Birth

“Let me say this.
If I lost my wife and, and uh, the next day a little bird landed on my windowsill, looked me right in the eye, and in plain English said:
“Sean, it's me, Anna.
I'm back”
What could I say?”

La reencarnación, es la creencia consistente en que la esencia individual de las personas, ya sea mente, alma, conciencia, o energía, adopta un cuerpo material, no solo una vez, sino varias, según va muriendo.
Esta creencia aglutina de manera popular, diversos términos:
Metempsicosis, que viene del término griego “meta”, “después” o “sucesivo”, y “psyche”, “espíritu”, o “alma”
Transmigración o migrar a través.
Reencarnación o volver a encarnar.
Renacimiento o volver a nacer.
Todos estos términos, aluden a la existencia de un alma o espíritu, que viaja o aparece por distintos cuerpos, generalmente a fin de aprender en diversas vidas, las lecciones que proporciona la existencia terrena, hasta alcanzar una forma de liberación, o de unión con un estado de conciencia más alto.
La creencia en la reencarnación, ha estado presente en toda la humanidad desde la antigüedad, en la mayoría de las religiones orientales, como:
Hinduismo, budismo, y taoísmo, y también en las religiones no “adulteradas” africanas y tribales de América y Oceanía.
En la historia de la humanidad, la creencia de que una persona fallecida, volverá a vivir, o aparecer con otro cuerpo, con una personalidad generalmente más evolucionada, ha sobrevivido incluso, dentro de las religiones judeocristianas como el cristianismo, judaísmo e islam.
Son prácticamente las únicas que no la contemplan, pero han permanecido bajo la forma de diversas herejías y posturas no oficiales.
“This is going to sound a little strange but I've met someone, who seems to be Sean”
Birth es una película de suspense estadounidense, dirigida por Jonathan Glazer, en 2004.
Protagonizada por Nicole Kidman, Lauren Bacall, Cameron Bright, Danny Huston, Arliss Howard, Anne Heche, Peter Stormare, entre otros.
El guión es de Jean-Claude Carrière y Milo Addica.
Glazer y Carrière opinaban, que la historia se prestaría mejor a un entorno libre de asociaciones con la reencarnación:
“No queríamos escribir una película sobre lo paranormal.
No queríamos ambientarla en un lugar donde este tipo de historia, forma parte de la cultura, o de la religión”, comenta Glazer.
“Nos gustó la idea de desarrollarla en una gran ciudad, donde existe un cierto anonimato.
Un lugar donde quedaría muy clara la separación entre los distintos mundos que ocupan la mujer y el chico”
Y decidieron que Nueva York, cumpliría con ambos criterios.
A Addica, le intrigó las muchas preguntas que plantea el guión, incluyendo la posibilidad de que una persona muera, y vuelva a nacer en otro cuerpo:
“Intelectualmente y por lógica, la gente se pregunta:
¿Cómo es posible?
Y aunque parezca no tener sentido, sí que lo tiene en el corazón.
Birth trata del poder de la fe, de la fuerza de nuestras creencias, y adónde nos conducen” dijo.
Addica, que comenzó su carrera como actor, también intervino en esta capacidad en Birth, dando vida al conserje Jimmy.
Birth es un melodrama psicológico, en base a una situación de misterio, creada con el tradicional asunto de un personaje marcado por el pasado, y sobresaltado por una condición que escapa a su lógica, centrada en el tema de la reencarnación, y con un desarrollo significado por la discordancia de edades de los protagonistas principales.
Birth inicia desde que hace 10 años, un día de invierno, un hombre joven murió en el parque mientras hacía jogging, y justo en ese mismo momento, nació un niño…
Por fin, Anna (Nicole Kidman) está preparada para superar la pérdida de su querido marido.
Ha pasado ya mucho tiempo desde su repentina muerte, y aunque le ha costado, poco a poco ha vuelto a vivir.
Está a punto de casarse con Joseph (Danny Huston), un hombre culto y agradable, que pacientemente la ha estado cortejando durante los últimos 3 años.
Su madre Eleanor (Lauren Bacall) está feliz con la noticia, al igual que su hermana embarazada, Laura (Alison Elliot) y que el marido de ésta, Bob (Arliss Howard)
Pero durante la celebración del cumpleaños de Eleanor, irrumpe en la casa familiar, un niño de 10 años llamado Sean (Cameron Bright) que pide hablar con Anna.
A solas con ella, le dice que es en realidad, su difunto marido Sean, y que no debe casarse con Joseph.
Al principio Anna se enfada con él, pero ante el comportamiento del niño, serio y tranquilo, pero decidido, y su insistencia en los sucesivos días, no podrá evitar sentirse afectada, y empieza a creerle.
Pero:
¿Es realmente posible?
La inquietante y surrealista figura del joven, va a trastocar a todos los miembros de la familia, que van a reaccionar de forma muy distinta.
La decisión de ambientar Birth en Nueva York, una ciudad que conecta con la imaginación en todas las partes del mundo, también encajaba con la percepción de Glazer de Birth, como un cuento de hadas.
Posee todos los elementos claves de los cuentos de hadas:
Un extraño que trastoca la rutina de una corte elegante, una princesa hermosa y aislada, una familia bien asentada, amenazada por el cambio, un amor que parece imposible.
Nueva York, con su aura de historia y poder, bien podría considerarse un reino, un lugar lleno de misterio y secretos.
Tiene enclaves ricos y privilegiados, que contrastan con los ruidosos barrios de las familias y negocios corrientes.
Y Central Park representa la naturaleza imprevisible, que se ve en los bosques encantados de tantos libros infantiles.
Al situar la historia en el mundo cerrado de una fábula, Glazer descubrió que le permitía cristalizar los temas centrales del amor, y la fe en los demás.
“Is Mr. Reincarnation enjoying his cake?”
Glazer seduce por lo radical de su planteamiento, porque huye de los convencionalismos, pero especialmente, por la forma en que cuenta Birth, y porque con una sutileza apabullante, casi sin que lo percibas, te va haciendo un estudio sobre la alta clase neoyorquina, sobre el estilo de vida de Anna, una viuda acomodada, culta, y que tras la muerte de su marido, se ha construido un mundo de lo más seguro, sobre todo seguro emocionalmente, y desde luego, que las imágenes te lo van demostrando, escena a escena.
Birth además, que mas que girar en torno a un argumento fantástico, gira en torno a los fantasmas del pasado, a los recuerdos, y sobre todo, a liberar las emociones largo tiempo reprimidas.
No solo tendría que destacar aquí el trabajo de la Kidman, que en mi opinión es la mejor interpretación que ha tenido nunca, hasta ese momento, alucinante como aguanta el primer plano en la escena en la obertura de la ópera de Wagner “Die Walküre, WWV 86B”, sino además el trabajo de Harry Savides, vaya atmosfera helada y enigmática que consigue crear a través de sus imágenes.
Jonathan Glazer, más que indagar en los aspectos de thriller, recarga la atención en el estudio psicológico de Anna, soberbiamente interpretada por Nicole Kidman, y a partir de la misma, en la exploración del amor y la pena.
Y el ejemplo perfecto de todo ello, sería el primer plano, sostenido durante más de un minuto, de Nicole Kidman cuando es sabedora de la presunta reencarnación de Sean, o el travelling inicial.
No es una dirección que persiga la crítica moral, o la exposición objetiva del guión, en el que, por cierto, Glazer participa, si no la exteriorización de todo ello, el análisis sincrético de unos comportamientos al límite, que el cineasta captura con el lazo de su cámara, haciéndolos tan próximos al espectador, que llegan a incomodar.
Es un complejo personaje, que compone de forma magistral, una Nicole Kidman, sin cuyo talento interpretativo, Birth sería incapaz de sostenerse, pues su Anna, navega siempre en el mismo límite de la credibilidad.
Basta con ver ese espeluznante plano fijo, en el concierto al que asisten Anna y su prometido Joseph, poco después de planteado el dilema, en el que se registra, cómo ella está considerando, por primera vez de forma seria, la posibilidad de que sea verdad lo que Sean plantea y, en consecuencia, su rostro va reflejando las terribles consecuencias de esa certeza, ajena su atención por completo, a todo lo que le rodea.
Es a través de ese progresivo abandono de Anna, a la dulce seducción que supone pensar que, tan fantástica premisa, pueda ser una realidad que nosotros, como espectadores, hacemos ese viaje con ella, por más que haya una vocecita en nuestro interior que nos avise, de que es una locura.
Al recaer más peso en el aspecto interior del personaje femenino central, con un gran exquisito trabajo técnico, y establecer tonos y narración en pos de la horadación emocional del mismo, más que en la resolución de la intriga planteada, Birth no será un título fácil de digerir para todo el mundo.
Las líneas puras del personaje de Kidman, se ampliaban también a su pelo, con lo que la actriz sufrió otra dramática transformación cinematográfica.
Glazer señala, que él y Kidman coincidieron en caracterizar a Anna, con un peinado corto, que enseñara toda la cara.
“Quería empezar desde cero con Nicole”, explica el director, “y ella estuvo de acuerdo.
Quería presentar el personaje de forma anónima.
Es difícil hacerlo con una estrella tan famosa, pero Nicole es una actriz tan maravillosa, que pudo sumergirse completamente en el papel”
Cameron Bright, ese niño de mirada adulta, que consigue provocar toda esa tensión a su alrededor con su simple presencia, su tenacidad insobornable, y su naturalidad desarmante, la escena del baño, que ha sido motivo de tan absurda polémica por los impresionables moralistas de siempre, es un modelo de planificación inteligente, y que plantea la misma duda en la mente del espectador.
Y la verdad es que, durante gran parte del metraje, lo consigue sin resultar inverosímil, véase por ejemplo la secuencia de Anna y Sean en la heladería, mientras hablan de sexo, o la escena en la que Anna se acerca a la cama, desde la que Sean la contempla expectante, gracias además del gran trabajo de interpretación citado, al esfuerzo del trabajo narrativo de una puesta en escena, medida al milímetro, que consigue generar tal clima que, al no jugar jamás Glazer con las cartas marcadas, ni manipular al espectador, éste puede ser capaz de asumir por propia voluntad, bien la propuesta más fantástica, bien la explicación más racional.
Y me ha gustado como se ha hecho el personaje de Joseph, ya que ciertas actitudes suyas son incomprensibles.
Tal vez porque él si le cree que el niño/Sean es realmente lo que es… un rival.
A Danny Huston, le intrigaba la forma en que el niño Sean, provoca reacciones muy distintas en los personajes adultos de Birth:
“En la religión hindú, por ejemplo, los dioses se ponen una máscara para presentarse de modo que una persona corriente pueda captar.
De alguna forma, este niño es el vehículo del espíritu del marido de Anna, y permite a todas estas personas, volver a tener experiencias con este hombre, en sus dimensiones particulares” citó.
Encontrar al niño apropiado para este papel, resultó ser el mayor reto en la selección del reparto.
Puede que Sean tenga 10 años, pero posee una seriedad adulta, que lleva a Anna a reconsiderar su vida.
“La idea central en esta historia de amor, es que el chico es un pre-hombre”, apunta Morris.
“Tiene que poseer cualidades de hombre, una especie de fuerza y seguridad en sí mismo, que no son normales en un niño de 9 o 10 años”
También, Anne Heche deja una huella más profunda que su mera presencia, haciéndose cargo de un rol secundario, a simple vista sencillo pero que, tras un giro argumental inesperado, entra en una dimensión tan compleja, como la de la misma protagonista.
¿Y qué decir de Lauren Bacall?
Pese a que parece ya resignada a que su mera presencia sea más que suficiente y aunque, efectivamente, en Birth, es incluso más puramente testimonial.
Empero, y muy a pesar de todos los aciertos mencionados, Birth no es una obra perfecta.
Su problema radica, estrictamente, en la racionalidad a la que se va encaminando en su bloque final.
Racionalidad necesaria para hacer lógica la historia aunque, inevitablemente, desluzca los niveles de solidez y atrevimiento, que había alcanzado hasta entonces.
La ambigüedad aparente, puede frustrar a algunos, los temas aplicados no son determinantes, y bastante puntos que atañen a la lógica del proceso de averiguación de la verdadera identidad del niño, y la reacción de algunos personajes a esta cuestión, pueden resultar veleidosos, y seguramente, poco desarrollados, no elevándose, si no se entra en la atmósfera que busca Glazer, la cuestión intrigante de la curiosa premisa inicial.
Su desenlace, no ayuda en exceso a aclarar los propósitos de Birth, si acaso no los confunde todavía más, pues es lo suficientemente abierto y ambiguo, como para aumentar las dudas, planteando 2 posibles alternativas, ninguna de las cuales, encaja por entero con los hechos, y una tercera, a la que el guión no presume señalar.
Birth deja muy abiertas algunas posibilidades, y eso es fabuloso en el cine, hacer partícipe al espectador de una obra, otorgarle el derecho de reflexionar sobre un film, en donde se dan las pistas necesarias para cada uno poder tejer una estructura perfectamente tan válida, como la de otra persona:
El niño recoge las cartas dejadas por Clara (Anne Heche), y las abre y las lee.
Con ello, el espectador puede pensar... es un niño paranoico, con problemas, y que se ha enamorado de Anna, y no ha encontrado mejor manera de acercarse a ella, o llamar su atención, que hacerse pasar por su marido.
Pero aquí viene una pregunta:
¿En las cartas de amor, acaso dice que Sean ha muerto?
Como sabe tantas cosas de los demás familiares…
Lo curioso es que en un principio, puede parecer que no conozca nada de Anne Heche, justamente, la única que persona que seguro no sale en dichas cartas, pero:
¿Por qué al inicio, Sean la sigue?
La escena del baño, hacía el final, revela lo dicho, esa mirada triste del niño, nos viene a decir que está mintiendo para no dañar a Anna.
Prefiere que se enfade con él, antes que sepa que la engañaba.
Una escena formidable, y que resume Birth.
Anteriormente, hay otra escena en el baño, mucho más polémica, y que vista la naturalidad del personaje de Sean, realza la hipótesis de una verdadera reencarnación.
Sean prefiere seguir con su vida de niño, y hacer creer a Anna, que todo fue una farsa, a romper la memoria de su difunto marido, que en el fondo es él reencarnado.
Finalmente, y tras la boda entre Anna y Joseph, ver esa escena final en la playa, con Anna en lágrimas, porque claramente en el fondo, sabía que ese niño era Sean, y que siempre le amará…
Al principio de Birth, vimos cómo Clara, acudía al cumpleaños de Anna, con todas esas cartas sin abrir como regalo, pero en el último momento, no se sintió capaz de hacerlo, y las enterró cerca del piso donde vive la Kidman.
Nosotros no somos conscientes entonces, de qué es lo que contiene ese paquete, ni de quién es esa persona que huye llorando del cumpleaños.
Al parecer, el chico las encontró después, y en su mente, creó una situación probablemente irreversible para los implicados, pues en el final, aparece Nicole vestida de novia para casarse por fin, pero en un momento dado, echa a correr llorando hacia la playa:
Ese chico le ha abierto los ojos, le ha hecho descubrir, que no quiere a esa persona con la que se va a casar tanto como quería a su marido, quien le era infiel sin que ella lo supiera, tal vez el aspecto más oscuro, triste, y a la vez interesante de todo esto, pero sobre todo, descubre que se ha vuelto a enamorar, y no necesariamente del chico, ni de su marido.
Se ha enamorado de su recuerdo…
Desconozco si el interés de sus autores, se limitaba a sostener un misterio pasajero, en cuyo caso, no resultaría satisfecho por su conclusión, a reflexionar sobre los indestructibles lazos románticos, o acerca de las posibilidades que se hallan más allá de la muerte, o me inclino por esto último, a retratar cómo una persona culta, inteligente, y de mentalidad escéptica, es capaz de ceder a la sinrazón de los sentimientos, por delante de la lógica, y las evidencias empíricas.
Un gran acierto de Birth, es hacer que el espectador sepa todo el asunto de la amante, sin que la protagonista llegue a saberlo nunca.
Llega un momento, en que el espectador sabe mucho más que el personaje de Nicole Kidman.
Eso hace que podamos ver sus sentimientos con distancia, con ironía, lo cual intensifica lo penoso de la situación.
Sentimos compasión hacia ella, uno de los propósitos de la tragedia clásica griega.
Birth prefiere ser un oscuro cuento moral, de raíces fantásticas, sutilmente erótico por momentos, y profundamente cerebral en la mayoría, real y onírico a la vez, con un sentido del humor tan perverso y soterrado
Por último, la soberbia banda sonora compuesta por Alexandre Desplat, redondea las más importantes características de Birth.
El tema que abre Birth, de un cierto aire “mendelssohniano”, muestra a un corredor seguido por un larguísimo “travelling” de espaldas, que nunca varía su posición.
Ello sienta las constantes de la inmensa importancia que la música tendrá a lo largo de Birth.
Más allá de un mero acompañamiento sinfónico, los temas de Desplat, añadirán un inmenso bagaje para la completa comprensión de los estados anímicos, y las situaciones de absoluta incomodidad en que los personajes se encontrarán.
Siempre manteniéndose a distancia, aunque descubriendo un sinfín de matices, que van más allá de la imagen, o los recursos actorales, y que sólo la música es capaz de dejar de manifiesto.
“You certainly had me fooled.
I thought you were my dead husband... but you're just a little boy in my bathtub”
El psiquiatra Ian Stevenson, de la Universidad de Virginia, ha investigado numerosos informes de niños, que afirmaban recordar una vida pasada.
Llevó a cabo más de 2,500 estudios del caso, en un período de 40 años, y publicó 12 libros, incluyendo:
“Twenty Cases Suggestive of Reincarnation” traducido al español como “Veinte Casos que Hacen Pensar en La Reencarnación”; y “Where Reincarnation and Biology Intersect”
Stevenson documentaba metódicamente, las declaraciones de cada niño, y posteriormente encontraba la identidad de la persona fallecida, con la que el niño se había identificado, y verificaba los hechos de la vida de la persona fallecida, que coincidían con los recuerdos del niño.
También encontró coincidencias de marcas y defectos de nacimiento, con las heridas y cicatrices del fallecido, certificadas por historias clínicas, así como por fotografías de autopsias, en su libro “Reincarnation and Biology”
Stevenson buscó evidencias refutatorias, y explicaciones alternativas a los informes, y pensaba que sus estrictos métodos descartaban todas las posibles explicaciones “normales” para los recuerdos de los niños.
Sin embargo, una gran mayoría de casos de reencarnación notificados por Stevenson, se originaron en sociedades orientales, donde las religiones dominantes, a menudo, permiten el concepto de reencarnación.
A raíz de este tipo de crítica, Stevenson publicó un libro sobre casos europeos del tipo reencarnación:
“European Cases of the Reincarnation Type”
Otras personas que han llevado a cabo investigaciones sobre la reencarnación, incluyen a:
Jim B. Tucker, Brian Weiss, y Raymond Moody.
Algunos escépticos, como Paul Edwards, han analizado muchos de estos relatos, llamándolos “anecdóticos”
Los escépticos sugieren, que las afirmaciones de evidencia de la reencarnación, se originan en el pensamiento selectivo, y en los falsos recuerdos, que a menudo, resultan de un sistema de creencias propio, y de miedos básicos, y por tanto, no se pueden tener en cuenta como evidencia empírica.
Carl Sagan se refiere a los casos, aparentemente de las investigaciones de Stevenson, en su libro “The Demon-Haunted World”, como un ejemplo de datos empíricos, cuidadosamente recolectados, aunque rechazó, como mezquina, la reencarnación como una explicación de los relatos.
Una objeción a las afirmaciones sobre la reencarnación, incluye el hecho de que la gran mayoría de la gente, no recuerda vidas anteriores, y que no hay ningún mecanismo conocido por la ciencia moderna, que permita a la personalidad, sobrevivir a la muerte, y viajar a otro cuerpo.
Investigadores como Stevenson, han reconocido esas limitaciones.
Otra de las objeciones a la reencarnación, que ya fue propuesta por Tertuliano, es que sería inconsistente con el crecimiento de la población.
Dicha objeción ha sido refutada en la actualidad, siendo compatible el crecimiento de la población humana, con la hipótesis de la reencarnación.

“I guess we'll meet in another life”



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