Honey, I Shrunk The Kids

“We're now a quarter of an inch tall, and 64 feet from the house.
That's an equivalent of three-point-two miles.
That's a long way.
Even for a man of science”

El cambio de tamaño de objetos o personas, bien sea disminuyendo éste, bien aumentándolo, aparece en numerosas obras de ciencia ficción, sean éstas novelas o películas.
La realidad nos dice, que una de las tendencias actuales en muchas áreas del conocimiento, está dirigida hacia la miniaturización, automatización, y simplificación.
Por tanto, se denomina “miniaturización” al proceso tecnológico, mediante el cual, se intenta reducir el tamaño de las cosas, especialmente, los dispositivos electrónicos.
Miniaturización, también deletreado “miniaturisation” es una tendencia la continuación en tecnología, hacia escalas siempre más pequeñas para primer mecánico, entonces óptico, y lo más recientemente posible, dispositivos electrónicos.
La tendencia, se puede remontar de nuevo, a épocas antiguas, como una ciencia abstracta y práctica física, comenzando con las teorías atómicas de la naturaleza de la materia, y el uso temprano de microscopios, y conduciendo, siglos más adelante, a las ciencias actuales de la nanotecnología, y nanotecnología molecular.
Algunas de las ventajas del empleo de sistemas miniaturizados son:
Reducción en el consumo de muestra y reactivos, disminución de los desechos, lo cual permite realizar diagnósticos médicos, a partir de una simple gota de sangre, o el desarrollo de sensores “in-vivo”
Además, normalmente se acortan los tiempos de análisis, y se pueden integrar diversos ensayos en un mismo sistema, sin aumentar su complejidad, así como automatizar distintos procedimientos analíticos.
Por ahora, el límite somos nosotros mismos, principalmente nuestro cuerpo, y las limitaciones motoras que tenemos para manipular objetos muy pequeños.
Un ejemplo clásico y palpable, lo tenemos en la evolución de la telefonía celular, desde los llamados “bloques o ladrillos”, magistrales y mayúsculos teléfonos, que le tumbaban los pantalones a cualquiera, hasta los diminutos y casi inmanejables teléfonos actuales, que aparte de ser pequeños, poseen una capacidad envidiable, y una utilidad mejor, incorporando cámaras con resoluciones, a la par de las mejores cámaras digitales actuales, conectividad en todo momento a internet, y un sin fin de aplicaciones, que lo convierten en un potente minicomputador.
El límite de tamaño, está en nuestras manos, literalmente hablando, porque ya se observan modelos que la gente rechaza, por encontrarlos incómodos a la hora de utilizar el teclado, con teclas diminutas, en las cuales, es casi imposibles pulsarlas sin oprimir las teclas vecinas, y que por razones de versatilidad, no pueden disminuir más, pero si crecer en funcionalidad.
Otro ejemplo, lo tenemos en las actuales memorias USB, o los famosos Pen Drives, dispositivos que cada día aumentan, y duplican su capacidad de almacenamiento, y hoy día, existen modelos, cuyo dispositivo es menor en tamaño al conector USB que contiene en la punta para la conexión.
Está llegando el momento, en que será como llevar un diminuto objeto, que fácilmente se puede extraviar.
Otro ejemplo son los laptops, que cada día vienen con inimaginables funcionalidades, una capacidad de almacenamiento increíble, una conectividad a la red cada vez mayor, pero mucho más pequeños y livianos.
Sin embargo, su principal limitante son la cantidad de teclas que deben tener, y como son nuestras manos las que deben utilizarlas, ya hay teclados incómodos por tener las teclas amontonadas, en donde es difícil apretar una de ellas, sin hacerlo junto con sus vecinas.
Por ahora, los equipos siguen disminuyendo en tamaño, pero aumentando su capacidad y versatilidad, solo nos queda esperar para ver, cuáles son los límites del proceso de miniaturización...
“The machine shrunk our kids”
Honey, I Shrunk The Kids es una película estadounidense de aventuras y ciencia ficción, del año 1989, dirigida por Joe Johnston.
Protagonizada por Rick Moranis, Matt Frewer, Marcia Strassman, Kristine Sutherland, Thomas Wilson Brown, Jared Rushton, Amy O'Neill, Robert Oliveri, Carl Steven, Mark L. Taylor, Kimmy Robertson, entre otros.
El guión es de Ed Naha y Tom Schulman, sobre una historia de Ed Naha, Stuart Gordon, y Brian Yuzna.
En los 80, los directores y productores, Brian Yuzna y Stuart Gordon, decidieron unirse para crear una producción de corte más familiar, al de sus anteriores películas.
Entonces, se les ocurrió la idea de un grupo de jóvenes de tamaño diminuto, que vivían aventuras en un entorno gigantesco.
Se unieron a Ed Naha, y escribieron un primer tratamiento del guión que presentaron a la Disney.
Casualmente, Walt Disney Pictures, llevaba un tiempo interesada en hacer una película que tratara acerca de la miniaturización, y así es como Stuart Gordon, fue contratado como director, y Yuzna como productor.
Para comprobar la viabilidad de los numerosos efectos especiales que se requería, se decidió rodar alguna secuencia como prueba.
Contrataron a Thomas G. Smith, de Industrial Light & Magic, que acabaría siendo el productor ejecutivo, que filmó un par de secuencias:
Una donde unos niños diminutos montaban una hormiga, y otra donde los mismos trepaban por el envoltorio de un caramelo.
Así, Disney quedó satisfecha con el resultado, y dio finalmente luz verde al proyecto, con un presupuesto de $18.000.000, Honey, I Shrunk The Kids llegó a recaudar $222.724.172.
Honey, I Shrunk The Kids fue rodada en los Estudios Churubusco de México; donde se construyó toda la urbanización, con iglesia incluida, y las pantallas “blue screen” más grandes jamás montadas, con los decorados a escala gigantesca, como el enorme césped del jardín, de 12 metros de altura, y fabricada en espuma de uretano, el bol de cereales con 60 mil litros de leche artificial, o la galleta gigante, hecha de auténtica crema.
También, se construyó una hormiga a escala real, que se podía mover por control remoto, la cual tardaron 5 meses en construir, y todos sus pelitos, eran de pelo de caballo.
Sin embargo, una semana antes de comenzar el rodaje, y debido a problemas de salud, Stuart Gordon se vio obligado a abandonar la dirección.
El elegido para sustituirlo, fue Joe Johnston, que había sido técnico de efectos, y director de producción en Industrial Light & Magic, siendo Honey, I Shrunk The Kids, su debut como director.
Honey, I Shrunk The Kids cuenta la historia de un profesor, que accidentalmente encoge a sus hijos y a los del vecino, a un tamaño de 1/4 de pulgada, con su rayo electromagnético, enviándolos por error, al jardín trasero de la casa, en la basura.
Wayne Szalinski (Rick Moranis) es un frustrado científico, que dedica todo su tiempo, en desarrollar una máquina para encoger el tamaño de las cosas.
Pero cuando una pelota de béisbol activa accidentalmente la máquina, el rayo reductor, apunta hacia sus hijos y los vecinos, reduciéndolos al tamaño de un insecto, y obligándolos a emprender una travesía por todo el jardín, donde se enfrentarán a toda clase de aventuras.
En Honey, I Shrunk The Kids vemos a 2 familias que no pueden ser más diferentes:
Por un lado, los Szalinski, con el padre Wayne, obsesionado con su invento, la madre Diane (Marcia Strassman) quien no soporta a su marido, la popular Amy (Amy O'Neill) que solo piensa en salir con el chico más guapo, y el niño nerd, Nick (Robert Oliveri) viva imagen de su padre.
Y por otro, a los Thompson, el duro y tonto Russell (Matt Frewer) que se hace temer por sus hijos, su aguantadora esposa Mae (Kristine Sutherland), su blando hijo Russell Jr. (Thomas Wilson Brown), y el tosco Ron (Jared Rushton)
Las familias, vecinas, se desprecian, pero cuando el rayo reductor sea activado por una pelota de beisbol, los chicos se hacen pequeñitos, y Wayne los tira a la basura, por lo que estos deben regresar a casa, sanos y salvos... si es que pueden.
Desde el momento en que los 4 chicos son reducidos al tamaño de un insecto, Honey, I Shrunk The Kids se transforma en una trepidante aventura, llena de momentos divertidos, a través del jardín que esconde varios desafíos para ellos, que deberán superar si quieren volver a su casa a salvo.
Allí, se enfrentan con un jardín gigante, en el que hay abejas, escorpiones, hormigas, y todo de tamaño más que familiar, un rociador que es una trampa mortal, un pequeño charco es una laguna, una cortadora, es peor que el más grande huracán, y un pisotón es mortal, claro que también las galletas son gigantes, y los insectos pueden ser amigos, además de que un perro mascota, siempre ayuda para llegar a un final desesperante, en el que un padre casi se come a un hijo en un cereal.
Lo mejor sin duda, son los efectos especiales, estos efectos artesanales nunca pierden su gracia, y siempre se verán efectivos, nunca se vieron completamente realistas, pero exudan una magia, que las computadoras no tienen, además sabemos que los que lo hicieron, se tomaron muchísimas más molestias que los de ahora “cine de entretenimiento familiar”
Honey, I Shrunk The Kids es entretenida, dirigida hacia los más chicos, que con el pasar de los años, se convirtió en uno de los clásicos infantiles de culto, de los años 90, y uno de los más elegidos por el público.
El éxito fue tanto, que 3 años más tarde, apareció una secuela inferior “Honey, I Blew Up The Kid” (1992) aunque igual de divertida, y años más tarde, “Honey, We Shrunk Ourselves” (1997) además una serie de TV con otros actores, pero desarrollando la misma idea vista acá.
En lo referente a las actuaciones:
Rick Moranis es el único actor conocido del reparto, decir que el actor hace lo de siempre, e interpretando al mismo personaje una y otra vez, como un científico con gafas, medianamente inteligente, pero estúpido en sus formas de tratar de arreglar las cosas, y haciendo nuevamente, esos gestos idiotas.
El resto del reparto cumplen de manera aceptable, sin brillar en ningún momento, aunque aceptables para lo que se requiere.
En lo referente a los apartados técnicos, los efectos especiales quedan ya muy anticuados, a pesar de tratarse casi de los 90, y parecen casi de Serie B.
La ambientación es uno de los fuertes más destacados, y repito, los efectos especiales tampoco se quedan atrás, estos últimos se notan principalmente en el diseño de insectos como la hormiga, la abeja, o el escorpión, que es muy creíble.
Pero, haciendo lecturas sobre Honey, I Shrunk The Kids, puedo decir que la poderosa, robusta, e influyente figura paterna, sinónimo de ejemplo, guía, trabajo, y protección, queda acá algo cuestionada.
El padre, es una de las partes más importantes en el desarrollo de un niño.
Su ausencia puede provocar algunos problemas, pero su presencia negativa, puede ser aún peor.
Wayne Szalinski, es un completo patán, no sé cómo ha conseguido llegar a tener una familia, una mujer, hijos; y un título de científico además de las patentes del uso de instrumentos; partiendo de esa base, consigue de alguna forma que en ningún momento se explica, crear una máquina que encoge a las personas, y los objetos.
Como dato curioso, su hijo lleva las mismas gafas que él, y por eso, es el otro inteligente; un tópico eso de, las gafas y la inteligencia.
Así pues, Szalinski se las arregló para poder tener vida, casarse, y procrear hijos, todo para después descuidarlos, y casi abandonarlos por sus inventos.
Entre sus trabajos, se encuentra el desarrollo de una máquina que permite encoger el tamaño de las cosas, ésta es activada accidentalmente por una pelota que ingresa al cuarto, gracias a que el vecino rompe la ventana, al estar jugando béisbol.
Después de esto, tanto los hijos de los vecinos, como los hijos Szalinski, suben al ático, los primero 2 en busca de la pelota, y los otros en busca de los primeros, y es así como todos terminan encogidos.
Desde el principio, podemos observar, que los hijos tienen problemas con su papá:
Amy no tiene un buen concepto de él, incluso cuando éste se pelea con su mamá, ella siempre toma el lado de ella.
Por otra parte, Nic quiere ser un científico como él, pero cuando va a presentarle uno de sus trabajos, Wayne lo ignora, y sólo le dice que mejor se vaya con su hermana.
Una vez que los niños están encogidos, el personaje del papá no sólo se vuelve inútil, sino que además, se torna peligroso:
Sin el menor cuidado, primero casi pisa a los niños, después destruye la máquina, y las piezas casi los aplastan, los barre, y termina tirándolos a la basura.
El bueno de Szalinski tiene escorpiones en el jardín, posiblemente se le escaparon durante algún experimento, además, sabiendo que sus hijos son diminutos, ni apaga los aspersores, ni toma ninguna medida para solucionar el desastre.
Es a partir de ahí, que los niños tienen que pasar una odisea para poder sobrevivir.
Por otro lado, Honey, I Shrunk The Kids es una sucesión de mortales pruebas, en las que unos niños apersonales de clase media, aprenderán a convivir, e incluso a enamorarse.
En pocas palabras, el papá es un completo inepto que no les pone atención a sus hijos, y aunque esto se arregla después con cursilerías de Disney, no deja de sorprender el hecho de que, tuvo que encoger a sus niños, para darse cuenta de muchas cosas.
En otro orden de ideas, hay una pequeña desproporción en el tamaño de los protagonistas según varíen las escenas:
Los chicos han sido encogidos, pero no tanto como para poder cabalgar a lomos de una hormiga, por ejemplo.
No obstante, Honey, I Shrunk The Kids, ejemplifica el espíritu hollywoodiense de cualquier época, sobre todo a partir de los años 80, sobre hacer caja rápida a base de un producto sin ninguna trascendencia, más que la del simple entretenimiento familiar, pasando con más o menos éxito por las ventanas de explotación, sacar provecho a su “merchandising” mientras se pueda, y elaborar alguna que otra mediocre secuela.
“I thought MY folks were weird”
Vivimos en un mundo de la miniaturización.
La raza humana, cada día desea utilizar las cosas que tomen menos espacio.
Incluso con el uso de la nanotecnología, se puede ligar a él, ya que los científicos están buscando realmente, en cómo crear un coche con el uso de esta tecnología, por ejemplo.
Y es que cada día vemos con asombro, como el tamaño de equipos, vienen disminuyendo considerablemente, y no solo eso, sino que junto con esta disminución, aumentan considerablemente su capacidad y versatilidad:
Llamemos equipos a teléfonos, unidades de almacenamiento, equipos de computación, dispositivos electrónicos, etc.
¿Tendrán límites el proceso de miniaturización?
¿Hasta dónde pueden disminuir el tamaño de los equipos?
Desde siempre, la ciencia ficción ha jugado con las posibilidades de miniaturizar, o agigantar a personas, insectos, o cualquier objeto.
Pero hay un pequeño problema… es físicamente imposible.
Imaginemos una persona miniaturizada:
Aunque su volumen disminuyera, seguiría pesando exactamente lo mismo, lo cual le crearía una serie de notables problemas de difícil resolución; eso sin contar con toda una serie de inconvenientes añadidos, tales como que las moléculas de aire que respirara una persona reducida al tamaño de un átomo, tendrían un tamaño tan grande como el de su cuerpo...
Pero si por un milagro de la física, se hubiera logrado miniaturizar a una persona, ésta se encontraría con la desagradable sorpresa, de que en su nuevo tamaño se ha vuelto sorda, muda, y ciega.
Así que difícilmente podrá huir de los insectos, gatos o aspersores de jardín que le amenacen.
Una cuerda vocal, al igual que una de guitarra, vibrará en un tono más agudo, rápido; o grave, lento, en función de su distancia.
El rango de audición humano está entre los 20 y los 20.000 ciclos por segundo.
De forma que, al ir reduciendo de tamaño, la voz del miniaturizado, iría haciéndose cada vez más aguda, hasta hacerse imperceptible.
De la misma manera, él perdería la capacidad de escuchar a esos gigantes, dado que su tímpano, cada vez más pequeño, no podría captar las ondas sonoras en su longitud.
Algo similar ocurriría con las ondas luminosas.
Las ondas que forman la luz visible, tienen longitudes de onda, entre 400 nanómetros, luz violeta; y 700 nanómetros, luz roja.
Una pupila de alguien reducido al tamaño de un insecto, sería apenas, 30 veces mayor a esa longitud.
Lo que supondría captar la luz de una forma muy borrosa, prácticamente, quedaría ciego.
En conclusión, aunque tristemente jamás llegaremos a poder ser miniaturizados, nos queda el consuelo de que, tampoco llegaremos nunca, a ser atacados por insectos gigantes.

“Your dad doesn't understand anything”



Comentarios

Entradas populares