A Home At The End Of The World

“You're essential, man”

El amor no se busca, se encuentra.
Lo único que podemos hacer, es generar las condiciones adecuadas para que cuando aparezca alguien “amable” podemos disfrutar adecuadamente de la relación.
Esto nos lleva a cuestionarnos, si sabemos qué condiciones son las adecuadas para que una relación sea sana, porque si no es así, podemos caer en relaciones de dependencia, y por ello, de sufrimiento.
Un muchacho que salió de su casa para ir en busca de vivencias diferentes, comprendió luego de unos años, que para amar, no hace falta recorrer el mundo, porque el amor encuentra.
Asimismo entendió, que la renuncia debe ser parte de todos, que debemos sumergirnos en la búsqueda de la verdad, asumiendo nuestro dolor, y quienes somos.
El amor altruista, sin miedos, un amor libre que eleve el alma; un amor sin tiempo ni espera, inocente como un niño, sabio como un viejo, nos devela la dicha de la vida.
Por otra parte comprendió además, que las cosas se buscan dentro de sí, para poder regalárselas al mundo para lo cual debemos amar, y así convertirnos en portadores de acciones buenas, de sueños, y de fe, porque el futuro se encuentra donde tú quieras, no donde te digan.
Entonces, en la vida debemos abandonar los corazones duros, y convertirnos en portadores de sueños para poder ser felices.
Y por último, ser uno mismo es la respuesta, y para lograrlo es necesario creer.  ¿Estás en busca del amor porque no soportas la soledad?
Bueno, no eres la única persona, ya que a nadie le gusta la soledad.
Pero si no sabes qué es el amor, puedes terminar en una situación cargada de angustias y miserias.
“I couldn't be alone”
A Home At The End Of The World es una película dramática, del año 2004, dirigida por Michael Mayer.
Protagonizada por Colin Farrell, Robin Wright Penn, Sissy Spacek, Dallas Roberts, Shawn Roberts, entre otros.
El guion es de Michael Cunningham, adaptado de su novela del mismo nombre, publicada en 1990.
El libro “A Home At The End Of The World” está narrado en primera persona, con el narrador cambiando en cada capítulo.
Bobby y Jonathan son los narradores principales, pero algunos capítulos, son narrados por Alice, la madre de Jonathan, y por Clare.
“A Home At The End Of The World” es la historia de un joven, que debido a una pérdida temprana, se ve empujado a buscar familia y hogar, toda la vida.
Extendiéndose desde los años 60 a los 80, y desde el Cleveland periférico a la ciudad de New York, la trama es un desenfrenado anhelo de autoafirmación, y vibra con la posibilidad y esperanza de nuevas interpretaciones para el llamado:
“El Sueño Americano”
Cuando “A Home At The End Of The World” se publicó en 1990, recogiendo críticas entusiastas, el actor y productor Tom Hulce, y el director de teatro, Michael Mayer, leyeron el libro y, sin comunicarse para nada, ambos se sintieron cautivados por la historia.
La altamente apreciada novela de Michael Cunningham, acerca de un chico que se hace hombre, y se enamora de su mejor amigo, llegó a lo más hondo de cada uno de ellos, pero por razones distintas:
“Era una historia muy singular, que se hacía maravilloso narrarla” comenta Tom Hulce.
La reacción de Mayer, no se vinculó tanto a su infancia, como a su vida ya adulta:
“Tenía ya 30 años, y estaba empezando a pensar sobre los caminos que había tomado en mi vida, y en el modo en que, después de 10 años de vivir en New York, había creado una familia de amigos y colegas.
De tal modo que me identifiqué plenamente, con la noción de que nacer en el seno de determinada familia, no significa necesariamente que sea la familia con la que vivirás el resto de tu existencia”
Además del aprecio que sintieron por la historia, ambos hombres vislumbraron inmediatamente, las posibilidades cinematográficas del libro.
A Home At The End Of The World fue filmada en la ciudad de New York, Phoenix, y Schomberg, EEUU; y Toronto, en Ontario, Canadá.
A Home At The End Of The World expresa muy bien, ese vacío de la sociedad posmoderna; la pérdida de valores referentes, la crisis de la familia, la proliferación de una sexualidad, y la homosexualidad promiscua, la búsqueda insatisfactoria de un hedonismo egocéntrico, el miedo a la soledad, etc.
A Home At The End Of The World es intimista, donde sobresale la fidelidad a los favores recibidos, el amor sin adjetivos, “sólo amor”, aunque aquí se representa en trío, 2 hombres y 1 mujer bien avenidos; de un muchacho que en principio se queda solo sin familia, y va desarrollando sentimientos amorosos plurales, desde el mismo seno de la familia donde es acogido, con otro joven de su misma edad.
La trama inicia en 1967, con Bobby Morrow (Erik Scott Smith/Colin Farrell) un niño de 9 años muy sensible, que observa los años 60:
Su mensaje de amor y libertad, parece embargarle por completo.
A principios de los 70, una súbita tragedia, deja a Bobby sin familia.
Y posteriormente, el niño establece una relación especial con Jonathan Glover (Harris Allan/Dallas Roberts), y con la madre de éste, Alice (Sissy Spacek), quienes ofrecen a Bobby refugio, y un renacido sentimiento de estar vivo.
La amistad entre Bobby y Jonathan, se extiende a lo largo de los años, hasta la década de los 80, en la ciudad de New York, un lugar donde la gente está constantemente rehaciéndose, y redefiniéndose.
Allí, Bobby conoce a Clare (Robin Wright Penn), una pintoresca compañera de habitación de Jonathan, cuyo reloj biológico suena con fuerza, alterando ya para siempre, el destino de Bobby, y complicando en adelante, su relación con Jonathan.
La trayectoria de este trío, completa la trama, cuando los 3 exploran nuevos territorios, deviniendo pioneros en un terreno virgen.
Así pues, su amistad se convierte en un triángulo amoroso, mientras luchan con la muerte de un padre, y un embarazo inesperado.
A Home At The End Of The World es una maravillosa historia, donde un muchacho busca su sitio en el mundo, y para ello, solo reparte amor allá por donde va.
El amor y la atención que un hermano profesa a otro, es lo que termina dando Bobby, tras el fallecimiento de este, a todas las personas que van apareciendo en su vida, empezando por Jonathan, el primer y único amigo del instituto, con el que crea un vínculo mucho más allá de la amistad.
Una amistad que perdura en el tiempo, hasta llegar a la edad adulta, donde la irrupción de Clare, les cambiará la vida, pero sin saber a qué destino les llevará.
Un bonito relato, sobre la amistad proyectada a través del tiempo, de cómo terceras personas pueden aparecer en tu vida, y hacerte recapacitar sobre el camino a seguir, aunque duela mucho hacerlo.
“I get up and walk around in the dark sometimes.
Does that weird you out?”
Llena de sentimientos y emociones, recreada a la perfección en cuanto a épocas se refiere, años 60,70 y 80; A Home At The End Of The World mantiene en todo momento, un tono nostálgico a la par que optimista, y te hace plantearte muchas cuestiones después de su visionado.
A Home At The End Of The World traza el recorrido de las pruebas, triunfos, amores, y pérdidas.
Ahora la pregunta es:
¿Pueden navegar por el inusual triángulo que han creado, y mantener su amistad?
A Home At The End Of The World echa una mirada a lo que entendemos por amor, compromiso, y lealtad.
Y acaso más importante, revisa la idea de familia, y al hacerlo, nos muestra la verdadera esencia de la misma, y los modos en que esta esencia puede redefinirse.
Y entonces, se nos presenta un interesante análisis de la identidad sexual, y su desarrollo a través de los años, así como la relación de esta, a un periodo concreto.
Tanto el personaje de Bobby, como el de Jonathan, están bien desarrollados.
Las interpretaciones son maravillosas, el trío protagonista está insuperable, y vale la pena verla por la interpretación de los 3 actores principales, que dan muestras de su profesionalidad, en unos papeles nada fáciles, en los que tienen que estar continuamente mostrando sus sentimientos, por encima de la actividad que en cada escena estén desarrollando.
Esto no es fácil, y el director se arriesga mucho, abandonando cualquier escena que entretenga al espectador, para profundizar en los interiores de los personajes.
Mayer quiere mostrarnos quiénes son, y no lo que hacen.
Empezando por un ENORME Colin Farrell, que hace su mejor papel hasta la fecha, y el cual, interpreta a un personaje que se hace de querer en todo momento por las circunstancias vividas.
En el caso de Bobby, tenemos a un muchacho de inmensa inocencia, para el cual, la ausencia familiar provoca un estancamiento sexual, solo equilibrado por su inmenso nivel emocional.
Esto le convierte en alguien, con la capacidad de llegar a todo el mundo, ya sean Jonathan o Clare, o la madre del primero, al inicio del metraje.
Adorable interpretación de Farrell, asombroso, llena la pantalla.
Y si he de ser sincero, la verdadera razón por la que me tragué A Home At The End Of The World hasta el final, es por lo bueno que está Colin Farrell.
Obviamente, A Home At The End Of The World está orientada, predominantemente, al público femenino y homosexual; y honestamente pienso, que si finalmente los productores hubieran incluido en el metraje, aquél polémico desnudo integral de este apetecible buen irlandés:
Uno, la película habría tenido más trascendencia, y se recordaría algo más.
O habría logrado un mayor nivel.
¿No filosofan tanto en A Home At The End Of The World sobre el amor en cualquiera de sus formas?
El miembro de Colin, bien justificado, podría haber tomado parte como símbolo de la belleza, pero en fin, por mucho que se las den de “europeos y alternativos” los responsables de A Home At The End Of The World, devienen de una producción hollywoodense.
En cualquier caso, ver a Colin Farrell con camisa sin mangas, sin camiseta, con vaqueros ajustados, o comiéndole los morros a su pseudo hermano, excita intelectualmente tanto o más, que cualquier chocolate blanco.
El desarrollo de Jonathan, es mucho más sexual, opuesto al sentimental Bobby, recordar que tuvo su primera vez con una mujer, hasta que conoció a Clare.
Diferente con Jonathan, hasta el punto de bloquear sus emociones completamente.
Esto desemboca en su inseguridad personal, y su comportamiento autodestructivo.
Clare está bien establecida como vínculo de ambos personajes, en una historia estremecedora. A resaltar las tan distintas, y a la vez tan semejantes, interpretaciones de Sissy Spacek y Robin Wright Penn que llenan la pantalla:
La primera, es una madre comprensiva, moderna, casi anárquica, con un conflicto en ciernes, al que no quiere enfrentarse, y que elude de la mejor manera posible.
La segunda, es una mujer que ha sufrido, y no quiere sufrir más, anárquica completamente, vive sin tapujos, y sin responsabilidades, más que las del corazón, cosa que se hace notar por el color de su cabello.
Ambas rezuman vida por todos sus poros, y pese a llevar caminos distintos, ambas sienten atracción por una intrigante persona, que creen, puede cambiar sus vidas a gran escala, pero que sólo lo hace a pequeña, pero no se atreven a dar el paso.
Cada una por sus circunstancias y problemas, a las que ellas deben hacer frente solas, nunca con otra persona.
Ambas vidas, están entrelazadas, maneras diferentes de vivir, pero a la vez tan sinceras, reales, y comunes.
En cuanto a la temática de A Home At The End Of The World, me ha parecido que trata la homosexualidad de una manera muy veraz, y con escenas y diálogos perfectos.
Añadir que A Home At The End Of The World en sí, te deja un pozo de tristeza, pero una tristeza forjada a base de momentos e ilusiones, que te va mostrando a lo largo de 12 años.
Realmente me conmoví mucho por la necesidad que tenían Bobby y Jonathan de ser amados, aunque ambos estuvieran en 2 contextos sociales, completamente opuestos:
El primero golpeado por la tragedia de perder uno tras otro, a cada uno de los integrantes de su familia.
Y el segundo, protegido y amado incondicionalmente, igual buscaba de forma rabiosa el amor, y el reconocimiento de los otros.
Sin embargo, no se comprende muy bien, la reacción de Clare al final; cuando les ve bailar juntos y llora.
Yo creía que era de emoción, por la alegría de ver cómo se quieren sus 2 hombres.
Y en la secuencia siguiente, ella huye, sobrepasada por la situación...
Creo que no está bien dibujado el personaje de ella en ese momento, porque no se explica bien su cambio de considerar una situación idílica, a insoportable.
Puede ser, que la aparición sutil del SIDA en el bebé, y evidente en Jonathan, ella haya preferido irse, antes de demostrarle a Bobby, una nueva pérdida, al ser ella también portadora del virus, ya que se le ve, incluso demacrada en su última escena.
Escena que da pie a lecturas, y que posiblemente, el libro tampoco lo diga claramente, por ser el autor el mismo guionista, y para no dar A Home At The End Of The World una visión tremendamente trágica.
Ni las dudas que genera la actitud de Farrell con su madre adoptiva, explotan en ningún momento en él; realmente sentía un amor diferente para con ella…
Ni sabemos cuáles son sus sueños o aspiraciones, nada, sólo sabemos que le va la marcha; ni cómo, y de dónde sacó el dinero para el Café.
Además, no hallo lógica la escena de esparcir las cenizas del padre de uno de los amigos, ellos 2 solos, cuando el padre no tiene mucho papel en la trama, y da la impresión, que esa escena está recolocada en el montaje, solo para tratar de hacernos ver, que son los amigos del alma, o el hermano con “el hermano adoptado”
Personalmente esperaba más…
El tema del trío que lucha por establecer una vida en común, enfrentándose a los clásicos problemas de celos e inseguridades, me pareció poco innovador, y no trató de incluir nada novedoso.
Los problemas de salud, siempre relacionados con VIH, me parecieron metidos a calzador, para otorgar a la historia, una conclusión que podría haber sido más elaborada.
Se desconoce si Bobby también estaba enfermo, así como la suerte del hijo, quien es el padre, es todo un misterio, aunque se supone que es de Bobby, si él quería encontrar el amor, no debió quedarse con Jonathan…
Quizás eso sea algo que, por otra parte deja A Home At The End Of The World un poco corta, no ver realmente las relaciones sexuales entre los 2 hombres, más que cuando eran niños, y para entonces, se podrían considerar normales, en esa etapa de la vida.
Queda todo, en una especie de triángulo de amor platónico, y contenido.
Ellos se imaginan, lo que cada uno siente por el otro, y el espectador también, pero hay mucho que imaginar...
“He found me”
El amor no es perfecto, pero el sentimiento que esta cultura no enseña a cultivar, lo queremos encontrar, brillante y perfecto, como una escultura griega, pero tal como dice Ernesto Sabato en “Antes del fin”:
“Cuando uno se acerca, y mira cuidadosamente la piedra de esta hermosa escultura, encuentra que está llena de grietas e imperfecciones”
El amor es eso, una escultura que parece perfecta, pero que el tiempo marca implacablemente, pero eso no es malo.
No es que nuestro corazón deje de amar, es que nuestra mente nos hace más fuertes ante el desengaño de ese sueño roto.
Quisiéramos no volver a amar, pero insistimos, porque finalmente queremos un lugar donde poder sentirnos seguros y acompañados, un lugar donde se pueda tener una mano cálida, que en silencio apriete la tuya, un hogar donde no te sientas juzgado, y puedas ser comprendido como otro ser humano... como un humano, y no como ese ser idealizado, que solo es sirviente de los deseos del otro, y donde los otros, tampoco se vuelvan lacayos de tus deseos.
Y así pues, todos buscamos el amor, en los lugares más extravagantes, y siempre dejamos el último lugar del mundo sin explorar, ese lugar donde finaliza el mundo, ese mundo posible conocido por nosotros:
Nuestro corazón, en un hogar en el fin del mundo.

“Nothing wrong with that”



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