Eden Lake

“They wanted to get away from it all.
Instead, they found...”

Payasos, niños, juguetes, mascotas… lo que más nos aterra, es aquello aparentemente “inofensivo”
Y el género del terror, lo ha exprimido desde sus mismos inicios, sabedor de los recursos que ha de utilizar, y los resortes que ha de activar, para que el palco “disfrute” pasando un mal rato.
A veces como simple instrumento para provocar terror, a veces como inquietante vehículo que invita a reflexionar sobre la brutalidad del mundo en que vivimos…
¿Si lo más cándido e inocente es capaz de matar, a qué podemos aferrarnos?
El género fantástico, cuenta de hecho con estos elementos de manera recurrente, y aquí tenemos un nuevo ejemplo.
Da lo mismo que estemos en Inglaterra o en Senegal.
El ser humano acostumbra demasiado a menudo a sobrepasar ciertos límites y, una vez sobrepasados, queda totalmente fuera de control.
Del control de los demás, y del suyo mismo.
Ahora bien, el debate vuelve a ser el mismo de siempre, el típico debate “roussoniano”
¿El niño malo lo es por naturaleza, o porque el ambiente en el que se desarrolla lo hace así?
¿Qué convierte a un grupo de adolescentes, en una jauría humana incapaz de sentir respeto por nada?
Esa realidad, da mucho más miedo que Jason Voorhees, Michael Myers, y Freddy Krueger juntos.
“Follow the blood!”
Eden Lake es una película británica de terror, del año 2008, escrita y dirigida por James Watkins.
Protagonizada por Kelly Reilly, Michael Fassbender, Thomas Turgoose, Bronson Webb, Shaun Dooley, Jack O'Connell, Finn Atkins, Eliza Elkington, entre otros.
El director, basó la mayor parte del metraje, en historias sobre ese lugar, Leyendas Urbanas, y algunos casos no resueltos por la policía; por lo que aborda el tema de la violencia juvenil, pero elevada a su máxima potencia; y toca temas universales, anteriormente vistos:
El ego masculino, el instinto de supervivencia de personas aparentemente frágiles, la violencia, la crueldad, y por supuesto, la venganza e la ira; en una obra al estilo “survival horror” el cual es un subgénero dentro del cine de terror, que a grandes rasgos consiste en que el protagonista, debe hacer frente a una amenaza que pretende acabar con su vida, en un territorio hostil, y donde cuenta con pocos elementos en los que apoyarse para luchar por su supervivencia.
Los videojuegos, de hecho, han explotado al máximo este planteamiento; y lo más importante, consigue angustiarte, consigue acojonarte, tenerte en tensión hasta los créditos.
Y lo consigue sin excesos, sin trampas, sin accesos sangrientos hipertróficos, pero con una violencia desatada, que está al servicio de lo que se nos cuenta, y que por tanto, no es gratuita; pues no requiere la presencia de exploradores del abismo cósmico, de asesinos enmascarados, ni de criaturas demoníacas, ni de entes sobrenaturales, de esta o de otra dimensión, para incomodarte.
El terror vive a nuestro lado, juega en la calle, se divierte en los parques, hace “el travieso” por los bosques.
Conseguir transmutar algo tan cotidiano y verosímil, en una manifestación del horror, me parece una virtud algo más que admirable en los tiempos cinematográficos que corren.
La acción inicia cuando Steve (Michael Fassbender), organiza una escapada romántica de fin de semana con su novia Jenny (Kelly Reilly), a la que planea pedir matrimonio.
Sin embargo, en el tranquilo “Lago Edén”, se encuentran con un grupo de adolescentes problemáticos, que convierten lo que pudo ser un fin de semana paradisíaco, en su peor pesadilla.
Realmente, sólo uno de los chicos, Brett (Jack O'Connell), el líder del grupo, es el verdadero psicópata, que arrastrará al resto que teme correr la misma suerte que las víctimas, a una espiral de violencia, que acarreará terribles consecuencias para todos.
Eden Lake es sobrecogedora, y transmite una impotencia y una frustración como pocas veces habíamos experimentado.
Las sucesivas persecuciones, las desgarradoras escenas de crueldad y sadismo, unidas a un sorpresivo, pero realista final, nos regalan un perfecto círculo cinematográfico, muy bien ensamblado, y acertadamente consecuente con la idea que se quiere transmitir.
Una segunda lectura, algo más profunda, te arrastra a la indignación, y luego a la reflexión, al preguntarte:
¿Qué es lo que lleva tanto tiempo roto en nuestra sociedad, cuál es el origen de tanta maldad, de tanta irracionalidad y salvajismo, de los comportamientos sociópatas que no paran de abrir heridas, por las que el tejido social se desangra, profusa y continuamente?
¿Habrá respuestas?
“Can you play at peek-a-boo?”
El director James Watkins, nos demuestra que con un bosque, y un puñado de actores, le es suficiente para crear la atmósfera necesaria, que nos hará sufrir durante sus 91 minutos de metraje.
Eden Lake es repugnante, aterrador, y asfixiante; excepcionalmente bien hecha, implacablemente extrema, y perturbadora sin descanso, con un sorpresivo remate, que se aparta de lo convencional.
Y se descubre en Watkins, a un cineasta cuya obra valdrá la pena seguir con atención.
Si alguna sensación deja Eden Lake, es la de un profundo malestar estomacal.
Lo que nos ofrece el director, es una situación de partida tan real como la vida misma.
Por un lado tenemos una pareja de enamorados, en pleno ejercicio de su felicidad, disfrutando de una acampada en el bosque.
Del otro, una pandilla de niños, que representan perfectamente la maldad y la ruindad del ser humano en estado puro, aunque no afecta a todos por igual.
Se trata pues, de una pandilla de niños problemáticos, pero incapaces por sí solos de cruzar la línea que separa a las gamberradas, de los actos criminales.
El único capaz de hacerlo, es el cabecilla, un psicópata en toda regla, que proyecta con mano de hierro su despotismo, empujando a los demás, a que crucen la citada línea, siempre en el momento preciso; siempre cuando surge el más mínimo atisbo de duda.
Todo lo que sigue después, en cuanto al detonante de los hechos, es bastante creíble.
Primero, el adulto comete el error de intentar razonar con ellos, pues son descerebrados y crecidos, poniéndose a su altura.
Y estos responden con la violencia propia de un adulto, y eso es más horripilante todavía.
¿Quién puede hacerle daño a un niño?
Al principio, los 2 protagonistas adultos actúan con paciencia y comprensión, porque justifican este comportamiento, como “travesuras e inmadurez propia de jovencitos”
A todos nos costaría hacer daño a un niño, y verlo como una amenaza hacia nuestra integridad; pero claro, Brett y sus amigos, son niños, sí, pero también asesinos implacables y despiadados.
A partir de ahí, una vez que el enfrentamiento se produce, todo lo demás es un correcalles.
La superioridad numérica de los niños, y sobre todo su depravación moral, desequilibran de inmediato la balanza a su favor.
Lo que sigue es angustia, tensión, y supervivencia, que desencadenan un interesante duelo de pulsiones en el espectador:
Una, el ardiente deseo de que los niños reciban su merecido, y a ser posible igual de cruel que el daño causado.
Dos, la necesidad de un cambio en la conducta de los más débiles, lo suficientemente fuerte para tener una esperanza.
No sorprende en absoluto, el artificio del guionista, en su empeño por equilibrar las fuerzas.
Resulta obvio que, en un enfrentamiento de estas características, la única posible ventaja de un niño frente a un adulto, son tanto el factor sorpresa, como la superioridad numérica.
Y me pregunto:
¿Qué tipo de película hubiésemos visto, si quien resultase herida de muerte fuese la chica, en vez del chico?
También cabe destacar, el hecho de que esa chica, quien debe enfrentarse ella sola a todos los hechos que se van sucediendo de forma horripilante, sea precisamente, una profesora…
El efecto está servido, y vemos esa evolución en el personaje, donde la supervivencia se antepone a cualquier otro principio.
Al final, todo concluye de una forma arriesgada, pero dejando a un lado la improbabilidad de un giro tan rocambolesco, como el que nos ofrece James Watkins, lo suficientemente desesperanzado, como para sentirte mal una vez terminado, y en el caso, de tener hijos de esa edad, preguntarte…
¿Ellos serían capaces de hacer algo así… si en su pandilla hubiese un líder como el que nos propone Watkins?
Asimismo, también te preguntas:
¿Cómo es posible, que haya gente en el mundo, que la hay, tan depravada, y ya desde niño?
Eden Lake, sale victoriosa en aquel apartado que, una película de sus características, reclama con más fuerza:
La creación de una atmósfera inquietante, tensa, y realista; cuyos primeros síntomas de incomodidad y conflicto generacional, sólo ver la estupenda escena del primer encuentro entre el protagonista y el grupo de jóvenes...
Un roce aparentemente sin importancia, pero que sabe transmitir la inquietud de que algo terrible va a suceder, se ven aumentados en progresión, a medida que avanza la trama, hasta convertirse en una vorágine de violencia descontrolada, y crueldad sin límite.
Con unas ligeras pinceladas, nos sugiere que estamos en un ambiente un tanto hostil; ver el coche que roba el aparcamiento a la pareja, la madre que pega un violento bofetón a su hijo, los insultos de los chicos en las bicicletas; pero nada que uno no pueda encontrarse en su día a día.
Hasta que llega la situación en el lago, que derrocha un aire fatalista e inevitable, sabiamente construido.
Así las cosas, una situación convencional, se convierte en un punto sin retorno.
Y todo se sale de control.
La potencia de Eden Lake se apoya en diversos factores:
La conversión de la frágil muchacha del principio, en una “action girl” que, enfrentada a una situación límite, como esas madres que son “capaces de levantar un camión, si ven a su hijo bajo sus ruedas”, se crece hasta resultar una presa imposible para sus captores.
Por otro lado, tenemos a los malos:
Una banda de chiquillos, que pasan del gamberrismo y chulería adolescente, a convertirse en unos despiadados asesinos, capaces de las mayores atrocidades, para no caer en manos de la policía; y el impacto de sus actos es mayor, debido a su corta edad.
Así, Eden Lake cuenta los horrores vividos por la pareja, atacada en su fin de semana por una pandilla de escoria adolescente, está sin duda bastante bien rodada, y se hace progresivamente más cruel, a medida que transcurre su metraje, pero es en definitiva, es algo que está mil veces visto, y que difícilmente justifica el desmedido entusiasmo que ha despertado.
Eden Lake, es una como tantas otras dentro del género “survival”, sin nada nuevo que ofrecernos, más allá de una realización impecable, una angustia continua, y un final que te deja un mal cuerpo como pocas.
Encontrar referencias y similitudes con otras cintas, se me viene a la mente “Deliverance” (1972), y un largo etcétera que resulta inevitable.
Solo que en esta ocasión, los protagonistas de esta terrible historia, vienen a ser una especie de “neds” o “Non Educated Delinquents”, que en un momento dado, pierden por completo el control sobre sí mismos.
El principal problema de Eden Lake, es que es exactamente igual a la mayoría de las películas de terror que vemos hoy en día.
De haber llegado unos años antes, hubiésemos podido impresionarnos ante un “survival horror”, lleno de violencia, y rematado con una losa nihilista sobre nuestras cabezas, acerca de la maldad del ser humano, pero hoy en día, tras tantos exponentes similares, se me ocurren al menos 10 ahora mismo, ya deberíamos estar bastante desensibilizados ante todo esto.
No sólo la situación y los giros sorpresa de la trama, están ya muy vistos e increíblemente manoseados, sino que toda la carga pesimista del último tramo, es en realidad, la norma en la mayoría de las historias pertenecientes a este subgénero en los últimos años, así que el típico argumento del “aire fresco en medio de tanto “Happy End Hollywoodense”, se cae por su propio peso.
Pero podemos rescatar algo que aquí es diferente:
Aparte de los jóvenes psicópatas, el otro enemigo de los protagonistas, es el propio bosque.
No tienen medios para escapar, ni forma de orientarse, y el miedo y la desaparición los agobian, casi tanto, como sentirse acorralados.
Están siendo cazados, solos, y nadie va a venir a salvarlos.
Esto da a la persecución, un verdadero sentido de urgencia:
Hay que salir con vida de aquí, hay que contar lo que ha pasado, y darles una buena lección a estos muchachos de mierda.
Pero hablemos también de cosas destacables:
Como decía antes, Eden Lake se va haciendo cada vez más cruel, y logra mantener el suspense de una forma bastante eficiente, cosa nada fácil, teniendo en cuenta que maneja, muy bien eso sí, pocos recursos:
Desde el principio sabemos quiénes son los villanos, y únicamente hay 2 víctimas, quienes definitivamente se lo pasan muy mal, enfrentados a ellos, que están representados, prácticamente como descerebrados monstruos, fácilmente manipulables por el salvaje cabecilla del grupo.
Si algo consigue, y muy bien, es aumentar cualquier displicencia que podamos tener con los adolescentes urbanos actuales de las clases marginadas, intención que queda clara, gracias a la presentación de la protagonista como maestra de escuela, que “cree en los niños”; aparte de hacernos abogar en favor del porte legal de armas, etc.
Es verdad que, como típicamente sucede en estas películas, los personajes toman a menudo decisiones bastante absurdas e inverosímiles, y muchos de los toques de violencia, se sienten gratuitos, y con el único objetivo de explotar aún más la empatía del público con el personaje de la mujer, y el desprecio hacia sus agresores, pero en fin, no es nada a lo que no estemos acostumbrados ya, y la verdad es que ese detalle, no pasa de ser meramente anecdótico.
No obstante hay cuestionamientos desde el guión:
¿Cómo es posible, que la mujer en su escape, cómo hizo para subir a ese cubículo que actuaba de oficina en tampoco tiempo, si no había ni una escalera?
Además, estaba cubierta de lodo, el cubículo era blanco, y no tenía ni una mancha de arrastre en ningún lado...
Cuando la atrapan:
¿A ella le arrojan gasolina, y no arde?
¿Cero turistas, salvo los protagonistas?
¿Cero vigilancias?
¿Ni una mera caseta de socorro, ni un guardia?
¿El pueblo sólo tiene de habitantes a una familia?
¿A qué viene el desenlace de los padres sádicos?
¿Que los malos adultos se comportan como niños?
¿Que los niños se comportan como los malos adultos?
La tensión que emana Eden Lake, se consigue gracias a las grandes interpretaciones de sus 3 protagonistas.
Un, hasta ese momento desconocido, Michael Fassbender como Steve, con el que viviremos los momentos más angustiosos y dramáticos.
Un personaje que pasa de la seguridad, y cierta superioridad que le aporta su posición de adulto frente a los muchachos; a la angustia, miedo, y frustración ante lo que le está pasando.
El líder de la pandilla, está interpretado magistralmente por Jack O’Connell, un personaje odioso, y lo detestaremos desde el primer momento que aparezca en la pantalla.
Pero sin duda, todo el peso del metraje, recae sobre Kelly Reilly, que interpreta a Jenny, una dulce profesora que pasa de una actitud benevolente hacia los niños, a convertirse en una superviviente despiadada.
Y los chicos como grupo, no son asesinos súper expertos, con una irreal y rebuscada colección de armas o talentos especiales para asesinar...
Son unos maltratadores cobardes y sádicos, pero aficionados, que tienen que recurrir a perseguir víctimas malheridas, y atarlas a un árbol, para poder atacarlas.
Son “falibles”, con lo que la película puede avanzar, e ir complicándose más y más.
Estos jóvenes, están capitaneados por un sádico hasta las cejas de coca, y con armas blancas; que decide grabar por el móvil, las salvajadas que le hacen al prometido de la protagonista, mientras está atado a un poste.
Los demás hacen lo que el líder dice, por miedo, porque tiene las armas, y él se las arregla para no salir en el vídeo…
¡Cobarde!
Desde ese momento, el líder tiene un as en la manga:
El vídeo.
Si alguno intenta irse o hablar, lo mostrará, y ellos no pueden hacer nada, porque él es el más fuerte.
Acojonante escena, donde el líder borra del móvil, la única prueba del crimen, y se mira al espejo como si hubiese sido un fin de semana más…
Los jóvenes, que tienen más empatía con sus animales de compañía, en este caso un rottweiler, igualmente agresivo, que con sus iguales, tal vez porque los perros tienen esa cualidad que tanto estimamos, que es la capacidad de mostrar un amor y una lealtad incondicionales, sin juzgar, sin imponer, liberados como están de la mala costumbre que tenemos los humanos de juzgar a los demás con una ligereza irritante.
Y los padres, incapaces de afrontar lo que llamaríamos “una paternidad responsable”, esa que ayuda a los niños a conocer los límites de su comportamiento, y con una educación, seguramente el hecho de que la protagonista sea una maestra acosada por los jóvenes, incapaz de romper los moldes fijados en la familia, a lo que podemos unir un líder que se impone al grupo, por medio de la violencia, y que tiene en el miedo, la mejor de sus armas, para terminar de formar un cóctel explosivo.
El bosque, también actúa como otro personaje en sí mismo.
A pesar de ser un espacio abierto, Watkins ha conseguido crear una atmósfera asfixiante y angustiosa, y eso que la mayoría de las escenas tienen lugar a plena luz del día.
El bosque “equilibra” la balanza, y coloca a ambos bandos en casi igualdad de condiciones.
Al no haber armas de fuego ni nada realmente potente, todo se basa en dar caza y pelear “cuerpo a cuerpo”, lo cual da muchísimo más juego, que si ambos bandos consiguieran pistolas, y se sucedieran escenas de simples tiroteos.
Y alguien que ve todo desde el cielo:
¿Dios?
Que ve las acciones del Edén paradisiaco, de una pareja a lo Adán y Eva, a la defensiva contra a animalidad y primitivismo del ser humano como las bestias desatadas del Paraíso.
Otro punto para la reflexión, es el que tiene que ver con el hecho de cómo reaccionan las comunidades cuando llega un extraño a ellas, sea como nuevo residente, o como simple turista.
Personas a las que se niega la capacidad siquiera de queja, cuando son objeto de una agresión por parte de un vecino nativo de esa comunidad, como si la pertenencia fuera una especie de carta blanca para agredir al recién llegado.
Más allá del barro, de la suciedad, de la sangre, de la angustia, de la violencia, Eden Lake dibuja una sociedad, que si no se ha roto ya, está al borde del abismo, y lo que hay en el fondo, no es más que puro y duro salvajismo.
El final, es de los más deprimentes que he visto, totalmente desolador; es lo que tiene, y es donde más terror hay:
Gente que no te esperas, puede ser la peor pesadilla, o incluso la última.
Y adivina por qué:
Porque queremos ver muertos a todos los involucrados, tanto padres como hijos; y Eden Lake te ha transmitido la violencia más primitiva.
Como cuando atropella a la única mujer del grupo, sin el menor titubeo, es un momento electrizante, y uno dice:
¡Bravo!
Como reacción al brutal apuñalamiento en masa, y quema del pobre Steve... algo realmente salvaje, y que provoca la ira en el espectador.
Ella, en su huida desesperada, estrella el coche en una casa, donde estaban haciendo una fiesta con piscina, globos, música, y gorritos de papel.
¡Salvada!
Se deja caer en la entrada de la casa, completamente extenuada.
Lo que descubre cuando se despierta, es que ha ido a parar, nada más y nada menos, que a la casa de los padres del jefe de los adolescentes.
Cuando éste vuelve a casa, la reconoce, pero la presenta como la “asesina” de sus compañeros, al resto de padres presentes que le creen y deciden tomar justicia por sus propias manos...
Como es lógico, los padres lo defienden, y no a la “forastera mugrienta”, no escuchan una sola palabra de lo que ella les dice para defenderse…
El padre dice que “se va a encargar de todo” y, atención, manda “castigado” a su habitación, a su hijo, jefe de los delincuentes juveniles, que viene de matar a varias personas en una sola noche, por vengar la muerte de una mierda de perro.
¿Castigado sin cenar después de todo eso?
¡WTF!
Como a la protagonista, al ver esto, nos arden las entrañas de impotencia.
Pero esa “rabia” es sabiamente utilizada contra nosotros por el director:
Nos deja ver, cómo el asesino adolescente sube a su habitación, con un clic borra los vídeos del móvil, que podrían incriminarle, se mira al espejo, y se pone las gafas que robo.
Sonríe, y esa sonrisa apaga un poco más nuestra propia alma.
No es sólo un “ligero homenaje” al:
“Are you talking to me?” de “Taxi Driver” (1976), es más una declaración de principios.
La criminalidad sistemática, endogámica y generacional.
Esa sensación de “me podría pasar a mí”, ronda siempre por tu cabeza, y te empuja a cuestionarte cómo reaccionarías en las distintas situaciones a las que se enfrentan los protagonistas.
Por otro lado, el final es quizá uno de los finales más duros que haya visto en una película de terror.
No se trata de violencia.
Se trata de la empatía tomada con la protagonista, y la impotencia al verla atrapada en el baño de la casa de sus captores, cuándo la verdad, edulcorada al gusto por el cabecilla, sale a luz.
Cuándo ella transforma su cara, en un grito de súplica por la piedad, porque escuchen si quiera su calvario, por la impotencia de haber luchado hasta el final, para no conseguir nada.
Así pues, Watkins se permite el lujo de introducir, sin demasiadas sutilezas, un cierto discurso social muy en boga en los tiempos que corren:
El de una sociedad, cada vez más entregada a la agresión y la violencia injustificada, como único medio de expresión, ante situaciones que perturban el estatus logrado por cada individuo.
Así, los jóvenes acosadores de Eden Lake, amparados en la fuerza y la confianza que les aporta el grupo, responden de manera hostil, a la injerencia de un adulto que les llama la atención, por tener la música demasiado alta, al que ven como una amenaza a su propia libertad, y manera de entender la vida.
El problema no es tanto que puedan tener una naturaleza agresiva, en realidad, el único que sí demuestra ser un auténtico psicópata, es el cabecilla del grupo; sino el hecho de no encontrar otros mecanismos de defensa y expresión, que no sean la barbarie y la violencia.
¿Y qué ocurre cuando comprobamos, estupefactos, que esa actitud hostil y agresiva, tiene sus raíces en algunos de los pilares básicos de nuestra sociedad, como son la educación y la familia?
La respuesta de Eden Lake, no puede ser más pesimista.
La violencia engendra violencia.
Y ante una sociedad predispuesta a la respuesta agresiva e intimidatoria, el futuro resulta muy incierto.
Y si no, que se lo pregunten a la protagonista…
Y la venganza, no es satisfactoria aquí, porque no toca a los principales criminales, ni al cani jefe, o el negro hijo de puta con el cúter, sino a 2 de los personajes más débiles, y de cómo ésta pseudovenganza, le cuesta la vida finalmente a la protagonista.
Otros críticos, sin embargo, han atacado salvajemente a Eden Lake, denunciándola como una incitación a los prejuicios de clase, contra la clase trabajadora en Gran Bretaña; y se condenó “la sugerencia desagradable que todas las personas de la clase trabajadora como matones” de la película; que Eden Lake es expresa el miedo y el odio de los ingleses ordinarios.
Y se agrega “la demonización de la clase obrera, como un ejemplo de la demonización mediática de la juventud proletaria, a través del estereotipo”
Y por último, que se argumenta que “las clases medias, ya no podrían vivir junto a las inferiores, por ser casi bestiales”
Entonces, podríamos atender a 2 de las posiciones más conocidas, filosóficamente hablando:
La de Rousseau, y su famosa frase:
“El niño es bueno por naturaleza, solo se corrompe en la sociedad”
Y la de Thomas Hobbes, con su frase estrella:
“El hombre es un lobo para el hombre”
Son 2 pensamientos contrapuestos, donde para uno, la sociedad es la responsable de la condición humana; y para el otro, la sociedad es el instrumento mediante el cual controlar el egoísmo inherente a esa condición.
Como es lógico, cada uno de nosotros, tendrá su propia percepción.
Yo soy de los que creo, que sí hay mucha gente que disfruta haciendo daño, y eso se lleva dentro, no se aprende.
Lo único que se puede aprender, son diferentes y mejores formas de hacer daño.
Pero no se aprende hacer daño.
“It's just boys being boys”
La palabra “Edén” suele ser utilizada en lenguaje coloquial, como sinónimo de “Paraíso”
Según el relato bíblico del libro del Génesis, el lugar donde había puesto Dios al hombre, después de haberlo creado a partir del polvo de La Tierra, es allí.
Y es descrito como un parque, en que los árboles y las plantas de toda especie que embellecían el paisaje, proveían alimento en amplia variedad; y también, que Dios puso ante Adán “todos los animales domésticos y... las criaturas voladoras de los cielos y... toda bestia salvaje del campo”
Las aguas del río “que procedía de Edén”, regaban el suelo.
El hecho de que el hombre estaba desnudo, permite suponer que el autor imaginaba un clima templado y agradable…
Sin embargo, ya todos sabemos cómo termina el cuento…
Por tanto, el mayor enemigo para el hombre, es el mismo hombre, y es que las personas somos agresivas por naturaleza, somos una especie destructiva y codiciosa; y podemos llegar a ser una verdadera plaga para nosotros mismos.
La muerte, el caos, y la destrucción, nos han acompañado a lo largo de toda la historia.
Entonces, de que nos sorprendemos hoy en día, si nuestros descendientes, nuestros hijos, amigos, conocidos, inflijan ese daño que han aprendido, está en nuestra naturaleza, somos malvados, todos en nuestro interior, somos potencialmente “un asesino despiadado”, y solo con pensarlo…
La violencia, se encuentra en todas partes, en todas las épocas de la historia, y en todas las edades.
La diferencia es que ahora, con las nuevas tecnologías, podemos enterarnos de esto, casi en tiempo real.
Y, lo que es peor, existen cámaras por todas partes, con las que se pueden registrar estos hechos, presumir de ellos, y usarlos para hacer chantaje a quien sea.
Los culpables de todo lo que sucede, sin duda, es una pésima educación, y un escaso control de los jóvenes, por parte de sus padres.
Los cómplices, que los hay, serían sin embargo, la cobardía y la estupidez.

“You want to play with the big boys now?”



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