Mr. Brooks

“God, grant me the serenity to accept the things I cannot change, courage to change the things I can, and wisdom to know the difference”

Un asesino en serie, también conocido como “asesino serial”, es una persona que asesina a 3 o más personas, en un lapso de 30 días o más, con un período de enfriamiento entre cada asesinato, y cuya motivación se basa en la gratificación psicológica que le proporciona dicho crimen.
Los asesinos en serie, están específicamente motivados por una multitud de impulsos psicológicos, sobre todo, ansias de poder, y compulsión sexual.
Los crímenes, suelen ser llevados a cabo de una forma similar, y las víctimas, a menudo, comparten alguna característica, por ejemplo:
Ocupación, raza, apariencia, sexo, o edad.
Los patrones, organizado y desorganizado, están relacionados con los métodos de los asesinos.
En consideración a los motivos, pueden ser ubicados dentro de 5 categorías diferentes:
Demencia, Misioneros, Hedonismo, Lucro, y Poder/control.
Sobre la categoría hedonista, este tipo asesina por el simple placer de hacerlo, aunque las características que ellos disfrutan, pueden diferir.
Algunos pueden deleitarse con la “búsqueda” de perseguir y encontrar una víctima más que cualquier otra cosa; mientras otros pueden estar principalmente motivados por los actos de tortura y abuso de la víctima, mientras está viva.
Usualmente existe un fuerte rasgo sexual en los crímenes, aun cuando puede que no sea inmediatamente obvio, pero algunos asesinos, obtienen una oleada de excitación, que no es necesariamente sexual,
Entre la categoría “hedonista” existe 3 tipos de asesino:
El primero, es el asesino motivado por emoción:
Este asesino mata por la emoción que siente, mientras que su víctima muere.
La víctima tiene que estar consciente durante el ataque, para que el asesino pueda recibir el máximo placer posible.
Actos sexuales no ocurren después que la víctima muere.
El objetivo del asesino, motivado por emoción, es sentir el terror de sus víctimas, antes que mueran.
El segundo tipo, es el asesino motivado por lujuria:
Este asesino, es el que tortura y mutila sus víctimas.
Son motivados por lujuria y placer sexual.
Y el tercer tipo de asesino hedonista, es el asesino motivado por beneficio.
La perturbadora cuestión acerca de:
¿Cómo es posible que un vecino carismático, socio de una empresa floreciente, y padre de familia, pueda ocultar la personalidad de un asesino despiadado?
Lleva mucho tiempo confundiendo a la sociedad, inspirando a guionistas, y novelistas, quienes invitan al público, a mundos oscuros, llenos de suspense, y cierta fascinación, jamás visitados con anterioridad.
No es raro escuchar en los telediarios sobre las capturas de los asesinos, que “eran buenas personas”
¿Habrá alguno que lucha contra sí mismos?
Absolutamente.
“I don't enjoy killing, Mr. Smith.
I do it because I'm addicted to it”
Mr. Brooks es un drama de acción y suspense, dirigido por Bruce A. Evans, en 2007.
Protagonizado por Kevin Costner, William Hurt, Demi Moore, Dane Cook, Marg Helgenberger, Danielle Panabaker, Lindsay Crouse, Ruben Santiago-Hudson, Aisha Hinds, entre otros.
El guión es de Bruce A. Evans y Raynold Gideon; y nos presenta la clásica lucha interna del ser humano, entre definir lo correcto de lo incorrecto, la verdad de la mentira, la realidad de la fantasía, etc.
El eterno problema de, cómo podemos lidiar o controlar nuestras emociones y deseos, cuando estos nos torturan, y se nos desencadenan.
La acción gira en torno a Earl Brooks (Kevin Costner), un brillante hombre de negocios, que tiene una hermosa mujer que le quiere, Emma (Marg Helgenberger), y una hija un tanto díscola, Jane (Danielle Panabaker) que le adora; que lleva una vida aparentemente tranquila, es en realidad, un asesino en serie.
Brooks, se esfuerza por reprimir sus instintos homicidas, pero su alter ego, a quien llama Marshall (William Hurt), se lo impide.
No asesina por placer, de hecho es frío y mecánico en sus ejecuciones, y goza más contemplando las fotografías de sus crímenes, que del propio hecho en sí, sino porque está enfermo, lo necesita.
Lleva 2 años “limpio”, acudiendo a reuniones de adictos anónimos para desahogarse.
Pero Marshall le convence, de que satisfaga su hambre una última vez…
Paralelamente, una dura y tenaz detective, Tracy Atwood (Demi Moore), capta la atención del misterioso asesino al que persigue.
En Mr. Brooks, se nos presentan 3 cosas:
Matar, puede ser una adicción.
Las personas no son lo que aparentan.
Lo malo se hereda…
“Why do you fight it so hard, Earl?”
¿Es Mr. Brooks, un tipo fantástico, del que poder estar orgulloso al llamarlo “amigo”, o se trata de un asesino retorcido, con el que definitivamente no quisiéramos toparnos por equivocación una noche oscura?
Seductor y letal a un tiempo, gallardo y amoral contra toda medida, Mr. Brooks resulta tan irresistible y terrorífico, precisamente porque suma ambos extremos.
“La cuestión estriba en el hecho de que Mr. Brooks podría ser perfectamente alguien a quien conocemos”, comenta el director, Bruce Evans.
Todos tenemos nuestro lado oscuro, pero Mr. Brooks lleva el suyo al límite.
Es el tipo que jamás creerías capaz de matar una mosca, que adora con pasión a la familia, y que lleva una maravillosa vida, acorde con la medida de la normalidad, sin embargo, le domina una compulsión terrible, que es incapaz de controlar.
Gideon explica:
“Habitualmente, se nos asocia a los filmes familiares; sin embargo, esta vez hemos querido ahondar en una historia más oscura.
Ambos creímos, que la adicción era una zona interesante, lo que nos llevó a preguntarnos:
¿Cuál podría ser la adicción más horrible?
Y a la idea de un hombre, cuya adicción consistía en asesinar a gente, una actividad que le encanta, y le resulta imposible contener, aunque le gustaría dejar de exponer a su familia a los peligros inherentes”, comentó.
El hecho de que Mr. Brooks sea percibido como alguien de incuestionables entereza y rectitud, en el seno de su comunidad, también parecía acertar con una realidad que ha desorientado a muchos en la cultura popular.
“A menudo se ve y oye en los “mass media”, declaraciones sobre los asesinos como:
“Era tan buen tipo…”
“Llegaba a ser tan encantador…”, aproxima Evans.
“Incluso, el histórico BTK Killer, el asesino que ataba, torturaba, y asesinaba, Dennis Rader; era diácono de la iglesia.
En ocasiones, la gente puede ocultar el lado oscuro de sí misma, a ojos de todo el mundo, y creo que ello es parte de lo que nos intriga, con respecto a ese tipo de personajes”, dijo el realizador.
En esta ocasión, Mr. Brooks quiere mostrarnos, cuán interesante puede ser, tener una psicosis alucinatoria crónica, tanto por la posibilidad de salir indemne de la situaciones más escabrosas, y a la vez, ser un magnate de los negocios, y buen padre de familia.
Mr. Brooks, es un hombre adinerado, dueño de una empresa gigante, con una vida plena, y con un placer privado, el cual le produce una excitación increíble, matar.
Su vicio, es matar con precisión, sin huellas, y sin dejar seña, por ello, es llamado:
“The Thumbprint Killer” o “El Asesino de La Huella Digital”
Todo estudiado minuciosamente, hasta el momento del acto, donde Mr. Brooks entra en éxtasis total.
Pero dentro de su ser, hay algo que le atormenta, y por ello quiere dejarlo.
Sin embargo, su desdoblamiento de personalidad, está presente siempre para engatusarle, y llevarle al malvado lado oscuro del asesinato.
En éste caso, su mente es ocupada por el personaje interpretado por William Hurt, y al que curiosamente, el personaje de Costner le tiene nombre puesto.
Otro sediento de sangre, que le provoca, y con el que mantiene unas suculentas conversaciones, llenas de humor ácido, y negro.
Así vemos al personaje de Kevin Costner, desdoblado con el acompañamiento de William Hurt, en su “yo impulsor de conductas criminales”, es el protagonista de este “thriller” psicológico que hurga, como muchos otros, en el lado oscuro del ciudadano, “aparentemente ejemplar”, que batalla interiormente, con unas tendencias maníacas, que subvierten su imagen externa, y determinan sus relaciones familiares.
Lo mejor de todo Mr. Brooks, es la relación entre Brooks y su reverso tenebroso, un divertido, y solvente William Hurt, que ayuda a Costner a sacar lo mejor de sí mismo, crecido ante un actor de talla gigantesca.
Mr. Brooks, logra incluso presentar alguna carta de enorme interés, cuando entra en escena un tercer personaje, que planteará algo decididamente original.
Y entonces ocurre lo impensable…
Si hasta ese momento, tenía su atractivo, por tratarse de un estudio sobre la obsesión de matar para sentirse vivo, en vez de profundizar en tan interesante tema, Mr. Brooks se va por derroteros del típico “thriller”, trivializando la mayor parte de sus propuestas.
Una gran pena, ya que podríamos estar hablando de una de las mejores películas en el campo de los psicópatas.
En Mr. Brooks, sin embargo se levanta una subtrama, en la que una agente de policía, investiga el caso de éste asesino en serie, y mientras tanto, se envuelve con los problemas de unos presos salidos de la cárcel, que la acosan, y un marido que le pide un dineral por el divorcio...
Quizás, ésta parte es la más floja, aunque en algunas partes pueda ser necesaria…
Una mayor parte de la culpa, la tiene un patético Mr. Smith/ Graves Baffert (Dane Cook), que tiene en su haber, ese tercero en discordia, y cuyo histrionismo como actor, termina por cansar al espectador, produciéndose una enorme descompensación entre él y Costner, y Hurt, no estando a la altura de ninguno de los 2.
Cook, es como la pega en la historia, del que nos queremos deshacer, pues lastra todas las posibilidades del relato, y hace que no nos creamos nada salido de su rol.
Como también, podría considerarse una pega, el personaje de Demi Moore, con el que lo único bueno que se hace, es que está pasando por un divorcio complicado, algo que normalmente sufrían los policías masculinos.
Por otro lado, la fascinación que el personaje de Costner siente por Moore, no está del todo bien explicada, ni mostrada.
El personaje central, es absolutamente fascinante, y es lo mejor de Mr. Brooks, por precisamente darnos ya al principio, la información de que habla con otro personaje imaginario, que no es otro que él mismo.
Mr. Brooks, no juega con el típico giro argumental final, en el que se nos explica que 2 personajes en realidad son uno solo; en su lugar, prefiere ahondar en el dibujo psicológico del personaje central.
Para ello, cuenta con 2 interpretaciones de altura:
Unos sensacionales Kevin Costner, que utiliza muy inteligentemente su limitado registro, y William Hurt, que está más divertido que nunca.
Hablando de diversión, hay que decir que Mr. Brooks tiene ciertos elementos de humor, concentrados en un par de conversaciones de este personaje, consigo mismo, y en el que nos es imposible, no echarnos a reír con ellos...
Es, digamos, un poco de humor negro, que le queda de maravilla a la obra.
Y además, los 2 actores logran que empaticemos con él/ellos de una forma sorprendente, resultando en una gran química en pantalla.
Al principio, resulta extraño verlos, hablando sin que los demás personajes en la escena, se den por aludidos, pero gracias a la excelente química entre estos 2 actores, todo resulta muy natural, y un importante punto fuerte.
Las escenas donde ambos intercambian expresiones, el reflejo de Marshall en el espejo del coche, los trayectos nocturnos por la ciudad, son escenas impagables.
La maldad, encarnada por Hurt, es engreída, segura de sí misma, siempre mascando chicle, de mirada imperturbable, y maléfica.
Mientras el personaje de Costner, juega a contenerse, en un ejercicio perfecto de lo que se supone que es “un hombre histérico, un psicópata, la mente de un asesino en serie”
El rasgo positivo de la historia, es que se quiere mostrar, poéticamente, la presencia de la voz que acompaña al protagonista, a los fines visuales, pues hubiera tenido poco sustento escénico, la sola presencia sonora, como se da en la gran mayoría de los casos de psicosis en la vida real, ya que la realidad, no trae en este tipo de enfermedades, una persona tan simpática, para acompañar al protagonista en su aventura.
La realidad clínica es que se presentan con mensajes tenebrosos y tortuosos, que el enfermo padece, y muchas veces busca evitarlos, llegando poner en riesgo su vida, accediendo por momentos, a perder contacto con su entorno, y el control de sus emociones.
Es destacable, que en todo momento, las apariciones de la alucinación, se da desde detrás del protagonista, y en algún momento, ambos llegan a mirarse directamente a los ojos, respetando, o bien, teniendo en cuenta que este tipo de enfermedades mentales, se presentan mayoritariamente con alucinaciones del orden auditivo.
Lo que se plantea como confusión, es que este tipo de psicosis alucinatoria de índole paranoide, tiene un lento y progresivo deterioro de la funciones mentales, que no cesa con la medicación, y tienen dificultada para estructurar un delirio o sublimar, como es presentado en Mr. Brooks, en gusto de matar, y de cómo logra evadir de ser encontrado, y frente a la dificultad que se le presenta con el fotógrafo, o con su hija, puede llegar un nivel de comprensión y resolución de la situación, que escaparía para una persona normal.
Lo reivindicativo es más de una paranoia, donde no padecen alucinaciones, y si tienen un discurso completamente armado, y de apariencia normal.
Esta patología, puede tener un nivel de compromiso, a su actividad, y ser más calculador, pero no son más inteligentes que la media, es decir, ninguna enfermedad mental, hace superhéroes.
Más allá de la premisa supuesta de la herencia de la maldad, Mr. Brooks es un fascinante análisis freudiano, que borra durante sus 2 horas de duración, el estúpido y acartonado paradigma del asesino “full time”, despreciable de toda criatura que camina sobre La Tierra, aun de sus propios familiares, recorriendo cada uno de los rincones de una mente oscura, criminal, exterminadora, pero absolutamente humana.
Un agregado que la vuelve definitivamente deliciosa, inolvidable, suprema.
Su hija, una joven que recorre los primero años de sus estudios universitarios, padece el mismo síndrome delictivo que él, y cual coloca a Mr. Brooks, en una disyuntiva que merece la pena disfrutar, y padecer en su compañía:
Si delatar a su primogénita ante las autoridades, para así “salvarla” de su propio mal, o protegerla, cubrirla de sus faltas, como su labor de padre así lo dictamina.
Por último, los asesinatos son como son, llega mata y se acabó, al grano sin tonterías, ni frases epitáficas.
La sencillez, es lo más destacable de Mr. Brooks.
Todo se presenta como es, sin adornos superfluos.
Los exteriores, las noches de acecho en el coche, con esas conversaciones entre Costner y Hurt, al estilo de un “Pepe Grillo”; el modus operandi, todo sencillo y eficaz.
Pero también encontramos muchas interrogantes sin explicación en Mr. Brooks:
¿Por qué Mr. Smith, decide acompañar a Mr. Brooks en sus actividades de ocio?
¿Qué es lo que pasa por la cabeza de una adolescente, para llegar a poseer tanta ambición, y tan poco escrúpulo?
¿Por qué ha tenido que pasar esa mujer policía, para demostrar al mundo su valía?
¿La detective sospechosa de cargarse al marido, y de huir con violencia de ser interrogada, pero que luego no pasa nada?
¿Cómo explica que ha seguido una pista, a partir de haber entrado ilegalmente en una casa, sin orden judicial alguna?
¿Cómo descubren la identidad de Mr. Smith, a partir de la orina, así tal cual?
Luego otras escenas se podrían haber explotado mucho mejor, tanto la hija matando en la universidad, como cuando su padre vuelve al escenario del crimen, para “corregir” la historia de su hija.
No se visiona nada de cómo lo consigue, lo dejan a la imaginación del espectador.
Salvo que sabes que lleva un hacha el padre, que pilla un vuelo, y lleva barba postiza…
Yo pienso que esto se podría haber mejorado, añadiendo más morbo y tensión.
De hecho, hubiera quedado genial, sin Mr. Brooks, hubiera entregado a Mr. Smith a los prófugos asesinos, y estos se hubieran encargado de matarlo, y así amarrar la historia de la detective.
De hecho, la historia de la hija está muy interesante, y podría haberse visto a su “Marshall” hablando con ella o revelándose a su padre, como síntoma de que “el crimen/maldad se hereda”
Por lo pronto, lo único que sobra, y no sé qué pinta, es el personaje de la policía, que bien se podría eliminar... y no pasaría nada, pero supongo que tener a la Demi Moore, debe arrastrar gente al cine.
Y es que la detective Tracy, que por alguna razón desconocida, es inmortal, y todo poderosa, es capaz de salir 20 metros en un coche en movimiento, y solo tener una pequeña herida en la cabeza, sin renquear o tener cuello ortopédico, pero a sus jefes lo único que les importa, es que arregle su vida personal…
O que se le dispare a unos metros de distancia, y las balas la evadan, como en el enfrentamiento tipo “Matrix”
Otro pequeño “pero”, que le pondría, es el ritmo, a veces demasiado pausado, lo que contribuye a que el metraje resulte quizás un poco pesado, perdiendo fuelle en contadas ocasiones, aunque ya digo que el conjunto sí merece la pena.
Se echan en falta escenas entre la detective y Mr. Brooks.
Hay momentos en los que parecen que estén en 2 películas diferentes...
Y el final, queda un poco a la interpretación del espectador…
“I am a serial killer... stop me!”
¿De dónde viene este auge de las películas que convierten a psicópatas en modelos positivos?
¿Está desconectada la sociedad de EEUU de su sistema político y social, que busca su héroe en esta especie de “Robin Hood” moderno, que descuartiza a los ricos, para dárselos de comer a los pobres?
Al menos en los 80, época en la que la tensa situación política, era bastante similar a la de ahora, cuando Cobra, Rambo, o Harry, se liaban la pistola a la cabeza, e impartían su justicia testosterónica, no mucho más humana que la de cualquier “serial killer”, se trataba de actos emocionales, guiados generalmente por la venganza, el odio, o la necesidad de recuperar a una mascota perdida…
Mientras que hoy en día, asistimos a un desfile de ejecutores, definidos por su intelecto, su capacidad para concebir los planes más inverosímiles, y ejecutarlos de la manera más fría posible, administrando justicia, mientras se preguntan si los sesos de su víctima, se acompañan de vino blanco o tinto.
Se puede leer en diversas fuentes, que entre los políticos y empresarios, a veces también se nombra a los líderes religiosos, se cuenta entre 4 o 5 veces mayor número de psicópatas que en otras profesiones.
El dato parece preocupante, pero si se analiza un poco, no es para tanto.
Si el 1% de la población general, se puede considerar “psicópata”, en estos ámbitos, la cifra llegaría al 4-5%, lo cual sigue siendo una minoría muy reducida.
¡Ja!
Además, mi opinión no es que dedicarse a tales oficios, te vuelva un psicópata, sino que estas personas se sienten atraídas por esta forma de vida, en el amplio sentido de la expresión.
Después de todo, una cosa lleva a la otra, decantándose fuertemente en una de ellas:
Demencia, objetivo, hedonismo, dinero, y poder/control.
¿Habrá cura para la psicopatía?
Bien dice el dicho:
“Quien quiere, puede”

“Finding someone you think would be fun to kill is a bit like, well it's a bit like falling in love.
You meet a lot of candidates, and you like some of them, and they're nice.
But they're not right.
And that special one comes along, and your heart beats faster, and you know that's the one”



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