Snowpiercer

“AD 2031:
The passengers in the train are the only survivors on Earth”

Cuando el teórico social, y psicólogo francés, Michel Foucault, se interesó por aquel objeto llamado “panóptico”, descrito por el pensador inglés, Jeremias Bentham, encontró en él, la gran metáfora del control que ejerce el poder sobre el pueblo.
Hoy, varias décadas más tarde, el cine nos ha ofrecido un “nuevo panóptico”
Dentro de un género tan manido, como el de la ciencia ficción, podemos encontrar un subgénero tan interesante, como el de las películas ambientadas en un futuro post apocalíptico:
Hordas de zombies, guerras, desastres naturales, invasiones extraterrestres, cometas extraviados, o pandemias de origen desconocido, no parecen ser suficiente para la imaginación hollywoodiense, el disfrute de unos, el sufrimiento de otros, y el castigo en pantalla para todos.
Y es que nadie teme más algo cinematográficamente hablando, que lo que cree que está basado en la realidad.
Y si hablamos de realidad, hablamos del conocido “cambio climático”
Tan irremediable como cierto, sean bienvenidos todos, al apasionante “fin del mundo”
Porque hablamos del “fin”, como si de algo ajeno se tratara, pero nos referimos a 2014.
A una humanidad asustada por los efectos visibles y progresivos del calentamiento global.
A un experimento impulsado por los gobiernos más poderosos, para descender la temperatura, con funestos resultados.
Al fin de lo conocido.
Al exterminio de la raza humana.
A una nueva Era Glacial.
Y traspasando esto, el cabalgante microcosmos, donde la vida aún es posible, interminables merodeadores de un mundo, en el que ya no pueden vivir, ni sobrevivir.
Nada más cercano a la realidad.
“You've seen what people so without leadership.
They devour one another”
Snowpiercer es una película surcoreano-estadounidense de ciencia ficción, del año 2013, dirigida por Bong Joon-ho.
Protagonizada por Chris Evans, Song Kang-ho, Tilda Swinton, Jamie Bell, Octavia Spencer, Ewen Bremmer, Go Ah-sung, John Hurt, Ed Harris, Alison Pill, Luke Pasqualino, Steve Park, Adnan Haskovic, Clark Middleton, Paul Lazar, entre otros.
El guión es de Bong Joon-ho y Kelly Masterson, basados en la novela gráfica de Jacques Lob, Benjamin Legrand, y Jean-Marc Rochette titulada:
“Le Transperceneige” (1982), que más tarde fue retitulada “The Escape”
La serie, fue continuada en 2 volúmenes, por el escritor Benjamin Legrand, en sustitución de Jacques Lob, con “The Explorers” publicada en 1999; y “The Crossing” en 2000.
Una traducción al inglés, fue lanzada en 2014 por Titan Comics.
La traducción, consistió en 2 volúmenes:
“Snow Piercer: The Escape” y “Snow Piercer: The Explorers”
Aunque el 2º volumen sólo hizo mención de los exploradores en su título, también contenía “The Crossing”
Durante la producción de una de sus películas, a finales de 2004, en Hongdae, Seúl, Corea del Sur, Bong Joon-ho, visitó una tienda de comics, que solía frecuentar, donde conoció a Jean-Marc Rochette, uno de los historietistas franceses, autores de la novela gráfica “Le Transperceneige”
Tras leer las historietas, quedó fascinado al ver, cómo un grupo de personas, luchaba por la supervivencia en vagones clasificados por estatus social.
Esa es la motivación principal del argumento, y este enorme vehículo, se convierte así, en la metáfora extrema del mundo, y sus habitantes.
Bong, le enseñó las obras completas a su compañero de dirección, Park Chan-wook; y en 2005, la productora Moho Films, adquirió los derechos para la adaptación cinematográfica, siendo Snowpiercer, su primera película en inglés.
Se trata además, del filme más caro de la historia del cine surcoreano, $40 millones de presupuesto, recuperados en tan solo 10 días de taquilla.
Snowpiercer fue estrenada en todo el mundo, en el año 2013, pero debido a una disputa entre el director, y los distribuidores en EEUU, aún no se ha lanzado en ese país.
Los problemas que tuvo Snowpiercer, para poder exhibir su montaje íntegro en muchos países, fue por culpa de la petición de los hermanos Weinstein, de recortar 20 minutos de metraje.
El rodaje se llevó a cabo en los estudios Barrandov de Praga, República Checa, y en Tirol, Austria; como en la ciudad de Mazovia, en Polonia.
En cuanto a la postproducción, tuvo lugar en Corea del Sur.
De duración más bien generosa, Snowpiercer está especialmente recomendada para los amantes del cine de acción, y ciencia-ficción, saturados de ver siempre lo mismo, y también para los que todavía creemos que, evasión y calidad, no tienen por qué ser términos antagónicos.
Así las cosas, en un futuro distópico, se realizan un experimento científico, para contrarrestar el calentamiento global, que tras fallar, provoca una Era Glacial, que acaba prácticamente, con la población mundial.
Los únicos supervivientes, son los habitantes de un tren llamado:
Snowpiercer.
Es un ferrocarril extenso, con un motor de duración ilimitada, que circunvala el planeta entero, a través de una vía férrea.
A raíz del desastre, el tren está dividido en 2 clases:
La parte delantera, integrada por la clase acomodada y con privilegios; diferente a la clase obrera y pobre, situados en la cola.
Claro que, las comodidades no son para todos.
Las clases más altas, pueden gozar de todos los lujos y frivolidades que allí existen:
Comida, saunas, discotecas, etc.; en la delantera del tren.
Mientras que los menos favorecidos, se encuentran hacinados en la parte posterior, sobreviviendo a base de una extraña pasta de proteínas, y su propia fuerza de espíritu.
La travesía, lleva casi 18 años, en los cuales, se han suscitado varias revueltas por parte de los pasajeros del fondo, aunque ninguna ha logrado vencer.
Ahora, un nuevo grupo se prepara para lo ofensiva, poder reducir a los guardias que los vigilan constantemente, y así llegar hasta los primeros vagones, para apoderarse del agua, un elemento vital; del motor, y acabar con la tiranía de Wilford (Ed Harris), el constructor, y dueño del tren Snowpiercer.
Hastiados por su situación infrahumana, los ciudadanos de la cola deciden organizar una revolución social, para hacerse con el control de la máquina.
El problema es que el tren es enorme, hay una nutrida guardia, provista por el billonario que construyó el tren, y que gobierna el mismo, en calidad de dictador, fuertemente armada, y los vagones son compartimientos estancos, separados por puertas blindadas.
Pero con la ayuda de Curtis Everett (Chris Evans), se dispara la revuelta, y empieza a tomar vagón por vagón, los cuales empiezan a develar inquietantes secretos, sobre la manera en que se vive a bordo del tren.
Cada vez que los insurrectos atraviesan las puertas de la siguiente sección, se elimina la posibilidad de volver atrás.
Bien porque la meta está más cerca, o porque el sacrificio ha sido demasiado grande.
A medida que Curtis comienza a avanzar, aplastando cráneos, y dejando un tendal de cadáveres, empezará a descubrir que nada es lo que parece y, lo que es peor, terminará por darse cuenta, que sus ideales no sirven de nada, en un micro universo regido por las estrictas reglas de la supervivencia.
En el vagón de Wilford, Curtis descubre la verdad sobre su revolución:
Es una estrategia para ejercer un sádico control de población, y Gilliam (John Hurt) el líder espiritual de la sección final del tren, era parte de la trama.
Lo que no sabíamos, es que la nieve y el hielo están cediendo terreno, y el perpetuo invierno de La Tierra se ha humanizado.
No quedan adultos, y sólo los jóvenes, y la promesa del futuro es lo que moverá a Curtis.
Snowpiercer, es una entretenida metáfora socio-política, visualmente atrapante, que logra cada aceptación y rechazo que se propone, a través de sus personajes, sus climas, y una estética muy, pero muy cuidada.
No pretende caer en discursos moralistas o conscientizadores, y eso la hace más interesante.
En los vagones de Snowpiercer, viajan juntos Homero, Dante, y Orwell, sorprendiendo cada vez que se abre una puerta, y dejando al espectador sin aliento, ya que en cualquier momento, uno de los personajes puede morir, o una de las verdades, se puede convertir en una cruel mentira.
Como la vida misma; dejando la vil moraleja de la realidad:
Los humanos lo destruyen todo, donde el principal enemigo del ser humano es, precisamente, la falta de humanidad.
Hay mucho mensaje, y mucho simbolismo en su historia, y de seguro que pensaremos en ello, tras su conclusión.
“We control the engine, we control the world.
Without that, we have nothing.
All past revolutions have failed because they couldn't take the engine”
Supongo que, no es para menos, que la novela gráfica francesa en que está basada Snowpiercer, haya salido el año 1982:
Época de La Guerra Fría, durante la cual, el panorama era desalentador:
Varios vecinos europeos, estaban bajo brutales dictaduras comunistas, amparadas por la URSS, con protestas e intentos de liberación, reprimidas sanguinariamente.
No es de extrañar, que Snowpiercer sea una historia de humanos, destruyéndose a sí mismos, y sobre el autoritarismo.
La época en que se hizo, daba mucho material, y hoy en día, tampoco se puede decir que el mundo sea una bella utopía.
La idea podría ser aplicable a cualquier tiempo, no es una gran novedad, porque siempre resultan interesantes estos planteamientos.
La trama, nos introduce en un futuro post apocalíptico, en el que el cambio climático, hace imposible la vida, en una tierra completamente yerma, debido a los efectos de la congelación masiva.
Los últimos restos de la civilización, viven confinados en un gigantesco tren, que recorre el mundo indefinidamente, y sin escalas, dando una vuelta completa, cada 365 días, a lo largo de un gigantesco entramado de raíles, que enlaza varios continentes.
En el interior, gracias a una prodigiosa ingeniería, sobrevive y prospera todo un ecosistema político y social, en los que los más desafortunados, subsisten a duras penas en los vagones de cola; mientras que unos pocos privilegiados, disfrutan de una vida más que placentera, conforme se avanza hacia los compartimentos más adelantados, justo por detrás de la increíble maquinaria, y la persona que hace posible todo ello.
El drama, la acción, la reflexión, e incluso la comedia, irán alternándose, y también los cambios de diseño, la utilización de los colores, etc., para que argumentalmente, no sólo no haya agotamiento alguno, sino que incluso, nos quedemos con ganas de más, en determinadas áreas.
No obstante, lo mejor de todo, es el control de la situación, por el trabajo de dirección de Joon-ho, sabiendo incluso recurrir con gran acierto, al ralentí, en un determinado momento.
El relato post apocalíptico de Bong, es crudo desde todos los aspectos.
Desde lo visual logra, por un lado, representar la inmundicia y la desesperación en la que están sumidos los menos favorecidos, con una estética que remite inmediatamente distópica, y apocalíptica.
Por el otro lado, agrega color, brillos, y luces, para mostrar la existencia más banal de los habitantes privilegiados.
El contraste, también se ve en los personajes.
La revuelta será liderado por Curtis, un irreconocible Chris Evans, un hombre que ha vivido la mitad de su vida en el exterior, y la otra mitad en el Snowpiercer, que ha experimentado atrocidades, y ha participado de otras tantas para sobrevivir.
Bajo las órdenes de Gilliam, tratará de rescatar a un prisionero, ingeniero del Snowpiercer llamado Namgoong Minsu (Song Kang-ho), adicto a una extraña sustancia volátil e incendiaria, llamada Kronol, y a su hija Yona (Go Ah-sung), que los ayudará a abrir las puertas, para lograr su objetivo.
A Curtis, lo acompañan un grupo de incansables luchadores, dispuestos a dar su vida por la causa, entre los que se encuentran:
Edgar (Jamie Bell), un joven que lo tiene como a un ídolo indiscutido, y su segundo al mando; y Tanya (Octavia Spencer), una madre cuyo pequeño hijo fue secuestrado por los oficiales.
Por el lado de las autoridades, todo es caricaturesco y bizarro, típico de las mentes enfermas:
La Ministra Mason (Tilda Swinton), que se vale de discursos éticos y dogmáticos, para apaciguar a los rebeldes, y cuando eso no funciona, recurre a otros métodos mucho más violentos, y persuasivos.
Todo ese vagón frontal, está maquillado con “marketing y snobismo”, creando una generación de fanáticos fascistas, que viven en el lujo, las drogas, los placeres, y la superficialidad, los cuales contrastan fuertemente, con el salvaje mundo en donde Curtis y los suyos sobreviven.
Por otra parte, cuando llegamos al vagón principal, el de la locomotora, las cosas terminan por cobrar sentido.
Al momento de reunirse Curtis, con el millonario Wilford, el mismo le revela, que todo forma parte de un acuerdo, entre los líderes de las clases alta y baja, un mecanismo automático, que sirve para depurar las clases, y mantener controlada la población del Snowpiercer, tanto en disciplina, como en números.
En ese momento, uno siente que los autores de la novela gráfica, están haciendo un comentario amargo, sobre líderes sociales, “los defensores de los desposeídos”, terminan abandonando sus ideales, para encamarse con los dueños del auténtico poder, extasiándose con su dominio y sus lujos, y olvidando la misión que los trajo hasta allí.
En el fondo, es el desencantado reconocimiento, de que la justicia social, es un imposible, simplemente porque siempre van a existir poderosos, que puedan corromper a los revolucionarios, y porque los poderosos en sí, son una parte indispensable del sistema:
Los dueños de medios ilimitados, los individuos formados con una educación superior, y dueños de una visión tan pragmática como desangelada de la realidad, los que establecen un sistema de reglas, y que en definitiva, motorizan el funcionamiento de la sociedad.
Wilford no es un demonio, sino un individuo amoralmente pragmático, un tipo cuyo criterio se guía por la frialdad de los números, y el representante eminente del darwinismo social, ése que dicta que sólo puede sobrevivir el más fuerte, y el más apto.
La mantención de esta estructura, también se justifica ideológicamente, a través de analogías naturalistas.
Las clases más privilegiadas, defienden este rígido sistema, comparándolo con un ecosistema, donde el mínimo cambio, puede producir modificaciones gigantescas.
Es por eso que debe mantenerse un cierto orden, para que la vida dentro del Snowpiercer funcione.
Pero para que tipos como Wilford existan, precisa el sustento de una clase baja, que haga de carne de cañón de la sociedad, y se encargue de las tareas más deleznables.
En muchos sentidos, Snowpiercer reinterpreta varios temas propios vistos en innumerables películas, donde la existencia de un mundo secreto y subterráneo, que sustenta los vicios de la clase alta, sólo que ha amortizado el idealismo, y lo ha trocado por una visión mucho más cínica.
Ciertamente, es una visión tan extremista como prefabricada, en el mundo de Snowpiercer, donde no existe clase media; los individuos de clase baja, tienen suficiente inteligencia y desarrollo cultural, para darse cuenta de su condición, y armar un plan para batallar por un replanteo de condiciones; pero está armada con convicción y lujo de detalles, lo cual la hace inteligente y, desde ya, tema de debate.
Mientras cada uno de los personajes, ha alcanzado la plenitud que se proponía, la sociedad “perfecta” ha sucumbido a la necesidad autónoma del individuo.
El mundo pobre, ha irrumpido en el sistema, pero no se ha hecho más rico, sino que ha empezado desde cero.
La lucha de clases no es tal, porque en última instancia, sacrifica la utopía por un bien mayor:
El de la persona.
Y el progreso, no tiene sentido, sin un destino común, y por eso no es suficiente con cambiar las cosas a bordo del tren.
Hay que pararlo.
El final, es perfecto, un final abierto, dando a entender, que habían oportunidades de supervivencia, fuera del tren, correspondiente a la convicción de uno de los personajes.
El tema del sacrificio, de casi todo el grupo de la cola en el final, con motivo de lograr un balance.
Ese último tramo, nos proporciona un interesante debate filosófico, que para alguno pueda resultar aburrido, y de ahí la pérdida de interés.
Un debate conocido, en el que se justifica la crueldad y la existencia de clases, para que el equilibrio reine sobre el caos, y las cosas tengan sentido.
Pero como dice, quien lo dice, “la cabeza sin la cola, no puede existir, y la cola sin la cabeza tampoco.
Ambas deben trabajar juntas, pero ambas deben aceptar lo que son”
A pesar de tratarse de un film internacional, en su mayor parte hablado en inglés, los responsables de Snowpiercer, no se han rebajado a hacer hablar en inglés, a tan gran actor, quien recita todas sus líneas en coreano, Song Kang-ho, sin perder ni un punto de categoría frente a Chris Evans, John Hurt, o las oscarizadas Tilda Swinton y Octavia Spencer, excelentes, y cada uno en un registro totalmente diferente:
Evans es intenso y duro; Hurt teatral; Swinton caricaturesca; Spencer aguerrida...
Por cierto, Tilda Swinton añadió, que el carácter de su personaje, “es una mezcla de Margaret Thatcher, Gadafi, Adolf Hitler, y Silvio Berlusconi”
Como dato, después de la liberación de Snowpiercer, Bong reveló información de fondo:
“Hay relaciones homosexuales entre los hombres.
Gilliam y Grey (Luke Pasqualino) parecen una pareja, con una gran diferencia de edad.
Gilliam es alguien a quien Grey admira profundamente, por supuesto, pero uno podría imaginar que duermen juntos también.
Y Gilliam envía a Grey a Curtis”
No es de extrañar, pues sucede algo parecido entre Curtis y Edgar…
Por su parte, el otro protagonista, el Snowpiercer, es un tren TGV-500, con algunas modificaciones futuristas, pero manteniendo sus líneas originales, que no busca ser creíble, sino que constituye una metáfora para tocar otros temas.
Este medio de transporte, por tanto, funciona como representación de una pirámide social, así que mientras más adelante se esté, habrá mejores condiciones de vida.
¿Y quién vive en la punta de este tren?
Su creador, Wilford.
En ese gran armatoste de metal, hay un vagón especialmente representativo de la manipulación que soportamos desde hace años.
Me refiero al de la pequeña escuela, que encuentran los protagonistas en su revolución, a lo largo del tren.
Al llegar allí, los niños ven un vídeo, en el que se explica la vida del dueño y señor de la máquina.
El breve documental que es proyectado a los menores, muestra a un hombre hecho a sí mismo, a un gran emprendedor, y en definitiva, a una figura que debe ser adorada.
Ese adoctrinamiento, en torno al gran empresario, no es más que la traducción del falso y manido “Sueño Americano”, extendido ya, al resto de sociedades que viven bajo el modelo comercial de los Estados Unidos.
Inclusive, ese documental de Wilford, puede ser tomado desde el punto de vista que más convenga:
Religioso, político, económico, social… todo un manifiesto de la manipulación generacional, aprendida desde pequeños, a manos de una mujer embarazada, que puede ser capaz de matar en ese estado; pues todo no es lo que parece ser.
El Snowpiercer, es una máquina que busca ser eterna, pero no es un lugar en el que haya cabida la justicia, o la revolución social, es únicamente, como todo aquello que ostenta, una intención de perdurar, estático, una cárcel:
Un artificio creado, como todos los regímenes sociales, económicos, y religiosos, que los seres humanos creamos, el cual se nos vende como inmutable, como única posibilidad de salvación, frente al “Leviatán”, frente a la lucha fratricida, el “orden” de unos pocos, frente al “caos” de las turbas descontroladas.
Huir de la dinámica maniquea, de la jerarquía, el mesianismo, los sacrificios inútiles, la lucha infinita, y circular, lo “preestablecido”, en resumidas cuentas, es una tarea improbable, a la que asistiremos perplejos, de forma secundaria, como lo hacen la mayor parte de los personajes de este cuento, cada uno con su aspiración personal, pensando que luchan por un todo, cuando en realidad, sólo forman parte de un sistema, que se auto reproduce, y cuyo fin es siempre aquel, que no nos atrevemos a vislumbrar, no por lo imposible que parece llevarlo a cabo, si no por el miedo que supone “abrir esa puerta, que no es un muro”, y mirar más allá, afrontar un mundo nuevo, desconocido, un renacimiento, en el que las reglas tengan que ser reescritas, y todo re imaginado.
Como humanos codificados tan fuertemente en unos valores hegemónicos previos a nuestra existencia, buscamos la destrucción de lo que nos oprime, sin ser capaces de brindar respuestas nuevas y, por ende, repitiendo los mismos esquemas una vez.
He ahí, el verdadero desafío, la construcción de ideas y posibilidades nuevas, que nos liberen de las anteriores cadenas, que nos expulsen del tren, hacia lo salvaje, hacia lo desconocido, un lugar en el que podamos, por fin ser libres, para escoger que queremos ser.
Un mundo “sin zapatos ni sombreros”
La violencia en Snowpiercer es mucha y sin filtro, y también lo es la crueldad del relato de Bong, y la guionista Kelly Masterson, aunque no por ello, deja de caer en algunos lugares comunes y predecibles, si uno presta la debida atención.
Cual videojuego, con fases variopintas, avanzas de vagón en vagón, cada uno con temática y/o contenido diferente, olvida cosas lógicas de infraestructura, o preguntas trascendentales, como:
¿Qué hacen los del vagón fumeta, cuando no están colocándose, dónde viven?
¿Cómo es posible, que un tren, haya durado tanto tiempo funcionando sin interrupciones, y sin ayuda del exterior?
¿De dónde se saca la comida, y los recursos para mantener a las personas con vida?
¿Cómo crían a los cerdos y demás animales que se comen, y se ven en otro vagón?
¿Con qué; y qué hacen con los excrementos de los mismos?
Y es que para estar 17 años comiendo barras de proteínas, hechas a base de insectos, que no se sabe de dónde los sacan, muchos de los personajes del vagón de cola, no se ven en mal estado, como el personaje de Evans, pues por muchos intentos de ocultar su musculatura, no se nota afectado…
¿Si se supone, que cada vuelta tarda un año en cumplirse, no sería lógico, que la acumulación de nieve fuese tan grande, que Snowpiercer descarrilase a las primeras de cambio?
¿Y las vías no se deterioran?
¿Porque las señoras que están cosiendo tan tranquilas, en los vagones del frente, ven a 5 pasajeros del vagón de cola ensangrentados, llevando consigo a una mandamás, y ni siquiera se interesan lo más mínimo?
¿No se supone que tienen prohibido salir de allí?
¿Cómo sobreviven en los habitáculos donde se encuentran Namgoong Minsu y su hija Yona, bajo llave?
¿Quiénes son los que están ahí, los drogos del Snowpiercer?
¿Para qué usan a los niños, si es para que operen el Snowpiercer, cómo aprenden tan rápido, y por qué no se revelan?
Gran detalle, es que el interior del tren, en ocasiones se bambolea, mientras que en otras escenas, se olvidan completamente del movimiento que se supone que debería tener sobre los rieles…
Y a veces, el tamaño del tren, visto desde exteriores, cambia.
Los vagones se encojen y ensanchan porque sí, cuando lo vemos desde afuera, son todos iguales, pero se nos muestra desde adentro, que algunos son estrechos y cortos, mientras en otros, hay salones de 2 pisos, o enormes acuarios…
Hay un restaurante de Sushi, en un solo vagón, que sólo sirve comidas 2 veces al año… y es estrecho y está completamente vacío para ser tan exquisito en ese servicio anual.
Algunas lecturas nos indican, el tema religioso, del Mesías a modo de Noé (Gilliam) en El Arca, y Jesús (Curtis), la última cena en el restaurante Sushi, los apóstoles, y el sacrificio final.
La única función de Gilliam y Wilford, a modo del bien y el mal personificados parece ser, precisamente, organizar revoluciones, para reducir la población, lo que técnicamente y argumentalmente, resulta absurdo.
Curiosamente, y no faltaba más, que sea una asiática y un negro, de los que se dice “fueron los primeros seres de La Tierra” y en Snowpiercer los únicos que logren sobrevivir, aparentemente, pues se desconoce qué fue de los demás; pues tanto la cola como los vagones del medio murieron, dejando lamentablemente, los vagones del frente intactos, con los drogos y los superficiales vivos; a menos que al final, los últimos individuos de la raza humana, sean devorados por un oso polar, y su manada, ya es rizar mucho el rizo.
Como dato, vista de manera aislada, la mujer que cose en uno de los vagones privilegiados, parece inofensiva.
Probablemente, en su agradable cotidianeidad, se siente en paz con el mundo, se considera buena persona, incapaz de hacerle daño a nadie, con su espíritu cultivado, y noble.
Sus lecturas son exquisitas, su comprensión de los clásicos es profunda, y su alimentación, deliberadamente frugal.
Desconocemos si en realidad, ella es consciente de que, en el gran esquema de las cosas, su simple ocupación del espacio, es criminal, y su modo de vida, repugnante.
Una cosa brillante que hace Bong Joon-ho, es ir en contra de las expectativas, y negarse a trabajar con clichés o supuestos.
Este es un mundo brutal, maquillado de sociedad organizada y civilizada.
Acá, la gente muere, o es castigada de la peor manera posible, la escena en donde a Andrew (Ewen Bremmer) le hacen sacar el brazo por la ventanilla para que se híper congele, y después se lo partan con un martillo, es simplemente impactante, y me hace acordar a los salvajes experimentos de la antigua China comunista; y en cualquier momento, cualquiera de los protagonistas puede morir.
De hecho, cuando llegamos al clímax, ya han desaparecido una buena cantidad de rostros conocidos, a modo de video juego, los cuales han perecido en las peores circunstancias.
He aquí un relato inteligente, en donde los individuos son actores al servicio de la trama, y no estrellas, cuya presencia es privilegiada por el libreto, pues 2 oscarizadas, mueren horriblemente.
Uno de los elementos más interesantes de Snowpiercer, tiene relación con la idea de circularidad, específicamente, de que los procesos históricos, no se suceden de forma lineal, sino que forman parte de un ciclo interminable.
La idea, está representada también, por el recorrido del tren Snowpiercer, que no tiene principio, ni fin.
Esta concepción, de que los procesos históricos se repiten a lo largo de la historia, no es nueva, pero la novedad es que Snowpiercer, plantea una visión bastante sombría de la misma.
Así, uno puede notar el choque de 2 elementos contrapuestos:
El de la predestinación, y el libre albedrío.
¿Cuál de los 2 triunfará al final?
Po último, la banda sonora corre a cargo de Marco Beltrami, quien realiza un buen trabajo desde su inicio, con el tema principal “This Is The End”, de corte a piano con ligera intensidad, hasta el tramo final con “This Is The Beginning”
“You know what I hate about myself?
I know what people taste like.
I know babies taste the best”
Respecto al Snowpiercer y su perpetua movilidad, recuerda mucho al “perpetuum mobile” que es una máquina hipotética, que sería capaz de continuar funcionando eternamente, después de un impulso inicial, sin necesidad de energía externa adicional.
Se basa en la idea de la conservación de la energía.
Su existencia, violaría teóricamente, La Segunda Ley de La Termodinámica, por lo que se considera un objeto imposible, el hecho de impulsar un móvil, sin energía externa, es imposible, debido a que la energía se disipa en muchos medios, principalmente en calor, que produciría la máquina al estar en movimiento.
Dado que los principios de la termodinámica, son algunos de los más comprobados y estables a lo largo de siglos de la física, las propuestas de movimiento perpetuo serias, son siempre desdeñadas.
Con frecuencia, este tipo de máquinas, son utilizadas por los físicos, como una forma de poner a prueba sus conocimientos, demostrando, sin utilizar la termodinámica, que no puede funcionar.
Además, es frecuente la aparición de “paradojas”, al imaginarse experimentos mentales, que parecen mostrar móviles perpetuos; invariablemente se trata de errores de comprensión de Las Leyes de La Física, por lo que resultan muy instructivas.
Este tipo de ideas, son adoptadas principalmente por círculos religiosos u ocultistas, creyentes de fuentes de energía inagotable.
Y en Snowpiercer, se extienden por los campos de la política, la sociedad, y la economía.

“You need to maintain a proper balance of anxiety and fear and chaos and horror in order to keep life going.
And if we don't have that, we need to invent it.
In that sense, the Great Curtis Revolution you invented was truly a masterpiece”



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