Grand Piano

“Play one wrong note and you die”

El “mcguffin” es un elemento cinematográfico, que creó y acuñó “El Maestro del Suspense” Sir Alfred Hitchcock, allá por los años 40 del siglo pasado.
Dicho elemento de suspense, consiste en hacer que avancen los personajes en la trama, pero en ningún momento de la misma, tiene relevancia.
Hitchcock afirmó en 1939, sobre el “mcguffin”:
“En historias de rufianes, siempre es un collar, y en historias de espías, siempre son los documentos”
Hitchcock explica también esta expresión, en el libro-entrevista con François Truffaut “El Cine según Hitchcock”:
“La palabra procede del music hall.
Van 2 hombres en un tren, y uno de ellos le dice al otro:
“¿Qué es ese paquete que hay en el maletero, que tiene sobre su cabeza?”
El otro contesta:
“Ah, eso es un “mcguffin”
El primero insiste:
“¿Qué es un “mcguffin?”
Y su compañero de viaje le responde:
“Un “mcguffin” es un aparato para cazar leones en Escocia”
“Pero si en Escocia no hay leones”, le espeta el primer hombre.
“Entonces eso de ahí, no es un “mcguffin”, le responde el otro.
Hay notables ejemplos de “mcguffin” en el cine, desde los clásicos del genio del suspense hasta filmes contemporáneos.
Es pues, un elemento básico, a la hora de crear intriga, para luego llevar la trama por otros derroteros.
“Do you think I'm kidding?
Look to your right...”
Grand Piano es una película española-estadounidense, del género suspense, del año 2013, dirigida por Eugenio Mira.
Protagonizada por Elijah Wood, John Cusack, Alex Winter, Kerry Bishé, Allen Leech, Tamsin Egerton, Dee Wallace, Mino Mackic, entre otros.
El guión es de Damien Chazelle.
El director, se basó para filmar su obra, en una película de la década del 70, donde un cantante argentino llamado Sandro, toca el piano durante todo el metraje, nada más que al final de ésta, le da un ataque cardiorrespiratorio, debido a que el pianista, no dejaba el cigarrillo, ni para ir al baño.
En Grand Piano, Tom Selznick (Elijah Wood), es el pianista más talentoso de su generación, que ha parado de actuar en público, por su pánico escénico.
Un breve prólogo nos pone en situación, adelantándonos la ansiedad que siente, ante la idea de volver a tocar el piano y, en concreto “La Cinquette”, una pieza extremadamente complicada de ejecutar, y que le bloqueó ante el público, destrozando su carrera años atrás.
Años después de esa actuación catastrófica, reaparece para un esperado concierto en el Antoine Michelle Hall de Chicago.
En un teatro abarrotado, en frente de un público expectante, Tom encuentra un mensaje escrito en la partitura:
“Falla una nota, y morirás”
Bajo la mirada de un francotirador anónimo, que después se conoce como Clem (John Cusack), Tom deberá conseguir interpretar la actuación más difícil de su vida, y buscar ayuda, sin ser descubierto.
Grand Piano, no empieza con el traslado de Selznick al auditorio, sino con el traslado del piano, que permanecía arrumbado en el desván de una enorme mansión, que había pertenecido al mentor de Selznick, Patrick Godureaux (Jack Taylor), el autor de la pieza imposible, “La Cinquette”, que es precisamente, la que provocó la retirada del protagonista de los escenarios.
Aquí radica la clave de Grand Piano:
El protagonista, no es Selznick, sino el piano, un flamante L. Bösendorfer Klavierfabrik GmbH 290 Imperial; considerado entre los mejores del mundo, junto con los producidos por Blüthner, Grotrian-Steinweg, Fazioli, y Steinway and Sons, construidos en Hamburgo.
Si se tiene esto en cuenta, subrayado por el hecho de que los títulos de crédito, muestran las entrañas del piano, las piezas de la intriga, encajan mucho mejor.
Pero:
¿Qué pasa cuando no hay seguridad?
¿Qué pasa cuando la situación es tan extrema, que no parece haber alguna solución?
¿Cómo podrá desenmascarar a su decidido agresor, sin ser descubierto?
¿Y qué quiere de él?
¿Podrá superar su miedo escénico, y llegar hasta el final, sin cometer ningún error?
Aunque hay en Grand Piano, una velada reflexión sobre los peligros del éxito, queda desdibujada tras una trama de suspense, que logra mantener al espectador en vilo.
Y de fondo, mensajes varios sobre lo plomizo de la fama; la insoportable dependencia de la tecnología que nos invade; lo fundamental de la música clásica, y cómo se filtra en nuestro ánimo, en cualquier situación o contexto; y la ineficacia del palco, a la hora de cazar errores minúsculos, pero colosales.
“I think I broke my leg”
Se ha hablado de Grand Piano como una “pieza de cámara”, como un “artificio”, pero es una obra bien hecha, de una factura técnica impecable.
La sensación de pánico escénico, el sentirte apuntado y amenazado por un tirador invisible, son sin duda el punto fuerte de esta obra de Eugenio Mira, gracias a un laborioso trabajo de montaje y de sonido; que lo convierte en un “thriller” con un ritmo frenético, y una de esas películas narradas, casi a tiempo real, con un personaje luchando contrarreloj, en un entorno reducido, casi una jaula, para superar una prueba, y una responsabilidad, que un desalmado, ha decidido poner sobre sus hombros.
De su éxito o fracaso, dependerá que el mundo, al menos el suyo, se salve o se destruya.
Salvo 2 momentos puntuales, al principio y al final, la hora y media de metraje, se desarrolla dentro de las paredes del teatro.
Para lograr eso, Grand Piano tiene 2 herramientas esenciales:
Elijah Wood, y la banda sonora.
El primero hace en muchos momentos, 3 tareas en una, reaccionar y seguir órdenes del tarado de turno; tocar el piano, de verdad, salvo en un par de momentos muy puntuales; y boicotearse a sí mismo, para tratar de frustrar al malo.
Porque siempre que está en el escenario, está ante nuestros ojos, ante los del villano, y ante los del público del concierto, y aunque a nosotros nos pueda enseñar ciertas cosas, debe disimularlas, para las otras 2 clases de espectador.
El montaje es fabuloso, y el trabajo compositivo de Víctor Reyes, va más allá de lo eficaz.
Pero todo es excesivamente preciso, demasiado milimétrico, inevitablemente falto de pasión, en buena parte de sus escasos y acertados 90 minutos.
Toda la tensión que se crea y mantiene durante la proyección, se basa en varios “mcguffin”
Un piano con una historia secreta del pasado; una pieza musical de imposible ejecución, “La Cinquette”; una motivación del malvado sin resolver...
Son quizás demasiadas ramas pequeñas, para formar un enorme árbol.
Pero el resultado de sumar un toque de Hitchcock, y un medio complejo guión, no es suficiente para llegar al clímax final que se pretende.
Es más, no se consigue.
¿Por qué funcionaban las películas de Hitchcock?
¿Por los actores?
¿Por el montaje?
¿Por la dirección?
Funcionaban por el guión, que eran como pequeñas y maravillosas piezas de relojería de precisión, a las que no les faltaba nada, en su bien engrasado mecanismo, para que todo funcionara al ritmo que quería el director.
Y en Grand Piano, el guionista Damien Chazelle, es el principal problema que tiene.
La historia es muy, pero que muy difícil de creer, y además, es bastante absurda.
Se supone que dentro del piano, se esconde una llave que abre una caja fuerte en Suiza, que esconde mucho dinero.
¿Qué se le ocurre al villano para conseguir esa llave?
Ni más ni menos que, entre otras:
Comprar el rifle de francotirador de mayor precisión del mundo, lo que debe costar una fortuna.
Aprender a usarlo de manera magistral, lo que no debe ser fácil, teniendo en cuenta que el villano es de profesión cerrajero.
Esperar a que el único pianista que sabe tocar una partitura concreta, vuelva a los escenarios, la toque, y descubra la llave que abre un casillero secreto.
Convencer a un ayudante fiel del pianista, para que se alíe con él, y se convierta en un asesino sin escrúpulos, a cambio de dinero.
Convertirse en un ultramega melómano, capaz de saber, si en una pieza musical alguien toca todas y cada una de las notas de manera precisa, porque en caso contrario, no sabría que la nota que falla el protagonista, es la última, y no una cualquiera de las mil que toca antes.
¿Qué habría hecho cualquier otra persona?
Entrar en la cerrada mansión en la que está el piano de manera permanente.
Destrozarlo a mazazos, y llevarse la llave.
Con esto último, sólo te condenarían, si te pillan, por allanamiento y vandalismo, pero no tienes que estar años preparando algo, que seguro que te va a salir mal...
Los diálogos de Grand Piano, son muy malos, desde los primeros minutos, atención a la peor presentadora de un programa de radio de la historia, todo suena a impostado, y la definición de personajes, es más bien inexistente.
El personaje principal, está presentado de un modo que, en ningún momento hay un motivo para empatizar con él, y básicamente, te da igual lo que le pase.
Damien Chazelle, fracasa con estrépito, cuando toca esclarecer el misterio, ya que apuesta por una resolución vulgar que, por desgracia, acaba afectando de forma notable, al resultado final.
Pues, después de 5 años de no tocar en público, nuestro pianista protagonista, llega el mismo día de la actuación, sin siquiera haber ensayado una sola vez con el piano.
Me parece ridículo.
Además, le dan las partituras de lo que tiene que tocar, justo 5 minutos antes de que empiece el concierto...
¿Era necesario, que el pianista saliese y entrase del escenario, cuando le apeteciera, en medio del concierto?
Se lo podrían haber currado un poco más.
¿Un pianista de categoría, llevaría el móvil en el bolsillo del pantalón, mientras toca en concierto, y enviar un mensaje de texto con una mano?
Atención, todo esto, mientras toca un pieza de gran dificultad, ante cientos de espectadores...
Cuando habla por el auricular:
¿No podría disimular un poquito más?
Se ve perfectamente que está hablando, cosa que no pasaría inadvertida para el público; y que no nos digan que, es porque está “tarareando” la música que toca, porque no es creíble.
¿Por qué llama el pianista al novio de la amiga de su mujer?
¿Por qué tenía su número de teléfono?
Por la conversación que mantienen, no parece que hubiera ninguna relación entre ellos.
¿Qué relación tenía el malo, con el propietario del piano?
Si se dice, la verdad es que no me enteré...
Tampoco por qué conocía el secreto de la llave en el piano.
Si la mujer es actriz:
¿Por qué se le pide que cante desde el palco, cosa que por otro lado hace muy bien?
¿Nadie ve el puta puntero rojo?
¿Dónde está la seguridad policial?
Es para desternillarse:
Un concierto con el pianista, entrando y saliendo cuando le apetece del escenario, gesticulando, hablando, y tocando el piano a un mismo tiempo, todo ello sin que nadie se percate, ni cause extrañeza; y de milagros de la ciencia, la llave aparece en un piano destrozado, cuando se ve que el mecanismo interior, no ha sufrido daño alguno…
Puesto que pianista y francotirador, caen sobre el piano al final, y Elijah Wood...
¿Sólo se rompe una pierna?
Además... la novia necesita irse a casa, por la experiencia pasada, y solo piensa en terminar esa obra, para conseguir una llave que abre una caja fuerte en Suiza…
De artista amenazado, pasa a ser capitalista materialista-codicioso, en tan sólo 5 minutos.
Si la clave para abrirla, es una melodía, que para una sola persona, es casi imposible de tocar... pues se pone a 2 pianistas, no tan talentosos; con soborno a los transportistas, 2 estudiantes de piano, y en 5 minutos, ya se tiene la llave.
No hace falta amenazar de muerte a un pianista, ni ponerse a disparar en un teatro lleno de gente, sin seguridad, para conseguirlo.
Grand Piano es un “thriller” fallido, que intenta crear una tensión,  que no logra ni de lejos, una historia que no compromete al espectador en ningún momento, y un clímax final, villano-héroe, que da vergüenza.
Y hace gracia, cuando el público se levanta para aplaudir al pianista, pese a haberse equivocado, cosa que no han notado.
Puede ser una crítica al público en general, de cualquier espectáculo, o acto cultural, que muchas veces aplauden, desconociendo el motivo.
El propio director ha confesado, que el guión no le pareció gran cosa cuando se lo enviaron, pero que su representante, Paramount Pictures, y Cortés, le convencieron de que lo rodara.
Elijah Wood, que no podrá quitarse esa cara de Frodo Baggins, aunque pasen milenios, hace un vano esfuerzo por convencernos del sufrimiento de su personaje.
No lo logra, pero gracias a la trama, nos da igual.
Se dice que Wood interpreta realmente en pantalla, las piezas de piano que acomete su personaje, ya que la banda sonora fue compuesta antes del rodaje...
El actor recibió algunas nociones musicales de pequeño, pero dispuso de un entrenador a lo largo de toda la preparación, y en el mismo rodaje, ya que había partes casi imposibles de ejecutar, incluso para pianistas profesionales.
De hecho, el propio guión denomina a una de las piezas fundamentales “La Cinquette”, aquella que le hizo venirse abajo en el pasado, al personaje ficticio, como “la pieza imposible”, ya que contiene fragmentos técnicamente inejecutables en la realidad.
Como dato, el piano utilizado es un C. Bechstein Pianofortefabrik AG, pero en la parte de atrás, se logra ver la marca Waldorf, que son de una fabricación más pequeña, a la que se ve en la pantalla.
Por otro lado, resulta curioso comprobar, cómo el personaje de Cusack, funciona a la perfección cuando es solo una voz amenazante, en algún lugar ignoto del teatro; y en el momento en el que aparece, se desactiva esa sensación, como si su presencia, no estuviera a la altura de su voz.
Por último, la música, el personaje principal también, juega un papel primordial.
Es reflejo de la trama, personifica los ánimos de Tom Selznick, que acompaña la narración, utilizándose como factor narrativo, y motiva al público, tanto el del film como a nosotros; a olvidarnos de otros elementos que no pasaríamos por alto en otra película.
Víctor Reyes, colaborador de Cortés en otros proyectos, ha compuesto una banda sonora espectacular, que une piezas de Bach, y otros compositores, de una manera soberbia, junto a la suya propia; y eleva a Grand Piano, durante el desarrollo de la trama, a niveles insospechados en un primer momento.
Magistrales los títulos de crédito iniciales, con una música que nos recuerda a Bernard Herrmann.
“Call for help and I'll shoot you between the eyes”
Quien no haya sentido alguna vez miedo escénico en su vida, es que, o no ha hecho nada de nada, o ha sentido que sus tripas no han podido controlar ese sentimiento, que dicho así llanamente, es plenamente comprensible.
A veces está justificado, sobre todo, cuando tu vida depende de una sola nota...
Uno de los padecimientos más temibles, en el marco de las relaciones personales, es el llamado “miedo escénico” o “pánico escénico”, estado inhibitorio, que reduce la efectividad comunicacional, e impide el despliegue de las capacidades expresivas potenciales de los afectados.
Esta respuesta, incluye manifestaciones de estrés, timidez, y ansiedad, como preocupación, tensión corporal, inhibición, ineficacia funcional, y otras formas de alteración de la normalidad, en lo fisiológico, lo cognitivo, y lo conductual.
Renny Yagosesky, escritor y orientador de la conducta, aclara que existen frecuentes confusiones en la terminología relativa a miedo y temor, y los distingue, al señalar que el miedo, es referido a una respuesta compleja de causa biológica, que suele surgir frente a la presencia real y verificable, de un agente percibido como aversivo.
Mientras que el temor, sería una respuesta detonada, por anticipaciones mentales o cognitivas, de eventos que no han acaecido.
Con base en esto, el autor insiste en que, a pesar de que se utiliza la categoría compuesta “miedo escénico”, y se incluye el término “miedo”, en realidad hablar de “miedo escénico”, implica realmente hablar de temor, de ansiedad, pues las respuestas emitidas por los aquejados, tienden a manifestarse antes de actuar en público, y durante, aunque se encuentren frente a grupos que no muestran en forma alguna, predisposición o rechazo.
Esto, sería revelador del componente intrapresonal, que induce o influye en la experiencia de incomodidad.

“I have to finish this”



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