金陵十三钗 (The Flowers Of War)

“Sometimes the truth is the last thing we need to hear”

La Masacre de Nankín o Nanking, en chino “南京大屠殺” o en japonés “南京大虐殺”, conocida también como “La Violación de Nankín”, hace mención a los crímenes cometidos por El Ejército Imperial Japonés, en y alrededor de Nankín, China, tras la caída de la capital, frente a las tropas japonesas, el 13 de diciembre de 1937.
El Ejército Japonés se trasladó hacia el norte, tras capturar Shanghái, en octubre de 1937, y capturaron Nankín, en La Batalla del 13 de diciembre de 1937.
Los Comandantes del Ejército Nacionalista chino, habían huido de la ciudad, antes de la entrada del Ejército Nipón, dejando atrás, a miles de soldados chinos, atrapados en la ciudad amurallada.
Muchos de ellos, se quitaron sus uniformes, y escaparon a la llamada “Zona de Seguridad”, preparada por los residentes extranjeros de Nankín.
Lo que ocurrió después de la entrada del Ejército Japonés en la ciudad de Nankín, es y ha sido la base de la acalorada discusión histórica, y tensión política, particularmente entre China y Japón en años recientes.
Durante la ocupación de Nankín, El Ejército Japonés cometió numerosas atrocidades, como la violación, el saqueo, el incendio, y la ejecución de prisioneros de guerra y civiles.
Aunque las ejecuciones comenzaron con el pretexto de eliminar los soldados chinos, disfrazados de civiles; se afirma que un gran número de hombres inocentes, fueron intencionalmente identificados como “combatientes enemigos” y ejecutados.
Un gran número de mujeres y niños, también fueron asesinados, al ir extendiéndose las violaciones y los asesinatos.
En el camino de Shanghái a Nankín, los soldados japoneses cometieron un gran número de atrocidades, por lo que La Masacre de Nankín, no fue un incidente aislado.
El evento más famoso, fue el “concurso para matar a 100 personas utilizando una espada”
Allí, en ese escenario, encontramos a Wilhelmina “Minnie” Vautrin, una misionera estadounidense, de activa participación al salvar vidas en la masacre.
Ella fue una maestra, y pedagoga en LeRoy, Illinois; y en 1912, se estableció en China, donde fundó la escuela de señoritas en Luchowfu.
Posteriormente, construyó el Ginling College en Nankín.
Cuando los japoneses sitiaron Nankín, ella fue una de las que luchó denodadamente por establecer una zona libre de refugiados, dentro de la ciudad, junto con el alemán John Rabe.
El colegió sirvió de refugio y guarida, a miles de personas.
Por su parte, el empresario alemán de Siemens, John Heinrich Detlev Rabe, presumiblemente por su condición de Nazi, y gracias al Pacto Antikomintern, firmado entre El Imperio de Japón y Alemania; prefirió permanecer en la ciudad, y formó El Comité Internacional para La Zona de Seguridad de Nankín.
Rabe, fue elegido como su líder; y durante La Masacre de Nankín, entre 1937 y 1938, Rabe garantizó la existencia de un área diplomática, de 2x2 km, que ofreció refugio a la población china, frente los soldados japoneses; y con ello consiguió salvar las vidas de 200.000 chinos.
Gracias a sus méritos humanitarios en ese suceso, enmarcado en el frente asiático de La Segunda Guerra Mundial, Rabe es también conocido como el “Oskar Schindler de Nankín”, “El Segundo Schindler”, según fuentes estadounidenses; y por los chinos lo han llamado “el Buddha alemán”, o “el buen alemán de Nankín”
Su coraje, su esfuerzo incansable, así como su generosidad, le aportaron el respeto de la población china.
El 13 de diciembre de 1937, Rabe escribió en su diario:
“No fue hasta recorrer la ciudad, que nos enteramos de la magnitud de la destrucción.
Nos encontramos con cadáveres cada 100 a 200 yardas.
Los cuerpos de los civiles que he examinado, tenían agujeros de bala en la espalda.
Estas personas, habían sido presuntamente fusiladas por la espalda, mientras estaba huyendo.
Los japoneses marchan por la ciudad en grupos de 10 a 20 soldados, y saquean las tiendas... lo he visto con mis propios ojos, ya que saquearon la cafetería de nuestro panadero alemán Kiessling”
Hiroki Kawano, ex fotógrafo militar relató:
“Vi toda clase de escenas espantosas... cuerpos decapitados de niños tendidos en el suelo.
Ellos hacían que los prisioneros caven un hoyo, y que se arrodillen en el borde, antes de ser decapitados.
Algunos soldados japoneses, eran muy hábiles en su trabajo, y tenían el cuidado de cercenar la cabeza completamente, pero dejando una pequeña tira de piel entre la cabeza y el cuerpo, de modo que al desplomarse, la cabeza arrastraba el cuerpo hacía el hoyo”
El autor de “Three Months of Nanking's Ordeal”, Jiang Gong-gu dijo:
“A partir del 13 de diciembre, la gente fue atravesada con bayonetas, dividida con espadas, o quemada.
Nada sin embargo era más despiadado, que enterrarlas vivas.
Esos miserables aullidos, esos desesperados alaridos esparcidos en el aire que vibraba.
Todavía podíamos oírlos a 7 millas de distancia”
El autor de “Japan's Imperial Conspiracy” David Bergamini relató:
“Las víctimas enterradas vivas, tipo de enterramiento solo con la cabeza afuera, morían mucho antes que comenzaran los efectos de la inanición y el agusanamiento, sin embargo, algunos eran usados como blancos “tipo jabalina” con las bayonetas, otros eran pisoteados por caballos, algunos eran regados con agua hirviendo, y otros eran aplastados con las orugas de los tanques”
Kozo Tadokoro, confesó en el libro “First-hand Experience of The Nanking Massacre”:
“En esa época, la compañía a la que yo pertenecía, estaba acuartelada en Xiaguan.
Nosotros usábamos alambre de espino para atar a los chinos capturados dentro de fardos de 10, y tenerlos unidos en el camino.
Luego, les echábamos gasolina, y los quemábamos vivos.
Me sentía como si estuviera matando cerdos”
Las mujeres eran asesinadas, a menudo, inmediatamente después de ser violadas por medio de la mutilación, se cortaban los senos, o apuñalándolas, ya sea con la misma bayoneta, o con palos largos de bambú, u otros objetos afilados que eran introducidos en la vagina de las víctimas, para que terminaran desangrándose.
En el caso de mujeres embarazadas, después de la violación, a menudo se bayoneteaban en el vientre, se hacían cortes abiertos, y rasgaban el útero para extraer el feto.
Hay testigos que recuerdan soldados japoneses, tirando bebés al aire para capturarlos con sus bayonetas.
También hay relatos de las tropas japonesas, obligando a las familias a cometer actos de incesto:
Hijos forzados a violar a sus madres, padres obligados a violar a sus hijas.
A su vez, los monjes que se habían consagrado a una vida de celibato, también se vieron obligados a cometer violaciones, y mantener relaciones sexuales entre ellos, para diversión del ejército japonés.
De acuerdo con un testimonio hecho por el misionero Ralph L. Phillips:
“Estaba obligado a observar, mientras los japoneses destripaban a un soldado chino, asando su corazón y el hígado, para luego comérselo”
Rabe dijo:
“Probablemente no hay crimen que no se haya cometido en esta ciudad, el día de hoy.
Había niñas menores de 8 años, y ancianas mayores de 70, que fueron violadas en la forma más brutal posible, golpeándolas bestialmente”
La inútil persecución de indefensos ciudadanos chinos, incluyó el asesinato en masa de prisioneros, competencias por quién mataba más rápido determinada cantidad de cautivos, quema de prisioneros vivos, arrojar cabezas decapitadas a grupos de presos, y en la ciudad, para aterrorizar a los habitantes etc.
Una tercera parte de la ciudad, fue destruida como resultado de los incendios provocados.
Según los informes, las tropas japonesas, quemaron los recién construidos edificios de gobierno, así como las casas de muchos civiles.
Hubo una considerable destrucción de áreas fuera de las murallas de la ciudad.
Los soldados saquearon a los pobres y los ricos por igual.
La falta de resistencia de las tropas y civiles chinos en Nankín, significaba que los soldados japoneses, tenían libertad para dividir los objetos de valor de la ciudad a su antojo.
Esto dio lugar al saqueo generalizado, y al robo.
Después de abandonar Nankín, en febrero de 1938, por órdenes de la Siemens China Co., John Rabe llamó la atención a los crímenes de guerra japoneses, a través de ponencias en Berlín.
Cuando escribió una carta a Adolf Hitler, pidiéndole influir sobre los japoneses, para que cesaran las atrocidades, fue detenido brevemente por La Gestapo.
Así, sus fotografías y tomas de la masacre, fueron destruidas...
Sus diarios en tiempo de guerra, fueron publicados en inglés como:
“The Good German of Nanking”, título de Reino Unido; o “The Good Man of Nanking”, título de Estados Unidos; y título original en alemán:
“Der Gute Deutsche von Nanking”
Por su parte, Minnie contó en su diario, los horrores vividos, sobre todo en la colección:
“Terror in Minnie Vautrin's Nanjing: Diaries and Correspondence, 1937-38” publicado en 2008.
En diciembre de 1996, fue publicado el extenso diario de John Rabe sobre La Masacre de Nankín, que es considerado como una fuente documental importante; siendo publicado en muchos países del mundo.
¿Hay salvación en la guerra?
¿De qué son capaces las personas?
“In the middle of a war, occasional unfortunate behavior is inevitable”
金陵十三钗 (The Flowers Of War) es una película bélica, dirigida por Zhang Yimou, en el año 2011.
Protagonizada por Christian Bale, Ni Ni, Xinyi Zhang, Shigeo Kobayashi, Atsurô Watabe, Dawei Tong, Tianyuan Huang, Paul Schneider, Bai Xue, Takashi Yamanaka, Shawn Dou, Kefan Cao, Hai-Bo Huang, Junichi Kajioka, entre otros.
El guión es de Liu Heng, basado en la novela “The 13 Women of Nanjing” de Geling Yan, que a su vez se inspiraba en el diario “Terror in Minnie Vautrin's Nanjing: Diaries and Correspondence, 1937-38” (2008) de Wilhelmina “Minnie” Vautrin, y en historias de sacrificio entre las prostitutas de Nankín, un suceso real, que todavía hoy conmociona a China.
Hallar poesía en una de las matanzas más horrorosas que ha vivido ese país, como fue “La Violación de Nankín”; y de paso demostrar que la industria cinematográfica de su país, puede traspasar las fronteras, y seducir a Occidente, fue lo que se propuso el director Zhang Yimou, cuando decidió hacer su primera película bélica.
Zhang, toma la decisión de renombrar a la película como “金陵十三钗 (The Flowers Of War)” con el fin de enfatizar los aspectos femeninos de la historia, en efecto, en opinión del director, “la historia difiere de otras producciones de origen chino, que tratan sobre esta materia, siendo contada desde una perspectiva de mujer”, y vuelve a centrarse en su fascinación por las mujeres hermosas, fuertes, y decididas; en el contexto de la más aberrante depravación, la idea del sacrificio en aras de un bien mayor, vence al egoísta, pero muy humano, instinto de supervivencia.
Con un presupuesto de $100 millones, 金陵十三钗 (The Flowers Of War) es la película más cara que se ha rodado en China, y la primera que tiene un actor de Hollywood en el papel protagónico.
Fue Steven Spielberg, quien recomendó a Christian Bale, para encarnar la historia real de un sepulturero que, en plena Masacre de Nankín, da refugio a prostitutas y estudiantes en una iglesia.
“Le pedí a Spielberg, a 300 kilómetros de Shanghá, quien es un amigo, que leyera el guión, y me recomendara los actores”, dijo Zhang.
“Con金陵十三钗 (The Flowers Of War) quise mandar un mensaje de verdad, de bondad y belleza, pero contando una historia de salvajismo”, dijo el director.
Sin embargo, el estreno en Beijing, no estuvo libre de controversia:
Bale intentó visitar a un disidente chino, y ciego, Chen Guangcheng, en la localidad de Linyi, y la policía se lo impidió…
Llamada previamente “Nanjing Heroes” y “13 Flowers of Nanjing”, 金陵十三钗 (The Flowers Of War) estuvo nominada en la categoría mejor película en lengua extranjera de Los Premios Oscar; pues el 60% de los diálogos están hablados en mandarín, en dialecto Nanjing y chino estándar, y el 40% en inglés.
金陵十三钗 (The Flowers Of War) es una película capaz de transmitir 2 caras:
El poder que tenemos como humanos, de hacer cosas realmente grandiosas, heroicas, o también desastrosas, todo depende de nuestra elección.
Es una lección histórica, que debería quedar impresa en nuestra memoria, para que no se vuelvan a repetir, pues muestra la barbarie de la guerra, de una manera ejemplar.
Entre el humo y los cuerpos calcinados.
Entre los escombros y los cadáveres sepultados.
Entre el incesante retumbar de los disparos, y el atroz impacto de los morteros.
Entre los gritos de desesperación, y los gemidos de angustia.
Entre el llanto de los que lo han perdido todo, y las palabras del que todo lo arrebata.
Entre los masacrados y los vencidos.
Entre el dolor y la muerte, puede brotar la flor de la esperanza…
En 1937, durante La Segunda Guerra Chino-Japonesa, John Miller (Christian Bale), es un maquillador de cadáveres, que se ve atrapado en Nankín, a 300 kilómetros de Shanghái, y llega a una iglesia católica para preparar al párroco antes de su entierro; pero las terribles acciones del ejército invasor japonés, lo convierten a su pesar, en protector de las alumnas de un convento, y de las prostitutas de un burdel cercano… así que él tendrá entonces, la oportunidad de saber qué significa el sacrificio, y el sentido del honor.
Lo que siguió, fue un verdadero holocausto:
Las tropas del Ejército Imperial de Japón, aniquilaron a 300 mil civiles, entre 1937 y 1945, y violaron a 20 mil mujeres.
金陵十三钗 (The Flowers Of War) es un film muy a tener en cuenta por varios aspectos:
Primeramente por la actuación, pero sobre todo por la historia que nos cuenta, donde encontramos uno de esos relatos verídicos, que nos muestran la crueldad y la frialdad de la guerra en todas sus vertientes, y la malicia de algunas de las personas que se enfrascan en la lucha.
En una guerra, solo hay perdedores, y los que no luchan, son afectados… por desgracia, a veces pierden más que aquellos que luchan, y en ésta guerra comprobamos ciertamente, cómo el ser un simple prisionero, es cuestión de tiempo para que te maten, aunque no hayas luchado.
Y se muestra eso a la perfección, pero quizás lo más notable es la persistencia de un hombre, que aun sin necesidad de ello, es capaz de cambiar, con tal de salvar vidas humanas.
Un tratado sobre la dignidad, y la dignificación de la profesión más antigua del mundo, es uno de los puntos más interesantes.
Y desde lo técnico:
Recomendable por la gran labor de dirección, planos y movimientos de cámara, fotografía, interpretaciones, efectos, y música, que hacen que sus casi 2 horas y media de duración, pasen en un santiamén, y no defrauden a nadie en su visionado.
“經過二十幾天的連續轟炸南京終於落到了日本人
這是月13日1937年
我記得每個人在奔跑的那一天,但沒有人能逃脫大霧”
(Después de veinte días de bombardeo continuo, Nanking finalmente cayó ante los japoneses.
Era 13 de diciembre, 1937.
Me acuerdo todo el mundo corría ese día, pero nadie podía escapar de esa pesada niebla)
Con 金陵十三钗 (The Flowers Of War), Zhang Yimou se ha involucrado en un proyecto, que es un soplo de aire fresco a la encasillada visión del cine chino en occidente.
Se ha visto obligado a adaptar su particular estilo, a una película mucho más oscura y sombría de lo que este tipo de cine suele aportar, y lo ha hecho de manera magistral, al plasmar al celuloide, uno de los episodios más tristes de la historia china más reciente.
金陵十三钗 (The Flowers Of War), es un ejercicio formal soberbio, donde la belleza emerge entre la mugre de una ciudad devastada por la irracionalidad humana.
La Masacre de Nankín, es el contexto; y Zhang Yimou dirige un drama de nacionalidad chino sobre el acontecimiento, motivo de debate entre chinos y japoneses, sobre la brutalidad y violencia que cada bando le achaca al otro, poniéndose a sí mismos como víctima, y al enemigo, como el asesino despiadado.
Por tanto, ya sabemos cómo se nos mostrará cada bando…
Yimou cuida la forma, como vehículo para la expresión de las emociones más humanas, empleando el contexto histórico como telón de fondo de una tragedia que habla por sí sola.
Entre la inocencia infantil, y la experiencia callejera, las virtudes del ser humano se pasean por la pantalla, con movimientos majestuosos; y lo que se quiere retratar, es la situación dantesca que produce la entrada en una ciudad de enemigos armados, que pueden violar y matar sin rendir cuentas a nadie.
Y lo hace a la perfección, el enorme desasosiego que te produce ver a uno de los protagonistas, cuando deambula por esas calles, sólo es comparable al de una película de terror; y el director nos hace sentir el mismo miedo de cualquier civil ante una ocupación militar.
Cualquier historia ambientada en un marco tan crudo, está irremediablemente marcada por el dramatismo, ya lo sea de carácter más o menos sensiblero, ya sea más o menos elegante a la hora de propinar los golpes.
En este caso que nos ocupa, personificado en 2 grupos distintos de mujeres:
Un grupo de jóvenes alumnas de un convento, y otro de curtidas prostitutas de un burdel cercano, que muy a su pesar, deben convivir a la vera del “extranjero” al que da vida un correcto Christian Bale, un arribista que disfrazado de cura, encontrará el camino hacia su redención, toda vez que las vidas de las muchachas terminen en sus manos.
Y así es de claro el trazo argumental, y aún más las claras intenciones narrativas, un relato de fuerte contenido dramático, que durante sus 2 horas largas de metraje, no deja de golpearnos regularmente pero con buen gusto, a través de escenas con las que poner a prueba nuestras emociones, un ahínco sobradamente convincente y efectivo, aún a pesar de un exceso innecesario de virtuosismo esteticista en algunos instantes, como la omnipresente presencia de esa vidriera de la iglesia, que puede llegar a despistar.
Cada personaje, arrastra su propio drama:
Soldado, niño, niña, prostituta, funerario, padre, moribundo… interiorizando sus sentimientos, y exteriorizándolos en palabras, gestos, y expresiones corporales, que un objetivo en el lugar y plano apropiado capta sin florituras, y con eficacia.
金陵十三钗 (The Flowers Of War) retoma constantemente, las cuestiones del honor y la valentía, y las imprime sobre sus personajes más destacados:
El Mayor Li (Tong Dawei), como primer protector y sacrificado por el grupo de niñas.
John, inicialmente egoísta, mercenario, y alcohólico, es el personaje que sufre la mayor transformación dentro del relato, personificada mediante el disfraz de cura, poniendo su apariencia occidental, al servicio de lo moralmente correcto.
Yu Mo (Ni Ni), la líder de las prostitutas, de quienes siempre se la muestra diferente, esencial a la hora de definir el futuro de las niñas.
Shu (Zhang Xinyi), líder de las niñas del convento, quien demuestra su honor y valentía en escenas claves.
También está el enorme George Chen (Huang Tianyuan), y el padre de Shu, por el bando de los “buenos”, y por supuesto, el honor se trata por ausencia en el bando japonés, no sólo con los soldados que buscan violar a las niñas, sino en la mentira y engaño de quienes aparentan ser más respetuosos, como El Coronel Hasegawa (Atsurô Watabe)
En este caso, se cuenta con un referente del cine occidental actual, Christian Bale, para darle más notoriedad a lo que sería una película mediana, si todo el elenco de actores fuese tan conocido por aquí, como el resto del reparto.
El atractivo sin duda, es encontrarse con Christian Bale, como el principal protagonista; pues él encarna al estadounidense que por razones en contra de sí, acaba convirtiéndose en “sacerdote” para intentar salvar a las niñas.
Su papel es muy trabajado, como todo lo que hace, ya que se encuentra en un país que no es el suyo, donde no entiende el idioma, y donde tiene que lidiar con 2 naciones a su vez.
Aunque tiene razones para huir del lugar sin que lo maten, acaba implicándose por las pequeñas, y hará lo imposible por salvarlas de aquellos violentos y asesinos hombres.
Su transformación, acompaña la del público, que en principio puede sentirse lejano al drama que atraviesan estas jovencitas y prostitutas chinas, pero que a medida que las conocemos, surge irremediablemente una empatía humana, y el deseo de querer ayudarlas.
A pesar que el resto de los actores no cuenta con mucha experiencia, el rol principal femenino, de la cortesana Yu Mo, interpretado de forma excelente por la actriz Ni Ni, a pesar de ser muy joven, y tratarse de su primer papel cinematográfico, que sin duda acaba confraternizando con él, realizan una excepcional interpretación, totalmente creíble, y a la vez dura.
Otro personaje muy importante, y muy bien interpretado es del niño, al cual el sacerdote fallecido le traspasa la responsabilidad de cuidar a las niñas.
Con toda franqueza, nos pone de cara al drama, cuando en el medio de un ataque exclama:
“¡Basta!
Somos tan solo niños”
De una u otra manera, todos son héroes por accidente, y también “flores” en una guerra salvaje, situación que saca a relucir lo mejor y lo peor de cada cual.
Por supuesto, hay detalles de los que se puede disfrutar, gracias al gran dominio de técnico de los encuadres, y la fotografía del que Zhang Yimou hace gala.
Las escenas de guerra, están teñidas de color gris y blanco, y esta atmósfera monocromática, no es nada habitual en la cinematografía de Zhang Yimou.
Pero esto cambia, cuando interviene un bello y colorido vitral de la iglesia, excusa perfecta para las escenas llenas de color, características del director chino.
El vestuario de las cortesanas, también abunda en colores.
Por momentos es ridículo, que esas mujeres puedan portar vestidos tan bellos y coloridos, en el medio de una guerra, pero el contraste es tan grande, y los detalles tan cuidados, que lo olvidamos, disfrutando simplemente del placer estético.
Y hay una amenaza sutil que se cierne en todo momento sobre el grupo, pero no acaba de ser creíble en todo momento…
Se levanta la tragedia romántica a partir de la ley del contraste, para obtener escenas de guerra de enorme crudeza y salvajismo, pero también momentos de intensa y sincera emoción.
En ella hay amor y emoción, pero también violencia y brutalidad, en un escenario de guerra, y no falta la inocencia y espiritualidad, frente a la debilidad y carnalidad, en un entorno de familias heridas.
Los momentos en los que una de las alumnas mira por el agujero del rosetón de la iglesia, en la que está refugiada...
O también, el momento en el que 2 de las prostitutas vuelven al burdel, y son descubiertas por el ejército japonés...
O la mirada del padre de una de las niñas hacia el final…
Y por supuesto, nos muestra la crueldad de la guerra.
Los episodios como la huida y caza de las 2 prostitutas, resulta espeluznante, y otros como el de la gesta heroica de las muchachas, es conmovedor y entrañable, por no citar la actitud del enorme joven guardián de la catedral, contra los ojos llorosos de Bale, lo hace impagable.
También, John Miller mostrará lo que hay debajo de ese borracho sin escrúpulos, y sabrá mentir como Dios manda, y sacrificarse como la situación exige.
Y en la que un coro de chicas ingenuas recibió una lección para la vida, a cargo de un grupo de prostitutas que recuperó un corazón, capaz del amor y del sacrificio, lo eleva muchísimo.
Otra excusa para brindar color, es que uno de los refugios de los soldados chinos, se encuentra en un depósito de papel...
La bomba que hace estallar millones de papelitos de colores, nos regala una escena inolvidable.
Pero también nos muestra momentos incongruentes en la personalidad del maquillador de cadáveres que interpreta Christian Bale; como que de un pronto a otro, las niñas comprendan el inglés, otras que lo hablan, y que el mismo Bale, entienda el chino, en momentos puntuales…
Y para mí, la escena más emocionante y brutal de la obra, es cuando el pequeño monje, al que el antiguo Padre de la catedral le encomienda cuidar de las niñas, ofrece su vida para cubrir el hueco que falta, porque siente que no ha hecho lo suficiente para protegerlas, y ve la oportunidad de redimirse con ello...
¡Esto es cine, señores!
Y Bale le pide que salte, y se asegura de que es consciente de lo que le pasará, que los soldados borrachos, sintiéndose engañados cuando pretendan violarle, pero el chico dice que aguantará hasta al final para darles más tiempo en la huida...
¡Silencio sepulcral!
En ese momento, se me saltaron las lágrimas a borbotones…
Y en cuanto a la moraleja, “las flores del prostíbulo” sacrificándose para salvar su niñez representada en otras niñas, como las que antes fueron ellas, que decir, sublime.
Al comienzo, parece que las niñas son el ejemplo para las prostitutas, al final te das cuenta, de que los únicos que merecen servir de ejemplo a los demás, son “las chicas de la calle” y el monaguillo que suben a ese camión…
Ellas y él, son los que dan su vida para salvar a un falso cura, y a unas niñas que huyen a la desesperada.
Qué maravilla de gesto, y de moraleja.
Las Flores del título, claramente, son las mujeres que reciben un claro homenaje.
Las niñas y las adultas, son bellas, delicadas, valiosas, y también fuertes y valientes para soportar las aberraciones de la guerra, pero hay que concretar que son “12+1”
Insisto, el papel del niño es brutal.
El final, es por dicha abierto, y nos deja con la duda de si las jovencitas conocerán un futuro alentador; y sobre lo que ocurrió a las prostitutas y al niño, pero ante lo todo lo visto, ya nos lo imaginamos…
¡Terrible!
Pero pese a que hay una historia de amor, y varias historias de amistad y de esperanza, 金陵十三钗 (The Flowers Of War) nos deja un sabor muy amargo de injusticia e impotencia; de mucho odio porque los eventos similares siguen sucediendo en otras latitudes.
La banda sonora es otro de los aspectos a destacar; compuesta por Qigang Chen, y acompañado en el violín, por Joshua Bell.
A su vez, hay coros de geishas, niños de orfanato, y por supuesto, de coral mayor, para darle un toque a los momentos de terror.
Estamos ante un gran “score”, muy completo, y por supuesto, muy recomendable.
El violín es sin duda el principal protagonista, y así lo demuestra en el primer “track”, que da pie a la obertura de ésta magistral banda sonora.
“停止計數”
(Deje de contar)
Después de la guerra, la petición de John Rabe de “desnazificación” fue inicialmente rechazada por Gran Bretaña.
Sólo por apelación, él fue “denazificado” a causa de su trabajo humanitario en Nankín; pero empobrecido y olvidado, Rabe falleció en 1950 de una apoplejía en Berlín, a los 67 años.
Y en 1997, su lápida fue transportada por los chinos, a un lugar conmemorativo de Nankín.
Durante una visita del entonces Presidente de Alemania, Johannes Rau a China, el monumento de John Rabe, fue honrado de forma oficial por parte de Alemania.
El 13 de agosto de 2005, un busto de John Rabe fue descubierto como monumento, en el John Rabe Communication Centre, en Heidelberg.
La antigua residencia de John Rabe en Nankín, fue restaurada conforme a un acuerdo de 2005, entre la Universidad de Nankín, y El Consulado General de Alemania en Shanghái.
El lado alemán, puso 2,25 millones de Yuan a disposición para la renovación de la residencia, para la construcción de un pabellón conmemorativo, llamado “John Rabe and International Safety Zone Memorial Hall”, así como El Centro de Investigación John Rabe de La Paz.
Por su parte, en 1940, Wilhelmina “Minnie” Vautrin, regresó a Estados Unidos, donde traumada por los acontecimientos, se suicidó con gas en su apartamento en Indianapolis, tenía 55 años; y fue condecorada póstumamente por el gobierno chino, con El Emblema of The Blue Jade.
Los crímenes de guerra cometidos durante el episodio de La Masacre de Nankín, incluyen el pillaje, la violación, y la matanza de civiles, y prisioneros de guerra.
El alcance de las atrocidades, es debatido entre China y Japón, que van desde la afirmación del gobierno chino, de una cifra de muertos no combatientes, superior a 300.000, hasta la afirmación del Ejército Japonés, en El Tribunal Militar Internacional de Extremo Oriente, conocida como El Tribunal de Guerra de Tokio, después de La Segunda Guerra Mundial, de que las cifras de muertos eran todas de militares, y que no hubo masacres organizadas, o atrocidades cometidas contra los civiles.
El Tribunal de Guerra de Tokio, juzgó un caso, en que el número total de muertes fue de 250.000.
En la sentencia de muerte emitida contra El Comandante del Ejército Japonés en Nankín, El General Iwane Matsui, la cifra fue establecida en 100.000.
Poco después de la rendición de Japón, los principales oficiales a cargo de las tropas japonesas en Nankín, fueron llevados a juicio.
El General Matsui, fue acusado ante El Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente, por ignorar “deliberada y temerariamente” su deber legal de “adoptar medidas adecuadas para velar por el cumplimiento, y prevenir las violaciones” dadas en La Convención de La Haya.
Tani Hisao, El Teniente General de La Sexta División del Ejército Japonés en Nankín, fue juzgado por El Tribunal de Crímenes de Guerra de Nankín.
Otros líderes japoneses militares, a cargo en el momento de La Masacre de Nankín no fueron juzgados.
El Príncipe Kan'in, Jefe del Estado Mayor del Ejército Imperial Japonés durante la masacre, había muerto antes del fin de la guerra, en mayo de 1945.
Al príncipe Asaka, se le concedió inmunidad, por su condición de miembro de La Familia Imperial.
Isamu Cho, el ayudante del Príncipe Asaka, y al que algunos historiadores creen que emitió la orden de “matar a todos los cautivos”, se había suicidado durante la defensa de Okinawa.
En China, La Masacre de Nankín es un punto principal del nacionalismo chino.
En Japón, la opinión del público está dividida al respecto, especialmente entre los conservadores, para los que La Masacre de Nankín, ha sido exagerada como un arma diplomática dirigida contra Japón.
Tales opiniones son consideradas “revisionismo histórico” entre los chinos, y como tal, continúan generando rabia y resentimiento.
Prueba de ello quedan los diarios de algunos extranjeros, como John Rabe y la estadounidense Minnie Vautrin, que optaron por quedarse, con el fin de proteger a los civiles chinos de tales daños.
Otros relatos incluyen los testimonios en primera persona de los sobrevivientes de La Masacre de Nankín, informes de testigos oculares, como los periodistas occidentales y japoneses; así como los diarios de campo del personal militar.
El misionero estadounidense, John Magee, ofreció una cinta de cine de 16mm, y fotografías de primera mano de La Masacre de Nankín.
En recuerdo, se creó El Memorial Hall de La Masacre de Nankín, es un museo construido por El Gobierno Municipal de Nankín, para recordar a las 300.000 víctimas de La Masacre, los supervivientes, y los que trataron de proteger al pueblo de Nankín durante la atrocidad.
En el museo, hay un monumento a Minnie Vautrin.
Además, hay una estatua de Vautrin, en Jinling Girls College, entre los monumentos a los otros individuos no chinos, que ayudaron a proteger el Colegio y sus habitantes, durante la masacre.
Por su parte, Japón nunca ha pedido perdón, a pesar de las aplastantes evidencias, no reconoce su responsabilidad, y sólo admite “algunas ejecuciones de prisioneros de guerra”

“直到今天,我仍然不知道發生了什麼事秦淮河的女人
我從來沒有學過他們的名字,並沒有看到他們被帶走由日本
所以,我總是想像...
我想像自己站在大的圓形窗口,看著他們走在再次”
(Hasta el día de hoy todavía no sé lo que pasó con las mujeres del río Huai Qin.
Nunca me aprendí todos sus nombres, y nunca las vi siendo llevadas por los japoneses.
Así que, yo siempre imagino...
Me imagino a mí misma de pie junto a la ventana redonda grande, mirándolas de pie una vez más)



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