Esclarmonde

“Esprits de l’air!
Esprits de l’onde!
Esprits du feu!
Hatez-vous d’accomplir le veu d’Esclarmonde!
Entendez ma voix!”

Se le llama “libro de caballerías” o “novela de caballerías” a un género literario en prosa de gran éxito y popularidad en España, y en menor grado en Portugal, Francia y la península Itálica en el siglo XVI, que narraban las hazañas o proezas de un caballero.
En particular, “Parthénopéus de Blois”, es un largo poema del género novela de caballerías, escrito en francés antiguo, de 1170 a 1180; y su autor es desconocido, posiblemente fuera el autor Denis Pyramus, un monje benedictino de Bury St. Edmunds Abbey, y poeta anglo-normando que estuvo activo en la segunda parte del siglo XII, y principios del XIII.
Parthénopéus, de la familia de Los Condes de Blois, era el sobrino del Rey de Francia, Clovis; que se pierde durante una cacería de jabalíes en el bosque de Ardenne; y se transporta a un barco mágico, Chef d’Oire, a una maravillosa ciudad del Imperio Bizantino, donde viven en un castillo misterioso, habitantes invisibles junto a Melior, Emperatriz de Constantinopla; enamorándose de ella por su maravillosa belleza.
Ella se une a Parthénopéus todas las noches durante 2 años y medio, pero le prohíbe ir buscarla…
Parthénopéus debe regresar a Francia para defenderse de los sarracenos, y su madre lo convence, de que Melior es una criatura diabólica; por lo que regresa al castillo con una linterna encantada, cuya llama nunca muere, que su madre le ha dado; así puede ver a Melior descubierta, sin el velo, en toda su belleza; pero ella lo persigue porque ha perdido todos sus poderes mágicos...
Desesperado, Parthénopéus es llevado por la nave mágica al bosque de Ardenne; donde la hermana de Melior lo lleva de regreso a Constantinopla; donde, sin identificarse, triunfa en el curso de un torneo contra los otros contendientes de Melior, y luego puede casarse con ella.
La historia mezcla 2 patrones narrativos:
Uno proviene de la Antigüedad latina, del mito de Cupido y Psyché; y el otro viene del asunto de Bretaña:
La estancia en “el otro mundo de un mortal con un hada” con una inversión de los roles de los protagonistas que sustituyen a la pareja de dioses mortales por una pareja de hadas mortales.
El nombre de Parthénopéus, parece estar inspirado en el de un héroe griego de Los 7 contra Tebas, Parthénopée.
También vimos una forma derivada de Parthenay, debido a las similitudes entre esta historia y la leyenda de Mélusine, sujeto a la casa de Lusignan, dado que los señores de estos 2 lugares estaban conectados.
La historia también ha sido comparada con la historia artúrica de “Le Beli Inconnu”; pero el romance, o una versión derivada de él, fue traducido al nórdico antiguo como La Saga Partalópa.
El cuento, tuvo una continuación en las aventuras de Fursin o Anselet, el sobrino de Sornegur; y es en esencia, una variante de la leyenda de Cupido y Psyché.
Sobre los hechos se basa “Esclarmonde”, una ópera en IV actos, con prólogo y epílogo, con música de Jules Massenet, sobre un libreto en francés de Alfred Blau y Louis de Gramont.
La historia de la ópera, se basa en ese cuento de caballería medieval; no obstante, a diferencia de la protagonista  original que se llama Melior; el nombre de Esclarmonde se tomó prestado de otra “chanson de geste” del siglo XIII:
Huon de Bordeaux.
Aunque la Esclarmonde que aparece en Huon, es completamente diferente de su contraparte operística, Huon claramente sirvió como base de al menos parte del libreto de la ópera.
De esa manera, Alfred Blau descubrió “Parthénopéus” en 1871 en la biblioteca de Blois, donde se refugió durante el tiempo de La Comuna de París.
El libreto fue originalmente llamado “Pertinax”; primero se redactó en prosa, y más tarde fue versificado por el colaborador de Blau, Louis de Gramont.
En esa forma se creó un melodrama romántico que fue ofrecido en 1882 al compositor belga, François-Auguste Gevaert, quien, sin embargo, se negó a establecerlo.
Pronto el libreto encontró su camino en las manos de Massenet, aunque las circunstancias precisas en que esto ocurrió, siguen siendo un misterio…
Se dice que el 1 de agosto de 1886, Massenet y su editor, Georges Hartmann, asistieron a una representación de “Parsifal” de Richard Wagner en El Festival de Bayreuth, un evento que impresionó profundamente al compositor, y tuvo una influencia significativa en su música; de hecho ya había visto todo “El Ciclo del Anillo” cuando se produjo en Bruselas en 1883; y en sus memorias, que fueron compiladas en 1911 cerca del final de su vida, Massenet atribuye la creación del papel de Esclarmonde, a una reunión casual con Sybil Sanderson en algún momento de la primavera de 1887.
Recuerda cómo quedó asombrado por la alcance y capacidad de su voz, dándose cuenta de inmediato, de que ella era la elección perfecta para la heroína de su nueva ópera, que había comenzado a componer a finales de 1886.
Sin embargo, es casi seguro que había recibido el libreto para Esclarmonde mucho antes que eso, y la reunión con Sybil Sanderson sirvió más bien como un catalizador adicional, un estímulo para completar la ópera.
La obra fue encargada como un evento espectacular para abrir La Exposición de París de 1889; y durante el período de creación más intenso, en el verano de 1887, Massenet se mudó al Grand Hotel en Vevey, donde también se alojaba La Sanderson; allí ensayaba con ella todas las noches las diversas secciones de su nueva ópera mientras las componía.
La ópera se completó a fines de 1888, y los ensayos comenzaron en La Opéra-Comique; donde Massenet dedicó el trabajo a Sybil Sanderson en agradecimiento, permitiendo que su firma se mantuviera junto a la suya en el manuscrito de la partitura.
Esclarmonde fue estrenada en La Opéra-Comique, en El Théâtre Lyrique en La Place du Châtelet de París, el 14 de mayo de 1889, con musa en el papel principal, la soprano estadounidense, Sybil Sanderson.
La historia está basada en una leyenda medieval en torno a Esclarmonde, una emperatriz de Bizancio con poderes mágicos.
Recluida por su padre el ex-Emperador Phorcas, que recientemente ha abdicado de su trono en favor de ella, llora su amor por Roland, un caballero y Conde de Blois, creyendo que nunca le será permitido volver a verlo…
Siguiendo la sugerencia de su hermana, Parséïs, Esclarmonde usa sus poderes mágicos para traer Roland a su presencia, siempre por la noche, y cubierta con un velo, sin revelar su identidad.
Pero Roland confiesa sus encuentros nocturnos al Obispo de Blois; y este, en compañía de un grupo de monjes, aparecen a la llegada de Esclarmonde, ejecutando un exorcismo; por lo que Esclarmonde le reprocha a Roland su traición.
El ex-Emperador, después de enterarse de la desobediencia de Esclarmonde, le exige que renuncie a Roland, si no quiere que lo ejecute.
Ella se somete, y cuando Roland es llevado a su presencia, le implora que se olvide de ella.
Después, el esposo de Esclarmonde se elegirá en un torneo en el cual, el vencedor ganará la mano de La Emperatriz.
Cuando al vencedor, vestido completamente de negro, se le pregunta por su nombre, responde “desesperación”, y rechaza la mano de La Emperatriz.
Sin embargo, Esclarmonde reconoce la voz de Roland inmediatamente, y cuando ella alza su velo, él también la reconoce como “la visitante nocturna”
Todo el pueblo vitorea a La Emperatriz y a su valiente consorte, cuando finalmente pueden ser felices.
Esclarmonde es quizás la obra más ambiciosa de Massenet, y la más wagneriana por su estilo y concepción, con reminiscencias de “Tannhäuser” o “Lohengrin”
El papel principal, en especial, presenta una gran dificultad, es notoriamente difícil de cantar, con pasajes de coloratura estratosférica, que solo son posibles para los artistas más dotados.
De hecho, Esclarmonde puede ser una Isolda wagneriana en algún fragmento, una Lakmé de Delibes en otro, y La Reina de La Noche mozartiana en el siguiente.
Mientras la orquestación es muy cuidadosa, las exigencias vocales son muy elevadas; más si se escuchan diversos motivos asociados a diferentes ideas y personajes, actuando como “leitmotiv”
Muy a pesar de estar basada, no demasiado fielmente en aquella leyenda medieval, Esclarmonde presenta aspectos modernos, y la atmósfera general está cargada de sensualidad; tanto que la protagonista es retratada como “una agresora sexual”, como a Roland, El Conde de Blois, no le está permitido ver el rostro de Esclarmonde, ella le dice la primera noche, antes de hacer el amor:
“No te preocupes, soy bella y deseable”
Después de una carrera inicial muy exitosa, sin embargo, la ópera Esclarmonde desapareció del repertorio, y cayó en el olvido, casi completo.
Poco después, Sybil Sanderson cayó enferma, y cuando ella murió a principios del siglo XX, parece que Massenet mismo perdió interés en la ópera que él había escrito para ella, y desalentó cualquier producción adicional; de hecho, la obra no se revivió hasta 1923, mucho después de la muerte del compositor.
Algunos avivamientos de corta duración, luego siguieron, ya sea en escena, o en concierto; y en épocas recientes ha sido programada esporádicamente, destacando la interpretación de los papeles protagonista por Jaume Aragall y Joan Sutherland en la década de los años 1970, dirigidos por Richard Bonynge, en New York y San Francisco; y desde entonces, el trabajo se ha realizado con mayor frecuencia.
“Regarde-les, ces yeux plus purs que les étoiles!
Regarde-les, ces lèvres et ce corps!
Regarde-le, ce corps que ta faute a perdu sans retour!”
Esclarmonde es un musical del año 1992, dirigido por Lorenzo Mariani.
Protagonizado por Alexandrina Pendatchanska, Claudia Nicole Bandera, Alberto Cupido, Ivan Kiurkciev, Michele Pertusi, Manrico Biscotti, Boris Martinovich, entre otros.
El guión es de Alfred Blau y Louis de Gramont, basados en la ópera homónima de Massenet.
Aquí, la ópera tiene uno de sus creadores más sensibles y refinados en Jules Émile Frédéric Massenet, el más popular de los compositores franceses que han abordado este género después de Gounod y Bizet.
Y es que a este compositor le tocó vivir en un momento en el que el romanticismo francés tocaba a su fin.
Por otra parte, el verismo como género operístico empezaba a ganar posiciones…
Además, la nueva música alemana se iba haciendo más popular, aunque no le influenció demasiado.
Massenet fue muy prolífico y compuso más de 30 óperas, y dentro de este género abordó los más variados aspectos de la misma, desde el verismo a La Opéra-Comique o La Grand Opéra, tan del gusto del público francés.
Esta producción, es una presentación en vivo, grabada el 17 de noviembre de 1992, en el estreno en Italia en El Nuovo Teatro Regio di Torino, con 5 actuaciones más, el 19, 24, 26, 29 noviembre; y 2 de diciembre.
Lorenzo Mariani dirigió esta histórica presentación, pues es la única que se encuentra en video, a tal punto que no ha sido editada en DVD.
En la producción, que contiene elementos muy destacables, están:
Pasquale Grossi en la hermosa escenografía y el diseño de producción; Tiziana Tosco en la coreografía; y Alain Guingal en la dirección escénica.
La acción inicia cuando El Emperador Phorcas (Michele Pertusi) abdica el trono a su hija Esclarmonde (Alexandra Pendatchanska), que ha adquirido poderes mágicos, y para mantenerlos, debe “guardarse” hasta los 20 años.
Pero ella llora su amor por Roland (Alberto Cupido), un caballero y Conde de Blois; por lo que siguiendo una sugerencia de su hermana, Parséïs (Claudia Bandera), Esclarmonde usa la magia para llevar a Roland a una isla para seducirlo.
Cuando Roland confiesa su amor; y son descubiertos, El Obispo de Blois (Manrico Biscotti), realiza un exorcismo en Esclarmonde; y Phorcas insiste en que la hija renuncie a Roland ante la amenaza de su ejecución.
Luego hay un torneo para asignar la mano de Esclarmonde al ganador; y cuando se pregunta el nombre del ganador, él responde “desesperación” y rechaza la mano de Esclarmonde.
Finalmente Esclarmonde reconoce inmediatamente la voz, sin embargo, y cuando su velo se levanta, él la reconoce también, y todos celebran su amor reencontrado.
Otros personajes que pueblan la obra son:
Énéas, Caballero errante (Ivan Kiurkciev), Cléomer, Rey de Francia (Boris Martinovich), Nobles, Caballeros, guardias, monjes, sacerdotes y penitentes, guerreros, vírgenes, niños, espíritus, cortesanos, pueblo; un ballet de espíritus del bosque, agua, fuego y aire; y ninfas.
Esta grabación de video en El Teatro Regio di Parma fue distribuida en vídeo en marzo de 2002 por Charles Handelman, y se atribuye al Teatro alla Scala, pero Esclarmonde nunca se ha presentado allí.
El reparto parcial, corresponde al elenco emitido en “Opera '93 - Annuario EDT dell'Opera Lirica en Italia” para actuaciones en El Teatro Regio di Parma; que se dice es la “Prima rappresentazione in Italia”
El elenco conocido, es el de todas las fechas, excepto el 2 de diciembre, cuando Paolo Lovera cantó el papel de un Mensajero sarraceno.
Con todo, este es un documento histórico de una de las mejores y más infravaloradas obras de Massenet, tal vez será por su gran producción, que demanda muchos elementos y un gran presupuesto, que supone un problemas para muchos teatros… supongo.
“O divine Esclarmonde!
O valeureux Héros!
L'univers vous acclame en frémissant d'amour!”
Así como existen óperas que son representadas en todo el mundo de manera casi obsesiva, y que forman parte de la elección del público, existen otras que desgraciadamente no entran dentro de ese selecto grupo denominado “óperas de repertorio”
Las razones pueden ser distintas, pero una de ellas, que es muy importante, y a la vez preocupante:
La falta de voces capaces de hacerles frente.
Así existen papeles incantables e imposibles que son condenados al olvido, al menos, hasta que aparezcan los cantantes que puedan hacer justicia a tan difíciles partituras; tal es el caso de Esclarmonde, que es quizá la ópera francesa más wagneriana, si es que se puede permitir semejante combinación de adjetivos.
Con ella, Massenet asoció diversos motivos musicales a algunas ideas y personas dentro de su obra, como el interior de La Catedral, la aparición de los espíritus, etc., que recuerdan mucho al uso del “leitmotiv” por Wagner y un gran montaje escénico; con una orquestación que puede valorarse como más densa en comparación con otras obras suyas; y también suprime el acostumbrado ballet tan habitual en La Grand Opéra; sin embargo, mantiene el colorido de una típica ópera francesa.
Esta es una gran producción donde veremos catedrales, islas, espíritus, magia, barcos voladores, animales exóticos y fantásticos, así como inolvidables personajes en una historia muy romántica, sin caer en el melodrama.
La acción inicia con un prólogo que anuncia lo que veremos:
Acto I
Phorcas, El Emperador de Bizancio, abdica en favor de su hija, Esclarmonde.
Él confiere sus poderes mágicos con la condición de que ella deba ascender al trono sola, hasta el final de su 20° año.
Luego, se llevará a cabo un torneo en el que el vencedor se convertirá en su novio...
Mientras tanto, la cara de Esclarmonde debe permanecer velada; y ella confiesa a su hermana, Parséïs, que está enamorada del caballero, Roland.
El Rey Cléomer, sin embargo, ha decidido que su hija, Bathilde, se case con Roland… a  lo que Esclarmonde envía a su amado a una isla encantada, donde ella lo seducirá.
Allí, Roland despierta en los brazos de La Princesa.
Ella ofrece convertirse en su esposa y darle honor y gloria, siempre que él nunca revele su identidad.
Al día siguiente, Roland parte hacia Blois, que está bajo el control de los sarracenos… y Esclarmonde le promete que lo visitará todas las noches, casi a manera de súcubo, si se quiere, y donde quiera que esté, a lo que ella le da una espada mágica.
Acto II
Roland, victorioso sobre los sarracenos, rechaza la mano de La Princesa Bathilde sin explicación.
El Obispo de Blois sospecha y determina forzar a Roland a revelar su secreto.
Esclarmonde llega esa noche, y cuando los 2 amantes se abrazan, El Obispo entra y exorciza a Esclarmonde; y se le arranca el velo.
Ella se despide de Roland y desaparece, escoltada por los espíritus del fuego.
Acto III
Phorcas despierta a su hija, y le ordena que renuncie a Roland; de lo contrario, morirá.
Desesperado, Roland ingresa en un torneo bizantino en busca de la muerte; pero gana el torneo y, por supuesto, a Esclarmonde.
La Princesa ahora puede expresar su amor, y revelar su rostro.
La premisa de éste título es meramente fantasioso, y vocalmente atesora muy bellos momentos, desgraciadamente no muy conocidos, todos ellos realmente exigentes.
El de mayor popularidad, si es que la tiene, es el aria de la invocación:
“Esprits de l’air, esprits de l’onde… Roland!”
Donde Esclarmonde convoca a los espíritus elementales para que cumplan su voluntad, y la lleven hasta Roland, asistida por su hermana Parséïs.
Es aquí dónde podemos ver las exigencias extremas a las que debe enfrentarse la cantante en cuestión.
Por otro lado, precioso resulta el II acto, que es prácticamente un dueto entre la soprano y el tenor, con una orquestación tan rica y coros acompañando el idilio de los personajes; y ya en el III acto, Esclarmonde visita de nuevo a Roland en su celda.
Sin embargo, la hechicera no contaba con la presencia del Obispo de Blois, y su astucia que, creyéndola un demonio, realiza un poderoso exorcismo.
Una vez que El Obispo de Blois realiza el exorcismo, Esclarmonde reprocha a Roland su traición, advirtiéndole que jamás volverán a verse…
En el IV acto, Esclarmonde rememora y se lamenta por la violación al voto de silencio de Roland, antes de darse cuenta que está delante de su enfurecido padre.
No obstante, a pesar de la tragedia, los enamorados se encuentran y la obra tiene un final feliz.
Es esta grabación, hija de su tiempo en los aspectos técnico de muy baja calidad, no es justo a sabiendas que no hay representación de esta ópera, la iluminación es pobre como para poder apreciar y disfrutar del gran trabajo escénico, los trajes realmente hermosos, con el uso de joyería para nada estrafalaria como puede ser la del periodo bizantino, con grandes efectos escénicos, plataformas que se elevan o se hunden sobre el escenario, con buenos resultados en todos los aspectos, menos en la calidad del vídeo, o la grabación misma; de hecho los planos de cámara son buenos para captar los detalles y a los intérpretes.
Del reparto, todos están inmensos, debido al exigente trabajo compositivo, están decentes y ninguno reprueba como actores, todos dan la talla que se espera, aunque la calidad de sonido está un poco en contra.
Alexandrina Pendatchanska como Esclarmonde, debuta en dicho papel a la impresionante edad de 22 años; tiene una voz poderosa y de gran volumen, al tiempo que se mueve excelentemente en el escenario y como la protagonista, tiene mucha presencia.
Acompañada por el tenor Alberto Cupido como el caballero Roland; hace un buen papel aunque en algunos pasajes se escucha algo cansado.
Nicle Bandera como Parséïs también hace un buen papel, y destaca sobre los últimos 3, el bajo italiano Michele Pertusi como el viejo emperador Phorcas.
Y es que es increíble que Pendatchanska, una jovencita de 22 años en aquel entonces, pudiera realizar la lectura de un papel tan difícil, y sin embargo sale triunfante; mientras Roland por momentos se le escucha calado, y abierto en los agudos, hay que entender que ese es un rol prácticamente incantable; pero cumplidores se muestran todos.
“Les esprits à leurs mains cruelles m’ont ravie, me ramenant vers l’île où je reçus sa foi!
Puis d’un profond sommeil je me suis endormie…”
La influencia de Jules Massenet se manifiesta en muchos compositores de ópera, por ejemplo:
Ruggero Leoncavallo, Pietro Mascagni, Giacomo Puccini o en “Pelléas et Mélisande” de Claude Debussy.
La capacidad de trabajo de Massenet fue impresionante, siendo capaz de componer muchas horas consecutivas, tanto que sus jornadas comenzaban a las 4am, alternando composiciones, enseñanzas y audiciones; pero ha dejado una obra esencialmente lírica, de 25 óperas; pero también compuso ballets, oratorios y cantatas, obras orquestales y aproximadamente, unas 200 canciones, además de algunas obras pianísticas.
Y en Esclarmonde, Massenet utilizó la técnica del “leitmotiv” de Wagner, pero le dio una ligereza francesa, que algunos critican, considerándola demasiado edulcorada.
A lo largo de su prolífica carrera, Jules Massenet, con fuerte influencia religiosa, y a menudo ha sido considerado como “el heredero de Charles Gounod”, encontró motivo de inspiración en varias musas sobre quienes diseñó papeles hechos a medida.
Este hecho no supone una originalidad, pero va más allá de la anécdota al revelar también unas intenciones previas por no haber existido la complacencia hacia una “prima donna” consagrada, sino en intérpretes que despuntaron gracias al estreno de sus óperas.
No escasean ejemplos de divas de la escena convertidas en objetos de singular veneración por parte de compositor y público francés; creando así una clase de soprano coloratura denominada “Charmeuse”, que debía destacar no sólo por su agilidad, sino también por el cromatismo de su voz, la expresividad del acento, y a ser posible, su donaire físico.
A pesar de su éxito clamoroso, Esclarmonde pronto fue destinada al olvido, siendo nuevamente representada hasta 1923, mucho tiempo después de las muertes de Sanderson y Massenet, convirtiéndose en una ópera rara vez llevada a escena, y parece que su suerte no ha cambiado mucho desde entonces.
Lo mismo ocurre con las grabaciones comerciales existentes de ésta ópera, reduciéndose prácticamente la célebre grabación con Richard Bonynge dirigiendo a “La Stupenda” Joan Sutherland y Jaume Aragall, editada por DECCA; siendo una grabación de indiscutible referencia.
En esa Esclarmonde, La Sutherland no solo canta con gran maestría y gusto el difícil papel, sino que verdaderamente ofrece una reproducción fiel de la partitura de La Emperatriz y Hechicera de Bizancio, dando saltos y trinos, y llevando su voz al “forte”, casi pasar de una Lakmé a una Isolde, y pasar por una Lucia “donizettiana”, todo en una misma ópera; lo único reprochable, es su pobre dicción en francés, un problema también presente en otras grabaciones.
Mientras Jaume Aragall asume el también espinoso papel para tenor; donde Roland exige que el cantante vaya de extremo a extremo de su extensión vocal.
Ese gran reparto lo completan:
Huguette Tourangeau, con ese excesivo metal artificial en su voz, como Parséïs, y Clifford Grant como Phorcas.
La grabación la realizaría 1 año después de haber debutado el papel en La Ópera de San Francisco, y que además, se daría el lujo de pasear dicho rol por diversos teatros, siempre a la batuta de su esposo, Richard Bonynge.
Insisto, ahora con el presupuesto, el ingenio y la popularidad de la fantasía como medio de entretenimiento escénico, Esclarmonde merece un “revival”, la pregunta es:
¿Habrá cantantes?

“Esprits de fair!
Esprits de l’onde!
Obéissez-moi!”



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