Lady And The Tramp

“What a dog!”

Los seres humanos somos animales, y aunque algunas especies tienen enormes parecidos con la nuestra, hay muchos aspectos que nos diferencian tanto de estas, como de todas las demás.
El tema se puede abordar desde diversos puntos de vista, basta con echarle un vistazo a algunas de nuestras actividades, nuestros comportamientos, e intereses, para encontrar dichas similitudes, sobre todo, hay 4 puntos en particular, 4 necesidades básicas, que tenemos todos:
Comer, dormir, reproducirnos, y luchar/defenderse.
Pues sí, tenemos exactamente, las mismas necesidades, o hacemos lo mismo que todos los demás, aunque podemos tener relaciones sexuales, solo por placer, y no tenemos la necesidad, ni de reproducirnos ni de luchar, hay un 5° punto o una 5ª facultad que nos diferencia considerablemente:
La inteligencia suficiente, para cuestionarnos sobre nuestra existencia.
Los animales, han sido siempre, una de las principales fuentes de inspiración de los personajes de Disney, desde su misma creación:
Los nombres entrañables como Mickey Mouse, Dumbo o Winnie The Pooh, son una muestra de ello, de nuestra afinidad física y emocional con los animales.
Y es que las producciones de Disney, comienzan a reflejar ideales cada vez más conservadores, y se comienza a construir una nueva imagen de inocencia y diversión dirigida al público infantil, sin olvidar el adulto.
Las películas de Disney, con sus personajes dulcificados, nos cuentan historias de buenos y malos, de lo correcto e inapropiado, transmitiendo unos valores acordes con visiones del mundo conservadoras.
“What a perfectly beautiful little Lady”
Lady And The Tramp es el 15° largometraje de animación del canon de largometrajes animados de Disney, dirigida en 1955, por Clyde Geronimi, Hamilton Luske, y Wilfred Jackson.
Protagonizada por Stan Freberg, Peggy Lee,  Dallas McKennon, Barbara Luddy, Alan Reed, Bill Baucom, Lee Millar, Bill Thompson, George Givot, Verna Felton, The Mellomen, entre otros.
El guión, es de Erdman Penner, Joe Rinaldi, Ralph Wright, y Don DaGradi.
Lady And The Tramp fue la primera historia original de Walt Disney, para una película de animación, ya que los Clásicos anteriores, estaban basados en leyendas, y cuentos de hadas.
Todo inició en 1925, cuando Walt Disney le regaló a Lillian Blonds, por entonces su prometida, una simpática perrita cocker spaniel, en la que se basó para escribir un pequeño relato que, en 1939, fue concebido como un cortometraje para “Silly Symphonies”
Cuatro años más tarde, Walt Disney leyó en la revista Cosmopolitan, el cuento “Happy Dan, The Whistling Dog”, escrito por Ward Greene.
Mientras lo leía, comprendió que el perro callejero, era el personaje que le faltaba a su historieta.
Se puso en contacto con Greene, y lo convenció para que escribiera un nuevo cuento, reuniendo a ambos perros.
En 1943, se publicó “Happy Dan, The Whistlin Dog, and Miss Patsy, The Beautiful Spaniel”, haciendo que Lady And The Tramp, se basara en ese mismo relato.
La historia original, sin embargo, fue creada por Joe Grant, cuando la película “Snow White And The Seven Dwarfs” (1937) estaba en fase de post-producción.
El guión fue redactado en 1943, pero el proyecto se aplazó por La Segunda Guerra Mundial.
El reparto principal, estaba compuesto por 10 perros, donde cada perro que se muestra, es de una raza distinta, además de 2 gatos siameses, y un castor.
Hay otros personajes secundarios, como los humanos, pero sólo sirven para avanzar en la trama.
Como dato, casi todo el metraje está rodado desde el punto de vista de los perros, a medio metro del suelo, de forma que muestran el ángulo de los animales; por ello, las caras de Jim Dear y Darling, solo se muestran parcialmente.
Lady And The Tramp que tiene un poco de todo:
Amor, aventura, aprendizaje, acción, suspense, ternura, drama, amistad...
Y sobre todo, una magnífica banda sonora, en la que los autores no sólo abordan el género de la canción romántica italiana, sino que también, se atreven con el jazz, en la voz de Peggy Lee.
Lady And The Tramp fue producida por Walt Disney, para Walt Disney Productions, y se estrenó en cines el 16 de junio de 1955, siendo distribuido por Buena Vista Distribution, una nueva división de Disney, que asumió los derechos de distribución de los productos del estudio, en lugar de los antes poseedores de los derechos, RKO Radio Pictures.
Así pues, Lady And The Tramp fue la primera película de animación Disney, estrenada en Cinemascope, si bien en su momento se produjeron y estrenaron 2 versiones de la película simultáneamente, la versión Cinemascope, y otra versión de tamaño académico 1.33:1 para los cines no preparados para la nueva tecnología.
Y no sólo eso, sino que probablemente sea para Lady And The Tramp, la que mejor y con más detallismo se han hecho jamás unos fondos, con unos cambios de luz impresionantes, y todos los reflejos que de ella se pueden obtener.
En cuanto a la animación, es la más realista que se haya hecho en una película de animales, superando incluso a “Bambi” (1942) en la que los movimientos de los perros, son tremendamente exactos al mundo natural.
Esta segunda versión, en la que se rediseñaron planos y encuadres para adaptarlos a la pantalla estrecha, no tuvo mucha distribución más allá del estreno, y las versiones posteriores 4:3 publicadas en video, DVD, o Blu-Ray son versiones Pan and scan de la versión Cinemascope.
Con Lady And The Tramp, se quiere concienciar a los espectadores, que no debemos ser racistas ni clasistas, ya que todos somos iguales.
La historia, es similar a otras muchas que se han escrito a lo largo de la historia en diversas novelas, y similar también, a muchas películas que se han hecho después.
La historia de amor entre 2 seres de diferentes clases sociales, que rompen las barreras para estar unidos, por muy mal visto que esté, y por mucho que les critiquen.
En esta ocasión, los personajes no son personas, son perros que se comportan como seres humanos, característica de todas las películas de animación.
Lady (Barbara Luddy), un cachorro Cocker Spaniel, llega a su hogar en Navidad como un regalo.
Al pasar el tiempo, se gana el cariño de sus dueños:
Jim Dear (Lee Millar) y Darling (Peggy Lee), dueños de Lady, quienes esperan un bebé, tiempo después.
The Tramp (Larry Roberts), un perro mestizo callejero, explica a Lady, que con la llegada del bebé, los cariños hacia ella por parte de sus dueños, serán menores, pero al llegar el bebé, Lady se da cuenta de que no es así, tan solo que las cosas son diferentes, y que ella se encargará de cuidar al niño también.
En una ocasión, Jim y Darling deben salir de casa, y llega a cuidar al bebé, la tía Sara (Verna Felton), dueña de 2 gatos siameses:
Si y Am (Peggy Lee), que le harán la vida imposible a Lady, ya que ellos odian a los perros, y la tía tratará de ponerle un bozal, pero eso desencadena que Lady huya, refugiándose con The Tramp, y aprendiendo cómo ve la vida el perro callejero, hasta que termina en la perrera por una travesura.
Al salir de la perrera, ella desconfía en The Tramp, pero recupera su confianza en él, cuando el perro callejero mata a una rata que amenazaba la salud del bebé.
La tía Sara, escandalizada, llama al perrero que se lleva a The Tramp, pero Jock (Bill Thompson) y Trusty (Bill Baucom) lo salvan.
The Tramp y Lady se enamoran, y al final, tienen varios pequeños, muy parecidos a Lady, y uno, muy travieso, igual al padre.
Gracias a estos cachorritos, Trusty tiene una nueva audiencia para sus viejas historias, pero la memoria ya le está fallando.
De ser el centro de atención de la pareja, el foco de consideraciones y muestras de cariño, Lady verá usurpado su lugar, con la llegada del primer bebé en la familia.
Teniendo como amigos y consejeros, a un terrier escocés y a un sabueso de San Huberto, Lady tendrá con esta experiencia, una oportunidad de madurar, de presenciar, y experimentar la maternidad, al convertirse en la principal protectora del bebé.
Sin embargo, el mundo de la cocker, se pondrá nuevamente de cabeza, cuando el carismático y encantador Tramp se aparezca en su vida.
El perro tiene una visión de la vida realista y terrenal; y le revela a Lady, quizás por lo que ha vivido, aunque no da muchos detalles al respecto, la cruel realidad de lo que es vivir junto a los humanos.
La suya, podría decirse, es una visión totalmente “anti doméstica” para un perro.
Son 2 diferentes mundos, que se encuentran para ver que, entre ellos, hay mucha química perruna.
Lady And The Tramp es el clásico amor que parece imposible; aquel que acaba sobrepasando la barrera de la clase social.
Esencialmente, tenemos el relato sobre las aventuras de una refinada perra, donde tiene que salir de la reclusión de su hogar para conocer el mundo, y vivir en carne propia, las sorpresas que le depara la vida.
A todo eso, le añadimos un toque de maldad, con la aparición de los gatos y una rata, una banda sonora potente, y una moraleja final, con sentido familiar.
“Just a cute little bundle... of trouble”
Ambientada alrededor de los 1910, la historia de Lady And The Tramp es sencilla.
Basado en un cuento del propio Walt Disney, que aportó a Lady, y remezclado con otro de Ward Green, que aportó a The Tramp, nos presentan unos personajes bien desarrollados, cada uno es representativo de un estrato social de la clase más alta, a la más baja, sin saltarse uno solo, una historia de amor de primeras imposible, con el beso más original de la Disney hasta la fecha incluido, un desarrollo impoluto de principio a fin, con un “opening” de los mejores de la factoría, plagado de grandes escenas, como la del zoo, la perrera, y la cena en el restaurante, que han perdurado de generación en generación.
El logro en el magistral trabajo de animación, empieza desde este instante.
Cada mínimo detalle en los movimientos, juegos, saltos, etc., del cachorro, son reflejados prodigiosamente.
En general, Lady And The Tramp es todo un estudio sobre motricidad y comportamiento caninos, digno de ser admirado.
Como curiosidad, la escena del espagueti, fue desechada originalmente por Walt Disney, y hoy es una de las más emblemáticas, y una de las 10 escenas más parodiadas de la historia del cine; de hecho, en 2005, fue nombrada por la revista People, como uno de los besos más famosos de la gran pantalla; así comer espagueti, se convirtió a partir de aquí, en algo diferente, aderezados con un beso final, saben mejor.
No obstante, en Lady And The Tramp hay un toque de fábula moral, como en toda película de Disney que se aprecie, y se pueden sacar conclusiones, pensando sobre los perros que lucen sus placas, que demuestran que son propiedad de alguien, como un signo de superioridad frente a los perros callejeros, y libres.
¿Curioso verdad?
Además, la historia se permite algunas crudezas, no muy políticamente correctas, tratándose de una película para niños:
En algún minuto, se deja caer que The Tramp es un mujeriego de lo peor; las escenas del niño amenazado por una rata, deben haber infestado más de alguna pesadilla infantil de la época, pues hagan el ejercicio mental, de volverse a sentir niños indefensos, y piensen ustedes en ser muertos y comidos por uno de esos bichos sucios, salidos de una cloaca; o la tía es más que un poco cruel con Lady, no violencia física, pero sí acoso psicológico; y en las escenas en la perrera, se hacen alusiones al destino que le esperan a los perros no recogidos.
Muchos de estos personajes son huérfanos, o son abandonados por sus padres, o se mueren.
Esto se debe a la infancia que tuvo Walt Disney, en la que existía un ambiente abusivo.
Mucha gente se pregunta, si esta clase de películas son las acertadas para los niños.
Aunque en todas las películas haya finales felices, hay escenas que son muy duras, y que nosotros cuando éramos pequeños, y las veíamos, sufríamos.
La vida está compuesta por momentos felices, y otros momentos más amargos, pero lo que la gente no sabe, es si realmente es bueno, que sus hijos vean esos episodios que si ocurriesen en la vida real, serían realmente trágicos.
La crítica más feroz, viene al considerar a Lady And The Tramp, como una película clasista.
No sirve de nada engañar a los niños:
Las clases existen, es un fenómeno social que se remonta a la prehistoria, y los niños tendrán que vivir con eso, les guste o no, aunque en Lady And The Tramp quede bien reflejado, que uno puede ser feliz, si es capaz de adaptarse al medio en el que vive, al igual que se tendrán que acostumbrar, a que las perreras estén llenas de perros que mueren, si no son adoptados...
Sin duda, que podemos trazar un paralelismo con la sociedad humana de todos los tiempos, donde siempre existieron esas injusticias, producidas por el ego de quienes se creían mejores personas, por tener más recursos.
También, hay una oposición de posturas, y la misma surge de la disyuntiva de saber qué es mejor:
Si la vida The Tramp, que no tiene nada que perder, pero nada de responsabilidades que cumplir; o la de Lady, en el calor de una familia que proteger, y en donde el amor recíproco, es moneda corriente.
En su momento de máximo esplendor, Disney regaló este alegato en favor de los perros, con una historia de amor por encima del clasismo social de trasfondo.
En líneas generales, Lady And The Tramp discurre por un hilo optimista, tierno, y simpático, como la cena de los enamorados, los malvados siameses... que se ve truncado por unos leves, pero tenebrosos momentos en el interior de la perrera.
Aunque la historia es alegre y divertida, Disney deja esa escena, hábilmente disfrazada para los niños, pero explícitamente expuesta para los demás, que nos hace replantearnos una vez más, el penoso trato que el ser humano da a la naturaleza.
Para que después digan, que las películas de Disney son pura fantasía…
La verdad, Lady And The Tramp tiene un gran moraleja, de 2 formas de tratar a un perro:
Como uno más en la casa, como enseñarle a un bebé, para que el perro lo tenga como suyo; o como un extraño, como pegarle cuando no tienes que hacerlo, y reñirle sin hacerle entender el motivo.
Y ahí salen las 2 formas en que un perro reacciona, dependiendo de cómo lo hayas hecho.
Muy inteligentemente, Lady And The Tramp rechaza y “denuncia” a su manera, la despreocupación de un animal doméstico, al que se le vuelca siempre, todo el amor en su llegada, cuando ocurren otros acontecimientos en la familia, como en este caso es, la llegada de un niño en el matrimonio.
Los personajes además, vulnerables a la realidad, pero ajenos a la maldad, se muestran con celos, envidias, y enfados humanos, que los dota de una gran personalidad, y nos lo acercan, a pesar del acertadísimo y minucioso cuidado que tiene la factoría con cada perro, que lo dota tanto visualmente, como en acciones y movimientos de un gran realismo.
Y como un error de realidad, los hijos de Lady y The Tramp, están mal como salieron, ya que si se junta una cocker y otro perro, no van a salir “cockers” van a salir mezclas… pero bueno, se hizo más para proyectar el sexo y la personalidad de los cachorros.
Por último, con tan sólo 2 o 3 números musicales, en donde el mejor tiene lugar en una perrera, una verdadera cárcel para perros, destaca por tener a Peggy Lee, quien cantó en casi todos los números musicales, como:
“He's a Tramp”, “La La Lu”, “The Siamese Cat Song”, y “What Is a Baby?” dando voz a una perra maltés con mucho sex appeal, llamada Peg.
La leyenda de EEUU, fue la encargada de la banda sonora pero más tarde, Lee demando a Disney por incumplimiento de contrato; ganando todas sus pretensiones, junto a $2.3 millones en 1991.
Eso no impidió, que Lady And The Tramp, con Peggy Lee, fuera la primera vez, que la voz de una superestrella, se contrataba para una película de dibujos animados.
“Merciful heavens!
My darlings!
My precious pets!
Oh, that wicked animal, attacking my poor, innocent little angels”
Las películas de Walt Disney deberían reservarse para adultos, es un hecho.
Empezando que todos los dibujos animados, están compuestos por los mismos estereotipos que hablábamos, cuando hacíamos referencia a La Teoría Funcionalista; es decir, existen 4 personajes y/o características principales que nunca faltan:
El bueno, el malo, la bella, el feo; y un final feliz.
Se trata de una concepción del mundo y de la vida, muy alejada de la realidad del niño que la consume.
Él observa, idealiza lo quiere, pero es tan perfecto, que es difícil de conseguir.
He aquí, una de las razones por las cuales hablamos de consecuencias negativas en el consumo de estos dibujos.
Son historias que confunden a los chicos, quienes no ven que su vida concuerde con lo que observan en las películas.
Y es que los dibujos animados, y los medios de comunicación en sí,
estandarizan y estereotipan características en los personajes, que hacen que las sociedades se manejen por lo material.
El personaje hermoso, vestido de cierta manera, impone una moda que si no eres así, pues tampoco serás parecido a él.
Por esto es que el sujeto vive una vida que no es propia, concepto de alienación impuesto por los medios de comunicación.
El continuo maltrato, y el quiebre de toda resistencia individual, es la condición de vida que se da en esta sociedad, y que es extraída por los dibujos animados, cuya violencia siempre está.
Centrándonos más en Disney, podemos observar, como la acción consiste en divertidas escenas violentas, que suceden continuamente, y se expresan de alguna u otra manera.
En sus comienzos, los dibujos animados creados por Walt Disney, no estaban dirigidos a un público infantil, y en sus historias, se buscaba hacer reír al espectador con personajes que, en muchas ocasiones, se comportaban de forma “socialmente” incorrecta, con la caricaturización de personajes famosos, y con historias que incluían, ciertos elementos de crítica social.
La imagen de inocencia y defensa de la moral que nos vende Disney, dificulta un análisis crítico de productos, como las películas Disney de dibujos animados.
Los niños, se acostumbran a lo que ven; y la violencia aparece en estos dibujos como algo natural y divertido en la vida, y eso deviene en una influencia negativa.
Por otro lado, los aspectos positivos que encontramos, que brindan estos dibujos animados, tienen una contracara, ya que la mayoría de veces son irreales, porque muchos de los conceptos que transmiten, son escenas que en nuestra vida, ocurren con muy poca frecuencia, o que invitan a “soñar” algo imposible.
Es irónico pensar, que historias tan inocentes y entretenidas, puedan terminar jugando un papel determinante en la construcción de esta vida “ficticia” en la que estamos.
Entonces:
¿Los dibujos animados de Disney, influyen de una manera positiva o negativa en el público infantil?
Es cierto que los niños aprenden, y tienen un concepto más claro de lo que es, y puede ser la vida en una sociedad como la nuestra.
Pero, la excesiva exposición a dibujos animados, donde existen escenas violentas, conduce a consecuencias psicológicas como la insensibilizar la angustia, y la repulsión que deberían, naturalmente, producir estas escenas violentas.
También conlleva a que la violencia se aprecie como algo interesante y divertido.
Se aprenden, con detalles técnicos y operativos, formas muy crueles y dañinas de agresión.
La confianza ilusoria en la violencia, puede llegar a dar una falsa sensación de seguridad en personalidades inmaduras de cualquier edad; estableciendo la personalidad violenta, como una forma de ser y de estar en el mundo, una forma satisfactoria que parece compensar, ilusoriamente, un gran número de carencias afectivas, intelectuales, o de habilidades físicas, y de comunicación con los otros.
También, es real que estos dibujos, ofrecen consecuencias efectivas, gracias a la forma en las que estos aspectos son comunicados, captando la atención de los niños.
Aprenden aspectos positivos de la vida, como finales felices, príncipes azules, alegrías, cantares, y también, los distintos tipos de personalidades de cada personaje.
Los dibujos animados de Disney, no tienen ni una mala intención en la información que transmiten, ni en la manera en que lo hacen, sin embargo, nosotros como receptores, debemos reflexionar y estar atentos, ya que estamos hablando de un público ingenuo, carente de la capacidad de reflexión de un adulto.
Su imaginación, está alimentada por el entretenimiento, y todavía no comprenden la realidad de la vida, ni las restricciones sociales.
En cuanto a los temas relacionados con la raza, y la clase social, las películas Disney suelen identificar al malvado, al bárbaro, o al menos capaz, con personajes de otras razas o clases.
Además de los estereotipos de género, raza, y clase social, también es interesante analizar, cómo se representa el orden social en estas películas.
Se puede observar también, la idea del héroe “masculino”, cuyo destino es luchar.
Además, en sus versiones originales en inglés, y algunas en castellano, los personajes más débiles, tienen acentos que denotan una clase social, o racial “inferior”
Si algo se ha tenido claro en Disney desde el principio, es que su negocio debía situarse en los entresijos de la educación de la ciudadanía, suplantando al Estado en esa función, y proponiendo el entretenimiento como principal reclamo educativo.
Esta transmisión cultural, quizás fue en tiempos pretéritos sutil, hija de tenues combinaciones de colores y músicas, de gestos y detalles, pero parece que los efectos se resienten, que el equipaje cultural que se necesita incluso para ser adoctrinado, escasea cada vez más, y por tanto, haya que aumentar la dosis, ir al grano, sin rodeos.
Es así que, las filigranas más o menos artísticas, han dejado paso a la sal gruesa, y a poco que abramos los ojos, se hace más que evidente, el armamento ideológico que nos apunta apenas disimulado, tras las inquietantes fachadas de las películas Disney.
La imagen de inocencia y defensa de la moral que nos vende Disney, dificulta un análisis crítico de productos, como las películas Disney de dibujos animados.
Sin embargo, analizando de forma crítica el contenido de estas historias, podemos encontrar numerosos estereotipos, que refuerzan valores sexistas, racistas, y claramente clasistas.

“No human is that cruel!”



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