisaje, pretendiera realizar un trabajo propio de hombres, era muy criticado, y ferozmente combatido.
Sabine además, vive atormentada por un pasado doloroso, que la hace aislarse aún más.
André, percibe en ella, a diferencia de los otros candidatos, una comprensión particular por las estructuras, que se salen del orden riguroso y geométrico que predominaba en los diseños de los famosos jardines.
Al mismo tiempo, entre ambos surge una atracción, que le da el toque romántico a la historia, y que desliza una buena dosis de “caos” en sus vidas.
El elenco de actores es excelente:
Winslet y Rickman están perfectos como siempre.
Stanley Tucci, en un rol un tanto pícaro, como Philippe, Duque de Orleans, reconocido por su libertinaje y su homosexualidad, así como por sus costumbres extravagantes.
Jennifer Ehle, actriz que se ve poco, pero que siempre está perfecta como Francisca Athénaïs de Rochechouart de Mortemart, Madame de Montespan.
Y Matthias Schoenaerts, que sin duda es un actor ascendente.
Todos amigos cercanos de Rickman.
Pero sobre la pareja protagonista, Kate Winslet se muestra segura y convincente de las acciones de su personaje:
Una mujer que es capaz de ver con claridad los sucesos que se manifiestan a su alrededor, y que se desenvuelve con inteligencia y firmeza, a pesar de los demonios que la atormentan, y los prejuicios de género que la acechan, incluido el romance con André, del que no sale librada.
Y Schoenaerts, actor acostumbrado a ofrecer intensas interpretaciones físicas, aparece melancólico y afligido; su actitud apesadumbrada no se explica con el trasfondo de su personaje:
Un hombre sereno, disciplinado e íntegro; algo intrigante por su distancia de mirada, y su nostalgia del semblante, lo que hace ver su actuación, como carente de vigor y resistencia, en comparación a lo acostumbrado.
Y Stanley Tucci, está poco aprovechado, cuya influencia en la historia es mínima, convirtiéndolo en un personaje innecesario, y prescindible.
Según Rickman, el rodaje de “no fue fácil, sin embargo; lanzando Kate al agua helada a la 1am; el accidente de coche, escenas con 80 extras, horarios apretados, en lugares como El Palacio de Blenheim…
Es un claqué constante entre el control y la libertad y, por supuesto, el presupuesto lo guía todo”
Y se recompensa con la belleza del vestuario, peinados, maquillajes, zapatos, velas, escenarios, todo lo necesario para hacer una recreación de época, sin tanto apoyo en lo digital, sabemos que por lo menos, los vestidos y los escenarios están ahí; y componen una coreografía visual que deslumbra y absorbe al mismo tiempo; es más extravagante, espléndida y colorida, que cualquier otra cosa en la película.
La escena que realmente funciona, por calculada que está, es un encantador aunque improbable encuentro accidental, extendido entre la protagonista y El Rey, a quien en un principio confunde por otro jardinero, cuando se topa con él, disfrutando de un paseo en solitario, de las bellezas de la vida simple y la naturaleza.
No obstante:
¿Dónde queda el discurso libertario, en el que una mujer lucha desde su humilde trinchera, en contra de las costumbres pre-burguesas, la nobleza, y sus vicios?
¿Dónde queda el enfrentamiento al machismo, y al prejuicio que el mismo personaje debe realizar, a veces más para satisfacción personal, que para cumplir una obligación profesional?
Temas interesantes, que si bien eran de carácter licencioso, pudieron darle mida a la trama.
Y el guión lo olvida, víctima de una  edición poco certera, un poco descuidada, que deja muchas florituras en el aire:
Esas pequeñas multitudes, que a veces ahogan a De Barra, esas imágenes que podrían transformarse en pinturas del siglo XVII, y se atora en el discurso del amor, predecible, e incluso desencantador, especialmente en una época en que las orgías eran cosa de todos los días.
“This abundance of chaos... is this your Eden?”
Para Europa, Versalles fue un testimonio del poderío de Francia, y de Louis XIV.
Su reinado, es considerado, el más grande de la historia francesa:
Louis XIV, colocó a un Borbón en el trono español, hasta entonces, el principal enemigo francés, acabando así, con siglos de rivalidad con dicho país europeo, que se remontaba a la época de Carlos I.
Sus guerras y extravagantes palacios, llevaron a la bancarrota al estado, aunque es cierto que Francia se recuperó en sólo unos años, lo que le llevó a subir los impuestos a los campesinos, ya que la nobleza y el clero tenía exención de impuestos.
No obstante, Louis XIV colocó a Francia, en una posición predominante en Europa, añadiendo al país, 10 nuevas provincias, y un Imperio.
A pesar de las alianzas oponentes de varias potencias europeas, Louis continuó cosechando triunfos, e incrementando el territorio, el poder, y la influencia francesa.
Como resultado de las victorias militares, así como los logros culturales, Europa admiraría a Francia y su cultura, comida, estilo de vida, etc.; el francés, se convertiría en la “lingua franca” para toda la élite europea, incluso hasta la lejana Rusia de los Romanov.
Cabe señalar que “la lengua franca”, casi siempre responde a una situación, donde muchas personas de manera informal, y por conveniencia, adoptan una lengua para la comunicación interétnica, aun cuando no exista una norma jurídica preferente que así lo indique.
La Europa de La Ilustración, miraría al reinado de Louis, como un ejemplo a imitar.

“To this auspicious end, the finest examples of humanity shall embody the true glory of France in a palace of eternal and resounding splendor”



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