A Walk Among The Tombstones

“People are afraid of all the wrong things”

Lawrence Block, es un reconocido escritor de novela negra, generalmente acompañada de grandes dosis de humor, internacionalmente conocido por sus 2 sagas de ficción, cuya acción se desarrolla en las calles de New York:
La del investigador privado y ex alcohólico, Matthew Scudder; y la del ladrón de refinados modales, Bernie Rhodenbarr.
Cabe señalar que sus primeros trabajos, publicados bajo pseudónimo, en la década de los 50, fueron principalmente para revistas pornográficas.
Su primer trabajo firmado con su nombre real, fue la historia:
“You Can’t Lose” publicada en 1957.
Desde entonces, ha tenido una prolífica carrera, y ha publicado más de 50 novelas, y más de 100 relatos, así como series de libros de ayuda para escritores.
En especial, Matthew Scudder fue su creación más famosa.
Block, ha construido un universo literario y criminalistico, que lo integran los 17 libros que protagoniza Matthew Scudder, entre los años 1975 y 1992.
Del personaje, decir que trabajó por 15 años como policía en New York, y luego de una muerte accidental, decide llevar casos que van desde lidiar con chantajistas, hasta encontrar los motivos de asesinatos de personas y sus culpables, todo esto con su lucha contra el alcoholismo de fondo.
Este ex policía alcohólico, ejerce de detective privado por las duras calles de New York, aun careciendo de licencia.
Sus conocimientos de los bajos fondos, tras pasarse años patrullando los escenarios menos recomendables de la ciudad, y su disponibilidad para saltarse la ley, ya que no luce placa, lo convierten en el hombre más indicado para toda clase de casos turbios y complejos, que demandan métodos poco ortodoxos.
Le gusta decir eufemísticamente, que la gente le pide favores y, a cambio de hacerlos, él recibe regalos.
Aunque ha perdido muchas cosas en la vida, empezando por una esposa, y 2 hijas con las que vivía en Long Island, a las que renunció, igual que al cuerpo de policía, tras verse involucrado en la muerte de una joven; se enfrenta a realidades muy dolorosas en su línea profesional, y pelea contra su adicción a la bebida.
No obstante, Scudder suele hacer gala de un gran sentido del humor, y mantiene una actitud campechana y optimista.
La constante evolución de Matthew Scudder, se introdujo en los libros, en 1976, en “The Sins Of The Fathers”, como un ex policía alcohólico, que trabaja como investigador privado sin licencia en Hell's Kitchen, o “La Cocina del Infierno”
Publicado originalmente como libros de bolsillo, las primeras novelas son intercambiables; la 2ª y 3ª entrega:
“In The Midst Of Death” (1976) y “Time to Murder and Create” (1977), fueron escritos en el orden inverso.
“Matt es empático, y genera empatía” cuenta Lawrence Block.
“Siente el sufrimiento de la gente, de manera muy física, y tiende a ver las cosas como son en realidad, y no como le gustaría que fueran”, asegura el autor, para explicar el éxito del personaje.
Scudder, da un diezmo de sus ganancias a una iglesia, a la que sea; sale con una prostituta; prefiere aceptar casos de gente que no le gusta, porque así le es más fácil coger el dinero; no tiene licencia, no tiene oficina, vive en un hotel, no tiene coche, no tiene casa.
En “A Walk Among The Tombstones”, tiene como mejor amigo, a un asesino profesional, corrompe policías, utiliza hackers para acceder a los datos que necesita, entrañables hackers estos de 1992, con su módem, y sus cabinas de teléfono; y acepta trabajar para un gran narcotraficante, víctima de un atroz crimen…
Los que le conocen saben que es honesto, o algo similar, pero que no duda en tomarse la justicia por su mano.
Se ha sugerido, que la lucha de Scudder con el alcoholismo, es en parte autobiográfica; mientras que el autor, se ha negado en repetidas ocasiones para discutir el tema, citando a AA desde el anonimato, en una columna que escribió para el resumen del escritor.
Block escribió, que cuando creó Scudder, “lo dejé pasar el rato en el mismo salón donde pasé mucho de mi propio tiempo.
Yo estaba bebiendo bastante, fuertemente en esa época, y yo le hice beber bastante.
Bebí whisky, a veces mezclado con café.
Lo mismo hizo Scudder”
Block, ha residido en la ciudad de New York durante décadas, y la mayoría de sus obras de ficción, tienen como escenario dicha ciudad, por lo que siempre se le ha asociado con la misma.
“A lo largo de los años, he pensado en muchas ocasiones en dejar de escribir sobre Scudder.
Después de que hiciera frente a su alcoholismo en un “8 Millions Ways To Die” (1982), creí que me había enfrentado al principal problema de su existencia, y que había usado todo su potencial como personaje.
Ha habido unos cuantos libros desde entonces, lo que demuestra a las claras, que estaba equivocado.
Pero creo que la serie ya está completa.
Scudder tiene 76 años, 40 más que cuando empecé a escribir sobre él, y su vida ha alcanzado cierto estado de éxtasis, que me empuja a dejarle disfrutar de su retirada.
Sé que hay motivos comerciales, más que de sobra para seguir, pero no escribo libros de los que no vaya a sentirme orgulloso”, concluye este escritor nombrado en 1994, “Gran Maestro” por La Asociación de Escritores de Misterio de EEUU.
“You want your money, or do you want to be looking behind you for the rest of your worthless fucking life?”
A Walk Among The Tombstones es una película suspense, del año 2014, escrita y dirigida por Scott Frank.
Protagonizada por Liam Neeson, Dan Stevens, Marina Squerciati, Sebastian Roché, Boyd Holbrook, Stephanie Andujar, David Harbour, Briana Marin, Toshiko Onizawa, Purva Bedi, Maurice Compte, Patrick McDade, Luciano Acuna Jr., Hans Marrero, Laura Birn, entre otros.
Y está basada en la novela “A Walk Among The Tombstones” (1992) de Lawrence Block.
La acción gira en torno a Matt Scudder (Liam Neeson), antiguo detective del Departamento de Policía de New York, un alcohólico en fase de recuperación, perseguido por los remordimientos, y con muchas cuestiones pendientes; y que ahora trabaja como detective privado, a pesar de que no tiene licencia.
Cuando accede a regañadientes, a ayudar a Kenny Kristo (Dan Stevens) un traficante de heroína, a cazar a los hombres que secuestraron y asesinaron brutalmente a su esposa, descubre que no es la primera vez que esos hombres han cometido este tipo de crímenes…
Entonces, Matt decide recorrer las calles de New York, para detener a los asesinos, antes de que vuelvan a matar.
A Walk Among The Tombstones, no es sólo un “thriller” de crimen y desapariciones; es también una historia de venganza y de revancha, en la que conviven personajes que nada tienen por perder, y otros que, en cambio, pasan por situaciones límites, de riesgo y de exasperación.
Ambos flancos se entremezclan, se interrelacionan, y de esa combinación, se extraen los pasajes más jugosos y tensos.
“I stopped drinking that day.
It just wasn't as fun after that”
El director, Scott Frank, apuesta en este caso, por un historia de corte detectivesco, con un protagonista un poco pasado de vueltas, que está intentando redimirse por un imperdonable error que cometió en el pasado.
Liam Neeson, es una gran elección para dar vida a un héroe venido a menos, pero que no está dispuesto a tirar la toalla entre los demás personajes:
El traficante Kenny Kristo; drogadictos como su hermano, Peter Kristo (Boyd Holbrook), solitarios como James Loogan (Ólafur Darri Ólafsson), y el inexplicable niño perdido, T.J (Brian Bradley)
El simpático personaje de T.J., opera como un contraste cargado de humor, entre el chiquillo aprendiz de detective, y un “modelo” que se niega como tal, que hace que la trama fluya, ominosamente, hasta su logrado final.
Como dato, T.J. es lector de novelas policiales, que trata de comparar a Scudder, con los clásicos Sam Spade y Philippe Marlowe, y la realidad que le ofrece su desgastado “maestro”, no pocas de cuyas intuiciones son contradichas por los hechos.
También, hay entre ambos personajes, una barrera de hosquedad, y una diferencia de edades, que solo el desamparo de T.J., y la soledad de Scudder, irán erosionando.
Los niños, tienen un papel muy importante en A Walk Among The Tombstones.
Marcan a las personas:
La inocencia de los niños, actúa aumentando la sordidez de ese mundo triste.
No es el hombre quien debe a este mundo; es el mundo, quien le debe mucho al ser humano.
Como antagonistas, los secuestradores/asesinos, son ex agentes de La DEA, y unos lunáticos, al más puro estilo de película “snuff”, han acabado ya, con la vida de más mujeres… esposas de traficantes de heroína, aprovechándose de que su condición de proveedores de la droga, no les permitirá acudir a la policía.
Este detalle, es lo mejor de la historia, que no se desarrolla satisfactoriamente.
Y vemos personajes lejos de la honradez, y gente enferma, gente que te hace ver que el mundo es una mierda, porque parece que esos enfermos marginados, tienen que pedir perdón por estar enferma, cuando también hay otros tipos de enfermos, que odian al mundo, y se cobran su odio con los demás, y de eso va la cosa.
A Walk Among The Tombstones remite al realismo físico, y a la estilización narrativa de los “thrillers” de los años 70, en un modelo de cine de acción de la vieja escuela, muy cercano al pragmatismo del “pulp”
Neeson, le da en cierto sentido, la espalda al icono en el que se ha convertido con este individuo melancólico y crepuscular de la era analógica, un alma en pena, con una existencia gris, que trata de evitar los conflictos, y que no lleva pistola.
Y si hay algo que debemos aplaudir plenamente, en A Walk Among The Tombstones, es su poderío visual.
Scott Frank, trabaja junto al cinematógrafo, Mihai Malaimare, para retratar la icónica ciudad, con un estilo visual de colores de poca saturación, sucios, y oscuros.
New York, se convierte en un personaje más, adherido a la psicología de un protagonista frustrado, en medio de una situación retorcida.
Desde el comienzo, hasta el último minuto de metraje, el espectador se sumergirá en un festín de planos, que trabajan con la simetría de encuadres, para retratar una atmósfera que encierra la soledad, el terror, y la paranoia.
Y unos claroscuros que ofrecen esa sensación de intriga, para con los personajes y lugares.
Aunque al final, una que otra toma haga ver el cartón piedra de la ciudad, en un claro homenaje al “film noir” del Hollywood clásico.
Como dato, aquí no hay una misteriosa y hermosa mujer, que lo acerque al caso de turno, sino un narcotraficante deseoso de venganza, cuya esposa fue secuestrada y asesinada, pero que no puede recurrir a la policía por su cuestionable forma de vida.
Así se dan los lineamientos para un “film noir”, de aquellos que se hacían tanto, entre los años 30 y 50, pero que en la actualidad, son cada vez menos frecuentes.
En suma, algo más cercano a lo que cabría esperar de un “thriller” ambientado en un mundo real, y protagonizado por un irlandés de 62 años, algo más cercano a un personaje golpeado por la vida, que sabe que no son los años los que pesan, sino la conciencia.
Así pues, nos encontramos ante una historia de venganza, en donde el protagonista, un policía en retiro, y ahora agente privado, es contratado por un traficante de drogas, para encontrar a aquellos que secuestraron a su esposa, aceptaron la recompensa, y aun así, la mutilaron.
¿Quién lo hizo, y por qué?
Normalmente las cuestiones anteriores, son factores con los que directores y escritores se permiten explorar, posibilidades para ofrecer una trama ágil e interesante.
Quienes tienen la pericia e ingenio para trabajar las cuestiones, y adherirlas a la construcción de sus tramas y personajes, logran, en ocasiones, proyectar historias verdaderamente excelsas.
Pero Frank, lastimosamente, no solventa este problema, y toma el camino fácil; y deja caer mucho peso en T.J., que resulta una especie de compañero detectivesco de Neeson, y el encuentro final, se siente débil en acción, drama, y suspenso.
No obstante, sería injusto no destacar, que el libreto de Frank presenta ciertas debilidades, pero estas son el resultado de una decisión inteligente:
Son las interacciones con el resto de personajes, los que ayudan a dar forma a un protagonista que capta nuestra atención, sin mayores dificultades, pero no sucede lo mismo con los secundarios, donde hay claros altibajos de interés, quizás, resultado de la parte de la trama con las que le toca lidiar.
De hecho, es una lástima que no se ahonde un poco más en la desquiciada mente de los criminales… o en el momento en que secuestran a la niña, da un patinazo terrible con respecto a los criminales…
Al principio, se nos muestran como psicópatas, que matan sin compasión, y por el puro placer de hacerlo, pero a partir del secuestro de la niña, estos cambian por completo, y de ser un par de psicópatas, pasan a ser unos simples secuestradores ambiciosos, que se dejan manipular fácilmente por el protagonista.
Lo mejor sería Liam Neeson aunque siga auto interpretándose, lo peor, el hecho de que te cambien los motivos de los criminales sin ninguna razón.
Se entienden las justificaciones de Neeson, para querer encarnar al personaje de Scudder.
No solo se corresponde con él en edad, sino que desde hace unos años, concretamente desde el accidente en que perdió la vida su esposa, la actriz Natasha Richardson, el actor muestra una marcada proclividad, a interpretar personajes escépticos, y marcados por un desgaste vital, en este caso, es atribuible al pasado alcohólico de Scudder, que carga 3 muertes que liquidaron su carrera.
Y por su parte, Boyd Holbrook está muy bien en su inestable rol, y en especial, la pareja de psicópatas que encarnan David Harbour y Adam David Thompson, que hacen del desenlace en la casa macabra, lo mejor de la acción del filme.
Una pena ver una mala actuación de Dan Stevens, esperaba de él, más protagonismo.
“It means that sometimes I do favors for people and sometimes in return, they give me gifts”
Resulta impresionante ver cómo, en la industria del cine, y principalmente en Hollywood, hay fórmulas que nunca se agotarán.
Cintas de estas mismas características, son estrenadas, al menos, 2 o 3 por semana en los EEUU.
Y más impresionante, es darnos cuenta, que siempre habrá un público cautivo, dispuesto a disfrutar de este tipo de películas, pasa con los comics por ejemplo...
Y ni hablar de la ciudad…
New York, “capital del mundo”, lugar de referencia para el inconsciente colectivo, escenario de libros, películas, y viajes inolvidables, de tantos y tantos mortales, no ha sido siempre ese maravilloso, aunque algo predecible, parque temático del turismo que es hoy…
Hubo un tiempo, en que eran asesinadas 8 personas al día; el crack hacía estragos, las calles aledañas a Times Square, eran para tipos duros de verdad, y Harlem, no era el tranquilo escenario de clubes y galerías, en el que algunas de sus calles se han convertido hoy.
En aquella dura época de los 70, los 80, y parte de los 90, se centran las novelas de Matthew Scudder, el personaje creado y desarrollado a través de los libros por Lawrence Block.
¿Cuál es el motivo, de que destaque el año de publicación del libro “A Walk Among The Tombstones” (1992) y la película en 1999?
La tecnología, ha cambiado muchos aspectos de nuestra vida, en ese lapso de tiempo, y en la actualidad, es impensable que alguien lleve un buscapersonas, para saber que alguien quiere localizarle, enviándole el número de teléfono al que tiene que llamar.
Esa época ya pasó.
Han ocurrido muchas cosas desde entonces, y la misma New York, el escenario de la novela, también ha sufrido bastantes cambios, algunos muy traumáticos.
Incluso las drogas que aparecen, han tenido que ceder espacio a otras nuevas, que se han incorporado a ese abanico de posibilidades de destrozar la propia vida.
Si dejamos esos aspectos de lado, y nos centramos en la historia que nos cuenta Lawrence Block, veremos que no cambian la sordidez y la maldad que pueden anidar en el alma humana, y que aquí son mostradas con el desapego necesario, para que no se nos revuelva el cuerpo, y también el alma y la mente.
Aun así, el impacto es duro, y cuesta asimilarlo.
Es esa naturalidad, con la que se comporta su protagonista, ese Matt Scudder de vuelta de muchas cosas, incluso de sí mismo, la que permite seguirle en una aventura trágica, y de la que nadie que participe en ella, saldrá inmune.
Todos, dejarán parte de su humanidad en el camino, para no recuperarla nunca más.

“I think I'll just fade into the shadows”



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