The Master

“I am a writer, a doctor, a nuclear physicist and a theoretical philosopher.
But above all, I am a man, a hopelessly inquisitive man, just like you”

En el clímax de una borrachera descontrolada, en la sinrazón de una resaca aplastante, impera la alteración de lo racional, de la correspondencia lógica con una realidad, que no es ni mucho menos lógica.
El despertar, siempre es más duro, porque obliga a poner en su sitio, todo aquello que no existe necesariamente, para ocupar un lugar específico, y ordenar, en definitivas cuentas, nuestro paso por el mundo.
Ante esa constatación de liquidez, no todo el mundo reacciona del mismo modo:
Algunos buscan referentes, creencias a las que aferrarse, con más o menos interrogantes, verdades construidas para calmar el lamento existencial; otros no entienden la opción como consuelo, y vagan sin rumbo, se dejan llevar a la deriva, sin temer a la pulsión, a la cercanía del arrebato atroz o la muerte.
Hay maestros y hay discípulos.
Hay individuos que necesitan participar de la estructura social, volcarse por, o a costa del resto.
Y otros que solo pueden sobrevivir, a través de sus instintos primarios, en su escisión de toda forma de grupo.
La destrucción del hombre y su escala de valores, es el cimiento primordial de estos grupos religiosos, que suelen seleccionar personas altamente influenciables, o volátiles, con el objetivo de sumar seguidores rápidamente, y posicionar su poder de convocatoria sobre ellos y, sobre todo, ante la sociedad.
Lafayette Ronald Hubbard, mejor conocido como L. Ron Hubbard, y quien también suele ser llamado por sus iniciales, LRH, fue un escritor estadounidense de literatura “pulp”, y el fundador de La Dianética y La Cienciología.
Dianética, del griego “día”, “a través”; y “nous”, “razón”, “mente”; es una de las creencias que profesan los miembros de La Iglesia de La Cienciología.
A diferencia de otras creencias de esa religión, que son guardadas en secreto para los que no forman parte de ella, la dianética, desde su origen a principios de la década de 1950, ha sido dada a conocer al público, a través de varios libros escritos por el escritor de ciencia ficción, L. Ronald Hubbard, su creador.
La dianética, es considerada por la comunidad científica, como una pseudociencia.
En las primeras páginas del “Libro Uno”, el autor se presenta como ingeniero, y afirma que usando los métodos de la ingeniería, ha descubierto el único origen de todas las enfermedades mentales.
Bajo esas premisas, propone un método de tratamiento, llamado “auditación”, para dichas enfermedades.
El resto del libro, contiene los detalles de la terapia:
La finalidad de la misma, selección de pacientes, a los que Hubbard llama “preaclarados”, reglas de trabajo, casos, terminación del tratamiento, etc.
La “auditación” se lleva a cabo, entre un especialista en dianética, quien dirige la sesión, llamado “auditor”, y el “preaclarado”, el cual debe permanecer sentado, y con los ojos cerrados.
La duración de las sesiones es variable, aunque el autor recomienda que sean de 2 horas, pudiendo extenderse el tiempo necesario, para que el “preaclarado” descargue lo que Hubbard denominó “engramas”
Un engrama, es el registro en la memoria del conjunto de percepciones tenidas por el “preclarado” en su pasado, durante los cuales estuvo inconsciente, o sufrió dolor físico.
Al conjunto de los engramas de una persona, Hubbard lo llama “mente reactiva”, la cual diferencia de la mente analítica.
Esta última, consiste en el conjunto de percepciones, que en el pasado, la persona tuvo cuando se encontraba consciente o alerta, y a los mecanismos para tratar con las mismas.
Según Hubbard, la “mente reactiva”, es la única fuente de las enfermedades mentales, y la dianética, el único medio de borrarla y devolverle la salud al “preaclarado”
La técnica que, según Hubbard, logra el borrado de los “engramas”, consiste en hacer que el “preaclarado” evoque esos incidentes, y los relate de principio a fin.
Luego, repita el relato una y otra vez, en cada ocasión, tratando de dar más detalles de los mismos, hasta que el auditor vea indicadores de que el engrama está descargado, y le ordene al “preaclarado” pasar a otro incidente, o dé por terminada la sesión.
Aunque en el libro principal de la dianética, se atribuye la denominación de “ciencia de la salud mental”, su autor no había recibido ningún tipo de formación reconocida en salud mental, o cualquier otro campo vinculado con la psicoterapia, a pesar de lo cual, el texto utiliza ampliamente, algunos elementos tópicos de la misma.
Afirma en el mismo, la realización de numerosos estudios previos, que en ningún momento son documentados, que le permiten desechar una parte del conocimiento científico, siendo sustituido por especulaciones dadas como ciertas salidas de la parapsicología, la reencarnación, la telepatía, y otros.
Se explica cómo primero, se experimentaron con drogas, y después con la hipnosis, para llegar finalmente, a la infalible terapia dianética, la cual guarda gran semejanza con la denominada primera tópica de Freud, consciente, preconsciente, e inconsciente; y la “auditación”, con un procedimiento de psicoterapia, que habían empleado Sigmund Freud y Josef Breuer, a finales del siglo XIX, denominado “método catártico”, que después Freud abandonó, por considerarlo ineficiente; reemplazándolo por la asociación libre, y la interpretación.
La dianética es entonces, la ciencia moderna de la salud mental, que se convirtió en un “Best-Seller” muy poco después de su aparición.
Los lectores demandaban más información, por lo que L. Ronald Hubbard, continuó escribiendo otros libros, dando conferencias, y hasta abrió un instituto donde enseñaba dianética.
Pero, lo que, en palabras del autor, era una “ciencia exacta” tomó un cariz religioso, tipo “New Age” cuando su creador empezó a incluir conceptos como “alma” o “espíritu” en su discurso.
Finalmente, la dianética fue absorbida por La Cienciología, la nueva religión que L. Ronald Hubbard acababa de fundar.
Y para hacer encajar 2 discursos tan dispares, uno pseudo-psicológico y otro religioso, Hubbard redefinió la dianética, como la parte de La Cienciología, que se encarga de lo que el espíritu le hace al cuerpo.
El “aclaramiento”, pregonado en el “Libro Uno” como la oportunidad para crear un mundo sin guerras, y sin demencia, pasó a ser un objetivo secundario; pero también, Hubbard escribió ficción en diversos géneros, textos para hombres de negocios, ensayos, y poesía.
Tras fundar una nueva religión llamada Cienciología, de controvertido credo que aseguraba que un tirano galáctico gobernante de La Confederación Galáctica, con sede en la estrella Markab, llamado Xenu, había aprisionado a disidentes en La Tierra hace millones de años, cuyos espíritus llamados “thetan” finalmente encarnaron en los humanos primitivos, y asegurando que por medio de sus costosos tratamientos terapéuticos, la mente humana podía liberarse de los engramas extraterrestres, y alcanzar un estado de pureza, diferentes gobiernos del mundo anglosajón, comenzaron a investigar a La Iglesia de La Cienciología, por acusaciones de ser una secta.
Y Hubbard emigró a Rodesia en 1966, según sus críticos, evadiendo la justicia en donde invirtió grandes cantidades de dinero, pero luego se le solicitó que dejara el país.
Posteriormente, Hubbard fundó una orden dentro de La Iglesia, llamada “Sea Org” ó La Organización Marítima, que administraba La Cienciología, mientras vivían en un barco llamado “Apolo” en aguas griegas.
Según sus detractores, Hubbard era atendido por muchachas adolescentes como esclavas, y además, algunos castigos a los miembros de la tripulación, incluyendo niños, eran ser encadenados, vendados, y encerrados en los calabozos del barco.
Por presión de las embajadas de Estados Unidos, Australia, y Reino Unido, el gobierno de Grecia, expulsó a los cienciólogos, dándoles 24 horas para zarpar de sus puertos.
El FBI, como parte de su operación anti-sectas, “Operación Blancanieves”, allanó el “Apolo”, y presentó cargos contra la jerarquía de la Cienciología por evasión fiscal, mientras que el gobierno de Francia, condenó a Hubbard a 4 de años de cárcel por fraude.
Por otra parte, cambiando de tema, cabe señalar que El Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) es un trastorno psicológico, clasificado dentro del grupo de los trastornos de ansiedad.
Se caracteriza por la aparición de síntomas específicos, tras la exposición a un acontecimiento estresante, extremadamente traumático, que involucra un daño físico, o es de naturaleza extraordinariamente amenazadora o catastrófica para el individuo.
Se trata de un acontecimiento en la vida del sujeto, una experiencia vivida que aporta, en muy poco tiempo, un aumento tan grande de excitación a la vida psíquica, que fracasa toda posibilidad de elaboración.
Entonces el psiquismo, al ser incapaz de descargar una excitación tan intensa, no tiene la capacidad de controlarla, y eso origina efectos patógenos, y trastornos duraderos.
El TEPT es el conjunto de los síntomas que aparecen como consecuencia de este hecho traumático.
Es una severa reacción emocional, a un trauma psicológico extremo.
El factor estresante, puede involucrar la muerte de alguien, alguna amenaza a la vida del paciente, o de alguien más, un grave daño físico, o algún otro tipo de amenaza a la integridad física o psicológica, a un grado tal que, las defensas mentales de la persona, no pueden asimilarlo.
En algunos casos, puede darse también, debido a un profundo trauma psicológico o emocional, y no necesariamente algún daño físico, aunque generalmente involucra ambos factores combinados.
Por definición, la buena ciencia admite las diferencias de opinión, si no, estarás abocado a la voluntad de un solo hombre, es decir, a la base del culto.
“Your fear of capture and imprisonment is from millions of years ago.
You are not there.
You are asleep”
The Master es una película dramática, del año 2012, escrita, dirigida, y producida por Paul Thomas Anderson.
Protagonizada por Joaquin Phoenix, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams, Laura Dern, Kevin J. O'Connor, Rami Malek, Jesse Plemons, Fiona Dourif, David Warshofsky, Lena Endre, Ambyr Childers, entre otros.
The Master, está inspirada en parte, por la biografía del fundador de La Cienciología, L. Ron Hubbard, pero también, se basa en extractos de “There Will Be Blood” (2007), en historias que Jason Robards le contó a Anderson, sobre sus días de bebedor en la Marina durante la guerra, y en la biografía de John Steinbeck.
Se supo por primera vez en diciembre de 2009, que Anderson había estado trabajando en un guión, sobre el fundador de una nueva organización religiosa, que se describe como similar a La Cienciología, interpretado por Philip Seymour Hoffman.
Un socio de Anderson declaró, que la idea de The Master, había estado en la cabeza de Anderson, durante unos 12 años.
La idea de The Master, le vino después de leer una cita, que aseguraba que los períodos posteriores a las guerras, eran tiempos productivos para la fundación de nuevos movimientos espirituales.
Anderson realizó una investigación acerca de la dianética, y sus primeros seguidores.
Mientras redactaba, Anderson le pedía a Hoffman que leyera partes del guión, y opinara al respecto, por lo que Hoffman le sugirió que The Master, debía ser la historia de Freddie, y no la de Lancaster.
Después de que The Master fuera abandonada por Universal Studios, y no se pudiera conseguir otro distribuidor, Anderson hizo varias rescrituras del guión.
Como dato, el yate presidencial de Franklin Delano Roosevelt, y el USS Potomac, fueron utilizados para la filmación de las escenas a bordo.
The Master obtuvo nominaciones a los Premios Oscar por las actuaciones de Joaquin Phoenix como actor principal; y como secundarios a Hoffman, y Adams.
Paul Thomas Anderson, nos brinda en The Master, un ser con el alma desolada, en busca no solo de su lugar, sino también de un afecto propio consciente o inconsciente, al cual aferrarse.
Freddie Quell (Joaquín Phoenix) es un joven traumatizado, nervioso e impulsivo, que vuelve de la guerra, trastornado y perdido.
No tiene a nadie, ni sabe a dónde acudir.
Ahora es el momento, en el que tiene que volver a formar parte de la sociedad, reinsertarse en ella, para eso, empezará a buscar trabajo:
Freddie trabajará como fotógrafo en unos grandes almacenes, trabajará en el campo... pero más pronto que tarde, mete la pata, y vuelve al punto de partida:
Está solo.
Un día, conocerá a Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), un intelectual y codicioso hombre, y la vida de Freddie cambiará.
Dodd es el fundador de “La Causa”, y mediante sus métodos, intentará ayudar a Freddie, para ello, se convertirá en su mentor.
The Master, es un retrato de una sociedad que está perdida tras la guerra, esa sociedad está representada o reflejada, en el personaje de Freddie.
Lancaster Dodd, es un hombre muy ambicioso, y aprovechará el dolor del pueblo, y los traumas creados tras la guerra, para dar a conocer sus ideas.
Con una sociedad en busca de un rumbo, es el momento perfecto para impulsar una nueva “religión” y captar adeptos que buscan respuestas.
Además, Freddie se convertirá en el perfecto “conejillo de indias” con el que poner en práctica sus teorías.
Y Dodd le ofrece a Freddie, la posibilidad de hacer desaparecer su dolor, mediante la metodología de “La Causa”
Dodd llevará el trauma y la locura de Freddie al extremo, para así borrar la parte “animal” e impulsiva del carácter del ex marine.
Dodd está convencido, de que cada persona es un mismo espíritu, que se va trasladando de cuerpo en cuerpo, durante la eternidad, y que por ese motivo, el origen de sus traumas o enfermedades, se encuentra en aquellos hechos sucedidos en vidas pasadas.
Freddie, es una persona inestable, que necesita un guía, un sumiso que parece necesitar recibir órdenes para salir adelante, y sentirse cómodo y libre.
Dodd, con sus métodos, anula al impulsivo Freddie, y lo maneja a su antojo.
Freddie es el “dragón” que Dodd desea domar, un perro que sacar a pasear.
Lancaster Dodd, está dispuesto a curar la sociedad, es una persona que tiene que “vender” su milímetrado discurso, sin crear ninguna duda.
Si alguien se osa a criticar su procedimiento o sus teorías, Dodd responderá con rabia.
No acepta críticas, no hay lugar para posibles dudas.
Freddie y Dodd son personajes complejos, ambiguos, y oscuros, por eso en más de una ocasión, chocarán.
En los primeros minutos, Freddie Quell vagabundea por las playas de los Estados Unidos de la posguerra, entre delirios etílicos, peleas de cuerpos semidesnudos, y sexo con mujeres de arena.
La escena, de enorme poder expresivo, sumerge al espectador, en un tortuoso estado psicológico, pautado por la disonante partitura de Jonny Greenwood, una sucesión de cuchillos sonoros, que convierten las imágenes en una pesadilla turbadora y chirriante.
Varias secuencias más tarde, la aparición de Lancaster Dodd, establece el otro polo:
Un integrado carismático y embaucador, dispuesto a sacar tajada de la angustia ajena, y fascinado por Quell, aquel al que apenas puede gobernar, pero cuyo encuentro despierta su inspiración, y una sospechada conexión.
Ante el desarrollo de los hechos cabe preguntar:
¿Es Lancaster Dodd el verdadero artífice del éxito de “La Causa”, o no es más que una marioneta controlada por su mujer?
La mujer de Lancaster, Peggy Dodd (Amy Adams), siempre se mantiene en un segundo plano, observando los movimientos de su marido, calculando, y vigilando que no se salga del esquema fijado.
Detrás de su aparente inocencia, se esconde una mujer fría, e incluso, algo perversa.
Una mujer que no tiembla a la hora de manejar, tanto a su marido como a Freddie.
Y es que Freddie, vive en un constante estado de “ensoñación” en el que la realidad y los deseos del personaje, se mezclan; y en el que con cada parpadeo, su enajenación empeora, véase la escena en la que cada vez ve más mujeres desnudas, mientras Lancaster Dodd canta.
The Master es una obra expuesta con mucha inteligencia, soberbia, cargada de metáforas e imágenes que la enriquecen, características típicas de las obras de Anderson, a lo largo de esta, podemos ver elementos psicológicos, sociológicos, y filosóficos, con actuaciones magistrales de ambos personajes principales, así como los secundarios, y junto a la música surrealista, que es una mezcla de jazz, música clásica, con música experimental, a cargo del gran Jonny Greenwood, hace de The Master, una de las mejores del año pasado, en donde una vez más, podemos ver la maestría de Paul Thomas Anderson.
“Todos servimos a algún amo”
Los hay que sirven a Dios, al dinero, a su jefe, a un gurú espiritual, a su mujer, o creen, equivocados, servirse a sí mismos.
Todos sirven/servimos, de un modo u otro, a alguien.
Todos tenemos un amo.
¿Cuál es el tuyo? ”If you leave me now, in the next life you will be my sworn enemy.
And I will show you no mercy”
The Master es una película que trata sobre la incansable, insoportable, inevitable, frustrante, y extenuante búsqueda de respuestas a las preguntas que atormentan al ser humano.
Es la angustia existencialista, del quiero creer y no puedo.
Es una súplica al chamán, para que nos muestre el milagro que ahuyentará nuestros males, nuestra tristeza, nuestra soledad, nuestra desolación, o sea, nuestro dolor.
El absorbente guión de Anderson, plantea la negación de la naturaleza animal del hombre, y el uso de las regresiones como base del entendimiento de la vida por parte de la secta, prevaleciendo siempre, el interior al exterior, la mente al cuerpo.
Aspectos que chocan con la obsesión por el sexo y el deseo carnal de Quell, produciéndose una batalla intelectual, espiritual, y física.
La ausencia de las propias habilidades que si posee el contrincante, provoca en ambos personajes, que son las caras de una misma moneda, una fascinación y repulsión mutua, a modo de delirante relación, casi homoerótica.
The Master es una obra filosófica, en donde son expuestos temas tales como:
La libertad, la ética, y la lealtad, pues se muestran la interrelación de maestro-discípulo, 2 personas totalmente distintas:
Quell y Dodd.
El primero un veterano de La Segunda Guerra Mundial, con problemas psicológicos, adicto al sexo, y ebrio, sin sueños y sin aspiraciones; mientras que el segundo, es un “filósofo” creador de un movimiento “La Causa” aparentemente de condición socio-económica pudiente, ambos se conocen de una forma fortuita, pero de una u otra manera, empieza un relación de dependencia entre ambos, tanto así, que Dodd toma a Quell, como uno de sus alumnos favoritos, sin este ni siquiera, estar enterado de que se trata en si “La Causa”, a pesar de su carácter difícil, y la oposición de la familia de Dodd, pero este último, siente una atracción hacia Quell, y no solo debido al extraño cóctel que este prepara, sino quizás, creo yo, a su forma “wanna be” de ver y vivir la vida, que es una lucha constante para poder vivir sin un amo.
El hipnotismo de The Master reside en la espectacular fotografía, y en las interpretaciones del dúo protagonista.
Tanto Joaquin Phoenix como Philip Seymour Hoffman, brillan en sus papeles.
Phoenix encarna a Freddie Quell, un veterano en busca de dirección, de algo que sane una angustia que lo agobia, y cuyas razones tan sólo podemos inferir por las pocas entradas que Phoenix nos ofrece al críptico personaje.
Freddie es un hombre en constante agonía, inquieto, vulnerable… sentimientos que a veces expresa con gran ferocidad.
Traumas del pasado, entre ellos, abusos durante la infancia, un amor sin consumar, y su participación en La Batalla del Pacífico, lo han convertido en el hombre que es:
A la deriva, desubicado dentro de la sociedad.
Phoenix encarna el papel de suma dificultad emocional, con tal convicción, que su dolor se siente en el tuétano, y trasciende el recuadro.
Le tememos, a la vez que quisiéramos consolarlo.
Es un papel transformativo, que definirá la carrera del actor de hoy en adelante.
Y me ha gustado especialmente su interpretación, de impredecible, un trabajo que aterra, inquieta...
Débil, encorvado, perdido, nervioso, traumatizado, alcohólico...
Se castiga físicamente, cuando no hace bien las cosas.
Un hombre perdido, un desecho de la sociedad de la posguerra, que encuentra ayuda donde menos se lo espera, y que la acepta de buena gana, sin llegar a entender del todo, por qué.
Philip Seymour Hoffman borda el papel de Lancaster Dodd, un hombre que lo ambiciona todo, y que no acepta que nadie cuestione su mensaje.
Su oportunidad al conocer al incontrolable Quell, es intentar desarrollar una práctica para domesticar esos instintos, a través de sucesivas aplicaciones, cada vez más parecidas a un lavado de cerebro en toda regla.
Dodd le dice a Quell, que será su “conejillo de indias, y protegé” en su primer y fascinante cara a cara, y cumple a rajatabla con su promesa.
El extraño vínculo entre ambos, surge porque los 2 permiten al otro, aunque sea en momentos aislados, atisbar la verdadera herida existencial que les corroe por dentro.
Así Freddie Quell cae dentro de “La Causa”
La primera impresión que deja el personaje, es netamente física:
La mirada perdida, la joroba, la postura desgarbada.
Es, además, alcohólico, y parece tener obsesiones sexuales.
La secuencia inicial, lo presenta en una playa, junto a sus compañeros.
Freddie proviene de un círculo de hombres, y es por eso que entendemos la compleja relación que mantiene con lo femenino, y las múltiples referencias traumáticas que aparecerán de allí en adelante:
El recuerdo de su novia Doris, la figura de su madre con problemas mentales, la visión que sufre en una fiesta, en la que ve a todas las mujeres desnudas...
Todo lo femenino respecto a Quell, se forma sobre la base de espejismos, sueños, y anhelos.
Por su parte, Lancaster Dodd posee el encanto natural, y la locuacidad propias de un embaucador nato.
En su papel de extrovertido y sonriente gurú, siempre se muestra calmado, en pleno control de sus emociones, salvo cuando alguien se atreve a llevarle la contraria, o pone en duda alguna de sus inverosímiles teorías.
Entonces surge la ira, el impulso irracional que le lleva a soltar un explosivo “pig fuck” a un tipo que ha osado interrumpir una de sus sesiones, para plantear dudas más que razonables, acerca de “La Causa”
Dodd teoriza sobre la perfección inherente al ser humano, cuando sabe que el hombre es radicalmente imperfecto.
Él mismo está dominado por impulsos y anhelos, puramente animales, pero intenta dejarlos fuera de la vista de los demás.
El Maestro, Lancaster Dodd, parece representar lo opuesto.
Es la cabeza de una organización patriarcal, tiene una bella esposa, una hija recién casada, y se declara “enamorado” de la vida.
La imagen de éxito y supremacía, se hace palpable también en lo físico, con su aspecto robusto, y saludable.
Dodd, no sólo ve en Freddie, un animal sin educación que debe ser domado, de hecho, le trata como a un animal, juega con él con la excusa de intentar educarle, o más bien domesticarle, sino que le recuerda a él mismo, y el pasado del que viene, y es incapaz de volver a verse reflejado en otro, en esas condiciones.
Seguramente le recuerde unos inicios muy duros.
Seguramente el libro que escribe, y que está promocionando, es una invención para no volver a verse en la más absoluta pobreza.
No lo sabemos… pero el director es un maestro de las sutilezas.
Pero el juego de las contradicciones, empieza allí, en el encuentro de ambos personajes.
Aunque disímiles a simple vista, los 2 comparten más de lo aparente, comenzando por su gusto por el tóxico brebaje con el que brindan.
El enfrentamiento argumental y actoral entre Freddie y Lancaster, es llevado al extremo.
Por un lado, entre ambos establecen la diferencia hombre-animal, una dicotomía que se subraya; pero por otro, demuestran ser más débiles de lo que deberían, cuando, cada uno a su manera, pierden los papeles al ser confrontados sobre sus miedos, o sus dogmas.
El estado de vulnerabilidad los une, la dificultad para encarar la vida de 2 formas:
La personal con sus fantasmas, o la comunitaria con sus voraces monstruos.
Entre las muchas ideas y conceptos que Anderson expone en pantalla, una de ellas, es la dualidad del hombre, debatiéndose entre lo primordial, sus instintos animales, y la razón.
De todas, las fantásticas escenas en las que Phoenix y Hoffman se enfrentan cara a cara, alcanzando un magnetismo que impide apartar los ojos de la pantalla, ninguna expresa mejor este conflicto interno, que la que se desarrolla en una cárcel, con Phoenix en el rol de la fiera, y Hoffman en el del raciocinio.
Mediante la relación entre Lancaster y Freddie, “El Maestro y El Animal”, Anderson contrapone los intereses de cualquier institución organizada, obediencia, frente a los del propio individuo, libertad.
En este caso, se trata de una secta; pero bien podría haber sido un Estado, un partido político, o una religión.
Las relaciones entre superiores e inferiores, son básicamente las mismas.
El personaje de Freddie, un tipo violento, alcohólico, pervertido, y poco cuerdo, representa ese espíritu libre, que rara vez se sujeta a otra cosa que no sean sus impulsos.
Someterlo, constituye un reto para Lancaster, de ahí que decida hacer de él, su “conejillo de indias” y protegido.
Acabar con sus instintos más primarios, con sus deseos y pasiones desenfrenadas, supone el primer paso hacia la subordinación total, que todo líder requiere y anhela.
Si lo consigue, demostrará a la sociedad su verdadero poder.
Tampoco se olvida del influjo femenino.
El Maestro, por ejemplo, se ve sometido, en sus espacios más íntimos, por su esposa, notable Amy Adams.
Otra vez, pues, y al igual que en el caso de Freddie, la figura femenina juega un rol preponderante, es un elemento de dominación; y es un aspecto básico para entender los porqués de algunos hombres, cuyas mujeres mecen la cuna desde la sombra.
Amy Adams con una inusual frialdad para la actriz, no es nada, sino devota.
Superficialmente, Peggy Adams es la esposa perfecta, servicial, y amorosa, pero Adams le provee matices que hacen de su presencia una incómoda, esto sin contar un íntimo momento en el que somos testigos de quién verdaderamente manda en su matrimonio.
¿Quién es el maestro?
¿Es Lancaster Dodd?
¿O su mujer?
Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer.
Y es Peggy, quien parece controlarlo todo, de una manera tan sutil e inteligente, que no es perceptible a primera vista.
Pero es ella quien maneja la situación:
“Puedes hacer lo que quieras, mientras yo no me entere, y mientras ninguno de mis conocidos se entere”, le dice en la escena que toma el control con sus manos, y decide cuándo acabar.
Al igual que con su marido, tenemos las mismas dudas con ella, no sabemos si se lo cree, o simplemente quiere lo mejor para su familia, y para ella misma.
No obstante, sin duda, es un personaje muy rico, al que quizá Anderson no le saca todo el provecho que es necesario, podemos pensar, que no se siente tan cómodo al poner sus propias palabras en las de un personaje femenino, pero que sin duda, es un elemento clave para comprender la última parte de The Master.
Cínica, torcida, agria a lo largo de su extenso recorrido, The Master propone una revisión a la baja, de cada individuo único, para progresivamente clamar a favor de esa misma individualidad, como forma de independencia definitiva.
Y para dar carnadura a ese individuo, nada mejor que la silueta resurrecta para el cine, de un Joaquin Phoenix volcado en un viaje físico e intelectual, desgarrador, y tremebundo a todos los niveles; frente a él, complemento y opuesto, Philip Seymour Hoffman, uno de esos intérpretes privilegiados capaces de hacerlo todo, y hacerlo bien.
Dicen algunas lenguas, que The Master es una radiografía de La Cienciología y sus postulados.
Dianética hay, desde luego, y mucha.
Y un “Libro Uno”, y un rollo “New Age”; y contenidos inextricables en un primer visionado.
En cualquier caso, y con respecto a la fundación de “La Causa”, hay que decir que Anderson es respetuoso, pero incisivo.
En ningún momento, cuestionará abiertamente, las intenciones de Dodd, en cuanto a si realmente él mismo se cree lo que está diciendo, o si todo forma parte de una farsa para ganar dinero.
Y ésta es una de las grandes fortalezas de The Master:
Objetivamente, no hay que machacar a Dodd.
Lo malo, de The Master, es que no se acerca a la religión, ni a la creación de un nuevo sistema filosófico, ni en sueños.
Por último, Jonny Greenwood de Radiohead, compuso la banda sonora, siendo la segunda vez que compone para una película de Anderson, siendo la primera “There Will Be Blood” (2007)
La banda sonora, incluye 11 composiciones de Greenwood, junto con 4 grabaciones de la época que ambienta The Master.
Los artistas, incluyen a la Orquesta Contemporánea de Londres, y a Ella Fitzgerald, entre otros.
A destacar en The Master, el uso de esas melodías más agresivas al inicio, representando magistralmente, no la complejidad de la escena, sino de la mente de Freddie, perdida en medio de tanta barbarie, la barbarie de una guerra, y los pobres marineros atrapados en ella.
“I believe, in your profession, it's called...
Nostalgia”
¿Que nos quiere decir Paul Thomas Anderson?
Que según el personaje de Hoffman, no se puede vivir la vida sin un control, sin una guía.
Y que según el personaje de Phoenix, si es posible, a cualquier precio.
Ambos representan las 2 caras de la sociedad de EEUU, y porque no mundial, de los últimos 70 años, los años posteriores a La Segunda Guerra Mundial.
Los años del panóptico, del “Big Brother”, del “ojo espía”, de los mapas satelitales, del facebook, de las famosas bases de datos secretas, de wikileaks, en fin, los años del control.
El ser humano, ya no puede vivir libremente según le plazca.
Pero tampoco puede ser oprimido.
En occidente, las guerras civiles y las tiranías, ya no tienen consenso.
Se necesita algo silencioso.
Una “matrix” que nos haga creer que lo que hacemos tiene sentido, que el rumbo que estamos atravesando, es el correcto.
Los barcos a la deriva son peligrosos, se necesitan controles, guetos, liderados por desequilibrados mentales, egocéntricos, ambiciosos, hambrientos de reconocimiento, y ensalzamiento líderes.
Pero que al menos, sirven de buenas marionetas, para mantener el rebaño a raya.
En cualquier caso, cuando estos pierdan inevitablemente el control, serán reemplazados, o descartados.
Siempre he considerado a Paul Thomas Anderson, un director obsesionado con la imperfección.
Con la imperfección del alma humana, de la violencia, de nuestros valores, de nuestro cuerpo, de la forma de amar de los seres humanos.
Y con The Master, se atreve a abordar uno de los grandes miedos del hombre actual:
El miedo a su propia libertad.
Freddie Quell, es el que representa la otra parte de esta brillante radiografía.
El hombre libre, el espíritu errático, el instinto hecho carne, la sexualidad, y la pasión desenfrenada, el no social, el no domesticado.
El que es adiestrado por el culto de control, aprovechando su vaciamiento ideológico, para llenarlo con ideas de persecución y paranoia, para manipularlo a su antojo, para servir como ejemplo, de que el espíritu mas rebelde, puede domesticarse, sujetarse, y finalmente, como parte de un maquiavélico proceso, acostumbrar, hasta el punto de que actúe solo en pos del funcionamiento sectario.
Pero también explora, cada uno a su estilo, la angustia del soldado que no ha perdido la vida en el campo de batalla, pero que sí ha perdido su vida.
Una tragedia colectiva, con la que Anderson continua el camino iniciado por “There Will Be Blood” (2007),  su particular estudio de la evolución social e individual en los EEUU del siglo XX, una sociedad enferma, poblada por seres solitarios, condenados a fracasar, sea cual sea su objetivo vital.
Posiblemente, la guerra dejó mucha muerte, locura, y temor en la cabeza de la gente, en este contexto, observamos como las personas necesitan creer en algo, o en alguien... y si la tónica viene de confusión, traumas, baches, pobreza cultural, obviamente que la salida espiritual, va a estar ausente.
Creo que la gente quiere elaborar, crecer, salir adelante, y tener una buena vida, pero ahí están “los maestros” como arañas, acechando en sus telas, psicópatas, o sociópatas de turno, y esto es válido en todas las épocas.
A través de The Master, asistimos a sesiones bizarras pseudocientíficas, y espirituales, que no conducen hacia nada bueno, y sacuden como una coctelera, la pobre cabeza enferma de la gente, por manipulación.
Por consiguiente, se va construyendo un dogma, cada vez más insano, hermético, y lejos muy lejos de la empatía, y de los valores más nobles de los seres humanos.
Pero sobre todo, la sensación de que la reinserción de esos soldados en la sociedad, su búsqueda de trabajo y de comprensión por parte de los demás, de los traumas que han sufrido durante la contienda, es prácticamente imposible y, en todo caso, conlleva un enorme sufrimiento.
Así las cosas, The Master, posiblemente sea una de las mejores películas que ha tratado la relación del hombre con la religión, sin necesidad de hablar de Dios, y ni siquiera de mencionarlo.
Tal vez, el secreto de Paul Thomas Anderson sea precisamente, ser coherente a su propia cinta:
Si nos quedamos sin Maestro, la única solución es, convertirse en uno.

“Free winds and no tyranny for you, Freddie, sailor of the seas.
You pay no rent, free to go where you please.
Then go, go to that landless latitude and good luck.
If you figure a way to live without serving a master, any master, then let the rest of us know, will you?
For you'd be the first in the history of the world”



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