La Gioconda

“Cielo e mar!”
  
La Gioconda es una ópera en IV actos, con música de Amilcare Ponchielli, y libreto en italiano de Arrigo Boito, que lo firmó como Tobia Gorrio. 
Ponchielli compuso esta obra en 14 meses, desde enero de 1875 a marzo de 1876; y se basó en el drama en prosa “Angélo, Tyran de Padoue” (1835) de Victor Hugo, el cual es un trabajo histórico sobre Podestà Angelo, ambientado en Padua, en el norte de Italia; y fue un regreso al teatro para Hugo, cuyo trabajo anterior, “Marie Tudor” había sido un fracaso…
Con La Gioconda, ya Saverio Mercadante había compuesto una ópera sobre este drama titulada “Il Giuramento” (1837); pero Boito decidió adaptar el tema con extrema libertad, presentando la figura de Barnaba, y dando una nueva apariencia a todos los demás personajes; lo que la convierte en una de las pocas óperas que presenta un papel principal para cada uno de los 6 principales tipos de voz; siendo estrenada en EL Teatro alla Scala de Milán, el 8 de abril de 1876, dirigida por Franco Faccio, el más célebre director de orquesta italiano de aquellos años. 
Ponchielli, durante los ensayos, se declaró muy satisfecho por los intérpretes, en particular del bajo Ormondo Maini, y del tenor español Julián Gayarre, quien estrenó el papel de Enzo, previendo el éxito de este último en la romanza del segundo acto:
“Cielo e mar!”
No obstante, Ponchielli tuvo problemas con el libreto desde el principio: 
La extensión, las situaciones truculentas, etc., por todo ello, y a pesar que el estreno de 1876 fue un éxito, el compositor reconstruyó la obra; y gracias a su espíritu dramático y al sentido teatral, del que carecía Boito, Ponchielli superó todas las dificultades, alcanzando el triunfo definitivo; tanto que la ópera debutó en la que se considera su forma final, en el Politeama genovés, el 27 de noviembre de 1879, y volvió a La Scala 4 años después del estreno, el 12 de febrero de 1880, recogiendo un auténtico triunfo.
La acción se desarrolla en Venecia, en el siglo XVII.
A destacar que cada acto tiene un título.
Acto I. “La Boca del León”; en el patio del Palacio Ducal.
Enzo Grimaldo, noble genovés desterrado de Venecia, vive disfrazado de marinero; es el amante de La Gioconda, cantante de baladas, pero él ama a Laura, esposa de Alvise Badoero, El Gran Consejero. 
Barnaba, un espía que desea a La Gioconda que le rechazó con vehemencia, reconoce a Enzo, y lo denuncia al consejo.
Acto II. “El Rosario”, en la cubierta del barco de Enzo.
Enzo y Laura se reencuentran secretamente a bordo de su navío, La Gioconda los encuentra, y se enfrenta a ellos, pero reconociendo a Laura como aquella que salvó a su madre, La Cieca, una anciana ciega, cuando fue injustamente acusada de brujería por Barnaba; y La Gioconda les advierte de la llegada próxima de este último para arrestarlos; a lo que Laura se escapa, y Enzo prende fuego a su nave, y se marcha con La Gioconda.
Acto III. “La Casa de Oro”
Cuadro I. En la habitación del Palacio de Alvise.
Alvise, habiendo descubierto la relación entre su mujer y Enzo, la obliga a tomar un veneno, pero La Gioconda lo sustituye por un somnífero, y se la lleva con ella, donde Enzo debe reencontrarla.
Cuadro II. En El Gran Salón del Palacio.
Aquí se oye una pieza muy conocida de esta ópera, el ballet “La Danza de Las Horas”; tras ello, y para salvar a Enzo, La Gioconda promete a Barnaba, entregarse a él…
Acto IV. “El Canal Orfano”, en El Palacio en ruinas donde vive La Gioconda.
La Gioconda recibe el cuerpo dormido de Laura, y canta su aria “Suicidio!”
Llega Enzo, y Laura se despierta… 
La pareja se marcha junta, y La Gioconda toma el veneno que estaba destinado a Laura. 
Entonces, Barnaba llega para cobrar su recompensa, y encuentra a La Gioconda agonizante; furioso y en un último gesto de venganza, Barnaba le dice al oído, que la noche anterior estranguló a su madre, La Cieca, pero La Gioconda ya ha muerto.
Por su suntuosa dramaturgia, espectacularidad, escenas de ballet, coros y efectos, La Gioconda es un producto típico del género francés de “La Grand Opéra”; por otro lado, algunos han visto en esta ópera, rasgos que anuncian el verismo, y por supuesto, una marcada relación con las óperas de Giuseppe Verdi, siendo la más evidente, la semejanza entre el personaje de Barnaba y el Iago de “Otello”
El estilo de La Gioconda como composición, está entre el romanticismo y el naturalismo, el cual es muy efectivo, y contiene más elementos sinfónicos que la mayoría de las obras de sus contemporáneos italianos. 
También hay que destacar, especialmente, que el canto alcanza aquí un gran desarrollo, y llega a espléndidas cimas.  
De ardua ejecución, esta ópera requiere 6 solistas con partes muy difíciles:
Soprano, mezzo, contralto, barítono, tenor y bajo. 
Cada una de estas voces, tiene un aria de lucimiento, entre las que destacan:
“Voce di donna” interpretado por la ciega; y “O monumento” de Barnaba en el acto I; “Cielo e mar!” de Enzo; y “Stella del marinar!” de Laura en el acto II; y la célebre “Suicidio!”, que canta La Gioconda en el acto final. 
Además, es muy conocida la parte de ballet llamada “La Danza de Las Horas”
Pero como producción, hay muchos extras, un gran coro, un ballet de gran envergadura y grandes decorados; por lo que se requiere muchos trajes diferentes; y en términos musicales, La Gioconda requiere de cantantes de primera línea, y de una gran orquesta, con una instrumentación bastante más refinada que la de las obras de la época en Italia.  
El tenor de EEUU, Richard Tucker, realizó su debut profesional con esta obra, en el Metropolitan Opera House de New York en 1945; así mismo, la soprano Maria Meneghini Callas, obtuvo su primer triunfo con La Gioconda, en el año 1947, en La Arena de Verona, iniciando así su triunfal carrera. 
Y en sesión de grabación, con La Divina hay 2 registros:
En 1952, con Gianni Poggi, Paolo Silveri, Fedora Barbieri, Giulio Neri, con la Orquesta de La RAI Torino, con Antonino Votto para el sello Cetra; y la referencia considerada absoluta de 1959, con Pier Miranda Ferraro, Piero Cappuccilli, Fiorenza Cossotto, Ivo Vinco; junto al Coro y Orquesta del Teatro alla Scala, con Antonino Votto en la batuta.
Pero como pieza individual, lo más conocido de la obra, es el ballet, pero toda la ópera se destaca en su conjunto por su equilibrio y armoniosa orquestación.
“L'amo come il fulgor del creato!” 
La Gioconda es un drama italiano, del año 1953, dirigido por Giacinto Solito.
Protagonizado por Alba Arnova, Stanislao Cappello, Paolo Carlini, Pina Cei, Elena Kleus, Attilio Dottesio, Augusto Di Giovanni, Virginia Loy, Ina La Jana, Luciano Rebeggiani, Turi Randaccio, Vira Silenti, Gino Scotti, Michel Sorel, Peter Trent, Nora Visconti, Vittorio Vaser, entre otros.
El guión es de Arpad De Riso, Vana Arnould, y Giacinto Solito; basados en la ópera del mismo nombre de Amilcare Ponchielli, con el libreto de Arrigo Boito; y las piezas musicales mostradas aquí, son interpretadas por Giuseppe Campora y el barítono Antonio Manca Serra; cuya música acompaña su desarrollo; pero no es una película musical.
Producida en blanco y negro, tiene una duración de solo 75 minutos, y contiene buen ritmo narrativo y buena dirección. 
El título, atractivo pero discutible de “La Gioconda”, significa propiamente, como se sabe, “la alegre”, “la jocunda”, y se traduce como “la mujer feliz”, pero generalmente se da en inglés como “The Ballad Singer”
Sin embargo, como esto no transmite la ironía inherente al original, generalmente se usa el italiano. 
La compañía de producción de la película fue la Organizzazione Cinematografica Internazionale (O.C.I.) siendo distribuida por Bellotti Film en 1953 en los cines de Italia; y por Corona en 1958.
El director, Giacinto Solito, era un periodista profesional que se ocupaba de la crítica cinematográfica, y se convirtió en editor en jefe de la revista “Cinematografo”, dirigida por Alessandro Blasetti desde finales de los años 20.
Como cineasta, Solito dirigió varias producciones en Tirrenia, Cines y Scalera, y realizó varios documentales, hasta que llegó a la edición cinematográfica de largometrajes a principios de la década de 1930, mientras que en 1939, dirigió su primera película “Fascino” con Iva Pacetti, alternando posteriormente su actividad entre la dirección, el guión y la edición, hasta 1970.
La Gioconda fue estrenada en EEUU, el 12 Octubre de 1958, bajo el título para TV de “The Fighting Prince”
La película fue filmada en Venecia, en los estudios Scalera Film; y como dato, esta Venecia recuerda mucho a la de Orson Welles para “Othello”, de un solo año antes.
La acción aquí se desarrolla en Venecia, en el siglo XVII; y es la historia de la bailarina llamada Gioconda (Alba Arnova), que recibe al Príncipe de Santa Flora Enzo Grimaldo (Paolo Carlini), que escapó de La Inquisición, y llega en Venecia.
Ella se enamora de él, pero cuando descubre que su protegido ama a otra mujer, Laura Adorno (Elena Kleus), ella lo denuncia. 
Sin embargo, cuando ve que Enzo está en peligro mortal, ayuda para liberarlo, para que se reúna con su amada, y se sacrifica por él. 
En el desarrollo, El Duque Alvise Badoero (Peter Trent), está tras el amor de Laura, y planea casarse con ella; pero Gioconda lo impide al ayudar a Enzo; al tiempo que tras ellos, trama el malvado Barnaba (Vittorio Vaser) que anda tras Gioconda.
Confieso que esta producción es una obra artística y técnicamente muy débil; se nota el escaso presupuesto, pero representa una idea libre de la ópera, que usa el libreto y la música, para mostrar una re-elaboración personal de la trama.
“Io la salvo per lui, per lui che l'ama!” 
La relación entre las formas artísticas de la ópera y el cine, es más que aparente, pues ambas son artes integradoras, es decir, incluyen en su composición a otras formas artísticas. 
La ópera, en particular, se constituye a partir de una pieza dramática con una estructura narrativa que la asemeja a una pieza teatral, pero con otro componente, la música, que el mismo Claudio Monteverdi planteó en el siglo XVII, “la música es lo primordial en la ópera”
María Callas mencionaba, que “todas las intenciones dramáticas de los personajes y la historia en una ópera, están en la partitura, en la relación entre los sonidos”
Por su parte, la cinematografía es una forma audiovisual, donde la secuencia narrativa está conducida por la peculiar manera en que se da la sucesión y construcción de las imágenes. 
De esa manera existen varios acercamientos entre ambas formas, pero en muchos casos, la cinematografía se usa solo como registro visual de la representación escénica. 
Sin embargo, se han dado varias cintas donde se aprovechan las cualidades de la sintaxis cinematográfica, lográndose una interrelación entre las imágenes, el texto, las acciones, y el drama musical. 
La Gioconda constituye el ejemplo perfecto de gran melodrama italiano, con sus fuertes tintes pasionales, y un melodismo de la mejor ley, y en el fondo es una trágica historia que habla de intriga, venganza y desamor.
La obra se basa en la obra teatral de Victor Hugo, en un esquema social dominado por nobles, espías de La Inquisición, y una cantante callejera conocida simplemente como La Gioconda; una mujer que se gana la vida cantando por la calle, siendo el único sostén de su madre ciega. 
Ella está enamorada del exiliado político llamado Enzo Grimaldo, pero él ama a otra, una noble como él; y en el camino de Gioconda se cruza con Barnaba, un espía maléfico de La Cámara de Los Diez, a quien la cantante rechaza.
Y es que para emporar el panorama, un miembro del Consejo, Alvise Badoero, quiere casarse con Laura, porque Enzo es dado por muerto…
La tragedia del amor no correspondido, se desata en este paisaje, donde el mayor antagonista es Badoero, un noble que solo le interesa la posición social; aunque como villano carece de fuerza.
En el caso de La Gioconda, ella es una artista, una cantante de cabaret; pero que cuando ama, lo hace absolutamente; y cuando llora, también es en forma total, y es una mujer entregada por las causas justas. 
En general, se trata de una historia con arquetipos humanos, dibujado libremente del trabajo de Ponchielli y Boito; y del tema original de Victor Hugo; por lo que Solito se toma muchas libertades, y recorta muchas escenas.
Por ejemplo, inicialmente decir que esta no es una película de ópera, es una película dramática, con momentos recitados, con actores, incluso contiene una parte de la música de la ópera.
En detalle, las arias del protagonista faltan por completo, solo escuchamos las arias de barítono y tenor, y no hay voces femeninas. 
Al final está “La Danza de Las Horas”, muy editada, y todo se acaba en un duelo entre Badoero y Enzo, con La Gioconda muerta al cubrir a su amado.
Por tanto, ese mismo gran detalle del guión, es la factura que se cobra al director, pues La Gioconda parece una pequeña tarea, hecha por encargo y sin mimo, con un poco de superficialidad, quizás también por razones de presupuesto, no es lo que debió ser, basado en los autores.
Como descargo decir que el director napolitano, trabajó más a menudo como editor de películas, un puesto que también cubre en esta ocasión, y solo incursionó detrás de la cámara en 4 ocasiones, siendo este, el último de dicho grupo.
De esa manera, hay muchas diferencias en la narrativa con la ópera, por lo que se puede decir que esta no es la ópera representada porque cambia radicalmente en muchos puntos: 
En primer lugar, La Gioconda es una bailarina, y no una cantante, probablemente por su presencia como protagonista de Alba Arnova, bailarina antes que actriz…
Otros cambios importantes en comparación con el trabajo de Ponchielli, es que La Gioconda traiciona por los celos, todo lo contrario de lo que sucede aquí, y luego muere al tratar de defender a Enzo, así que no hay el famoso suicidio, que viene de un monólogo y un aria de las más famosas de la ópera del siglo XIX. 
También cambia el carácter de Barnaba, ya no tan malo y mucho menos similar al Ibero verdiano que Arrigo Boito escribirá poco después; el verdadero villano pero no tanto, es elegante y está enamorado; y en la película es Alvise Badoero.
El tono general de la película es bastante descuidado, en ese sentido cabe señalar que los trajes son muy modestos; aunque las escenas son rodadas en locaciones reales en exteriores, con intérpretes apreciables, entre los cuales no se destacan nombres particularmente bien conocidos; y además de los protagonistas mencionados, otros personajes son:
Pina Cei como la madre de Gioconda; Vira Silenti como Lisetta; Luciano Rebeggiani como Marco; Gino Scotti como Jacopo; Michel Sorel como Donata; y Nora Visconti como Graziella.
En el fondo, con La Gioconda se  insiste en la importancia de las mujeres:
Revela, a medida que avanza la trama, la fuerza que tienen; y son presentadas por su fuerza moral, la voluntad y determinación.
“El sacrificio por amor” de La Gioconda, es el símbolo de este deseo, porque cada una de las mujeres, se sacrificará a sí misma. 
Su fuerza también se ve reforzada por la violencia de los hombres:
Hay tiranos, criminales, homicidas, avaros… pero entre los hombres, las mujeres se ayudan mutuamente, y luchan frente al poder masculino, por lo que las mujeres finalmente triunfan, aun con la muerte de la protagonista.
Por último, la banda sonora, como es de esperar, es la música de Amilcare Ponchielli, arreglada por Tarcisio Fusco, con las voces de Giuseppe Campora y Antonio Manca Serra, donde “Cielo e mar!” brilla junto a “Pescatore affonda l'esca” en todo el metraje como leitmotiv; y se convierte en un coro en La Taberna; “La Danza de Las Horas” se escucha muy editado hacia el final; y luego la música es el telón de fondo del duelo entre Enzo y Badoero, que cierra la película.
“Ramonta il sol... udite il canto del vespro santo, prostrati al suol”
Entre los alumnos que tuvo Amilcare Ponchielli, estuvieron los famosos compositores, Giacomo Puccini y Pietro Mascagni; y en la década de 1870 y 1880, fue rica en óperas nuevas que habrían de entrar en la historia; entre ellas se cuentan:
“Il Guaraní” (1870) de Gomes, que se convirtió en la ópera nacional del Brasil; “Aida” (1871) de Verdi; “Boris Godunov” (1874) de Mussorgsky; “Carmen” (1875) de Bizet; “Der Ring des Nibelungen” (1876) de Wagner, con motivo de los primeros Festivales de Bayreuth; “Yevgueni Oneguin” (1879) de Tchaikovsky, etc.; en total, un gran ramo de óperas famosas, a las que el 8 de abril de 1876 se añadió en La Scala de Milán, La Gioconda de Ponchielli, recibida con un clamoroso júbilo; y desde entonces no ha habido ningún escenario importante del mundo que no haya representado esta ópera. 
Como ejemplo, Maria Callas conoció en New York al tenor italiano, Giovanni Zenatello, director de La Arena de Verona, quien la contrató para cantar “La Gioconda” de Ponchielli, en ese anfiteatro. 
Viajó entonces a Italia, y allí Maria conoció a quien sería su esposo, un acaudalado industrial de la construcción llamado Giovanni Battista Meneghini, 30 años mayor que ella, y decisivo en la gestión de la incipiente carrera de la soprano.
Ese debut italiano en La Arena de Verona, fue en 1947, bajo la batuta de Tullio Serafin; y su trabajo en la ópera de Ponchielli, fue un éxito, pero no se reflejó inmediatamente en nuevos contratos; sin embargo fue la cimiente de una carrera hasta ahora inigualable.
Por otra parte, la sección de “La Danza de Las Horas”, es considerada uno de los ballets más populares de la historia; y fue parodiado en el clásico animado de Disney “Fantasia” (1940), donde igualmente consiste en todo un ballet, pero se realiza de forma cómica por animales, en lugar de humanos.
La música de Ponchielli, en cambio, ha permanecido por su pasión, dramatismo e inspiración melódica; y muchos fragmentos se han grabado en el corazón de los amantes de la ópera; y hoy, gracias a los discos que graban los cantantes famosos, son más populares que nunca.
Una curiosidad final, dice que unos pasajes de La Gioconda recuerdan a Verdi; mientras otros permiten reconocer lo que Puccini debe a su maestro Ponchielli.
En lo personal, para quien esto escribe, La Gioconda como ópera, es una de las obras del repertorio italiano más logradas desde la orquestación y la fuerza interpretativa requerida.

“E l'uomo che ci aperse il paradiso!”



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