Don Jon

“There's only a few things I really care about in life.
My body.
My pad.
My ride.
My family.
My church.
My boys.
My girls.
My porn”

“Dadme un día para enamorarlas, otro para conseguirlas, otro para abandonarlas, otro para sustituirlas, y una hora para olvidarlas... decía Don Juan Tenorio de Zorrilla; y no es difícil comprender el motivo, por el que el cine porno, jamás vaya a tener el mismo reconocimiento que cualquier otra obra cinematográfica, ya que por mucho que se suponga que la sociedad haya avanzado, el sexo sigue siendo un tema tabú, en la mayoría de situaciones.
Es obvio que no vamos a recomendar a nuestros padres una película porno, como sí podríamos hacer con otro tipo de cintas, pero da la sensación, de que sea poco menos que pecaminoso, el simplemente decir, que en algún momento de nuestra vida, hemos visto porno cuando lo verdaderamente extraño es, que no lo hubiéramos hecho nunca.
Como era de esperar, las películas románticas de Hollywood, jamás han mostrado interés en la posibilidad de que uno de los integrantes de una pareja feliz, sienta la necesidad de seguir viendo cine porno, ni tan siquiera para abordarlo desde una perspectiva abiertamente cómica.
“For the next few minutes all the bullshit fades away and the only thing in the world is those tits... dat ass... the blowjob... the cowboy, the doggie, the money shot and that's it, I don't gotta say anything, I don't gotta do anything.
I just fucking lose myself”
Don Jon es una película de comedia del año 2013, escrita y dirigida por Joseph Gordon-Levitt.
Protagonizada por Joseph Gordon-Levitt, Scarlett Johansson, Julianne Moore, Tony Danza, Glenne Headly, Rob Brown, Brie Larson, Jeremy Luke, Italia Ricci, Amanda Perez, Lindsey Broad, Sarah Dumont, Sloane Avery, Eva Mah, Loanne Bishop, entre otros.
La producción empezó en mayo de 2012, y se filmó en locaciones de:
Hackensack, Nueva Jersey, y Los Angeles, California.
Con Don Jon, Joseph Gordon-Levitt, debuta como guionista y director, aunque ya había dirigido algunos cortometrajes, este es su primer largometraje.
Su primera incursión detrás de cámaras, llega con un proyecto modesto de bajo presupuesto, y con la producción de su propia empresa, HitRecord Films.
Fue tras su presentación en El Festival de Sundance, que Levitt pudo llegar a un acuerdo para distribuir Don Jon; es más, en un primer montaje, llamado “Don Jon’s Addiction” proyectado en El festival de Sundance, contenía un metraje con secuencias mucho más explícitas, que las vistas en el montaje final.
El jefe de edición de Entertainment Weekly, Jess Cagle, la llamó:
“Una de las mejores películas que vi en El Festival” y escribió:
“Divertida, emocionante, inteligente, y sumamente segura, “Don Jon's Addiction” además, es el debut como director de Gordon-Levitt, y lo coloca como uno de los directores nuevos, más interesantes de Hollywood”
Y es que Don Jon es una arriesgada radiografía, de las relaciones sentimentales a través de la óptica sexual masculina.
Para ello, usa la figura de un “Don Juan” moderno, que utiliza a las mujeres para su satisfacción personal, y que es adicto a la pornografía en internet, desarrollando un potente discurso, sobre el individualismo y egoísmo existente en las actuales relaciones de pareja, contado con una gramática cinematográfica ágil y contemporánea, que funciona a la perfección:
Un joven adicto al sexo en general, y al porno en particular, que intenta ejercer algún tipo de control sobre sí mismo; y gracias a la relación con 2 mujeres muy distintas, aprenderá grandes lecciones sobre la vida y el amor.
Jon “Don Jon” Martello (Joseph Gordon-Levitt) es un “Don Juan moderno” que se vincula con todo en la vida, como si se tratase siempre de objetos, especialmente las mujeres.
Sus amigos lo llaman “Don Jon” por su habilidad para conseguir mujeres atractivas cada fin de semana, sin fallar.
Aún así, sus mejores conquistas, no se comparan con el éxtasis que consigue solo, frente a la computadora, viendo pornografía.
Pero su adicción, le ha provocado insatisfacción en su vida, y se propone un viaje para encontrar una vida sexual más gratificante.
Sin embargo, Jon termina viendo las cosas en conjunto, y aprendiendo más sobre la vida y el amor, a partir de 2 mujeres distintas.
Don Jon es, ante todo, una comedia romántica; pero una que huye del clásico argumento de “chico conoce a la chica de sus sueños, y juntos emprenden un camino de obstáculos hacia su final feliz” planteamiento del que, precisamente, se ríe, para hablar de la realidad.
Esa realidad en la que ellos ven porno, aunque lo nieguen; y ellas sueñan con encontrar un “Príncipe Azul” que sólo existe en las películas.
Y una realidad en la que, paradójicamente, sus protagonistas viven lejos de la realidad, porque fundan sus deseos en las mentiras del cine, del tradicional y del porno, sin querer admitir que, el día a día, y las personas con las que cruzan sus caminos, tienen poco que ver con esos personajes estereotipados, que sólo existen en la pantalla.
En otras palabras, Don Jon habla de las expectativas de las parejas jóvenes.
Cómo tendemos a creer que existe una relación, o “partenaire” perfecto cuando lo cierto es que la perfección, es inexistente.
Y el debutante director lo hace en clave de humor, con una narrativa ágil, rítmica, que sorprende con alguna perla de diálogo de vez en cuando, y que repite un divertido esquema que, sin embargo, termina siendo repetitivo.
Pero la sonrisa no llega a borrarse en ningún momento.
Con todo, si valoramos el debut como director y guionista de Joseph Gordon-Levitt, el resultado es muy convincente, y la carrera de este polifacético artista, parece un poco más prometedora, de lo que por sí, ya era.
Don Jon es una ingeniosa y divertida comedia romántica, con estilo y ritmo que, aunque pueda parecerlo, no es una película sobre la pornografía, sino sobre la mala influencia de la cultura romántica, o pornográfica, en las expectativas de las relaciones de pareja.
“I never actually touch my cock 'til I find the right clip”
El caso de los actores que se han convertido en directores, no es algo nuevo.
Ya en el cine mudo, comediantes como Buster Keaton o Charlie Chaplin, comenzaron sus carreras en proyectos ajenos, pero poco a poco adquirieron un rol más activo en sus proyectos, llegando a convertirse en verdaderos autores de sus películas.
De hecho, uno de los directores estadounidenses más importantes de la historia, Orson Welles, comenzó como actor de teatro, y posteriormente asumió la tarea de director y guionista de sus cintas.
En la actualidad, la práctica no ha perdido fuerza, siendo el ejemplo más claro el de Ben Affleck, quien el año pasado fue premiado numerosas veces por su película “Argo” (2012)
El toque que pone Gordon-Levitt, hace que Don Jon se salga un poco de los convencionalismos de la típica comedia romántica, aunque debemos decir que la historia, tiene sus altos y bajos.
Para empezar, tiene uno de los créditos iniciales, más brutales que he visto de este año.
Una muestra a como ciertos medios de la comunicación presentan a la mujer, a día de hoy, como si solo valiera su físico, esas imágenes acompañadas de una música en tono algo burlón, hace que Don Jon “ya entre bien”
Después, ya entrando en el metraje, vemos la primera muestra de lo que va a ser el guión de Don Jon, un lenguaje directo; buena parte del guión escrito por el director y actor, es tan directo, que hasta abruma a veces.
Las primeras imágenes tienen que ver, no sólo con la adicción del personaje central, sino otra cuestión más de fondo:
La deshumanización a partir de la cultura de la imagen.
Tal vez esa pequeña edición sea chocante, como inicio de una película, pero la verdad es que estamos invadidos permanentemente, a través de los medios de comunicación, por imágenes de ese estilo, donde se establecen los estereotipos “válidos” del momento.
Y como casi todos nosotros hemos evolucionado a esponjas absorbentes de esas imágenes, probablemente nos sintamos miserables y disconformes con nosotros mismos y/o con nuestras parejas.
En relación a esto, en Don Jon nos encontramos con un personaje que prefiere masturbarse mirando porno, al sexo con una mujer de carne y hueso.
Lo mejor sin dudas, es el personaje de Jon, peculiar al extremo, y lleno de contrastes.
Gordon-Levitt optó, por una historia bastante llamativa, protagonizada por un hombre llamado Jon, que es adicto al sexo y a la pornografía.
Para este personaje, interpretado por el mismo director, las únicas cosas que le importan en la vida son:
Su cuerpo, su casa, su automóvil, su familia, su iglesia, sus amigos, las mujeres, y el porno.
La historia, no tarda en otorgarnos una imagen general del protagonista, quien puede ser definido como un verdadero pelmazo superficial, y machista.
Su vida parece girar alrededor de la idea de conquistar mujeres, y pasar una noche con cada una de ellas, sin crear lazos sentimentales entre ambos.
Una vez que ha tenido sexo con alguien, Jon fija su mirada en alguna otra presa.
Pero pese a su éxito con el género femenino, el protagonista no duda en reconocer, que su verdadero placer es ver pornografía.
Aunque tiene la posibilidad de estar con mujeres reales, él dice que hay ciertas cosas que éstas no están dispuestas a hacer, como una verdadera estrella porno, lo que hace que obtenga una mayor satisfacción con los videos que ve a través de internet.
Sin embargo, su forma de ver el mundo cambiará, cuando conozca a una mujer llamada Barbara Sugarman (Scarlett Johansson), quien no es tan fácil de conseguir como el resto de sus conquistas, y con quien iniciará una relación más estable que las anteriores.
Detrás de las cámaras, firma la obra de alguien cuyo talento todavía espera la eclosión final, pero que sin duda, ya atestigua la madera suficiente como para reírse de los clichés del género, genial el acaramelado cameo al efecto de Anne Hathaway y Channing Tatum; y no caer después en ellos.
Así, entre nalgas, pechos operados, y falsos gemidos orgásmicos, transcurre una comedia romántica, cuya lascivia frontal, no debería tapar su falta de mordiente; cuya potente presentación formal, no debería ocultar su controversia con impacto casi nulo, olvídense de ver aquí, el si acaso insinuado puñetazo a la carnaza caduca de nuestros tiempos.
Aun así, sobresale, por encima de cualquier posible queja, el excelente sentido del ritmo, el sabio aprovechamiento de la anécdota, el buen racionamiento de la irreverencia, y el magnetismo del alumno, sin duda, adquirido de los maestros con los que ha tenido la suerte de trabajar.
Don Jon hace gala de varios recursos, como por ejemplo, un uso muy funcional de la repetición, tanto de situaciones, con Jon que es un hombre con una rutina, como de planos.
Consigue que esto no se haga repetitivo, sino que ayude en la inmersión del espectador en el film y en el personaje principal.
El montaje, que se basa en esto, y en “jump cuts”, cobra una importancia vital en Don Jon.
Habrá a quien le eche para atrás, e incluso, puedan tachar a Don Jon de videoclipero, donde también hace gala de un gran montaje de la música.
El guión de Don Jon, con frecuencia, se adentra en los terrenos de la parodia, utilizando la exageración de los estereotipos, y la sátira a las situaciones comunes en las películas de corte romántico.
De igual forma, el uso que se hace de la música, para enfatizar el estado de ánimo del personaje central, se utiliza de la misma manera.
Su primer guión, nos deja una historia cercana, que se siente muy real, y que despierta nuestra complicidad, haciendo un retrato irónico de los valores, de una generación demasiado deshumanizada.
Las relaciones de pareja, el sexo, y el amor, son tratados de una manera muy fresca, con una sinceridad y honestidad, que es de agradecer, además, evita caer en lo grotesco, y en el chiste fácil.
Don Jon contiene varias escenas del protagonista, dándose placer mientras contempla porno en su ordenador, rodadas y montadas con mucha clase, y elegancia, aunque parezca mentira, por lo que se prefiere sugerir a mostrar.
Como guionista, es donde más sorprende Gordon-Levitt, destapándose y desnudando sus temores, con una comedia que aborda sin tapujos, el tema de la soledad humana, en una sociedad deshumanizada desde un punto de vista tan curioso, como arriesgado:
El del obseso sexual, más preocupado del onanismo, que del resto del universo.
Un personaje musculado pero vacío, que busca “el efecto placebo” en todo lo que le rodea:
Una familia desestructurada, unos romances de una noche sin pasión, una religión carente de personalidad, unas amistades intrascendentes; para caer de bruces en la vía de escape más rápida del placer egoísta y personal.
Esta fábula “pornográfica” disecciona al hombre medio de este siglo; ese ser humano que no puede encontrar el punto de conexión emocional con sus congéneres, cayendo sin remisión, en el pozo del abandono.
Si bien, la trama es bastante esquemática, y carente de complejidad, decayendo lentamente cerca del último tramo, a la historia se la percibe auténtica, sobre todo, en el momento en que Jon explica el por qué de su afección hacia los videos porno, y muy especialmente, cuando hace la comparación de cómo vive un hombre el sexo con una mujer real, en contraposición con las que ve en el monitor de su computadora.
En Don Jon, podemos identificar claramente, el arco que transita el protagonista, pasando desde una cierta forma de pensar, a otra distinta.
Y curiosamente, la estructura utilizada en Don Jon, es una de las más básicas al momento de escribir una historia:
Se presenta al protagonista, y el mundo en el que vive, se le presenta un problema o desafío, el protagonista logra superar dicho problema, descubriendo algunos aspectos que desconocía, y cambiando su forma de ver el mundo.
Sin embargo, todo se complica, cuando conoce a una chica por la que está dispuesto a salirse de su ritual de cortejo rápido, e iniciar una relación sentimental de las de verdad.
Es ahí donde surgen los detalles más llamativos de Don Jon, porque la adicción de ella, son las comedias románticas con las que Hollywood nos abruma, y que aquí quedan perfectamente parodiadas, con los cameos de Anne Hathaway y Channing Tatum, por lo que el choque de personalidades funciona muy bien como espejo y crítica de las convenciones “mainstream”
Eso sí, el protagonista es Jon, por lo que es su particular problema, lo que realmente vertebra el relato, pero no esperen que Gordon-Levitt se deleite más de lo estrictamente necesario, en las escenas pornográficas que vemos en pantalla, y no hay rastro alguno de desnudo, por parte de cualquiera de sus protagonistas, sí que hay una escena en la que Scarlett Johansson, estando completamente vestida, se restriega contra Gordon-Levitt, hasta que éste llega al orgasmo, la cual me pareció más brutal que una escena porno explícita, mostrando la soledad masculina después de la eyaculación; y ya que se prefiere que sean los diálogos y la inventiva de la puesta en escena, se nota la experiencia de Gordon-Levitt rodando vídeos de lo más diversos, los que mantengan la innegable frescura de su punto de partida.
¿El problema?
Estamos ante otra de esas películas, encaminadas a redimir a su protagonista, es decir, “a domesticarlo” para que vuelva al redil de lo socialmente aceptable.
Con todo, el director presenta el tema del machismo desde 2 puntos de vista:
El del hombre, frustrado al no poder encontrar en la vida real, la complacencia y servidumbre femeninas de las que tanto disfruta viendo porno; y el de la mujer, que utiliza el sexo como medio para, aprovechándose de la debilidad y la simpleza masculinas, lograr sus propósitos.
También, considero destacable, como tira por los suelos varios mitos, como ridiculiza a las comedias románticas, como hace que la que muchos consideran la mujer más sexy del planeta, una “Chica 10” llegue a parecerte una novia y mujer odiosa, y verla como reflejo de muchas mujeres de hoy en día.
Aunque al principio, tienes la sensación de ser una “típica película romántica”, hay elementos diferentes, más modernos, que le dan un aire renovador a Don Jon, como el enemigo de la novia, en vez de ser otra chica, es el porno, el uso de cambios de planos “epilépticos” en el momento de la eyaculación, remite a la veces que ha tenido sexo con cualquier otra mujer en un film convencional.
Don Jon, también trata el tema de la pornografía en Internet, y como la misma produce serias adicciones en la vida “ordenada” de un joven “bello” de vida convencional, y hasta cierto punto, un tanto solitaria.
Y es que Don Jon, es un relato en primera persona, sobre la búsqueda del amor verdadero.
Es más, al final, se condena a la pornografía, como algo dañino con relación a ésta búsqueda.
Y esa contradicción, es lo que hace endeble a Don Jon.
La pornografía no es mala per se, de hecho, es quizás la principal industria del “entretenimiento” por Internet, con una clientela masculina asidua, y entusiasta.
La pornografía, representa una especie de democratización del sexo, la posibilidad oblicua de acceder a las mujeres más atractivas del mundo, mediante un clip, y de forma barata.
Además, la pornografía es transgresora, de una manera abierta, porque derrumba mitos y convenciones alrededor del sexo monógamo, y unas rutinas de dormitorio, un tanto aburridas por reiterativas.
Esta “apología de la pornografía” tiene que estar acompañado por otra “apología a la masturbación”, algo que nuestro protagonista considera, hasta mucho más satisfactorio que el coito “normal”
Por si acaso, nuestro protagonista, un hombre joven de familia conservadora, se confiesa todas las semanas, para limpiar cualquier atisbo de pecado, ante el sacerdote de turno, del cual jamás vemos su cara.
El rezar mecánicamente, tantos Padre Nuestro, y tantas Ave María, lo redime de una mala conciencia, si es que acaso, la llega a tener.
Así las cosas, Joseph Gordon-Levitt, realiza una interpretación amable, acercándonos a un personaje marcadamente masculino, con una rutina diaria marcada por el gimnasio, las chicas, amigos, familia, iglesia, y el porno como factor clave de varias de sus acciones; y consigue sentir empatía por el protagonista.
Y es que me ha encantado la familia de Jon, sus hilarantes padres, Tony Danza y Glenne Headly, genial Tony Danza, versión madura del joven Jon, y sobre todo, su silenciosa hermana Monica (Brie Larson) que asiste a las cenas familiares sin separar la vista de su teléfono móvil, aunque sus miradas son impagables; y que sólo tiene una frase en todo el metraje, que será decisiva para Jon.
El público masculino, puede pensar que Jon Martello es su ídolo, un tipo que consigue una chica distinta cada noche, con buenos amigos, y una familia unida que le quiere.
Sin embargo, como él, tarde o temprano, nos daremos cuenta, que para poder avanzar, hay que hacer algunos cambios, y dejar cosas atrás.
Me encantan las caras de Gordon-Levitt, cuando sus compañeras de cama le abrazan, después de “hacerlo”, da la impresión de que lo llena un vacío que no lo deja tranquilo.
Curiosamente, para mayor similitud con los protagonistas de la serie de MTV, “Jersey Shore”, el seno familiar de Jon, es de procedencia italiana, una familia cristiana, y devota; pecadora como muchas, y felices de su condición religiosa, esa que les perdona de los pecados cometidos cada domingo, con una simple confesión.
Tony Danza, encarna al cabeza de esa familia italoamericana, un entorno muy presente durante todo el metraje, y muy bien representado en la figura paterna.
El padre de Jon, será otro de los ejes de donde derivarán las mejores situaciones cómicas.
El estamento familiar, es otro de los focos del relato, principalmente por el dicho “de tal palo, tal astilla”, ya que las semejanzas, tanto físicas como gestuales, y de vestimenta, de Joseph Gordon-Levitt con Tony Danza, son indiscutibles, pero lo que realmente le interesa al director, es atacarlo para que Jon pueda buscar su propia identidad, y no limitarse a seguir el mismo camino que sus padres.
Básica resulta la presencia, casi siempre aletargada, de Brie Larson, pero que cuenta con su oportunidad para brillar, y menos mal, que esta parte de la historia estaba empezando a resultar un poco rancia, ya que no le vuelve precisamente loca la idea, de que su hermano acabe con una mala pécora, como es el personaje de una notable Scarlett Johansson, muy alejada de su imagen habitual.
Queda la sensación, tras la inclusión del personaje de Julianne Moore, de que todo se normaliza, perdiendo así energía Don Jon, para apostar por una trama mucho más previsible, y vista en infinidad de ocasiones, con pequeñas diferencias respecto a lo que aquí encontraremos.
Moore, cuya presencia siempre es de agradecer, no tiene la más mínima culpa de ello, pues hace todo lo que puede, con un papel bastante desigual, y cuyas motivaciones no terminan de estar todo lo bien definidas, que me hubiera gustado.
Perfecta Scarlett Johansson como la típica “Barbie” egoísta y superficial, como recién salida de “Jersey Shore”, lo que aquí sería una “choni” de vestidos ajustados, grandes pendientes, y siempre mascando chicle.
Muy significativa la escena, en que no deja que su novio compre un recambio para el limpia piso, pues ella no considera sexy, que un hombre limpie su propio apartamento, y mucho menos que compre productos de limpieza.
La otra mujer en la vida de Jon, es Julianne Moore, una mujer que arrastra una historia de dolor, pero cuya sinceridad hace a Jon, ver las cosas importantes de la vida.
Y es que Jon es un joven que reúne un torbellino de sentimientos, una vorágine de emociones, en las que tampoco faltan el optimismo, la confusión, la bondad, y un apabullante entusiasmo, que le confiere una fuerza muy especial.
Un chico que parece vivir en una eterna excursión de fin de curso, o de fiebre del sábado noche, como ajeno a los problemas del mundo actual, y por momentos, casi hastiado de tanto desenfreno, tanta fiesta, tanto sexo, y tanto disfrute.
Un nuevo ser humano, en definitiva, que no es decadente ni indignado, sino inocente.
Mientras que se hace difícil pensar, en una actriz distinta de Scarlett Johansson para dar vida a Bárbara; no obstante, la madurez de Julianne Moore, desentona tanto con el resto, que resulta muy agradable.
La primera en el papel de una chica cañón, que no se conforma con cualquier cosa.
La segunda como una dama madura e independiente, que le abre los ojos a un mundo, más pleno y mucho mejor.
Aun así, la historia lacrimógena de Julianne Moore, no tiene ni pies ni cabeza, y no llega a cuajar.
Gordon-Levitt, ha intentado darle un punto dramático a una historia que no se lo pedía en ningún momento, dada la naturaleza propia de Don Jon, que pedía a gritos que Jon se encontrara con la horma de su zapato, no con una mujer desolada por la pérdida de su marido y de su hijo... no cuaja.
Las escenas en el confesionario de iglesia, son de las más divertidas, y el “Good Vibrations” de Marky Mark, antes de convertirse en Mark Wahlberg, suena oportuno en la voz del protagonista.
“Yeah.
Not gonna lie.
But this sound makes me hard as a fucking rock”
Aquí la típica pregunta de:
¿Amor o sexo?
O se reescribe como:
¿Mi mano derecha o una mujer?
O lo que es lo mismo:
¿Fantasía o realidad?
Don Jon’s Addiction, título originalísimo de Don Jon, nos habla precisamente de esto, de las adicciones de un “Don Juan moderno” que como tal, parece salido de la mismísima “Jersey Shore”, y se vale de herramientas como las redes sociales, para llevar a cabo sus fechorías.
Entre los vicios irrefrenables de tan singular personaje, se encuentra el cuidado y culto a su propio cuerpo, las fiestas en discotecas, las visitas a la iglesia para purgar de forma rápida y segura sus pecados... y el porno.
Porque hasta los más machos, tienen que darle duro al manubrio.
El que ahora nos concierne, tal vez lo haga muchas más veces de lo que en realidad le pide su voraz mástil, y éste va a ser precisamente, uno de los mayores obstáculos que deberá superar, a la hora de conquistar el corazón de la que tiene todos los números, para convertirse en el gran amor de su vida.
Y como terapia, se tiene que estar en un entorno tranquilo, en el que nada ni nadie vaya a molestarnos.
Hay que controlar el grado de luminosidad, hasta alcanzar el punto ideal, y volver a comprobar, por si acaso, que ningún ser vivo, osará invadir nuestro espacio vital.
A continuación, toca calentar ligeramente la mano, la buena, claro está.
Mirar a izquierda y derecha, fijar la vista en nuestro querido objeto de deseo, en su defecto, cerrar los ojos... y proceder a masturbarnos.
Hay quien lo llama “acostarse consigo mismo”; hay quien se refiere a ello, como “la única manera de hacer el amor, con quien realmente se ama”, pero el caso es, que el noble arte del onanismo, ha sido, desde tiempos ancestrales, una fuente inagotable de placer, para aquellas personas que, o bien no encuentran a su media naranja, o bien se aburren, o bien se sienten más a gusto, navegando entre sus más secretas e inconfesables fantasías.
El proceso es tan universal, que negar su práctica habitual, sería como negar que nunca hayamos visto porno; de hecho, para algunos es una práctica fantasiosa para llevarlo a realidad; para otros una obsesión, que lamentablemente como todo en exceso, llega a ser malo.

“This fuckin' lady!
Now I don't usually like it when a girl looks me right in the eye, and this girl does that a lot.
But I don't know what it is about her, when she does it, I don't mind.
I just look right back at her, and pretty soon, I'm hard as a fuckin' rock.
It's like she knows what I'm thinkin', or I know what she's thinkin'.
I don't know, it's a two-way thing.
Fuckin' love it!
And I don't mean love like, oh I love her or wanna marry her, definitely not thinkin' about all that shit.
And she's not either... she can't.
I guess I just mean love like, you know like... we're making love.
And while we're doing it, all the bullshit does fade away, and it's just me and her right there, and yeah I do lose myself in her.
And I can tell she's losing herself in me.
And we're just fuckin'... lost together”



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