Felices 140

“If you happen to be rich…”

El dinero no se tiene, es él el que nos posee.
El dinero funde, fluidifica todo lo que toca; lo convierte en materia intercambiable... y posee la virtud de extender y diversificar las relaciones humanas, a la vez que excluye todo lo personal y específico, todo lo sólido.
Y pese a ello, prodigios de la contradicción monetaria, nada tan metafórica, machista, y obscenamente duro, con perdón, como el dinero.
De todos es sabido, que las reuniones familiares, en muy raras ocasiones, suelen terminar bien.
¿Por qué?
¿Hay algo en el ser humano que nos haga distintos, unos de otros?
Pues no, como siempre he mantenido a lo largo de mi vida:
“Todo el mundo tiene un precio, es sólo cuestión de acertar con los ceros”
De la honra al desprecio en un acto; del elogio al insulto, en 2 segundos; del recuerdo al olvido, la posibilidad de alcanzar el sueño de una vida de riqueza y fortuna, aunque sea a través del sacrificio de un amigo pues, tiempo habrá para consolarse de dicha ausencia, con todo lo que el dinero, contante y sonante, pueda proporcionar.
¿Qué haría yo, si un día ganara 140 millones de euros en la lotería?
“¿Cuál es el precio de la amistad?”
Felices 140 es un drama español, del año 2015, dirigido por Gracia Querejeta.
Protagonizado por Maribel Verdú, Antonio de la Torre, Eduard Fernández, Marian Álvarez, Nora Navas, Alex O´Dogherty, Ginés García Millán, Paula Cancio, Marcos Ruiz, entre otros.
El guión es de Santos Mercero, y Gracia Querejeta; y trata muchos aspectos, tanto sociales como morales, y pone en entredicho, a cualquiera se pudiera estar en esa situación:
Codicia, envidia, ambición, y los más oscuros pensamientos, dan lugar a una presentación de lo más real de lo que puede esconder, y esconde el ser humano.
Las reuniones de familiares y de amigos, donde se destripan sus entrañas, con buenos y malos momentos, con risas y lágrimas, con amor y reproche… han dado múltiples películas, casi se han convertido en un género.
Así, estas historias corales, con un montón de personajes que tienen algo que decir, o tienen una función relevante en la reunión, no tienen nacionalidad, ni origen.
La idea, es componer una comedia tan indefinible y líquida, que acabe confundida con el más extraño de los dramas.
Y al revés, la historia de un grupo de viejos conocidos “condenados” a compartir amistad y, ya puestos, la lotería del Euromillón, es a la vez metáfora alegre de la felicidad, y la constatación fiel de su impostura.
Y por ello, profundamente triste.
El rodaje, se llevó a cabo en Tenerife; y comienza cuando Elia (Maribel Verdú), proyección de mujer establecida, triunfadora, entendiendo por ello, mujer con trabajo estable, haciendo lo que le gusta, y segura de sí misma; tiene un golpe de fortuna, y comete el error, grande, enorme, monstruoso, de querer compartirlo/celebrarlo con sus seres más queridos.
Pero además, Elia los reúne en una casa rural, por motivo de su aniversario, y su 40 cumpleaños.
Allí asiste su hermana, Cati (Marian Álvarez), atrapada en un matrimonio que no la hace feliz.
Mario (Ginés García Millán), es un pianista bohemio, exnovio de Elia, que se presenta con una joven novia argentina, llamada Claudia (Paula Cancio)
El vitriólico Juan (Antonio de la Torre), un abogado que arrastra la frustración de no haber prosperado lo suficiente.
Ramón (Eduard Fernández), quien regenta un restaurante en crisis; y su mujer Martina (Nora Navas), es la que lleva la voz cantante en su matrimonio.
Polo (Álex O’Dogherty), un empresario de altos vuelos, que llega a la casa en helicóptero; y Bruno (Marcos Ruíz), un adolescente soñador, sobrino de Elia.
Con lo que no cuentan los invitados, es con la noticia que Elia ha sido la ganadora de la lotería del Euromillones de esa semana.
Tras la noticia, los invitados comienzan a idear planes para quedarse con el dinero, tras un evento inesperado del que no renunciaran en aprovecharse de ella...
Felices 140, ya se ha dicho, trata del dinero; de su naturaleza más íntima.
Digamos que pocos temas tan universales, por omnipresentes, haya o no crisis; no en balde, ningún otro asunto nos define de forma tan precisa.
Y así lo han hecho desde principios de los siglos, el interés.
Una muestra de cómo el amor a lo material, sobrepasa cualquier otro tipo de amor y/o relación.
La cuestión ética es simple, y cogida por los pelos; pero es suficiente para destripar las almas de estos amigos “normales”, tan corrientes y molientes, como un dolor de muelas, o una infección venérea; siendo un retrato de costumbres y miedos.
¿El dinero da la felicidad?
Por supuesto.
Ya que el dinero no es nada, y por tanto todo; la excusa, lo que pones en él.
Vale tanto como nosotros.
Una vez satisfechas las necesidades básicas:
Hogar, alimento... donde uno ponga el límite, sirve como cebo, aliciente, estímulo, ambición...
Todas esas cosas que nos mantienen en pie, de guerra, dispuestos a matar o morir por un puñado de paraíso, por eso que merecemos, y por lo que hemos luchado tanto.
¿No es verdad?
Por eso que se empeñan en robarnos los otros, todos, algunos con especial habilidad y esmero.
¿Acaso sabemos a ciencia cierta, cómo reaccionaríamos si a nuestro mejor amigo, o a nuestra propia hermana le tocasen 140 millones en la lotería?
¿Estamos seguros que no le pediríamos un poco de ese dinero para, por ejemplo, sanear nuestras deudas, o vivir más cómodamente?
¿Hasta qué punto nos enfadaríamos, si la agraciada no tomara la iniciativa de darnos ese dinero?
Múltiples preguntas que van asaltando nuestra mente, a medida que se consume el relato, y que siguen golpeándonos al terminar.
La conciencia moral, puede ser una vil prostituta.
“Quien tiene un amigo, tiene un tesoro”
La trama es lo más potente de Felices 140, pese a obviar en gran medida, el componente de “thriller” que se le podía haber dado; y hurga en las distintas personalidades de todos los presentes y, pese a que puede ser difícil identificarse con alguno de ellos, debido a que son bastante prototípicos, se hace partícipe al espectador, poniéndole en la tesitura de:
“¿Qué harías tú?”
Técnicamente, no se puede poner ningún pero, la verdad es que se aprovecha muy bien el formato digital.
Tal vez, podemos decir que la directora ha sacado poco provecho de los espectaculares exteriores que se nos muestran con cuentagotas; porque casi todo el metraje transcurre en interiores.
Un acierto la elección del escenario en la isla de Tenerife, y que durante los títulos de crédito finales, hay un hermoso “travelling” que recorre la isla.
Como dato de producción, Felices 140, está dedicada a la madre de la directora, y hay que recordar, que su anterior película, estaba dedicada a su padre, Elías Querejeta, que acababa de fallecer...
Pues bien, Felices 140 está en el límite de esta contradicción, entre lo blando y lo duro, la comedia y la tragedia, la felicidad y el engaño, la vida y la muerte, donde se mueve la propuesta de la que hace la 7ª película de la directora.
Diálogos afinados como dagas, rápidos, frenéticos, que dejan sin respiración a los personajes, y a los espectadores que los escuchan, corrosivos, llenos de humor negro, dando lugar a esa carcajada incómoda, que nace de las situaciones en las que todo es un error, pero donde nadie puede estarse quieto, si quiere enmendarlo.
Es un hecho que Felices 140 es hija de una generación que ha vivido, y está viviendo una eterna crisis económica, pero también social y moral.
Así se nos presenta, idílica en un paisaje paradisiaco, en una retirada casa rural al lado del mar.
Allí es donde lleva Elia, a todos sus “seres queridos” para pasar un fin de semana.
El motivo es su 40 cumpleaños… pero esconde una sorpresa.
Así empieza, como tantas reuniones de amigos y familiares:
Primero, presentación de personajes, y después, reunión que va desvelando las distintas capas de sus personalidades, e historias en común.
La primera parte del metraje, se ve bien, pero sin gozar, porque a lo mejor, la ambigüedad de los personajes se contrapone a la presentación de cada uno, rompiendo la cuarta pared…
Allí vemos a la prometida, 20 años más joven; el soltero de oro, la mujer maltratada, el adolescente en pleno despertar…
A partir de ese momento, comienzan a desatarse una serie de suspicacias, planificaciones y acontecimientos, que darán al traste con lo planificado por Elia.
El dinero, se tornará excusa para que afloren una serie de acercamientos hacia ella, en los que se evidenciará mucho más la conveniencia, y el beneficio prestado que el afecto que ella creía sincero, tanto por parte de sus amigos más preciados, como de su propia familia, pues entre los invitados a la celebración se hallan su hermana pequeña, su cuñado, y su único sobrino.
De repente, algo se quiebra, y ya nada volverá a ser igual...
Tras la muerte de Mario, por accidente, personaje enamorado y correspondido con Elia, en tiempos pretéritos, tras una fuerte discusión, y un desafortunado encuentro en la piscina con Elia, y descubrir tanto el embarazo de la pareja amiga, los del restaurante arruinados; la anunciada boda de Mario y su nueva pareja, muy aficionada al tarot, que descubre un secreto importante de la hermana, Cati, que está muy a la sombra de su marido, y muy comparada siempre con su hermana, los distintos personajes van tomando posición hacia una sola idea, el reparto del premio, y como siempre suele suceder, son los postizos los que llevan la voz cantante:
El cuñado, la mujer del mejor amigo, el siniestro “multimillonario”, todos, y cada uno, encaminan su única idea:
Expoliar el premio.
La posibilidad de la riqueza, les nubla la vista.
El dinero es así, confunde.
Lo que sigue, está ahí para despistar, para deshacer los géneros, para hacer daño...
Pero llega el segundo tramo de la historia, y salen a relucir los verdaderos subtextos:
El ser humano y la crisis, la ambición, los modos de relacionarnos, la amistad, la fachada personal, la debilidad de unos, la fuerza de otros.
Esa media hora final, tiene garra, convicción, y originalidad…
Querejeta, cuenta con un grupo de actores que se empapan de sus personajes, para dejar una compleja radiografía de personalidades.
Desde la joven novia argentina, hasta ese exnovio pianista, pasando por ese millonario que quiere más, el abogado sin escrúpulos, la rivalidad silenciosa de 2 hermanas, el matrimonio en crisis, el joven testigo, y hasta el turbio pasado mental, de la protagonista, con aborto incluido…
Todos van desnudándose emocionalmente, y dejándose al descubierto…
El único personaje que deja un atisbo de luz, es el más joven…
De nuevo, con Maribel Verdú como maestra de ceremonias, y van 3 con la directora, Felices 140 se ofrece de entrada al espectador, con el disfraz amable de lo conocido:
Unos amigos antiguos, se vuelven a ver cada uno con sus propias heridas por cicatrizar.
Pero lo mejor que tiene Felices 140, es el mensaje que lanza, experimentar la evolución, o mejor dicho, involución que sufren los personajes, desde el momento en el que reciben la gran noticia.
Su actitud cambia, ellos cambian, sacan el lado más oscuro y sucio del ser humano, pasan de ser un grupo de amigos, a un grupo de competidores, un grupo de trepadores y carroñeros.
Y ese es el poder del dinero, que mucha gente haría lo que fuera, por un buen puñado de euros.
Sin embargo, la trama en manos expertas, preferiblemente británicas, sin desmejorar lo realizado, hubiera dado para una comedia negra de las verdad, y quedado memorable con un final satisfactorio; y aquí se opta, porque los todos los “amigos”, en bloque, se ofrecen a deshacerse del cadáver, a cambio del premio de la Verdú, en un acto de chantaje, que es contado de forma muy poco creíble.
Un maestro, hubiera sacado más jugo a esto, y que al final, el muerto no estuviera muerto, desenmascarando la vil naturaleza humana en un “Grand Finale”, pero aquí se opta por el camino de en medio, haciendo que los personajes pululen por el monte, vayan a La Guardia Civil, se rajen, hablen, tengan discusiones bizantinas, se duchen como si no hubiera pasado nada.
En fin, un absurdo total...
Hay un intento de hacer crítica social, pero tampoco nos cuenta nada nuevo en relación con la codicia del ser humano, y la importancia del dinero, que es el motivo del enfrentamiento y las peleas familiares, queda en impunidad.
Y juega con la reflexión humana, con el desdén callado, se mueve por la ofensiva y ruin tragedia, cuyo inicio es una grata comedia de románticos apuntes, profundiza en la herida cultivada, durante décadas, de quienes decían tenerse apego y querencia, para concluir en un estudio de la esencia humana, donde nadie parece salvarse de parecer una sabandija con hambre, todo un complot de matices risueños y amables, que vira hacia la venta de lo que haga falta, pues todo se compra, y todos tienen una etiqueta con un precio disponible.
Los saltos en el tiempo, con los protagonistas contándote que son ricos, desvelan ya demasiadas cosas, dinamitando toda intriga, y suspenso.
¿La conclusión más evidente que puede extraerse?
Que sí, que el dinero da la felicidad, pero arruina a las personas a nivel moral, de manera terrible, casi inexorable.
Pero allá cada uno.
“¿Y tú qué harías?”
El mundo, se ha llenado de codiciosos, de rastreros, y de gente sin escrúpulos, al grito de “sálvese quien pueda”
Y Felices 140 te mueve por dentro, se introduce en los vericuetos más profundos del alma humana, para mostrar el significado real de la disonancia cognitiva en la que estamos acostumbrados a vivir, o mejor dicho, a sobrevivir:
Si puedo, cojo; si cojo, tengo; si tengo, más quiero; si quiero, cojo otra vez… y el círculo de la ambición se cierra, una y otra vez sobre sí mismo.
El vórtice generado por esa espiral, tiene el poder de arrasar con los ideales más arraigados, y los principios éticos más elevados.
Nadie escapa a una fuerza que, por activa o por pasiva, dilapida nuestra condición humana, y nos convierte en carroñeros de nuestra propia especie.
Si confiar en esa máxima que reza “lupus homine est”, resulta pesimista, más doloroso es contemplar lo cierto de esa frase.
Más aún, cuando el dinero y el poder entran en escena, pues es en ese momento, cuando el lobo se antoja una mascota dócil, en comparación con la bestia inmunda que emerge de los pozos rezumantes de la miseria humana.

“Money makes the world go around…”



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