L’Elisir d’Amore

“Da un'opera deliziosa, un delizioso film”

La “opera buffa”, también denominada “commedia per música” o “dramma giocoso per musica” es una ópera con un tema cómico que se desarrolló en Nápoles en la primera mitad del siglo XVIII, y de allí se difundió hacia Roma y el norte de Italia; por lo que su contraparte estilística es la ópera seria.
El subgénero fue la evolución musical de la ópera, y de la llamada ópera seria; y una de las funciones que desempeñaba la ópera en ese momento, era aplicar algunas técnicas y estéticas propias de la música seria, como el oratorio y la cantata, en contextos más accesibles para los músicos y el público.
La razón para el gran éxito de la ópera en general, ha sido este tipo de acercamiento a temas más populares y entendibles, junto con el acercamiento contemporáneo al teatro, de comprensión relativamente universal.
De esa manera, algunas de las características de la ópera bufa son:
Los recitativos o partes habladas, más extensos; y para hacerlos más inteligibles, escritos en la lengua del pueblo, no el italiano o el alemán; temas cotidianos o superficiales; y en algunos casos, uso de personajes muy conocidos, como los de la comedia del arte italiana.
“L’Elisir d’Amore” es el ejemplo prefecto, una ópera bufa en II actos con música de Gaetano Donizetti, y libreto en italiano de Felice Romani, basado en el libreto “Le Philtre” (1831) de Eugène Scribe para la ópera de Daniel-François Auber.
La ópera se estrenó el 12 de mayo de 1832 en El Teatro della Canobbiana de Milán; y el éxito fue tan grande, que la ópera permaneció en cartel durante 32 días consecutivos.
A medida que se fue dando a conocer en la península y en los otros teatros del mundo, jamás salió del repertorio; y con esta ópera, Donizetti  introdujo el belcanto en esta serie de óperas; y es que el bel canto destacó entre los años que van desde finales del siglo XVIII y principios del XIX en Italia; y en este estilo se persigue la obtención de la belleza vocal, subordinándose el resto; por lo que la técnica vocal y la agilidad  de los intérpretes, resalta  aún más la belleza de la melodía, ya que la acompaña de forma admirable.
Todo inició a causa de un encargo frustrado:
Alessandro Lanari, empresario del Teatro della Canobbiana de Milán, le pidió a Donizetti que compusiera una ópera en el breve término de 2 semanas…
Felice Romani, colaborador asiduo del compositor, empleó buena parte de este lapso para escribir el texto.
El tema no era original, ya que se basaba en un libreto escrito por Eugène Scribe para Daniel Auber, “Le Philtre” (1831), inspirado a su vez en “Il Filtro” de Silvio Malaperta, traducido al francés por Stendhal.
La temática bucólica, consiguió que Donizetti y Romani se alejaran de los enfrentamientos con los censores, que tantos problemas ocasionaron a los autores de la época; y el ritmo de trabajo agotador, no era excepcional en aquellos tiempos en los cuales los teatros, obedeciendo a la costumbre de épocas anteriores, exigían nuevas creaciones en forma sostenida.
La creación, concebida en tan corto término, logró el éxito y la inmortalidad, manteniéndose en cartel desde el primer momento.
Los autores eran más experimentados; y los conocieron tan bien, como para hacer de “L’Elisir d’Amore” una obra maestra.
Así, el ámbito bucólico era ideal para escenificar una historia sencilla, no sin contenido profundo, en la cual exhibiesen diversos arquetipos humanos que son reflejo directo de los caracteres de la comedia del arte; así, el ambiente de un pueblecito italiano, y las melodías sencillas y folclóricas, ganaron las simpatías del público desde el primer momento.
La acción tiene lugar en un pequeño pueblo en El País Vasco; a saber que la edición inglesa de Schirmer de la partitura, afirma que la acción tiene lugar “en una pequeña localidad italiana” a finales del siglo XVIII.
Mientras los segadores descansan, la joven y bella Adina lee un libro que cuenta la historia de Tristán e Isolda, y de la poción mágica que ayudó a su amor…
El sencillo campesino Nemorino, enamorado de Adina, sueña con encontrar ese elixir mágico, para conseguir el afecto de su amada…
Mientras tanto llega El Sargento Belcore que corteja a Adina, y le propone matrimonio; y también aparece en el pueblo el doctor Dulcamara, vendedor de preparados portentosos que curan todos los males.
Nemorino le pregunta si por casualidad tiene el elixir de Tristán e Isolda, y el charlatán le responde que sí, ofreciéndole una simple botella de Burdeos que “tendrá su efecto” en 24 horas.
Nemorino bebe el supuesto elixir, y convencido de su resultado, se presenta indiferente hacia Adina, quien en venganza por esa indiferencia, acepta casarse ese mismo día con El Sargento Belcore.
El tío de Nemorino muere, dejándole una gran herencia, lo que atrae a todas las jóvenes del pueblo, y despierta los celos de Adina, quien realmente nunca ha sido indiferente a Nemorino, y al final, le declara su amor.
De los personajes decir que Adina, es una joven rica y caprichosa; Nemorino es un campesino enamorado de Adina; Belcore, es un sargento de guarnición; y Dulcamara es un médico ambulante.
Donizetti insistió en una serie de cambios del libreto original de Scribe.
El más conocido de estos, fue la inserción de “Una furtiva lacrima” y el dúo entre Adina y Nemorino en el I acto, “Chiedi all'aura lusinghiera”
La melodía del dúo “Io son ricco e tu sei bella” en el acto II, la escena 1, se repite en la escena final de la ópera cantada por Dulcamara, como una aria solista con nuevas letras escabrosas…
El tema narrativo central de L’Elisir d’Amore, es el triunfo de la sinceridad, que es esencial para la perspectiva romántica; musicalmente, en manos de Donizetti, el tratamiento se volvió más romántico que en la versión de Auber, pues L’Elisir d’Amore presenta 3 grandes dúos entre el tenor y la soprano.
También hay historia personal en esta ópera:
El servicio militar de Donizetti, fue comprado por una mujer rica, por lo que, a diferencia de su hermano Giuseppe, también conocido compositor, no tuvo que servir en El Ejército Austriaco; y en la obra encontramos la superficialidad y la frivolidad de Adina; el descaro y la vulgaridad del Sargento Belcore; en el vendedor charlatán Dulcamara, arquetipo del embaucador que va de pueblo en pueblo, y que se ha visto hasta en los westerns; encontramos la astucia, el aprovechamiento y la mala fe ocultados tras una gran simpatía.
L’Elisir d’Amore sería pues un muestrario de vicios y defectos, si no fuese gracias a la presencia de Nemorino, el campesino sencillo e ingenuo, capaz de vivir los grandes sentimientos que otros desconocen.
Nemorino, simplemente, ama.
De aquí a más, L’Elisir d’Amore es una de las óperas más frecuentemente interpretadas de todas las de Donizetti, y hay buen número de grabaciones; siendo el número musical más conocido de la ópera, el aria “Una furtiva lágrima”, una bella romanza para tenor, y que curiosamente tiene la misma relación con el conjunto de la obra como “La Serenata” de “Don Pasquale” (1843), última ópera bufa de belcanto, escrita también por Donizetti.
En el cine, en la película “Mamma Roma” (1962) de Pasolini, un grupo de jóvenes canta esa famosa aria a Ettore; en el film “Romanza Final” (1986) el tenor José Carreras interpreta al tenor Julián Gayarre, el que, al momento de salir a escena a cantar esta aria, le comunican que su madre ha muerto… y una grabación de esta aria interpretada por Enrico Caruso, ocupa un lugar destacado en la película “Match Point” (2005), dirigida por Woody Allen.
“Quanto è bella, quanto è cara”
L’Elisir d’Amore es una comedia del año 1946, dirigido por Mario Costa.
Protagonizado por Italo Tajo, Nelly Corradi, Gino Sinimberghi, Tito Gobbi, Nino Crimi, Rinalda Marchetti, Guido Mazzini, Lea Migliorini, Franco Pesce, Di Tommaso, Loretta Di Lelio, Fiorella Carmen Forti, Flavia Grande, Gina Lollobrigida, Silvana Mangano, entre otros.
El guión es de Mario Costa, basado en la ópera homónima de Gaetano Donizetti.
La ópera, escrita a toda prisa en un período de 6 semanas, fue la ópera más representada en Italia, entre 1838 y 1848, y se ha mantenido continuamente en el repertorio internacional de ópera.
Hoy en día, es una de las óperas de Donizetti que se realiza con mayor frecuencia.
Esta producción se destaca por la fotografía del gran director italiano Mario Bava, a cargo de Prora Industrie Cinematografiche e dello Spettacolo, siendo distribuida por Superfilm Distributing Corporation en 1948, en los Estados Unidos; y se contó con las compañías del Corpo di Ballo dell'Opera di Roma, como miembros del elenco; y la Orquesta y Coro del Teatro de La Ópera de Roma.
Esta es una representación libre de una de las óperas cómicas, y al mismo tiempo obras románticas más deliciosas de la historia del género; cuya acción se desarrolla en la Italia rural, en una época indeterminada:
Nemorino (Gino Sinimberghi) es un ingenuo muchacho que sigue creyendo en elixires de amor para conquistar a su querida Adina (Nelly Corradi)
Esta lo hará sufrir, hasta ser ella quien sucumba, enamorada del muchacho…
Y en el desarrollo conoceremos sus motivaciones, gracias a la intervención del Sargento Belcore (Tito Gobbi), y de un doctor embaucador llamado Dulcamara (Italo Tajo)
Aquí tenemos grandes dosis de ternura y picardía, que se dan la mano gracias a la original y fresca música de Donizetti, último gran representante de la ópera bufa italiana; en una hermosa película que sobrevive al paso del tiempo, cuya imagen es buena, y el sonido excelente, y con un reparto de estrellas de grandes actores y cantantes; y sin ven muy detenidamente, podrán apreciar la belleza juvenil de Gina Lollobrigida y Silvana Mangano entre las amigas de Adina.
“Una parola o Adina...
Chiedi all'aura lusinghiera”
El cineasta italiano Mario Costa, descubridor de Gina Lollobrigida y de Silvana Mangano, fue muy conocido como “el director de las taquillas”, un artesano que hacía películas de bajo coste, que gustaban a los espectadores, aunque la crítica le olvidó.
Y es que Costa fue el primero que realizó una película ópera con grandes cantantes precisamente operísticos, y el que inventó en Italia los filmes musicales, llevando a las pantallas a muchos cantantes famosos; y eran películas que agradaban al público porque había una mezcla de todo:
Música famosa u operística, corridas de toros, flamenco y grandes actores, o porque simplemente la gente salía del cine diciendo:
“Me he divertido mucho, y he llorado mucho”, decía el mismo Costa.
Como dato, Gina Lollobrigida, 3ª en el concurso de Miss Italia de 1947, ganado por Lucía Bosé, debutó con Costa en esta película; y pese a descubrir talentos, y a obtener buenos éxitos de taquilla, Costa fue tan olvidado por la crítica, que ni si quiera es mencionado en el diccionario universal del cine de Editori Riuniti, el más consultado en Italia sobre El Séptimo Arte; y aquí comprobamos que esa omisión no es justa.
Con L’Elisir d’Amore de Gaetano Donizetti, no es una ópera bufa sin más, sino un perfecto mecanismo donde se combinan diferentes géneros.
Si nos fijamos en los 4 protagonistas, sólo Dulcamara pertenece a la categoría cómica, a esa tradición genuinamente divertida con su palabrería ridícula y silábica; en cambio, El Sargento Belcore es un sátiro elegante y sofisticado; mientras que la pareja de enamorados, Adina y Nemorino, son estereotipos de la comedia sentimental lacrimógena llamada “comédie larmoyante” francesa, tan en auge en la época; por tanto, L’Elisir d’Amore significa el encuentro afortunado entre el estilo cómico y el elemento sentimental, superando así el modelo de Rossini.
Ahora, los personajes ya no parecen movidos por una especie de cuerda mecánica, sino que adquieren una identidad propia, y por tanto, es un verdadero proceso de “humanización” de los caracteres desde un punto de vista psicológico y musical, cuya máxima expresión es la figura de Nemorino; y con gusto nos dejamos llevar por esa historia simple e ingenua, de un supuesto elixir que infunde una chispa de amor que, de hecho, ya existía en una pareja de jóvenes, entre la incredulidad del vendedor sinvergüenza, y la inexorabilidad de un destino voluble y caprichoso, pero con final feliz:
Acto I:
Todo comienza con Nemorino, un joven campesino melancólico e ingenuo, enamorado de Adina, una bella terrateniente, quien atormenta a Nemorino con su indiferencia.
Cuando Nemorino oye a Adina leyendo a sus trabajadores la historia de Tristán e Isolda, está convencido de que una poción mágica le conseguirá el amor de Adina…
Él tiene miedo de que ella ame al Sargento Belcore, que se da demasiada importancia, quien aparece con su regimiento, e inmediatamente propone matrimonio a Adina en frente de todo el mundo; aparte, aparece un charlatán, el doctor Dulcamara, quien vende una botella que lo cura todo. Desesperado, Nemorino le pide inocentemente si tiene algo parecido a la poción amorosa de Isolda…
Dulcamara dice que sí, y Nemorino le compra el misterioso elixir que vende, con un precio que es igual al dinero que tiene Nemorino en sus bolsillos.
¡Vaya coincidencia!
Se trata pues, de hecho, de un vino de Burdeos, cosa que ignora Nemorino.
Y para lograr escaparse a tiempo, Dulcamara le dice a Nemorino que la poción no tendrá efectos hasta el día siguiente.
Nemorino lo bebe, y siente sus efectos inmediatamente.
Animado por el elixir, Nemorino se encuentra con Adina, y aunque ella bromea con él sin piedad, la audiencia siente que la atracción podría ser mutua, si no fuera por la petición de matrimonio del impresionante y pomposo Sargento.
De hecho, su boda se ha fijado para dentro de 6 días…
La confianza de Nemorino, en que al día siguiente él ganará a Adina gracias al elixir, hace que él actúe con indiferencia hacia ella.
Este hecho irrita todavía más a Adina, pero ella intenta ocultar sus sentimientos.
Por despecho, anuncia su casamiento inminente con Belcore, pues él ya ha recibido órdenes de que debe embarcar al día siguiente.
Tanto Adina como El Sargento, advierten la reacción de Nemorino ante esta noticia:
El Sargento con resentimiento, y Adina con desesperación; por lo que Nemorino siente pánico, por supuesto, y desesperado, pide ayuda a Dulcamara.
Acto II:
La fiesta de la boda de Adina puertas afuera, está en pleno auge.
Allí está el doctor Dulcamara, e interpreta una canción con Adina para entretener a los invitados.
Llega el notario para hacer oficial el matrimonio; pero Adina está triste al ver que Nemorino no ha aparecido.
Todo el mundo entra para firmar el contrato de matrimonio; pero Dulcamara permanece afuera, sirviéndose bien de bebida y comida.
Nemorino aparece, habiendo visto el notario, se da cuenta de que ha perdido a Adina.
Al ver el doctor, frenéticamente le ruega una nueva dosis del elixir milagroso que acabe de decidir a Adina, un elixir que actúe de forma inmediata.
Pero como no tiene dinero, el doctor lo rechaza, desapareciendo dentro.
Sale El Sargento, solo, preguntándose en alto, por qué Adina de repente ha retrasado la boda y la firma del contrato…
Nemorino ve a su rival, pero es incapaz de hacer nada; y El Sargento pregunta sobre la tristeza de Nemorino.
Cuando Nemorino le dice que no tiene dinero, Belcore inmediatamente sugiere que sí se alista en el ejército como soldado, él le pagará inmediatamente.
Presenta un contrato, que Nemorino firma con una X, a cambio de 20 escudos que Belcore le entrega en ese mismo momento y lugar.
Así, Nemorino, privadamente jura ir corriendo donde Dulcamara para más poción, mientras Belcore se imagina que se ha librado fácilmente de su rival, enviándole a la muerte.
Más tarde, ese mismo día, las chicas del pueblo cotillean que Nemorino ha heredado una gran fortuna de su fallecido tío, sin que él lo sepa…
Ven a Nemorino, quien claramente ha gastado el dinero militar, y ha comprado y consumido una gran cantidad del elixir, de nuevo vino, es decir, está borracho… y las mujeres lo persiguen, lo cual el chico atribuye a la eficacia milagrosa del elixir...
Adina ve a Nemorino en un estado de ánimo “alegre” y, al verlo rodeado de mujeres, y atrapado en el júbilo que le proporcionó el elixir, se siente descorazonada al creer que él la ha olvidado…
Luego se encuentra con el doctor Dulcamara, y le pregunta qué le ha pasado.
Entonces, Dulcamara, sin saber que Adina es el objeto de los afectos de Nemorino, le explica que logró engañar a Nemorino con la historia del elixir, y que ha vendido su libertad para conseguir más dinero para éste, gastándose hasta el último penique en el elixir.
En este momento, Adina reflexiona sobre lo cruel que ha sido siempre con el chico, y comprende finalmente cuánto la amaba, y se enternece por la fidelidad y la pasión del muchacho.
Dulcamara interpreta este comportamiento, como algún tipo de condición que requiere una cura con alguna de sus pociones; y se marchan.
Nemorino aparece solo, pensativo, reflexionando sobre una lágrima que él vio en los ojos de Adina cuando él la ignoró antes; y basándose solo en esa lágrima, queda sinceramente convencido de que Adina lo ama.
Ella entra, preguntándole, por qué ha elegido servir en el ejército y abandonar la ciudad; cuando Nemorino dice que está buscando una vida mejor, Adina le responde diciendo que él es amado, y que ella ha comprado su contrato militar del Sargento Belcore.
Ella ofrece el contrato cancelado a Nemorino, pidiéndole que lo tome.
Él es ahora libre; y ella dice, no obstante, que si se queda, nunca más estará triste.
Conforme él coge el contrato, Adina se vuelve para salir; y Nemorino cree que ella está abandonándolo, y corre desesperado, jurando que si no es amado, si el elixir no ha funcionado, y el doctor lo ha engañado; entonces él bien podría marcharse y morir como soldado.
Adina lo detiene, y confiesa que ella le ama.
Nemorino está feliz; y Adina le ruega que la perdone por haber bromeado con él.
Él lo hace con un beso; mientras El Sargento regresa, y ve a los 2 abrazados.
Adina le dice que ella ama a Nemorino, y deshace su compromiso.
El Sargento se toma bien la noticia, y responde que hay muchas otras mujeres en el mundo, y tiene a su alcance, todas las mujeres que quiera…
Por último, Dulcamara empaqueta sus cosas, y asoma por una puerta, y declara que toda la situación es debido a su prodigiosa poción mágica, y que será feliz de proporcionar elixir para la siguiente conquista del Sargento; al final, se ha reunido un grupo de gente, y todos están de acuerdo en que el elixir ha funcionado, todos corren a comprar botellas del “elixir del amor”, y se unen en un cariñoso adiós al doctor.
Los sentimientos de los protagonistas, a diferencia de las óperas de Rossini, aparecen en un primer plano, como se evidencia en el final del I acto, en las piezas cantadas por Nemorino, quien inaugura la categoría de “tenorino di grazia” en la ópera bufa, que cambia el carácter de tenor cómico rossiniano, lleno de agilidades; por un canto mucho más melódico.
También Adina pasa de la línea florida y despreocupada en el dúo del I acto, en el que demuestra ser una jovencita caprichosa y malcriada; a la melancolía más lírica de su última aria, “Prendi per me sei libero”
Así, la obra se presenta como “melodramma giocoso”, como todas las obras maestras, llena de pequeños y sutiles matices, que en las representaciones más ingenuas pasan desapercibidas, y se acaba subrayando o exagerando sus bromas o chistes posibles, gracias al excelente libreto.
Y como fondo resalta el entorno rural de un pueblo en El País Vasco, representado musicalmente por el coro, que encarna una dimensión colectiva, verdadera caja de resonancia de los sentimientos individuales, a quien Donizetti da un papel protagonista.
Otro dato de interés, es que en L’Elisir d’Amore, la acción nunca se detiene, en una interminable sucesión de escenas en las que prevalece la interacción entre los personajes principales, en lugar de buscar sólo el protagonismo en el canto o el virtuosismo vocal; buscando sobre todo una sinceridad humana tras las convenciones, al investigar más a fondo los matices de los sentimientos, participando en el cambio de emociones de ese romanticismo imperante que influye, cómo no, también en la música de compositores de ópera italianos.
Y que Donizetti y el mismo Costa quieren involucrar al espectador, quiere enseñarnos la realidad en sus múltiples facetas sean cómicas o sentimentales, y lo consiguen con los diferentes colores que da a su composición, hasta llegar a la profunda intimidad del espectador.
Lo que impresionó realmente fue la inteligente mezcla de lo cómico y lo lírico, de diversión y sentimiento:
Nemorino, el campesino bobalicón, enamorado de Adina, no es sólo un tonto ingenuo que cree en el poder de un elixir milagroso, es un hombre que expresa su amor, baste citar el aria excepcionalmente emotiva, y alejadísima del bufo, “Una lágrima furtiva”; y Adina no es sólo la típica mujer caprichosa de la ópera cómica.
Después de casi 2 siglos, queda intacta en el público, la admiración por el inagotable flujo melódico de Donizetti, que se mueve entre tonos románticos y divertidos, entre jadeos, risas, suspiros y una melancolía que añade nuevas características a la comedia más relajada, sin preocupaciones, y un poco destartalada que era el original francés “Le Philtre”; y con Costa, con una fluidez natural de su cine, con ese sepia que llama realmente a la campiña y a la postal del recuerdo, donde los tiempos pasados, siempre fueron mejores.
De los valores de producción, los trajes son suntuosos, y los decorados nunca parecen baratos; al tiempo que fue rodado en exteriores aunque creo que la fuente y algunos decorados fueron utilizados en otros filmes de Costa, como la fuente; y al igual que la ópera, la película es divertida con Dulcamara, sincera con “Una Furtiva Lacrima”, y encantadora en todos lados.
Musicalmente, es un juego orquestal soberbio y vivo, una conducción que hace que las cosas se muevan bien, y el coro bien equilibrado y con carácter.
De las actuaciones, geniales:
Nelly Corradi es una Adina encantadora, con respecto a la voz, hubiera preferido un sonido más afrutado, pero disfruté de la flexibilidad que se necesita para Donizetti y el belcanto en general; aunque a veces cansaba con ese timbre “caprino”, pero seduciendo con “voce infantile”, un sonido infantil “blanco” para sugerir inocencia y pureza.
En la actuación es muy buena, y a diferencia de otros, ella hace sentir que al final, Adina realmente se preocupa por Nemorino.
Gino Sinimberghi, solo como el actor que sincroniza los labios con la voz de Galliano Masini, es una agradable sorpresa; y se adapta a la perfección.
Él canta dulcemente, pero sin canturrear, aunque con una colocación hacia adelante real y una F débil y constreñida en el “passaggio”
Cuando usa “mezza voce” el resultado es hermoso y efectivo, y su voz tiene cuerpo y también metal en notas altas.
Como la guinda en el pastel, el Belcore de Gobbi sorprende con otra de sus facetas:
La capacidad de cantar música florida con precisión y sin esfuerzo, un requisito que rara vez se encuentra en otro lugar de lo que hoy se considera como su repertorio.
Y su Belcore se las arregla para ser apuesto y afable.
Dulcamara, convencionalmente se interpreta de manera cordial y amplia; después de todo, la parte está llena de “buffo chatter”, el Dulcamara de Tajo no es tanto un personaje cómico como Mefistófeles:
Es frío, más allá de la pasión; manipulador, un poco maligno, un “deus ex machina” inescrupuloso, también un poco “dandy”
Como dato, Tajo diseñó uno de los disfraces que usó en la película.
Él está maravilloso como el charlatán Dulcamara, es increíblemente divertido sin recurrir a la bufonada, y tiene una de las voces más bellas de todos los que cantan este papel.
En definitiva, tal vez hubiera preferido una calidad de imagen más nítida, había momentos en los que la sincronización de labios parecía ceder, y creo que detrás de las voces y el sonido, podría haber sido menos confuso en algunos partes, por lo que hubiera sido más fácil algún rótulo o subtitulaje.
“Benedette queste carte...
Della crudele Isotta”
Junto con las óperas “Don Pasquale” y “Il Barbiere di Siviglia”, L’Elisir d’Amore es una de las más encantadoras joyas de la ópera cómica del siglo XIX, así como una de las cimas de la producción de Gaetano Donizetti, por su frescura vocal, la acertada caracterización de los personajes, y la entrañable ternura que supo imbuir en unos arquetipos para dotarlos de humanidad; además de una partitura con una inspiración y frescura que no decae en ningún momento.
Nacida como una simple obra de circunstancias, porque el compositor anunciado no había presentado su obra en el término previsto, el músico bergamasco, sólo tuvo 14 días para conseguir esta obra maestra, en la cual aprovechó acertadamente, números pertenecientes a obras anteriores; que obtuvo un éxito triunfal, que no fue eclipsado de entonces en adelante.
Una obra en la que el reír se convirtió en sonreír, y esto se cubre con una pátina de melancolía como en la célebre aria de Nemorino.
Y es que la música de L’Elisir d’Amore no es inferior a la de “Don Pasquale”, en chispa y brillantez.
No obstante, el punto débil es la trama, insulsa e infantil; pero la música es considerada fresca, graciosa, y ocasionalmente tierna.
Con todo, esta es la ópera cómica más conocida y representada del repertorio, sobre todo desde que el gran tenor Enrico Caruso la convirtió en una de sus predilectas; al tiempo que posee hermosas melodías y un buen libreto; contiene la popular aria, la más famosa y difícil; y a menudo, la más interpretada por los tenores de toda la historia de la ópera.

“Una furtiva lacrima negli occhi suoi spuntò:
Quelle festose giovani invidiar sembrò…”



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