Constantine

“Hell wants him.
Heaven won't take him.
Earth needs him”

La verdad es que, La Mitología Judeocristiana, es de una riqueza tal, que da para lo que haga falta.
Muy diversa ha sido la naturaleza de los defensores de la luz:
Religiosos de ferviente fe, cazadores sin escrúpulos, captados por una causa justa; seres del averno, que optan abandonar el bando demoníaco, para proteger a la humanidad que los rechaza…
Del mismo modo, han combatido a las tinieblas con armas de diferente procedencia, pero de semejante efectividad.
Imposibles artefactos medievales, amuletos de todo tipo, o simplemente, el odio por lo infernal, han sido útiles a la hora de derrotar a los enemigos de la luz.
John Constantine es un personaje ficticio de DC Comics, creado por Alan Moore, y el dibujante Stephen Bissete, para la revista Swamp Thing, en el número 37, de junio de 1985.
Se ha señalado en varias ocasiones, su gran parecido al cantante británico Sting; y se cree, que este parecido, fue una sugerencia de Bissete.
Constantine es reconocido por su gabardina color beige, que lleva en todo momento, y en toda ocasión.
Es un gran conocedor de la oscuridad y de sus criaturas.
Estudió con Zatanna, de la que fue pareja; Zatanna Zatara es un personaje ficticio de DC Comics, ex miembro de La Liga de La Justicia, cuya característica primordial, era el dominio sobre la magia.
Al poco tiempo de su aparición en Swamp Thing, se creó su propia serie:
“Hellblazer”
A diferencia de otros magos del mundo del cómic, Constantine rara vez utiliza hechizos mágicos; a menos que, se encuentre en combate.
La mayoría de los desafíos que enfrenta, los supera haciendo uso de su astucia, su vasto conocimiento de las ciencias ocultas, la manipulación de sus aliados y enemigos, y una extensa lista de contactos.
La sangre de Constantine está contaminada; primero por una transfusión de sangre al demonio Nergal, y luego por mantener relaciones sexuales con un súcubo.
Ésta también ha demostrado, tener propiedades curativas, y le sirvió como mecanismo de defensa, cuando fue atacado por El Rey de Los Vampiros.
En general, Constantine evita los combates físicos contra sus enemigos, y solo gana estos, con armas mágicas, o juego sucio.
Constantine, también exhibe un dominio considerable de la hipnosis, la prestidigitación, y el escapismo.
Desde las botellas de agua bendita que Constantine mantiene como anillo defensivo alrededor de su apartamento, hasta los amuletos, y la multitud de restos individuales de objetos religiosos que usa como poder y protección, Constantine utiliza un cambiante, e idiosincrásico arsenal de artículos para hacer su trabajo, y mantenerse vivo.
La mayor parte de esos artículos, se los proporciona su amigo Beeman, mediante complicados trueques con una red de agentes clandestinos en todo el mundo.
Beeman, el experto historiador y erudito, es capaz de conseguir objetos tan codiciados, como fragmentos de piedra del camino a Damasco; virutas de bala de un intento de asesinato del Papa; una lechuza de Amityville; un trozo del sudario de Moisés; numerosas cruces y otros iconos religiosos, bendecidos por clérigos de alto rango a lo largo de los tiempos; y, tal vez lo más inexplicable, una ampolla de aliento de dragón muy inflamable, que produce una llamarada de 3 metros, de un calor abrasador como un lanzallamas.
Tomando la estética de la serie negra, y algunos elementos de la tradición gótica, John Constantine era una mezcla de exorcista, brujo, e investigador, que utilizaba sus limitados poderes mágicos, para combatir a los demonios que se paseaban por La Tierra, siendo ésta, el escenario de la eterna batalla entre El Cielo y El Infierno, que reducía a los humanos, al papel de meros títeres.
El tono general de la serie, demasiado larga ya para comentar su historia en detalle, es sobrenatural, siempre virando hacia el costado demoníaco de todo tipo de creencias a lo largo del mundo.
Constantine, experto en esto, se encarga de diversos asuntos ocultistas, a veces también, lidiando con otros problemas personales del protagonista, que poco tienen que ver con lo sobrenatural, y más con su incapacidad para relacionarse con otros, ya sean amigos o familia, recurriendo a todo tipo de herramientas y conocimientos no reducidos a un solo cúmulo de creencias.
A lo largo de todas sus aventuras, es acompañado por diversos amigos y/o familiares, quienes eventualmente desaparecen, mueren, o se alejan, incapaces de mantener el ritmo de John, o simplemente de comprenderlo.
“I know I'm not one of your favorites, and I'm not welcomed in your house, but I could use a little attention, please”
Constantine es un cómic de acción y terror, del año 2005, dirigido por Francis Lawrence.
Protagonizado por Keanu Reeves, Rachel Weisz, Shia LaBeouf, Tilda Swinton, Pruitt Taylor Vince, Djimon Hounsou, Gavin Rossdale, Peter Stormare, Michelle Monaghan, José Zúñiga, entre otros.
Con un guión de Kevin Brodbin y Frank Cappello, se basaron en John Constantine, personaje de los cómics de “Hellblazer” de DC Comics.
En el cómic, el protagonista es de Liverpool, Inglaterra; mientras que la película se desarrolla en Los Angeles, Estados Unidos.
John Constantine (Keanu Reeves), ha estado en el infierno, y ha vuelto.
Nacido con un don que no deseaba, la capacidad de reconocer claramente a los ángeles y a los demonios híbridos que andan por La Tierra bajo un aspecto humano, Constantine se vio empujado a quitarse la vida, para escapar de sus visiones atormentadoras.
Sin embargo, en contra de su voluntad, resucitó, y se vio de nuevo en el mundo de los vivos; aunque debido a su intento de suicidio, se convirtió en un ser mortal.
A partir de entonces, patrulla la frontera terrenal, entre El Cielo y El Infierno, esperando en vano, ganarse la salvación, enviando a los esbirros del Diablo, devuelta a las profundidades.
Pero Constantine no es ningún santo:
Desilusionado por el mundo que le rodea, y enfrentado con el más allá, es un héroe amargado, que fuma en exceso, lleva una vida dura, y desprecia la sola idea de heroísmo.
Pero cuando una desesperada, pero escéptica detective de policía, Angela Dodson (Rachel Weisz) consigue su ayuda, para resolver la misteriosa muerte de su querida hermana gemela, Isabel, su investigación les lleva a través del mundo de demonios y ángeles, que está bajo Los Angeles.
Atrapados en una serie de eventos sobrenaturales catastróficos, los 2 se encuentran involucrados, y tratan de encontrar su propia paz, a cualquier precio.
El protagonista es un hombre socarrón, atención a algunas de las frases que suelta por su boca, algo engreído y maleducado, que afronta su cometido en el mundo de los vivos, con una única esperanza:
La de obtener una redención divina, que le permita descansar en La Eternidad.
En su obstinación, no se percata de que su deseo no se cumplirá, por el simple hecho de realizar unas determinadas misiones que agraden a Dios, ya que ha de brotar en su interior, un sentimiento altruista, que hasta el momento, no ha sabido encontrar.
Queda claro, que Constantine no es un exorcista clásico, en el sentido de como el cine nos ha habituado a verlos, y que en la actitud sarcástica, hasta cierto punto despreocupada del personaje, hay una clara intención de demostrar su falta de entusiasmo por las cosas que hace.
Expulsar demonios de este mundo, no es algo que le cause un excesivo placer, es simplemente algo que debe hacerse, ni tampoco parece sentirse cómodo con las habilidades que tiene, porque el papel que le toca jugar en el complicado juego de ajedrez que ángeles y demonios practican con nosotros, atrapados como peones, no le ofrece al protagonista, recompensa alguna por sus actos.
Así, el exorcista que ha estado en El Infierno, John Constantine, nos introduce en un mundo de Magia y caos dimensional que rodea a nuestro universo, situando al espectador, en un soporífero contexto, donde los oscuros escenarios, pretendidamente lúgubres en la faceta emocional del rol torturado que interpreta el siempre hierático Keanu Reeves, transitan entre el estereotipo, y el más reiterado déjà vu del reverso más execrable del terror actual.
“Heaven and hell are right here, behind every wall, every window, the world behind the world.
And we're smack in the middle”
Constantine, que fue recibida por los críticos de cine con reacciones mixtas, retrata a John Constantine, como un cínico con la capacidad de percibir y comunicarse con semi-ángeles y semi-demonios, en su verdadera forma.
Busca la salvación de la condenación eterna en El Infierno, por un intento de suicidio en su juventud.
Constantine exorciza los demonios de vuelta al infierno, en un intento de ganarse el favor de Los Cielos, pero se ha convertido en trabajo de tiempo completo.
Con la muerte inminente, ayuda a un detective de policía con problemas, y aprende la verdad acerca de la muerte de su hermana, mientras simultáneamente, se desentraña una trama mucho más grande y oscura.
Constantine es una película sobre el bien y el mal, negros o blancos, sin grises intermedios, y adapta muy libremente al personaje, su forma de ser, y la naturaleza general de sus aventuras.
Ya desde el principio, Constantine es un cazador de demonios, que trabaja para las huestes divinas.
No hay más Cielo ni Infierno que el cristiano, y eso marca un gran choque con lo que es la mitología interna de la serie en papel, que mezcla todas las creencias del mundo, generando un universo, donde conviven todo tipo de criaturas y demonios de distintas religiones.
Una mención aparte, merece la evidente influencia del cristianismo en casi todas las producciones en celuloide que tocan la palabra “demonio”
Aparentemente, si decimos “demonio” es obvio que hablamos de un demonio según el bestiario católico, y no según los mitos griegos, o hindúes, lo cual cambia la idea del bien y el mal radicalmente.
Otros aspectos enfrentados respecto del carácter de John, es la acción vs el conocimiento.
En el comic, John sabe.
Sabe muchísimo.
Cómo conjurar demonios, como controlarlos, quién es quién en el mundo sobrenatural, y donde pertenece.
No anda cazando demonios por ahí, y muchas veces se discute, cual es la gracia de poseer dicho conocimiento, y no poder usarlo para cosas realmente importantes o, en su caso, salvar su alma de alguna manera.
En la película ocurre lo contrario:
Constantine es un cazador lleno de armas de carácter religioso, que revienta demonios a balazos bendecidos.
El esoterismo está, pero toma más importancia la acción, y la lucha contra demonios, que los conflictos internos de los personajes, y el misticismo general de la serie.
Segundo y, quizás, importantísimo, la capacidad de redención.
Ahora sí, veamos algunos detalles de la historia para entender.
En “Dangerous Habits” ediciones #41-46, Constantine termina al borde de la muerte.
Atrapado entre la espada y la pared por su cáncer, y su condenación inevitable, recurre a una estratagema para liberarse:
Engaña a Los Tres Reyes del Infierno, y les vende el alma por separado, luego de lo cual, se corta las venas.
Corruptos por naturaleza, y hartos de los problemas que les ha dado a lo largo de su vida, su alma es preciadísima entre todos ellos, y ninguno está dispuesto a cederla.
La muerte de Constantine originaría, entonces, una lucha que llevaría a Los Tres Reyes a la destrucción total, dejando al paraíso, como único ganador.
Por ello, se ven forzados no solo a salvarlo de este “suicidio” sino también a curarle el cáncer de pulmón, para vivir hasta que encuentren una forma de solucionar el problema.
Feliz, Constantine enciende otro cigarro, la razón de su cáncer, demostrando que no aprendió nada, ni está dispuesto a dejar de fumar para salvarse, y los manda “de paseo a todos”, regodeándose de su triunfo, frente a Los Tres Demonios.
En la película, esto ocurre de manera diferente.
El hijo del Demonio, Mammon, intenta pasar del Infierno a la realidad, y para eso debe poseer a una mujer, Angela, que literalmente, lo pariría.
Para detener esto, en el clímax de la obra, John se corta las venas, provocando también, que El Diablo venga a buscar su alma y, de paso, note el plan de su traicionero hijo.
El Diablo se lleva a Mammon, libera a Angela, e intenta reclamar el alma de John.
Sin embargo, no cuenta con el hecho de que, lo que El Cazador de Demonios hizo, lo redimió, pues dio su vida a sabiendas de lo que podía pasarle, solo para salvar a Angela.
El Diablo, como en el comic, lo salva antes de que muera, y le dice que estará ahí para verlo corromperse de nuevo, aunque supuestamente, ya esta salvado del Infierno.
Al final, se ve al héroe de espaldas, llevándose a la boca, algo que no vemos, y nos damos cuenta de que es simplemente, un chicle.
Por más que a alguno pueda parecerle un dato menor, ese detalle resulta clave a la hora de definir “adaptación fiel” y “adaptación libre”
El personaje del comic, es un alma torturada que, aunque a veces lo intenta, está condenada a la soledad y el fracaso.
Fracaso no leído como fracaso ante las batallas que debe lidiar, sino fracaso como ser humano.
No puede tener relaciones duraderas, la gente cercana a él muere... es un humano fracasado.
El tono general de la historieta, es oscuro y trágico.
Constantine se ve definido por la tragedia sin solución.
En la película, este aspecto es destruido en pos del final feliz.
El típico mensaje “el hombre aprende de sus errores y puede redimirse” se erige como moraleja y así, se rompe la esencia que da valor a la obra original.
Por desgracia, buena parte de las inquietudes que subyacían a la historia gráfica, han desaparecido al transportarla al ámbito estadounidense, con lo cual se ha esfumado tanto su peculiar toque británico, como las particularidades de una determinada sociedad, que ayudaban a configurar el relato.
Aun con estas notables diferencias, es el carácter irónico, decadente, y canalla del propio Constantine, el que ha sufrido mayores daños, al entregarle su ejecución, a un actor tan anodino como Keanu Reeves
Ante ese peligro palpable, de caer irremisiblemente en el abismo del tópico, el público empieza a ver al Constantine de Reeves, peligrosamente parecido al Neo de “The Matrix” (1999)
A una Rachel Weisz, que no conquista igual que en las primeras escenas, a las apariciones de ángeles y demonios, con nombre propio como algo ridículo, a la identidad del enemigo final, como una obviedad, y al modernísimo estilo del director, como un medio exagerado y repetitivo, de suplir las carencias de esta última parte.
De ahí que la entregada actuación de Rachel Weisz, como pareja romántica, quede desaprovechada, o que incluso, lamentemos que no se haya explotado más certeramente, la participación de la andrógina Tilda Swinton, como Gabriel, o del satánico, Peter Stormare como Lucifer.
También, se echa en falta, una mayor definición de los caracteres secundarios, algunos reducidos por su fugaz intervención, a la mera anécdota, caso de:
Chas Kramer (Shia LaBeouf), Papa Midnite (Djimon Hounsou), o el Padre Hennessy (Pruitt Taylor Vince)
Con todo, Constantine posee un arranque bastante prometedor, probablemente, la escena del exorcismo inicial, sea uno de sus mejores y únicos tantos, y algunos aciertos aislados, es una lástima que el tabaquismo del protagonista, recogido por esa estupenda metáfora de la araña atrapada en el humo del vaso, degenere en un spot de La Liga Anti-Tabaco, pero el resto, sólo despunta por su tediosa mediocridad, y por su caótica inconcreción.
Una de las escenas más impactantes, tiene lugar en los primeros minutos de metraje, cuando un indígena, es arrollado por sorpresa por un coche, saliendo ileso del aparatoso choque; y todo lo que tenga que ver con ese mexicano…
Afortunadamente, las carencias narrativas de Constantine, son bastante bien compensadas por una estética envidiable; las visiones del Infierno, como un mundo devastado por el fuego, con grandes parecidos, por cierto, a un apocalipsis atómico, te dejan bastante impresionado, pero además, la particular apariencia de Los Angeles, como Gabriel, quien en un gran acierto de casting, es interpretado por una mujer, y el diseño de las criaturas, semejantes a los cuadros de El Bosco, son sin duda lo mejor de todo.
Por otra parte, el mundo de John Constantine, es un lugar oscuro y deprimente.
Visualmente, es la auténtica definición del clásico cine negro, con sus escenas urbanas nocturnas, sus profundas sombras, las esquirlas de las farolas sobre el asfalto mojado, y el humo arremolinándose suavemente, todo ello interpretado por sesgados ángulos de cámara, y una iluminación expresionista.
“El estilo global”, comenta la productora Lauren Shuler Donner, “es saturado y hermoso, pero áspero.
En cierto sentido, evoca una sensación de época, pero es totalmente contemporáneo”
Los magníficos efectos especiales, están como debe ser, al servicio de la historia, y no el revés como suele ser habitual, es destacable por ejemplo, la visión de ese Infierno en Los Angeles, que ofrece Constantine, o el furioso ataque de un demonio, compuesto de insectos y bichos varios, el cuidado diseño de producción, no exento de multitud de referencias religiosas, y la tenebrosa fotografía, ayudan a recrear una inquietante atmósfera, a medio camino entre lo gótico, y el cine negro, que resultan particularmente efectivos, en las escenas en las que contemplamos El Infierno, o en el fragmento en el que Angela atraviesa las paredes de un edificio.
Como dato curioso, en Constantine aparece el libro de Jules Michelet:
“Historia del Satanismo y La Brujería”
Este libro, es una de las obras referenciales, sobre el estudio de ambos temas.
Aquí, no existe un trasfondo siniestro, en cuanto a imaginería Judeocristiana se refiere, y abusa en todo momento, de una parafernalia satánica no justificada, pasando de puntillas, en todo aquello que se insinúa.
Gran parte del paisaje del Infierno, es una versión hostil y deteriorada de nuestro propio mundo; sus habitantes tienen el aspecto que tenían cuando llegaron allí, pero están igualmente degenerados.
El mundo, visto a través de los ojos de John Constantine, está poblado por una variedad de híbridos demoníacos, que viven entre sus huéspedes humanos, sin que se detecten sus auténticas naturalezas, y con sus espantosos rasgos, apenas enmascarados por rostros humanos que pueden transformar a su voluntad.
Entretanto, en el propio Hades, demonios y “seplavitas” o “comedores de almas” merodean por el paisaje en ruinas.
Los “seplavitas” son un subgénero de los condenados, presentados en Constantine como carroñeros sin alma, sin vista, y sin mente, que se basan sólo en el olor, para correr tras los recién llegados al Inframundo, y alimentarse de ellos.
Estaban inspirados, cómo no, en fotos de cadáveres utilizados en medicina, con sus cerebros extraídos, que el director había visto.
Ahora no tienen alma, ni cerebro, ni ojos, sólo conductos nasales, y bocas, y unos cuerpos larguiruchos y encorvados, que sólo pueden arrastrarse en busca de comida.
En Constantine, Dios no es tan compasivo… es una fuerza que se rige por reglas, y bajo ninguna instancia las rompe.
Se lo ve como una fuerza, que solo lucha por sus intereses, donde los humanos somos peones, y nada más.
Dios, El Diablo, Los Arcángeles, Los Demonios… todos luchando por sus propios intereses… el resto, no importa en lo absoluto.
Si Dios es alejado del protagonismo, como suprema instancia, los demás órdenes de realidad, se alteran y barajan al gusto del entretenimiento.
Gabriel, se ha cansado de La Misericordia Divina, y quiere hacer sufrir a los hombres, para que así sean dignos del amor de Dios.
Satanás cura al protagonista, para que así, en el uso de su libertad, se pueda condenar.
El hombre, puede darse un paseo por El Infierno, calculando bien la bajada, y enterarse como están por allí las cosas…
Los Demonios aparecen por aquí y por allá.
Las cartas de Pablo a los Corintios, resulta que son 20.
Y El Diablo, también tiene un hijo, que se llama Mammon, y que quiere tener su propio reino del mal.
Todo ello, acompañado por imágenes del Infierno, como un lugar donde todo ha sido destruido, y permanece sumido en la niebla, donde aparecen distintos tipos de demonios que hacen de las suyas.  Y es cuando Dios queda en la lejanía, y el alma tiene abonado el terreno al hombre, le queda soportar la tragedia.
Así, la vida de los hombres, es el lugar de castigo para los ángeles despistados como Gabriel.
Únicamente le queda al hombre, el destino de continuar combatiendo el mal, y confiar en el amor divino, que “a quien tienen fe, todo se le perdona”
Simplificación radical de la libertad y el amor, como tareas del hombre llamado a ser “imagen de Dios”
Aún así, Constantine consigue interesar bastante, la trama que cuenta que La Tierra no es otra cosa que el patio de juego de Dios y Lucifer, y que nosotros somos únicamente sus peones, está muy bien llevada, y algunos diálogos poniendo en entredicho ciertos tópicos de la religión, le costó a que Constantine fuera prohibida en algunos países, imagino que cosas como:
“Dios es un solo un chiquillo, y hace con nosotros lo que se le antoja” no debieron de ser muy bien recibidas por los sectores más fundamentalistas, claro que si iban a ver una cinta de ángeles y demonios, no sé que esperaban ver…
“The wager between heaven and hell is on Earth”
Un médium vidente, es una persona que tiene el don de ver a la gente, regresar a algún momento, o suceso donde hubo algún pasado aterrador, y puede ver que pasó, como se hizo, quien lo hizo, donde pueden estar, etc., por ejemplo, en Estados Unidos están usando mucho a los médium, para resolver asesinatos donde no encuentran el cuerpo de la persona asesinada, pues con algunas pistas, empieza a tener visiones de donde está la persona enterrada.
Los médiums videntes, están dotados de la facultad de ver a los espíritus.
Los hay que gozan de esta facultad en estado normal, estando enteramente despiertos, y conservando un recuerdo exacto; otros no lo tienen, sino en un estado de sonambulismo, o próximo a él.
Esta facultad, rara vez es permanente; casi siempre, es efecto de una crisis momentánea y pasajera.
Se pueden colocar en la categoría de los médiums videntes, todas las personas dotadas de la doble vista.
La posibilidad de ver los espíritus en el sueño resulta, sin contradicción, de una especie de mediumnidad, pero no constituye, propiamente hablando, los médiums videntes.
El médium vidente, cree ver por los ojos como los que tienen la doble vista; pero en realidad, es el alma que ve, y esta es la razón por la cual, ven tanto con los ojos cerrados, como con los ojos abiertos; de donde se dice que un ciego puede ver a los espíritus, como el que tiene la vista intacta.
Se podría hacer sobre este último punto, un estudio interesante:
El de saber si esta facultad, es más frecuente entre los ciegos.
Espíritus que fueron ciegos, nos han dicho que en vida, tenían por el alma la percepción de ciertos objetos, y que no estaban sumergidos en la negra obscuridad.
Es preciso distinguir las apariciones accidentales y espontáneas, de la facultad propiamente dicha de ver a los espíritus.
Las primeras, son frecuentes sobre todo, en el momento de la muerte de las personas que se han amado, o conocido, y que vienen a advertir que no pertenecen ya a este mundo.
Hay numerosos ejemplos de hechos de este género, sin hablar de las visiones durante el sueño.
Otras veces, son igualmente de parientes o amigos, que aunque muertos de más o menos tiempo, aparecen ya sea para indicar un peligro, ya sea para dar un consejo, o pedir un servicio.
El servicio que pueda reclamar un espíritu consiste, generalmente, en el cumplimiento de una cosa que no ha podido hacer en vida, o en el socorro de las oraciones.
Estas apariciones, son hechos aislados que tienen siempre un carácter individual y personal, y no constituyen una facultad propiamente dicha.
La facultad consiste, en la posibilidad, si no permanente, al menos muy frecuente, de ver cualquier espíritu que se presenta, por extraño que nos sea.
Esta es la facultad, que constituye propiamente hablando, los médiums videntes.
Entre los médiums videntes, los hay que sólo ven a los espíritus que se evocan, y de los cuales, pueden hacer la descripción con una minuciosa exactitud; describen con los menores detalles sus gestos, la expresión de su fisonomía, las facciones, el traje, y hasta los sentimientos de que parecen animados.
Hay otros en los cuales, esta facultad es más general; ven toda la población espiritista ambiente ir, venir, y hasta podría decirse, cumplir sus misiones.
La facultad de ver a los espíritus puede, sin duda, desenvolverse, pero es una de aquellas, cuyo desarrollo natural, conviene esperar sin provocarlo, si no se quiere exponer a ser juguete de su imaginación.
Cuando el germen de una facultad existe, se manifiesta por sí misma; en principio, es necesario contentarse con las que Dios nos ha concedido, sin investigar lo imposible; porque entonces, queriendo tener demasiado, se arriesga el perder lo que se tiene.

“I guess there's a plan for all of us.
I had to die… twice… just to figure that out.
Like the book says, he works his work in a mysterious ways.
Some people like it… some people don't”



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