The Monuments Men

“It seems the Germans take better care of their art than people”

Muchas veces nos preguntamos, si existe una fórmula que se debe respetar para hacer películas sobre la guerra.
Lo que ocurrió hace décadas, nadie puede negarlo.
Fundamentalmente hubo una guerra, y eso está escrito en los libros de historia.
Los hechos más importantes, se han adaptado infinidades de veces en el cine.
Entonces:
¿Cuáles historias están pendientes?
El 21 de junio de 1939, Adolf Hitler, creó en Dresde, la Sonderauftrag Linz, o “Comisión Especial de Linz”, compuesta por historiadores de arte, expertos en pintura, y vinculados a La Galería de Dresde, para formar la colección del Museo del Führer, y nombró a Hans Posse, Director de La Galería de Dresde, enviado especial.
Entre los miembros de La Comisión, figuraban historiadores como:
Robert Oertel y Gottfried Reimer.
Pero Posse murió en diciembre de 1942, de cáncer, y sus responsabilidades fueron asumidas en marzo de 1943, por Hermann Voss, historiador del arte, y Director del Museo de Wiesbaden.
Los métodos para adquirir obras, iban desde la confiscación hasta la compra; y para ello, se usaron fondos de los beneficios del libro “Mein Kampf” o de la venta de retratos de Hitler.
Las compras, se almacenaron en su mayor parte en el Führerbau de Múnich, mientras que las obras de arte confiscadas, se guardaron en Austria.
El Museo del Führer, o “Führermuseum”, fue un proyecto, nunca realizado, de museo que Adolf Hitler planeó construir en la ciudad austriaca de Linz.
En él, se pretendía reunir la gran colección de arte, apropiada por los nazis durante La Segunda Guerra Mundial.
El edificio del museo, formaba parte de un conjunto muy ambicioso, diseñado por Albert Speer, y otros arquitectos, que incluía un Gran Teatro, una sala de ópera, y el “Hotel Adolf Hitler”, todo rodeado por bulevares, y una gran explanada para actos multitudinarios.
Speer, fue uno de los arquitectos favoritos de Hitler, y fue clave en el diseño del Museo del Führer.
El museo, se proyectó con una gran fachada columnada de 150 metros, de diseño parecido a la de la Haus der Deutsche Kunst, erigida en Múnich, por el arquitecto Paul Ludwig Troost.
El emplazamiento del Museo del Führer, coincidía con el de la estación de ferrocarril de Linz, que se pensaba trasladar unos 4 kilómetros hacia el sur.
No obstante, los hechos bélicos no eran halagüeños…
La balanza, empieza a inclinarse a favor de Los Aliados, en los últimos años de La Segunda Guerra Mundial.
Millones de vidas se han perdido en lo que va de contienda, y muchas más habrán de perderse, antes de que el Eje sea vencido, y Alemania sea tomada por los distintos ejércitos aliados, desde todos los frentes.
Pero las valiosas vidas de las personas, no es lo único que desaparecerá de La Tierra, pues debido a las continuas batallas, enfrentamientos, bombardeos y expolios, por parte de ambos bandos, el patrimonio de la humanidad, formado por la arquitectura, el arte, y la literatura europea, puede perderse para siempre.
Para 1945, la situación alemana estaba desesperada.
La mayor parte de los territorios conquistados, habían sido liberados o recuperados, la ofensiva de Las Ardenas había fallado, y los ejércitos aliados avanzaban hacia Alemania, tanto desde el Este como del Oeste.
Sin embargo, Hitler no estaba dispuesto a dejar las armas, y aceptar la necesidad de una rendición incondicional.
“La Orden sobre las demoliciones en el territorio del Reich” o “Befehl betreffend Zerstörungsmaßnahmen im Reichsgebiet”, abreviada posteriormente como “Nerobefehl” u “Orden Nerón”, fue una de las normas jurídicas, que los nacionalsocialistas utilizaron, para aplicar la táctica de “tierra quemada” al final de La Segunda Guerra Mundial, en territorio alemán.
El objetivo perseguido con la inutilización de las infraestructuras, era impedir el avance de las unidades militares aliadas.
Sus disposiciones, o bien no fueron ejecutadas a propósito, entre otros, por Albert Speer, Ministro competente en la materia; o bien fueron simplemente imposibles de cumplir, en el caos de los últimos días de la guerra.
“La Orden Nerón”, fue firmada por Adolf Hitler, el 19 de marzo de 1945.
El nombre popular que se le adjudicó más tarde, tuvo como origen, la actitud que se atribuye al Emperador Romano Nerón, en el año 64, durante El Gran Incendio de Roma.
A menudo, se asume que el pretendido beneficio militar que fundamentaba esta norma, fue utilizado simplemente como una excusa, ya que Hitler había llegado a la conclusión, de que el pueblo alemán, había perdido su derecho a la existencia, al haber sido derrotado por “las gentes del Este”, y ahora debía resignarse y afrontar las consecuencias.
Sin embargo, la literalidad de La Orden, aseveraba que se quería hacer imposible a los aliados, el uso de la infraestructura, a pesar de la desesperada situación militar, la cual decía.
“Es un error creer, que las infraestructuras industriales, de transporte, de comunicaciones, o de suministros no destruidas, o paralizadas, sólo temporalmente, puedan volver a ponerse en funcionamiento para nuestros fines, cuando el territorio perdido, sea recuperado nuevamente.
El enemigo en su retirada, sólo dejará “tierra quemada”, y ninguna consideración por la población.
Por lo tanto, ordeno:
1. Todas las instalaciones militares, industriales, de transporte, de comunicaciones y de suministro, así como cualesquiera otros inmovilizados materiales que se hallen en el territorio del Reich y que puedan ser de cualquier utilidad para el enemigo de forma inmediata, o en un próximo futuro para la continuación de la guerra, han de ser destruidos”
Pero esta no era la primera vez que Hitler había tratado de destruir infraestructuras, antes de que pudieran ser tomadas.
Poco antes de la liberación de París, Hitler ordenó colocar explosivos alrededor de hitos importantes, como La Torre Eiffel, y en las principales vías de transporte.
Si Los Aliados llegaban cerca de la ciudad, el gobernador militar, Dietrich von Choltitz, tenía la orden de detonar las bombas, dejando París “en escombros completamente”
Von Choltitz, sin embargo, no llevó a cabo La Orden, y se rindió a Los Aliados.
Pero desde febrero de 1944, y ante el peligro de destrucción que suponía el incremento de los bombardeos aliados, todo este patrimonio artístico, se trasladó a varios refugios seguros, entre otros, a las minas de sal de Altaussee, habilitadas como almacenes subterráneos.
Los libros de registro de toda la colección, se conservaban en Dresde, y después fueron trasladados a Schloss Weesenstein, donde fueron confiscados al final de la guerra por los soviéticos.
Así pues, “La Orden” fue en vano; y la responsabilidad de llevarlo a cabo, cayó sobre Albert Speer, El Ministro de Armamento de Hitler, y la producción de la guerra.
Speer, estaba consternado por el orden y la pérdida de fe en el dictador…
Así como von Choltitz cayó meses antes, Speer había fallado deliberadamente para llevar a cabo “La Orden”
Al recibirla, él pidió tener el poder exclusivo para implementar el plan, en lugar de utilizar su poder, para convencer a Los Generales y Gauleiters, que ignoraron la orden.
Hitler se mantuvo al tanto de esto, hasta el final de la guerra, cuando Speer, durante su visita a Hitler en su búnker de Berlín, admitió que lo que él deliberadamente desobedeció.
Hitler estaba enojado con su ministro, pero permitió la huida de Speer.
Hasta que Hitler se suicidó, el 30 de abril de 1945, 42 días después de la emisión de “La Orden”
Y poco después, el 7 de mayo de 1945, El General Alfred Jodl, firmó la rendición militar alemán; y en 23 de mayo, Speer fue arrestado por orden del General estadounidense, Dwight D. Eisenhower, junto con el resto del gobierno alemán provisional, encabezado por El Almirante Karl Dönitz, sucesor de Hitler como Jefe de Estado.
“It was the greatest art heist in history”
El impulso del extraordinario plan de los “Monuments and fine art and archives” (MFAA), surgió de la élite museística y académica de EEUU, con El Museo Metropolitan de New York, y la Universidad de Harvard a la cabeza, representados por Paul Sachs, y George Stout, director y diligente experto y conservador respectivamente, del museo Fogg de Harvard, en Boston, a mediados de 1942, poco después de que EEUU entrara en la guerra.
No obstante, un año antes, el gobierno británico había alertado ya, al resto de la comunidad artística, del saqueo por parte de los nazis, en los territorios ocupados, y las eventuales ventas de obras en países neutrales, pero, solos ante la maquinaria bélica nazi, pospusieron cualquier iniciativa que no fuera sobrevivir.
Incluso antes de que Estados Unidos entrase en La Segunda Guerra Mundial, los profesionales de arte y organizaciones como el grupo de Harvard de Defensa Estadounidense, y El Consejo Estadounidense de Sociedades Instruidas, estuvieron trabajando en identificar y proteger el arte europeo, y monumentos, en camino de ser dañados, o en peligro del saqueo Nazi.
Los grupos buscaron una organización nacional afiliada con los militares, la cual podría tener la misma meta.
Francis Henry Taylor, Director del Museo de Arte Metropolitano, llevó sus preocupaciones a Washington, D.C.
Sus esfuerzos, básicamente estaban guiados en la creación por parte del Presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, de “La Comisión Estadounidense para La Protección y Salvamento de Los Monumentos Artísticos e Históricos en Áreas de Guerra”, el 23 de junio de 1943.
Nada tomó forma, hasta bien entrada la guerra, cuando británicos y estadounidenses, desalojaron a Erwin Rommel del Norte de África, y tras el posterior desembarco en Sicilia, en agosto de ese año.
En Leptis Magna, Libia; y Sicilia, y después en Nápoles, la magnificencia de las antiquísimas ruinas, expuestas a la destrucción de la guerra, atrajeron por fin, la atención de Los Aliados, tras los informes del arqueólogo inglés Lord Woolley.
Aun así, cabe resaltar que mucho antes, durante los meses anteriores a la contienda, y especialmente a partir de “La Noche de Los Cristales Rotos” (1938), fue cuando comenzó el despojo de obras de arte de todo tipo, a las familias judías, ya fuera por medio de las ventas coaccionadas, por debajo de su valor, cuando no directamente, mediante confiscación y robo.
Para entonces, ya habían proclamado su concepción de “Arte Degenerado”, básicamente el arte de vanguardia, y habían despojado los museos de Alemania, de las obras así calificadas, para una exhibición de este “Arte Degenerado” en Múnich, para mofa y escarnio de la población.
Joseph Goebbels, escenificó la destrucción y quema pública de algunas de ellas, aunque en el imaginario popular, sólo han quedado los libros, para organizar a continuación, La Comisión para La Explotación del Arte Degenerado.
El objetivo, era vender las obras como medio para obtener fondos...
Un éxito teniendo en cuenta la avidez del resto de coleccionistas del mundo, que se apresuraron a “salvar” las obras de la destrucción, aprovechando la confusión.
Precisamente, de este organismo, sería de donde provendría la formidable colección de Hilldebrandt Gurlitt, hallada en Múnich, el pasado noviembre de 2014, ya que el propio marchante de arte, formaba parte de la comisión.
Después, le seguirían los museos nacionales de los territorios conquistados:
Checoslovaquia, Polonia, Holanda...
Así las cosas, Roosevelt había aceptado, el 26 de junio de 1943, la propuesta de los directores de museos de EEUU, creando La Comisión para la protección y recuperación de obras de arte en zonas de guerra, llamada “Comisión Roberts”, un buró consultivo, que se completó con la creación, en diciembre de 1943, de la Monuments Fine Arts and Archives, una sección conjunta angloamericana del ejército, que trabajara en el mismo campo de batalla.
El grupo, de aproximadamente 400 hombres de servicio y civiles, entre hombres y mujeres de 13 países, trabajaron con fuerzas militares, para salvaguardar monumentos históricos y culturales de los daños de la guerra, y una vez el conflicto fuese acabado, para buscar y devolver trabajos de arte, y otros productos de importancia cultural que habían sido robados por los Nazis, o escondidos a buen recaudo.
Con la falta de manuales, recursos, o supervisión, este puñado de oficiales, dependieron en su entrenamiento de museo y, en general, de su ingenio, para llevar a cabo sus tareas.
Apenas armados con una orden escrita por el mismísimo Eisenhower, que especificaba “que no se destruyera ningún monumento del legado artístico, a menos que fuera imprescindible para salvar vidas”, y la lista de monumentos, los expertos de La Comisión Roberts y El Comité Macmillan, organismo similar, creado por los británicos; se unieron al ejército desde las playas de Normandía hasta Berlín, para salvar y proteger lo que quedara de la barbarie.
Sólo la orden de Eisenhower, y la buena disposición de los diferentes mandos militares, eran su salvaguarda.
Según se fueron abriendo camino por Bélgica, Holanda, y finalmente Alemania, entre 1944 y 1945, la protección pasó a un segundo plano, y la recuperación de las obras de arte, y su restitución, se convirtió en la prioridad.
Los hombres de la MFAA, empezaron a recopilar las diferentes historias sobre el arte robado en París, por el Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg (ERR), una organización del Partido Nazi, dedicada a apropiarse de los bienes culturales durante La Segunda Guerra Mundial, a cargo de Alfred Rosenberg, y otros lugares.
Con el avance, iban atando cabos en las poblaciones conquistadas, y cada vez descubrían más almacenes, donde los nazis escondían los tesoros artísticos.
Y dieron con un total de 670 almacenes, en la primavera de 1945.
Las fuerzas de EEUU, y aliadas en Europa, descubrieron escondites ocultos de incalculables tesoros.
Muchos, fueron el producto del saqueo Adolf Hitler, y de los nazis.
Otros tuvieron que ser evacuados legítimamente desde museos, para ser guardados a buen recaudo.
Los Monuments Men, se encargaron de salvaguardarlos, catalogarlos, del traslado y del transporte de todos los trabajos, desde todos estos depósitos.
En Italia, los oficiales de museos, habían enviado sus propiedades a varias localizaciones en el campo, como la villa toscana de Montegufoni, la cual alojó algunas de las colecciones florentinas.
Tan pronto como las fuerzas Aliadas avanzaron a través de Italia, el ejército alemán, se retiró al norte, robando pinturas y esculturas de estos depósitos, al tiempo que huían.
Cuando los alemanes llegaron a la frontera austríaca, fueron forzados a guardar gran parte de su botín, en varios lugares escondidos, como El Castillo de Campo Tures, y una celda de cárcel, en San Leonardo, Italia.
Comenzando a finales de marzo de 1945, las fuerzas aliadas, comenzaron a descubrir estos depósitos escondidos, en lo que podría convertirse en el “mejor tesoro cazado en la historia”
Pero también, las fuerzas soviéticas realizaron descubrimientos, como los tesoros del extraordinario museo de transporte de Dresden.
Algunos de los depósitos descubiertos por los Monuments Men en Alemania, Austria, e Italia, fueron:
Berchtesgaden, Alemania:
La 101ª División Aerotransportada, conocida como “Las Águilas Gritonas”, encontró más de 1.000 pinturas y esculturas robadas por el alemán Reichsmarschall Hermann Wilhelm Göring.
El escondite, había sido evacuado desde Carinhall, y trasladado a Berchtesgaden, en abril de 1945, para ser protegido de la invasión rusa.
Breitenworbis, Alemania:
Los estadounidenses, encontraron 4 féretros que contenían los restos mortales de los mejores líderes alemanes, incluyendo los de Federico II “El Grande”, y los del General Paul Von Hindenburg.
También, encontraron en la mina, 271 pinturas, incluyendo retratos de la corte del palacio de Sanssouci en Potsdam.
Merkers, Alemania:
La mina del káiser en Merkers, fue descubierta por los estadounidenses, al mando del General George S. Patton, en abril de 1945.
Se encontró oro del Reichsbank, acompañado de 400 pinturas de los museos de Berlín, y otras numerosas cajas de tesoros, que fueron también descubiertas.
Más lúgubres descubrimientos, incluyeron oro y objetos personales de las víctimas de Los Campos de Concentración nazis.
Neuschwanstein, Alemania:
Alrededor de 6.000 objetos robados por la ERR, incluyendo muebles, joyería, pinturas, y otras pertenencias.
El Monuments Man, James Rorimer, supervisó la evacuación del depósito, el cual contenía documentos del ERR.
Altaussee, Austria:
Este extenso complejo de minas de sal, sirvió como un extenso almacén para el arte robado por los nazis, pero también contuvo propiedades de colecciones austríacas.
Más de 6.500 pinturas fueron descubiertas en Altaussee.
Los contenidos incluían tesoros belgas, como “La Madonna de Brujas” de Miguel Ángel, robada de La Iglesia de Nuestra Señora, en Brujas; y “El Políptico de Gante” de Jan van Eyck, robado de La Catedral de San Bavón en Gante; “El Astrónomo” de Vermeer…
Todas ellas, entre arte y pintura, iban a ser puntos clave, en El Museo del Führer en Linz, Austria; y pinturas del museo Capodimonte Museum, en Nápoles.
San Leonardo, Italia:
En esta ciudad, los oficiales aliados, descubrieron pinturas de La Galería Uffizi, que habían sido apresuradamente descargadas por las tropas de retirada alemanas.
Los Monuments Men, habían descubierto el lugar más preciado del saqueo sistemático del Tercer Reich, junto a otros tantos, como las minas de Merkers, y Bertenrode, o El Castillo de Neuschwanstein.
Junto a los cientos de almacenes hallados por los Monuments Men, eran sin embargo, sólo una parte, aunque importante, del puzle en el que el martillo nazi había fracturado las colecciones privadas y nacionales, tanto de los ciudadanos judíos, como de los países conquistados de casi toda Europa.
Como dato, la conservadora ayudante de museo francés, Jeu de Paume, desde 1932, Rose Valland, fue ascendida a superintendente de la institución, durante la ocupación alemana.
En la delicada posición de una colaboracionista, Valland llevó un preciso registro de las obras de arte, tanto pertenecientes al patrimonio nacional, como a las colecciones privadas de ciudadanos judíos, que el ejército nazi iba sustrayendo, para engrosar los fondos del previsto Museo del Führer.
Su labor secreta, permitió salvar miles de trabajos artísticos que, en la huida hacia adelante de la derrota del Eje, no hubiesen tenido otro destino que la destrucción.
En 1961, Rose Valland recogió sus recuerdos de la experiencia, en el libro “Le Front de l’Art”
Los Monuments Men, recuperaron una parte esencial del expolio, pero la realidad es que mientras ellos se creaban en los despachos de Washington y Londres en 1943, muchas de las obras estaban volando precisamente, a diversas galerías de New York, y otros lugares, donde fueron absorbidas por coleccionistas privados, y desaparecidas del mapa, durante años.
Muchos de los hombres y mujeres del programa Monuments Fine Arts and Archieve, llegaron a tener una trayectoria más prolífica, posterior a la guerra.
En gran parte, los historiadores de arte, y el personal del museo, tuvieron labores formativas en el desarrollo de muchas de las mejores instituciones culturales de los Estados Unidos, incluyendo La Galería Nacional de Arte, El Museo Metropolitano de Arte, y El Ballet de La Ciudad de New York, así como en museos, y otras instituciones en Europa.
Y por 6 años después de la rendición, un pequeño grupo de unos 60 Monuments Men, continuaron rastreando Europa, como detectives del arte, para dar con el paradero y restitución de muchas obras no encontradas.
Hacia 1950, la actividad sobre la restitución cesó.
En Alemania, Austria, y Holanda, han aparecido ahora algunas de ellas, otras lo harán en los próximos años, y aun así, quedarán más sin ser reclamadas.
A pesar del esfuerzo y dedicación de los Monuments Men, que salvaron miles de obras, el puzle del mayor robo de la historia, sigue aún incompleto.
En 2008, El Museo Histórico Alemán de Berlín, publicó una completa relación de las pinturas que El Tercer Reich destinó al Museo del Führer, y a otros museos alemanes.
La fuente más importante para reconstruir tales colecciones, son los álbumes de fotos que la Sonderauftrag Linz creó, entre otoño de 1940, y otoño de 1945.
Se cuenta que cada navidad, y cada cumpleaños de Hitler, el 20 de abril, se presentaban a Hitler estos álbumes, que alcanzaron el número de 31, aunque actualmente sólo se conservan 19.
“Who would make sure that the statue of David is still standing or the Mona Lisa is still smiling? Who will protect her?”
The Monuments Men es un drama bélico dirigido por George Clooney, en el año 2014.
Protagonizado por George Clooney, Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Cate Blanchett, Bob Balaban, Jean Dujardin, Hugh Bonneville, Dimitri Leonidas, Justus von Dohnányi, Zahary Baharov, Serge Hazanavicius, Grant Heslov, Alexandre Desplat, Lee Asquith-Coe, Nick Clooney, entre otros.
El guión es de George Clooney y Grant Heslov, basados en el libro “The Monuments Men: Allied Heroes, Nazi Thieves and The Greatest Treasure Hunt in History”, de Robert M. Edsel, el cual, según se puede leer en su portada, nos cuenta “la fascinante aventura de los guerreros del arte, que impidieron el expolio cultural de los nazis”
El libro narra la historia del “Programa de Monumentos, Arte y Archivos”, un grupo aliado, cuyo objetivo era rescatar obras de arte, y otras piezas culturalmente importantes, antes de que fuesen destruidas por Adolf Hitler, durante La Segunda Guerra Mundial.
Durante el curso de su investigación, sobre el paradero de arte perdido, Edsel y el personal de La Fundación Monuments Men, descubrieron 4 grandes álbumes encuadernados en cuero, con fotografías que documentan parte del arte europeo saqueado por los nazis.
Los álbumes fotográficos, estaban en poder de los herederos de un soldado estadounidense, estacionado en la zona de Berchtesgaden, Alemania, en los últimos días de La Segunda Guerra Mundial.
Los álbumes, fueron creados por el personal del Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg del Tercer Reich (ERR), una unidad especial que encontró, y confiscó el mejor material en los países ocupados por los nazis, que se utilizará para la explotación.
En Francia, el ERR dedica una extensa y elaborada operación de saqueos, premeditado por Hitler, para robar tesoros artísticos de las naciones conquistadas.
Los álbumes, fueron creados para Hitler y oficiales nazis de alto nivel, como un catálogo y, más importante, para dar a Hitler, una manera de elegir la técnica para su museo de arte en Austria.
Un grupo de estos álbumes de fotos, fue presentado a Hitler en su cumpleaños en 1943, para “enviar un rayo de belleza y alegría a su vida reverenciada”
El personal del ERR declaró, que cerca de 100 volúmenes, fueron creados durante los años de su operación de saqueo.
En noviembre de 2007, en una ceremonia con Archivero de Los Estados Unidos, Allen Weinstein, Edsel anunció, el descubrimiento de los 2 primeros álbumes de fotos, y por separado, donó los álbumes a Los Archivos Nacionales.
Weinstein dijo, que el descubrimiento es “uno de los hallazgos más significativos, relacionados con el robo premeditado de Hitler, de arte y otros tesoros culturales, que se encontraron desde Los Juicios de Núremberg”
Así pues, mucho antes de que George Clooney llevase esta historia real, a la gran pantalla, Edsel se empeñó en investigar a esos peculiares personajes, que lo dieron todo por salvar el arte europeo durante La Segunda Guerra Mundial.
El resultado de esa indagación histórica, es un libro apasionante, cuyas primeras páginas son toda una declaración de intenciones.
De hecho, tras el prefacio, Edsel nos brinda una galería fotográfica, con el quién es quién de esta aventura.
En ese listado de mini biografías, sobresalen figuras excepcionales, como Rose Valland.
Puestos en claro, y en búsqueda de material para una película, Heslov mencionó que había leído recientemente el libro “The Monuments Men”, de Robert M. Edsel, y Bret Witter; y atrajo la atención de Clooney sobre el tema.
Aquí había una ocasión de contar una historia optimista, en una escala épica:
Una historia real, en la que había mucho en juego.
“Yo estaba viviendo en Florencia y, cruzando El Puente Viejo, el único que no fue destruido por los nazis en su retirada de 1944, me pregunté:
“Éste fue el mayor conflicto de la Historia…
¿Cómo fueron salvados todos estos tesoros culturales, y quién los salvó?”, se pregunta Edsel.
“Yo quería hallar la respuesta”, acotó.
Así dio inicio el rodaje de The Monuments Men, que comenzó en marzo de 2013, en los estudios Babelsberg de Potsdam, en el área metropolitana de Berlín, y en el macizo del Harz.
La ciudad de Osterwieck, fue un importante lugar para filmar las escenas de exteriores.
Cientos de extras fueron necesarios para las escenas donde participan los militares de La Segunda Guerra Mundial.
Algunas de las secuencias, que incluyen combates y bases bélicas estadounidenses, fueron grabadas en El Museo Imperial de Guerra de Duxford, ubicado en Cambridgeshire, Reino Unido; el rodaje concluyó en junio de 2013, en Rye, Sussex Oriental.
Con la aprobación del Presidente Roosevelt, y del General Eisenhower, los casi 400 miembros del Grupo de Monumentos, Bellas Artes y Archivos, se dedicaron a evitar bombardeos en áreas monumentales, al tiempo que hacían lo imposible por rescatar tesoros artísticos robados por los nazis.
A finales de La Segunda Guerra Mundial, entre 1939 y 1945, a un selecto grupo de historiadores, directores de museos, y expertos en arte, tanto británicos como estadounidenses, se les encomienda la importante y peligrosa misión de recuperar las obras de arte robadas por los nazis, durante la guerra, para devolvérselas a sus legítimos propietarios.
Era una misión imposible:
Las obras estaban muy bien custodiadas, y el ejército alemán, tenía orden de destruirlas, en cuanto el Reich cayera.
Pero aquellos hombres, en una carrera contrarreloj, arriesgaron sus vidas para evitar la destrucción de miles de años de cultura de la humanidad.
Frank Stokes (George Clooney), el conservador de un Museo Fogg, convence personalmente al Presidente de los Estados Unidos, para crear un cuerpo de expertos en arte, que vayan al frente de guerra en Europa, para intentar recuperar las obras de arte robadas por los nazis, en museos y en colecciones privadas de judíos.
Con “carta blanca”, Stokes, forma un grupo compuesto por:
El restaurador del Museo Metropolitano de New York, James Granger (Matt Damon)
El escultor, Walter Garfield (John Goodman)
El arqueólogo, británico, Donald Jeffries (Hugh Bonneville)
El arquitecto, Richard Campbell (Bill Murray)
El empresario teatral, Preston Savitz (Bob Balaban); y un profesor francés de Bellas Artes, Jean Claude Clermont (Jean Dujardin)
El resultado, es un equipo de no-militares, mucho de ellos ancianos, que tendrán en sus manos, el futuro de la cultura occidental.
Ellos creen en un principio, vivir la aventura de sus vidas, pero a medida que las muertes dividen el equipo, se darán cuenta que la guerra no es un juego de niños, y que muchas veces se requiere sangre, para que tenga cara.
Todos tendrán que pasar un tiempo de formación militar en Inglaterra, antes de desembarcar en el continente.
Por su parte, en Francia, la conservadora Claire Simone (Cate Blanchett), se ve obligada a colaborar con los nazis, para hacer un seguimiento de los fondos del museo en el que trabaja, antes de que sea saqueado.
En su despacho, se ve obligada a trabajar para los nazis, catalogando el arte que es sustraído de las colecciones particulares de judíos, y enviándolo a distintas zonas, lejos conflicto, con la idea de construir un museo para el Führer.
Por su trabajo, tiene contacto con altos líderes del nazismo, como Herman Göring.
Ya con las fuerzas aliadas recuperando París, Granger deberá convencer a Claire, que las intenciones de los EEUU son buenas, ¡era que no!; para que comparta toda la información privilegiada, que por su puesto, fue capaz de obtener.
Como dicen en su momento:
“Llegan a la guerra, sin saber si son soldados, para darse cuenta de que observar, implica participar, y de que es imposible mantenerse al margen en un conflicto de tal envergadura”
En esas situaciones, uno no puede quedarse cómodamente mirando los acontecimientos desde la barrera.
Por ello, quienes asistían únicamente a buscar obras de arte, van tomando, poco a poco, decisiones de toda índole, a medida que van comprobando que las obras de arte, hablan también sobre nuestro presente.
Así lo ven, al descubrir los almacenes repletos de pinturas robadas a coleccionistas judíos.
La envergadura del hallazgo, delata también el calibre del exterminio, puesto que la mayor parte de esas obras, ya no pueden ser devueltas a sus dueños legítimos, que han sido asesinados.
Así las cosas, The Monuments Men se articula bajo la siguiente premisa, o más bien pregunta:
¿Vale una obra de arte, la vida de una persona?
¿Un sacrificio humano, es un costo razonable por salvar, por ejemplo, una Madonna de Miguel Ángel?
A lo largo de The Monuments Men, veremos cómo se articulaba el trabajo del equipo, cuál eran los costos que debían enfrentar, y contra qué tipo de rivales se enfrentaban.
Sólo al final, ellos serán capaces de responder.
The Monuments Men, en realidad, es un homenaje a aquellas personas que contribuyeron, y otros que dieron su vida, para recuperar aproximadamente, 6 millones de piezas de arte, más miles de obras menores.
En ese sentido, me parece una película que cumple su cometido de entretener, y al mismo tiempo, hacer un recuento de algo que poco se habla del Holocausto:
El arte.
“You can wipe out an entire generation, you can burn their homes to the ground and somehow they'll still find their way back.
But if you destroy their history, you destroy their achievements and it's as if they never existed.
That's what Hitler wants and that's exactly what we are fighting for”
El actor y director, George Clooney, aborda este material sin cinismo, con respeto, y destacando cada 10 minutos, que nuestra civilización se desvanecería, sin el acervo cultural y artístico que la sustenta.
La acción de The Monuments Men, se basa en el libro de Robert M. Edsel, que es una versión libre y novelada de los hechos históricos.
El autor del libro, es un acaudalado hombre de negocios de EEUU que, tras vivir en Florencia, ha dedicado sus esfuerzos en la última década, a divulgar el trabajo realizado por soldados de EEUU, en la recuperación del patrimonio europeo, durante La Segunda Guerra Mundial en varios libros:
“Rescuing Da Vinci” (2006), “The Monuments Men: Allied Heroes, Nazi Thieves and The Greatest Treasure Hunt in History” (2010) y “Saving Italy: The Race to Rescue a Nation's Treasures from the Nazis” (2013)
Y el film The Monuments Men, se centra en un insólito batallón al que Franklin D. Roosevelt encomienda la tarea de adentrarse en Alemania, para recuperar las obras de arte sustraídas por el ejército nazi, y devolverlas a sus legítimos propietarios.
Era una misión imposible:
Con las obras confinadas detrás de las líneas enemigas, y las órdenes del ejército alemán de destruirlo absolutamente todo, en cuanto el Reich cayera.
¿Cómo aspiraban estos hombres, 7 directores de museos, conservadores, e historiadores de arte, más familiarizados todos ellos con Miguel Ángel, que con el fusil M1, poder conseguir su objetivo?
Pero los “Monuments Men”, tal y como se les denominaba, se enfrentaban a una carrera contrarreloj, para evitar la destrucción de miles de años de cultura, y por ello, arriesgaron sus vidas, para proteger y salvaguardar los mayores logros de la humanidad.
“Son en verdad, muy pocas las personas que conocen la historia de los The Monuments Men”, afirma George Clooney, que vuelve a sentarse en la silla de dirección.
Es la historia de un reducido grupo de artistas, historiadores del arte, arquitectos y conservadores de museos que, durante La Segunda Guerra Mundial, encabezaron el rescate de 1.000 años de civilización.
“Artistas, marchantes, arquitectos… hombres que habían superado con mucho la edad de ser llamados a filas, o de presentarse voluntarios para una guerra.
Pero que aceptaron el reto de esta aventura, porque creían que un legado cultural, podía ser destruido.
Si hubieran fracasado, ello habría supuesto la pérdida de 6 millones de objetos artísticos.
No estaban dispuestos a permitir que ello sucediera, y las cosas como son, lo consiguieron”, dijo el realizador.
Parte del drama, reside en que los The Monuments Men, todos ellos, no pueden ser más inútiles para el servicio militar en tiempos de guerra.
“En las guerras, combaten los que tienen 18 años”, dice Clooney.
“Cuando uno llega a los John Goodman, Bob Balaban y George Clooney, uno sabe que no van a ser reclutados”, dijo.
A lo que Heslov añade:
“Lo hicieron, porque estaba claro que eran las únicas personas que podrían hacerlo”
“En realidad, nunca concebimos del todo esta película como una de guerra:
Era una película de atracos”, explica Clooney.
“Y entonces, el primer día, llegamos al plató, y todos se pusieron sus uniformes y cascos”, aseguró.
Monuments Men se centra específicamente, en la misión por separado, de algunos de los hombres de Clooney, tanto por la existencia de ciertas sobrecargas dramáticas, que no sólo no consiguen enganchar emocionalmente al espectador, sino que en algunos casos, rompen el tono, estando a punto de hacerte desconectar de lo que sucede en pantalla.
La historia, aunque apasionante, plantea un problema, y es la disgregación.
Se trata de una peripecia muy episódica, que mantiene un tono de comedia amable, durante la mayor parte de su metraje, porque en el grupo había demasiadas figuras relevantes, y su campo de actividad, fue necesariamente amplio.
A la hora de concentrar el relato en unas pocas figuras, Clooney ha decidido resumir aquel colectivo, en un puñado de héroes atípicos; y para evitar suspicacias históricas, se han cambiado los nombres de los personajes.
Así, El Teniente Frank Stokes encarnado por Clooney se inspira en el auténtico Teniente George L. Stout (1897-1978)
Cate Blanchett, es Claire Simone, aunque es evidente que interpreta a la verdadera Rose Valland  (1898-1980)
De igual modo, el personaje de Matt Damon, James Granger, evoca al Teniente James Rorimer (1905-1966)
Bill Murray, como El Sargento Richard Campbell, toma detalles del genuino Robert K. Posey (1904-1977) y de Ralph Warner Hammett.
John Goodman, como El Sargento Walter Garfield, se asemeja a Walker Hancock (1901-1998)
Bob Balaban como el soldado Preston Savitz, recuerda a Lincoln Kirstein (1907-1996)
Dimitri Leonidas, como Sam Epstein es Harry L. Ettlinger, nacido en 1926, siendo uno de los últimos supervivientes de los Monumentos Men.
Hugh Bonneville, bajo el imaginario nombre del Teniente Donald Jeffries, se inspira lejanamente en Ronald E. Balfour (1904-1945), al igual que su doppelgänger de ficción, fue asesinado en el cumplimiento del deber.
A diferencia de Jeffries, Balfour no estaba tratando de salvar a “La Madonna de Brujas”, estatua preciada por su cuenta, cuando esto ocurrió, sino estaba evacuando otros artefactos, junto con 4 civiles alemanes, de una iglesia dañada en Clèves, Alemania.
Jean Dujardin,  como El Teniente Jean Claude Clermont, no parece tener una vida real equivalente.
Y se informó, que mientras que los oficiales estadounidenses y franceses trabajaron juntos en la Alemania de posguerra, durante el proceso de restitución, no hubo oficiales franceses que trabajaran con los hombres que inspiraron a otros personajes de la película.
El conjunto original de los oficiales asignados MFAA, constaba de 11 hombres, 7 estadounidenses, incluyendo Hancock, Posey, Rorimer y Stout; y 4 británicos, incluyendo Balfour.
Hubo muchos más, pero fue complicado que se representan en la película.
The Monuments Men, aporta como relativa novedad, un “factor civil”, concretado en las relaciones entre el restaurador James Granger, y la citada Claire Simone.
La historiadora gala, observa al militar estadounidense, con una desconfianza inicial.
Después de todo, no estaba muy claro, si Francia sería tratada como potencia vencedora, territorio reconquistado, o país vencido, y siempre cabía la posibilidad de que la recuperación de los bienes rateados, solamente fuera un cambio de manos.
Un duelo interpretativo que Clooney repetirá entre los miembros de su equipo, al juntar a:
Richard Campbell con Preston Savitz; a Walter Garfield con Jean Claude Clermont; y en menor medida, a su personaje de Stokes, con el soldado germano-estadounidense, Sam Epstein (Dimitri Leonidas); y el británico, Donald Jeffries (Hugh Bonneville)
El punto fuerte de The Monuments Men, lo constituye esa distribución por parejas, que brinda a la audiencia, los momentos más memorables, a veces cómicos, a veces dramáticos, y a veces emotivos.
Eso sí, cada personaje, tendrá que defender alguna cruzada, más personal unos que otros, como el caso del personaje que interpreta Hugh Bonneville, quien tomará como una segunda oportunidad en su vida, la misión de defender a toda costa, la escultura de “La Madonna de Brujas” de Miguel Ángel, y evitar su robo de la capilla de Nuestra Señora de Brujas.
De hecho, cuando mejor funciona todo, es cuando se apuesta por abordar las escenas con mayor ligereza, muy conseguido el momento que comparten Bill Murray, Bob Balaban, y un soldado alemán, pero esto va perdiendo peso, a medida que avanza el metraje, en beneficio de un drama rutinario, en el que todo pretende ser tan importante que nunca llega a conseguirlo…
Emocionante y simpática fue la pareja de Richard Campbell con Preston Savitz, siendo la que se adentró en la oscuridad de las minas de Altaussee, Austria, una explotación de sal, en la que descubrirían la mayor guarida del arte expoliado.
Aunque habían llegado hasta allí, tras recoger diferentes testimonios, mientras penetraban con el ejército de Patton en Alemania, no podían imaginar, sin embargo, la enormidad de aquella cueva del tesoro.
El complejo subterráneo, de 138 túneles, custodiaba un impresionante almacén, escondido bajo tierra, repleto de piezas de arte robadas, de más de media Europa, y de incalculable valor, entre ellas:
La escultura de La Virgen de Brujas de Miguel Ángel, los paneles del Retablo de Gante de Jan Van Eyck, o El Astrónomo de Vermeer.
Lo que ambos contemplaban apilados en diversas cámaras, era el museo de Hitler, el frustrado Führermuseum del expolio.
Y lo peor de The Monuments Men, es que con un tema magnífico, que podría concienciar al público de la importancia de preservar el Patrimonio Histórico, se acaba convirtiendo en una ocasión perdida, con una película floja, aburrida y, encima, totalmente inexacta históricamente.
El cineasta, trata algo indudablemente serio:
El rescate y salvaguarda de los cimientos de la sociedad moderna, pero lo trata en un contexto terrible, que puede sepultar la propia esencia de su historia; y para compensarlo, aplica un humor si no inocente, sí casi balsámico, con un resultado narrativamente ameno y amigo de los grandes clásicos bélicos de Hollywood, con silbidos viriles, y camaradería socarrona incluida.
Y aquí, los estadounidenses quedan como “héroes invencibles e inmortales”, pues:
Los 2 únicos soldados del grupo que mueren, son el británico y el francés, y ningún estadounidense, que casualidad…
Cuando abandonan la mina, que contienen todos los cuadros y obras de arte robadas por los nazis, antes que los rusos lleguen, les dejan un pequeño detalle en la puerta, la bandera de EEUU…
Los soldados de EEUU, dan a entender, que los rusos solo quieren salvar las obras de arte por sus propios deseos individuales, y el ejército de EEUU en cambio, lo hace “por el bien de la humanidad”, otro cliché anticomunista más…
Y hasta se podría comparar The Monuments Men con el “Ocean's Eleven” de Clooney…
Y es que como tantas y tantas películas bélicas, no deja de ser una sucesión de escenas que juntas forman un “collage”
The Monuments Men recuerda en su desarrollo, a muchos títulos del género bélico, con ingredientes tales como:
La formación del equipo, el entrenamiento, particularmente cómico para unos hombres que no tienen ni la edad, ni la forma física para combatir; la planificación y el desarrollo de la misión, el contacto con la población civil, los apresurados cambios operados por el desarrollo de la guerra…
El que vea The Monuments Men, y no sepa de qué va La Segunda Guerra Mundial, va a pensar seriamente, que la invasión de Europa fue un agradable paseo en descapotable, disfrutando de la comida gourmet, que recibían los soldados de EEUU por correo, en plena Batalla de Las Ardenas. B
Batalla en la cual, por cierto, no podía faltar una relajante ducha caliente, en pelotas, en la tienda en medio de Las Ardenas.
Ya no es que nos pongamos “puristas”; es que es una tomadura de pelo, aunque todo salga bonito y apele a la lágrima fácil.
The Monuments Men, que resume en apenas 2 horas, las vicisitudes de 8 personajes, se queda un poco corto a la hora de profundizar en las múltiples implicaciones de los hechos narrados en las mismas.
Así, el gesto simbólico de Granger, que permite granjearle la confianza de una reticente Simone, resulta ridículo, si se ha tenido ocasión de ver cintas como “Elle s'appelait Sarah” (2010)
Por otra parte, el contacto del equipo de Stokes con la guerra, parece tangencial, dejando aparte, momentos muy concretos, en los que se plantea otro elemento recurrente del género, como es la pérdida de alguno de los miembros del equipo.
Ni que decir tiene, que esa naturaleza episódica del libro de Edsel, también afecta a su versión cinematográfica.
Y aquí reside la mayor fragilidad de The Monuments Men, que sin duda hubiera funcionado mucho mejor, como teleserie, o en partes...
Si bien hay intriga, peligro, ironía, un toque de inesperado romance, y la píldora ética... elude o camufla en cambio lo trágico de la guerra, y cae en la imagen tópica del nazi y el soviético.
Muy a su pesar, The Monuments Men resulta demasiado tibia y maniquea, hasta el punto de que el espectador llega a preguntarse, qué está viendo en verdad; sobre todo, cuando empiezan a desfilar toda clase de tópicos por la pantalla:
La valiente resistencia francesa, los malísimos y feísimos nazis, las tropas soviéticas torpes y lentas, y los Estados Unidos salvadores del patrimonio europeo...
No tengo muy claro, si la intención de Clooney era rendir un homenaje demasiado trascendental a los héroes detrás de una misión aparentemente absurda, personalmente, me lo parece más la que se nos cuenta en “Saving Private Ryan” (1998), pero su guión acaba sacrificando a los personajes, todos acaban representando lo mismo, y poco importa la tan sencilla como efectiva diferenciación de sus personalidades conseguida durante los primeros 30 o 40 minutos, en beneficio de ello.
Era ahí, donde como mínimo, Clooney debería haberse arriesgado más en la puesta en escena, ya que había potencial de sobra, para ofrecernos grandes escenas, y no soluciones como el anodino y muy tramposo montaje paralelo, para señalar las prisas que tienen que darse los protagonistas, para marcharse antes de la llegada de los rusos.
Otra de las pegas, es el hecho de que se tome tantas licencias artísticas, para contar una historia que, según el propio Clooney, ha sido adaptada con un alto grado de verosimilitud, un 80% real tal como sucedió.
Para empezar, el equipo, cuyas aventuras se relatan, no estaba compuesto por “los 7 magníficos” sino por al menos, 300 hombres y mujeres.
La condición que se impuso fue, que lo integrara personal del ejército.
George Stout, pionero junto a Paul Sachs del “plan de salvamento”, alistado en la marina, fue la primera elección.
Junto a él, otros 7 hombres formaron la primera sección del MFAA, destinada en Europa, sin contar con el frente de Italia, cuyos MFAA estaban bajo otra división.
Según numerosos testimonios de la vida real, incluyendo una entrevista con el sobrino de Ernst Kaltenbrunner, Michl Kaltenbrunner, el arte en la Altaussee, Austria, la mina de sal, se salvó de verdad, debido a la influencia de Ernst Kaltenbrunner, que desafiaron las órdenes del Führer, para llevar a cabo “La Orden Nerón” y destruir las piezas, con el fin de evitar su caída en manos de sus enemigos.
Para seguir, no se trataba de una iniciativa orquestada desde Estados Unidos, por un historiador preocupado por la destrucción del rico patrimonio italiano.
Existían ya, iniciativas similares por parte de los británicos, surgidas cuando la guerra se extendió al norte de África.
Y cabe preguntarse, si la puntual aparición de las tropas soviéticas, aliadas en aquellos tiempos, obedece a un intento de meter el dedo en el ojo a los rusos, en estos días, en los que están a la greña con los yanquis, a cuenta de Ucrania.
Tal parece que, para los protagonistas, la existencia de un equipo paralelo al suyo, es más bien una amenaza equiparable a la de los saqueadores nazis, que una misión equivalente a la suya.
¿Eran las compensaciones de guerra que practicaron los soviéticos, una forma de pillaje?
Si tenemos en cuenta, cómo funcionan este tipo de prácticas, y que todas las potencias vencedoras las utilizaron, mucho me temo que la mención, y el ligero tratamiento de esta carrera de rescates artísticos, dan un resultado un tanto frívolo.
La escena que más me apasionó, fue la de Bill Murray llorando, al escuchar la cinta de audio de las nietas.
Me encantó la escena donde Richard y Preston, descubren a Viktor Stahl, en su casa, haciéndose pasar por un granjero, con una casa adornada con obras de arte.
Y en especial, cuando los niños saludan al escuchar el nombre de Hitler…
Ellos, también descubren todos los paneles del retablo de Van Eyck, fue un descubrimiento emocionante.
Y por último, el hecho de que Frank buscase “La Virgen con El Niño” de Miguel Ángel, como homenaje a Donald.
Una curiosidad, el hombre que vemos en la escena final, un anciano Frank Stokes, acompañado de su nieto, está interpretado por Nick Clooney, el padre de George.
Al final, en su búsqueda por toda Europa, los expertos consiguen rescatar más de 5 millones de piezas, que incluyen pinturas, esculturas, tapices, y joyería, así como campanas de iglesia, tranvías, y 3 millones de libros.
Durante los títulos de crédito finales, pueden verse fotos reales de la época de las obras de arte recuperadas, y de los militares que participaron en su rescate, la última en aparecer, es “La Gioconda”, que parece que hay varias teorías en cuanto al paradero de este cuadro durante La Segunda Guerra Mundial, y que se dice, que la del Louvre es un copia… sin embargo, El Museo del Louvre, nunca ha reconocido que fuera robada, y fue puesta a salvo, por el propio museo, junto a otras obras de su patrimonio, escondido mientras duró la guerra, y devuelto al museo, una vez que terminó el conflicto.
Las obras que vemos, son de Picasso, Rafael, y “su retrato de joven”, Rembrandt, Gante, y su políptico; y el eje central de la cruzada artística de este grupo de inexpertos soldados; “La Virgen con El Niño” de Miguel Ángel, mundialmente conocida como “La Madonna de Brujas”, la cual descansa ahora mismo en Brujas, Bélgica.
Aunque hubo muchos otros objetos y obras como lienzos de Picasso, y otros, relativamente contemporáneos, perecieron en plena barbarie nazi, quemados, como pervivencia más emocional que estética.
Destacan en The Monuments Men 2 obras de arte sobre las que gira la trama:
“La Madonna, de Brujas”, que es una escultura en mármol de Miguel Ángel, que se refiere a La Virgen con El Niño-Dios, y que se halla en la ciudad de Brujas, en Bélgica.
Pero sobre todas las obras rescatadas, el relato se centra en un enorme retablo de 24 pinturas medievales, verdaderamente sublimes.
La obra se llama “Políptico de Gante”, de los hermanos Van Eyck, el “poli” que es “muchos”, obedece a que son 12 tablas pintadas por ambos lados, que hacen en total de 24 pinturas, y que se hallan en la ciudad de Gante, en Bélgica.
Son imágenes profundamente simbólicas, que educan acerca de Cristo y la iglesia, especialmente su obra central:
“La Adoración del Cordero Místico”, que es una síntesis del Apocalipsis.
Con ese título, también se conoce el retablo completo, que a mi parecer, describe mejor el sentido del conjunto.
Así pues, la tesis de The Monuments Men, es que vale la pena sacrificarnos por salvar lo mejor que ha ido construyendo la humanidad, a través de la historia:
Su cultura, su espiritualidad.
Del Palacio Rothschild, que se refiere a una serie de palacios en Viena, Austria, construido, y propiedad de la rama austríaca titulada de la familia de banqueros Rothschild; aparte de su gran tamaño y elegancia, eran famosos por las enormes colecciones de pinturas, estatuas, muebles, libros, y la armadura que alojan, otro reflejo de la vasta riqueza, y la posición de la familia.
Las colecciones, fueron confiscados por los nazis en 1938, los palacios despojados, y arruinados durante La Segunda Guerra Mundial.
Después de la guerra, los herederos recibieron poca remuneración, y lo que quedaba de los edificios, fueron vendidos o destruidos, para ser sustituidos por modernos edificios de oficinas.
La historia de estos palacios, y las colecciones de arte que contenían, es un símbolo de la subida y la caída de la familia Rothschild de Austria.
De hecho, en las minas y en otros lugares clave, en ocasiones se encontraron auténticos tesoros en forma de lingotes de oro, en los mismos lugares en los que escondían el arte.
También se revela, cómo mucha gente no sabía lo que hacían Hitler, y otros líderes.
Probablemente, la mayoría actuaba por ignorancia, así militares, como civiles.
Y se muestra hasta cómo un joven militar nazi, no sabía qué hacer con su arma, y que con un poco de inteligencia, y buen trato, los enemigos de EEUU, evitaron un imprudente enfrentamiento al hacerse “amigos” de él.
Y hasta cómo un niño disparaba a matar, sin suficiente conciencia para entender lo que hacía.
Una metáfora sobre la estupidez humana, que The Monuments Men nos obliga a pensar...
Y todo ello es para que juzguemos la desgracia de la guerra, con más amplitud de miras...
Creo que el pecado de Clooney, como contador de historias, no es tan grave como algunos pretenden.
De hecho, el balance de The Monuments Men, me parece positivo.
Nostálgica, inteligente y sensible, contiene valores que no abundan en el cine actual, y que por esta y otras vías, conviene rescatar.
Es un film interesante, desde el punto de vista cultural e histórico.
Por otro lado, Clooney no para de lanzar reflexiones a lo largo del metraje sobre la ocultación de la responsabilidad por parte de los alemanes, como en el descubrimiento del militar que guarda en su casa cuadros de Renoir y Cézanne sustraídos; o la sociedad del materialismo y el espectáculo, el hallazgo del oro nazi, despierta mucho más interés que el de las obras de arte.
Todo ello para alertar del valor de la cultura, constantemente denigrada por parte de las autoridades políticas, pero que constituye el elemento fundamental de nuestras sociedades.
Y ni hablar del admirable esfuerzo de los asesores históricos, por reconstruir la parte más puramente histórico-artística.
Si se ve The Monuments Men como un documental, perdonando todas las omisiones graves, y meteduras de pata, la parte artística es correcta, y puede ser educativa.
Y sobre todo, el magnífico trabajo de reproducción de muchas obras de arte que aparecen, es realmente encomiable.
Hay que recordar, que los mayores expoliadores de arte del mundo, fueron el Imperio Británico, y El Imperio Napoleónico.
Una película sobre eso, y los intentos de los países expoliados, para que les devuelvan el patrimonio robado, sí que estaría interesante…
Respeto enormemente el esfuerzo de tantos hombres y mujeres, soldados de EEUU incluidos, que defendieron el patrimonio histórico europeo, con todas sus fuerzas, incluso arriesgando sus propias vidas.
Agradezco enormemente, el esfuerzo desinteresado de tantos soldados de los Estados Unidos, que son un ejemplo de lucha idealista, en su afán de salvar del horror de la guerra, las obras más importantes del genio humano.
Son admirables, y me emociona sinceramente, lo que fueron capaces de hacer.
Pero sinceramente, The Monuments Men no les hace justicia alguna, todavía hace falta una película de más altura dramática.
Igual que el compromiso del artista, que siempre ha de cuestionar las actuaciones de la clase política, sea en La Segunda Guerra Mundial, o en la actualidad, para rescatar obras de arte, o para reivindicar el valor del cine, y la cultura.
Hace unos años, en una entrevista, Clooney lo dejaba claro:
“El acto más patriótico que se puede hacer, es cuestionar al gobierno.
Todo nuestro país, se basa en la discrepancia.
Tenemos el deber de cuestionar la autoridad”
Por último decir que la banda sonora a cargo de Alexandre Desplat, recuerda, como no podía ser de otra forma, a los clásicos, y deja un tema principal memorable y agradable, que encaja con el tono de la película, además de la estupenda ambientación de la cinta.
“The army may not care about art, but they sure as shit care about gold”
En el año 2007, Robert Edsel creó La Fundación The Monuments Men, para la preservación del arte.
La misión de la fundación, es “preservar el legado de la obra sin precedentes, de los hombres y mujeres que sirven en los Monumentos, Bellas Artes, y Archivos” sección conocido como Monuments Men, durante La Segunda Guerra Mundial, al elevar la conciencia pública, sobre la importancia de proteger y salvaguardar los más importantes tesoros artísticos y culturales de la civilización, de los conflictos armados, pero la incorporación de estas expresiones de los mayores logros creativos del hombre, en nuestra vida cotidiana”
Y anunció la creación de la fundación, durante una ceremonia el 6 de junio de 2007, el 63 aniversario del “Día D”, siendo celebrado por El Senado y La Cámara de Representantes de EEUU, en resoluciones concurrentes, en honor a los The Monuments Men.
La Fundación, fue de hecho, una de los 10 ganadoras de La Medalla Nacional de Humanidades, del 2007, un honor que fue presentado por El Presidente Bush, durante una ceremonia realizada en El Salón Este de La Casa Blanca, el 15 de noviembre de 2007.
La Medalla Nacional de Humanidades, es el honor más alto, dado por la excelencia en el campo de las Humanidades.
Así pues, la destrucción de las obras de arte europeas, durante La Segunda Guerra Mundial, recuerda inevitablemente a otras más recientes, como el saqueo operado sobre El Museo Nacional iraquí, durante La Segunda Guerra del Golfo, o la destrucción de los budas afganos de Bamiyán, a manos de los fanáticos talibán.
“Para La Segunda Guerra Mundial, la cultura corría peligro”, dice Clooney.
“Lo vemos una y otra vez.
Lo vimos en Irak:
Los museos no estaban protegidos, y fuimos testigos que cuán gran parte de su cultura, se perdió por ello”, acota.
“Incluso hoy en día, hay personas que siguen tratando de recuperar el arte que los nazis robaron a sus familias”, dice Grant Heslov, observando que muy recientemente, un tesoro oculto de arte incautado, fue descubierto en un apartamento de Múnich:
1.500 obras, de un valor total de $1.500 millones; cuadros de Matisse, Picasso, Dix, y otros artistas, que se habían dado por perdidos.
“Creo que ello demuestra, que esta historia no acabó en 1945; la búsqueda de obras desaparecidas, prosigue en la actualidad”, continúa Heslov.
“Son miles las obras que aún no han aparecido.
Hay cuadros colgados en domicilios particulares, u ocultos, aunque a la vista de todos, en las paredes de los museos.
¿Puede alguien imaginarse, que todo eso hubiera sido destruido?
Habría sido una catástrofe”, dijo.
En The Monuments Men, Clooney muestra, cómo los alemanes combinaron ambas formas de barbarie, y da una respuesta a la pregunta que El Presidente Truman hace a su personaje:
¿Mereció la pena arriesgar, y sacrificar vidas humanas para salvar esos tesoros?
Para Frank Stokes, sí, y diría que para George Clooney también, a la vista de su implicación en el filme.
Hoy, podemos disfrutar del legado que los auténticos “The Monuments Men” lograron rescatar.
No obstante:
¿Dónde está la nueva generación?
El Museo Nacional de Irak, reabre sus puertas, y un equipo germano-japonés, se ha embarcado en la tarea de intentar recuperar los budas de Bamiyán.
Sea cual sea la respuesta que cada cual tenga a la cuestión, siempre será mejor que la lapidaria “son cosas que pasan”, con la que el otrora Secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, se refirió al saqueo del patrimonio iraquí en 2003.
El descomunal saqueo de obras de arte, perpetrado por la Alemania Nazi en toda Europa, sigue siendo un caso sin resolver, casi 70 años después de su derrota en 1945.
Sólo así se explica, que el pasado mes de noviembre, La Fiscalía de Múnich anunciara la aparición en un apartamento de la ciudad, de más de 1.400 obras de arte, entre ellas, de Picasso, Matisse, Chagall... provenientes en una gran parte del expolio del Tercer Reich; y que habían permanecido escondidas, en manos de Cornelius Gurlitt, hijo de Hilldebrant, uno de los marchantes de arte, a las órdenes del ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels.
Y no se prestó tanta atención, al no menos increíble informe que publicó la Asociación de Museos Holandeses, tan sólo una semana antes, en el que reconocía que unas 136 obras de las colecciones de sus propios museos, podían provenir del saqueo de los nazis.
En medio de la tormenta, sobre el renovado interés por el expolio de La Segunda Guerra Mundial, que ha tenido con el hallazgo de otras 60 obras, en otra casa de Cornelius Gurlitt en Salzburgo, Austria; gran parte de la antigua colección de arte Rothschild, fue bien tomada por el Kunsthistorisches Museum (KHM), o por la Galería Austriaca, en El Palacio Belvedere, como lo fueron las obras de Klimt.
Sólo a finales de 1990, debido a la presión exterior de los Estados Unidos, un examen más profundo de su papel, y su comportamiento durante La Segunda Guerra Mundial tuvo lugar en Austria.
Después de negociaciones, largas y tediosas, el gobierno austriaco acordó en 1999, para devolver, o pagar por los cerca de 250 obras de arte Rothschild, que fueron saqueadas por los nazis, y absorbidos en Museos Estatales austríacos.
Las imágenes, fueron restituidas a los herederos, en 1999.
Así llegamos a la actualidad…
Confucio dijo:
“Estudia el pasado, si quieres definir el futuro”
En Irak, el pasado es glorioso y extenso.
Aquí es donde se construyeron las primeras ciudades del mundo, y donde la escritura y gobierno organizado, se desarrollaron por primera vez, hace más de 5,000 años.
Esa es la tierra que dio al mundo, su primera gran obra literaria:
“La Epopeya de Gilgamesh”, Rey de la ciudad de Uruk, más de 1,000 años antes de Homero, y más de 2,000 años antes de Cristo.
El autodenominado “Estado Islámico” ha venido publicando videos de desastres artísticos.
En ellos, se ven varios de sus combatientes, destrozar obras de arte del Museo de Nínive, en la ciudad de Mosul, al norte de Irak.
Con la ayuda de mazas y taladros, destrozan todo lo que ven.
En un video, un hombre se dirige a la cámara, dando explicaciones.
Según dice, las estatuas representan ídolos de otras civilizaciones, como los asirios.
Y se justifica, basándose en la “'imposición de la sharia, contrarios al arte figurativo.
Defiende que su profeta les ordena librarse de todas las estatuas, y reliquias”
Muchos de los monumentos, están fechados del siglo IX a.C., y tienen un valor incalculable.
Los arqueólogos denuncian este acto, que califican de barbarie, y de atentado contra el patrimonio de la humanidad.
Se sabe que ISIS ha obtenido fondos, vendiendo en el mercado negro, restos arqueológicos conseguidos en Irak y Siria.
A veces, por el tamaño de las obras, o la falta de compradores, ha ordenado la destrucción de lo que no puede sacar del país.
Un centenar de objetos, procedentes de Siria, se ha vendido en el Reino Unido, en beneficio del ISIS, según The Times, que se ha puesto en contacto con expertos en arte robado, y arqueólogos.
El periódico destaca, que en su mayor parte, se trata de piezas de valor y tamaño medianos:
Monedas bizantinas de oro y plata, u objetos decorativos.
Es difícil que lleguen a Londres piezas de mayor tamaño y valor, por la dificultad de mantener las transacciones en secreto.
Según Robert Jenrick, diputado conservador, y exdirector de la sala de subastas Christie's, “se trata de la mayor amenaza a la cultura, desde La Segunda Guerra Mundial, y también, una importante fuente de ingresos para ISIS, y el régimen de Asad”
La Antigua Mesopotamia, actual Irak, está en el corazón de la historia humana:
El hogar de las primeras ciudades, estados e imperios.
El Código de Hammurabi, Rey de Babilonia, hace más de 3,700 años, es el primer gran texto legal del mundo; comienza un patrimonio que lleva a La Carta Magna, y La Declaración de Derechos.
El patrimonio de Irak, es nuestra herencia también.
¿Qué podemos hacer en respuesta a este asalto a nuestra herencia?
Proporcionar oportunidades de educación y empoderamiento a las comunidades, para aprender más sobre sus culturas e historias, y las de los demás, es una de las mejores maneras de erradicar el odio y la violencia destructiva.
Siendo todos The Monuments Men también.

“But I want to remember this moment.
I'm gonna go home soon.
Got a nice apartment in New York on the Upper West Side.
There's a deli down the street called Sid's.
Every morning, I walk there and I get a cup of coffee and a bagel, and I read the newspaper.
I think about it every day here.
It'll be the first place I go when I get stateside.
I'm gonna be sitting there, eating one of Sid Meldman's toasted onion bagels and reading a tiny article in the New York Times, page... 18... that says you, Colonel Wegner, were hanged for your crimes you committed during the war and you were buried in an unmarked grave.
And then I'll think about my cigarette... and I'll think about you sitting there with that stupid look on your face.
Then I'll finish my coffee, leave the paper for Sid to wrap fish in.
I'll never think of you again”



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