The Congress

“Ultimately, everything makes sense.
And everything is in our mind”

La “futurología” es definida por Gaston Berger, uno de los fundadores de la disciplina, como:
La ciencia basada en el método científico, que estudia el futuro para comprenderlo, y poder influir en él.
En ocasiones, el término hace referencia a otras disciplinas, no basadas en el método científico como, por ejemplo, la astrología, o la ciencia ficción.
La futurología, es definida como el “estudio del futuro”
El término, fue ideado por el profesor alemán, Ossip K. Flechteim, en la década de los 40, quien lo propuso como una nueva rama del conocimiento, que incluiría la nueva ciencia de “la probabilidad”
Sin embargo, este término ha perdido aceptación en las últimas décadas, debido a que los profesionales modernos, señalan la importancia de los futuros alternativos, en vez del futuro monolítico, y las limitaciones de predicción y la probabilidad, contra la creación de futuros posibles y preferibles.
La Organización para La Cooperación y El Desarrollo Económicos (OCDE), define la futurología, como “el conjunto de tentativas sistemáticas, para observar e integrar a largo plazo, el futuro de la ciencia, la tecnología, la economía, y la sociedad, con el propósito de identificar las tecnologías emergentes, que probablemente produzcan los mayores beneficios económicos o sociales”
Por otra parte, la futurología es una disciplina, y un conjunto de metodologías, orientadas a la previsión del futuro.
Básicamente se trata de imaginar escenarios futuros posibles, denominados “futuribles”, y en ocasiones, de determinar su probabilidad, con el fin último de planificar las acciones necesarias, para evitar o acelerar su ocurrencia.
Desde tal perspectiva, la futurología es entendida como una sistemática mental que, en su tramo más importante, viene desde el futuro hacia el presente; primero anticipando la configuración de un futuro deseable; luego, reflexionando sobre el presente, desde ese futuro imaginado, para finalmente concebir estrategias de acción, tendientes a alcanzar el futuro objetivado como deseable.
¿Va el cine hacia ese terreno de deshumanización?
¿Se ofrecerá una “película a la carta”, para cada espectador?
Y no solo el espectador de cine, sino también el mismo individuo…
¿Logrará escapar a esa droga consumista, de dejarse conducir en sus sensaciones?
“We at Miramount, want to... want to scan you.
All of you:
Your body, your face, your emotion, your laughter, your tears, your climaxing, your happiness, your depressions, your... fears, longings”
The Congress es una película franco-alemana-belga-polaca de ciencia ficción y animación, escrita y dirigida por Ari Folman, en el año 2013.
Protagonizada por Robin Wright, Harvey Keitel, Danny Huston, Paul Giamatti, Frances Fisher, Kodi Smit-McPhee, Michael Landes, Sami Gayle, Matthew Wolf, Jon Hamm, Michael Stahl-David, entre otros.
En hebreo, “כנס העתידנים”, The Congress es la adaptación cinematográfica de la novela “El Congreso de Futurología” o “Kongres Futurologiczny” de Stanisław Lem, publicada en 1971; que se enmarca dentro de las varias novelas de Lem, protagonizadas por Ijon Tichy, quien esta vez, asiste a un peculiar Congreso en Costa Rica, en lo que terminaría siendo una potente crítica a sociedad utópica, donde todo lo que sintamos y expresemos, está condicionado por sustancias químicas.
Stanisław Lem, fue un escritor polaco, cuya obra se ha caracterizado por su tono satírico y filosófico.
Sus libros, entre los cuales se encuentran “Ciberíada” y “Solaris”, se han traducido a 40 lenguas, y ha vendido 27 millones de ejemplares; siendo considerado como “uno de los mayores exponentes del género de la ciencia ficción, y uno de los pocos escritores, que siendo de habla no inglesa, ha alcanzado fama mundial en el género”
Sus libros, exploran temas filosóficos, que involucran especulaciones sobre nuevas tecnologías, la naturaleza de la inteligencia, las posibilidades de comunicación y comprensión entre seres racionales; asimismo, propone algunos elementos de las limitaciones del conocimiento humano, y del lugar de la humanidad en el universo.
La principal similitud entre ambas obras, literaria y cinematográfica, se centra en los estados mentales delirantes y reales, entre los que la protagonista deambula a lo largo de toda la historia.
Ari Folman dijo, que la idea de poner la obra de Lem, para The Congress, vino a él durante su escuela de cine.
Él describe, cómo reconsideró la alegoría de Lem, de la dictadura comunista, en un ambiente más actual, a saber, la dictadura en la industria del entretenimiento, y expresa su creencia, de que conserva el espíritu del libro, a pesar de ir muy lejos de ella.
Folman comenzó a trabajar en The Congress, en 2008, pero cogió impulso a partir del año 2011, gracias a la obtención de financiamiento adicional, facilitado por el banco francés, Natixis.
Ese mismo año, el director filmó en los Estados Unidos, entre los meses de febrero y marzo; paralelamente, una casa francesa que combina animación con acción real, o “live action”, se encargó de realizar un gran número de escenas de dibujos animados; y finalmente se terminó y estrenó en 2013.
Se rodó en los Estados Unidos y Alemania; y tiene como eje central a Robin Wright (Robin Wright), una veterana actriz, con una inestable y poco fiable reputación, que recibe una oferta de Miramount Studios, un acrónimo de Miramax y Paramount Studios.
Esta oferta consiste, en un contrato según el cual, los estudios podrán explotar su cuerpo digitalmente, para generar películas protagonizadas por ella, usando tan sólo personajes generados por ordenador.
A cambio, Robin recibirá una importante suma de dinero, y la promesa de que su personaje digital, se mantendrá eternamente joven, en todas las películas en las que aparezca.
Pero 20 años más tarde, y tras haber aceptado la oferta, la actriz vuelve a escena, como invitada al Congreso de Futurología; un gran acontecimiento en que se muestra una nueva tecnología de Miramount, que permite a las personas, transformarse en avatares animados.
Esta novedosa tecnología, además, posibilita que uno pueda decidir lo que quiere ser en cada momento.
Uno puede escoger, convertirse en una preciosa diosa seductora, así como de golpe, mudar su aspecto al de un héroe de acción.
La idea primordial de Miramount, sin embargo, radica en vender la imagen de la actriz, para que todo el mundo pueda transformarse en ella...
En un primer momento, Robin está conforme con el acuerdo, pero tras sufrir una crisis de conciencia, decide oponerse a que su imagen, o la de cualquier otra persona sean convertidas en un producto.
Ella expresa públicamente sus puntos de vista, y con ello, enfurece a los anfitriones presentes en El Congreso.
Instantes después, el evento es saboteado por rebeldes ideológicamente, opuestos a la tecnología, y tras una potente alucinación, Robin imagina que es ejecutada…
Unos médicos deciden, que Robin está muy enferma, y que deben congelarla hasta que se encuentre un tratamiento eficaz para su enfermedad mental.
Años después, la actriz es revivida de nuevo.
The Congress, inicia como una propuesta crítica al mundo de los “celebrities”, e innovadora en cuanto a la forma de contar la historia de decadencia, con un acompañamiento musical ultra poderoso y sensible, que propone una profunda reflexión personal sobre la soledad, el necesario narcisismo, y la pérdida corporal.
¿Por cuánto tiempo es “útil” un actor, ante la mirada del otro, antes de alejarse, y desvanecerse, tanto en el mundo de la fama, como en un ámbito personal?
El precio, para los actores, es desaparecer, retirarse de la vida pública, a cambio de la inmortalidad, y de la promesa de juventud.
The Congress avanza hacia una crítica hacia la sociedad de consumo, y el cada vez mayor poder de la industria farmacéutica, reflexionando sobre las oportunidades perdidas, el uso de los avances químicos, en ésta ocasión, para conseguir la felicidad, mientras nos relata la historia de amor de una madre hacia su hijo, y de un animador hacia su “producto”, entre otras muchísimas cosas.
“Does that make sense?
Or is this just in my mind?”
The Congress es una fascinante fábula distópico-lisérgica, de gran creatividad visual y conceptual, una obra inusual, tan excesiva como hechizante, que bien, no es una película para todos los gustos.
Aquí, hay un alto contenido de ciencia ficción, con una base dramática muy profunda; que se podría dividir en 2 bloques:
El primero sería, la historia de cómo Robin, piensa y accede a ese proceso, para convertirse en inmortal, de cara a la pantalla.
El segundo ocurre 20 años después, y forma parte de la más pura ciencia ficción, al entrar en un mundo animado, del que difícilmente hay escape.
De entrada recordar que el cine es, en esencia, una ilusión.
Las películas están compuestas por una serie de imágenes, que reproducidas a una velocidad de 24 fotogramas por segundo, dan la idea de movimiento.
Además, al momento de ver una cinta, estamos asumiendo que las personas que están en la pantalla, no son actores, sino que personajes que disfrutan y sufren de verdad, pese a que todo está en el guión.
Lo que se muestra en The Congress, es una versión exagerada de esto, donde los límites entre realidad y ficción, se evaporan.
En el mundo mostrado por The Congress, se llega también al extremo de que las personas, son capaces de vivir como otros individuos, asumiendo la identidad de estrellas del espectáculo, o incluso, de íconos religiosos, y ha desaparecido todo aquello que los hace únicos.
Así, la protagonista de la historia, está a punto de cumplir 45 años, y sus ofertas de trabajo escasean.
Su representante, Al (Harvey Keitel), la acompaña a hablar con El Presidente de la compañía cinematográfica Miramount, Jeff Green (Danny Huston), quien tiene una oferta para la actriz.
El estudio, ha comenzado a implementar una técnica de escaneo de sus actores, a través de la cual, capturan sus rasgos físicos, para poder posteriormente utilizarlos en las películas, haciendo que el trabajo de los intérpretes, quede reducido al mínimo.
Green considera esta técnica, “el futuro del cine”, pero Wright lo ve con desconfianza.
Las implicancias de este elemento, resultan claras desde el comienzo:
Se trata de un claro caso de tecnología, reemplazando al ser humano, donde aspectos sutiles que los actores pueden lograr, como el crecimiento personal, o las decisiones artísticas, son dejadas en un segundo plano, para privilegiar la eficiencia económica.
Con un mecanismo como este, el trabajo de los actores, pasa a estar completamente controlado por los estudios, los que no solo podrán controlar la manera en que los actores se comportan en la pantalla, sino que incluso, escoger el tipo de proyectos en los que participarán.
Es una pérdida completa de autonomía, e individualidad, en el que los actores se transforman simplemente en rostros, en marcas, que son explotadas comercialmente.
La crítica a la manera en que funciona Hollywood, no puede ser más clara.
El uso y explotación de los actores, y especialmente de las actrices, que narra el comienzo de The Congress, con una secuencia inicial magnífica, es completamente real, y esa “cosificación del artista” como elemento de usar y tirar, de juguete en manos de una gran industria preocupada exclusivamente en ganar dinero, es un espejo muy poco distorsionado, de la vorágine del capitalismo imperante.
Pero los actores, son también la personificación del ego, del concepto del triunfo y del éxito en nuestra sociedad, y su digitalización, viene a suponer una muerte, un proceso de renuncia al “yo” que, como toda muerte, pasa por un tránsito doloroso, en el que el individuo se resiste, asimila, y finalmente capitula ante lo inevitable.
Lo que narra The Congress, tras esa desaparición del ego, es la demolición de las bases de nuestro mundo, un apocalipsis en toda regla, donde la sociedad se engaña a sí misma, en un delirio alucinógeno, que esconde la mayor de las distopias.
No es difícil captar las ideas que se encuentran detrás de estos primeros minutos, ya que los propios personajes, dicen en voz alta, qué es lo que está en juego.
En una de las escenas, el representante de la protagonista, explica el procedimiento:
“Una vez pagado y escaneado, el actor ya no es un actor, no es más que un donnadie.
El actor no es más que un personaje en la computadora del estudio.
El estudio hace lo que quiere”
Cuando Wright se muestra contraria a todo esto, su representante le responde con lo siguiente:
“Siempre has sido su títere.
Los productores, los realizadores, te decían qué hacer, cómo actuar, cómo interpretar, cómo sonreír, cómo amar.
Y te daban el subtexto de cada diálogo de mierda”
Se trata, por tanto, de una serie de diálogos expositivos, que no dejan casi nada a la deducción del espectador, diciendo todo de manera directa.
Si en la primera mitad, hablábamos de ese retiro de muchos actores, y del desprecio al que se ven sometidos; en ésta otra, tenemos un claro resultado, al que muchos se ven “obligados”, queriendo o sin querer.
Nos referimos a la adicción a la droga.
En The Congress, son ampollas que se inhalan, pero es todo una imagen simbólica, para mostrar la tristeza de muchos, y probablemente la soledad.
La psicodelia que rodea a toda esa imaginativa animación, no es otra cosa que la muestra del deterioro interno.
¿Cómo lo sabemos?
La madre deja a su hijo Aaron (Kodi Smit-McPhee), en casa, y se va elegantemente al Congreso.
Cuando comienza la animación, hasta llegar al tramo final, parece que pasa un suspiro, sin embargo, ha pasado mucho tiempo, ya que al regresar, se da cuenta de que su hijo la estuvo esperando mucho tiempo, hasta que se marchó.
Ella regresa al mundo real, como pobre, rayando la indigencia, sucia y demacrada, y es entonces, cuando El Doctor Barker (Paul Giamatti) le cuenta todo lo ocurrido.
Hasta aquí, obtenemos la base principal de la historia, su cometido, y lo que nos quiere dar a entender, todo aquel movimiento, en referencia a la degeneración y desprecio del olvidado actor, por parte de la industria.
Y al final, nunca se llegaron a encontrar, madre e hijo, ambos acabaron perdidos en el mundo de la pobreza, dando paso a la libre imaginación, la psicodelia, y la felicidad mental:
Ella, nunca llega a despertar, opta por seguir soñando, por eso, en el mundo real continúan los elementos de las fantasías del hijo, y termina como todos, en una ensoñación que la da la felicidad que el mundo real le niega…
Se parece a inteligencia artificial, más de lo que se intuye.
Otro de los aspectos que puede ser extraído de la premisa, es la manera en que el cine contemporáneo, depende de los efectos especiales, como lo que ocurre con la captura de movimiento, o la preponderancia de las imágenes digitales en las producciones cinematográficas.
La excesiva importancia que han adquirido los pixeles, nos puede llegar a desconcentrar de la labor de los actores, siendo los casos más extremos, los de “blockbusters”, donde lo único que importa, son las explosiones económicas.
Sin embargo, también debemos considerar el aporte que constituyen los adelantos tecnológicos, sobre todo en el cine, para evitar caer en un argumento tecnófobo.
La situación presentada por The Congress, se puede explorar además, considerando la obsesión del mundo moderno por la superficialidad, donde la juventud, es considerada como un valor más importante que la inteligencia, o el talento.
Uno de los objetivos del estudio de cine, mostrado en The Congress, es crear versiones de sus actores, que no deban lidiar con el paso de los años, conservándolos en un estado de perpetua juventud.
También, reflexiona sobre sí misma, y su decadencia física y mental… fama o anonimato… belleza o vejez… perder el derecho de elegir, en qué películas salir, la intimidad de su personaje, de su imagen, no volver a trabajar como actriz…
Será una decisión sin retorno.
Rápidamente descubrimos, cómo el proyecto de Miramount, ha mutado de una experiencia cinematográfica, a una farmacéutica, permitiendo, a través de sustancias psico-químicas, transformar la experiencia de vida, de tal forma que cada uno pueda transformarse en quién quiera ser.
Una sociedad, donde la libre elección sea el elemento que mande.
Los rebeldes, que están en contra de la manipulación de Miramount, invaden El Congreso; pero Robin no es capaz de huir, por la fuerte influencia de las sustancias químicas, de tal forma que cree estar en un constante estado de trance…
Con la rebelión apagada, Wright sigue en manos de los estudios Miramount, quienes deciden congelarla por 20 años más, a la espera que en un futuro, exista la posibilidad que Wright sea capaz de diferenciar la realidad de la animación.
Una vida perdida, en pos de algo mejor…
La animación para The Congress fue creada por Bridgit Folman Films Gang, con sede en Israel, supervisando 6 estudios de animación en todo el mundo:
Studio de 352 en Luxemburgo; Walking The Dog en Bélgica; Bitteschoen en Berlín; Studio Rakete en Hamburgo; Studio de Orange en Polonia; y Snipple en Filipinas.
Al igual que en “ואלס עם באשיר” o “Vals Im Bashir” (2008), Folman trabajó con David Polonsky como Director Artístico, y Yoni Goodman, como Director de Animación.
Las secuencias animadas, son una combinación de influencias, que van desde el trabajo de los hermanos Fleischer, con Betty Boop, Popeye, la serie Talkartoons; hasta el de Terry Gilliam, pasando por la psicodelia de “Yellow Submarine” (1968), y el surrealismo de los cortometrajes del gato Félix.
En esta parte de la película, se privilegia el espectáculo visual, por sobre la lógica, lo que hace que algunas de las acciones de los personajes, y el desarrollo de la trama, resulten confusos.
Aunque la novela de Stanisław Lem, fue publicada en una época donde el uso de drogas alucinógenas, tenía una gran relevancia, tema que fue incluido en la trama del libro; The Congress decide ir más allá, agregando otras ideas.
En el futuro narrado por la película, la población vive en un constante estado alucinógeno, ya que ha optado por las ilusiones, en vez de vivir en el mundo real.
Esto puede ser visto, como una crítica al mundo del espectáculo, y la forma en que apunta a un entretenimiento de carácter escapista, donde los espectadores de desconectan de lo que está a su alrededor.
En el mundo de la animación, Robin es la única que no quiere ser nadie.
Es la única que representa su misma figura.
Es la única que quiere volver a su vida anterior, con todos los problemas que ello implica, sólo por estar junto a Aaron, su hijo con problemas…
Por eso, no sorprende que en este mundo donde todo es relativo, ella, en su cautiverio, decida probar sustancias que le permitan sufrir “El Síndrome de Usher”
Teniendo todo a mano, felicidad, entretenimiento, sexo, etc., ella opta por una enfermedad.
Quizás, es la respuesta más potente al proyecto de Miramount, donde todo parece ser, volverse joven y bello.
Un mundo que se expresa en la misma canción que Robin canta, “Forever Young”, un “cover” de Bob Dylan, con una letra que habla de un mundo, donde todo se vuelve realidad, toda dificultad se supera, donde todos nos mantenemos jóvenes, donde no hay secretos ni verdades que no conozcamos, etc.
Una potentísima crítica, a lo que es una verdadera dictadura, por parte de las industrias de entretenimiento, que nos imponen moldes de belleza, de lo que es entretenido, y de lo que no, etc.
La manera en que The Congress ejecuta sus ideas, y posiciona sus elementos, no está exenta de problemas.
Hay muchísimos temas mezclados, y no terminan ninguno.
La trama, es algo lenta, con momentos de enorme contraste, entre un exceso de diálogo expositivo, y escenas donde es difícil saber lo que está pasando.
Hay una trama secundaria, que muestra la relación entre Wright y su hijo, y pese a que apunta a algo más serio y sentimental, no alcanza la carga emocional necesaria.
Por tanto, The Congress requiere mucha atención de parte del espectador para lograr sustraer todo su mensaje.
Y cierra con una reflexión triste y hermosa, sobre la frágil y penosa condición humana, siempre huyendo, deseando, anhelando, condenada a querer ser lo que no es, ser otro, otra cosa; a imaginar todo, y conseguir poco, a no conocer límites mentales, y estar atrapada en una realidad siempre corta, atroz a veces, pero trágica siempre.
La banda sonora, fue elaborada por Max Richter; compositor británico, con quién Ari Folman ya había trabajado años atrás, durante la producción de la película, “ואלס עם באשיר” o “Vals Im Bashir” (2008)
A pesar de que la mayoría de canciones, son obra original de Richter, la banda sonora también incluye algunas versiones de piezas clásicas existentes, como:
“Andante con moto” del “Trio in E-flat major, D.929” de Franz Schubert; “Nocturne Op.27-1 in C# minor” de Frédéric Chopin), y otras populares como:
“Forever Young” de Bob Dylan, y “If It Be Your Will” de Leonard Cohen.
A su vez, cabe añadir, que las 2 últimas canciones mencionadas, fueron versionadas por la propia protagonista, Robin Wright.
“We want to sample you, we want to preserve you, we want... all this, this... this thing, this thing called...
“Robin Wright”
¿Querrías ser inmortal, y que tu cuerpo rejuvenecido, siguiera haciendo cine durante años?
Nada de envejecer, nada de arrugas… ni siquiera nada de esfuerzo…
Hace ya casi un lustro, a propósito de todo el revuelo, comercial, tecnológico, cultural, y estético, de “Avatar” (2009), salía a la palestra el debate sobre el futuro de la influencia, en la industria, y el arte cinematográficos, del factor humano en general, y del actor en particular.
El eje central de The Congress, reflexiona sobre ese sentido en nuestra sociedad, y las vías de escape para sobrevivir al vacío existencial, a veces, promovido por la necesidad de permanecer jóvenes, mientras vivamos, y el papel que juegan las nuevas tecnologías sobre la humanidad.
Si bien en cierto, son creadas para que vivamos mejor, pero a veces pueden pasar por encima de nosotros, y aplastarnos.
Nos abren nuevas puertas, para que tengamos una vida más feliz, para que aprendamos a controlar nuestros defectos, y sentimientos.
¿A cualquier precio?
Muy probablemente sí.
The Congress es una de las cintas más reflexivas, y terroríficas, sobre el significado de la evolución, dentro del mundo de la cinematografía, y de los nuevos instrumentos y procesos de la ciencia aplicada.

“Can you see my dreams?”



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